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Comunicación

On-line version ISSN 1659-3820Print version ISSN 0379-3974

Comunicación vol.25 n.2 Cartago Jul./Dec. 2016

http://dx.doi.org/10.18845/rc.v25i2-16.3180 

Artículos

A propósito de las presas: una lectura de “Luz verde: mujer lejana” de Fernando Contreras y “Cerdo” de Daniela Maestres

Concerning traffic jams: a reading of “Luz Verde: Mujer lejana” by Fernando Contreras and “Cerdo” by Daniela Maestres

ML Shirley Longan Phillips1 

1Universidad de Costa Rica

Resumen

Los congestionamientos vehiculares, llamados en Costa Rica presas, son motivo de impaciencia y frustración para quienes estén detenidos en ellos, aunque, también, pueden sacar lo mejor del ser humano que espera. Este artículo presenta la lectura de dos cuentos cuyos personajes están en un congestionamiento vial: “Luz verde: mujer lejana” de Fernando Contreras y “Cerdo” de Daniela Maestres.

Las dos historias son leídas desde los conceptos de ideología y sus estrategias, propuesto por Terry Eagleton (2005), y el concepto de “Norma” de Michel Foucault (2005). La situación en la cual los personajes de cada cuento están atrapados los hace meditar sobre su propia vida, sin embargo, terminan actuando de acuerdo con lo esperado que hagan.

Palabras clave: Fernando Contreras, “Luz verde: mujer lejana”, Daniela Maestres, “Cerdo”, ideología, Terry Eagleton.

Key words Fernando Contreras; “Luz verde: mujer lejana”; Daniela Maestres; “Cerdo”; ideology; Terry Eagleton

Abstract

Concerning traffic jams: a reading of “Luz Verde: Mujer lejana” by Fernando Contreras and “Cerdo” by Daniela Maestres

Traffic jams, named in Costa Rica dams, are a reason for impatience and frustration for those affected by them, even though they can also get the best of the human being who is waiting. This paper presents a reading of two short stories whose characters are in a traffic jam: “Luz verde: mujer lejana” by Fernando Contreras and “Cerdo” by Daniela Maestres.

The two short stories are read from the concepts of ideology and their strategies proposed by Terry Eagleton (2005) and the concept of Norm by Michel Foucault (1990).

The situation in which the characters of both stories are trapped makes them meditate on their own lives; however, they end up acting in accordance to what is expected from them.

Key words Fernando Contreras; “Luz verde: mujer lejana”; Daniela Maestres; “Cerdo”; ideology; Terry Eagleton

Los embotellamientos, es decir, los congestionamientos vehiculares, llamados en Costa Rica presas, suelen sacar lo mejor y lo peor de un ser humano.

Lo mejor en términos de la paciencia, la cortesía y la creatividad para pasar el rato mientras los carros no avanzan, o lo hacen lentamente. Lo peor, la impaciencia, la intolerancia y el enojo. Este artículo es sobre dos historias, “Luz verde: mujer lejana” de Fernando Contreras (1997) y “Cerdo” de Daniela Maestres (2006). En ambos textos hay un personaje en un automóvil que está en un embotellamiento y no tiene conversación con nadie; el personaje tiene un conflicto interno sobre el cual medita durante la narración; las reflexiones son monólogos existenciales en los cuales se preguntan sobre la vida que están viviendo en ese momento y si es posible seguir así. Este artículo tiene por objetivo realizar una lectura de ambos cuentos desde los conceptos de ideología y sus estrategias, según lo desarrolla Terry Eagleton (2005), complementado el concepto de “Norma” de Michel Foucault (2005).

Sobre los cuentos

“Luz verde: mujer lejana” es la primera de las historias por analizar. Fue escrita por el autor costarricense Fernando Contreras Castro y publicada en el cuentario Urbanoscopio (1997). Este texto ha sido acopiado en antologías como Cicatrices: un retrato del cuento centroamericano (2004) del compilador Werner Mackenbach. En esta narración hay un hombre que está en su vehículo, en una presa. En eso, a lo lejos, divisa una mujer; fantasea con ella, se pregunta si será la mujer de su vida. El sonido de la bocina de los otros choferes lo devuelve a la realidad: debe avanzar en la fila pues el semáforo ha cambiado a verde. El personaje principal logra volver a capturar su imagen desde el espejo retrovisor y se percata de que ha desperdiciado una oportunidad de darle un golpe de timón a su vida y dirigirla hacia otro camino, diferente al establecido o esperado.

En el otro texto, “Cerdo” de Daniela Maestres (2006), hay otro personaje, el cerdo, que está también en su automóvil pues es imposible avanzar debido al tráfico. En eso, encuentra en su carro un papel y en un arrebato de impaciencia lo bota por la ventana.

El papel termina en la acera. En ese momento, el cerdo comienza con un pensamiento pendular en entre lo que desea y lo que debe hacer como buen ciudadano. Reflexiona a partir de varias situaciones a su alrededor: un bebé que llora, un concierto de bocinazos en el que termina por participar y el actuar del fiscal de tránsito. El texto finaliza cuando el cerdo ve al conductor del carro de adelante tirar el resto de una manzana a medio comer; sin pensarlo dos veces, el cerdo abre la puerta de su automóvil, se abalanza sobre el papel que él había arrojado antes, lo recoge y lo bota en un basurero; regresa a su carro no sin antes lanzarle una mirada de desprecio al conductor que había tirado la manzana. Este texto fue recogido en la Antología de la Novísima Narrativa Breve Hispanoamericana (Maestres, 2006) a raíz de un concurso.

Breves apuntes teóricos

Para entender por qué los personajes actúan de la manera como lo hacen, en algunos casos de manera aparentemente irracional, es necesario tener claro ciertos conceptos teóricos para hacer una lectura de su actuar. Para esto, Terry Eagleton (2005) y Michel Foucault (2005) proponen dos conceptos potentes y explicativos: el de ideología y el de Norma. Eagleton (2005) hace un recuento del concepto de ideología y luego establece sus estrategias; esto es complementado con el concepto de Norma según Foucault (2005).

Eagleton desarrolla en los dos primeros capítulos del libro Ideología: una introducción (2005) una serie de características y estrategias que componen la ideología.

Retoma el concepto desde el marxismo y en términos generales, considera que “la ideología tiene que ver con la legitimación del poder de un grupo o clase social dominante” (2005, p. 24). Este poder promociona sus creencias y valores naturalizando y universalizando tales creencias, haciéndolas aparecer como evidentes y aparentemente inevitables. Seguidamente, en este primer capítulo llamado “¿Qué es la ideología?” hace un recuento histórico sobre cómo ha sido entendido el término. De este recuento, sobresale el francés Louis Althusser para quien, en palabras de Eagleton, la ideología es entendida de la siguiente manera: “La ideología para Althusser es una organización particular de prácticas significantes que constituye a los seres humanos en sujetos sociales, y que produce las relaciones vividas por las que tales sujetos están conectados a las relaciones de producción dominantes de una sociedad” (Eagleton, 2005, p. 40).

Con esta misma idea, pero en palabras propias de este teórico, Althusser (1977) elabora una larga disertación sobre la ideología: la considera ahistórica... y la contempla casi como una construcción imaginaria, comparable con el sueño visto desde Freud. Para él la ideología es eterna, omnipresente, transhistórica e inmutable. Dicho en otras palabras, vendría a ser una “representación” de la relación imaginaria entre los individuos y sus condiciones reales de existencia (Althusser, 1977).

Eagleton (2005) retoma esta idea de Althusser y desarrolla las estrategias utilizadas por la ideología para promoverse como un conjunto de significados y valores que codifican ciertos intereses relevantes para el poder social. Este autor considera las ideologías como “conjuntos unificadores, orientados a la acción, “racionalizadores”2, legitimadores, universalizadores y naturalizadores” (Eagleton, 2007, pp. 70-71). Estas seis características enunciadas serían las estrategias discursivas concretas y prácticas que actúan en la vida cotidiana.

En concordancia con lo anterior, en el texto Vigilar y castigar (2005) Foucault explica: “La penalidad perfecta que atraviesa todos los puntos, y controla todos los instantes de las instituciones disciplinarias, compara, diferencia, jerarquiza, homogeiniza (sic), excluye. En una palabra, normaliza” (Foucault, 2005, p. 188). El funcionamiento de esta normalización hace que, entre otras cosas, se dé una oposición binaria de lo permitido y lo prohibido, así como el decretar una serie de dispositivos disciplinarios, como una suerte de pequeño tribunal, que obliga a esta Norma3 a funcionar.

Primer cuento

“Luz verde: mujer lejana” (Contreras, 1997) es un pequeño texto: consta de cuatro párrafos. Debido a su extensión, este texto se puede catalogar como un cuento breve, el cual “se construye con una sola anécdota, un solo incidente, y el poderosísimo efecto que tiene en el lector depende de su intensidad” (Torres, 1998, p. 12).

El cuento abre con una serie de bocinazos, en los que el personaje descubre que están dirigidos a él, cada vez con más intensidad, pues ya incluyen los insultos: “La segunda y todas las demás se dirigieron específicamente a su anciana madre en tonos cada vez más alusivos” (Contreras, 1997, p. 21). Al percatarse, el personaje principal utiliza una palabra:

“¡Natural!, la luz había cambiado mientras él contemplaba absorto […] la ventanilla” (Contreras, 1997, p. 21). Este es el primer momento en el cual resuena la estrategia ideológica mencionada por Eagleton (2005): las ideologías son naturalizadoras. Un congestionamiento vial no es natural, en el sentido a que no se refiere a la naturaleza, sin embargo, “las ideologías de éxito vuelven naturales y autoevidentes sus creencias -que las identifican con el ‘sentido común’ de una sociedad de modo que nadie puede imaginar cómo han podido ser alguna vez diferentes” (Eagleton, 2005, p. 87). Por lo tanto, es inconcebible que alguien no avance cuando cambia a verde el semáforo, y gracias a la Norma de la que habla Foucault (2005), todos los demás conductores se autoadjudican el derecho a llamar la atención, para encarrilar al que no está actuando de acuerdo con lo esperado.

A los lectores, el narrador explica las razones para que ese conductor no avanzara: el personaje estaba absorto viendo “una cara entre la multitud, una cara de mujer… una hermosa cara de mujer… un cuerpo de mujer” (Contreras, 1997, p. 21). Sobresale en esta descripción cómo va construyendo poco a poco ese otro personaje, que tanto le llama la atención. Sin embargo, no hay interacción alguna, casi es difícil llamarlo personaje pues no tiene ninguna participación, de hecho, ni siquiera se sabe vista. Pero, la situación en la que está no le permite seguir en su deleite, pues era “Hora pico, embotellamiento insufrible, cada centímetro de la calle había que ganarlo, ¡y un idiota se daba el lujo de dejar pasar el semáforo!” (Contreras, 1997, p. 21). En esta frase aparecen otras dos estrategias ideológicas mencionadas por Eagleton (2005): ser unificadoras y orientadas a la acción, pues “una ideología con éxito debe operar tanto en el nivel práctico como en el teórico, y descubrir alguna manera de vincular dichos niveles.

Debe pasar de un sistema de pensamiento elaborado a las minucias de la vida cotidiana, del tratado académico al grito de la calle” (Eagleton, 2005, p. 74). Justamente esto último es lo que sucede, pues también logra que al unísono los otros conductores llamen la atención al personaje principal del cuento y así lograr el comportamiento esperado: no desperdiciar el cambio del semáforo en una minucia, como para los demás sería la contemplación de esta mujer.

Más adelante en el texto literario, el narrador indica que este personaje principal conduce lentamente, tratando de seguir a esa mujer que también tenía dificultades para caminar, y hacerse espacio entre tanta gente. Pero otra serie de bocinazos lo obliga a avanzar “esta vez dejando atrás a aquella hermosa mujer que avanzaba sin saberse observada, aquella hermosa mujer que bien podría haber sido el amor de su vida” (Contreras, 1997, p. 22). En este punto, se ve claramente la fuerza de la Norma, según Foucault (2005) en la cual está la oposición binaria entre lo permitido y lo prohibido; entre el deseo y el deber. En el personaje principal de este cuento está tan internalizado ese deber que irremediablemente acelera “porque la maldita luz verde había abierto una hilera” (Contreras, 1997, p. 22) y le imponen una acción por realizar.

Sin embargo, el narrador puntualiza en un milagro, de esos que rara vez suceden: el personaje “alcanzó a ubicar a su mujer en el retrovisor y ahí la poseyó unos instantes” (Contreras, 1997, p. 22). En este fragmento, sobresale el adjetivo posesivo “su”, ya no era una mujer, sino “su mujer” y por lo tanto encarna el adjetivo y la posee. Carlos Sandoval, en el texto

Fuera de juego (2007) hace una reflexión sobre la mirada masculina, la cual puede explicar el cambio que de ser una mujer a su mujer. Sandoval (2007) explica que la “mirada masculina como constitutiva del cuerpo femenino […] sería una expresión si se quiere más elaborada de algo presente con mucha frecuencia en la interacción cotidiana. La mirada masculina es constitutiva e intrusiva” (Sandoval, 2007, p. 140). Estas últimas dos palabras (constitutiva e intrusiva) son las que mejor describen la situación, pues la mujer no se sabe vista, sino que ese personaje principal la construye y luego pretende apropiarse de ella.

Finalmente, el cuento termina con la reflexión existencial del personaje en la cual se da cuenta que “había desperdiciado la única oportunidad de su vida de detenerse, abandonar la nave en medio cuello de botella, alcanzar a la mujer y huir con ella a donde no hubiera presas ni bocinas ni malignas luces verdes de esas que lo hacen avanzar a uno hacia un lugar que, en definitiva, no queda adelante” (Contreras, 1997, p. 22).

Segundo cuento

“Cerdo” de Daniela Maestres (2006) es un cuento organizado cronológicamente. Se puede dividir en cinco partes para una mejor comprensión. La primera, empieza a las 5:17 de la tarde, cuando el personaje principal, el cerdo, se da cuenta que lleva más de un cuarto de hora de estar detenido en el mismo lugar y con total resignación sabe que debe esperarse. En ese instante piensa: “¿Cómo carajo ser paciente? ¿Quién fue el maldito cretino que dijo que la paciencia (¿o es la constancia?) vence lo que la dicha no alcanza?” (Maestres, 2006, p. 131).

En eso, ve el envoltorio de un chocolate ubicado en el puesto del pasajero. Eso le molesta así que “agarra el papel, abre el vidrio y sin ver hacia los lados lo lanza. El papel rueda y termina sobre la acera. El cerdo lo contempla” (Maestres, 2006, p. 131). Esta situación desata una serie de pensamientos binarios y pendulares, entre lo que Foucault (2005) llama lo prohibido y lo permitido. El cerdo piensa sobre ser “el buen ciudadano” es decir:

[…] de cumplir con la limpieza de la ciudad, de cumplir las normas de higiene que no han enseñado desde pequeños. ‘Lávate las manos antes de comer, recoge la ropa sucia del piso, lávate los dientes tres veces al día, bota las servilletas en la basura’. Realmente son conductas aprendidas (y aprehendidas también) (Maestres, 2006, p. 131).

Esta explicación, de lo que el cerdo ha internalizado, coincide con lo que Louis Althusser (citado por Eagleton (2005)) dice de la ideología: la organización particular de prácticas significantes que constituye a los seres humanos en sujetos sociales. Sobresale en la descripción que hace el cerdo, el uso de imperativos, lo cual hace que ser el “buen ciudadano” no sea otra cosa que seguir las reglas establecidas y actuar de acuerdo con ella.

Como si fuera la otra cara de la moneda del “buen ciudadano”, el cerdo se tranquiliza en el pensamiento racionalizador de que, finalmente, él es un cerdo. Se dice a sí mismo: “Además esta ciudad está bien sucia. Nadie, absolutamente nadie, hace nada por ella. Va a salir el más imbécil de todos, que ya de por sí tiene bastantes problemas, a mover un grano de arena que no sirve para nada” (Maestres, 2006, p. 131). En este punto es evidente la estrategia ideológica de la racionalización (desde su acepción en inglés). Sobre esto, dice Eagleton (2005) que una ideología es racionalizadora cuando intenta “defender lo indefensible, disfrazando un motivo desacreditado en términos éticamente altisonantes” (Eagleton, 2007, p. 79). Esto fue exactamente lo que hace el cerdo, después de esta elaboración considera que botar el papel no estuvo tan mal y sus “consideraciones fueron suficientemente fuertes como para que el cerdo estuviera satisfecho de sí mismo” (Maestres, 2006, p. 131).

Seguidamente, aparece el segundo momento del texto: un bebé llora y “automáticamente, el cerdo voltea a ver el papel que botó en la calle” (Maestres, 2006, p. 131), él mismo se sorprende de su reacción, piensa en bajarse a buscarlo pero mejor se distrae viendo algo más, en este caso un recogelatas.

Aquí, otra vez, el remordimiento de la acción cometida (tirar el papel al suelo) reaparece, por lo que se da cuenta que su racionalización no fue suficiente, pero distraerse en otra cosa lo ayuda a calmar su propia ansiedad. El recogelatas y las personas que piden dinero en la calle le dan lástima y rabia al mismo tiempo (sigue su pensamiento pendular), por un lado siente que pasan hambre, pero por otro contaminan la calle con su presencia. Este pensamiento lo llena de culpa, pero decide escoger el pensamiento más egoísta, deberían ser sacados de las calles: “Sus calles, porque a pesar de todo siente que la pocilga tercermundista donde vive es SUYA. Al cerdo le gusta pensar que quiere su ciudad. Que el conato de civilización, el intento de sistema democrático que se rige por una constitución y unas leyes mal redactadas tiene algo bueno en ella” (Maestres, 2006, p. 132).

En este punto, el narrador apela al lector directamente y dice: “Como los lectores podrán darse cuenta, el cerdo tiene una forma muy gris de ver el mundo. Sin embargo, es justamente esta forma opaca de percepción, lo que le da al cerdo sus características bien definidas y su lugar en el universo” (Maestres, 2006, p.132). El personaje principal del cuento está en el vaivén entre lo que debe hacer y lo que quiere hacer, entre comportarse como un “buen ciudadano” o sentirse mal por ello. El hecho de pensarlo lo posiciona en un predicamento que lo hace sentirse más ofuscado y ansioso, pues en la descripción dada por

el narrador, la ideología, según Eagleton (2005), no le permite salirse de lo establecido, de la Norma -llamada así por Foucault (2005)-, ya que esta le da un lugar. Esta situación recuerda la descripción dada por José María Zonta en el poema “Yo no envidio a los gatos” cuando dice: “Uno es totalmente libre / de hacer lo que quiera/ dentro de su jaula” (Zonta, 1999, p. 35).

Actuar distinto es ubicarse en el no-lugar: “El cerdo se regocija con este pensamiento. Un pensamiento que al mismo tiempo lo espanta. El solo saber que tiene sobre su espalda la responsabilidad (el poder) de modificar su vida. Cualquier decisión tomada reorienta el rumbo de su destino. Cada pequeña cosa que haga o deje de hacer cambiará radicalmente los acontecimientos de su existencia. El cerdo está sudando frío” (Maestres, 2006, p.132). Pensar que puede cambiar algo le da al cerdo la sensación de “poder interminable”, pero cuando lo piensa mejor y se quita “el vidrio oscuro a través del cual observa” se da cuenta que no es tan sencillo y eso lo aterra. La libertad, en términos de pensar una nueva construcción de la realidad puede producir miedo4.

En eso, el cerdo se percata que hay un bebé llorando desde hace casi veinte minutos, el sonido le molesta, por lo tanto “involuntariamente, vuelve a ver el papel que lanzó a la calle” (Maestres, 2006, p. 132). Esta es la racionalización del personaje, aunque cada vez le resulta más insuficiente, pues “estos pensamientos (excusas) […] no lo dejan vivir un instante en calma”, ya que le ponen en escena la lucha interna que tiene: “llega a la conclusión de que no está haciendo lo que ‘debería’ en tal y cual ocasión sino lo que ‘desea’ en tal y cual ocasión” (Maestres, 2006, p. 133). Esto es grave, aunque el texto dice que es lúcido; es claro el péndulo entre lo prohibido y lo permitido: esto taladra la cabeza del cerdo, quien no se ha movido del lugar donde está y “no entiende por qué está todavía viendo el papel en la calle” (Maestres, 2006, p.133). Esta basura es el recordatorio del algo que hizo mal, y por más que lo racionalice, le pesa más la Norma en sus hombros.

Luego, aparece un tercer momento: otros conductores han empezado a tocar la corneta, a pesar de que esto no solucionará el embotellamiento en el cual están metidos. El cerdo piensa que lo sensato es resignarse y pacientemente esperar, pues con tanto ruido se van a quedar sordos. Sin embargo,

En ciertos momentos de la cola, él también aporta a la cacofonía de bocinas que se genera de cuando en cuando y de manera espontánea. Éste, como muchos otros, es un elemento propio de la naturaleza del cerdo, quien, a pesar de considerarse muy sensato y astuto, suele actuar irreverentemente ante la más mínima adversidad (Maestres, 2006, p. 133).

Así como el cerdo involuntariamente ve el papel que le recuerda la “falta cometida”, el unirse en el concierto de pitos muestra la estrategia de la universalización: el cerdo se siente parte del grupo y también parte de esa suerte de “pequeño tribunal” que funciona como dispositivo disciplinario para que la Norma actúe como es esperado. Al ser las 6:17 p.m., es decir, una hora después del inicio de la narración, el cerdo sigue con sus disertaciones pendulares, esta vez entre “lo racional y lo irracional”, otra forma de decir lo prohibido y lo permitido.

El cerdo concluye que su balanza “suele ser (con bastante frecuencia) [inclinada] hacia lo irracional, de la emoción que en otras oportunidades le ha causado tantos problemas” (Maestres, 2006, p. 134), y no es para menos, pues lo prohibido -o lo irracional como lo propone el cerdo- tiene consecuencias sociales, pues los dispositivos disciplinarios no permiten esa opción.

Para tratar de escapar de su disertación mental, el cerdo ve hacia la ventana y da inicio al cuarto momento del texto. Aparece el fiscal de tránsito abusando de su poder y multando a alguien, experiencia por la que el personaje ya había pasado días antes.

Para evitar la multa injusta, el cerdo debió negociar con el funcionario, exactamente lo que este buscaba hacer, y una vez que le dio el soborno “el oficial se retira de la ventanilla del vehículo muy contento puesto que ya tiene dinero para comprarse el ‘cafecito’ (bien caro que es, por cierto). El afectado, por otro lado, se muere de la rabia pero no puede hacer nada” (Maestres, 2006, p.134). En esta escena se aprecia la estrategia de la legitimación, pues el oficial se vale de su autoridad y su poder para estafar a los usuarios. En este caso, es observable que los usuarios no están contentos con la acción; sin embargo, se acostumbran a ella y no hay ninguna manifestación de protesta ni de intento de cambiar la situación en la cual viven. En la ideología se legitiman aún los actos de corrupción, pues estos se llegan a ver como “normales”.

Por lo tanto, el cerdo, ante la situación del oficial de tránsito se consuela racionalizando la situación, de paso la naturaliza y la universaliza:

Bueno, el mundo en el que vives es así, piensa. Está lleno de gobiernos que le regalan barcos a países sin salida al mar, de personajes ficticios que pelean contra molinos de viento, de ilustres profesores que imparten clases mediocres y, más impactante que eso, está lleno de ‘cochinos’, que llevan el día a día de la forma más incongruente, haciendo de este comportamiento una costumbre, una manera de vivir. Así somos y seremos… por los siglos de los siglos (Maestres, 2006, p. 134).

Cuando ya son las 6:59 p.m. inicia la parte final del texto. El cerdo ve, cuando del carro de adelante arrojan por la ventanilla el resto de una manzana:

Ésta cae al lado de su papel arrugado que descansa en solitario en la acera. Sin pensarlo dos veces, el cerdo abre la puerta del conductor y prácticamente se abalanza sobre su papel. Lo toma y se dirige a la basurera más cercana. Luego de desecharlo regresa a su carro, no sin antes lanzar una mirada de desprecio, de humillación y de insolencia al conductor del carro de adelante (Maestres, 2006, p. 135).

Esta última acción del cerdo muestra cómo le gana “el buen ciudadano” que habita dentro de él, es decir, el que se rige por la Norma y vigila el completo y perfecto cumplimiento de lo establecido. La acción del cerdo se conoce como una actitud de proyección5, pues reacciona cuando ve en el otro la misma acción que él hizo y no le parece, de ahí que bota su papel en el basurero y eso lo hace sentirse con la autoridad moral de lanzar un regaño al otro conductor, por la falta cometida.

Convergencias y divergencias

Los dos textos estudiados, el de Contreras (1997) y Maestres (2006), se diferencian en la longitud. Sin embargo, son más las coincidencias entre ambos.

La primera es en tener un solo personaje dentro de un carro y atrapado en un congestionamiento vehicular; ambos personajes muestran la frustración de sentir el tiempo que pasa y el tiempo perdido. También, ambos personajes sienten en sus hombros el peso de una Norma que se impone, con todas sus estrategias -según las describe Eagleton (2005)- para que se reproduzca el mismo orden establecido.

La Norma actúa en ambos personajes, en “Luz verde: mujer lejana” es impuesta en el conductor desde el exterior, el sonido de la bocina de los otros conductores lo vuelven a la realidad y lo hacen reflexionar sobre su presente, sobre la violencia que lo obliga a seguir su camino; pero, también, se cuestiona su futuro, pues para dónde va, si sigue por ese camino, definitivamente no es hacia adelante. Este texto obliga al lector a pensar en las oportunidades perdidas por la presión exterior, por seguir los mandatos de otros.

En este mismo sentido, el cerdo también siente la presencia de la Norma, pero en este caso actúa desde el interior, casi como un policía mental. El personaje se debate entre el “buen ciudadano” que no bota basura y el deseo de hacerlo y pensarse distinto.

El texto muestra esa manera gris de ver el mundo con los anteojos de la Norma y salirse de ella puede ser o representar gran angustia para el personaje principal. Al final, el cerdo, gracias al acto de proyección, actúa como era esperado; bota el papel en el basurero y regaña con la mirada al otro que hizo lo mismo que él había hecho una hora antes.

Finalmente…

Para finalizar este artículo, un intertexto convocado por el título del cuento de Contreras es “Decir: hacer” de Octavio Paz (1990). Los dos puntos son un signo ortográfico que representa una pausa mayor que la coma y menor que el punto. Detienen el discurso para llamar la atención sobre lo que sigue, que siempre está en estrecha relación con el texto precedente (tomado del Diccionario Panhispánico de Dudas, RAE, 2016). “Luz verde: mujer lejana” presenta el mismo juego que “Decir: hacer” de Paz (1990).

En el texto de Paz (1990) se lee: “No es un decir: / es un hacer. /Es un hacer/ que es un decir” (Paz, 1990, p. 665). Las palabras de este escritor muestran el accionar de la ideología, como lo explica Eagleton (2005), así como las estrategias utilizadas para que las personas sigan la ruta trazada previamente y actúen como pequeño tribunal encarrilador de quien desee salirse de su camino. Actuar distinto pondrá en acción todas las fuerzas necesarias para que el resto de los ciudadanos le recuerden, de todas las formas posibles, la obligación de regresar al orden, así sea por medio de un concierto de bocinas e insultos.

A la Norma no le interesa que aquella pudiera ser la mujer de su vida, pero sí le interesa que un semáforo en verde no se pueda dejar pasar, pues ese es el orden establecido.

Por su parte, en “Cerdo” también hay un eco del poema de Paz (1990), cuando dice que “Los ojos hablan, /las palabras miran, /Las miradas piensan.

Oír/los pensamientos, / ver / lo que decimos, / tocar/ el cuerpo de la idea.” (Paz, 1990, p. 666). El cerdo, cada vez que sus justificaciones de botar el papel se volvían insuficientes, su mirada autoacusadora lo castigaba. Cuando otra situación sucedía, como el llanto del niño, sus pensamientos le taladraban el cerebro pues el peso de la Norma cada vez se volvía insoportable y las estrategias ideológicas lograban ser tan ruidosas y pesadas que lo obligaban a ver el papel. Al final del texto, al recogerlo, logra tocar el cuerpo de la idea, como diría Paz (1990) y con sus ojos hablarle al conductor del carro de adelante y recordarle que la Norma se sigue, y quien no lo haga sufrirá regaños, como él.

Referencias bibliográficas

Althusser, L. (1977). “Ideología y aparatos ideológicos de Estado”. Posiciones. México: Editorial Grijalbo, S.A. [ Links ]

Contreras Castro, F. (1997). Urbanoscopio. Costa Rica: Ediciones FARBEN. Diccionario Panhispánico de Dudas. Real Academia Española. En línea: http://lema.rae.es/dpd/?key=Links ]

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Foucault, M. (2005). Vigilar y castigar. Trigesimocuarta edición en español. Argentina: Siglo XXI editores. [ Links ]

Galeano, E. (2012). El libro de los abrazos. Quinta reimpresión. Buenos Aires: Siglo XXI editores. [ Links ]

Laplance, J. y Pontalis, J. B. (1983). Diccionario de psicoanálisis. Tercera edición. Barcelona: Editorial Labor. [ Links ]

Mackenbach W. (Compilador, 2004). Cicatrices. Managua: Anamá Ediciones. [ Links ]

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Paz, O. (1990). “Decir: hacer” en Obra poética (1935-1988). España: Seix Barral. [ Links ]

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Zonta Arias, J. M. (1999). La noche irreparable. Segunda edición. San José: Editorial Costa Rica. [ Links ]

1Shirley Longan Phillips es Máster en Literatura Latinoamericana, Bachiller en Filología Española y Bachiller en Inglés, graduada de la Universidad de Costa Rica. Trabaja como docente e investigadora en la Escuela de Estudios Generales, en esa misma casa de estudios. Contacto: shirley.longan@ucr.ac.cr

2En español, el término “racionalizar” es definido por el DLE como reducir a normas o conceptos racionales; también como organizar la producción o el trabajo de manera que aumente los rendimientos o reduzca los costos con el mínimo esfuerzo. Sin embargo, en este caso, debe entenderse esta palabra desde su acepción en inglés, no en español. En inglés, racionalizar quiere decir encontrar razones para explicar un comportamiento, la toma de ciertas decisiones, etc. Por ejemplo, “ella racionalizó el costo diciendo que una alfombra tan cara iba a durar más que una barata” (el ejemplo y la definición son tomadas del Cambridge Dictionary).

3La mayúscula aparece en el texto original.

4Esta situación recuerda el intertexto de “El miedo” de Eduardo Galeano, que cuenta la pequeña historia de un conejo de Indias al que le abren la puerta de la jaula en la mañana, pero al anochecer “lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrote, temblando del susto de la libertad” (Galeano, 2012, p. 99).

5Jean Laplance y Jean-Bertrand Ponalis definen en el Diccionario de Psicoanálisis la proyección en el sentido propiamente psicoanalítico, como “la operación por medio de la cual el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro (persona o cosa) cualidades, sentimientos, deseos, incluso ‘objetos’, que no reconoce o que rechaza en sí mismo” (Laplance y Pontalis, 1983, p. 306).

6Shirley Longan Phillips. A propósito de las presas: una lectura de “Luz verde: mujer lejana” de Fernando Contreras y “Cerdo” de Daniela Maestres. Revista Comunicación. Año 37, volumen 25, número 2, julio - diciembre, 2016. Instituto Tecnológico de Costa Rica. ISSN: 0379-3974 / e-ISSN1659-3820.

Recibido: 15 de Mayo de 2016; Aprobado: 09 de Octubre de 2016

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