Introducción
La agricultura familiar (en adelante AF) es definida como un modelo basado en el manejo de una unidad productiva, cuyas tierras proporcionan sustento a una familia con una fuerza laboral de dos a cuatro personas, mediante la aplicación de la técnica predominante en la región y que les brinda un nivel de vida satisfactorio2. A pesar de que la AF es un modelo que se ha practicado desde tiempos milenarios, por parte de pobladores originarios de una región determinada a través de técnicas agroproductivas como el policultivo indígena3, el término es relativamente reciente en la región latinoamericana, donde de manera histórica ha sido más común hablar de campesinos y de pequeños y medianos productores para referirse, sean indígenas o no, a quienes han practicado una agroproducción de pequeña y mediana escala basada en el uso de mano de obra que aporta, principalmente, el núcleo familiar4.
Los sistemas agrícolas campesinos e indígenas en los cuales se basa la AF son el resultado de la coevolución cultural y biológica a lo largo del tiempo y a través del aprendizaje y transferencia de un acervo de conocimientos tradicionales y formas de organización colectiva5, que tienen en común una alta biodiversidad, la conservación y la gestión de los recursos hídricos y del suelo y una alta resiliencia6. La agrobiodiversidad es un elemento clave en estos agroecosistemas, en los cuales se distinguen patrones de diversidad, uso y manejo en relación con las regiones geográfico-culturales de ubicación de agroecosistemas y parcelas7.
Actualmente, la AF es considerada como la principal fuente de empleo relacionada con la agricultura en América Latina8, con una participación de más de 60 millones de personas y cerca de 16,5 millones de unidades productivas, de las cuales el 35 % están en México y los países de Centroamérica, con una tasa de aporte al empleo rural que oscila entre el 36 % y el 76 %, con 2,4 millones de familias de agricultores9, lo que favorece la disponibilidad de alimentos, materias primas e insumos, además de aportar valor agregado a la producción local mediante agroindustrias rurales10. En la región mesoamericana, Costa Rica es el tercer país, después de México y Guatemala, en número de personas que practican la AF (79 000)11, con una ocupación del 55,4 % del total de fincas agrícolas, lo que la convierte en un modelo esencial para garantizar la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza y la conservación de los recursos naturales y de la biodiversidad12.
En Costa Rica, la práctica de la AF se basa en una mezcla de conocimientos de herencia cultural, relacionados con la diversidad de cultivos y animales, así como en la ubicación y características agroecológicas de los territorios13. Sin embargo, esta práctica productiva enfrenta dificultades vinculadas con la reducción extrema de la biodiversidad circundante que genera algunos desequilibrios en el sistema y hace que incorporen insumos y prácticas de manejo, principalmente relacionados con el control de plagas y fertilizantes14.
Uno de los desafíos de la AF en Costa Rica es la poca información existente sobre las características de este modelo agroproductivo15. De forma similar sucede dentro de las reservas de biosfera, denominación otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) a territorios reconocidos internacionalmente por sus esfuerzos para encontrar el equilibrio entre la conservación de la biodiversidad y el desarrollo socioeconómico de sus pueblos. A pesar de que Costa Rica posee cuatro denominaciones de reservas de biosfera, es también poca la investigación que se realiza en el marco de su gestión, particularmente en lo relacionado con los medios de vida de sus habitantes. Por ello, esta investigación tiene como objetivo caracterizar el modelo productivo de AF indígena y su aporte a la dinámica socioeconómica y a la conservación, así como sus amenazas en diez comunidades indígenas del piedemonte Pacífico de la cordillera de Talamanca, en la Reserva de Biosfera La Amistad (RBA).
Desarrollo
La RBA es un territorio extenso habitado por personas descendientes de migrantes campesinos provenientes, sobre todo, de la región del Valle Central del país, así como por población proveniente de la región de Chiriquí, en Panamá; junto con población aborigen, principalmente de las etnias bribri y cabécar, la cual se concentra sobre todo en los territorios del piedemonte Pacífico de la cordillera de Talamanca16.
Materiales y métodos
El área de estudio se ubica en el piedemonte Pacífico de la cordillera de Talamanca, entre los 684 m s. n. m y los 1414 m s. n. m. Comprende un total de 10 comunidades de los territorios indígenas Cabécar de Ujarrás y Bribrí de Salitre y Cabagra del cantón de Buenos Aires, provincia de Puntarenas (Figura 1).
Las comunidades que forman parte de la zona de amortiguamiento del Parque Internacional de La Amistad (PILA), zona núcleo de la RBA, están bordeadas desde la zona de los valles de El General y Coto Brus, por grandes extensiones del monocultivo industrial de piña (Ananas comosus), que se desarrolla en la región de Buenos Aires desde 197917. El área de cultivo de piña ha aumentado desde el 2008, sobre todo en los distritos de Potrero Grande y Biolley18. El cultivo agroindustrial de piña tiene una fuerte incidencia en las dinámicas socioeconómicas y agroecológicas en la región y es una alternativa de empleo remunerado para los habitantes locales19, quienes se emplean cada vez más como mano de obra agroindustrial y con menor intensidad en el manejo de la Unidad Productiva (UP) de la AF20.
Caracterización de fincas
Se carateriza un total de 16 UP de AF indígenas, en un periodo comprendido entre setiembre del 2017 y junio del 2019. Se diseñó una metodología que permitiera conocer el manejo de la unidad productiva en dos dimensiones, a saber: biofísica y socioeconómica, con la selección de diversos atributos por evaluar para cada dimensión.
Los atributos biofísicos evaluados son: área de influencia de la finca (tamaño de la parcela, área de bosque en conservación y su aporte a la conectividad biológica); usos de la tierra (sistemas productivos implementados, presencia de sistemas diversificados de producción y sus condiciones); protección del recurso hídrico (presencia de cuerpos de agua dentro de la propiedad o en sus linderos).
Fueron evaluados los siguientes aspectos socioeconómicos: diversificación agrícola (cantidad y tipo de cultivos manejados en la explotación agrícola); pecuaria (cantidad y tipo de animales utilizados dentro de la explotación agrícola); situación actual y limitaciones relacionadas con el manejo de la UP (tenencia de la tierra, acompañamiento técnico, circuitos de comercialización, acceso a crédito y mano de obra).
La caracterización de cada UP fue realizada mediante un recorrido por la finca. Posteriormente, se georreferenció cada parcela y se anotó toda la información recabada para su posterior tabulación y análisis.
El diagnóstico en torno al modelo de AF en el territorio se realizó mediante entrevista aplicada en campo, al propietario de la finca u otros miembros de la familia.
Para contextualizar la dinámica agroproductiva territorial se realizaron entrevistas a diversos actores locales, incluyendo: agroproductores indígenas, líderes comunales indígenas, un académico, un gerente de áreas silvestres protegidas, y técnicos del área agropecuaria y del área ambiental.
Se diseñó una muestra de tipo no probabilística, compuesta por 23 informantes (Tabla 1), seleccionados bajo el criterio de nivel de experiencia en el tema de investigación y ubicados en tres grandes grupos: 1) agroproductores indígenas, a quienes se les aplicó una entrevista semiestructurada, compuesta por catorce preguntas abiertas y quince preguntas cerradas; y 2) participantes en las dinámicas de desarrollo local (líderes comunales vinculados con asociaciones, plataformas comunitarias y gobiernos locales indígenas); y 3) técnicos, administrativos y académicos vinculados a instituciones gubernamentales del área ambiental y agroproductiva.
A los informantes del segundo y tercer grupo se les aplicó una entrevista semiestructurada compuesta por diez preguntas abiertas y cinco preguntas cerradas. El propósito de las entrevistas fue indagar de manera directa sobre el criterio técnico, percepción y experiencia vivencial de cada informante, respecto a los siguientes aspectos: las dinámicas relacionadas con la permanencia de los sistemas tradicionales de producción familiar de pequeña escala, sus aportes a la conservación biológica y las problemáticas que la afectan.
La información de carácter cualitativo obtenida mediante las entrevistas fue analizada y contrastada con los datos previamente localizados mediante la revisión bibliográfica de documentos técnicos y de tipo diagnóstico de carácter económico, socioambiental y cultural para la región, de tal forma que fuera posible precisar, a una escala más local, los diversos factores relacionados con el manejo de la UP de AF del piedemonte del Pacífico de Talamanca.
Resultados
La caracterización de 16 UP permitió determinar que la parcela de AF indígena en el área de estudio posee un área media de 2 ha. (Tabla 1: Agpi), así como la existencia de una serie de atributos de particular interés relacionados con los aspectos biofísicos, socioeconómicos y de proyección a futuro en torno a la unidad productiva familiar.
Dimensión biofísica de la unidad productiva
El 100 % de las parcelas analizadas tiene un área destinada a conservación de bosque (primario o secundario) que ocupa en promedio el 39,3 % del área de la UP (Tabla 1: Lci1, Agpi). En el 68,5 % de las parcelas, las áreas de bosque son conservadas para la protección de cuerpos de agua (nacientes y riachuelos) y para el abastecimiento de recursos del bosque, incluyendo materiales de construcción (madera, hojas anchas y bejucos), leña, plantas de uso medicinal y alimenticio, entre otros (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3). En el estrato arbóreo-arbustivo de las parcelas se identificó un total de 76 especies, pertenecientes a 65 géneros y 35 familias (Anexo 1). Las especies catalogadas fueron ubicadas tanto en los parches de bosque como en otros espacios dentro de la parcela, en áreas de regeneración natural o en combinación con otros cultivos, principalmente en cercas vivas y barreras rompeviento. Se determinó que 28 de las especies son de uso comestible, 27 son maderables y 5 de uso medicinal. El 12 % de los taxones identificados fueron categorizadas como introducidos y corresponden a especies de uso alimenticio, usualmente utilizadas en formas de manejo relacionadas con SAF.
Dimensión socioeconómica de la unidad productiva
La composición de la producción agrícola de la UP (Tabla 2) es muy diversificada, con un 93,4 % de las parcelas con una variedad de entre 6 y 20 cultivos agrícolas distintos, en una diversidad de sistemas agroforestales (SAF) o del sistema descrito por Borge (2011) como de policultivo, predominando las musáceas como: banano, plátano y guineo (Musa spp.), cultivadas en el 100 % de las parcelas; seguidas por los tubérculos como: yuca (Manihot esculenta), ñame (Dioscorea alata), tiquisque (Xanthosoma sagittifolium), camote (Ipomoea batatas) y papa chiricana (Dioscorea trifida), que se cultivan en el 90,6 % de las UP. Los granos básicos como maíz (Zea maiz), arroz (Oriza sativa) y frijoles (Phaseolus spp.); y los frutales como cítricos (Citrus spp.), aguacate (Persea americana), cacao (Theobroma cacao), jocotes (Spondias spp.), carambola (Averrhoa carambola) y manzana de agua (Syzygium malaccense), entre otros, están presentes en el 81,25 % de las UP.
Las hortalizas y legumbres como las vainicas (Phaseolus spp.), chiles dulces y picantes (Capsicum annuum, Capsicum spp.), tomate (Solanum lycopersicum), culantro (Coriandrum sativum), lechuga (Lactuca sativa) y las cucurbitáceas, entre ellas ayote (Cucurbita spp.), chayote (Sechium edule) y pepino (Cucumis sativus) se cultivan en el 75 % de las UP. Por otro lado, el café fue encontrado en una sola de las UP de AF, en el territorio indígena bribrí de Cabagra (6,25 %), y cultivado mediante SAF en combinación con especies de guaba (Inga edulis, Inga spp.), yuca (M. esculenta), cacao (T. cacao), cedro (Cedrela odorata) y musáceas (Musa spp.) (Tabla 2).
Respecto de la producción animal (Tabla 2), se identificó que la cría de ganado vacuno se desarrolla en el 43,7 % de las UP de AF, con un promedio de 0,4 cabezas por parcela. La producción es principalmente para leche fresca y derivados como leche agria y queso para consumo familiar, principalmente. La cría de aves de corral, principalmente de gallinas ponedoras y de engorde, se realiza en el 100 % de las UP, principal fuente de proteína para consumo familiar; seguida por la carne de cerdo, cuya producción se hace en el 43,8 % de las UP, comúnmente mediante «cría compartida», práctica mediante la cual una familia cría los animales y comparte los costos de crianza con otros vecinos con quienes, posteriormente, se distribuye la carne en proporciones equivalentes a su aporte (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3).
Agroproducción por número de UP caracterizadas | ||
Producción diversificada | 14 | |
Musáceas | 16 | |
Frutales | 13 | |
Granos básicos | 13 | |
Hortalizas | 12 | |
Café | 1 | |
Caña de azúcar | 1 | |
Ganadería de leche | 7 | |
Porcino | 15 | |
Aves de corral | 14 |
Fuente: Elaboración propia, 2022.
Situación actual y la proyección a futuro de la UP
Los agroproductores indígenas (16) y otros entrevistados (7), en total 23 informantes, reconocen cinco factores que generan limitaciones para el manejo actual y el desarrollo de la UP de AF indígena (Figura 2).
La totalidad de los informantes señalan como una de las principales problemáticas la tenencia de la tierra, relacionada con la no posesión de títulos de propiedad, debido a que la tierra es de posesión comunal y no individual. Este factor se vincula con aspectos histórico-culturales, ya que la tierra incluida dentro de los territorios indígenas, legalmente establecidos, es de posesión comunal y no individual21 (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3, Ac1, Gap1).
De igual forma se identifica por parte de la totalidad de la muestra la falta de acompañamiento técnico para el manejo y mantenimiento de la UP de AF como una problemática importante. Se reconoce una débil presencia institucional en estos territorios enfocada en el desarrollo de capacidades para el mejoramiento de la agroproducción, lo cual se traduce en una baja tecnificación en el manejo de la producción, escaso acceso a agroinsumos y poco conocimiento sobre su utilización (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3, Ac1, Tag1).
En tercer lugar, se reconoce como problemática, por parte de la totalidad de personas entrevistadas, las pocas posibilidades de acceso a circuitos de comercialización de la producción, como alternativa para generar ingresos económicos al núcleo familiar. Se identificaron varias limitaciones, sobre todo de infraestructura, que dificultan el establecimiento de mercados para la producción local. Una de ellas es la falta de alternativas de transporte, siendo que la totalidad de agroproductores entrevistados carecen de un vehículo propio que les permita transportar algún tipo de producto agrícola. Aunado a ello, el estado de la infraestructura vial, la distancia geográfica tanto con el casco central de Buenos Aires, donde se identificaron dos ferias agrícolas locales, así como de la imposibilidad de acceder a mercados en el centro neurálgico del país (el Valle Central). Además, la deficiencia de las telecomunicaciones a nivel territorial (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3, Ac1).
En cuarto lugar, se encontró que el 82,6 % de los informantes reconocen que la no posesión de título de propiedad en las explotaciones agrícolas analizadas es un factor crítico que limita a los productores el acceso a crédito bancario como alternativa para invertir capital en el mejoramiento del manejo de la unidad productiva (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3).
Por último, la escasez de mano de obra familiar para el manejo de la parcela fue identificada como un factor limitante para el desarrollo de la UP de AF por parte del 52 % de los informantes, lo cual se asocia con la tendencia creciente, sobre todo entre los varones jóvenes y jefes de hogar, de emplearse como mano de obra no calificada en la agroindustria piñera, la cual ocupa cerca de 7000 puestos de trabajo en la región (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3, Ac1).
Discusión
La UP de AF indígena estudiada es muy diversificada y manifiesta el uso de técnicas de manejo de cultivos en combinación con especies forestales silvestres y domesticadas, muy relacionadas con prácticas agrícolas ancestrales de policultivo, las cuales han sido emuladas en tiempos recientes mediante los SAF22. Estos sistemas productivos permiten el abastecimiento alimenticio familiar a lo largo del tiempo y aseguran, además, el suministro de recursos del bosque que son clave para la construcción, la medicina tradicional, el forraje para los animales de granja, entre otros usos23 Adicionalmente, el manejo de la parcela, con consideración de la conservación de bosque, parece estar relacionado con la provisión de recurso hídrico para consumo humano y la disponibilidad de recursos para atender las faenas propias del manejo de la UP de AF. Por otro lado, un incentivo para promover el mantenimiento de la cobertura boscosa puede también obedecer a que los tres territorios indígenas del ámbito de estudio están bajo el sistema de incentivo forestal del Pago por Servicios Ambientales24. En el ámbito económico, si bien la comercialización es deficiente, por la poca producción de excedentes y el poco acceso a los circuitos de comercialización, la práctica del trueque y de la producción de ciertas especies animales de manera compartida entre familias, como sucede con los cerdos, favorecen un intercambio comercial rudimentario que permite mantener una dinámica económica tradicional interna entre quienes habitan estos territorios, la cual, sin embargo, es insuficiente para convertirse en un modelo que impacte de manera significativa las economías locales.
Algunos factores que afectan la sostenibilidad futura de la UP de AF indígena merecen ser analizados, iniciando con el tema de la tenencia de tierra. Este problema, según Vargas et al.25, surge a partir de la década de 1940, cuando la expansión de la colonización agrícola de Costa Rica alcanzó terrenos habitados por los indígenas, propiciando el establecimiento de colonos campesinos no indígenas en estos territorios, cuya condición es irregular una vez promulgada la Ley Indígena (N° 6172) en 1977. A partir de entonces, el reparto de las tierras en los territorios indígenas ha quedado a cargo del gobierno indígena local de cada territorio.
Sin embargo, desde entonces es poco lo que se ha podido hacer en términos de recuperación de las tierras en manos de personas no indígenas, que para finales de la década de 1980, en el caso de Ujarrás, Salitre y Cabagra, mantenían unos porcentajes de posesión no indígena altos (46 %, 46 % y 57 %, respectivamente), situación que se mantiene de manera similar hasta la fecha, lo cual evidencia las fallas existentes en el cumplimiento de las políticas estatales relacionadas con los territorios indígenas, y lo estipulado en la Ley Indígena en cuanto a la asignación de recursos para la recuperación de tierras ubicadas dentro de territorios indígenas26.
Aunado a lo anterior, la poca asistencia técnica en el manejo de la UP de AF indígena, aspecto que merece atención particularmente por el riesgo que estos modelos productivos tienen de desaparecer, ante la consolidación del modelo productivo imperante en el territorio el cual es menos diverso desde el punto de vista agroecológico y que, a pesar de la monetización de las economías locales, no propicia la seguridad alimentaria de sus habitantes27, tal como sucede con otros grupos indígenas en América Latina28.
Desde el punto de vista de desarrollo socioeconómico, resalta la imposibilidad de acceso a los circuitos de comercialización de la producción, como alternativa para generar ingresos económicos para el núcleo familiar, con serias limitaciones para el desarrollo de modelos de negocio basados en la agroproducción, debido a las deficiencias en infraestructura, tanto física para producción como de tipo vial, sin dejar de lado la falta de alternativas de transporte. Una agravante al problema es la deficiencia en las telecomunicaciones, con la casi nula disponibilidad de internet y telefonía móvil en la mayor parte de estos territorios (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3, Ac1).
Las limitaciones en el desarrollo agroproductivo asociadas con las pocas posibilidades de acceso a crédito es un problema de tipo estructural que ha sido señalado por el Banco Central de Costa Rica como relacionada, principalmente, con la no titulación de propiedades a la que está sujeta esta población29 (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3).
Finalmente, la escasez de mano de obra familiar para el manejo de la parcela está asociada a varias situaciones, se resalta una tendencia por buscar alternativas laborales que garanticen un ingreso económico fijo a las familias, lo que se potencia por las escasas oportunidades que tiene la AF indígena de generar los ingresos económicos mínimos, necesarios para hacer frente a diversas necesidades de la población, entre ellas la educación y el financiamiento para adquisición de ciertos bienes básicos (Tabla 1: Agpi, Lci1, Lci2, Lci3, Ac1).
Conclusiones
Desde el punto de vista ecológico, los sistemas de agroproductivos indígenas juegan un rol importante, gracias a la conservación de parches de bosque presentes en las UP de AF, pues constituyen enlaces para la conectividad biológica entre muchos fragmentos y contrarrestan el efecto aislante de los terrenos agrícolas intermedios, lo cual crea una matriz paisajística con sistemas productivos que facilitan los flujos ecológicos y que contribuyen a frenar el avance de la frontera agrícola hacia espacios naturales protegidos, a la vez que promueven un sustento sostenible y digno para las comunidades rurales.
Cada vez más paisajes agrícolas biodiversos, donde se intercalan campos de cultivo con bosques, pastos y humedales, están siendo reemplazados por grandes extensiones de monocultivo. Los sistemas agrícolas que cuentan con mayor biodiversidad y que son gestionados con bajos insumos, como aquellos basados en la AF, evidencian más beneficios de los procesos ecológicos asociados a la biodiversidad con que cuentan. Lo contrario ocurre con los sistemas altamente simplificados y sostenidos por mayores cantidades de insumos, como los monocultivos agroindustriales. La variación en la secuencia de cultivos, tanto espacial como temporalmente, es un factor determinante de la heterogeneidad y diversidad del paisaje agrícola. Esto resulta particularmente relevante en el caso de los paisajes agrícolas tropicales, que se configuran como un mosaico de cultivos agrícolas (con prácticas de gestión heterogéneas) intercalados con fragmentos de bosque.
Las áreas de bosque en conservación son necesarias para la restauración de tierras utilizadas para cultivo y para la conservación del recurso hídrico, configurándose en una importante mecanismo para la restauración de hábitats, lo cual podría considerarse como parte de las denominadas Soluciones Basadas en la Naturaleza, que se debaten cada vez más para guiar el diseño de paisajes resilientes, incluida la sostenibilidad, la resiliencia, los servicios ecosistémicos, con las necesidades humanas y ambientales. La adaptación basada en ecosistemas se considera necesaria para avanzar en la adaptación al cambio climático.
La biodiversidad es un elemento clave en la UP de AF indígena, tanto en función del número de especies cultivadas como de las especies silvestres manejadas a lo interno de la parcela y en el paisaje circundante, lo cual, convierte a estos territorios en espacios clave para dar funcionalidad ecológica a las áreas protegidas aledañas, tal es el caso de estos territorios respecto al PILA, parque nacional que forma parte de la zona núcleo de la RBA.
A partir de esta investigación se identifican algunas lecciones aprendidas. Por un lado, que las principales dificultades que enfrentan las comunidades indígenas del piedemonte del Pacífico de la cordillera de Talamanca en el desarrollo de sus actividades agroproductivas, están ligadas a debilidades estructurales de gestión que se hacen patentes en cuestiones como: la tenencia de tierra, la falta de acompañamiento técnico para la producción agrícola, así como a la inexistencia de circuitos de comercialización que permitan desarrollar emprendimientos productivos basados en la agricultura. Por otro lado, que la adopción de prácticas agrícolas basadas en el uso intensivo de pesticidas, el aumento de las áreas de monocultivos extensivos y la ganadería convencional, entre otros factores, generan desequilibrios en los sistemas tradicionales de agroproducción indígena. Finalmente, que las prácticas ambientalmente sostenibles utilizadas en el manejo de la UP de AF indígena, propician la conectividad biológica entre las zonas núcleo, de amortiguamiento y de transición de las reservas de biosfera, dandoles funcionalidad. Este modelo agroproductivo territorial potencia la aplicación de los principios y prácticas del desarrollo sostenible, la conservación de la biodiversidad y la consolidación de la seguridad y la soberanía alimentaria de los habitantes de la RBA.
Recomendaciones
Los sistemas indígenas tradicionales de la RBA han evidenciado una alta capacidad para conservar los recursos naturales y la biodiversidad. Sin embargo, dada su situación periférica y la falta de una política de desarrollo rural específica y de largo plazo para la región, se hace necesaria y urgente la inversión estatal dirigida hacia aspectos clave como: el aseguramiento de los circuitos de comercialización local y regional, principalmente mediante mayor inversión en acompañamiento técnico, infraestructura vial y telecomunicaciones.
Es necesaria la implementación de acciones de compensación de los efectos sociales, económicos y ambientales de la estructura económica imperante, altamente dependiente de la agroindustria transnacional, con el propósito de garantizar la práctica y la permanencia a largo plazo del modelo tradicional de agricultura familiar, que demuestra ser capaz de conservar la biodiversidad y el patrimonio natural y cultural de estos territorios periféricos, pero de alto valor, lo cual permitiría la transformación del sector agroalimentario regional hacia un modelo más sostenible30.
En un contexto en el que el modelo agroproductivo promovido en la región, basado sobre todo en los monocultivos industriales y la ganadería, ha demostrado ser incapaz de generar riqueza y calidad de vida a sus habitantes, es necesario resolver el vacío institucional y al abandono estatal al que están sometidos estos territorios y sus habitantes, los cuales evidencian poseer el capital social y el capital natural necesarios para generar, de forma efectiva, desarrollo regional basado en el uso sostenible de la biodiversidad31.
Formato de citación según APA
González-Brenes, F. y Elizondo-Sánchez, D. (2023). La unidad agroproductiva familiar indígena del piedemonte Pacífico de Talamanca: Reserva de Biosfera La Amistad. Revista Espiga, 22(46).
Formato de citación según Chicago-Deusto
González-Brenes, Frank y David Elizondo-Sánchez. «La unidad agroproductiva familiar indígena del piedemonte Pacífico de Talamanca: Reserva de Biosfera La Amistad». Revista Espiga 22, n.º 46 (julio-diciembre, 2023).