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Comunicación

On-line version ISSN 1659-3820Print version ISSN 0379-3974

Comunicación vol.33 n.1 Cartago Jan./Jun. 2024

http://dx.doi.org/10.18845/rc.v33i1.7194 

Articles

Simbología del mal en la Tierra Media de Tolkien

Joyzukey Armendáriz Hernández1 

1Universidad Autónoma de Chihuaha, México

Resumen

El presente artículo explora instancias que describen elementos de la identificación de la maldad en la Tierra Media, observados principalmente en El Señor de los Anillos, y en algunas secciones de El Silmarilion del autor británico J. R. R. Tolkien. La Tierra Media como elemento físico, es decir cartográfico, se convierte en un personaje en sí mismo que engloba ejemplificaciones de maldad especialmente a través de las Dos Torres y el Monte del Destino, que brindan profundidad al concepto que Tolkien percibe como Maldad. De forma adicional, la esencia de la maldad se distingue de mayor manera en personajes clave de estas obras, como Melkor, Saruman, los Nazgûl y Denethor al desarrollar tanto la desesperanza como la tendencia a la vacuidad, aunque también ejerce influencia en Frodo y Sam, al permitir en dos últimos, la resolución eucatastrófica y benéfica de la obra. Así, se pretende un acercamiento no exhaustivo, que propone una investigación más detallada.

Palabras-clave: Maldad; desesperanza; eucatástrofe

Abstract

This article explores examples that describe elements in the identification of evil in Middle-earth, found mainly in The Lord of the Rings as well as in some sections of The Silmarillion by the British author J. R. R. Tolkien. Middle-earth as a location, meaning as a cartographic element, becomes a character itself that comprises examples to deepen Tolkien’s conceptualization of evil, mainly in The Two Towers and Mount Doom. Additionally, the evil essence can be perceived more evidently in key characters such as Melkor, Saruman, the Nazgûl, and Denethor, as they develop both hopelessness and a tendency to emptiness, although it also influences Frodo and Sam by allowing in both the eucatastrophic and beneficent resolution of the play. Therefore, the aim is a non-exhaustive approach that proposes a more detailed investigation.

Keyword: Evil; hopelessness; eucatastrophe

Introducción

La premisa esencial para el enfoque de este artículo es que la vida en la Tierra Media se tambalea entre la dimensión real y la de la eterna oscuridad. En Mordor, el suelo hierve gases que oscurecen el entorno y nada crece. Frodo y Sam sintieron esta vegetación espinosa al tratar de esconderse en recovecos de la planicie cercana al Monte del Destino (Tolkien, 1994b, p. 896). La descripción del lugar enfatiza el entorno oscuro, sin viento, rocalloso, como si estuviera en pausa, entre la vida y la muerte, similar al estado de los Nazgûl.

Naturaleza del mal: Tierra Oscura

En El Señor de los Anillos y El Silmarilion, la presencia del mal ocupa una dimensión física y espiritual simultáneamente. Este conflicto tiene su fundamento en la ideología teológica de la iglesia primitiva. La dualidad sobre la naturaleza del mal se asocia al conflicto del Siglo III para la conformación de el origen del satán y los libros de La Biblia.

La presencia del maniqueísmo ofrece una complicación a hora de definir la naturaleza del mal. Si el mal es una entidad separada del bien, entonces el bien, Dios en su concepto global, no es omnipotente. En el caso de que el mal existiese como un adversario de igual poderío que el bien, las complicaciones teológicas sobre la naturaleza de Dios se intensifican (Fraile, 1997, p. 349).

Por otro lado, asumiendo que el mal sea una ausencia del bien, como se conjeturó en oposición al maniqueísmo, entonces a mayor ausencia del bien, mayor presencia del mal. Esta postura, sin embargo, indicaría que el individuo posee ambas naturalezas y es dominado por alguna de ellas según su estado espiritual (Beuchot, 2013, p. 14).

En El Señor de los Anillos, este problema es muy notorio, pero en lugar de neutralizar una sobre la otra, ambas posturas se representan en los objetos o personajes que interactúan con el mal. Es decir, el anillo, el objeto que mejor representa la maldad, es en ocasiones maniqueísta y, en otras, subordinado a la voluntad de Frodo o cualquiera que lo porte. Por lo tanto, en esta sección pretendemos hacer una exploración sobre las instancias que muestran esto, para establecer la preeminencia de un análisis espiritual de la obra y así tener un mejor entendimiento de la trama.

Sauron es el origen de la maldad en Mordor. Sauron, como araña, teje los velos de oscuridad a su alrededor (Tolkien, 1994b, p. 915). Esta idea especifica la naturaleza física de la maldad, es decir, la posiciona en una dimensión similar a la de la interacción humana. La maldad, en este contexto, es una materia maleable, es decir, ya existe en el entorno. La descripción de Frodo sobre la naturaleza del mal hace eco de lo mostrado en El Silmarilion con Melkor. Frodo indica que el mal no puede crear, solo puede parodiar lo creado. Únicamente distorsiona, de la misma manera que los orcos, que no fueron creados, son solo productos corruptos de los cuerpos élficos e inocentes en el inicio de los tiempos.

Cartografía

La tierra absorbe la vitalidad de lo poco que nace; un pequeño manantial, producto de alguna lluvia ligera está destinado a perecer una vez que llegue al suelo, ya que éste no produce fruto (Tolkien, 1994b, p. 899). Esta tierra, y todo lo que vive en ella, es traicionera. Incluso Sauron desconfía y moviliza sus tropas solo de noche (Tolkien, 1994b, p. 913). Le teme al viento de la madrugada que podría llevar el mensaje a los espías que merodean en sus fronteras.

En lugares cartográficamente más apartados de Mordor, la presencia de la maldad es menos obvia. Cuando Gandalf cruza las puertas de Isengard, parece como si la niebla se hiciera más espesa, por eso Gandalf la reprende, porque, aunque él puede continuar, es necesario que otros lo sigan también (Tolkien, 1994c, p. 542). Esta caracterización del entorno se puede comparar con el Canto VIII, Libro 1 de La Reina Hada (The Faerie Queene) de Edmund Spenser en la que el narrador describe el miedo a través de elementos sensoriales: “that heard that shrilling sound, But trembling feare did feele in euery vaine” (Libro 1, versos 28-9).

Luz Vs. Seguridad

El mundo se oscurece debido a un elemento místico que simplemente sustrae la luz natural. Es decir, no se observan nubes oscuras ni alguna figura que se interponga entre la luz del sol y Gondor, sin embargo, todo cambia de tono “all things about were black and grey and shadowless; there was a great stillness” (Tolkien, 1994b, p. 783). Esta descripción contrasta con la de la comarca, en donde se observa gran cantidad de luz y vida que emerge de los elementos naturales. Esta descripción positiva también ocurre en el bosque de Lothlórien. Se correlaciona, entonces, esta idea con la opinión de Shippey sobre la naturaleza del mal como un elemento filosófico o maniqueo. La energía negativa afecta incluso la percepción de la emisión y recepción del sonido, como lo explica Merry: “but their voices no longer sounded clear and brave as they had seemed to Merry the night before” (Tolkien, 1994b, p. 784). Esto también lo repite Beregond, guardia de la ciudadela, quien repite “This is some device of his malice” (Tolkien, 1994b, p. 790), con lo cual hace explícito que un ente emite la maldad a modo de herramienta para completar proyectos.

Andrea Ramos Chinchilla Nombre de la obra: Cuentos y relatos de sabiduría Técnica: Claro oscuro con graffito 

Otras referencias sobre la luz se presentan para establecer una confrontación directa con la oscuridad. La sombra que existe en la madriguera de la araña Shelob no disipa la luz, la atrapa (Tolkien, 1994c, p. 706). Esta naturaleza proviene de la misma esencia de Shelob, su madre fue Ungoliant, la araña que devoró toda la luz de los árboles en la Primera Edad. Su hambre no fue saciada, lo cual es una referencia indirecta a la naturaleza de la maldad. Ungoliant provenía del poder de Morgoth y, de la misma manera, fue consumida por su avaricia. El mal consume sin reflejar ningún ápice de luz.

Existen personajes que tienen función de símbolo y su presencia se torna metafórica en casi todos los casos. El mejor ejemplo son los Orcos. En esta sección nos acercamos al concepto de muerte que Tolkien dibuja como un elemento benéfico para ciertos grupos, pero obsceno para los enemigos. Los orcos son indignos incluso de su muerte, sus cadáveres están dispuestos a descomponerse porque no se usará leña nueva para quemarlos (Tolkien, 1994c, p. 532). Los cuerpos de los hombres de Rohan se sepultan, pero los orcos se dejan en un lugar alejado hasta que Gandalf sepa qué hacer.

Los buitres (carrion-beasts) no destrozan los cadáveres de los buenos guerreros, sino solo de los orcos, ya que esa es la naturaleza de su interacción (Tolkien, 1994c, p. 538). Esto se puede relacionar con la balada medieval The Three Ravens que termina con la frase: “God send such hounds, such hawks and such lemmen (to care for the fallen knight)” (Abrams, 1986, p. 385). El énfasis en este símbolo de Orcos es la decadencia que produce la maldad. La fortaleza física y el sometimiento de los Orcos son notorios, no obstante, la maldad siempre tiende a la corrupción y a la carencia de ayuda incondicional.

Dos Torres De Maldad

En Isengard, la forma de la torre de Orthanc, se describe a través de la selección del lenguaje. Orthanc significa en élfico Mount Fang o Montaña Colmillo. En el lenguaje de la comarca, el significado se relaciona más con la mente astuta de los ancianos (Tolkien, 1994c, p. 541). Orthanc era un lugar que de forma débil halagaba la impresionante fuerza de Sauron reflejada en la torre oscura Barad-dûr. Sin embargo, Saruman fantaseaba que toda la sabiduría necesaria para formar Orthanc había emergido desde su interior, no obstante, permanecía como una copia infantil de Sauron.

El alejamiento que Saruman busca demostrar a través de la torre de Orthanc se observa de manera negativa. Pozzi explica que, en el proceso de la búsqueda de soledad, existen dos posibilidades para el individuo: una soledad horizontal, es decir, la distancia hacia las ciudades o los grupos sociales, y una soledad vertical, o el alejamiento en forma de columna, como de suspensión a lo terrenal (Pozzi, 2019, p. 38). En el legendarium de Tolkien, el personaje de Saruman es considerado un Maia, o un siervo de los Ainur o ángeles creadores de la Tierra Media. Por lo tanto, su labor debe ser congruente con los planes de instauración de la bondad y la lucha en contra de la maldad. Sin embargo, existe una transformación negativa que se gesta desde los eventos narrados en El hobbit sobre la ambición de Saruman.

Saruman es el líder de los guías espirituales enviados a la Tierra Media, su conocimiento y poder sobrepasan a los de sus pares. Es justo esta vanagloria la que se asemeja a la sentida por el mismo Sauron para querer dominar a todos los seres creados. En la mente de Saruman, esta dominación será por supuesto benéfica, lo que enfatiza su mentalidad de opresor. De esta manera, se establece en la torre Orthanc, en el territorio de Isengard el cual colinda con los reinos de los hombres, Gondor y Rohan. Según Pozzi, esta separación del suelo puede representar un rechazo al mundo, lo cual se refleja en Saruman.

Durante los ataques de los Ents, se percibe que Orthanc posee una protección mística maligna. Orthanc está protegida por una magia antigua, así que las piedras lanzadas por los ents a la torre realmente no pueden dañarla. La torre, no obstante, sí ataca; un ataque certero en contra de los ents es el fuego (Tolkien, 1994c, p. 554).

Aunque Orthanc fue concebida desde un inicio como una ejemplificación del poder de Saruman, por lo tanto, designada desde su origen, otros lugares cayeron bajo las conquistas de los enemigos. Minas Ithil, antigua fortaleza humana, cayó en los ataques de Sauron y se transformó en Minas Morgul, la cuna de los Espectros del Anillo (Tolkien, 1994c, p. 677). Faramir indica que Minas Morgul es “a place of sleepless malice, full of lidless eyes”, para hacer explícita la constante vigilancia y posición estratégica de este punto en los designios militares de Sauron. En su origen, Minas Ithil reflejaba la torre de Minas Tirith como almenaras de paz y seguridad.

Ahora que está dominada por la maldad de Sauron, Minas Morgul se describe como un lugar del cual emana una luz pálida que falla en su intento de iluminar, esto en comparación con la antigua torre de Minas Ithil. La etimología de Minas Ithil en sindarin significa “torre de la luna”, la cual describe una luz intensa, pero subordinada a la luz brillante del sol. En cambio, la luz actual de Minas Morgul es cadavérica, “corpse-light, a light that illuminated nothing” (Tolkien, 1994c, p. 688).

Frodo es atraído por una energía indescriptible al observar la torre de Minas Morgul. Parecía haber entrado en la dimensión de la oscuridad en la que es despojado de toda voluntad. Ahí, es el anillo el que urge físicamente al hacerse más pesado en la cadena que lo lleva. Cuando Frodo logra vencer esa atracción, pierde todo sentido de ubicación, una oscuridad lo rodea (Tolkien, 1994c, p. 689).

Monte Del Destino: Esperanza

Del Fin De La Maldad

Uno de los lugares centrales en la trama es el que dio origen al Anillo Único. El Monte del Destino siente la amenaza y duerme intranquilo. Orodruin, nombre en sindarin que significa la montaña en flamas, hace erupción nuevamente. Sauron había forjado aquí el Anillo Único durante la Segunda Edad. También se le conoce como Amon Amarth, que se traduce como Monte del Destino, según el lenguaje común de Gondor (Tolkien, 1994b, p. 1012). Su personificación refiere a un odio de la misma naturaleza por su existencia: “(molten rock)...would... lay like twisted dragon-shapes vomited from the tormented earth” (Tolkien, 1994b, p. 879). Las fraguas que llevan a su centro se llaman Sammath Naur, una etimología en Quenya que hace referencia a estas cavernas dentro del volcán, o Cracks of Doom, el nombre en inglés es Mount Doom. Es en este lugar donde Sauron forjó el Anillo Único, y donde Sam y Frodo buscan destruirlo.

Según Hammond y Skull en The Lord of the rings: A reader’s companion, se indica que Cracks of Doom proviene del uso fonético de la expresión crake of doome usada en Macbeth para hacer referencia al sonido intempestivo que anuncia el fin de todas las cosas (2008, pp. 616-9; Shakespeare, 1969, p. 861).

La montaña misma se infunde de poder cuando Frodo, ante la inhabilidad de destruir el anillo, se apropia de él (Tolkien, 1994b, p. 924). En este momento, Sauron entiende el engaño al que ha sido sujeto, la distracción de Aragorn es revelada ante su avaricia y, así, se consume en ira. Aún está inhabilitado para moverse en el plano físico, su esencia está atrapada en la torre de Barad-dûr, pero su deseo se arrastra al anillo, entonces los Nazgûl redirigen su vuelo para tratar de recuperar el Anillo, que ya es visible en la dimensión de maldad debido a la falla de Frodo (Tolkien, 1994b, p. 925).

Cuando Frodo forcejea con Gollum en la boca del Monte del Destino y finalmente el anillo es destruido, Sauron es despojado de toda conexión física y espiritual con los entornos de la Tierra Media. Su esencia es inmortal y debe regresar a las cámaras de Eru Ilúvatar, para así recibir justa retribución a su desvarío.

Símbolos Como Portales Del Mal

El fundamento mitocrítico de la obra yace en la presencia de símbolos que son portales de significados. En las manifestaciones de maldad, siempre existe un símbolo que da apertura al mal. En Isengard, donde aún no se revelan las verdaderas intenciones, una enorme roca tallada con una mano blanca no puede evitar indicar cuál fue su autor: Saruman (Tolkien, 1994c, p. 540). Las rocas en el contexto anglosajón establecen sitios sagrados, fronteras y lugares de batalla a modo de memorias.

La misma naturaleza percibe la presencia de la maldad y esta percepción se vuelve tipológica para el establecimiento de las diferentes eucatástrofes de la saga. Una sombra más negra que la noche acecha a la Comunidad antes de llegar a Isengard. Es un misterio y produce temor, pero no provoca daño (Tolkien, 1994c, p. 539). Es solo un observador, lo cual indica que tiene cierta voluntad propia. Bárbol dice: “For the world is changing I feel it in the water, I feel it in the earth, and I smell it in the air” (Tolkien, 1994b, p. 659), lo que también se añade al argumento maniqueísta de la saga al hacer explícita una presencia que actúa como adversario.

Sin embargo, lo anterior es conflictivo con la opinión de Tolkien, quien expresa que en su obra no existe el mal absoluto. Tanto Melkor como Sauron fueron seres angelicales, atraídos a la lujuria de la dominación de otros (Carpenter, 2000, p. 243). Sauron deseaba ser un rey divino, por lo tanto, su deseo es subyugar a todos los seres. En el legendarium de Tolkien, el dios único, Eru Ilúvatar, tiene la adoración de los Ainür, luego los Valar, Maiar, Eldar y Edain. Ellos construyen las historias que se contarán a las generaciones por venir. Es precisamente esto lo que Sauron anhela, por lo tanto, el deseo corrompe su corazón poco a poco, hasta que no hay otro destino más que la desintegración total.

El Origen Del Mal En El Legendarium

Una cualidad que Tolkien trabaja en diferentes personajes es que sucumben a líneas de fuga de los parámetros establecidos como orden. El primero es Melkor, uno de los Ainür que compartieron eternidad con Eru Ilúvatar. Melkor no quiso participar de la melodía del conjunto de los otros Ainür y prefirió discordar cada vez con mayor volumen en abierta rebeldía. Melkor vislumbra una posibilidad de ser diferente al conglomerado, y la tomó; aunque Eru indicó que esto también era parte de su plan, era un plan velado para todos. Para Tolkien, el concepto de maldad se asocia a la naturaleza de Melkor de manera similar a la naturaleza del satán bíblico.

En El paraíso perdido, Milton (2000) hace explícito que las acciones que el satanás va a cometer son permitidas por Dios para enfatizar la gracia y la infinita bondad que provendrán de Él. Como resultado, el satanás recibirá un triple castigo de confusión: el primer momento sucede en su rebelión inicial; el segundo, en la guerra que comienza justo después de la caída y antes de su transformación en serpiente; y la tercera y final, durante la segunda venida del Hijo de Dios.

Los ángeles caídos y el satán no pueden arrepentirse porque sus intelectos han sido oscurecidos, y se encuentran en una espiral descendente o vagando por laberintos interminables donde no se obtienen conclusiones certeras, donde se adentran en una argumentación filosófica que solo encanta o excita una esperanza falsa. Sus intelectos ya no son iluminados con la revelación de Dios, esto se vuelve visible al encontrarse en un lago de fuego oscuro que ya no emite luz.

Dante (1844, p.59) rescata esta misma idea en el Canto 3 del Inferno en el que indica que estos habitantes del infierno han perdido el buen intelecto. Milton (2000) explora este entenebrecimiento de su intelecto, el cual debilita su voluntad ya que la ‘razón sugiere la decisión’ ( pp. 56-57). C.S. Lewis, en su prólogo al Paraíso perdido, explora la imposibilidad de estos seres espirituales al enfatizar que ya no tienen decisión porque han decidido no tenerla. Como también lo menciona Tomas de Aquino en la Summa Teologica (1973): el rechazo a Dios se define por la imposibilidad de someterse a sus mandamientos. Sin embargo, como lo menciona Milton, la mayoría de los ángeles caídos también son semejantes a los seres que habitan el infierno de Dante, pues realizan las mismas acciones sin fin, suben rocas y montes, o a pleno vuelo circulan como en espiral descendente, sin propósito. Sus acciones son inútiles, lo cual es una parodia de las actividades majestuosas que realizaban en el cielo (Anderson, 1993, p. 443).

La diversificación de la esencia de maldad se observa en otros personajes que poseen un eco mayor de referencias numéricas. La cifra 432 al sumar sus partes da como resultado el número nueve. Este posee un encanto místico por las diversas asociaciones y patrones que es capaz de formar. Se convierte entonces en otra señal del orden que existe en el universo, un orden secreto. Aunque esta descripción es positiva para Campbell (2017), se permite la interpretación sobre el uso del número nueve en el universo de Tolkien, las asociaciones son más negativas que positivas.

El número está representado principalmente por los nueve jinetes Nazgûl, o los hombres que recibieron un anillo por parte de Sauron, cegados por su avaricia, y los cuales fueron arrastrados a la oscuridad. El énfasis está apegado a lo oculto, a lo que no se puede percibir, a aquello que se encuentra en unión con el universo y con todas las cosas, pero no es posible observar. Este énfasis proviene de la unión que tiene Sauron con estos seres, los cuales reproducen también el deseo de poseer el anillo, y muestran una sed insaciable de poder y dominio. Así, el mito del simbolismo del número nueve se reformula dentro de un universo fantástico.

Melkor

En el legendarium de Tolkien se hace referencia a Melkor, posteriormente llamado Morgoth. En El Silmarilion, como ejemplo de su rebelión, Morgoth comparte su poder para la desviación de varias criaturas de la Tierra Media. Los dragones, balrogs, arañas y orcos son ejemplos de esto. Su poder estaba diversificado en muchas criaturas. Sauron, por el contrario, se unificó en un solo objeto, esa fue su fortaleza y, de igual manera, su perdición.

Melkor decidió bajar, junto con otros Ainür, a Aman a completar el propósito de Eru comunicado a través de la música del inicio en El Silmarilion. Estos Ainür, al bajar a Aman, se convirtieron en Valar. Los Valar reorganizaron el caos de Eä según el pensamiento de Eru. Sin embargo, Melkor en su rebeldía buscaba destruir todo lo que los Valar crearon armónicamente en la Tierra Media.

Durante la primera edad, ambos bandos se enfrentaron en una interminable batalla de creación y destrucción respectivamente. Los relatos se incluyen en El Silmarilion y describen los elementos de la naturaleza que despertaban a la vida a través del canto de Yavanna, grandes árboles y plantas hermosas. Cuando aparecían, eran destruidas por la ira de Melkor.

Lo anterior incitó las grandes batallas de los Valar de la primera edad, y debido a que toda la naturaleza provenía de la mente de Eru Ilúvatar y era formada a través de los esfuerzos de los valar, era poco probable que parte de la naturaleza atacara a quienes les habían dado vida. Entonces, Melkor decidió usar su misma esencia para la corrupción de seres como monstruos inimaginables. En esta era es que la gran araña Ungoliant aparece, y para darle cada vez más poder, Melkor debe renunciar a sí mismo y verterse en ella. El argumento indica que se posee una cantidad limitada de esencia, la cual se reduce cada vez que se da vida a algún ser obsceno.

Lo anterior también se refleja en el relato de El Señor de los Anillos en el fundamento principal de la creación del Anillo Único y la continuación de la naturaleza del mal en el personaje de Sauron. En tal objeto, Sauron deposita toda su maldad y une su esencia a él. De esta manera, el anillo ejercerá su voluntad a través de la red de los otros anillos creados y se conectará a la voluntad de su creador. Sauron es un Maia, como Gandalf y Saruman, por lo tanto, puede adoptar cualquier apariencia que desee. Cuanto mayor territorio cartográfico se recorre en la Tierra Media, más explícito es el poder que tiene el anillo, pues actúa como un personaje en sí mismo.

Nazgûl

El rango que sigue a los Orcos se establece en los Nazgûl, o los Espectros del Anillo. La transición que un ser experimenta al encuentro de un Espectro del Anillo y su Nazgûl es un momento de terror absoluto. Estos espectros del anillo deambulan entre la dimensión de los vivos y los espíritus, especialmente la dimensión eterna de Sauron. Cuando se encuentran a un ser vivo, su energía es como un agujero negro, como el hambre de las arañas Ungoliant y Shelob, succionando luz, atrapándola en un entorno gris inamovible. Lo anterior proporciona otra característica de la maldad que es el agotamiento del recurso, de cualquier origen.

El Rey Brujo, líder de los Nazgûl, articula un mensaje casi al final de la saga, lo que enfatiza su naturaleza silenciosa en todos los momentos que se presenta. Su lenguaje es arcaico, con lo que simboliza su pertenencia a una edad anterior. El uso de los pronombres thee/thou/ thy indican esta atemporalidad que existe en su oscuridad (Tolkien, 1994b, p. 823).

El momento que mejor información nos brinda sobre el Rey Brujo es la Batalla de los Campos de Pelennor. El Rey Brujo está confrontando al guerrero que se ha interpuesto entre su bestia y el Rey Théoden. Su mensaje es una amenaza por la interferencia ante tal momento y ejemplifica el estado en el que él mismo se encuentra como consecuencia del poder oscuro. El Rey Brujo indica que la bestia, identificada en ocasiones como el Nazgûl y que a la vez caracteriza a Sauron, raptará al que se interpone y lo llevará a los confines del universo, más allá de la oscuridad, más allá del vacío, donde ya no existe el cuerpo, donde tampoco hay barrera entre el “Ojo sin Párpado”, y aquel desvalido y desnudo (Tolkien, 1994b, p. 823). Con este mensaje habla de la naturaleza de estos Espectros del Anillo, como seres que existen más allá de los confines del universo, pero están asolados por el fuego que nunca cesa.

Los subordinados de Sauron parecen estar despojados de toda voluntad. Ahora que Saruman está preso en Orthanc, Gandalf lo describe como un animal salvaje, para indicar el enojo que se muestra, así como la falta de raciocinio (Tolkien, 1994c, p. 563). No obstante, esta cualidad del despojo de la razón o, mejor dicho, del engaño a la razón es más visible a través del Anillo. Este contiene todo el poder de Sauron, por lo tanto, funciona como una extensión de sus designios. En El Silmarilion se indica que Sauron vertió todo su poder en el anillo, entonces, no es que el anillo tenga identidad propia, sino que es una extensión corpórea y energética del mismo Sauron, es su intento por omnipresencia. Esta delimitación, por lo tanto, entra en conflicto con la frontera maniqueísta mayormente expresada.

Frodo En La Desesperanza: Tendencia De La Maldad

Frodo experimenta una evolución en cómo concibe el propósito que debe cumplir. En el segundo volumen de Las Dos Torres (1994c, p. 590), se incluye una perspectiva de lo anterior: “I wonder, said Frodo, it is my doom, I think, to go to that shadow”, en el cual se percibe la deducción de Frodo sobre ese propósito ineludible. Frodo comienza a reconocer que ambas fuerzas, la que lo impulsa a cumplir el viaje, determinada como benéfica o salvadora, y la que lo atrae al Señor Oscuro, establecida como maléfica o condenatoria, inciden en su comportamiento.

Reconoce también que ha postergado la decisión que rescataría a los otros del acercamiento a esta condenación, de la cual él no podrá escapar; sin embargo, no existe justificación para que los demás se agreguen como mártires en este proceso. Advierte que debió alejarse hace tiempo y que postergar este momento entrelaza aún más los destinos condenatorios de los miembros de la Comunidad del Anillo.

Frodo entonces se encuentra en una envergadura donde avanzar es lo único posible. Avanzar, incluso con la presencia de complicaciones, se constituye en un elemento místico que se traduce en la fortaleza que le anima, a pesar de las vicisitudes, de continuar a su meta. Esta fortaleza pudiese provenir del doble origen benéfico o maléfico, lo cual constituye el proceso de transformación de Frodo como héroe paradójico, por lo tanto, mitológico.

Frodo hace explícita la necesidad de completar su tarea, incluso a expensas de Faramir, ya que el resultado no solo es el oprobio, sino la destrucción de lo último que representa el liderazgo humano: Minas Tirith en Gondor. Si Frodo es irresponsable con su tarea y Faramir asume que puede blandir el poder del anillo para su beneficio, entonces Minas Morgul tendrá una hermana gemela, al mirarse fijamente en el horizonte, ambas serán devoradas por el enemigo: sin vida (Tolkien, 1994c, p. 677).

Después de que Frodo es atacado por Shelob, Sam se pone la cadena que carga el anillo y siente una fuerza que lo intenta doblegar, pero él está fortalecido por su soliloquio previo de lealtad a Frodo (Tolkien, 1994c, p. 716). También lleva el vial de Galadriel, enfatizando nuevamente la intensidad de la luz que emana al sentir la esperanza en el corazón del portador. Sin embargo, Sam ya no sentía esperanza, por eso dejó a Frodo, asumió su muerte de manera racional (Tolkien, 1994c, p. 723). Implícitamente, creía en el fondo de su corazón que no todo estaba perdido. El exterior también es oscuro, y como la descripción de la madriguera de Shelob, es un entorno que succiona luz para atraparla. Aún decidido a avanzar, Sam no sabe ni por dónde comenzar.

Sam ha entrado en la dimensión del anillo, en la que se siente desprotegido y completamente visible a Sauron. Se siente deambular no como espíritu, sino como una pesada roca que cruje al avanzar (Tolkien, 1994c, p. 717). El anillo se siente como fuego. Lo anterior es similar a las descripciones medievales del entorno infernal, especialmente las de Dante Alighieri. En Inferno, Dante explora las dificultades que las almas en pena deben soportar. En casi todos los casos, la imposibilidad de movimiento es un común denominador, desde la invisibilidad producida por la aguanieve que convierte el suelo en lodo, pasando por los aquellos llenos de orgullo sepultados cabeza abajo, y finalmente el mismo satán congelado en el centro del infierno (Anderson, 1993, p. 395). No hay fuego en estos infiernos, la carga es precisamente la imposibilidad de escape.

El anillo provoca una carga, pero entrega instantes de engaño que provocan una apertura mayor en el portador, así, mayor daño. Este último es el engaño completo, ya que el portador asume tener control, no obstante, el anillo siempre busca regresar a Sauron. Sam experimenta una transformación lingüística a partir de portar el anillo. Es capaz de entender los lenguajes de los orcos (Tolkien, 1994c, p. 717). Su análisis es que posiblemente era capaz de entender la intención y luego traducirla a su propio idioma. De nuevo, este análisis es interno, Sam está conociendo este mundo y sus implicaciones, y todo es nuevo para él.

Debido a esto, Sam está tentado a usar el anillo para escapar de los orcos. El engaño que produce el anillo refleja la ideología que Sam tiene sobre el poder. Se le presenta la imagen de Sam como líder, aquel que destruye la torre de Barad-Dûr, pero su imagen cambia rápidamente para ser aquel que puede hacer florecer el estéril valle de Gorgoroth y cubrirlo de flores y frutos (Tolkien, 1994b, p. 879).

Esto da la impresión de que el anillo ofrece la tentación de lo que el corazón desea. Después de la guerra, Sam tiene dos deseos, uno es volver a la comarca a su labor de agricultor y el otro es saber si su poni regresó a Bree después de dejarlo libre en las puertas de Moria.

Frodo retoma la participación protagónica en estos capítulos finales, ya que su destino está ligado al destino del anillo. Al recorrer la cartografía de la Tierra Media, no solo su cuerpo se ha desgastado, sino su voluntad de completar la tarea también. Esto responde al deseo del anillo de ser recuperado, por lo tanto, es el freno físico que se impone en el frágil cuerpo de Frodo. Sin embargo, es también la personalidad de engaño de Sauron, quien está ligado al anillo y susurra maleficios, aunque no pueda observar directamente a Frodo a menos que este se ponga el anillo (Tolkien, 1994b, p. 907).

Sauron es la voz del desánimo, la voz que resuena en lo que se percibe de Mordor, la inhabilidad de existir, el no movimiento. Frodo no ha podido resistir a tan continuo mensaje. Cuanto más se acerca al Orodruin, más notoria es la malicia presente, pues el velo que separa estas dimensiones es más ligero, pero cada vez más oscuro. Frodo parece haber cruzado ya ese lindero y camina confuso, ahuyentando a esas visiones fantasmales que no son percibidas por Sam. Frodo confiesa a Sam, cuando están más cerca de Orodruin (Tolkien, 1994b, p. 916), que su falta de conexión sensorial en el mundo real se debe a su cruce a la otra dimensión, al confirmar que ya no es necesario portar el anillo para ver a Sauron envuelto en una rueda de fuego (Tolkien, 1994b, pp. 914-16).

Sam, por el contrario, mantiene en su mente los verdes campos de la Comarca y las caras de aquellos que ama. Los recuerda a todos por nombre (Tolkien, 1994b, p. 913), argumento que enfatiza el rol filológico de Tolkien sobre todo lo que existe, incluso en este mundo secundario. Duda del motivo de Gandalf al enviar a Frodo a una misión que carecía de esperanza para regresar a salvo. Mantiene también cerca de su corazón las semillas que Galadriel le ha regalado, las cuales, a modo de objeto místico, le han infundido una esperanza de crecimiento que él mismo es incapaz de eliminar (Tolkien, 1994b, p. 917).

Frodo ha hecho todo lo que ha podido y no existe más fortaleza en él. En las fraguas del Orodruin, asume su voluntad: no quiere destruir el anillo (Tolkien, 1994b, p. 924). Este convencimiento es un efecto natural del poder de este objeto, el mismo que ha ejercido en todos sus portadores; la tipología del momento hace referencia a Isildur y su inhabilidad para destruir el anillo en este mismo lugar. Este evento también enfatiza la eucatástrofe mayor, el anillo siempre ejerce el mismo comportamiento, lo que le sucede a Frodo no es sorpresa.

Existen otros elementos que se han agregado a esta nueva tela que ayudarán a revelar un desenlace diferente; son Sam, Gollum e incluso Aragorn, el príncipe Imladris, Éomer y Gandalf peleando en la Puerta Negra. Todos ejercen sus voluntades como parte de una luz fragmentada que se percibe en múltiples colores, pero provenientes de un solo haz. Incluso Frodo es parte de este colorido despliegue y es necesario que su comportamiento sea de esta manera para que el resto de los eventos tomen el lugar asignado. Nadie es capaz de destruir el anillo, ni siquiera Gollum, quien prueba que es necesario un accidente de aquel que ya ha sido despojado de toda voluntad para que el anillo caiga al fuego del Orodruin. Frodo no siente esperanza, solo desesperación (Tolkien, 1994b, p. 929). Sam lo rescata y le obliga a seguir caminando hasta que ambos pierden la consciencia y son rescatados por las águilas.

Así se revela el componente más importante de la maldad: la desesperanza. Para ejemplificarlo, veamos la expresión que Denethor usa para interactuar con Faramir y culparlo por la muerte de Boromir, la cual resuena como una frase de Shakespeare: “Stir not the bitterness in the cup that I mixed for myself… have I not tasted it now many nights upon my tongue, foreboding that worse yet lay in the dregs?” (Tolkien, 1994b, p. 795). Denethor está consciente de sus decisiones y teme más al resultado que aún está por llegar.

Denethor muestra la voluntad de permanecer en el dolor aun cuando el final se percibe mucho más terrible, porque ha interactuado con Sauron a través de la palantir. De esta manera, Sauron lo engaña para que percibiera el fin de todas las cosas y le muestra una visión mucho más pesimista que la realidad; Sauron ha instalado una desesperanza y Denethor no busca luchar, sino morir en su posición. Esto niega su lealtad a los reyes de antaño, por lo tanto, al Retorno del Rey, lo cual muestra una inhabilidad para la lealtad, faceta que también Saruman mostró.

Denethor sube a la torre y tiene una interacción secreta con alguna entidad desconocida. Una cierta luz pálida se percibe desde las ventanas, lo que también contrasta el espectro completo de un haz de luz benéfico (Tolkien, 1994b, p. 803). Esto se revela cuando Faramir está a punto de ser quemado vivo y Gandalf intenta impedirlo (Tolkien, 1994b, p. 835).

Inicialmente, Denethor no usaba la palantir al reconocer la dificultad de enfrentar a Sauron, pero poco a poco fue cayendo en confusión, hasta ser completamente engañado. Gandalf confirma esto cuando revela que Sauron es siempre quien controla la imagen que las mentes débiles perciben a través de la palantir (Tolkien,1994b, p. 860). Denethor poco a poco pierde el espíritu de valentía que se necesita para enfrentarse al Señor Oscuro.

Gandalf explora la naturaleza de la maldad en la caracterización de Denethor. El mal es un fuego que consume, una oscuridad que se extiende, hasta que finalmente sofoca todo alrededor (Tolkien, 1994b, p. 796). Tolkien trabajaba esta personificación en El Silmarilion con la araña Ungoliant y su deseo de consumir todas las cosas buenas. Después de su gula, solo permanecía la oscuridad, pero el deseo de la araña no podía ser saciado.

Conclusión

El mal tiende a la corrupción de todas las cosas, entendida esta como destrucción. La eucatástrofe final es que incluso si Sauron fuese victorioso, en el final de los tiempos, su misma maldad lo destruiría. El mal es permanente y provoca sufrimiento. La maldad no tiene dirección en sí misma, es una entidad que se desparrama sin control. No obstante, así como fue explicado en el Ainulindalë (la música de los Ainür) la maldad sirve a un propósito benéfico mayor que se develará en el proceso de los tiempos. Un ejemplo se observa en la manera que los Rohirrim, guiados por los Woses, tratan de pasar desapercibidos y la oscuridad del terreno les ayuda como una capa de invisibilidad (Tolkien, 1994b, p. 816). Incluso Gandalf percibe que Gollum, aún en su maldad, tiene un rol que debe cumplir para que la tarea de Frodo sea exitosa (Tolkien, 1994b, p. 797). Con todo en contra, Sauron, eucatástroficamente, es derrotado el 25 de marzo de la Tercera Edad (Tolkien, 1994b, p. 931).

Incluso después de la victoria, Tolkien expresa a través de Frodo que el mal es ineludible y cumple un propósito mayor. Frodo no puede recuperarse de su misión. Como aniversario de la derrota de Sauron en cada marzo 25 o recordatorio de su herida en la Cima de los Vientos en octubre 6, Frodo experimenta el dolor y la confusión de nuevo, como si no le hubiera sido posible escapar (Tolkien, 1994b, p. 1001). Esto enfatiza aún más la tipología presente en el legendarium sobre el rol del mito en el entendimiento de eventos pasados, presentes y futuros

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Notas

1 Joyzukey Armendáriz Hernández es Profesora Tiempo Completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, México para materias de Literatura Inglesa Romántica, Medieval e Isabelina. Miembro del Cuerpo Académico Literatura y Cultura del Norte de México de la Universidad Autónoma de Chihuahua clave UACH-CA-146. Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha publicado diversos artículos de difusión e investigación en revistas locales, nacionales e internacionales. Es también miembro del Smial de Aglarond a través de la Sociedad Tolkiendili de México. Contacto:joy_armendariz@yahoo.com

Recibido: 15 de Diciembre de 2023; Aprobado: 29 de Abril de 2024

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