Introducción
El acoso escolar o también llamado bullying (terminología en inglés) es un fenómeno que se entiende como un comportamiento agresivo que busca hacer daño entre sus pares (Olweus, 2013; Wanceulen, 2016). Recientemente, otros autores han considerado que esta conducta posee ciertas características especiales para poder catalogarla como acoso escolar (Del Barrio, 2007; Benítez-Sillero et al., 2020). Por ejemplo, en primer lugar, la relación de poder asimétrica entre el agresor y la víctima; un segundo elemento, es una situación repetitiva en el tiempo y, el tercer componente, la intencionalidad de quien lo ejerce.
Por otro lado, los avances en tecnología han permitido otra forma de materializar el AE; la telefonía, computadoras, tabletas, redes sociales, entre otros generan espacios para conductas agresivas (conocidas como ciberacoso) entre los escolares (Méndez et al., 2019; Smith, 2016).
En el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2019) se constata que al menos uno de cada tres estudiantes reportó haber sido acosados por sus pares en sus establecimientos educacionales. Además, en dicho documento se evidencia que el tipo de victimización tiene relación con el ámbito físico y el sexual y, en caso de las mujeres, el maltrato psicológico resulto ser uno de los más recurrentes.
La fundación Gay, Lesbian & Straight Education Network en el 2019, elaboró un informe llamado: “Una crisis global en el clima escolar, perspectivas sobre estudiantes lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer en América Latina” en el que se da a conocer el efecto negativo del AE en los estudiantes LGBTIQ+ en relación con la victimización, baja autoestima y depresión (Kosciw & Zongrone, 2019).
Respecto de las causas del AE, se indica que “la conducta agresiva de los adolescentes está condicionada por la estructura escolar y sus métodos pedagógicos, así como por todo un conjunto de elementos sociales, económicos y políticos” Morales & Pindo (2014, pp. 22-23). En ese sentido, un entorno familiar con ausencia parental, padres agresivos, mala organización familiar o tensiones permanentes en los adultos responsables de la familia; ausencia de valores o reglas de convivencia pueden contribuir a adoptar conductas agresivas durante la niñez.
En la literatura, varios son los términos que se suelen utilizar para el AE, por ejemplo, violencia escolar, agresividad, persecución, intimidación, ciberacoso, bullying, entre otros (Arufe-Giráldez et al., 2019; Chung et al., 2018; Hormazabal-Aguayo et al., 2019 y Lee et al., 2017).
Desde esa perspectiva, estudiar el AE dentro del contexto de la actividad y la educación física escolar es sumamente relevante, dado que la conducta de intimidación es un problema grave en la niñez y la adolescencia (Comité sobre los Efectos Biológicos y Psicosociales de la Victimización por Compañeros, (CBPEPV), 2016) por lo que las consecuencias del acoso presentan diferentes impactos, ya sea en el ámbito de la vida escolar, afectiva y personal, infelicidad, inseguridad y, en oportunidades, pasan de ser víctimas a provocador. Por el contrario, los agresores fortalecen su postura, se relacionan con pares que estén en la misma situación y, en ocasiones, llegan al consumo de sustancias ilícitas (García et al., 2010).
De acuerdo con el marco de referencia, el presente estudio de revisión sistemática pretende reconocer si el AE está presente en contextos de Educación y Actividad Física (AF) en población infantil y juvenil, como así también, otorgar algunas directrices para enfrentar el problema.
Metodología
Tipo de estudio
Se efectuó un estudio de revisión sistemática sobre el acoso escolar en el contexto de la actividad y educación física. Para el proceso de búsqueda de información se utilizó cuatro bases de datos: PubMed de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, Web of Science (WOS), Scientific Electronic Library Online (SCIELO) y ELSEIVER.
La organización y sistematización de la documentación se efectuó de acuerdo con la declaración elementos de información preferidos para las revisiones sistemáticas denominada PRISMA (Liberati et al., 2009). Esta metodología se define como un conjunto de elementos asociados de forma estructura, que facilitan la presentación de revisiones sistemáticas y de metaanálisis (Urrutia & Bonfill, 2010).
Criterios de elegibilidad
Los criterios de elegibilidad fueron: tema de estudio, año de publicación, rango etario considerado en las investigaciones y tipo de estudio. Se consideraron investigaciones trasversales en idioma inglés y español entre los años 2015 al 2020, en población infantil y juvenil. Los textos excluidos fueron cartas al editor, revisiones sistemáticas y estudios experimentales.
Estrategía de Investigación
Se efectuó la búsqueda de información en tres bases de datos. Los términos usados fueron: Physical education and bullying; physical activity or, exercise and bullying; physical education and bullying.
Procedimiento de selección del estudio
El proceso de selección de los distintos trabajos se desarrolló en base a la metodología PRISMA (Liberati et al., 2009) cuya representación se observa en la figura 1. En virtud de ello, el primer momento de elección se vaso publicaciones con título, resumen o cuerpo del texto con AE (53 documentos). Seguidamente se revisaron los títulos y resúmenes de 34 investigaciones. En una tercera etapa se da lectura del total de los trabajos excluyendo 13 artículos, para finalmente incluir 18 textos. De ellos se obtuvo la siguiente información: autor(res), país, año de publicación, muestra, y temáticas abordadas con el AE.
Este procedimiento inicialmente estuvo a cargo por dos autores del artículo, y luego fue corroborado por un tercer observador. Dicha acción permitió verificar la concordancia entre los investigadores

Nota. Sacado de Liberati et al. (2009)
Figura 1 Diagrama de flujo PRISMA con las cuatro fases de la sistematización del estudio en AE
Resultados
Los indicadores que caracterizan los estudios se observan en la tabla 1. De las 18 investigaciones, destacamos que España fue el país que más publicó sobre el AE (cinco documentos), seguido de Brasil (cuatro trabajos), Colombia (dos artículos) y los demás países con una investigación.
Se observa que la mayoría de las investigaciones han sido realizados en adolescentes, excepto dos que han puesto su acento en niños. El tamaño de la muestra fue muy variado, oscilando desde 49 hasta 51.198 sujetos. Todos los estudios han considerado ambos sexos.
Tabla 1 Características de los indicadores sistematizados sobre el AE
N° | Referencia | Año | Pais | Total | Varones | Mujeres | Rango-edad |
---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | Arufe-Giraldez et al. | 2019 | España | 2388 | 1036 | 1352 | 11-17 años |
2 | Chung et al. | 2018 | República de Corea | 1909 | NE | NE | 12 años |
3 | Crochík | 2018 | Brasil | 274 | 152 | 122 | 14 años |
4 | García et al. | 2019 | Brasil | 51,98 | 26,313 | 24,885 | 13-15 años |
5 | García-Hermoso et al. | 2019 | Colombia | 7,714 | 3,379 | 4,335 | 9-17 años |
6 | Hormazabal-Aguayo et al. | 2019 | Chile | 170 | 170 | NE | 8-10 años |
7 | Kirklewski et al. | 2020 | USA | 1,239 | 2,664 | 7,246 | 13-17 años |
8 | Lee et al. | 2017 | Reino Unido | 767 | 361 | 406 | 11-16 años |
9 | Maïano et al. | 2018 | Canadá | 144 | 75 | 69 | 14-19 años |
10 | Martínez et al. | 2017 | España | 203 | 116 | 87 | 13-17 años |
11 | Medina y Reverte | 2019 | España | 113 | 74 | 36 | 10-13 años |
12 | Mendez et al. | 2019 | España | 1,248 | 614 | 634 | 11-18 años |
13 | Montero-Carretero y | 2019 | España | 537 | 261 | 276 | 11-15 años |
Cervello | |||||||
14 | Montero-Carretero et al. | 2019 | España | 608 | 300 | 308 | 11-15 años |
15 | Rodríguez et al. | 2016 | Colombia | 679 | 372 | 307 | 10-14 años |
16 | Russo, L. X. | 2020 | Brasil | 11,825 | 5,847 | 5,978 | 11-15 años |
17 | Ubago-Jiménez et al. | 2018 | España | 240 | 119 | 121 | 8-13 años |
18 | Vianna et al. | 2015 | Brasil | 49 | 26 | 23 | 17-19 años |
Nota. NE: No específica.
En la tabla 2, representa las nueve temáticas consideradas dentro del AE. De ellas 13 estudios abordan el bullying; cinco trabajos representan la victimización; cuatro in vestigaciones exponen la violencia escolar; la autoestima se ve representada en dos textos y el resto de las materias en un solo artículo.
Tabla 2 Términos utilizados para el AE en estudios originales trasversales en los cinco últimos años.
Temáticas | ||||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
N.° | Referencia | Año | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | Total |
1 | Arufe-Giraldez et al. | 2019 | x | x | 2 | |||||||
2 | Chung et al. | 2018 | x | x | x | 3 | ||||||
3 | Crochík | 2018 | x | x | 2 | |||||||
4 | García et al. | 2019 | x | 1 | ||||||||
5 | García-Hermoso et al. | 2019 | x | x | 2 | |||||||
6 | Hormazabal-Aguayo et al. | 2019 | x | 1 | ||||||||
7 | Kirklewski et al. | 2020 | x | x | 2 | |||||||
8 | Lee et al. | 2017 | x | x | 2 | |||||||
9 | Maïano et al. | 2018 | x | 1 | ||||||||
10 | Martínez et al. | 2017 | x | x | 2 | |||||||
11 | Medina y Reverte | 2019 | x | x | x | 3 | ||||||
12 | Mendez et al. | 2019 | x | 1 | ||||||||
13 | Montero-Carretero y Cervello | 2019 | x | x | 1 | |||||||
14 | Montero-Carretero et al. | 2019 | x | 2 | ||||||||
15 | Rodríguez et al. | 2016 | x | 1 | ||||||||
16 | Russo, L. X. | 2020 | x | 1 | ||||||||
17 | Ubago-Jiménez et al. | 2018 | x | 1 | ||||||||
18 | Vianna et al. | 2015 | x | x | 2 | |||||||
Total | 1 | 5 | 2 | 13 | 4 | 1 | 1 | 1 | 2 | 30 |
Nota. NE: No específica; 1: Empatía; 2: Victimización; 3: Ciberacoso; 4: Bullying; 5: Violencia escolar; 6: Agresividad; 7: Resiliencia, 8: Aceptación social; 9: Autoestima
Discusión
El objetivo de la presente investigación fue identificar los términos más usados para analizar el AE en el ámbito de la educación y la actividad física. Los resultados han demostrado que se han encontrado 18 publicaciones que investigaron el AE. Estos proceden de diversos países, principalmente, Colombia, Chile, República de Corea, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y, en mayor número, España y Brasil.
En general, los términos identificados en los estudios fueron nueve: bullying; victimización, violencia escolar, ciberacoso, autoestima, empatía, agresividad, resiliencia, aceptación social. Los tres primeros, han sido los más utilizados para analizar el AE en la población escolar. Ahora bien, independientemente del concepto utilizado, lo cierto es que las víctimas experimentan una variedad de trastornos somáticos, así como consecuencias para la salud física y emocional (Kowalski & Limber, 2013; Kross et al., 2011; y Lim et al., 2015).
El término bullying, como una expresión de conductas intencionadas, repetitivas y que ocurren sin una motivación clara, son realizadas por uno o más estudiantes en contra de otros en forma de agresiones verbales y que pueden llegar a agresiones físicas (Chung et al., 2018); así también, dichas agresivas causan daño emocional hacia las víctimas (García et al., 2019), generan dolor, angustia, estado de depresión, ansiedad, baja autoestima, inhiben la posibilidad de socializar con las demás persona y, por tanto, causan consecuencias negativas a su bienestar psicológico (García-Hermosos et al., 2020).
La victimización, en población infantil o juvenil, alude a la probabilidad de ser víctima de bullying dada la condición de salud, por ejemplo, el sobrepeso u obesidad obstaculiza el interés en actividades físicas y deportivas, y genera una mayor conducta sedentaria en dichos individuos (Pulido et al., 2019).
Así también, el concepto de victimización es homólogo al de bullying, ya que hace referencia a cuando un individuo es expuesto repetidamente en el tiempo a acciones intensionales dañinas o negativas por sus pares (García-Hermoso et al., 2020) y son causantes de daño físico, verbal y relacional entre las víctimas (Arufe-Giráldez et al., 2019).
El caso de la violencia escolar ha sido definido como un comportamiento antisocial que causa daño físico o psicológico a un individuo o propiedad. Dicha conducta puede considerarse reactiva, es decir, impulsos que rompen el control de un individuo; o proactiva, vale decir, el uso racional de la dominación de uno sobre los demás (Crochík, 2016). Por su parte el ciberacoso, se entiende como el valerse de los medios de la Tecnología de la Información y Comunicación (TIC), llámese telefonía móvil, tabletas, computadores y redes sociales que existen en la Internet, lo cual, al traspasar las barreras de las salas de clases, permiten continuar con agresiones hacia las víctimas de acoso escolar (Medina & Reverte, 2019).
La resiliencia puede ser definida como la capacidad de sobreponer y mantener una conducta adaptativa tras una incapacidad inicial de un evento estresante o negativo. En ese sentido, implicaría el proteger la propia integridad y forjar un sentido positivo de la vida a pesar de las circunstancias iniciales difíciles. Dicha capacidad puede verse reforzada o debilitada por factores ambientales (Montero-Carretero & Cervello, 2019).
Por otro lado, la empatía, entendida como la capacidad de colocarse en la situación de los demás, resulta ser un factor protector frente a las víctimas de bullying. En ese sentido, quienes posee altos niveles de dicha competencia serían menos tolerantes a comportamientos violentos; conductas que se ve reflejados en individuos sedentarios respecto de aquellos con mayores niveles de actividad física (Arufe-Giráldez et al., 2019).
En el caso particular de la agresividad o conducta violenta ha sido definida por Martínez et al. (2017), como aquel acto de enfrentamiento directo entre el agresor y su víctima, el cual puede llegar a una interacción física que, en ocasiones, es difícil de detectar. Dicha agresión que puede ser por placer o diversión, también pueden desencadenar en las víctimas aislamiento social, conductas sumisas, desafiantes o agresoras.
El concepto de aceptación social, como parte de un indicador de la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS), presenta valores más bajos para aquellos adolescentes en condiciones de sobrepeso u obesidad, afectando la posibilidad de realizar la misma actividad física que sus pares, por ser objeto de burla, aislamiento e intimidación (Rodríguez et al., 2016).
Si bien es cierto que en los estudios los conceptos menos utilizados en el ámbito de la educación y actividad física fueron el ciberacoso, agresividad, resiliencia, y aceptación social, deja abierto el espacio para su análisis y reflexión para los profesionales que laboran en el área y puedan ayudar a construir nuevas líneas de investigación con base en estudios con programas de intervención para subsanar estos comportamientos entre los adolescentes.
La necesidad de comprender los conceptos y conductas que impulsan el acoso escolar, por parte de interventores en EF y AF en general, permite el reconocer el impacto en salud de la población, principalmente adolescente; como así también, establecer la necesidad de ofrecer espacios seguros, colaborativos y de aprendizaje motriz basados en el juego, deporte y actividad física en general.
Junto a ello, Olweus (2013), expresa que futuros estudios de carácter longitudinal y experimentales permitirían conocer las mejores estrategias de aprendizaje en el contexto de la EF y AF y otorgar mejores herramientas para combatir este problema en la población joven.