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La pandemia provocada por el COVID-19 a nivel mundial ha resultado trascendental en todos los ámbitos y las decisiones para preservar la vida sobre cualquier otro derecho han marcado el destino de los países, en mayor o menor medida entre unos y otros, puesto que se ha tenido que recurrir a diversas alternativas para paliar una nueva realidad. Sin embargo, a nivel educativo las consecuencias no se harían esperar tanto en lo público como en lo privado, pues a raíz de la pandemia se evidenciaron fortalezas, debilidades y nuevos retos a partir de las diferentes condiciones en que viven y aprenden las niñas y los niños de distinta condición social.
No obstante, lo desalentador que pareciera este panorama, cabría también interpretarlo como una extraordinaria provocación y a la vez, oportunidad para innovar a nivel educativo. En este sentido, valdría la pena preguntarnos qué aprendimos de esta pandemia y cuál ha sido su impacto. Quizá, la respuesta no esté tan lejos, puesto que han aflorado, entre otros aspectos, las debilidades de los sistemas educativos y su vulnerabilidad ante factores y circunstancias impensables e impactantes que nos tomaron por sorpresa y desprovistos de una serie de herramientas, en su mayoría, propias de los tiempos modernos como la tecnología, pero que, en el confort de la vida sin pandemia no habían cobrado su especial relevancia. Sin embargo, si hay algo que se deba destacar, debemos reconocer, por ejemplo, los esfuerzos por parte de los gobiernos y las personas involucradas en el ámbito educativo, ya que han sido arduos y exhaustivos para garantizar el derecho a la educación de los niños, las niñas y los jóvenes estudiantes de este país.
La pandemia obligó a repensar la educación y a realizar ingentes cambios, especialmente en evaluación. Esto, porque se hacía necesario conocer el logro en términos de aprendizaje de los estudiantes, lo cual demostró La desigualdad estructural donde estos se desempeñan. Cabe señalar que ya se tenía idea de las diferencias que enfrentaba el estudiantado debido a su condición y región educativa, pero con la puesta en marcha de la virtualidad como modalidad única, el panorama quedó más claro que nunca y la escuela como marco de seguridad y protección para niñas, niños y adolescentes provenientes de algunos hogares con vulnerabilidad social, se desvirtuó por completo.
Por esta razón, dentro de los principales cambios que se realizaron está el relacionado con los contenidos que integran el currículo, pues de acuerdo con diferentes debates, las conclusiones apuntaron a realizar ajustes como: agruparlos, priorizarlos o eliminarlos para dar por aprobado el año escolar y no provocar un rezago más grande en la población estudiantil. Todo ello demostró, además, la urgencia de discutir a fondo y establecer un currículo nacional que apostara por la transformación curricular donde la persona realmente sea el centro del proceso educativo y generar, necesariamente, nuevas políticas educativas.
Otro de los cambios que nos ha traído la pandemia desde el punto de vista positivo y que a todas luces representó una oportunidad, es el marcado potencial de creatividad, innovación y profesionalismo que han demostrado la mayoría de las y los docentes. Existe evidencia de buenas prácticas educativas y estrategias didácticas que han impactado la vida de la población escolar y sus familias, así como esfuerzos significativos para asegurar la continuidad del servicio educativo. Desde esta perspectiva, convendría valorarlas para definir, ¿cuáles llegaron para quedarse de acuerdo con el beneficio que conllevan? El desafío es grande, pero debe ir de la mano con el propósito de redefinir, además, la estructura universitaria que forma a las y los profesionales de la educación, su infraestructura, planes de estudio y las competencias que requieren los nuevos profesionales.
Es decir, la pandemia nos ha planteado el reto de repensar la vida, el conocimiento, la economía a partir de la vida humana, la colectividad que somos todos y la academia, para ello también es fundamental empezar a vernos como un todo lo público y lo privado. A la humanidad hay que humanizarla.
Finalmente, es importante aclarar que el número que se presenta a continuación muestra una serie de artículos científicos, ensayos y experiencias sistematizadas que afirman innovaciones y experiencias pedagógicas en diferentes niveles del sistema educativo en tiempos de Pandemia. Reflexiones que ponen en contexto la realidad social mediante procesos de investigación que ofrecen nuevos conocimientos para la comunidad científica, donde se recupera y destaca la mediación docente como aspecto fundamental en el aprendizaje escolar a pesar de los cambios y nuevos retos del presente.