Introducción
La hipertensión arterial (HTA), está siendo considerada uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial, ya que representa un factor de riesgo para padecer enfermedad cardiovascular, enfermedad cerebrovascular y enfermedad renal (1, 2, 3). Es, además, una patología que aumenta tanto en la población de países desarrollados como en países subdesarrollados (4, 5), e incluso, se ha estimado que, si no se toman medidas preventivas, un tercio de la población mundial para el año 2025, padecerá esta enfermedad (6).
Un ejemplo del aumento de personas con HTA lo constituye Costa Rica, país en el que se había indicado en el año 2004, una prevalencia de hipertensión de 25.2%, cifra que había aumentado respecto al año 2000 (7). Esta cifra sigue aumentando ya que según algunos autores (8), en Costa Rica, existe una prevalencia de 31.5% de personas diagnosticadas con hipertensión y un 6.3% de personas que siendo hipertensas no habían sido diagnosticadas, resultando en una prevalencia total de 37.8% de costarricenses hipertensos de 20 años o más (8).
Esta situación ha alarmado a los profesionales en salud, tanto de Cota Rica como a nivel mundial, ya que como lo destacan algunos autores (9) en el periódico La Nación (para el caso concreto de Costa Rica) y otros autores (4, 5) en el caso de la población a nivel mundial, la hipertensión, además de ir en aumento, se presenta en edades cada vez más tempranas.
Al respecto, Abraham et al (2013), realizan un estudio con el objetivo de determinar la prevalencia de hipertensión y otros factores de riesgo asociados, en una población de 1056 sujetos de Argentina, con edades entre los 10 y 17 años, encontrando que el 14.9% de los individuos incluidos en la muestra son hipertensos o pre-hipertensos. Detectan, además, que la tercera parte de los adolescentes controlados presentan obesidad o sobrepeso (10). Estos autores concluyen que la prevalencia de hipertensión detectada en su estudio, es mayor que la anteriormente revelada para países desarrollados, donde se habían reportado datos que oscilaban entre 4.7% y 13% de personas entre 10 y 17 años con hipertensión. Abraham et al (2013), concluyen, además, que considerar la hipertensión como un problema que se da únicamente en la edad adulta es un error que impide la intervención temprana, reduciendo la probabilidad de amortiguar o disminuir los efectos de esta enfermedad.
Es así, como se están realizando esfuerzos por identificar factores de riesgo, es decir, toda variable de origen biológico, físico, químico, psicológico, social, cultural, entre otras, que influyen en una persona para que modifique su estado de presión arterial normal por una condición de HTA (11, 12), ya que, al conocer estos factores, se permite el tratamiento de los mismos y por tanto el control de la aparición de la patología (11,12).
Estos factores de riesgo pueden clasificarse en: 1). No modificables, dentro de los que se pueden citar la historia de familiares con hipertensión, la edad, el sexo y la etnia; y 2). Factores Modificables, es decir los que se relacionan con conductas y estilo de vida de las personas, algunos de ellos el sedentarismo, el consumo de alcohol, el consumo de tabaco, malos hábitos alimenticios, consumo excesivo de sal y poco consumo de potasio en la dieta (12).
Respecto a los factores modificables, algunos autores (10,13), afirman que las principales modificaciones en el estilo de vida de las personas para disminuir la presión arterial son: la reducción de peso en personas que tienen sobrepeso u obesidad, la adopción de buenos hábitos alimenticios, aumentar el consumo de alimentos ricos en potasio y calcio, disminuir el consumo de sodio, realizar actividad física cotidianamente y disminuir el consumo de alcohol. Abraham et al (2013) y Chobanian et al (2003) indican que al adquirir estos hábitos la presión arterial (PA) disminuye y se evita o pospone el riesgo de un sujeto de convertirse en hipertenso.
Algunos autores exponen, además, que si se logran identificar los factores de riesgo asociados al desarrollo de hipertensión en la niñez, la adolescencia y la juventud (cuando estos grupos etarios aún mantienen presión arterial normal), se pueden aplicar estrategias que prevengan o retrasen el mayor tiempo posible, la aparición de esta enfermedad (10,14).
Sin embargo, es poca la información generada en esta población, lo que limita establecer estrategias preventivas, que permitan la modificación de hábitos para tener estilos de vida más saludables y así prevenir o retrasar la aparición de enfermedades crónicas en la edad adulta (15, 1, 16, 12). Por tanto y en base a lo anteriormente expuesto el objetivo del presente estudio fue, conocer la asociación entre algunos factores de riesgo cardiovascular y la presión arterial en reposo de estudiantes universitarios, contribuyendo de esta manera en el análisis de factores de riesgo que se relacionan con la presión sanguínea en personas jóvenes.
Metodología
Participantes: en total 269 estudiantes universitarios (138 varones y 131 mujeres) con edad promedio de 19,04 ± 2,81 años, decidieron participar de forma voluntaria en el estudio. Las características generales de los sujetos se muestran en la Tabla 1 del apartado de resultados.
Criterios de inclusión: 1). Estar cursando la actividad deportiva en el II semestre lectivo del año 2013 (semestre en el cual se realizó la recolección de datos); 2). Aceptar de forma voluntaria participar en el estudio; 3). Firmar el Formulario de Consentimiento Informado.
Criterios de Exclusión: 1). Estar ingiriendo medicamentos antihipertensivos en el momento del estudio (para evitar la influencia de los mismos en los datos obtenidos); 2). En el caso de las mujeres, estar embarazada (por la posible irradiación que podría darse con la aplicación de la medición realizada con DEXA).
Instrumentos de medición: se utilizó un medidor automático marca Omron para medir la presión arterial en reposo; un tallímetro para medir la estatura; una báscula marca Tanita modelo BF 682W para obtener el peso corporal; una cinta métrica marca MABIS con una longitud de 150cm y de fibra de vidrio para medir la circunferencia de la cintura y de la cadera; un densitómetro óseo (DEXA) marca General Electric para obtener el porcentaje de grasa; prueba la milla que consiste en correr 1609m para medir el VO2max de forma indirecta; medidores de frecuencia cardiaca marca Polar para obtener la frecuencia cardiaca al finalizar la prueba de la milla; cronómetro marca Casio para obtener el tiempo total en que el sujeto completó la milla; cuestionario de Datos Personales del que se obtuvo la información respecto a género, consumo de alcohol y fumado; cuestionario Estado de Salud General e Historial Médico Familiar del que se extrajo la información sobre antecedentes familiares de HTA; Cuestionario PAQ del que se obtuvo la información para calcular la cantidad de METs de actividad física realizada durante la semana (entiéndase MET como un equivalente metabólico, que sirve para describir la intensidad a la que se realiza la actividad física, 1 MET= 3.5ml.kg-1min-1 (17). Concretamente actividades livianas son aquellas en las que se consumen menos de 3 METs, actividades moderadas en las que se consumen de 3 a menos de 6 METs y actividades vigorosas en las que se consumen 6 o más METs (17)); cuestionario de salud SF-12 versión reducida del cuestionario SF-36 del que se obtuvo la percepción del sujeto sobre su estado de salud general.
Procedimientos: el estudio se desarrolló del 5 de agosto del 2013 al 22 de noviembre del 2013. Para ello, en una primera sesión, se expuso a los participantes el objetivo y descripción detallada de la investigación y se les invitó a participar voluntariamente en la misma. Una vez que los sujetos indicaron su aprobación para ser parte del estudio, se les invitó a firmar el formulario de consentimiento informado. Posteriormente se le entregó a cada participante los 4 cuestionarios descritos previamente, y con la guía de los investigadores e investigadoras se procedió a llenarlos. En una segunda sesión, se aplicó la prueba de la milla, utilizando para ello, la pista de atletismo ubicada en el Estadio Ecológico de la Universidad de Costa Rica. Para obtener la frecuencia cardiaca al finalizar la milla, y como se detalló anteriormente, se le colocó a cada sujeto un medidor de frecuencia cardiaca marca Polar, además se tomó el tiempo que cada sujeto requirió para culminar la prueba utilizando un cronómetro. Una vez obtenidos los datos se aplicó la siguiente fórmula para obtener, de forma indirecta, VO2max (18):
En la tercera sesión, se le midió a cada sujeto: el peso (kg), la talla (cm), el IMC, la circunferencia de la cintura (cm) y de la cadera (cm), siguiendo el protocolo descrito por Norton, Olds, Mazza, Cuesta & Palma (2000) (19) y se calculó la índice cintura/cadera (ICC). En la misma sesión se les midió el porcentaje de grasa (utilizando el DEXA), para lo cual se le solicitaba al individuo que se recostara sobre la camilla del densitómetro óseo en posición supina, con los brazos al lado del cuerpo y sin moverse hasta que culminara la medición. Para evitar que los sujetos se movieran se procedió a sujetar las rodillas y los tobillos de los individuos.
Una vez finalizada la medición del DEXA, se le pedía a la persona que se sentara durante cinco minutos, tiempo después del cual, se midió la PA siguiendo el protocolo descrito por Aragón & Fernández (1995) (20). Se realizaron dos mediciones de PA la primera en el brazo derecho y la segunda en el brazo izquierdo. Cuando existió una diferencia mayor a 10mmHg entre la primera y la segunda medición, se procedió a tomar una tercera medida en el brazo que arrojó el dato mayor, para corroborar los valores obtenidos. El dato que se utilizó para los análisis, fue el promedio entre las mediciones realizadas.
Análisis Estadístico: Se obtuvo como estadística descriptiva promedios y desviaciones estándar y como estadística inferencial Regresión Lineal Múltiple, específicamente la Regresión Modelos Lineales Generales, con la que se determinó la asociación y el poder predictivo de 12 variables independientes (género, consumo de licor, cantidad de tragos ingeridos semanalmente, fuma, cantidad de cigarros fumados diariamente, percepción estado salud general, antecedentes familiares de hipertensión, IMC (kg/m2), ICC, porcentaje de grasa corporal, VO2max (ml.kg-1min-1) y METs Actividad Física Semanal) sobre la presión arterial sistólica y diastólica en reposo de estudiantes universitarios. Los análisis se corrieron utilizando el paquete estadístico para las Ciencias Sociales SPSS versión 21.0.
Resultados
En la Tabla 1, se presentan las características de los sujetos en su totalidad y separados por grupo de hombres y mujeres. Estos datos se muestran como promedio ± desviación estándar.
En las siguientes tablas (Tablas 2 y 3) se presenta la estadística inferencial, es decir, los resultados de los Modelos Lineales Generales (MLG) para la presión arterial sistólica y diastólica.
Como se muestra en la Tabla 2, la variación en la PAs en reposo de estudiantes universitarios, es explicada en un 28,3% por la asociación entre las 12 variables predictoras incluidas en el MLG. Sin embargo, son únicamente el género y el IMC las variables que influyen y se relacionan de forma significativa con la PAs en reposo de estudiantes universitarios.
En la Tabla 2, se muestra también, que la variación en la PAd en reposo de estudiantes universitarios, es explicada en un 15,8% por la asociación entre las 12 variables predictoras incluidas en el MLG, siendo únicamente el IMC la variable que predice y se relaciona de forma significativa con la PAd en reposo de jóvenes universitarios.
De acuerdo con el MLG, y según se muestra en la Tabla 3, el promedio de la PAs en reposo, ajustado por la cantidad de cigarros fumados diariamente, la cantidad de tragos consumidos en una semana, el IMC, el ICC, el porcentaje de grasa corporal, el VO2max (ml.kg-1min-1) y la cantidad de METS de actividad física realizados semanalmente, fue 15,8mmHg mayor en hombres (129,0mmHg ± 7,3mmHg) en comparación con las mujeres (113,2 mmHg ± 7,3 mmHg).
También, se evidencia, que la PAs y PAd de hombres y de mujeres, aumenta de forma significativa con el IMC. Como puede observarse en la Tabla 3, por cada aumento de un kg/m2 en el IMC aumentó 2,5mmHg y 1,5mmHg la PAs y la PAd de forma respectiva.
Discusión
El objetivo de este estudio fue conocer la asociación entre algunos factores de riesgo cardiovascular y la presión arterial en reposo de estudiantes universitarios. Los resultados demostraron, que los factores que predicen y se asocian de forma significativa con la PAs son el género y el IMC y con la PAd es únicamente el IMC. Estos hallazgos concuerdan con los resultados reportados en estudios similares (21, 22, 11), en los que han informado que el género y el IMC son factores o variables que predicen de forma significativa la PA en reposo de personas jóvenes.
Respecto al género, se obtuvo que la media de la PAs de los hombres es significativamente mayor en comparación con las mujeres y este es un resultado que concuerda con lo encontrado por Bautista et al (2002), quienes después de analizar una muestra total de 356 personas, encontraron que en individuos menores de 60 años, la PAs de los hombres es 8,6mmHg mayor en hombres en comparación con las mujeres (21). Hallazgo que también coincide con lo reportado por Franklin et al (1997), quienes al analizar una muestra total de 2036 sujetos, lograron demostrar que la PAs en mujeres jóvenes era desde 4mmHg y hasta 14mmHg menor en comparación con la PAs de los hombres de su misma edad, siendo esta una diferencia significativa (22).
Una posible explicación a este hallazgo, es el mecanismo que indica que las hormonas sexuales, especialmente los estrógenos, pueden influir en la diferencia que se encuentra en la presión arterial entre hombres y mujeres (23). De forma específica, este mecanismo indica que una de las acciones de los estrógenos es actuar sobre los vasos sanguíneos aumentando la excreción de óxido nítrico, lo que permite mayor vasodilatación y por ende una mayor disminución en la PA de las mujeres (23). Sin embargo, Lomelí et al (2008), indican que la evidencia que respalda este mecanismo continúa siendo controversial.
Otra posible explicación, es el mecanismo que indica que las mujeres a diferencia de los hombres, tienen menor estatura y mayor distensibilidad de las arterias periféricas, lo que facilita la propagación de la onda de pulso desde la aorta a la periferia, promoviendo en ellas una menor PAs (24).
En relación al IMC, se demostró que con cada incremento de un kg/m2 en este factor, la PAs y PAd aumentaron (2.54mmHg y 1.52 mmHg respectivamente). Este comportamiento de la PA respecto al IMC, es congruente con lo reportado en estudios similares (21). Este hallazgo puede explicarse por lo indicado en investigaciones epidemiológicas que indican que la obesidad y el sobrepeso generan acumulación de grasa en los vasos sanguíneos lo que dificulta el paso de sangre a través de ellos, promoviendo por tanto un aumento en la PA (25, 26).
Se considera prudente resaltar, que esta relación entre IMC y PA, se ha demostrado, además, en sujetos con menor edad a las personas analizadas en este estudio. Por ejemplo, LLapur Milián & González Sánchez (2006), después de analizar factores de riesgo cardiovascular en una población total de 100 sujetos entre 5 y 18 años de edad, identificaron que el factor de riego mayormente asociado con el padecimiento de presión arterial alta en esta población, fueron el sobrepeso y la obesidad (11). Estos hallazgos manifiestan, por tanto, la necesidad de mantener el IMC con valores normales, con el objetivo de controlar e intentar retrasar la aparición de hipertensión en población joven (11). Se debe resaltar, además, que respecto al IMC, algunos autores como Abraham et al (2013) y Chobanian et al (2003), concuerdan en que disminuciones de 10kg en el peso, para mantener el IMC entre 18.5-24.9 kg/m2, permitirá disminuir la PAs entre 5-20mmHg (10, 13).
Por tanto y en base a los resultados obtenidos en el presente estudio se concluye que: 1. Los factores de riesgo mayormente asociados a la PA en reposo de estudiantes universitarios, según el modelo de regresión analizado, son para la PAs el sexo y el IMC y para la PAd el IMC; 2. Al ser el sexo un factor de riesgo no modificable, la opción para controlar y retrasar la aparición de hipertensión en jóvenes, es controlar o disminuir el peso tratando de mantenerlo en un rango catalogado como normal según el IMC.
En congruencia con otros investigadores que han analizado la relación entre factores de riesgo y presión arterial en estudiante universitarios (4), se recomienda en futuras investigaciones, incluir otras variables predictoras por ejemplo el estrés, la dieta y la presencia o no de genes relacionados con la aparición de hipertensión, con el objetivo de evaluar si estos otros factores pueden también explicar la variación de la PA en reposo de estudiantes universitarios.
Conclusión: Al ser el IMC el factor de riesgo modificable, la opción para controlar y retrasar la aparición de hipertensión en jóvenes universitarios, es realizar esfuerzos para mantener un peso saludable en esta población