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Revistas de Ciencias Administrativas y Financieras de la Seguridad Social
Print version ISSN 1409-1259
Rev. cienc. adm. financ. segur. soc vol.10 n.2 San José Jul. 2002
Filóloga
En la diversidad de temas tratados en El Amor en los Tiempos del Cólera (García Márquez: 1985), permítasenos remontarnos a finales del Siglo XIX y ubicarnos en la sección general de la Compañía Fluvial del Caribe (C.F.C.).
La confusa sección general era el "basurero de todos los problemas engorrosos pero insignificantes que las otras secciones se quitaban de encima" (p. 254). Su nombre daba una idea de la vaguedad de sus atributos "y a ella iban a morir de mala muerte los problemas que quedaban sin resolver en el resto de la empresa" (p. 253).
Un día de tantos el propietario de la C.F.C., el Tío León XII, decidió ir a ver qué diablos [sic] podía hacer para que la sección general sirviera de algo. Se reunió y, después de tres horas de suposiciones teóricas y preguntas concretas a los empleados, salió sin solución alguna y más bien encontró nuevos y variados problemas para ninguna solución.
Al día siguiente Florentino Ariza, sobrino del Tío León XII, encontró en su oficina un memorando de Leona Cassiani, con la súplica de que, si lo estimaba, se lo mostrara al Tío León XII. Durante la reunión del día anterior, Leona había permanecido callada -al igual que lo había hecho durante sus tres años en la C. F. C.- por respeto a las jerarquías de la sección y no por falta de determinación.
Aunque el Tío León XII se había propuesto una reorganización a fondo, Leona pensaba lo contrario, ya que consideraba que la sección general -así con minúscula- no existía en la realidad. Por tanto, la solución era eliminarla y devolver los problemas para que fueran resueltos en sus secciones de origen. En fin, los problemas debían ser resueltos por los mismos que los creaban.
Al Tío León XII, quien se reunió por espacio de dos horas con su tocaya Leona -como la llamaría a partir de ahí- le llamó la atención que, después de la primaria, los únicos estudios de Leona habían sido en la Escuela de Sombrerería; estaba estudiando inglés en su casa con un método rápido sin maestro y desde hacía tres meses estudiaba mecanografía por las noches, que era considerado un oficio novedoso de gran porvenir. Pero el memorando de su tocaya era de simple sentido común y la solución -de una sencillez alarmante- dio el resultado esperado en la C. F. C.
Cómo hacer, entonces, para eliminar esa sección general, con la que a diario nos encontramos, que no trae ningún beneficio, que más bien produce tantos problemas y que, sin lugar a dudas, contribuye a reunir una maraña de asuntos sin resolver. Si cada quien resuelve lo que le corresponde, esa sección general no existirá más.
El reto, por consiguiente, es eliminarla y no pensar más en "aquel" (en la sección general), a quien se le pueden trasladar los asuntos que no se quieren resolver, pues se sabe que si se trasladan ahí tampoco van a ser resueltos.
Puede ser que en administración las soluciones no sean tan sencillas; sin embargo, se puede correr el riesgo de perderse en soluciones complejas, alambicadas, que nunca se llegan a concretar.