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Medicina Legal de Costa Rica
On-line version ISSN 2215-5287Print version ISSN 1409-0015
Med. leg. Costa Rica vol.30 n.1 Heredia Mar. 2013
Revisión bibliográfica
Efectos adversos oculares de fármacos sistémicos
Gabriel Rodríguez Vargas*+
Resumen
El 4.3% de las reacciones adversas a medicamentos de uso sistémico se presentan como trastornos oculares. Aunque el síndrome del ojo seco es el efecto adverso más común y probablemente el más benigno, los fármacos de uso sistémico pueden provocar trastornos oculares graves e irreversibles. Este artículo presenta una revisión de los fármacos más relevantes capaces de producir trastornos oculares.
Palabras clave
Toxicidad ocular, Efecto adverso ocular, fármacos sistémicos.
Abstract
4.3% of all adverse reactions to drugs are ocular disorders. Although the dry-eye syndrome is the most comun and probably the most benign, systemic use drugs can produce serious and irreversible eye disorders. This article presents an overview of the most relevant drugs that can cause disorders in the eye.
Key words
Ocular toxicity, Adverse reactions in the eye, systemic drugs.
Introducción
El Sistema de Reporte de Boletas Amarillas de Reacciones Adversas a Medicamentos de la UK Medicines and Healthcare Products Regulatory's Agency (MHRA) demostró que el 4,3% de las boletas realizadas entre el año 1964 y el 2004 se referían a trastornos oculares (1). De hecho, cualquier fármaco en cualquiera de sus formas de presentación es capaz de causar un efecto adverso para el ojo, esto se favorece debido al alto flujo sanguíneo que posee siendo un órgano relativamente pequeño (2,3).
Afortunadamente, la mayor parte de los efectos adversos oculares (EAO) inducidos por los fármacos de uso sistémico son reversibles si se detectan a tiempo, siendo el más frecuente el síndrome del ojo seco (4, 5). Sin embargo, si no se detectan a tiempo, los efectos tóxicos pueden progresar y causar al ojo daños irreversibles que en muchas ocasiones disminuyen la agudeza y/o la calidad visual (6,7).
La determinación clara de causalidad de un proceso patológico a nivel ocular no es sencilla, ya que los procesos de envejecimiento normal, así como las enfermedades subyacentes que los pacientes posean pueden confundir al clínico cuando verdaderamente se encuentre ante la presencia de un efecto adverso a un fármaco.
Por lo tanto, se requiere de alta sospecha clínica por parte del personal de salud, una detallada revisión a la historia terapéutica del paciente y conocimiento del potencial de los fármacos para provocar EAO (3).
Antiarrítmicos
Hasta un 40% de los pacientes que utilizan Amiodarona refieren ver anillos o halos de colores (usualmente verde-azulados) al observar una luz directamente y el 70-100% de los pacientes desarrolla microdepósitos corneales bilaterales.
Estos cambios empiezan a aparecen desde las dos semanas de tratamiento y se cree que se deben a la formación de complejos con los fosfolípidos celulares, que no pueden ser metabolizados por las fosfolipasas lisosomales, por lo que se depositan en las capas superficiales de la córnea (10, 119. También, la Amiodarona se ha asociado con pérdida de pestañas y con opacidades subcapsulares anteriores del cristalino, pequeñas y amarillentas, que no producen cambios visuales (6). Debido a que todos los efectos adversos anteriores no representan ninguna alteración visual para el paciente, la aparición de alguno de estos no es indicación para la suspensión del fármaco (5).
Por otra parte, el uso de Digitálicos se asocia a EAO cuando se encuentra en rangos tóxicos en el 11% al 25% de los pacientes, que se manifiestan como alteraciones en la visión del espectro de color amarillo-azul y es reversible al disminuir los niveles de digitálicos a rangos normales (5).
Antiepilépticos
Topiramato se ha asociado, al igual que otros medicamentos que contienen sulfas, a miopía transitoria de hasta 8,75 dioptrías, sin que exista un mecanismo claro; además, ha sido asociado a casos de glaucoma agudo de ángulo cerrado, usualmente bilateral, que suelen ocurrir en las dos primeras semanas de tratamiento (13). Se ha determinado que esto ocurre debido a presencia de edema en el cuerpo ciliar, lo cual desplaza el iris hacia anterior, bloqueando el flujo normal de humor acuoso. Es debido a esto que la realización de una iridotomía y el uso de mióticos (terapia de elección en el manejo de glaucoma agudo de ángulo cerrado) no suele ser beneficioso en el manejo de estos casos (5). En su lugar, deben utilizarse ciclopéjicos para retraer el proceso ciliar y mover el diafragma iris-cristalino hacia posterior, lo cual liberará el bloqueo al flujo, así como supresores de la formación de humor acuoso y descontinuar el uso de Topiramato tan pronto sea posible (14).
No está clara, sin embargo, la razón por la que un exceso de GABA produce una constricción en el campo visual, pero aún así, los pacientes que utilizan este fármaco deben de tener controles de su campo visual con regularidad y valorar el riesgo/ beneficio individualizado de la continuación del tratamiento si el paciente presenta este EAO (18).
Antimaláricos
La Cloroquina y la Hidroxicloroquina, aparte de su uso para la malaria, son actualmente utilizados para el tratamiento de artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico y otras enfermedades inflamatorias y dermatológicas. La toxicidad ocular, que es dosis dependiente, provoca en los pacientes escotomas paracentrales bilaterales que se manifiestan en el fondo de ojo como "maculopatía en ojo de buey" y es poco probable la recuperación completa luego de suspender el fármaco (19).
Corticoesteroides
Etambutol e isoniacida
El mecanismo fisiopatológico no es claro, pero se sabe que el Etambutol es un quelante del cobre en las células ganglionares de la retina, pudiendo disminuir la concentración de cobre a nivel mitocondrial, lo cual provocaría un desacople en la cadena respiratoria que disminuye la cantidad de energía disponible para el transporte axonal (22). La Isoniacida por otra parte, también se ha asociado a neuritis óptica, pero es complejo diferenciarla con la que produce el Etambutol; no obstante, es menos frecuente, menos severa y usualmente reversible (6).
Fármacos del sistema nervioso autónomo
Todos los fármacos que posean propiedades anticolinérgicas (antidepresivos tricíclicos, el bromuro de ipatropio inhalado, antipsicóticos tipo fenotiazidas y antiespasmódicos, por ejemplo) son capaces de dilatar la pupila y precipitar un glaucoma agudo de ángulo cerrado en los pacientes que poseen predisposición a esta patología por poseer un ángulo de la cámara anterior estrecho (1-2, 23).
Todos los bloqueadores β-adrenérgicos que se utilizan de manera sistémica son capaces de disminuir la PIO y de causar un síndrome de ojo seco al disminuir la secreción de la capa acuosa lagrimal (3).
Inhibidores selectivos de la cox-2
Los inhibidores selectivos de la COX-2 incluyen Rofecoxib, Celecoxib, Valdecoxib, Lumaricoxib, Nimesulida y Etodolaco. Existe una asociación entre el uso de estos fármacos y la aparición de visión borrosa y conjuntivitis. Cuatro de estos seis fármacos pertenecen al grupo de las sulfonamidas, el cual es conocido por causar visión borrosa debido a una miopía transitoria, probablemente secundaria a edema del cristalino y del cuerpo ciliar, que lleva a un espasmo en la acomodación y desplazamiento anterior del diafragma iris-cristalino. La conjuntivitis se puede explicar debido a que es posible que estos fármacos sean secretados en las lágrimas y produzcan una inflamación transitoria. La descontinuación del fármaco lleva a la resolución de los síntomas en todos los casos sin secuelas en menos de 72 horas. (4, 24)
Inhibidores de la fosfodiesterasa 5
Retinoides
Tanto la isotretinoina (tratamiento para el acné vulgar, acné nodular, algunos casos de psoriasis y para inducir remisión en algunos casos de leucemia) como la Vitamina A han demostrado que pueden llevar a hipertensión endocraneana hasta al 9% de los pacientes expuestos a retinoides. Es posible que las altas dosis de este grupo de medicamentos induzcan una secreción en el líquido cefalorraquídeo y alteren los constituyentes lipídicos de las granulaciones aracnoideas, lo que alteraría los mecanismos de transporte disminuyendo la taza de reabsorción del líquido cefalorraquídeo (26). Es por esta razón que se recomienda que cualquier paciente en tratamiento con retinoides cuente con revisiones oftalmológicas: cada 6 meses para la búsqueda de papiledema e hipertensión endocraneana asintomática; y ante cualquier cefalea o visión borrosa sin causa aparente (4).
La isotretinoina se secreta en las lágrimas, lo cual lleva a disfunción de las glándulas de Meibomio.
Los síntomas frecuentes son molestias con los lentes de contacto, ojo seco, blefaroconjuntivitis y cambios transitorios en la refracción. Debe evitarse la asociación de Vitamina A con tetraciclinas ya que potencian todos los efectos adversos ya descritos.
Medicina natural
Bibliografía
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*Médico, Profesor del Departamento de Anatomía Humana y del Departamento de Farmacología y Toxicología de la Universidad
Recibido para publicación: 15 de enero de 2013. Aceptado: 04 de febrero de 2013