Services on Demand
Journal
Article
Indicators
- Cited by SciELO
- Access statistics
Related links
- Similars in SciELO
Share
Revista Costarricense de Ciencias Médicas
Print version ISSN 0253-2948
Rev. costarric. cienc. méd vol.23 n.1-2 San José Jun. 2002
Resumen
Los actos de bioterrorismo suscitados luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, reabrieron el interés por revisar los temas relacionados con armas biológicas y las posibles implicaciones bioterroristas. Este es un tema que incluye la definición de armas biológicas, como son los agentes infecciosos, toxinas y la nueva modalidad representada por los biorreguladores (hormonas, citoquinas, neurotransmisores, etc.). En una visión retrospectiva de este tema, surgen los problemas bioéticos de los atroces experimentos diseñados durante la Segunda Guerra Mundial y el periodo de la guerra fría, que llevaron al perfeccionamiento del armamento biológico, como fue constatado en lrak luego de la Guerra del Golfo.
Ante este tipo de investigación hay una reprobación prácticamente mundial por el flagrante irrespeto de los derechos humanos; sin embargo, a veces pasan desapercibidos otros experimentos de pruebas de medicamentos y vacunas que también violan los derechos humanos, pero son cobijados con objetivos que parecen muy beneficiosos para la humanidad, pero cuyos lineamiento éticos pueden estar al lado de esa investigación en armas biológicas. (Rev Costarric Cienc Med 2002; 23: 71-78)
Palabras clave: Bioterrorismo, guerra biológica, ántrax, bioética.
Abstract:
The acts of bioterrorism after the September 11, 2001 terrorist attempts arouse and recaptured the interest to review the theme related with biological weapons and possible bioterrorism implications. Such theme includes the definition of biological weapons as the infectious agents, toxins, and the newest modality represented by bioregulators (hormones, cytokines, neurotransmitters, etc.). In a retrospective view of this theme, bioethic problems due to the outrageous experiments designed during the World War II and the period of cool war arose, which lead to the improvement of biological weapons, such as occurred in lraq after the Golf war.
This type of research raised the worldwide reprobation because of their flagrant disrespect to human rights. However, sometimes experiments with humans are misperceived such as the probes for treatments or vaccines that also violate the human rights but are masked with objectives that look very profitably to the humanity. Those experiments would be rejected, such as occurred with the research of biological weapons.
Key words: Bioterrorism, biological war, anthrax, bioethics
Introducción
El objetivo más relevante de la epidemiología es la prevención y el control de las enfermedades; es la culminación de una cadena de objetivos iniciados con el conocimiento o descripción de un problema de salud. En pos de este fin, se busca el agente responsable y sus determinantes epidemiológicos o factores que condicionan la presentación y frecuencia de esa enfermedad en una determinada población (1). Esos determinantes investigados involucran características propias del agente (virulencia, dosis, etc), del hospedero (edad, sexo; grupo étnico, ocupación; costumbres, etc) y del ambiente (biológico, físico-químico, sociocultural, económico, etc). La compleja interrelación de esos determinantes explica la presencia o ausencia de la enfermedad; y de ese conocimiento surgen las medidas preventivas y de control o contención de los agentes causantes de la enfermedad (1). En este sentido, el conocimiento conduce a preservar la vida y con ello a preservar o mejorar la salud, lo que podría enmarcarse en los lineamientos bioéticos de la investigación.
Desafortunadamente ese conocimiento también puede conducir al lado contrario, como podríamos decir "al lado oscuro de la epidemiología"; esto es, poner ese conocimiento al servicio de los mensajeros de la muerte para convertir los agentes infecciosos en armas biológicas, que en el peor de los casos, en manos de terroristas, se convierten en la gran amenaza del siglo XXI: El bioterrorismo.
Bioterrorismo
Luego de los enfrentamientos en los conflictos armados de la Primera y Segunda Guerras Mundiales y del colapso de la guerra fría, el siglo XX file testigo del terrorismo; o sea, de la ejecución de actos criminales contra la población general, buscando crear terror y desestabilizar los gobiernos. Esos actos se asociaron con la detonación de explosivos en centros urbanos: Sin embargo, el 11 de septiembre pasado, adquirió una dimensión colosalmente irracional, con los atentados en Nueva York y Washington, donde se utilizaron aviones comerciales como mísiles y su combustible fue el agente explosivo destructor; las imágenes de esos atentados parecen tan irreales que es difícil aceptarlas como obra del ingenio humano (2). Pero, otra amenaza se cierne sobre el mundo libre y es el bioterrorismo; o sea, la diseminación de agentes infecciosos que puedan enfermar y matar a la población (3, 4). El bioterrorismo en los Estados Unidos pasó de la especulación a la realidad con el envío por correo de paquetes que contenían esporas de Bacíllus anthracis, que hasta el 30 de noviembre de 2001 habían causado 23 casos, 11 de las infecciones se adquirieron por vía respiratoria y 12 por vía cutáneos (5). Tales acciones bioterroristas obligaron a someter a tratamiento profiláctico con antibióticos a 8 424 empleados postales (6).
¿Qué son armas biológicas?
Las armas biológicas son organismos vivos, usualmente agentes infecciosos, o sus productos (toxinas), que pueden ser utilizados como formas de exterminio masivo (7, 8). Recientemente se ha agregado un posible nuevo elemento a ese arsenal: los biorreguladores biológicos, se trata de sustancias capaces de desencadenar cuadros clínicos prácticamente de inmediato, donde no hay un periodo importante entre el contacto y la aparición de efectos; entre estos agentes figuran hormonas, linfocinas, neurotransmisores y enzimas líticas (9).
Los agentes biológicos ideales para ser empleados como armas son los que pueden diseminarse vía aérea o mediante contaminación de aguas y alimentos, ya sea que se utilicen para matar a personas, ganados o cultivos, con lo cual se desestabiliza la economía de una región o se limitan los suministros de alimentos (8). También, uno de los objetivos buscados puede ser la incapacitación temporal o permanente de los soldados de un ejercito (10). Las características buscadas en esos agentes son una alta letalidad a bajas dosis, fácil manipulación y reproducción en el laboratorio a bajo costo.
Desafortunadamente, algunos de los agentes empleados como armas son accesibles a cualquier microbiólogo en cualquier: parte del mundo y algunos de esos agentes pueden reproducirse con los requerimientos mínimos de un laboratorio bacteriológico, lo cual permite manipularlos y reproducirlos fácilmente. Por otra parte, son fácilmente dispersabas, lo cual podría hacerse desde el envió de esporas por correo, como ocurrió con los ataques bioterrorístas con ántrax (figuras 1 y 2), o bien, puede atomizarse empleando aviones fumigadores, bombas de aspersión agrícola e incluso envases atomizadores de perfume. Además, el inóculo pasa desapercibido ya que usualmente no es visible a simple vista. Finalmente, el hecho de que debe transcurrir un tiempo importante (periodo de incubación) entre la inoculación y la manifestación clínica los convierte en arma importante para el bioterrorismo, pues le permite al perpetrador escapar de la escena del crimen; por lo tanto, cuando se manifiesta la enfermedad el bioterrorísta ya ha escapado (11 - 13).
Algunos ejemplos históricos de ataque con armas biológicas:
En los últimos años escuchamos sobre la guerra biológica y le vemos reflejada en textos dignos de novelas de ciencia ficción; sin embargo, el tema es casi tan viejo como el propio conocimiento sobre las enfermedades y sus vías de transmisión. Por ejemplo, en el siglo XIV en la saga de Kaffa (hoy Ukrania) los tártaros lanzaban con catapulta los cadáveres de sus soldados muertos por la plaga hacia la ciudad sitiada, tratando de diezmaría con la enfermedad (12). También, los colonos en Norte América regalaban a los indígenas las ropas de cama de los enfermos de viruela, lo que surtió los efectos esperados eliminando grandes poblaciones (12).
Pero el mayor auge de la investigación en armas biológicas ocurrió durante las dos Guerras Mundiales. El programa alemán file el más ambicioso, el cual se inició desde la Primera Guerra Mundial, cuando emplearon cepas de Bacillus anthracis y Burkholderia (Pseudomonas)mallei para infectar los hatos de ganado que se exportaban hacia Rusia, y también, se saboteó la caballería francesa infectando los caballos con B mallei. Luego, durante la Segunda Guerra Mundial, la experimentación alemana con armas biológicas se centró en la fabricación de vacunas y drogas contra agentes infecciosos que podrían emplearse como armas biológicas; su experimentación incluía la inoculación de prisioneros con Ricketsia prowasekii, R.mooseri, Plasmodium y hepatitis A.
Un revés en ese deseo de conquistar territorios y la investigación de posibles armas biológicas lo sufrió el ejercito alemán; pues, una de sus tácticas defensivas antes de invadir algunos poblados era evaluar la respuesta serológica contra el tifo epidémico mediante la prueba de Weil-Felix; lo que file usado por los polacos para engañarles y evitar la invasión de algunos poblados; para ello hicieron una "vacunación" masiva de la población con una cepa inactivada de Proteus OX19 (la que se utiliza en la prueba de Weil-Felix), esto hizo que los alemanes asumieran una endemicidad lo suficientemente alta como para no arriesgarse a invadir esos poblados (12).
Por otra parte, la investigación de los japoneses se inició desde la invasión a Manchuria en 1932 y se prolongó hasta 1945. La experimentación en Manchuria se centró en evaluar la efectividad de armas biológicas, lo que incluyó infecciones experimentales con Bacillus anthracis, Neisseria meningitidis, Shigella spp. Vibrio cholerae y Yersenia pestis. La experimentación con esta última bacteria incluyó el lanzamiento desde aviones de unos 15 millones de pulgas infectadas. Se calcula que en Manchuria murieron al menos unos 10 000 prisioneros víctimas de la experimentación (14).
El programa norteamericano de guerra biológica durante la Segunda Guerra Mundial llevó a la fabricación de unas 5 000 bombas cargadas con esporas de B. anthracis, que afortunadamente no se utilizaron. Sin embargo, luego de esa guerra el programa continuó, para lo cual reclutaron a algunos de los científicos japoneses que habían trabajado en Manchuria. Entre los experimentos realizados se incluyó la atomización de ciudades como Nueva York y San Francisco con cepas de agentes inocuos en pruebas de simulación; que generaron brotes epidémicos, no previstos, de infecciones urinarias debidas a Serratia marcescens, uno de los organismos empleados en las pruebas de simulación (15). El programa norteamericano finalizó a inicios de la década de 1970 cuando se firmó el convenio de prohibición, desarrollo, producción y almacenaje de armas biológicas en 1972 (12).
El ejército ruso, aunque firmó ese convenio, siguió con la investigación de armas biológicas, lo que incluyó asesinatos políticos empleando toxina de ricino, la toxina aislada del aceite de ricino o aceite de castor. Uno de estos casos file el asesinato del disidente búlgaro Georgi Markov, quien fue inoculado con la toxina contenida en los extremos huecos de las varillas de una sombrilla; en 1978 hubo otro intento de asesinato empleando este dispositivo y se calcula que por lo menos se concretaron 6 asesinatos con el mismo sistema (12). También, Rusia sufrió un brote epidémico de ántrax tras un accidente en el campo militar de Sverdlovsk (actualmente Ekateriuburg), en el cual hubo 77 casos, de los cuales murieron 66. No obstante que Rusia había firmado el convenio de 1972 proscribiendo las armas biológicas, se calculó que para 1995 había entre 25 000 y 30 000 personas trabajando en Rusia en la tecnología de la guerra biológica.
Una aplicación más burda del empleo de agentes infecciosos fue lo que hacían los vietnamitas del norte al embadurnar con heces humanas las estacas de bambú que colocaban en sus trampas (12). Pero posiblemente los intentos más sofisticados han sido los realizados por lrak con ántrax, botulismo, afiatoxinas, virus e incluso toxina de ricino. Ese arsenal se concretó en 200 bombas R400, con capacidad para 85 litros, de las cuales 100 contenían toxina botulínica, 50 ántrax y 7 afiatoxinas; también, fabricaron balas calibre 155 mm con toxina de ricino, mísiles SCUD, modificados para que su ámbito de vuelo fuese de 600 Km; 25 de esos mísiles contenían toxina botulínica; 10 afiatoxinas y 2 ántrax (13). La producción de toxina botulínica encantada en lrak fue de 20 000 litros, lo cual es suficiente como para acabar tres veces con la población mundial (16).
Clasificación de los posibles agentes biológicos empleados como armas:
Khan et al. (17) clasificaron los agentes involucrados en la guerra biológica, que también podrían ser los utilizados por los terroristas, en 3 categorías de acuerdo a su impacto en la población; éstas son:
Categoría A: Agentes que pueden diseminarse fácilmente o transmitiese persona a persona, que causan una alta mortalidad y cuyo impacto en la salud pública es alto y por lo tanto crean pánico. Entre éstos se incluyen: Virus de la viruela; Bacillus anthracis, el causante del ántrax o carbunco; Yersinia pestis, el agente de la legendaria peste; la toxina de Clostridium botulinum causante del botulismo; Francisella tularensis, causante de la tularemia y otros virus como los filovirus (Ebola y Marburgo) o arenavirus como los de la fiebre de Lassa o la fiebre hemorrágica argentina (virus Junin).
Categoría B: Agentes con capacidad moderada para diseminarse e inducir cuadros mortales y cuyo diagnóstico requiere de métodos especiales. Se incluyen agentes como Coxeilla burnetti (Fiebre Q), Brucella spp., Burkolderia mallei, enterotoxina B de Staphylococcus, Alfa virus como encefalitis venezolana y encefalitis equina. Además, de agentes que pueden diseminarse vía hídrica o alimentaria como las bacterias Salmonella, Vibrio cholerae, Shigella dysenterie, Escherichia coli O157:H7 y el parásito Cryptosporidium parvum.
Categoría C: Incluye agentes emergentes o que pueden ser modificados mediante ingeniería genética y que pueden cultivarse y diseminarse fácilmente como: los virus Nipah, Hanta, de la fiebre amarilla y los causantes de encefalitis transmitida por garrapatas, además de cepas de tuberculosis multirresistentes. En los últimos años se han dado ejemplos del peligro de la guerra biológica y del bioterrorismo.
Así, se sospecha que al menos 17 países están involucrados en la fabricación de armas biológicas (17).
El bioterrorismo como amenaza actual:
Previamente a los actos de bioterrorismo de 2001 en los cuales se enviaron cartas con esporas de B. anthracis se habían documentado por lo menos dos obras de bioterrorismo o sabotaje con agentes infecciosos. El primer acto se relacionó con la contaminación repetida y deliberada de la barra de ensaladas de dos restaurantes en Dallas, Texas en 1984, en los cuales se inoculó una cepa de Salmonella typhimurium. La epidemiología molecular permitió identificar a una cepa, con el mismo patrón genético en todos los casos; finalmente se identificó a los miembros de una comuna religiosa como los implicados en ese sabotaje (18). El otro acto bioterrorista ocurrió en un laboratorio clínico; también en Texas, donde uno de los empleados intencionalmente contaminó la comida con una cepa de Shigella dysenteriae tipo 2 (19). Sin embargo, ambos actos pueden verse como juego de niños ante la posible diseminación de agentes altamente patógenos. Tal como se sospechó inicialmente en un tercer acto terrorista ocurrido en 1995 en el tren subterráneo de Tokio. Al principio se pensó que era debido a toxina de botulismo; pero, en realidad se trató de un agente químico neurotóxico llamado Sarin, altamente tóxico, pero que es unas 16 000 veces menos tóxico que la toxina botulínica; este acto file atribuido a una secta religiosa (20). O bien, como se ha proyectado, calculándose que la diseminación vía aérea de 50 Kg de los agentes relacionados con brucelosis, fiebre Q, tularemia o ántrax incapacitaría a unas 125 000 personas, de las cuales, en el caso del ántrax morirían unas 95 000 (12).
Sistemas de alerta:
El sistema de alerta establecido por el gobierno de los Estados Unidos - concentra en el desarrollo masivo de medidas profilácticos (3); diseño de métodos de diagnóstico rápidos y sensibles, que permitan reconocer y aislar los primeros casos; y, desarrollo de vacunas. Además, se han establecido redes de información, donde se consignan los principales síntomas, patrones de diseminación, tratamiento y medidas de contención (21-23). En esta estrategia los trabajadores del área de la salud serían los primeros en reconocer y enfrentar los posibles brotes epidémicos que serían generados por actos criminales (20). Actualmente se ha diseñado un equipo de detección rápida de microorganismos de posible empleo como armas biológicas, capaz de realizar una identificación rápida con una sensibilidad tal que detectaría una sola célula, basándose en biomarcadores lipídicos (24).
Conclusión
En el desarrollo de la microbiología y la epidemiología el énfasis se ha centrado en el control y prevención de las enfermedades infecciosas, que han sido los sempiternas enemigos de la humanidad. Sin embargo, resulta controversial ver todo ese conocimiento puesto al servicio de la guerra, donde los agentes infecciosos se convierten en armas biológicas para ataque. El problema se acrecienta más, cuando esa posibilidad de ataque está en manos de terroristas. Por lo tanto, la guerra biológica constituye el lado oscuro de la epidemiología; pues es la aplicación de todo el conocimiento sobre las enfermedades infecciosas, para multiplicar los agentes y diseminarlos tratando de crear pánico y desestabilizar gobiernos. Los datos anteriores provocan el rechazo ad portas de este tipo de investigación, dadas las implicaciones anti-éticas que involucran todo tipo de experimentación con seres humanos, y la amenaza de que grupos subversivos se aprovechen de esa investigación para perpetrar actos de bioterriorismo, levanta más oprobio dadas las implicaciones anti-éticas.
En este contexto, las acciones de los científicos, microbiólogos, médica, epidemiólogos, etc, involucrados en proyectos de investigación tendientes a perfeccionar las armas biológicas, son el eje de esa contradicción entre lo que definimos como la antítesis entre la prevención y la diseminación. Obviamente, señalamos inquisidoramente los planteamientos anti-éticos que sustentan esa investigación, por lo que los tachamos de inhumanos.
Sin embargo, a diario nos enfrentamos con investigaciones en seres humanos, que son utilizados como conejillos de indias para evaluar tratamientos o vacunas, haciendo caso omiso de las implicaciones que puedan sufrir, e incluso, se utilizan grupos control, tratados con placebos, ante situaciones en las cuales la investigación previa debería prohibir el empleo de placebos; como es el caso de las evaluaciones de tratamientos anti-retrovirales para evitar la contaminación de los hijos de madres seropositivas al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), en cuya investigación, la observación de un grupo control tratado con un placebo muestra como se infectan los niños; o bien; la inoculación de Plasmodium en pacientes ViH-seropositivos para evaluar tratamientos; o la evaluación de tratamientos antimicrobianos contra la tuberculosis en pacientes HIV, donde también los grupos control reciben placebo a sabiendas de que se infectarán y que podrían morir (25). Entonces, debemos rechazar cualquier: tipo de experimentación que involucro el irrespeto a los derechos humanos; aunque, muchos de esos proyectos se cubren con objetivos tan sublimes como la prueba de un nuevo tratamiento o vacuna para brindar esperanzas a los seres humanos, donde la etiqueta "beneficioso para la humanidad" enmascara los lineamientos anti-éticos. En todo caso, esa investigación debe ser rechazada con el mismo ahínco con que reprobamos la investigación en armas biológicas.
Referencias:
1. Jenicek M, Ciéroux R. Epidemiología: Principios, técnicas y aplicaciones. Salvat Editores SA, Barcelona. 1987, PR 392. [ Links ]
2. Rosenfield A, Morse SS. September 11: The response and role of public health. AmerJ Public Health 2001; 92:10-11. [ Links ]
3. Simon JD. Biological terrorism. JAMA 1997; 278:428-430. [ Links ]
4. Khan AS, Morse S, Lilibridge S. Public-health preparedness for biological terrorism in the USA. Lancet 2000; 356:1179-1182. [ Links ]
5. MMWR. Update: lnvestigation of bioterrorismo-related inhalational anthrax. Connecticut 2001. Morb Mortal Wkly Rep 2001; 50:1049-1051. [ Links ]
6. MMWR. Update: Adverse events associated with anthrax profhylhaxis among postal employees -New Yersey, NewYork City, and the District of Columbia metropolitan area. Morb Mortal Wkly Rep 2001; 50:1051-1054. [ Links ]
7. Madesen JM. Toxins as weapons of mass destruction. A comparison and contrast with biological-warfare and chemical-warfare agents. Clin Lab Mcd 2001; 21: 593 -605. [ Links ]
8. Heddurshetti R, Pumpradit W, Lutwick Li. Pulmonary manifestations of bioterrorism. Curr Infexct Dis Rep 2001; 3: 249-257. [ Links ]
9. Kagan E. Bioregulators as instruments of terror. Clin Lab Mcd 2001; 21: 607-618. [ Links ]
10. Simon JD. Biological terrorism. JAMA 1997; 278:428-430.
11. Danzig R, Bertowsky PB. Why should we be concerned about biological warfare? JAMA 1997; 278:431-432. [ Links ]
12. Christopher G W, Cieslak TJ, Pavlin JA, Eitzen EM. Biological warfare. A historical perspective. JAMA 1997; 278: 412-417. [ Links ]
13. Zilinskas RA. lraq's biological weapons. The past as future? JAMA 1997; 278: 418-424. [ Links ]
14. Harris SH. Japanese biological warfare research on humans: a cause of microbiology and ethics. Ann NY Acad Sci 1992; 666: 21-52. [ Links ]
15. Yu VL. Serratia marcescens: historical perspective and clinical review. N Engl Med 1979; 300: 887-893. [ Links ]
16. Arnon SS, Schechter R, lnglesby TV, et al. Botulinum toxins as a biological weapon: Medical and public health management. JAMA 2001; 28:1059-1070. [ Links ]
17. Khan AS, Morse S, Lillibridge S. Public-health prepare4ness for biological terrorism in the USA. Lancet 2000; 356:1179-1182. [ Links ]
18. Torok TJ, Tauxe RV, Wise , Livengood JR, Solow R, Mauvais S. Birkness KA, Skeeks MR, Horan JM, Foster LR. A large community outbreak of salmonellosis caused by intensional contamination of restaurant salad bars. JAMA 1997; 278: 389-395.
19. Kolavic SA, Kimura A, Simons SL, Slutsker L, Barth S, Haaley CE. An outbreak of Shigella dysenteriae Type 2 among laboratory workers due to intentional food contamination. JAMA 1997; 278: 396-398 [ Links ]
20. Kortepeter MG, Cieslak TJ, Eitzen EM. Bioterrorism. J Environ Health 2001; 63: 21-24. [ Links ]
21. Fauci AS. lnfectious diseases: Considerations for the 21 century. Clin lnfect Dis 2001 ; 2001; 32: 675-685. [ Links ]
22. Klietmann WF, Ruoff KL. Bioterrorism: lmplications for the clinical microbiologist. Clin Microbiol Rev 2001;14: 364-381. [ Links ]
23. O'Toole T. Emergin illness and bioterrorism implications for public health. J Urban Health 2001; 78: 396-402. [ Links ]
24. Lurie P, Wolfe SM. Unethical trials of interventions to reduce perinatal transmission of the human immunodeficiency virus in developing countries. N Engl J Med [ Links ]
1. Facultad de Microbiología y Unidad de Microscopia Electrónica. San José, Costa Rica.
2. Hospital Nacional de Niños, San José, Costa Rica.
E-mail: hchavarr@cariari.ucr.ac.cr