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Revista Costarricense de Ciencias Médicas
Print version ISSN 0253-2948
Rev. costarric. cienc. méd vol.18 n.3 San José Sep. 1997
La comunicación científica se caracteriza por su univocidad, llamada también monosemia; esto es, cada palabra que se use tendrá un único significado, contrario a la creación literaria en la cual, parte del arte de escribir consiste en el juego de significados o sentidos de las palabras en el contexto.
En la comunicación científica no solo el vocabulario o su univocidad son importantes. Hay otros factores que permiten una comunicación más clara y por ende, más eficaz. Estos factores podríamos llamarlos "cualidades de un buen escrito o el estilo en la comunicación científica". Escribir bien es hacerlo eficazmente; se escribe para los demás. Por tanto, un aspecto primordial es lograr que el objetivo u objetivos lleguen al lector. Pero, ¿cómo se logra esto?
La sencillez es nuestra mejor aliada: sin ampulosidad, con oraciones cortas y una excelente selección del vocabulario; sin sacrificar, por supuesto, los tecnicismos propios del tema que se expone. Esta selección nos lleva a otro elemento que es la precisión: emplear la palabra más específica, la que mejor describa el fenómeno o el objeto en estudio. Con ello se evita la ambiguedad. Unidad a la precisión está la concisión: eliminar frases inútiles; ser breve, expresar el mayor número de ideas con el menor número de palabras sin perder la esencia del comunidad. La organización de ideas nos conduce a la claridad: las ideas deben estar jerarquizadas de acuerdo con nuestros objetivos y los resultados de la investigación. El orden y la claridad se logran con el buen empleo de las oraciones principales y las subordinadas cuando estas son necesarias; pues lo mejor es usar la frase corta. Aquí, la puntuación juega un papel primordial y el conjunto de ideas nos da la coherencia del texto.
Finalmente, la dinamicidad, el tono adecuado y la pertinencia son cualidades que deben estar presentes cada vez que se quieran comunicar los resultados de una investigación. El texto debe ser dinámico, ágil, con estructuras gramaticales sencillas. El tono debe ser adecuado al lector, de tal forma que éste sienta placer al leerlo, porque el texto es pertinente, aporta algo nuevo y es actual.
Todos estos aspectos deben ser considerados cuando se escribe un texto científico.
M.L. Flor Garita Hernández