Introducción
La degradación química del suelo por salinización afecta aproximadamente 1 180 millones ha de suelo en el mundo; de estas, el 84 % se encuentra en Latinoamérica (Wicke et al., 2011) y 5.6 % pertenecen Colombia, según la cifra reportada más reciente (Otero, Gómez, & Sánchez, 2002). En este país, durante el 2002, se realizó la zonificación de suelos salinos, donde se determinaron cuatro categorías relacionadas con la intensidad de la salinización. Se encontró que el 5.59 % de suelos eran salino/sódicos, 2.81 % tenían intensidad alta de salinización, 2.34 % intensidad moderada y el 89.27 % intensidad baja a nula (Otero, Gómez, & Sánchez, 2002). Esta tipificación sirvió para identificar áreas con mayor riesgo de presentar procesos irreversibles de salinización; por ejemplo, los departamentos de Bolívar, La Guajira, Sucre, Tolima, Córdoba, César, Antioquía, Valle del Cauca, Magdalena, Cundinamarca, Santander, Huila, Norte de Santander, Cauca, Atlántico y Boyacá, es decir, una gran parte del territorio nacional (Otero, Gómez, & Sánchez, 2002).
En el 2005, se publicó el mapa de amenaza por salinización, donde se reitera que en los departamentos mencionados sigue aumentando el riesgo de presentar degradación del suelo por altas concentraciones de sal. Para el 2017, el mapa de susceptibilidad a la salinización confirma que estas zonas pueden ser gravemente afectadas (IDEAM, & IGAC, 2005; IDEAM, CAR, & U.D.C.A, 2017). Sin embargo, no existe una cifra actualizada del total de suelos afectados por este proceso de degradación, debido a la dinámica de las sales en el suelo y su dispersión. Sin embargo, ya se tienen bien identificadas las regiones con alta amenaza y susceptibilidad a la salinización y las áreas zonificadas con la mayor cantidad de suelos salinos, por lo cual es indispensable generar información que permita tomar decisiones en torno a esta problemática y que sea de utilidad para las zonas afectadas en el país. Para ello, es necesario determinar la concentración de sales en el suelo, la cual puede ser estimada en el extracto saturado al determinar su conductividad eléctrica (Ce), un parámetro que mide la capacidad de una solución de transmitir la electricidad, relacionado directamente con el contenido de sales (Porta, López, Acevedo, & Poch, 2014).
La salinización puede afectar de forma indirecta la estructura, permeabilidad, aireación e infiltración en el suelo y, de manera directa, puede alterar los procesos fisiológicos y bioquímicos de plantas y microorganismos del suelo (Lamz & González, 2013; Yan, Marschnerc, Caoa, Zuoa, & Qin, 2015). Por ejemplo, puede ocasionar problemas relacionados con la disponibilidad de alimentos, la fertilidad del suelo, la pérdida de ecosistemas y de biodiversidad (Lamz & González, 2013; IDEAM, CAR & U.D.C.A, 2017). Se han usado diversas técnicas para tratar esta problemática, como el lavado de sales, la aplicación de cal agrícola y enmiendas químicas, el arado mecánico de la capa superficial y otras prácticas. No obstante, estas tienden a ser costosas y de difícil aplicación e incluso, a largo plazo, pueden generar pérdida o degradación de la estructura y propiedades del suelo (Mesa, 2003; Perla Marando, Irisarri, & Sagardoy, 2004; Sánchez & Arguello, 2006).
En los últimos años, se han venido probando alternativas, como la fitorremediación y la biorremediación con microorganismos, orientadas a la recuperación de suelos degradados por salinización con el fin de disminuir la pérdida del potencial agrícola del suelo y obtener beneficios económicos y ambientales (Ramírez, Serrano, & Sandoval, 2006; Le Borgne, Paniagua, & Vázquez, 2008; Castillo & Barragán, 2011; Ladeiro, 2012). Dentro de los posibles microorganismos utilizados para estos fines, se ha demostrado que las bacterias halófilas tienen un alto potencial para capturar sodio in vitro. Esto abre la posibilidad a orientar los estudios de biorremediación de aguas y suelos con el fin de mitigar el efecto de la salinización (Ramírez, Sandoval & Serrano, 2004; Sánchez & Arguello 2006; Flores, Zavaleta, Zambrano, Cervantes, & Izaguirre, 2010; Faraj, Abdul, & Huyop, 2016).
Las bacterias halófilas se clasifican como halotolerantes, moderadamente halófilas y halófilas extremas, dependiendo de su requerimiento de sal (Oren, 2008; Kanekar, Kanekar, Kelkar, & Dhakephalkar, 2011; Faraj et al., 2016). Tienen dos mecanismos de adaptación a las altas concentraciones salinas: la estrategia de sal en el citoplasma, basada en la acumulación de sal en el interior de la célula y en la adaptación de todos los sistemas a las altas concentraciones salinas (Kunte, 2005; Kanekar et al., 2011; Faraj et al., 2016); y la estrategia de solutos orgánicos (dependiente de concentraciones de NaCl), relacionada con la acumulación de compuestos orgánicos, como azúcares, polioles, aminoácidos y/o derivados de estos que no alteran el metabolismo celular ni siquiera en concentraciones citoplasmáticas altas compatibles (Kunte, 2005; Faraj et al., 2016). Teniendo esto en cuenta, la investigación propone el uso de bacterias halófilas aisladas de dos ambientes salinos en Colombia como una posible alternativa de rehabilitación de suelos salinizados para la producción agrícola y agropecuaria. Por tanto, el objetivo de este trabajo fue evaluar el potencial de las bacterias halófilas seleccionadas sobre la disminución de la conductividad eléctrica de un suelo moderadamente salino y el crecimiento de plantas de tomate, un cultivo altamente susceptible.
Materiales y métodos
Aislamiento de bacterias halófilas: A partir de los mapas de amenaza y susceptibilidad a la salinización en Colombia (IDEAM, & IGAC, 2005; IDEAM, CAR, & U.D.C.A, 2017), se identificaron y seleccionaron dos zonas para tomar muestras de suelo: cuatro áreas de la Zona 1/ Manaure (arena de playa y suelo salinizado) y tres de la Zona 2/ Sáchica (suelos salinizados de invernaderos). Las muestras fueron recolectadas a una profundidad de 20 cm, con aproximadamente 500 g por muestra y almacenadas a 4 °C hasta ser procesadas en el laboratorio. Para la recolección se siguió el protocolo para muestreo de suelo y abonos orgánicos del IDEAM (2008).
Con el fin de recuperar la mayor cantidad de bacterias halófilas e impedir el crecimiento de microrganismos que no fueran de interés, el aislamiento de las cepas bacterianas se realizó en agar nutritivo modificado con 1.5 % de NaCl a partir de diluciones seriadas. Las condiciones de crecimiento fueron 37 °C durante 24 horas de incubación (Sánchez & Arguello, 2006; Castro et al., 2011; Rojas, Moreno, Pardo, Obando, & Rivera, 2012). Posteriormente, se realizaron siembras de las cepas bacterianas recuperadas en agar nutritivo con diferentes concentraciones de NaCl al 3, 6, 9 y 12 %. Se seleccionaron las cepas que crecieron en la mayor concentración - a 37 °C, durante 24 horas - como las que mayor potencial podrían tener para disminuir la Ce. Finalmente, se realizó una clasificación con base en las características morfológicas a nivel macroscópico teniendo en cuenta la forma, color, borde, elevación y superficie de las colonias; y, a nivel microscópico, considerando su forma y afinidad por la tinción de Gram.
Preparación de inóculos: Se realizaron siembras de las cepas seleccionadas en agar nutritivo con 6 % de NaCl para inhibir el crecimiento de contaminantes y se incubaron durante 24 h a 37 °C. A partir de estos crecimientos, se prepararon pre-inóculos recolectando el contenido de las cajas de Petri con las bacterias en 10 µl de solución salina, los cuales fueron diluidos posteriormente hasta conseguir una concentración de 106 UFC/ml. Los inóculos utilizados para el bioensayo se obtuvieron a partir de una solución de cada cepa bacteriana. Después de después 24 horas de incubación a 37 °C y 120 rpm se tomó 1 ml de los pre-inóculos de cada cepa proveniente del caldo nutritivo (6 % NaCl) para obtener los inóculos finales que se usaron en el bioensayo. La concentración final fue de 108 UFC/ml, verificada con espectrofotometría a 600 nm para cada una de las cepas bacterianas. (McFarland, 1907; Pérez, Ramírez & Escalante, 2012; Sánchez, Gómez-Vargas, Garrido Rubiano, & Bonilla Buitrago, 2012).
Bioensayo en invernadero: Se siguió un diseño experimental completamente aleatorizado (7 x 5) con siete tratamientos (seis cepas bacterianas y un testigo) y cinco repeticiones para cada uno. Estos fueron aplicados en materas de 25 cm con bolsas (sistema cerrado para evitar lavado de sales) de 3 kg con suelo moderadamente salino (5.2 ds/m Ce) y se recolectó en Sáchica-Boyacá (muestra compuesta, técnica en zigzag - 25 cm profundidad) siguiendo el protocolo para muestreo de suelo y abonos orgánicos del IDEAM (2008). Este fue esterilizado en autoclave a 121 °C durante 15 minutos, con el fin de disminuir la carga microbiana del suelo y favorecer el crecimiento de las bacterias halófilas.
El bioensayo se dividió en dos fases: en la primera, cada matera fue inoculada con 5 ml de una solución bacteriana [108 UFC/ml] de cada una de las cepas halófilas - a excepción del testigo absoluto que fue inoculado con 5 ml de caldo nutritivo sin bacterias - procedimiento que se repitió luego de 15 d; en la fase dos, luego de disminuir la conductividad eléctrica del suelo a 2.0 ds/m un mes después de iniciar el bioensayo, se sembraron plántulas de tomate y se realizaron inoculaciones cada 15 d con las bacterias halófilas en las materas, a excepción del testigo, y se agregaron cinco materas con suelo no salino como control positivo únicamente para el crecimiento de la planta de tomate. Seguidamente, se determinaron las variables agronómicas asociadas a la salinización del suelo semanalmente. En total se realizaron 10 mediciones de Ce con un conductímetro Handylab multiparamétrico siguiendo la metodología propuesta por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) (IGAC, 2006).
A las plantas de tomate, se les determino semanalmente altura de la planta y número de hojas. También se observó clorosis y marchitez durante este tiempo (Barraza & Cardona, 2004; Barrera, Suárez, & Melgarejo, 2010). Finalmente, cada 15 d se determinó el área foliar por métodos directos no destructivos, calculando el área por planimetría en el programa Image J 2016 (Brito, Romero, Casen, Alonso, & Digonzelli, 2007). Asimismo, se realizaron recuentos bacterianos cada 15 d para verificar la presencia de las bacterias halófilas y establecer una posible relación con la disminución de la conductividad eléctrica. La técnica de recuento usada fue el conteo de UFC en placa (UFC x factor de dilución/gr de suelo) (Madigan, Martinko, Dunlap, & Clark, 2009; Corral-Lugo et al., 2012). El medio de cultivo utilizado fue agar nutritivo modificado con 6 % de NaCl para garantizar que los microorganismos aislados fueran halófilos y para disminuir el riesgo de contaminación. Se realizaron tres repeticiones de recuentos por tratamiento incluyendo el testigo.
Análisis estadístico: Los datos de las variables colectadas del bioensayo fueron procesados con el lenguaje de programación R (R Core Team, 2016). La evaluación del efecto de los tratamientos sobre la respuesta de las variables cuantitativas se realizó a través de un anova previo cumplimiento de supuestos de normalidad de residuales y homogeneidad de varianzas, asociado con la prueba de comparación de Tukey. Además, se realizó una prueba de medidas repetidas para aislar el efecto del tiempo sobre las mediciones. Por otro lado, las variables cualitativas fueron procesadas por medio de la prueba de asociación chi2 (X 2), realizada a través de tablas de contingencia probadas con un nivel de significancia (alfa) del 5 %.
Resultados
Aislamiento de bacterias halófilas: Se obtuvieron 18 cepas bacterianas a partir de las muestras de suelo del municipio de Manaure y 20 cepas bacterianas de las muestras de suelo del municipio de Sáchica. De estas, se seleccionaron 6 con base en el crecimiento que presentaron en agar nutritivo modificado con diferentes concentraciones de NaCl (3, 6, 9 y 12 %): el crecimiento fue abundante para las 6 cepas en menos de 24 horas a 37 °C. La caracterización morfológica macroscópica y microscópica de las cepas bacterianas halofilas se presenta en la Tabla 1.
Zona | Cepa | Aislamiento % Na Cl | Muestra | Morfologia | Gram | Forma | Elevación | Borde | Superficie | Consistencia | Pigmento | Salado Manitol |
1M | C1 | 3-6-9-12% | Suelo | Bacilos | Negativos | Puntiforme | Convexa | Irregular-redondeado | Lisa | Cremosa | Rosa | V/A |
2M | C2 | 3-6-9-12% | Suelo | Bacilos | Negativos | Plana | Convexa | Irregular-redondeado | Lisa | Mucoide | Crema | N/V |
2S | C3 | 3-6-9-12% | Suelo | Bacilos | Positivos | Plana | Convexa | Irregular-redondeado | Lisa | Cremosa | Crema | V/A |
2S | C4 | 3-6-9-12% | Suelo | Bacilos | Positivos | Puntiforme | Convexa | Irregular-redondeado | Lisa | Cremosa | Crema | V/A |
2S | C5 | 3-6-9-12% | Suelo | Bacilos | Positivos | Puntiforme | Convexa | Irregular-redondeado | Lisa | Mucoide | Crema | V/A |
2S | C5 | 3-6-9-12% | Suelo | Bacilos | Positivos | Puntiforme | Convexa | Irregular-redondeado | Lisa | Cremosa | Crema | V/A |
*V/A viro a amarillo, fermentación de manitol, y N/V, no viro, no hay fermentación de manitol.
Bioensayo en invernadero: Se observó la disminución de la conductividad eléctrica del suelo en todos los tratamientos desde la primera semana (Fig. 1). En la Tabla 2, se pueden observar los valores de la Ce para cada tratamiento durante las 10 semanas que duró el bioensayo. En todos los tratamientos se presentó una disminución de este parámetro salvo los valores obtenidos para la semana siete donde hubo un aumento en la Ce, principalmente en el tratamiento con la Cepa 1 (Tabla 2). El testigo negativo también presentó disminución en la conductividad eléctrica en relación con los tratamientos evaluados. Durante la semana 10, se observó que todos los tratamientos muestran valores de Ce < 2 ds/m, valor que está clasificado en el rango de salinidad muy ligera.
Tratamientos | Semanas | ||||||||||
S1 | S2 | S3 | S4 | S5 | S6 | S7 | S8 | S9 | S10 | ||
T1 | Cepa 1 | (a) 5.2 | (a) 4.7 | (ab) 3.2 | (a) 2.6 | (a) 1.9 | (a) 1.9 | (ab) 3.8 | (a) 2.3 | (a) 1.2 | (a) 0.8 |
T2 | Cepa 2 | (a) 5.2 | (a) 4.2 | (a) 2.6 | (a) 2.2 | (a) 1.9 | (a) 2.6 | (ab) 3.1 | (a) 1.7 | (a) 1.1 | (a) 0.7 |
T3 | Cepa 3 | (a) 5.2 | (a) 4.1 | (a) 2.9 | (a) 2.2 | (a) 1.7 | (a) 1.4 | (a) 1.8 | (a) 1.5 | (a) 1.3 | (a) 0.8 |
T4 | Cepa 4 | (a) 5.2 | (a) 4.1 | (ab) 3.0 | (a) 2.6 | (a) 2.5 | (a) 2.2 | (ab) 2.5 | (a) 2.2 | (a) 1.1 | (a) 0.6 |
T5 | Cepa 5 | (a) 5.2 | (c) 6.2 | (a) 2.8 | (a) 2.2 | (a) 1.9 | (a) 1.8 | (ab) 2.3 | (a) 1.4 | (a) 1.1 | (a) 0.7 |
T6 | Cepa 6 | (a) 5.2 | (ab) 5.1 | (ab) 3.1 | (a) 2.2 | (a) 1.9 | (a) 1.8 | (ab) 3.0 | (a) 1.4 | (a) 1.0 | (a) 0.7 |
T- | Testigo | (a) 5.2 | (ab) 5.1 | (c) 4.3 | (b) 3.6 | (b) 3.7 | (b) 4.1 | (b) 4.3 | (b) 3.8 | (b) 3.5 | (b) 3.0 |
*Abreviaturas usadas en la tabla 2: Ce ds/m Conductividad eléctrica (desisiemens/metro).
**Letras diferentes representan diferencias significativas (P < 0.05). S =semanas.
El análisis de varianza y prueba de comparación de Tukey permitieron establecer que, en todos los tratamientos con las cepas bacterianas halófilas, hubo un efecto directo en la disminución de la conductividad eléctrica del suelo (P < 0.05), lo que indica que sí hay influencia de los tratamientos sobre el suelo. Adicionalmente, los resultados del análisis de medidas repetidas confirmaron que no existen diferencias significativas entre cepas. Con base en estos resultados y debido al sistema cerrado que se manejó en el bioensayo, se puede interpretar que la disminución en la Ce se debe a los tratamientos con las cepas que fueron aplicadas y/o a la absorción de sales realizada por las plantas, reflejada en los efectos de toxicidad observados en las variables agronómicas cualitativas determinadas (Fig. 1).
Para los recuentos de bacterias halofilas, los resultados obtenidos por medio de la técnica de recuento en placa demostraron la presencia de bacterias halófilas en el suelo para todos los tratamientos, así como en el suelo usado como testigo (suelo con salinidad moderada 5.2 ds/m), donde no se aplicó ninguna cepa bacteriana (carga microbiana inicial del suelo 2.8 × 103 UFC/gr). También se evidenció crecimiento de microorganismos halófilos. Los recuentos obtenidos para los tratamientos estuvieron por encima de 106 UFCg-1 suelo, con excepción del testigo absoluto que mostró recuentos < 104 UFCg-1 suelo. Por último, el análisis de varianza y la prueba de Tukey permitieron establecer que, en el primer recuento, no hubo diferencias significativas (F = 2.68, P > 0.05) entre los tratamientos. En cambio, en el segundo recuento se observaron diferencias entre los tratamientos T3 y T5 con respecto a los demás y el testigo (F = 7.13, P < 0.05). Adicionalmente, el tercer recuento evidenció diferencias de T1 y T5 con los demás tratamientos (F = 5.49, P < 0.05); para el recuento final, 58 d después del montaje, se determinó una diferencia marcada entre el T1 y los demás tratamientos incluyendo el testigo. (F = 9.52, P < 0.05) (Tabla 3).
S1 | S2 | S3 | S4 | |
T- | (a) 1.6 x 10e5 | (a) 4.9x 10e5 | (a) 5.9x 10e5 | (a) 4.4 x 10e5 |
T1 | (a) 1.5 x 10e7 | (a) 9.1 x 10e7 | (a) 1.2 x 10e8 | (ab) 2.4 x 10e8 |
T2 | (a) 3.8 x 10e6 | (ab) 5.3 x 10e6 | (a) 1.1 x 10e8 | (abc) 1.4 x 10e8 |
T3 | (a) 7.9 x 10e7 | (ab) 1.3 x 10e8 | (ab) 5.6 x 10e7 | (abcd) 6.0 x 10e8 |
T4 | (a) 1.1 x 10e8 | (b) 4.4 x 10e7 | (ab) 2.5 x 10e6 | (bcd) 3.3 x 10e7 |
T5 | (a) 1.2 x 10e8 | (b) 1.1 x 10e8 | (b) 1.5 x 10e8 | (cd) 1.9 x 10e8 |
T6 | (a) 1.4 x 10e8 | (b) 2.0 x 10e6 | (b) 1.0 x 10e8 | (d) 1.0 x 10e8 |
T = Tratamiento, T- = testigo, S= Semana. Las unidades de los recuentos son UFCg-1 suelo. Letras diferentes representan diferencias significativas, análisis estadístico de varianza y prueba de comparación de Tukey, programa R core team (2016).
T = Treatment, T- = witness, S = Week * The units of the counts are UFCg-1 ground. Different letters represent significant differences, statistical analysis of variance and Tukey comparison test, R core team program (2016).
Variables agronómicas en plantas de tomate: Todos los tratamientos permitieron el crecimiento de las plantas de tomate, sembradas luego de conseguir una Ce igual o menor a 2 ds/m. El crecimiento se vio reflejado en el aumento semanal de la altura y número de hojas, a diferencia de lo observado en el testigo absoluto que presentó pérdida de hojas, marchitez y clorosis desde la segunda semana: incluso, llegó a perder el 80 % de las plantas (Fig. 2, Fig. 3). Sin embargo, con respecto al control positivo de crecimiento para las plantas de tomate, (sembradas en suelo sin salinidad), se presentaron diferencias significativas en todas las variables agronómicas determinadas [Fig. 3A (F = 7.76, P < 0.05), Fig. 3B (F = 8.86, P < 0.05), Fig. 3C (F = 32.63, P < 0.05)]. Se evidenció una menor altura y menor número de hojas y algunos síntomas de toxicidad reflejados en la clorosis y marchitez de algunas plantas.
El análisis estadístico indicó que los tratamientos no tenían efecto directo sobre las variables agronómicas de la altura y número de hojas: la toxicidad de las sales pudo haber afectado algunas plantas. Por otra parte, los resultados para las variables de clorosis y marchitez que fueron analizados por medio de una prueba de χ2 mostraron que, en general, cuando hay clorosis se presenta marchitez. Finalmente, con respecto al área foliar, también se evidenció que ninguno de los tratamientos tuvo efecto directo sobre esta variable (Fig. 2, Fig. 3).
Discusión
A partir de las muestras de ambientes salinos en Manaure y Sáchica, se aislaron microorganismos bacterianos moderadamente halófilos con alto potencial para la captura y movilización de sodio en suelos salinizados, identificados macroscópica y microscópicamente como bacilos gram negativos (Tabla 1). Esto comprueba la existencia de una alta diversidad de microorganismos extremófílos en ambientes con condiciones adversas como las zonas ya mencionadas. Las bacterias halófilas usadas en esa investigación no fueron identificadas ni bioquómica ni molecularmente; sin embargo, pueden ser comparadas con géneros conocidos y reportados en la literatura como Salinivibrio sp., Pseudomonas halofila y/o Falvobacterium sp. para el caso de las cepas 1 y 2 (Oren, 2008; Kanekar et al., 2011) y Bacillus sp., Marinococcus sp., y Salinococcus sp., para el caso de las cepas 3, 4, 5 y 6 (Oren, 2008; Kanekar et al., 2011), teniendo en cuenta las caracteristicas descritas en la Tabla 1.
En relación con el mecanismo de adaptación a condiciones salinas y según los resultados y la literatura, es posible determinar que las bacterias halófilas usadas en el bioensayo emplean la estrategia de solutos compatibles, la cual permite un alto grado de adaptabilidad de las células a cambios en la concentración de sal de su entorno (Oren, 2008; Shivanand & Mugeraya, 2011; Faraj et al., 2016). Esta difiere de la estrategia de adaptación de sal en el citoplasma, la cual restringe únicamente a bacterias extremadamente halófilas y, con algunas excepciones, a bacterias fermentativas anaerobias (Halanaerobiales) que crecen exclusivamente en presencia de altas concentraciones de sal. Por lo cual, no se habrían desarrollado en el agar nutritivo con las concentraciones de sal usadas en este estudio (Oren, 2008; Shivanand & Mugeraya, 2011).
De acuerdo con lo anterior y conociendo la clasificación de los microorganismos halófilos con respecto a su requerimiento de sal (Kanekar et al., 2011; Faraj et al., 2016), es posible confirmar que las cepas usadas en este estudio pertenecen al grupo de bacterias moderadamente halófilas, ya que pueden tolerar un amplio rango de concentraciones de sal, evidenciado en su crecimiento en diferentes concentraciones de NaCl (Tabla 1) (Litchfield & Gillevet, 2002; Kanekar et al., 2011; Faraj et al., 2016).
En cuanto al bioensayo en invernadero, se observó que todas las cepas bacterianas halófilas evaluadas mostraron la capacidad de capturar sodio y movilizarlo. Se conoce que el crecimiento de ellas es dependiente de sodio (Na+) y lo utilizan para diversas reacciones bioenergéticas, por lo cual se está movilizando constantemente por la célula para mantener un gradiente de iones sodio a través de sus membranas citoplasmáticas mediante sistemas de transporte primario y secundario (Oren, 2008; Müller & Saum, 2005; Faraj et al., 2016). La movilización del sodio se evidenció por la disminución en la conductividad eléctrica del suelo evaluado, pasando de 5.2 ds/m - que corresponde a salinidad moderada - a valores menores que < 1.0 ds/m - que corresponden a salinidad muy ligera; sin embargo, dentro de los resultados obtenidos se encontró en la semana siete que la conductividad eléctrica aumentó para todos los tratamientos, comportamiento que fue más evidente en el T1 (cepa 1), esto posiblemente se relacione con el número de bacterias que ya han cumplido su ciclo de vida y mueren en el suelo liberando el sodio al medio externo luego de que ha sido movilizado y usado para los diversos procesos intracelulares (Oren, 2008; Müller & Saum, 2005). Es importante resaltar que, con base en lo anterior, este estudio encontró que debe garantizarse un inóculo activo de microorganismos para que se dé dicha movilización de sodio, algo que debe estudiarse con más detalle.
Con respecto a las variables agronómicas evaluadas, se observó que la sal presente en el suelo pudo haber afectado a algunas de las plantas en los tratamientos T4, T6, T2, ya que el tomate es una planta altamente sensible a los efectos de la toxicidad por sales. Esto se evidenció en la disminución de la altura de la planta, el número de hojas, la presencia de clorosis, necrosis o marchitez y en la disminución del área foliar (Fig. 2). Las plantas cultivadas en suelo salino o con aguas salinas sufren alteraciones en todo su metabolismo y lo reflejan macroscópicamente cuando se comparan con plantas cultivadas sin estrés salino (Casierra, Arias, & Pachón, 2013). Asimismo, diferentes estudios han reportado que, además, hay una disminución en la germinación, un menor peso de los frutos, entre otros efectos fisiológicos, morfológicos y bioquímicos (Goykovic & Saavedra, 2007; Casierra, Arias, & Pachón, 2013; Sanjuán Lara et al., 2015).
Los altibajos en la concentración de sales mostraron incidencia en las variables agronómicas evaluadas, que resultaron significativamente diferentes del control positivo de crecimiento para el tomate. No obstante, estos resultados indican que, a pesar de las diferencias con el control positivo, las plantas sembradas en el suelo con tratamientos evidencian mejoras en el crecimiento del tomate en comparación con el testigo absoluto. Además, según el análisis estadístico, no hay diferencias significativas entre los tratamientos (cepas) usados, ya que todos inciden en la disminución de la Ce; sin embargo, es posible estimar que el T1 es el tratamiento que podría tener un mayor potencial para rehabilitar suelos salinos debido a los valores de la Ce obtenidos y a los resultados observados con respecto a las variables agronómicas que, en comparación con los otros tratamientos, fueron mejores. Esto fue evidente en un 80 % de las unidades experimentales presentes hasta el final del bioensayo.
En Colombia, se han realizado investigaciones que orientan el trabajo con microorganismos para recuperar las características de los suelos. La mayoría se han realizado en condiciones de laboratorio (Sánchez & Arguello, 2006) y muy pocos en condiciones de invernadero (Escobar, Saravia, Guependo, & Ospina, 2011). Otras investigaciones con bacterias halófilas y halotolerantes también muestran el potencial de estos microrganismos como promotores de crecimiento vegetal y fijadores de nitrógeno, esto representa un beneficio adicional para las plantas (Rojas et al., 2012). Por esta razón, es de gran valor seguir realizando estudios que permitan encontrar una alternativa biológica para mitigar los efectos de los procesos de salinización en los suelos con vocación agrícola, sobre todo en un país como Colombia que ya cuenta con 14 millones de ha (12.3 %) afectadas por esta condición y donde se han identificado 11 009 018 ha (9.6 %) como suelos cultivables (repartidos entre los departamentos de Atlántico, Sucre, Magdalena, Quindío, Cundinamarca, Bolívar y Antioquia), muchos de los cuales ya presentan grandes áreas degradadas o con algún grado de susceptibilidad a esta problemática (IDEAM, CAR, & U.D.C.A, 2017).
Finalmente, se resalta que este ensayo podría ser replicado en suelos con diferentes concentraciones de sal en otras zonas afectadas por salinización del país con el fin de determinar los efectos en otros tipos de suelos, pero teniendo en cuenta, no solo la salinidad, sino también otras características físico-químicas y microbiológicas. Esto permitirá consolidar a largo plazo una estrategia alternativa viable para la rehabilitación de suelos afectados por la problemática de la salinización en Colombia usando bacterias halófilas.