El sarampión es una de las enfermedades infecciosas prevenibles mediante vacunación, de mayor contagiosidad. En la era prevacunación, la tasa de ataque más alta ocurría entre los 5 y 9 años, sin embargo, actualmente los infantes y niños pequeños destacan entre los grupos etarios más afectados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2015 el sarampión produjo 134200 fallecimientos en el mundo (367 muertes por día, 15 fallecidos por hora).1 En 2016, el 85% de la población infantil recibió al menos una dosis de vacuna de sarampión al año de edad, y durante 2000- 2015, la vacunación previno alrededor de 20,3 millones de fallecimientos, convirtiéndose esta en una de las mejores inversiones en salud pública.1
El sarampión es contagioso desde los 4 días antes hasta los 4 días después de la aparición del exantema,2,3 lo cual facilita la transmisión del virus previo al diagnóstico. Es así como los brotes pueden ocurrir en comunidades y regiones aún con coberturas de vacunación entre el 90 y el 95%.
Aunado a esto, muchos médicos y trabajadores de la salud nunca han visto casos, lo cual contribuye a su reconocimiento tardío y, consecuentemente, a atrasos en su reporte epidemiológico. Para lograr mantener el efecto rebaño y prevenir la aparición y propagación de brotes, se requieren tasas de coberturas vacunales contra el sarampión, de entre el 96 y el 99%.2
Debido a que la mayoría de infantes pierde los anticuerpos maternos protectores entre los 9 y 12 meses, se recomienda aplicar la primera dosis de vacuna SRP (sarampión, rubéola y parotiditis) entre los 12 y 15 meses. Los anticuerpos contra el virus se producen en un 85% cuando los niños son vacunados a los 9 meses, un 95% a los 12 meses y un 98% a los 15 meses.2-5Entre los 4 y 6 años, debe administrarse una segunda dosis, previo al ingreso escolar. Para niños menores de 1 año de países donde el sarampión tiene una alta incidencia, o para viajeros a estos países, la OMS recomienda una vacunación a los 9 meses, con el cumplimento posterior de sus otras dos dosis.3,5
Aproximadamente el 30% de los niños desarrolla una o más complicaciones, y estas son más frecuentes en menores de 5 años, desnutridos e inmunosuprimidos. A pesar de haber sido controlado por vacunación en la mayoría de países y haberse disminuido considerablemente las tasas de morbilidad y mortalidad asociadas, el sarampión aún representa una amenaza para los sistemas de salud pública de muchos lugares.
Los brotes continúan debido a bajas coberturas vacunales en algunos países, importación de casos y acumulación de grupos susceptibles. En el Reino Unido y resto de Europa, los Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y China, después de haberse detenido la transmisión del sarampión endémico, las falsas percepciones en la población general, de que la vacuna SRP (“MMR” en inglés) podía relacionarse con el desarrollo del autismo, produjo una caída importante en la tasas de cobertura vacunal en estos y otros países y, por lo tanto, llevó al resurgimiento de casos.6-10 Aparte de esto, es considerable el costo económico que conlleva la aparición de casos y brotes.11 En la última década, han sido numerosos los estudios realizados en muchos países que han descartado la vinculación de la vacuna con el autismo,12-14 y la revista donde se había reportado la posible asociación se retractó años después, entre otras acciones tomadas.
En el último año, el incremento de casos y fallecidos por sarampión ha sido preocupante, y al 11 de julio de 2017, la OMS había reportado 35 fallecidos en los últimos 12 meses en Europa.15 Debido a que en algunos países europeos, hasta un 40% de la población no está vacunada contra el sarampión, se ha decidido la vacunación obligatoria en determinadas zonas, tal y como se hizo en los Estados Unidos.
En Costa Rica, el sarampión representó una de las principales causas de mortalidad infantil y ya para principios de los 80, era impresionante el descenso en el número de fallecidos por esta y otras enfermedades prevenibles por vacunación.16 De acuerdo con el Ministerio de Salud,17 el último caso autóctono en Costa Rica fue en 1999; en 2003 se reportó un caso importado, y en 2005, otro caso en una escolar de 7 años; en 2014 se detectó otro caso importado que fue confirmado por el CDC. Parte del éxito en la prevención y control de nuevos brotes en el país, obedece a otras medidas implementadas a principios de la década anterior, como parte de las acciones con miras a la eliminación del sarampión, la rubéola y el síndrome de rubéola congénita en Costa Rica, cuando se efectuó una exitosa campaña de vacunación masiva contra estas enfermedades, alcanzando coberturas cercanas al 98% en hombres y mujeres de 15 a 39 años.18-21
Desde 2002, cuando en las Américas se notificó el último caso de sarampión endémico en Venezuela,22,23 se había interrumpido la transmisión del virus en la región. Sin embargo, por su circulación en otros países, hubo casos importados en los años siguientes,24,25 lo que convirtió a Latinoamérica en una región en riesgo de nuevos brotes.26,27 Entre 2003 y 2014, el total de casos importados llegó a 5077 en las Américas.28 Entre 2013 y 2015, hubo un repunte significativo de casos en Brasil, a pesar de que la cobertura nacional de al menos 1 dosis de vacuna de sarampión en mayores de 1 año, superaba el 95%; sin embargo, dicha cobertura era menor al 95% hasta en el 15 al 48% de municipios del país.27,29
Tras más de dos décadas de esfuerzo y preparación, la región de las Américas se convirtió en septiembre de 2016, en la primera en el mundo en ser declarada libre de sarampión.28 Definida como tal, su eliminación se refiere como “la interrupción de la transmisión endémica del virus del sarampión en todos los países de las Américas por un periodo igual o superior a 12 meses, en presencia de un sistema de vigilancia de alta calidad”. No obstante, más recientemente,28 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportó que de las semanas epidemiológicas 1 a 17 de 2017, se notificaron 84 casos confirmados en 3 países de la región: 2 en Argentina, 39 en Canadá y 43 en los Estados Unidos. Todos los casos confirmados en 2016 (96) y los reportados a mayo de 2017 fueron importados de otras regiones del mundo, relacionados con importación o con fuente desconocida.30
En conclusión, si bien es cierto en 2016 se declaró a las Américas libre de transmisión del sarampión endémico, su riesgo existe para cualquier país, sobre todo casos importados.
La proliferación de grupos antivacunas en algunos países, la desinformación de las personas, las bajas coberturas de vacunación en ciertas regiones, los esquemas incompletos, la acumulación de grupos etarios susceptibles y el alto flujo de turismo extranjero, convierten al sarampión en una enfermedad potencialmente peligrosa para Costa Rica y la región. Es por eso importante conocer el panorama mundial y el Protocolo de Vigilancia de Sarampión y Rubéola de Costa Rica y, ante casos sospechosos, activar el reporte epidemiológico, idealmente durante las primeras 24 horas.17