Los avances en técnica quirúrgica y en el área de la inmunología han permitido realizar trasplantes a pacientes con falla terminal de órganos como el corazón, los pulmones, el hígado o los riñones. Este tipo de intervenciones depende por completo de la disponibilidad de órganos y existen múltiples obstáculos para que su provisión sea la adecuada. La limitada disponibilidad de órganos para donación se ha convertido en una crisis de salud pública.1 Existe una desproporción marcada entre los índices de donación y el número de pacientes que espera un trasplante. Este fenómeno requiere un abordaje multifactorial que incluya factores clínicos y educacionales.2 En este último grupo se debe mejorar el nivel de conocimiento y la actitud del público en general, sobre los conceptos de donación de órganos y de muerte cerebral. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que el personal médico requiere mostrar también un entendimiento claro del tema, lo cual depende del nivel de formación adquirido durante la carrera universitaria. Por tanto, es transcendental evaluar dicho nivel y así identificar si existe cierta desinformación que pueda incidir negativamente en el apoyo a los programas de donación de órganos. Por tal motivo, se planteó un estudio para valorar las actitudes y conocimientos sobre la donación y trasplantes de órganos y sobre el tema de la muerte cerebral, en estudiantes de ciencias de la salud.
Métodos
El diseño del estudio fue de tipo transversal y descriptivo mediante la aplicación de una encuesta a estudiantes universitarios de diferentes carreras de ciencias de la salud de esta universidad. La población por encuestar se seleccionó de manera aleatoria. El instrumento fue diseñado por los investigadores y constó de dos partes. Una primera parte para recolectar información sociodemográfica del estudiante y una segunda constituida por una escala Likert de 21 ítems, con el propósito de medir el conocimiento y las actitudes del evaluado sobre sobre la donación y trasplante de órganos. Se caracterizó la población encuestada según género, edad, estado civil y nivel de la carrera en el que se encuentra (ciencias básicas o clínicas). También se identificó la razón principal para motivar la donación, no aceptar la donación, y los motivos que se considera que limitan los trasplantes en el país. Se incluyó en el cuestionario ítems para el nivel de conocimiento sobre el concepto de muerte cerebral, legislación sobre donación de órganos y acerca de los programas de trasplante que se efectúan en el país.
El estudio fue aprobado por el Comité ético científico institucional (CEC). Para la evaluación de los datos se utilizó el programa Statistical Program for Social Science o SPSS (IBM), en la versión 19, mediante el cual se hizo un análisis de frecuencia con su respectivo análisis de confiabilidad mediante alpha de Cronbach.
Resultados
Se aplicó la encuesta a 326 estudiantes de ciencias de la salud de diferentes carreras de esta universidad: Medicina (n=116), Enfermería (n= 15), Farmacia (n=89), y Psicología (n=106). La mayoría de ellos cursando el ciclo de ciencias básicas de sus respectivas carreras (57,7%) y el resto a nivel de ciencias clínicas (42,3%). La distribución por género fue del 73% de mujeres (n= 238) y el 27% de hombres (n= 88). La edad mínima fue 17 y la máxima 55, para una media de 23,25 años.
La distribución por estado civil mostró una mayor frecuencia de soltería, con un 85,6 %.
En cuanto a las actitudes sobre la donación, se mostró una disposición a donar sus órganos en 90,8 % de los casos. No obstante, solo el 35,3% contaba con documentación que lo identificaron como donante. Un 86,2% estaría de acuerdo o muy de acuerdo en donar órganos de un familiar. La mayoría (94,2%) considera que donar tiene un motivo humanitario y solo un 16% cree que la religión es motivo de objeción para hacerlo.
En una proporción aún menor (7,6%) se cifran los encuestados que consideran que la mutilación es una causa para oponerse a donar órganos.
Solamente 23 encuestados (9,7%) consideran que la falta de experiencia en trasplantes en el país los limitaría al donar órganos. Sin embargo, un 54% opina que el alto costo de los trasplantes reduce el número de intervenciones nacionales. En el caso de la falta de donadores, un 85% cree que éste es un motivo importante para que no haya suficientes trasplantes en Costa Rica.
En lo que se refiere a fuentes de información sobre el tema, un 43,9% acepta haberse informado al respecto, partiendo de los medios de comunicación, y solo un 36,2%, a partir de cursos universitarios. Un 92,6% de los encuestados refiere requerir más información sobre el tema.
Al evaluar el nivel de conocimiento acerca de la donación de órganos y su regulación a nivel nacional, se obtuvo que en cuanto al conocimiento sobre la legislación nacional, un 62,9% conoce que se permite la extracción de órganos salvo que haya constancia de oposición. Un 26,3% tiene el concepto equivocado de que la muerte cerebral es una condición reversible. Al relacionar esta respuesta con el nivel que cursan los estudiantes, se muestra una discreta mejoría hacia la opción correcta (289 contra 87 estudiantes). Por otra parte, un 70,6% considera que es necesario confirmar el diagnóstico de muerte cerebral mediante métodos de alta tecnología. La exclusión de pacientes que hayan sufrido paro cardiaco se consideró en un 40,2% de los casos.
En cuanto a los criterios de donante, un 33,5% señala que no existe contraindicación. Casi la mitad de los encuestados (44,8 %) no distingue entre muerte cerebral y estado neurovegetativo persistente. Al distribuir a los estudiantes según nivel (ciencias básicas y ciencias clínicas), se demostró que hay una tendencia a mejorar el conocimiento sobre esta diferencia, pasando la relación de una respuesta correcta de 1.16:1 a 3:1. Un 678 % considera que es posible mantener con soporte vital indefinidamente a un paciente en muerte cerebral. Un 90% de los encuestados refiere que de un mismo donante se pueden obtener varios órganos. Se muestran en el Cuadro 1 algunos resultados de esta parte del cuestionario.
En la pregunta de respuesta múltiple se obtuvo datos en 310 de los encuestados. Como resultado, se obtuvo que para los encuestados, el programa de trasplante de órganos más frecuente en el país es el de riñón (92,9%) seguido por corazón y córnea (55,8%), hígado (52,6%), médula (48,1%), pulmón (26,8%) y hueso (18,4%).
Discusión
Como estrategia para contrarrestar la baja provisión de órganos se han llevado a cabo múltiples investigaciones en procura de valorar la actitud y el nivel de conocimiento sobre la donación de órganos y trasplantes. Con respecto a la actitud hacia la donación por parte del público general, Spital encontró que el 63% de los encuestados opinó que donaría sus órganos, pero solo un 50% donaría los de un familiar.3 En este estudio la aceptación para donar los órganos propios y los de un familiar fue bastante similar (90,8 % y 86,2%, respectivamente).
Sobre la actitud hacia los trasplantes, los hallazgos en estudiantes de ciencias de salud han sido similares. Cobo y colaboradores realizaron también una encuesta a 75 estudiantes de Enfermería y encontraron que un 64,3% donaría órganos en vida y un 73,8% daría consentimiento de donar los órganos de un familiar.4 Hobeika et al aplicaron cuestionarios a cirujanos, residentes de cirugía y estudiantes de Medicina en dos centros médicos académicos. Un 64% de los encuestados mostró anuencia para donar y un 49% tenían una tarjeta de donación.5 Un 84% de los encuestados accedería a donar órganos de un familiar. Un 16% indicó que la negativa a hacerlo obedece a motivos religiosos. No se determinó que el aspecto religioso influyera en la actitud para la donación, sin embargo, otros autores sí han encontrado un importante impacto. Sobnach y colaboradores hallaron en una población de estudiantes de Medicina en Cape Town, Sudáfrica, que la población musulmana se mostró más renuente a donar.6 Además, en otro estudio, realizado en estudiantes de Medicina en Rumania, Jung demostró un alto porcentaje de negativa (38,6%) a la donación de órganos de un pariente fallecido, lo cual se justificó por razones de respeto y preservación de la integridad del cuerpo.7 Muchos otros estudios han evaluado la actitud de profesionales en salud sobre la donación de órganos, con resultados similares.8 - 12
Además de la actitud, es importante reconocer la influencia de otros determinantes para que se lleve a cabo la donación. De acuerdo con Cantarovich, la resistencia a la donación puede ser, en parte, producto de un nivel de conocimiento insuficiente sobre el tema.12 Mora y colaboradores encontraron que la falta de información es, de acuerdo con los encuestados, el principal obstáculo para la donación.13 Este fenómeno no solo afecta al público general, sino también a los profesionales en ciencias de la salud. Esto es particularmente preocupante, ya que ellos deberían ser los principales promotores de la donación. Sin embargo, múltiples estudios han demostrado que una de las principales barreras para la donación de órganos es la falla del equipo médico para identificar potenciales donantes.14 - 18Por tales motivos, es importante evaluar no solo la actitud, sino el nivel de conocimiento del personal de salud sobre la donación de órganos y trasplantes. Al respecto, Tuesca et al evaluaron a 274 médicos y hallaron un nivel conocimiento regular en el 50,73% de los encuestados y bueno en el 41,24%.19 Se identificó específicamente que los médicos participantes en el estudio desconocen el marco legal de la donación.
Se ha planteado, además, que el desconocimiento del personal de salud es producto de formación universitaria incompleta sobre el tema. Al respecto, se han realizado estudios en residentes y estudiantes de diversas ciencias de la salud. Por ejemplo, Bardell et al demostraron que un 36% de los estudiantes de Medicina evaluados no sabía qué significaba muerte cerebral.20 Al indagar sobre el entendimiento del concepto de muerte cerebral en estudiantes de Medicina, Tawil y colaboradores demostraron también un bajo nivel de conocimiento. Esto condujo a los autores a recomendar la inclusión del tema en el currículum del plan de estudios de la carrera.21 Galvao y colaboradores también encontraron un alto nivel de intención en estudiantes de Medicina para donar órganos. Sin embargo, el 70 % de los entrevistados aceptó tener un nivel de información regular o pobre sobre el tema.22
Al valorar el nivel de conocimiento sobre ciertos conceptos relacionados con la muerte cerebral en médicos residentes, Ríos et al demostraron que solo el 81% de los encuestados conocía claramente el concepto de muerte cerebral.23 En una encuesta similar al presente estudio, Palacios et al evaluaron la opinión sobre este tema en médicos, enfermeras y matronas, y técnicos paramédicos. Como resultado se encontró que persisten errores conceptuales, los cuales influyen en el bajo número de donantes efectivos que se obtiene.24 En Grecia, en una población también constituida por estudiantes de Medicina, Dardavessis evidenció que el 78,9% afirmó su ignorancia sobre la legislación existente.25
Se ha planteado como estrategia para aumentar la disponibilidad de órganos, incluir este tema en el currículo médico26 y mejorar la capacidad de comunicación de los estudiantes para la solicitud de donaciones.27 Sobre el efecto de la educación médica, Radunz et al, del Hospital Universitario Essen, en Alemania, demostraron que la intervención educativa sobre la donación de órganos permitió sensibilizar al grupo de estudiantes de Medicina sobre este tema,28 lo que ha llevado a plantear que una mejor educación de los estudiantes de Medicina acerca de la donación, puede repercutir en identificar potenciales donadores mediante la comunicación con sus familiares.29 Por otra parte, Sobnach y colaboradores encontraron, en un estudio que incluyó estudiantes de preclínica, un nivel limitado de conocimiento sobre el trasplante de órganos, por lo que recomendaron una intervención curricular temprana.30 Sobre este mismo tema curricular, Almeida et al proponen una perspectiva denominada la liga de trasplantes, la cual consiste en una agrupación que se dedique a actividades de educación, investigación y prácticas en trasplantes. De acuerdo con los autores, este tipo de iniciativas podría influir en la disponibilidad de órganos.31
En Costa Rica, Leal-Mateos et al evaluaron, mediante un cuestionario autoadministrado a personal de salud, el conocimiento y actitudes hacia la donación de órganos, y pudieron determinar que un 55,4% (n=51) de los participantes consideró que los trasplantes de órganos son procedimientos poco frecuentes en el país 32. Otro hallazgo importante de este estudio, es que únicamente el 21,7% (n=20) contestó conocer la ley sobre donación de órganos. Solo el 21,7% reconoció conocer de forma completa los criterios de muerte encefálica.
En el estudio se identificó también la presencia de conceptos equivocados. Por ejemplo, un 26,5% considera que la muerte cerebral es reversible. De igual forma, una mayoría indica que es obligatoria la confirmación de muerte cerebral mediante el uso de alta tecnología, lo cual es incorrecto. La determinación de muerte cerebral es clínica y la utilización de métodos tecnológicos es opcional y se reserva para casos dudosos. Tal vez el concepto erróneo más serio es considerar como equivalentes el estado neurovegetativo y la muerte cerebral. Igualmente es equivocado considerar que se puede mantener por tiempo indefinido a un paciente en muerte cerebral.
Otro punto evaluado fueron los medios para acceder información sobre el tema. Sobre este particular, Singh et al encontraron en una población de estudiantes de Medicina, que la mayoría de los encuestados afirma haberse informado por medio de la televisión, periódicos y revistas.33 Este estudio identificó que casi la mitad de los encuestados acepta haberse informado por los medios de comunicación, y solo una tercera parte a raíz de los cursos universitarios. Así se resalta una necesidad imperativa de mejorar el aporte de conocimientos sobre estos temas, durante la formación de los profesionales en salud. Conviene tener en cuenta que se ha demostrado que programas educativos han mejorado la actitud de los médicos hacia la donación.34 , 35
Se evidenció en el presente estudio, que hay desconocimiento sobre los programas de trasplantes nacionales existentes. Por ejemplo, se acepta como un programa activo, el trasplante de corazón y de pulmón, a pesar que de que, al momento de aplicar la encuesta, era infrecuente en nuestro medio. En un estudio similar, Tuesca et al encontraron que hasta un 72,3% de los encuestados desconoce la existencia de programas de donación y trasplante de órganos en su región.19
Concluyendo, el estudio realizado demostró gran aceptación a donar órganos, pero frecuentemente sin una declaración documentada de dicha voluntad. Además, existen conceptos equivocados sobre el concepto de muerte cerebral y la donación de órganos. Hay un nivel de conocimiento reducido sobre la legislación respectiva y falta información acerca de los programas existentes en el país. La inclusión del tema dentro del plan de estudios de las ciencias de la salud y la implementación de programas de capacitación podrían mejorar el nivel de conocimiento y, eventualmente, repercutir en una mayor obtención de órganos para ser trasplantados.