Introducción
Para el investigador de la cultura material masónica española resulta esperanzador encontrar nuevas piezas objeto de estudio, pues -como ya hemos señalado otras veces- la persecución sufrida por los masones en España, a lo largo de una buena parte de su historia, parece ser la causa de que se conserve un reducido número de objetos del arte masónico español. El principal repositorio de datos sobre la historia de la masonería española se encuentra en el Centro Documental de la Memoria Histórica (cdmh): biblioteca, archivo y museo conservan todo aquello perteneciente a la masonería y lo cual las autoridades de la dictadura franquista decomisaron y depositaron en el otrora conocido como «Archivo de Salamanca».
Una importante sección del cdmh lo constituye el conjunto de artefactos de todo tipo -ritualísticos, administrativos, documentales, decorativos, funcionales, identitarios, etc. - que esperan ser investigados en su contexto, y se les ponga en valor.
Con frecuencia, algunas de estas obras son cedidas para la celebración de exposiciones, pero en su mayoría, más allá de haber sido inventariadas, nunca han sido objeto de estudio desde planteamientos científicos. Sin embargo, el universo de estudio de estos objetos del arte mobiliar masónico español no puede ceñirse exclusivamente a los depositados en el cdmh, de la misma manera que la historiografía masónica española se construye a partir de otras fuentes como pueden ser los «Papeles reservados de Fernando VII» del Archivo de Palacio o los fondos depositados en archivos provinciales o diocesanos. En este sentido, si queremos ampliar el campo de investigación, más allá del depósito del cdmh, debido a la naturaleza de las piezas objeto de estudio -joyas y medallas masónicas españolas-, estamos obligados a realizar un trabajo de prospección en otros ámbitos muy diferentes a los archivos y museos; nos estamos refiriendo a las casas de subastas y a los portales de compraventa de Internet.
El investigador del arte masónico español se topa con la realidad de localizar muy pocas las medallas, joyas, sellos, mandiles u otros objetos históricos que se pueden encontrar en el mercado de antigüedades masónicas. Es por esta razón, el investigador procura en Internet piezas de valor susceptibles de ser estudiadas. De entrada, esta es una actividad en extremo complicada, debemos considerar a Internet como un «yacimiento global», y por otro lado, el mercado tiene un ritmo y cadencia propio, lo que obliga a realizar prospecciones sistemáticas en tiempo real de manera continuada, esto es: definir alertas y avisos en los portales internacionales de subastas numismáticas y de compraventa de todo tipo de objetos. En este contexto, es comprensible que la salida a subasta de una medalla masónica española cobre especial relevancia.
Lo citado nos lleva a considerar el papel desempeñado por los coleccionistas de objetos históricos de la masonería española. Este colectivo es quien, generalmente desde el anonimato, se caracteriza por apreciar la importancia patrimonial de estos singulares ejemplos del arte masónico. Esta, es una actitud por la cual reclamamos a las administraciones públicas: poner en valor la cultura material masónica española y se contemple como objeto de estudio en los currículos de las enseñanzas superiores relativas al patrimonio histórico-artístico español.
Es así como, en un portal de compraventa de todo tipo de objetos, encontramos que un particular subastaba un pequeño conjunto de objetos masónicos procedente de una herencia. Después de realizar las averiguaciones oportunas, y tras largas y complicadas negociaciones, pudimos adquirir -y en consecuencia sacar a la luz- la hemos catalogado como Unidad documental «Joseph Brisolara y Ravena», formada por un pequeño libro, manual de sintaxis latina editado en Madrid en 1789, el collarín y joya del Grado 33º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (reaa), junto con el sello personal para lacrar del Soberano Gran Inspector General Joseph Brisolara.
Los tres objetos, atendiendo al «principio de procedencia» y al «orden original», conforman una unidad documental compuesta al determinar que, como unidades documentales simples, constituyen una misma unidad de catalogación y estudio. Esto nos permite ampliar la memoria documental de la masonería menorquina del último cuarto del siglo XIX y, por ampliación, de la historia material masónica española. Como hemos señalado, cada nuevo hallazgo de un artefacto masónico de carácter histórico enriquece significativamente el conjunto de referencias susceptibles de ser estudiadas1.
Breve biografía de Joseph Brisolara y Ravena, 33º (1810 - 1876)2
La información nos indique que Joseph Brisolara y Ravena, hijo de Giovanni Brizzolari y Rosalía Ravena, nació en 1810 en la comuna genovesa de Chiavari, en la costa del mar de Liguria, siendo el mayor de cinco hermanos. Al parecer sus padres, oriundos de la misma población italiana, se asentaron en la localidad menorquina de Ciudadela a principios del siglo XIX, se desconoce el motivo por el cual se trasladaron a Menorca. Está documentado el matrimonio de Joseph con Juana Barceló y Taltabull, en Mahón; procrearon ocho hijos: cinco varones y tres hembras.
Retrato de Joseph Brisolara luciendo la joya del Grado 33º del reaa. Es Diari (Mahón: enero 28 de 1991).
Este masón menorquín ha pasado a la historia debido a la polémica que se originó cuando el obispo de la diócesis de Menorca, el prelado, reverendísimo señor Manuel Mercader y Arroyo, se negó a permitir fuera enterrado Joseph Brisolara en el panteón familiar del cementerio católico de Mahón, atendiendo a su filiación masónica3. El acontecimiento tuvo transcendencia nacional, pues periódicos de la época se hicieron eco de los acontecimientos4, unos denunciando el abuso y otros posicionándose a favor del obispo. Los hechos fueron denunciados por la hija del finado, Francisca Brisolara, llegando hasta las más altas instancias nacionales, interviniendo incluso el presidente del gobierno Antonio Cánovas de Castillo. Además, la situación se vio agravada como consecuencia de las persecuciones promovidas por la curia local, con el beneplácito del gobernador Antonio Castañeira5, contra la comunidad protestante de la isla, donde destacaba otro masón: el pastor evangélico Francisco Tudurí de la Torre (simbólico Padilla).
Como el caso no se resolvió con prontitud, pues por Real Orden, dictada el 30 de mayo de 1878 por el ministro de Gobernación, Romero Robledo, se dictaminaba que debía darse traslado al cadáver de Joseph Brisolara al cementerio católico, pues este descansa hasta nuestros días en el cementerio británico, donde fue enterrado en primera instancia.
Fotografía de la tumba de Joseph Brisolara. Es Diari (Mahón: mayo 5 de 2017). Autor: Josep Portella.
En el cdmh se conserva una carta, fechada el 13 de noviembre de 1896, de la logia Hermanos de la Humanidad número 32 de Mahón, dirigida al gran maestro del Gran Oriente Español, Miguel Morayta y Sagrario, redactada en estos términos: «Ilustre y Poderoso H.·., el portador de la presente, Mariano García Brisolara nieto del Ilustre y Poderoso José Brisolara Venerable que fue en vida de este Resp.·. Tall.·. pasa a la academia de Toledo…»6. Francisco Sanllorente se hace eco de esta carta y añade que Joseph Brisolara había sido venerable de esa logia, cuando estaba bajo la jurisdicción del Gran Oriente Lusitano Unido7.
Conviene señalar que la familia Brisolara participó en las corrientes migratorias propias del siglo XIX, mar y océano de por medio. En un principio la familia emigra por el mar Mediterráneo, de la costa genovesa hasta la menorquina, pero hay constancia documental de los fuertes vínculos establecidos con la ciudad norteamericana de Nueva Orleans, donde radicaron algunos de los hijos de Joseph. Se conserva la partida de defunción de su esposa, Juana Barceló, acaecida el 22 de diciembre de 1868; el testamento de su hijo Joseph (del mismo nombre); notas de prensa del Daily Picayune de 1868 relativas a las actividades comerciales de «Pepe and Manuel» en la empresa regenteada en St. Peter Street esquina con Rampart, «Into the soda and cake store» e incluso hojas del censo de 1860.
Josep Portella8 asienta que Joseph Brisolara hizo dinero en Menorca cultivando una planta con propiedades medicinales, semejante a la quina, cuya procedencia sitúa en Nueva Orleans; fue alguno de sus hijos quien le habría hecho llevar ejemplares para cultivarla en la isla.
En el cementerio no. 3 de Saint Louis, en Nueva Orleans, se conserva el panteón familiar. Según figura en la lauda, están sepultados su esposa: Juana Barceló y Taltabull junto a tres de sus hijos Brisolara y Barceló: Antonio, Pepe y Juan. En la página consultada9, la contribuyente Marie Hershman afirma ser bisnieta de Joseph Brisolara y cuatro hijos de este participaron en la Guerra de Secesión, allí Antonio Brisolara desempeñó el oficio de mayor en el sexto Regimiento de la Brigada Europea (Batallón de Guardias Italianos) La Militia.
Por otro lado, y para finalizar esta somera biografía, Joseph Brisolara Jr. siguió los pasos de su padre al iniciarse en la masonería. En el anuario de la M.·. W.·. Grand Lodge of F.·. and A.·. Masons of the State of Louisiana, publicado en Nueva Orleans en 1860 aparece un brethren de nombre J. Brisolara, miembro de la antigua Perseverance Lodge no. 4 de Nueva Orleans, quien junto con otros dieciséis masones, solicitaron se les otorgue carta patente para levantar un nuevo taller. En el anuario de 1865, Joseph Brisolara y otros siete masones solicitan nuevamente dispensa para levantar columnas de una logia que trabaje en italiano bajo el título distintivo de «Dante». Finalmente, la solicitud fue aprobada en una reñida votación por 48 votos favorables frente a 42 contrarios. En el registro de logias de ese mismo anuario, está en la última posición, la 113, sin tener aún asignado el número de registro, pero con domicilio en Nueva Orleans, esquina Rampart con History St. La logia sigue activa actualmente con el ordinal 174 y trabaja bajo el reaa.
Manual de sintaxis latina
El libro en sí no contiene relación alguna con la masonería, sin embargo, forma parte del lote adquirido. En este sentido, añade información complementaria para ampliar el perfil biográfico de su propietario. La posesión del libro nos informa que estamos ante un personaje cultivado -en 1873 era vocal de la Sociedad Recreativa Terpsicore-, condición necesaria para ingresar en la masonería.
Por otro lado, el principal valor documental del libro reside en la información de la primera «página de cortesía», donde aparece la posible firma del poseedor; esta entre una serie de palabras y frases escritas en catalán.
Joya y collarín del Grado 33º del reaa
Sin duda estamos ante una de las joyas masónicas españolas de grado del reaa más antiguas conservadas y es una rareza por no formar parte de los fondos del cdmh. Para su datación, nos servimos de la fotografía -reproducida en el epígrafe biográfico-de Joseph Brisolara, donde está luciéndola sobre su pecho10. De este modo, podemos datarla como anterior a 1876.
El grabador Jordi Anckermann Riera y el sello para lacre del Grado 33º de Joseph Brisolara
Uno de los aspectos menos estudiados de la historia material masónica española es la procedencia y el mercado del arte mobiliar. Sobre la producción nacional, en distintos trabajos hemos documentado a orfebres y grabadores que a lo largo del siglo XIX y XX surtieron a logias y obediencias masónicas con este tipo de productos, ritualísticos, administrativos y decorativos11. Podemos citar al diamantista madrileño de origen veneciano Vicente Goldony, autor de la que hemos catalogado como la primera medalla de la masonería española; los grabadores madrileños Luciano Ortega y Román Fernández Rojo y al grabador de origen Valenciano Manuel A. Ricord y Estrada quien, además de fabricar joyas, proveía a las logias de bandas, mandiles, sellos e incluso libros y papelería corporativa.
En la Unidad documental Joseph Brisolara hemos registrado el sello personal para lacrar de Soberano Gran Inspector General, Grado 33º del reaa. Un detalle llama la atención, es el punzón que está sobre la superficie exterior del sello con el nombre del fabricante: Anckermann.
Punzón del grabador menorquín Jordi Anckermann sobre el sello del Grado 33º del reaa de Joseph Brisolara.
El apellido Anckermann está estrechamente vinculado a Mallorca. El linaje procede de un maestro armero alemán que en el siglo XVIII se instaló en la isla, casándose con una mallorquina. Su nieto, Jordi Anckermann, nacido en Palma en 1847 -desconocemos la fecha de su fallecimiento- se dedicó a la metalurgia y al grabado12. Por esta razón, consideramos como muy probable sea el autor del sello de lacrar de Joseph Brisolara, habida cuenta que en él está un punzón con su nombre, el sello está grabado a mano con buril y el marco geográfico y temporal confieren verosimilitud a la proposición.
De este modo, comprobaríamos, una vez más, cómo los masones recurren a los artesanos de su entorno para satisfacer sus necesidades de tipo material.
Conclusiones
En este artículo hemos presentado la unidad documental «Joseph Brisolara»; hasta la fecha no había sido documentada. Los objetos que la componen amplían la información disponible de su propietario, a la vez nos ofrecen nuevos datos sobre la manufactura y el mercado del arte mobiliar masónico español.
Constatamos que para hacer nuevas aportaciones a la cultura material masónica española, para documentar nuevos hallazgos, es necesario hacer un seguimiento constante de los catálogos de las subastas organizadas por las firmas nacionales y extranjeras especializadas en este tipo de productos y, del mismo modo, interesa revisar las ofertas de venta de objetos masónicos publicados en los portales de compraventa de Internet.
Por último, consideramos que es necesario transmitir a las administraciones públicas la importancia de conservar y catalogar los objetos masónicos de carácter histórico para que la sociedad descubra el valor cultural de estos artefactos y a la vez se fomente el estudio normalizado del arte masónico.