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E-Ciencias de la Información

On-line version ISSN 1659-4142

E-Ciencias de la Información vol.10 n.1 San Pedro de Montes de Oca Jan./Jun. 2020

http://dx.doi.org/10.15517/eci.v10i1.38682 

Artículo

Hábitos de lectura en alumnos de primer ingreso de psicología educativa de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), México

Reading habits in students of the first year community of educational psychology of the Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Mexico

Rosario Gloria Jiménez Dávila1 

Martha Lorena Izquierdo Dorantes2 

Miguel Ángel Hernández Trejo3 

1Académica. Dirección de Biblioteca y Apoyo Académico. Universidad Pedagógica Nacional. Unidad Ajusco. MÉXICO. E-mail: gjimenez@upn.mx. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5042-2098

2Académica. Dirección de Biblioteca y Apoyo Académico. Universidad Pedagógica Nacional. Unidad Ajusco. MÉXICO. E-mail: mizquierdo@upn.mx. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2544-2564

3Académico. Área Académica 3: Aprendizaje y Enseñanza en Ciencias, Humanidades y Artes. Universidad Pedagógica Nacional. Unidad Ajusco. MÉXICO. E-mail: matrejous@yahoo.com. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5985-1497

RESUMEN

El objetivo de esta investigación fue identificar los hábitos de lectura en tres grupos de estudiantes de primer semestre de la licenciatura en Psicología Educativa de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Ajusco en la Ciudad de México. Este estudio tuvo un alcance descriptivo con un diseño no experimental en el que participaron 69 alumnos, de los cuales 60 fueron mujeres y 9 hombres con un promedio de edad de 20 años, cuya selección se realizó bajo un muestreo no probabilístico por la accesibilidad y la disponibilidad del docente responsable de los grupos. Para la obtención de los datos se utilizó el Cuestionario sobre Hábitos de Lectura el cual fue aplicado en el salón de clase de cada uno de los grupos programados y para el procesamiento de la información se utilizó el software Excel versión 2013. Los resultados mostraron que quienes fueron analizados en este estudio, a pesar de que leen periódicamente, no tienen el hábito; además se encontró que el libro sigue siendo la principal fuente de información tanto en el formato impreso como digital.

PALABRAS CLAVE: Hábitos de Lectura; Enseñanza Superior; Lectura; Universidad Pedagógica Nacional

ABSTRACT

The objective of this research was to identify reading habits in three groups of first semester students of the Bachelor in Educational Psychology of the National Pedagogical University Unit Ajusco in Mexico City. This study had a descriptive scope with a non-experimental design in which 69 students participated, of which 60 were women and 9 men with an average age of 20 years, whose selection was made under a non-probabilistic sampling for accessibility and availability of the teacher responsible for the groups. To obtain the data, the Reading Habits Questionnaire was used, which was applied in the classroom of each of the programmed groups and for the information processing the Excel 2013 version software was used. The results showed that the students analyzed in this study, although they read periodically do not have the habit, it was also found that the book is still the main source of information in both the printed and digital format.

KEY WORDS: Reading Habits; Higher Level Education; Reading; National Pedagogical University

Introducción

La lectura es un elemento fundamental para la formación de cualquier ser humano, porque le permite desenvolverse y desarrollarse adecuadamente en los diferentes ámbitos de su vida. Así lo reconocen diferentes organismos internacionales como es el caso de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que la considera como “la forma que tenemos para acceder a los conocimientos, a la participación activa en la sociedad (leer un contrato, leer una boleta, leer un precio, leer la hora de un pasaje, etc.), dado que vivimos en un mundo letrado cada vez más complejo”. (UNESCO, 2016, p. 12).

En este sentido, dada la significación del acto de leer en la vida de las personas, existen importantes estudios a nivel nacional e internacional acerca de esta temática, mismos que se abordan posteriormente, destacando la importancia que conlleva esta actividad y su ineludible vínculo con la escritura y la comprensión lectora. En el caso de las instituciones de educación superior, se cree que el cuerpo estudiantil que ingresa a la universidad tiene desarrollados los hábitos de lectura, sin embargo, quienes se incorporan a este nivel, presentan muchas carencias, lo cual se refleja en la poca motivación que tienen hacia la misma.

Algunos autores como (Katsikas y Leontsini, 1996; Anderson, Wilson y Fielding, 1988; Gilardoni, 2006; Murillo et al., 2003, citados por Galicia y Villuendas, 2011) comentan que “las variables que indican la presencia de hábitos lectores son la cantidad de lectura, número de libros leídos en un periodo de tiempo determinado, tiempo de lectura (número de horas dedicadas a leer) por placer en una unidad temporal determinada, la frecuencia de asistencia a la biblioteca así como la actitud a la lectura” (p. 58).

Considerando las variables propuestas por los autores arriba mencionados, este documento representa un primer acercamiento para conocer la situación que prevalece sobre los hábitos de lectura en una comunidad de estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN)1, desde una perspectiva meramente descriptiva ya que solo pretende obtener información general sobre esta temática. En dicha institución, no existe un escrito previo desde la visión bibliotecológica con el acompañamiento docente.

Para realizar el presente trabajo se partió de las siguientes interrogantes:

¿Cuál es la frecuencia con que leen libros?

¿Cuáles son los tipos de fuentes de información que acostumbran leer?

¿Cuál es el valor que le dan al libro?

¿Cuáles son los canales para acceder e informarse acerca de los libros que les interesa leer?

¿Cuáles son los temas de interés de los libros que leen?

¿Cuáles son las actividades a las que se dedican en su tiempo libre?

Para responder a estas interrogantes, se planteó como objetivo general de esta investigación, identificar los hábitos de lectura de tres grupos de estudiantes de primer semestre del ciclo escolar 2018-II, de la licenciatura en Psicología Educativa de la UPN, unidad Ajusco en la Ciudad de México. Además, se plantearon como objetivos específicos, conocer la frecuencia y tipos de fuentes de información que acostumbran leer, así como el valor que le dan al libro, la forma de acceso a esta fuente de información, temas de interés y las actividades que se dedican en su tiempo libre.

Se buscó la colaboración de un docente para facilitar la aplicación del instrumento de evaluación. El estudio no se extendió al resto de las licenciaturas por cuestiones de tiempo, sin embargo, se tiene planeado posteriormente ampliar la investigación al resto de la comunidad, examinando otras cuestiones como las nuevas formas de lectura en medios digitales, tipo de lectura, entre otros.

En el siguiente apartado se presentan algunas descripciones sobre la lectura, hábito y hábito de la lectura en la educación superior para ofrecer un panorama general con relación a la temática estudiada.

Referente teórico

La lectura y hábito de la lectura

El acto de leer implica el gusto por el mismo y la práctica constante de la lectura llevará a formar lectores. Se inicia con el reconocimiento que se le da a la lectura en el informe del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) en el cual refiere a la “lectura como una de las principales herramientas de aprendizaje, además de propiciar el desarrollo de destrezas cognitivas de orden superior: inferir, relacionar, reflexionar y desarrollar el pensamiento crítico, entre otras” (UNESCO, 2016, p. 16).

En este sentido, Martínez y Sivelli (2011) coinciden en que la lectura es “una herramienta fundamental para potenciar las habilidades y capacidades personales” (p. 25). Además, se hace hincapié en que “la lectura como práctica social y cultural, permite a los individuos obtener conocimiento y disfrute de la misma” (Naranjo, 2005, p. 115; Grijalva, 2016, p. 8).

De lo anterior podemos decir que la lectura implica un proceso intelectual complejo, no sólo se basa en la decodificación de los símbolos o letras, sino de comprender cognoscitivamente lo que se encuentra plasmado en un documento o escrito. Es por ello que la lectura se debe ver como un proceso en donde se establece la comunicación entre la persona que lee con el texto, es decir, se debe dar una interacción entre estos dos actores convirtiéndose en una acción social que es esencial para resolver los retos que la misma vida le presenta.

Como consecuencia, Pérez, Baute y Luque (2018) afirman que para el sistema educativo de cualquier país debe ser una prioridad la lectura, porque representa “el crecimiento personal y social del individuo, además favorece la convivencia, los valores y las conductas sociales integradas” (p. 182). Sin duda, la lectura es un instrumento sustancial para potenciar la capacidad del ser humano en cualquier ámbito de su vida y por ende de cualquier sociedad. Por esta razón, existen programas gubernamentales para la promoción de la lectura en diversos países dirigidos a la población en general. Dentro de estas actividades, existen las ferias de libro para difundir la producción literaria y por supuesto se debe mencionar a la biblioteca como parte fundamental para contribuir al fomento y hábito de la lectura de la comunidad.

En este sentido, dada la relevancia que tiene la lectura en cualquier nación, es significativo describir el hábito de la lectura, iniciando por especificar lo qué es un hábito; así, la Real Academia Española (2018) lo define como un “modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas” (p.1). Por su parte, Paredes (2015) destaca que un “hábito, tiene una fase de aprendizaje de una determinada actividad y después se consolida para convertirse en una necesidad” (p. 290). Salazar (s.f.) menciona que el “término hábito se asocia a una repetición mecánica de una conducta” (p.22). En virtud de lo anterior, Pérez, et al. (2018) coinciden en que “Los hábitos se adquieren y se obtienen por el ejercicio libre de los actos que cada quien desempeña, suponen la libre decisión de cada persona en actos que ejecuta de modo consciente” (p. 183). En este sentido, se observa que el hábito supone aprendizaje, consciencia y actos reiterativos para reafirmar la conducta de un individuo para realizar cualquier tarea que se proponga.

Ahora bien, sobre el hábito de lectura, Gilardoni (2006) refiere que se da “de forma periódica y automotivada (…) una actividad más de entretenimiento, una manera de aprendizaje, obtener conocimiento y de acceso a la cultura” (p. 217). Para el propósito de esta investigación se adoptó la definición de Pérez, et al. (2018) ya que engloba los elementos referidos por los autores antes mencionados:

El hábito comprende la repetición frecuente del acto de leer y el conjunto de destrezas y habilidades implicadas en esta actividad, adquiridas gracias a su iteración y al progresivo dominio de sus mecanismos, y subyace la voluntad frente a la obligatoriedad (p. 183).

Sin embargo, existen otros factores que interfieren en los hábitos de lectura tal como lo refiere Paredes (2015), el cual comenta que:

Es necesario tomar en cuenta el contexto en el que se desenvuelve cada persona. Es decir, se deben comprender las condiciones individuales y sociales de cada individuo. En otras palabras, el entorno social, familiar, económico, el sistema educativo, entre otros aspectos, influyen directamente en el hábito lector (p. 293).

En este sentido, Márquez (2017) comenta que:

El hábito lector, si bien puede originarse en casa, la escuela es un factor clave para adquirirlo, es decir, el acceso a la educación, permite que en situaciones de vulnerabilidad donde los padres de familia no tienen el gusto por la lectura, esta práctica pueda ser desarrollada (p. 11).

Paredes (2015) se enfoca en que:

El entorno familiar juega un papel elemental para lograr el hábito de la lectura, debido a que en algunos hogares donde los padres son lectores, lo común es que los hijos también lo sean, sin embargo, no es una regla, debido a que el hábito lector presenta matices y los contextos son diversos, es decir, los condicionantes, individuales y sociales que ejercen sobre las personas para la constitución de hábitos son determinantes (p. 293).

Por otro lado, el mismo autor argumenta que la escuela y el sistema educativo deben fijarse “como objetivo no solo alfabetizar, sino que, con el aprendizaje de la lectura, ésta se convierta en un acto” (Paredes, 2015, p. 294) es decir, en una acción constante para formar lectores.

Desde otra perspectiva, Gema, (s.f.) señala que “la competencia lectora es una tarea exclusiva de la escuela, el hábito lector es una labor que corresponde a la familia, a la escuela, a las bibliotecas y a la sociedad en general” (p. 5). Y para completar esta idea, Ramírez (2011) afirma que “la lectura, requiere del saber de diferentes disciplinas y enfoques que permitan entender todo lo que conlleva la formación de lectores y poder tomar acciones para brindar los instrumentos y las actividades necesarias para lograr este fin” (p. 11).

Hablando específicamente de las bibliotecas universitarias, éstas tienen que diseñar estrategias, servicios e iniciativas novedosas para fomentar el hábito lector en los estudiantes universitarios, a la lectura por gusto y no sólo con fines instrumentales o académicos). En este sentido, Salazar, Ponce y Viñas visualizan a la biblioteca “como espacios de estudio, recreativos, sociales y de consulta de diversas fuentes de información que contribuyen al hábito y fomento de la lectura en cualquier nivel educativo” (Salazar y Ponce, 1999, p. 3; Viñas, 2015, p. 67).

Por otra parte, Sánchez, Yubero y Larrañaga comentan que también hay que tomar en cuenta “los retos que conlleva el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC´s) y su correcto uso y difusión entre los alumnos para estos propósitos de promoción de lectura, ya que deben desarrollar habilidades y destrezas digitales en el uso de estas tecnologías así como de lectura digital” (Sánchez, Yubero y Larrañaga, 2009, p. 2; 2010, p. 981 y Sánchez y Yubero, 2017, p.154).

En este sentido, algunos autores (como Salvador y Agustín, 2015; Rowlands, Nicholas, Williams, Huntington y Fieldhouse, 2008; Parodi, Moreno, Julio y Burdiles, 2019) señalan que la comunidad estudiantil y profesores de diversas universidades españolas, americanas y chilenas, consultan la información académica en medios electrónicos (blogs, wikis, páginas web, redes sociales, entre otros), no obstante la lectura en soporte impreso sigue prevaleciendo. En este mismo orden de ideas, Tenopir, King, Christian y Volentine (2015) resaltan que siguen siendo los artículos, los libros y los capítulos de libros los más leídos en papel, aunque son localizados de manera virtual, se imprimen para ser leídos.

En el apartado siguiente se mencionan algunos aspectos relacionados con la lectura en la educación superior, proporcionando algunos datos estadísticos que permiten dar una perspectiva sobre esta temática.

La lectura en la educación superior

En el caso de la lectura en el nivel educativo superior que es el tema que nos compete en este estudio, Salado, Ramírez y Ochoa (2017) comentan que:

Leer es una de las principales actividades para la adquisición de información independientemente de si se trata de una plataforma física o digital. En el contexto universitario, la revisión de textos para su futura discusión es clave, por lo que la investigación relacionada con las prácticas y habilidades y hábitos de lectura de los estudiantes se mantienen como temas centrales de estudio en la universidad y en otros niveles de enseñanza (p. 2).

En nuestro país, se han llevado a cabo investigaciones estadísticas sobre la práctica de la lectura, como es el caso del grupo Consultores en Investigación y Comunicación (CINC, 2015), que realizó la Primera Encuesta Nacional sobre Consumo de Medios Digitales y Lectura, la cual arrojó como resultados “que de los jóvenes universitarios el 56% leyó más por obligación de escuela o trabajo y un 37% leyó en ambos formatos digital y electrónico” (p.72).

Por su parte Parodi, Burdiles, Moreno y Julio (2018) comentan que “en México las encuestas señalan al libro (56%) por sobre otros tipos de texto y también se indicó una preferencia por el formato en papel” (p. 123). Asimismo se constató que “cada persona declaraba leer en promedio 2,9 libros anualmente” (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2006 citado por Parodi, et al., 2018, p. 123).

Martínez y Sivelli, (2011) comentan que existen encuestas y estudios realizados sobre la lectura entre los jóvenes mexicanos, los cuales arrojan que la práctica de la lectura no es tan frecuente como se esperaría o se desearía entre estos. Por su parte, González afirma en un estudio sobre los universitarios, la lectura y el currículum oculto, los estudiantes valoran la lectura o no en términos de opiniones positivas o negativas. Dentro de las positivas manifiestan que para ellos:

…leer es “siempre” obtener conocimiento, redactar mejor, estimular la imaginación, salir a explorar otros mundos y ampliar los temas de conversación. (…) Sin embargo también se encuentran apreciaciones negativas de la lectura en las proposiciones; leer es: una pérdida de tiempo, aburrido, un gasto, aislarse, ser pasivo (González, 2011, pp. 157-158).

Por otro lado, Márquez (2017) realiza un estado del arte sobre la situación que prevalece en nuestro país en relación con la lectura, donde señala que los datos que presenta en su documento no son satisfactorios, sobre todo si se suman los rezagos históricos que se tienen en nuestro país en materia educativa. En consecuencia, comenta el autor, “existe la urgencia de que el sistema educativo se modifique y actualice los medios tradicionales de enseñanza para responder a las exigencias y necesidades actuales de su población heterogénea”. (p. 13)

Otro estudio realizado por De Garay (2002), señala que, de los estudiantes en tránsito por la educación superior, tanto dentro como fuera del espacio universitario, el 48,4% de los universitarios mexicanos dedica entre una y cinco horas a la semana a la lectura de textos escolares y un 21,7% dedica entre cinco y diez horas semanales a esta misma actividad.

Por su parte, Cardoso (2013) menciona que nuestro país cuenta con hábitos de lectura mínimos para competir en una sociedad contemporánea y que los estudiantes con mejores hábitos a la lectura son los universitarios, pues dedican entre cinco y diez horas a la semana y leen 2.9 libros al año. Ante ello es importante ser cuidadosos, pues se puede dar una imagen falsa de lector, ya que como lo resaltan Yubero y Larrañaga (2015) por su frecuencia e intensidad lectora no se les puede considerar como tales. Para explicar este fenómeno, podríamos pensar en la contradicción que se da cuando uno valora la lectura y a los lectores muy positivamente, pero no ha adquirido el hábito lector.

Aunado a lo anterior se encuentra el problema de la falta del hábito lector de la comunidad estudiantil universitaria, quienes han sido educados en una cultura de la no lectura. “Los jóvenes universitarios desconocen que la lectura es un componente definitivo de la educación y del desarrollo humano, que amplía y mejora el conocimiento y forma ciudadanos más comprometidos con su entorno” (Cardoso, 2013, p.4).

En este mismo sentido, autores españoles como Yubero y Larrañaga (2015) mencionan que quienes estudian en el nivel superior tienen serios problemas para leer, pues no solo no les gusta, sino que además, no comprenden lo que leen, por lo que se consideran analfabetos funcionales, es decir, se suele entender de manera equivocada que los estudiantes de nivel profesional tienen asimilado el hábito lector y tienen las competencias lectoras necesarias para desarrollar con eficacia sus estudios.

Estos mismos autores encontraron que una de las principales razones por las que no leen los universitarios es la falta de tiempo, que es la respuesta más común, seguida por la falta de gusto, la falta de interés, la falta de educación y la falta de hábito. Mientras que dentro de los factores que favorecen o bien desfavorecen estos hábitos, como se ha mencionado antes, están el contexto escolar, familiar y social de cada individuo, que sientan los cimientos o desarrollan el hábito y gusto por la lectura durante cada etapa de su vida académica, desde el preescolar hasta el profesional. Por otro lado, las razones por las que leen son para estar informados, para cubrir las tareas escolares, por un gusto natural a la lectura, por diversión, por crecimiento personal, para mejorar profesionalmente y para ser instruido.

Por lo tanto, la lectura es fundamental para lograr el conocimiento necesario en la comunidad estudiantil, que les permita ser competentes ante los retos que se les presentan tanto en la escuela como en la misma sociedad. Es por lo anterior que debemos entender que se necesita generar espacios que enriquezcan los hábitos de lectura en los universitarios, en donde haya una corresponsabilidad entre cada uno de los actores involucrados, es decir, debe haber una participación activa entre los docentes, los directivos, la comunidad estudiantil y su vinculación con la biblioteca universitaria. Como se ha mencionado anteriormente, la biblioteca dentro del contexto universitario, además de apoyar la investigación y la docencia, debe incluir programas de formación de lectores y de alfabetización informativa para su comunidad, conformando un grupo multidisciplinario que colabore en estos proyectos.

Metodología

Esta investigación tiene un alcance descriptivo, dado que solo pretende obtener información sobre los hábitos de lectura de tres grupos de estudiantes, con un diseño no experimental, ya que no se manipuló la variable de estudio y fue bajo una metodología cuantitativa.

En el estudio participaron 69 estudiantes de primer semestre de la Licenciatura en Psicología Educativa de la Universidad Pedagógica Nacional2, con un promedio de edad de 20 años. La selección de quienes fueron analizados en este trabajo se realizó bajo un muestreo no probabilístico debido a que no se contaba con la información precisa de la población. Se contó con la colaboración de un docente de la Universidad, el cual tuvo la disponibilidad para que participaran sus grupos de manera voluntaria y confidencial para este estudio.

El instrumento que se utilizó para esta investigación fue el Cuestionario sobre Hábitos de Lectura (Ver Anexo), el cual fue adaptado en su forma y contenido para este estudio de la “Encuesta Hábitos de Lectura y Valoración del Libro” (Gilardoni, 2006, pp.39-42). Se añadieron las preguntas 5, 7 y 8 referentes al soporte, a los libros que leen en su tiempo libre y los criterios que toman en cuenta para seleccionar los libros.

Posteriormente se realizó un piloteo del Cuestionario en un grupo de la comunidad estudiantil de primer semestre de la Licenciatura en Psicología Educativa, a partir del cual solo se ajustaron aspectos relacionados con la forma, obteniendo con ello un total de 14 reactivos contenidos en dos partes, la primera sobre los hábitos de lectura y la segunda sobre el valor del libro.

La aplicación del instrumento se realizó al inicio del semestre en cada grupo al comienzo de las clases en presencia del docente responsable en el mes de septiembre de 2018. Para el procesamiento de la información se utilizó el software Excel versión 2013 en el que se codificaron los datos conforme al Cuestionario para capturar la información y obtener los datos descriptivos (frecuencias y porcentajes) del estudio.

Resultados

En primer lugar, se presentan los datos referentes al hábito lector, y en segundo lugar se muestran los resultados referentes al valor del libro. Se encontró que, con relación a la frecuencia con que leen las personas estudiantes, el 50,7% acostumbra leer diariamente, dato que concuerda con el estudio de García (2011) con respecto a que un alto porcentaje lo hace todos los días; mientras que el 27,5% lo hace semanalmente, el 18,8% de manera ocasional y el 2,9% en vacaciones (Ver Tabla 1).

Por otro lado, se observó que el tiempo destinado a la lectura por semana es de 3 horas, con el 46,4%, lo cual no implica que tengan desarrollado el hábito lector, como lo señalan (Pérez, et al., 2018; Gilardoni, 2006), además, como bien citan Yubero y Larrañaga (2015), la frecuencia lectora no es indicativo de comportamiento lector. El 26,1% sólo emplea 1 hora o menos, el 18,8% no contestó, el 4,3% destina 5 horas y el resto 4,2% entre 7 y 11 horas para leer. Este resultado concuerda con De Garay (2002), el cual explica que las personas dedican pocas horas a la lectura académica. En tanto que Cardoso (2013) señala que la población mexicana cuenta con hábitos de lectura mínimos para desempeñarse en los diferentes ámbitos de la vida.

Con relación al número de libros leídos por la comunidad estudiantil en los últimos tres meses, el 37.6% contestó que sólo lee uno, el 21.7% respondió que dos, el 13% indicó que tres, el 8,6% lee cuatro libros, el 5,7% indicó que más de cuatro y el 13% señaló que ninguno (Ver Tabla 2). En este sentido, Salvador y Agustín, (2015) exploraron los hábitos de lectura del cuerpo estudiantil de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza en España, encontrando que los lectores frecuentes son aquellos que leen por lo menos una vez a la semana, los habituales leen al menos una vez al mes, los ocasionales leen una vez al trimestre y los no lectores que no leen casi nunca o nunca.

Con respecto a las fuentes que utilizan para obtener información sobre libros de su interés se encontró que en primer lugar está Internet con 47,8%, ya que actualmente las personas estudiadas están inmersas en el uso de las TIC; en segundo lugar con 29% es por sugerencia de amistades, profesores y familia; con menores porcentajes están las librerías con 26,1%, el 24,6% se entera por promociones de editoriales que les resultan atractivas.

En contraste se observa el poco interés que tienen hacia las bibliotecas reflejándose en el bajo porcentaje que obtuvieron, por ejemplo la biblioteca de la universidad sólo la utiliza el 21,7%, mientras que las bibliotecas públicas también obtuvieron poco porcentaje con el 20,3%. Por último el 18,8%, obtiene información de sus libros por comentarios en periódicos y/o revistas que leen. Esto coincide con Tenopir, et al. (2015) quienes señalan que el aumento del uso de las TIC trae consigo un cambio en la conducta de los lectores como es una menor presencia física en las bibliotecas dado que localizan y leen principalmente en sus cubículos, laboratorios y hogares.

Con relación a las actividades que realizan en su tiempo libre, se observó que Internet representa el 36,2%, hacer vida social el 23, 2%, sus hobbies y otras actividades (comer, trabajo, limpieza, tareas escolares) el 8,7% cada una. Practicar algún deporte al igual que la lectura el 7,2%, ir al cine o al teatro el 4,3% y ver televisión 2,9%. Como se puede apreciar, las actividades que realizan son tanto sociales como individuales, aunque se ve claramente que la lectura no es una de sus actividades principales.

Por otro lado, sobre el soporte en el que acostumbran leer los libros, los resultados muestran que el 52,2% leen tanto en el formato impreso como en el electrónico, el 33,3% sigue leyendo solo en el formato impreso, el 11,6% ahora lee solo en digital y el 2,9% de los analizados no lee libros. Esto concuerda con lo planteado en la Primera Encuesta Nacional sobre Consumo de Medios Digitales y Lectura del grupo Consultores en Investigación y Comunicación (CINC, 2015), en cuyas conclusiones se enfatiza que el 37% de las personas estudiantes leyó en ambos formatos digital y electrónico. Cabe aclarar que en este trabajo se consideró relevante identificar únicamente la preferencia del soporte, independientemente de los cambios actuales en las nuevas formas de lectura.

Desde otra perspectiva, García describe en su documento sobre hábitos lectores de estudiantes de la Universidad Europea de Madrid que en cuanto al soporte “a pesar del gran impacto de las nuevas tecnologías, los libros se leen en soporte papel (85%), no en formato digital” (García, 2011, p. 103).

Por su parte, Salado, Ramírez y Ochoa encontraron en un estudio que llevaron a cabo sobre hábitos de lectura en cinco universidades de habla hispana, “que en México, la preferencia por el libro impreso sobre el electrónico tiene una diferencia mucho más significativa que en los demás países” (Salado, et al., 2017, p.17). Con esto se refuerza la idea de que el libro impreso sigue prevaleciendo entre los lectores en este nivel superior, ya que la tercera parte de la comunidad estudiada sigue leyendo en papel.

Sobre los criterios que la comunidad estudiantil toma en cuenta para seleccionar los libros, los resultados obtenidos fueron que en primer lugar son por moda y publicidad, en segundo lugar por recomendación de amistades, de familia, de profesores y algunos son regalados, en tercer lugar el gusto por la portada y finalmente el agrado por el autor. Esto permite ver que para seleccionar los libros, intervienen en primer lugar los aspectos externos que los internos del grupo de estudiantes.

Por otro lado, en relación al origen del hábito lector de los que fueron estudiados, se identificó que el 57,9% mencionó que fue en la etapa escolar donde se inició, el 30,4% respondió que fue en la niñez y casa, el 10,1% mencionó que lo adquirieron en la universidad y sólo el 1,4%) dijo no tener hábitos de lectura. (Ver Tabla 3). En este sentido, Márquez, (2017) señala que el entorno escolar es clave para adquirir este hábito ya que el acceso a la educación permite que se desarrolle más que en casa o en la familia. Sin embargo, “el contexto familiar, también juega un papel fundamental para que las personas puedan desarrollar el hábito de la lectura si sus padres son asiduos a la misma” (Moreno, 2003 citado por Paredes, 2015, p. 296).

Autores como Gema (s.f.) y Ramírez (2011), aluden a que el hábito lector tiene que ver con una gama más amplia de actores involucrados para lograr este fin como escuela, familia, bibliotecas, sistema educativo, académicos de diferentes disciplinas y la sociedad en general.

Acerca del significado que tiene la lectura para los encuestados, se encontró que en primer lugar la utiliza como un medio para obtener información y conocimientos, dato que corrobora lo dice la literatura (UNESCO, 2016; Martínez y Sivelli, 2011; Naranjo, 2005) sobre la importancia que tiene este instrumento para el ser humano, ya que potencia su capacidad para cualquier ámbito de su vida. En segundo lugar, lo ve como algo reemplazable por otras alternativas (internet, tv, etc.); en tercer lugar, lo consideran como una necesidad para complementar sus estudios, indicativo que los/las alumnos (as) de este nivel solo la ven para acreditar sus materias; en cuarto lugar, representa el gusto hacia la lectura, y por último la ven como una alternativa más de entretenimiento.

Para saber los temas que tratan las lecturas de su preferencia se encuentran en primer lugar los hobbies con un 91.3%, (deportes, cocina, salud, jardinería, viajes, etc.), el 87% son de arte (música, pintura, arquitectura, etc.), el 84% fue sobre poesía, el 81,2% son libros de autoayuda (terapias alternativas, superación personal, etc.), el 79,7% son de computación/internet, seguido del 62,3% que son las novelas clásicas y/o históricas y por último están las novelas de ficción y los textos complementarios de estudio con un 59,4% cada uno. Salvador y Agustín, (2015) presentan resultados similares en su estudio donde las temáticas que más interesan a la comunidad estudiantil de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza giran en torno a música, política, cine, deportes, meteorología y economía, entre otros. En nuestro estudio la comunidad universitaria utiliza la lectura para obtener información y conocimientos sobre sus actividades preferidas, lo cual significa que dicha lectura va dirigida más a satisfacer demandas inmediatas, gustos pasajeros o de moda que por el mero hábito o gusto por leer.

Relativo a la valoración del libro por parte de los encuestados, se consideró importante indagar cuáles son las fuentes de información que acostumbran leer, lo que permitió identificar el material documental preferido. Se encontró que el 81,2% menciona que los libros son su principal fuente de información, lo que ratifica que este medio sigue siendo el elegido por encuestados para realizar sus diferentes actividades académicas. Esto coincide con Parodi, et al. (2018) al señalar que “en México las encuestas señalan al libro (56%) por sobre otros tipos de texto” (p.123), es decir, sigue siendo el favorito entre otras fuentes de información. Los comics son su segunda alternativa con un 60,9%, las revistas comerciales ocupan un 40,6%, mientras que las revistas académicas obtuvieron un menor porcentaje con un 31,9%, pese a que la información contenida está actualizada, producto de investigaciones recientes; por último, los periódicos ocupan el 30,4%.

Por otro lado, se indagó sobre cómo obtienen los libros que leen, encontrando que en primer lugar los compran en una librería, en segundo lugar los obtienen por préstamo de amigos o familiares, en tercer lugar los adquieren por internet, en cuarto lugar acuden a las bibliotecas públicas y en último lugar a la biblioteca de la Universidad. Las personas estudiadas forman su propia colección de libros al comprarlos, contrariamente a lo que se podría pensar que por falta de recursos no lo hacen y en segundo lugar se puede ver que los tienen solo para su consulta, lo cual puede repercutir en el poco uso de la biblioteca. Con respecto a cuándo fue la última vez que entraron a una librería a comprar o preguntar por un libro, se observó que el 47,85% contestaron que asistieron hace menos de un mes, el 33,3% acudió entre uno y dos meses atrás, el 10,1% no recuerda y el 8,7% asistió hace más de dos meses.

Es decir que, por un lado los resultados indican que no es tan frecuente que las personas visiten las librerías, a pesar de eso mencionan que su forma de obtener libros es comprándolos, lo cual no significa que al asistir y comprarlos los lean. Por ejemplo en Perú se hicieron sondeos que indican que aunque las personas están comprando más libros, no necesariamente leen más (Salazar, s.f.).

Por último, con relación a los factores que influyen principalmente en los bajos índices de lectura que hay en México, la comunidad estudiantil incluyó el bajo interés por la lectura, la poca estimulación en la etapa escolar y la preferencia por otras alternativas como el cine, la televisión y la internet. Mientras que los factores que no son considerados relevantes son el precio de los libros, la falta de campañas de promoción de las editoriales, la poca variedad que ofrecen las librerías y el difícil acceso a bibliotecas públicas. En contraste con estas afirmaciones, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) a través de los últimos resultados del Módulo de Lectura (MOLEC) descubrió que:

De cada 100 personas de 18 y más años de edad lectoras, 45 declararon haber leído al menos un libro, mientras que en 2015 lo hicieron 50 de cada 100 personas. Respecto a estímulos en el hogar durante la infancia para la práctica de la lectura, 55.8% de la población de 18 y más años de edad alfabeta declaró haber tenido libros diferentes a los de texto en casa, mientras que la mitad veía a sus padres leer. Las razones más citadas por las que la población no lee son: falta de tiempo (45.6%), falta de interés (24.4%) y preferencia de realizar otras actividades (14.8%) (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2018, pp. 1-2).

Conclusiones y recomendaciones

De acuerdo a los objetivos planteados y los resultados obtenidos se puede concluir en este trabajo que las personas analizadas del primer semestre pertenecientes a la comunidad universitaria de la UPN, no han consolidado el hábito lector, dado que el motivo por el que leen es principalmente por las indicaciones de sus maestros y recomendaciones de la familia; además de dedicarle poco tiempo a la lectura, reflejándose en la cantidad de libros leídos en los últimos tres meses, que fue de sólo un libro.

Con relación al valor que le dan al libro, se encontró que éstos siguen siendo la principal fuente de información que consultan, independientemente del formato en que se encuentre (papel y electrónico), mismos que en su mayoría son adquiridos por los estudiantes, lo cual repercute en el poco acercamiento a la biblioteca. Es decir, al formar su propia colección de libros, no necesariamente les genera la necesidad de consultarlos en la misma, lo cual implica un reto para ésta, ya que para seguir manteniendo a sus usuarios cautivos debe ofrecer textos acordes con sus intereses.

Con relación a dónde se adquiere el hábito lector, se puede concluir que, de acuerdo a los resultados, la etapa escolar anterior a la universidad es el periodo donde se obtiene esta costumbre lectora. Sin embargo es conveniente que para fomentar el hábito de lectura, se requiera de la participación de la familia, la escuela, los docentes, las bibliotecas y la sociedad en general.

Con relación a los temas de interés se concluye que leen sobre todo temas relacionados con sus actividades cotidianas como deportes, cocina, salud y viajes; mientras las actividades que llevan a cabo en su tiempo libre son estar conectados a la red y hacer vida social.

En este mismo orden de ideas, en cuanto a la forma de acceder al libro, las personas participantes respondieron que lo obtienen con sus propios recursos, pues los compran, los solicitan prestados por amigos o familiares o los leen en línea, por este motivo hacen poco uso de la biblioteca.

Si bien este documento abarcó sólo un pequeño grupo de personas analizadas de primer semestre de una licenciatura de la Universidad Pedagógica Nacional, ofrece una aproximación de la carencia que existe en materia de hábito lector.

Además, este documento dará pauta para futuras investigaciones en las que se incluya al resto de la comunidad UPN, a las Unidades que se encuentran en los diferentes estados de la República Mexicana, abarcando otros aspectos importantes para el estudio de los hábitos de lectura, profundizando en temas como género de libro, nuevas formas de lectura y soportes de lectura.

Además, se propone fortalecer el trabajo conjunto entre el personal de la biblioteca y cuerpo docente para proponer estrategias que permitan fomentar los hábitos de lectura en la comunidad universitaria, realizando actividades como clubes de lectura, jornadas por el día del libro, homenajes a diferentes autores y editores, ferias del libro, entre otras. Además de hacer uso de diferentes herramientas tecnológicas como el uso de blogs, wikis, redes sociales, para la promoción de la lectura.

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2Cuenta con cinco licenciaturas: Administración Educativa, Educación Indígena, Pedagogía, Psicología Educativa y Sociología de la Educación. También ofrece dos licenciaturas en modalidad en línea: Educación e Innovación Pedagógica y Enseñanza del Francés. Oferta dos maestrías: Desarrollo Educativo y Gestión de la Convivencia en la Escuela, Violencia, Derechos Humanos y Cultura de Paz. También cuenta con dos doctorados: Educación y Política de los Procesos Socioeducativos.

1 La UPN es una institución pública de educación superior, con carácter de organismo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, creada por decreto presidencial el 25 de agosto de 1978. Tiene como finalidad formar profesionales de la educación y posgrado para atender las necesidades del Sistema Educativo Nacional y de la sociedad mexicana en general.

Recibido: 18 de Agosto de 2019; Revisado: 21 de Noviembre de 2019; Aprobado: 28 de Noviembre de 2019

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