Introducción
El envejecimiento humano es una etapa universal e inevitable para las personas, en el último siglo es de destacarse que la esperanza de vida ha mejorado; de acuerdo con los datos del INEGI (2013; 2016), actualmente la esperanza de vida en México es de casi 78 años para mujeres y 73 años para hombres. Ahora bien, hay que señalar que la ancianidad en los seres humanos está asociada con la pérdida funcional neuromuscular y su rendimiento en relación con la reducción de fuerza y potencia muscular, la cual es causada por la disminución de masa en los músculos esqueléticos: a su vez, esta baja de fuerza en conjunto con otros factores como el deterioro del sistema nervioso somatosensorial y motor, tiene consecuencias funcionales tales como la velocidad al caminar, por ejemplo, también afecta la capacidad de realizar actividades de la vida diaria, lo cual se refleja en pérdida de independencia (Landinez, Contreras & Castro, 2012).
En el Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2015), se mencionó que la dinámica de la salud en la vejez es compleja, ya que el éxito de una buena senectud abarca múltiples dimensiones de la salud, incluido el bienestar físico, funcional, social y psicológico. El deterioro de cualquiera de estos elementos pone en un mayor riesgo al adulto mayor (AM) de presentar enfermedades crónicas tales como enfermedades cardiovasculares y síndrome metabólico, por mencionar algunas, además de que puede presentarse deterioro cognitivo si los AM no viven en espacios y contextos adecuados (OMS, 2015).
También, la OMS (; 2015;2010) y la ONU (2002) señaló que después de los sesenta años, un gran porcentaje de discapacidad y muerte en el AM se debe a la pérdida de audición, visión y movilidad, así como a las enfermedades no transmisibles (cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias crónicas, algunos tipos de cáncer y demencia). De igual manera el ser físicamente inactivo puede ser una de las principales causas de mortalidad.
Ahora bien, como resultado de la ancianidad, hay una disminución inevitable en todos los sistemas del cuerpo que conduce a debilidad, fatiga y desaceleración del movimiento, lo que provoca, en ocasiones, que un AM necesite asistencia para completar sus actividades de la vida diaria. En México, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, (ENSANUT, 2012), un poco más de cinco millones (26.9 %) de adultos mayores presentan alguna forma de discapacidad; como al bañarse, caminar, acostarse, vestirse, etcétera, lo cual los lleva a vivir en una situación de dependencia (Gutiérrez, Rivera, Shamah, Oropeza & Hernández, 2012).
Otro rasgo a destacarse y que se mencionó en un inicio son los cambios biológicos, psicológicos y sociales que los AM suelen presentar, es necesario e importante comprender estos cambios, para entender cómo es que la mantención y autonomía de los AM va en declive, igualmente cómo va disminuyendo su resistencia al estrés y a las múltiples enfermedades que se les presentan. Sin duda alguna este es un gran desafío para la salud pública, la cual debe promover la adaptación funcional en este grupo de población (Guerra, Silot, Gómez & Portú, 2015). Por consiguiente, el envejecimiento acelerado representa un reto importante para el sector salud, ya que requiere de un modelo de atención específico para contender, adecuadamente, con las nuevas necesidades de esta población adulta mayor.
Pese a que se recomienda la necesidad de crear programas específicos donde se incorpore al AM, con el fin de mejorar al máximo sus posibilidades de autonomía, buena salud y que contribuyan a reducir el riesgo de morbimortalidad en este grupo etario (Forciea, 2002), son pocas las investigaciones experimentales realizados en esta dirección. Al respecto podemos citar el análisis de Vidarte, Quintero y Herazo (2012), cuyo objetivo fue establecer los efectos del ejercicio físico sobre la condición física funcional y el riesgo de caídas en un grupo de AM. Sus resultados arrojaron una asociación significativa entre el ejercicio aeróbico y la disminución del índice cintura cadera y del perímetro de cintura. La investigación de Correa, Sandoval, Mora y Rodríguez (2012), cuyo propósito fue describir los cambios en la aptitud física posterior a un programa de intervención de actividad física basado en el modelo de envejecimiento activo en sujetos de al menos 60 años, reportó cambios estadísticamente significativos en las variables medidas: peso, índice de masa corporal, perímetro abdominal, porcentaje graso, además de una mejora en la resistencia aeróbica, la agilidad motora, la flexibilidad y la composición corporal. Por su parte, el estudio recopilatorio sobre la actividad física en el adulto mayor de seis países latinoamericanos que realizó Roca (2016), señaló que las distintas sociedades de estos países deben organizarse para enfrentar los retos que presenta la comunidad del AM y por consecuencia, a su calidad de vida. Señala, además, que un punto referencial para mantenerse en forma, con autonomía funcional, estar activo dentro de una sociedad y con un equilibrio entre lo mental y lo emocional es mediante la actividad física.
En este trabajo reportamos los resultados obtenidos al aplicar un programa de actividad física sistematizado en una población de mujeres adultas mayores. La pregunta de investigación que guió este trabajo fue: ¿Qué efecto tiene un programa de activación física en el estado físico y emocional del adulto mayor de INAPAM (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores) e ISSSTESON (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado de Sonora)? Por consecuencia, el objetivo general fue: identificar los beneficios físicos y emocionales que otorga un programa de activación física sistematizado en mujeres adultas mayores de INAPAM e ISSSTESON, y, al respecto, se plantearon las siguientes hipótesis de investigación:
H1: El programa de rutinas de ejercicio físico sistematizado provoca cambios significativos en la proporción de personas con ansiedad y depresión probable.
H2: El programa de rutinas de ejercicio físico sistematizado provoca cambios significativos en las capacidades físicas funcionales en las mujeres adultas mayores.
Metodología
Participantes
La población de estudio fue un grupo de mujeres adultas mayores de la Casa Club del Jubilado y Pensionado de ISSSTESON y INAPAM. Se tomó una muestra no probabilística de 70 mujeres mayores de 65 años. El 31.4 % (N=22) son personas diabéticas y 44.3 % (N=31) hipertensas. Las características de las participantes se reportan en la Tabla 1.
Variable | Media | Desviación estándar |
---|---|---|
Edad | 68.40 | 5.12 |
Peso | 72.98 | 12.60 |
Estatura | 159.89 | 6.70 |
IMC | 28.55 | 4.76 |
Cintura | 92.91 | 10.07 |
Para la selección de la muestra, los criterios de inclusión fueron: asistencia regular a estas instituciones, contar con la autorización médica para realizar ejercicio físico, tener disponibilidad completa para el programa de activación física y firmar carta de consentimiento para realizar los test de manera voluntaria. Fueron excluidas las personas fuera del rango de edad establecido, aquellas con algún padecimiento como: hernias discales, amputaciones de miembros tanto inferiores como superiores, también personas con hipertensión no controlada, con una enfermedad cardio-respiratoria, así como aquellas que no presentaron autorización médica y que no estaban asistiendo regularmente al programa de activación física. Ninguna participante desertó del programa.
Instrumentos
Los instrumentos utilizados en esta investigación fueron: el Test de Senior Fitness (SFT) el cual recoge el mayor número de componentes del fitness asociado con la independencia funcional. Los indicadores de fiabilidad y validez reportados de este test, en diferentes estudios con poblaciones de hombres y mujeres de 60 a 95 años, oscilan de 0.70 a 0.97 (Rikli & Jones, 1999, 2001, 2013; Sandoval et al., 2015). Este instrumento es de fácil aplicación en cuanto al equipamiento y espacios necesarios, por lo que puede realizarse fuera del laboratorio e inclusive en el gimnasio. Está estructurado por una serie de 6 pruebas: sentarse y levantar, cuyo objetivo es evaluar la fuerza del tren inferior; flexiones del brazo, permite evaluar la fuerza del tren superior; caminar 6 minutos y 2 minutos de marcha, ambas evalúan la resistencia aeróbica; flexión del tronco en silla, evalúa la flexibilidad del tren inferior (principalmente bíceps femoral); juntar las manos tras la espalda, su objetivo es evaluar la flexibilidad del tren superior (principalmente de hombros) y la última, levantarse, caminar y volverse a sentar, la cual permite evaluar la agilidad y el equilibrio dinámico.
La escala de ansiedad y depresión de Goldberg (EADG), (Goldberg, Bridges, Duncan-Jones, & Grayson, 1988) fue desarrollada a partir de una versión modificada de la Psychiatric Asséssment Schedule, con la finalidad de detectar algún trastorno de ansiedad y depresión en población adulta. Es un cuestionario muy corto, el cual permite ser utilizado por médicos no psiquiatras como instrumento para detectar estos síntomas de manera sistemática. Los resultados que obtuvieron en la escala de ansiedad tenía una sensibilidad del 82 % con un valor predictivo positivo, mientras que en la escala de depresión obtuvieron una sensibilidad del 85 % y un valor predictivo positivo de 85 % y la especificidad general fue del 91 %. A partir de esto, empezaron a aplicarse en diferentes poblaciones, realizándose las adaptaciones, como es la versión en castellano validada por Montón, Echeverría y Campos (1993), que la aplicaron en una población española. De acuerdo con los autores, la escala presentó una sensibilidad del 83.1 %, especificidad del 81.8 % y un valor predictivo adecuado de 95.3 %. Señalan que la sencillez del instrumento permite obtener información dimensional, por lo cual es recomendado para utilizarse con fines asistenciales y epidemiológicos, así mismo como guía de la entrevista clínica en el ámbito de la atención primaria. De igual forma, en el estudio de Molina, Uribe y Figueroa (2013), validaron la escala en una población de 119 participantes ancianos hospitalizados en la ciudad de Granada, España, en donde el 85 % de los AM tenía una edad entre 65 a 79 años. Los autores concluyen que esta escala permite establecer el diagnóstico, mediante la atención primaria, al mismo tiempo facilita identificar la intensidad con la que se presentan las respuestas emocionales asociadas con ansiedad y depresión.
La escala consta de dos subescalas: ansiedad y depresión. Cada una contiene 9 preguntas de respuesta dicotómica (Si/No) y se estructuran en 4 iniciales de despistaje, para determinar si es o no probable que exista un trastorno mental, más un segundo grupo de 5 ítems que se formulan si se obtiene respuestas positivas a las preguntas de despistaje (2 o más para ansiedad y más de 1 para depresión). En esta investigación se aplicó la escala completa. Se da una puntuación independiente para cada una, con un punto para toda respuesta afirmativa. Goldberg et al. (1988), han propuesto como puntos de corte 4 para la escala de ansiedad, y 2 para la de depresión. Ver Figura 1.
Procedimientos
Para aplicar los instrumentos de evaluación de SFT y la Escala de Goldberg en la población de estudio, solicitamos reuniones ante las autoridades correspondientes de INAPAM e ISSSTESON donde expusimos los alcances del estudio y el impacto político y cultural para los institutos que representan. Después de obtener el permiso, nos presentaron al grupo de participantes que se reúnen para realizar diferentes actividades en estas instituciones. Se les explicó a las mujeres AM el propósito del estudio e invitó a formar parte del programa de activación física. Cabe mencionar que la población de estudio inicial estaba conformada por hombres y mujeres, pero solo aceptaron participar las mujeres. A partir de la aceptación, solicitamos una constancia médica donde constara que podían realizar actividad física, más una carta de consentimiento informado. Antes de realizar las actividades físicas contempladas en el programa, se aplicaron de inicio los instrumentos antes mencionados. Los resultados obtenidos permitieron estructurar un proyecto adecuado a sus necesidades, en donde se incluyeron actividades aeróbicas y de fortalecimiento: caminatas al aire libre, participación en actividades recreativas, baile, canto, activación física en silla, ejercicios de flexibilidad, ejercicios de equilibrio. Utilizamos materiales de apoyo como bastones, globos, aros, pelotas de vinil. La carga de trabajo inició con tres series de 8 a 10 repeticiones, en donde ellas mismas elaboraron parte del material didáctico (rellenaron con semillas las botellas de plástico de 250 gramos); después de un tiempo, al observar el progreso en sus repeticiones aumentamos el número de 10 a 15 e incluso en vez de semillas fueron piedras pequeñas dentro de la botella, que llego a pesar 400 gramos. Otro material elaborado, fueron los costalitos rellenos de semillas, que los trabajaron en grupo. Como parte del programa incluimos actividades de socialización, participación en eventos de invitación con tablas gimnásticas en sillas.
El programa tuvo una duración de seis meses, cinco días a la semana, con un tiempo de hora y media de actividad física. Al término de los seis meses volvimos a aplicar los instrumentos para evaluar los resultados de la intervención. Fue impresionante que aún cuando algunas mujeres se trasladaban en transporte urbano, no faltaban a clases, tuvimos un cumplimiento del 90 %, y eso se refleja con los resultados; la práctica continua es el mejor predictor de los resultados obtenidos.
Diseño
Se llevó a cabo un estudio cuantitativo de diseño cuasiexperimental con medidas repetidas pre test-pos test no aleatorizado, siendo cada participante su propio control. Antes y después del programa de actividad física sistematizado, se aplicó a cada participante el test de Senior Fitness (SFT) y la escala de ansiedad y depresión de Goldberg, Bridges, Duncan-Jones & Grayson (1988). El programa tuvo una duración de seis meses.
Análisis estadísticos
Para el análisis de los datos, se utilizó el programa estadístico SPSS (Statical Package for the Social Sciences) versión 22. Se reportan algunas medidas descriptivas (medias y desviaciones estándar). Para valorar el tipo de prueba a utilizar en el contraste de las hipótesis, se utilizó la prueba de Kolmogorov-Smirnov para comprobar el supuesto de normalidad para las variables numéricas. Al no comprobarse la normalidad, se optó por utilizar la prueba de Wilcoxon para muestras pareadas en las variables numéricas de flexibilidad, fuerza, agilidad y resistencia aeróbica. Además, se utilizó la prueba de McNemar en las variables categóricas para contrastar la primera hipótesis de este estudio. Para la detección de casos de ansiedad y de depresión probable, se consideraron los puntos de corte de la escala (respuestas positivas ≥4 para ansiedad y ≥2 para depresión) asignados por los autores (Goldberg et al., 1988). Para la segunda hipótesis, esta se desglosa en seis aseveraciones, una para cada rutina del SFT. Todos los análisis se llevaron a cabo con un nivel de significancia de 0.05.
Resultados
En la Figura 2, se reporta la prevalencia de ansiedad antes y después del programa. Los resultados muestran diferencias significativas (=41.02, P<0.05) en la prevalencia de esta enfermedad en las mujeres adultas mayores en la pos test (después). De la misma manera, la prevalencia de depresión también disminuyó significativamente (=19.05, P <0.05). Ver Figura 3.
Con respecto a la prueba Senior Fitness. Para la actividad “sentarse y levantarse de una silla”, se categorizó de acuerdo a los siguientes criterios: se contabilizó el número de veces en que la persona pudo levantarse de la silla y volverse a sentar, en un tiempo de 30 segundos. Se tomó como referencia un número de 15 repeticiones ya sea en el primer o segundo intento para que la persona sea clasificada como: “si lo logró”, y si la persona no alcanzaba tal número de repeticiones se clasificaba como: “no lo logró”. El mismo procedimiento se hizo para la variable después de la intervención. El programa logró aumentar de manera significativa () la proporción de personas que pudieron superar esta prueba (Figura 4). De igual forma, se encontró una diferencia significativa en el número de veces en que puede sentarse y levantarse en un periodo de 30 segundos (media en el pre test de 17.47, DE=3.86; media en el pos test de 19.37, DE=3.91, P<0.05).
Para la actividad “flexión de brazo”, se consideró principalmente el mayor número de veces en que la persona pudo flexionar el brazo en un tiempo de 30 segundos. La referencia fue 15 repeticiones que la persona debe igualar o superar ya sea en el primer o segundo intento. Si la persona no alcanzaba tal número de repeticiones se clasificaba como: “no lo logró”. El mismo procedimiento se hizo para la actividad después del programa. No se encontraron diferencias significativas () antes y después del programa. En la Figura 5, se observa que casi todas las participantes pudieron realizar esta actividad en el primer o segundo intento en el pre test (antes). Después del programa, la diferencia solo fue de 1.4 puntos porcentuales. Sin embargo, al analizar la variable numérica, se encontró una diferencia significativa (p<0.05) en el número de veces en que la persona puede flexionar el brazo antes y después de la prueba (pre test M=20.63, DE=3.66; pos test M=23.53, DE=3.68).
En la prueba “6 minutos de marcha”, se contabiliza los metros que cada persona pudo caminar a la máxima velocidad. El programa logró diferencias significativas (Z=-7.038, p < 0.05) en el número de metros recorridos. En el pre test el número medio de metros recorridos fue de 482.77 (DE=74.25) y después aumento a 519.60 metros (DE=76.30). Dos personas no superaron la prueba, no hubo empates y el 97.14 % de las personas (N=68) superaron los metros recorridos después del programa.
Con respecto a la “flexión del tronco en silla”, en el pre test, la mitad de las personas pudieron superar la prueba (Ver Figura 6). Se encontraron diferencias significativas después del programa ( 15.05, P<0.05), ya que 17 personas más pudieron superar la prueba. En la tabla 2, se puede observar las medidas de resumen para la distancia desde la punta de los dedos de las manos hasta la parte alta del zapato de la pre test y pos test. Se observaron cambios favorables en el valor máximo, mediana, percentil 75 y media.
Para la actividad “juntar las manos tras la espalda” se encontró que antes del programa, el 40 % de las AM pudieron realizar esta actividad (Ver Figura 7). Después del programa, el incremento fue de solo siete puntos porcentuales. Dicha diferencia no fue estadísticamente significativa (=1.23, P=0.267). Sin embargo, al revisar los valores de la variable numérica (Tabla 2), se puede observar que después del programa de actividad física, las participantes logran una mejora significativa en la flexibilidad.
Para la prueba “Levantarse, caminar y volverse a sentar”, se contabiliza el tiempo en segundos en el que la persona pueda levantarse de una silla, caminar tres metros aproximados, regresarse y sentarse de nuevo en la silla. Se encontraron diferencias significativas para esta actividad (Z=-6.329, P < 0.05). Al inicio, las personas tardaban en promedio 8.17 (DE=1.46) segundos. Después del programa este tiempo fue de 7.13 (DE= 0.99) segundos. Se reportaron cinco personas con rangos negativos, lo que significa que después del programa tardaron más tiempo en hacer la actividad. No hubo empates y el 92.86 % de las participantes pudieron superar la prueba.
Discusión
Los resultados obtenidos en esta investigación aportan más evidencia sobre la importancia y el gran impacto que tiene la actividad física no solo sobre el cuerpo humano, sino también en el nivel psicológico. Con respecto a los aspectos psicológicos, se encontró casi un 66 % de ansiedad probable y de depresión un 40 %. Si bien es cierto que en el caso de las mujeres estos síntomas son más frecuentes, el programa de activación física sistematizado logró reducir hasta un 61 % la prevalencia de ansiedad y un 30 % el síntoma de depresión. Estudios en esta misma línea han reportado una correlación positiva entre la actividad física semanal y el estado mental de los adultos mayores (Mora, Villalobos, Araya & Ozols, 2004; Rodríguez, Araya, Ureña, Wadsworth & Solano, 2014).
En cuanto al impacto que tuvo el programa en la flexibilidad muscular de las extremidades inferiores, se observaron cambios estadísticamente significativos. En la actividad de “sentarse y levantarse de una silla”, al inicio del programa había 12 (17.14 %) personas que se les dificultaba hacer esta actividad, después de la intervención, 11 de estas superaron la prueba. El programa de actividad física logra un incremento medio de 1.91 repeticiones en los 30 segundos. Resultados más favorables se han reportado en el estudio de Figueroa, Ortega, Plaza y Vergara (2014), en donde el incremento, considerando la mediana, fue de 2.54 centímetros, pero en una población de hombres y mujeres.
Otra actividad del tren inferior, el de “flexión del tronco estando sentado”, el 50 % de las AM no lograba tener esta flexibilidad en el pre test. Después de la intervención, se observó un incremento porcentual del 24.28 %. Más aun, el valor medio de 1.64 centímetros reportado en la pos test en contraste con el -2.65 obtenido en la pre test, sugiere que el programa logra un aumento en la flexibilidad muscular del tren inferior. Otros autores han reportado resultados similares, en donde concluyen que después de un programa de actividad física, los AM han logrado desarrollar aptitudes físicas sobre todo en lo relacionado con la fuerza en miembros inferiores y la capacidad aeróbica (Correa, Gámez, Ibáñez & Rodríguez, 2011; Ruiz & Goyes, 2015). En la misma línea, el estudio de Jaramillo (2011), evidencia como los participantes al final de un programa de actividad lograron aumentar su fuerza muscular estática y su capacidad cardiovascular mejoró hasta un nivel del 80 %.
En este estudio, en lo que concierne a las actividades “flexión del brazo”, esta rutina no fue un reto para las participantes, ya que solo dos no lograron completarla al inicio del programa. El resultado puede deberse a que este movimiento es parte de la mecánica diaria de la mayoría de las amas de casa, donde la actividad del hogar implica realizar movimientos continuos y repetitivos del tren superior. Aun así, el programa de ejercicios físicos sistematizados logra un incremento medio de 2.90 repeticiones en los 30 segundos, a diferencia de lo planteado en el estudio de Herrera, Pablos, Chivas y Pablos (2016), donde el incremento fue de 4.4 en una población de 26 AM, de los cuales dos eran del sexo masculino.
De igual forma, para la actividad “juntar las manos tras la espalda”, aunque no se encontró diferencia significativa en la cantidad de personas que logran superar la prueba, se observa que el programa consigue una mejora significativa en la flexibilidad. Suponemos que estos resultados se deben a que es un movimiento menos frecuente, poco familiarizado en los movimientos regulares del ser humano y por consecuencia, carece de flexibilidad esta parte, aun cuando el programa de intervención lo contempló en sus ejercicios. En coincidencia con el estudio realizado por Figueroa et al., (2014), en una población en su mayoría femenina, en donde también se presentaron cambios en la flexibilidad, pero estos no fueron significativos. En contra parte, el reportado por Vidarte, Quintero y Herazo (2012), que evidencia un aumento considerable de la fuerza y flexibilidad de los miembros superiores y mejoras en su capacidad aeróbica en los AM. Así mismo, el estudio recientemente reportado por Herrera et al., (2016), en donde los participantes después de un programa integral de ejercicio físico lograron mejorar la fuerza y flexibilidad de miembros inferiores y superiores, la resistencia aeróbica y la agilidad en sus movimientos.
Respecto a la resistencia aeróbica, en la actividad “6 minutos de marcha”, se observaron resultados favorables en los AM, ya que después de las prácticas de ejercicio, lograron aumentar en promedio 36 metros adicionales de lo que habían recorrido al inicio del programa. Tomando en cuenta los resultados obtenidos en el presente estudio y los reportados en otras investigaciones, coincidimos en que la reducción de la capacidad física compromete la calidad de vida de los AM, ya que influye directamente en la realización de tareas rutinarias, además de la disminución de la velocidad al caminar y la autonomía (Prado, Castilho, Izzo, Oliveira & Egydio, 2010; Torres, Araújo, Araújo & Fernandes, 2009; Leal et al., 2009). Si bien es cierto puede existir el riesgo de lesión al realizar la actividad física, los beneficios tanto físicos como cognitivos que provee son mucho mayores. Cuanto más fuertes son los músculos de una persona, más rápido puede caminar y realizar sus actividades diarias.
Por último, en la actividad que evalúa la agilidad y el equilibrio dinámico, los adultos al inicio del plan tardaban alrededor de ocho segundos en levantarse de una silla, caminar tres metros, regresarse y sentarse de nuevo en la silla. Este tiempo disminuyó un poco más de un segundo. Cabe señalar que antes de la intervención, el tiempo máximo que se registró para realizar esta actividad fue de 16.5 segundos. Al final, el registro de este valor fue de 10.13 segundos. Estos hallazgos coinciden con otros trabajos, en donde se evidencia una disminución en el tiempo en relación con la distancia recorrida al final de la intervención y un tiempo máximo registrado después de la intervención de 10.7 segundos (Figueroa et al., 2014). El desarrollo de un buen equilibro en el AM mayor es de suma importancia, ya que este le permite disminuir el riesgo de caídas y por consecuencia evitar lesiones graves que pueden disminuir su calidad de vida (Orozco, 2012; Chávez, López & Mayta, 2014; Svantesson, Jones, Wolbert, & Alricsson, 2015).
Conclusiones
La primera hipótesis que se planteó en este trabajo, fue probar que el programa de rutinas de ejercicio físico sistematizado provoca cambios significativos en la proporción de personas con ansiedad y depresión probable. Los resultados obtenidos en este estudio dieron evidencia para aceptarla. Al final del programa de actividad física solo tres casos mostraron síntomas de ansiedad de 46 que se reportaron al inicio. Para depresión se observaron al final 7 de 28 que reportaban este síntoma.
La segunda hipótesis fue probar que el programa de rutinas de ejercicio físico sistematizado provoca cambios significativos en las capacidades físicas funcionales de las mujeres adultas mayores. El instrumento que se utilizó para ello fue el Test de Senior Fitness (SFT), el cual valora la capacidad aeróbica, la flexibilidad, la fuerza del tren inferior y el equilibrio dinámico. El programa de actividad física sistematizado logra un aumento significativo en la capacidad aeróbica, fuerza, equilibrio dinámico y en la flexibilidad de los miembros inferiores. En lo que respecta la flexibilidad muscular de los miembros superiores, aunque sí hubo diferencias significativas en la distancia de tocar las manos tras la espalda, no se obtuvieron resultados satisfactorios. El aumento en la proporción de mujeres que pudieron lograrlo en el pos test no fue significativo.
Se observó, en esta investigación, que las participantes estaban muy motivadas y realizaban las actividades con gran empeño y de forma solidaria con las demás participantes, hecho que les permitía tener confianza en sí mismas y realizar con éxito la mayoría de las rutinas.
Al finalizar el programa de ejercicio físico sistematizado, las participantes manifestaron su agradecimiento por haberlas tomado en cuenta y su interés por seguir participando en este tipo de actividades. Sabemos que los factores de socialización y afectos son fundamentales para mejorar el estado de ánimo y el aspecto emocional de cualquier persona.
Consideramos que las instituciones que promueven programas recreativos para el AM deben mantener un sistema de medición objetiva y continua para que haya un seguimiento de los beneficios que se obtienen, de esta manera motivan a los participantes, mejora su autoestima, incrementa la independencia, disminuyen las caídas, las lesiones y el uso de algunos medicamentos. Nuestro trabajo es un aporte a nuevas líneas de investigación, debemos lograr que sea una nueva forma de vida.