SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.47 issue1A contrastive study of discourse markers in spanish and mandarin chinese: the case of bueno and好(hǎo)Costa Rican preventive health advertisements beyond the verbal: a multimodal analysis author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Káñina

On-line version ISSN 2215-2636Print version ISSN 0378-0473

Káñina vol.47 n.1 San Pedro de Montes de Oca Jan./Apr. 2023

http://dx.doi.org/10.15517/rk.v47i1.54098 

Artículo

Sobre la escritura autobiográfica: Georges Gusdorf y James Olney

On autobiographical writing: Georges Gusdorf and James Olney

1Centro Interdisciplinario de Investigación en Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Morelos, México. Doctora en Literatura Iberoamericana por la Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: angelica.tornero.s@gmail.com

Resumen

Los estudios de las escrituras autobiográficas han aumentado notablemente desde la segunda mitad del siglo XX. Teóricos y críticos de diversas disciplinas, como la filosofía, la literatura, la psicología, la historia, la antropología y la educación se han dado a la tarea de pensar sobre este tipo de escrituras. La proliferación de los estudios y la diversidad de enfoques nos ha motivado a examinar más de cerca las propuestas con el fin de identificar semejanzas y diferencias. El objetivo de este artículo es explorar, de manera comparada, los acercamientos a la explicación sobre la relación entre el autoconocimiento y la escritura autobiografía de Georges Gusdorf y James Olney. Se parte de la idea de que aun cuando las semejanzas entre las teorías de estos autores son más que las diferencias, es posible identificar algunas variaciones, principalmente en dos aspectos: las cuestiones de método y los acercamientos a la relación entre el autoconocimiento y el tiempo.

Palabras clave: autobiografía; autoconocimiento; ontología; tiempo; metáfora

Abstract

The autobiographical writing studies have notably increased since the second half of the twentieth century. Theorists and critics from various disciplines, such as philosophy, literature, psychology, history, anthropology and education have given themselves the task of thinking about this type of writing. The amount and diversity of approaches have motivated us to take a closer look at the proposals in order to identify similarities and differences. The aim of this article is to examine, comparatively, Georges Gusdorf’s and James Olney’s explanations of the relationship between self-knowledge and the autobiographical writing. The starting point of these considerations is that although the similarities between the theories of these authors are more than the differences, it is possible to identify some variations, mainly in two aspects: questions of method and approaches into understanding the relationship between self-knowledge and time.

Key words: Autobiography; Self-knowledge; Ontology; Time; Metaphor.

1. Introducción

En el siglo XX, en el ámbito de los estudios de la autobiografía pueden distinguirse, de manera general, tres aproximaciones: las que examinan aspectos filosóficos y antropológicos; las orientadas a delimitar aspectos del género literario, y las disposiciones deconstruccionistas que discuten la posibilidad misma de la autobiografía y fundan sus argumentos en la tesis de la retoricidad del mundo. En la primera aproximación, en el marco de la antropología filosófica, destaca la propuesta de Georges Gusdorf, quien se interesó en examinar el carácter constituyente de subjetividad de la autobiografía. Por una vía semejante, el crítico literario Jame Olney orientó sus reflexiones en torno al conocimiento de sí en la poesía y la autobiografía. La segunda aproximación la encabezan Philippe Lejeune (1975) y Elizabeth Bruss (1976), quienes realizaron un trabajo importante de definición de los rasgos del género a partir de aspectos estructurales y de pragmática. Por su parte, uno de los principales exponentes de la tercera aproximación es Paul de Man (2007), quien consideraba difícil intentar definir la autobiografía como género debido a que cada caso es distinto. De Man (2007) escribe: «Tanto empírica como teóricamente, la autobiografía se presta mal a una definición genérica. Cada caso específico parece una excepción a la norma» (p. 149). Pensaba que los textos autobiográficos tienden a desdibujar los límites genéricos por lo que las discusiones en torno a los rasgos de la autobiografía resultan ineficaces. En sus estudios sobre las Confesiones de Rousseau, concluye que la prédica resultante es lingüística más que ontológica o hermenéutica, aun cuando el discurso se estructure sin cuestionar el supuesto de la inteligibilidad (de Man, 1979).

Más recientemente, autoras como Sidonie Smith o Julia Watson han tomado las teorías sobre la autobiografía existentes y la práctica escrituraria de las mujeres para reflexionar sobre el lugar de enunciación del yo femenino. Smith (1993) analiza la manera en que las mujeres escritoras de autobiografías se aproximan al discurso de la subjetividad dominante, basado en una concepción universal del hombre, cómo negocian con estos discursos y qué tanto se alejan de ellos, apelando a la constitución de una subjetividad encarnada.

Sin embargo, el interés teórico en la autobiografía no comenzó con las reflexiones de estos autores, sino que se remonta al siglo XIX1 cuando el filósofo alemán Wilhelm Dilthey se propuso diferenciar las aproximaciones al conocimiento de las ciencias de la naturaleza de aquellas que eran propias de las ciencias del espíritu. La pregunta que guio sus investigaciones fue: «¿cómo la estructuración del mundo espiritual puede hacer posible en el sujeto un saber de la efectiva realidad espiritual?» (Dilthey, 2000, p. 109). A esta tarea la denominó crítica de la razón histórica. Para el filósofo las formaciones conceptuales del conocimiento científico natural son irrelevantes para las ciencias del espíritu. Según él, los sujetos de las proposiciones sobre el mundo histórico, desde el curso de la vida individual hasta el de la humanidad, indican un modo determinado de conexión demarcado de alguna manera. Este modo de conexión debe ser descubierto en el ámbito de las ciencias del espíritu, porque es ahí en donde adquiere sentido propio «a partir de la esencia de la vida y del procedimiento de comprensión que le corresponde: el sentido de una conexión en el que las partes están vinculadas» (Dilthey, 2000, p. 129).

Georg Misch, interesado en los trabajos de su suegro Wilhelm Dilthey, dedicó su vida a realizar una obra monumental sobre la historia de la autobiografía. Misch acogió la perspectiva de Dilthey consciente de las implicaciones de adentrarse en un ámbito complejo en el que los límites disciplinares se desdibujan. En el primer volumen de su obra, titulado A History of Autobiography in Antiquity (part one), que apareció en 1950, escribió:

It is true that a history of autobiography, since it has to deal with the more complicated phenomena of mental life, cannot reach back to the primitive peoples. But there is something ''primitive” in its subject, in so far as autobiography is not only a department of literature but a method of self-assertion. (Misch, 2002, p. 18)

Además de la publicación del primer volumen de la obra de Misch, en la primera mitad del siglo XX otros estudios abrieron camino a la reflexión teórica, como el libro de la crítica estadounidense Anna Robson Burr, The Autobiography: A Critical and Comparative Study (1909), o el de Wayne Shumaker, English Autobiography; Its Emergence, Materials and Form (1954). No obstante, Ángel Loureiro (1991) ha escrito que «el punto verdaderamente álgido» se alcanzó con la publicación en 1956 del artículo de Georges Gusdorf «Conditions et limites de l’autobiographie». A partir de esa fecha, señala Loureiro (1991), «se suceden los artículos y libros, y se dibujan tendencias muy dispares en el entendimiento e interpretación de los problemas que plantea la autobiografía como género (…)» (p. 2).

La proliferación de enfoques a la que se refiere Loureiro ha estado acompañada, en las décadas finales del siglo XX y las dos primeras del actual, por la publicación de numerosas obras literarias en las que la preocupación principal gira en torno a la búsqueda del lugar de enunciación del yo autoral que ha estado expuesto sobre todo a experiencias traumáticas. Esta profusión de literaturas y teorías nos ha conducido a emprender la primera etapa de una investigación, actualmente en curso, que aborda los problemas de los distintos enfoques teóricos de las escrituras autobiográficas, sus límites y posibilidades.2 En este marco, el objetivo del artículo es examinar de manera comparada dos acercamientos a la explicación de la relación entre el conocimiento de sí o autoconocimiento y la autobiografía: los de Georges Gusdorf y James Olney. Este análisis está centrado particularmente en las dos primeras obras de los autores sobre la escritura autobiográfica, respectivamente: «Conditions et limites de l’autobiographie» y Metaphors of Self. Partimos de la idea de que el filósofo y el crítico literario, en estas primeras obras, arrancaron de presupuestos diferentes, sobre todo en relación con la temporalidad. Gusdorf basa su teoría en el presupuesto de la temporalidad como categoría fundamental del autoconocimiento, lo que implica una racionalidad narrativa, mientras que el énfasis en el estudio de Olney está puesto en el presupuesto del autoconocimiento por intuición.

2. Gusdorf y Olney: una amistad intelectual

La preocupación de Georges Gusdorf (cerca de Burdeos, 1912-Pyla-sur-Mer, 2000) por la autobiografía derivó de la investigación sobre el desarrollo histórico de la conciencia, la cual emprendió durante su estancia en un campo de prisioneros en la Segunda Guerra Mundial. Al término del conflicto, bajo la conducción de Gastón Bachelard, concluyó el trabajo con el que obtuvo el grado de doctorado y que publicó en 1948 con el título de La découvert de soi. Desde el inicio de su carrera, el filósofo rechazó las posturas académicas rígidas que orientaban el quehacer filosófico hacia la especialización en las obras de grandes pensadores y prefirió la vía que algunos de sus maestros le habían enseñado: aprender a pensar por sí mismo; encontrar a través de la reflexión su camino en la profesión y la vida. Pero fue la experiencia en el campo de prisioneros de guerra en Lübek, en donde permaneció de 1940 a 1945 (Gusdorf, 1991a) la que confirmó su interés en examinar los procesos de conocimiento del sí y sus expresiones escriturales. El sufrimiento por la muerte y desaparición de compañeros, la lucha por la sobrevivencia, el miedo y la angustia lo condujeron a preguntarse por las complicaciones de la subjetividad, la cual examinó en los diarios íntimos y la autobiografía. Desde entonces, su búsqueda se situó en la idea de que el punto de partida de toda reflexión debe ser la condición humana. La intención no puede ser otra más que pensar en la existencia que somos y en la que nos movemos (Gusdorf, 2002).

Publicado ocho años después de haber concluido La découvert de soi, el ensayo «Conditions et limites de l’autobiographie»3 se convirtió en referente para los interesados en el estudio de la autobiografía como género literario y de las escrituras autobiográficas en general. Este ensayo ha sido considerado por algunos especialistas como el primer estudio importante sobre los fundamentos de la autobiografía. Jesús Camarero (2011) escribe: «Gusdorf emprende una definición filosófica (metafísica, moral) de la autobiografía desde su origen hasta nuestros días. Este ensayo constituye el primer estudio importante y riguroso sobre los fundamentos existenciales, psicológicos, fenomenológicos, estéticos» (p. 30) de la autobiografía.

Tras casi dos décadas sin publicar reflexiones sobre los problemas teóricos de la autobiografía, en 1975 apareció «De l’autobiographie initiatique à l’autobiographie genere littéraire», artículo en el que Gusdorf (1975) lanza una crítica mordaz a los interesados en examinar aspectos formales del género y en desarrollar tipologías. Es particularmente crítica del trabajo de Lejeune -quien a partir de la revisión histórica de las escrituras autobiográficas francesas deriva y generaliza rasgos característicos de este tipo de escrituras- porque considera improcedente realizar una historia de la autobiografía desde una lengua o país, dado que las escrituras del yo son universales y han existido desde tiempos antiguos. En 1991 incursionó de manera más amplia en lo que llamó escrituras del yo, y publicó dos grandes obras: Les écritures du moi. Lignes de vie 1 y Auto-Bio-Graphie. Lignes de vie 2. En el primer volumen, recorre los acercamientos al «yo» de Montaigne, reconstruye el origen de la palabra autobiografía, reconoce la importancia de la investigación de Misch, critica los acercamientos que intentan definir categóricamente la autobiografía como género literario y las aproximaciones en las que se habla de la desaparición del sujeto, como las de Michel Foucault y Roland Barthes, y efectúa una extensa discusión sobre las escrituras del yo de sus contemporáneos. En este primer volumen, Gusdorf (1991a) toma aspectos tratados por Olney (1972) en Metaphors of Self, particularmente en el capítulo dedicado a revisar otro tipo de escrituras autobiográficas. A partir del análisis de Olney de los escritos de Newman y Darwin, Gusdorf argumenta en torno a la importancia de valorar obras que no se ajustan al formato de la autobiografía de acuerdo con los criterios establecido por la teoría literaria, pero que aun así resultan valiosas escrituras del yo, entendidas como obras que permitieron a los escritores la inteligibilidad de sus vidas. Según Gusdorf, de acuerdo con la perspectiva a la que da lugar Olney, la autobiografía no debe ser considerada como un género literario entre otros, sino como un modo de lectura aplicable a las más diversas obras (Gusdorf, 1991a). Cabe señalar que el mismo Gusdorf había ya mencionado a Newman en La découvert de soi (1948) y en «Conditions et limites de l’autobiographie» (1956), y que en este último considera como autobiografía el libro Apología pro vita sua (1864).

Una segunda referencia principal a la obra y a la amistad intelectual con Olney aparece en el prefacio al segundo volumen, Auto-Bio-Graphie. Lignes de vie 2. Gusdorf se manifiesta en deuda con su amigo por haber tomado en préstamo el título de su artículo:

Mon ami James Olney, professeur à la Louisiana State University à Baton Rouge, avait publié dan la revue South Atlantic Quarterly (77-1978) un essai intitulé Autos-Bios-Graphein: The Study of Autobiographical Literature, recension d’ouvrages récents concernant ce domaine de recherché. Ce titre simple et lumineux indiquait une aproche globale et synthétique, en prise directe avec l’avènement, avec l’événement de la connaissance de soi. Reconnaissance de dette attestée, sinon soldée, par la dédicace de cet ouvrage à l’amité de James Olney. (Gusdorf, 1991b, p. 9)

En los años en que Gusdorf publica estos trabajos, él y Olney habían leído mutuamente sus obras, se habían puesto en contacto y establecido una amistad intelectual. La amistad fue tan entrañable y sincera que Gusdorf, sin más, tomó prestado para su segundo volumen el título del artículo de Olney.

Para desarrollar Auto-Bio-Graphie. Lignes de vie 2 (hay una diferencia en el título, ya que el artículo de Olney se titula, como se ha dicho arriba, «Autos Bios Graphein»), Gusdorf (1991b) modificó la posición de los tres órdenes del término: Graphie, Autos, Bios, a partir de los cuales estableció los capítulos (agregando «s» al final a los dos últimos órdenes). En el apartado titulado Graphie reflexiona sobre la escritura autobiográfica como relación entre el espacio interior y el exterior. Este tipo de escritura no es una simple inscripción que replica la realidad, sino el medio técnico en el que el yo se realiza. Graphie es factor en el proceso de constitución de Autos y principio de ordenamiento histórico de Bios. En el apartado Autos, examina la identidad personal. El yo es consciente de sí mismo y principio de una existencia autónoma. Bios (en el sentido griego del término) afirma el despliegue histórico de la identidad en la vida. Entre el Bios y el Autos existe una correlación necesaria. No podemos imaginar una vida sin autoconciencia, siempre descentrada y a expensas de los vaivenes del entorno (Gusdorf, 1991b).

Por su parte, James Olney (Marathon, Iowa, 1933-Irvine, California, 2015) se había referido ya a los trabajos de Gusdorf en el prefacio a su primer libro publicado, Metaphors of Self. Es decir, antes de que Gusdorf conociera el trabajo del crítico estadounidense, este ya había reconocido el importante aporte del filósofo francés. Olney obtuvo el grado de doctorado en la Universidad de Columbia en 1963. Durante cuatro años impartió clases en la Universidad de Drake, y en 1967 partió hacia Liberia, en donde estuvo dos años dictando cursos en el Cuttington College. En su estancia en este país, apoyado en la bibliografía a la que tenía acceso, comenzó a redactar Metaphors of Self. A su regreso a Estados Unidos revisó publicaciones sobre el tema que no había tenido al alcance en Libera y se dio cuenta de que su trabajo se enmarcaba en las preocupaciones generales del momento. Olney (1978) reconoce, sin embargo, que un ensayo le pareció a tal punto interesante y relevante para la temática abordada en su libro que decidió reanudar y extender su argumentación: se trataba de «Conditions et limites de l’autobiographie» de Gusdorf.

Al año siguiente, Olney publicó Tell me Africa: An Approach to African Literature (1973), libro en el que, en los dos primeros capítulos, se aproxima a la escritura autobiográfica africana no como especialista, sino guiado por el interés en explorar escrituras de gran valor para acercarse a una cultura muy diferente a la estadounidense. El contacto con otra forma de comprender el mundo le permitió al crítico revalorar el sentido de los estudios literarios. De manera semejante a lo que ocurrió con Gusdorf en el campo de prisioneros, la experiencia extrema condujo a Olney a examinar la autobiografía con el propósito de comprender con mayor profundidad la relación entre la vida y la escritura, y lo que esta última nos ofrece como lectores y como seres humanos. J. Gerald Kennedy, colega de Olney, da una pista para conocer mejor al profesor que rechazó una buena posición en una universidad estadounidense para exponerse a esta experiencia de vida en un país muy alejado del suyo. Contra las explicaciones oficiales en torno a la decisión de su amigo de irse a Liberia, a Kennedy le gusta pensar que ese viaje a África estuvo vinculado de alguna manera con sus raíces en Iowa, con el ethos abolicionista de los primeros colonos blancos o con el ejemplo de sus ancestros, gente de principios que creía en el aprendizaje, la decencia y la igualdad:

Pero me gusta pensar que su viaje africano estuvo vinculado, de alguna manera, a sus raíces de Iowa, al espíritu abolicionista de los primeros colonos blancos del estado, o al ejemplo de sus antepasados Olney, esas personas de principios que creían en el aprendizaje, la decencia y la igualdad. (Kennedy, 2015, párr. 7)

Olney (1981) desarrolló en Metaphors of Self una teoría en la que sostiene que la autobiografía constituye una imitación psico-filosófica de la personalidad autobiografiada. Sin embargo, acepta que su enfoque se modificó con la experiencia en Liberia, porque ahí la autobiografía es más un fenómeno social que individual. Además, comprendió que aun cuando es posible hablar de algo esencial que hace semejantes a los humanos, no puede negarse que las sociedades difieren unas de otras. Advirtió entonces que para estudiar la autobiografía africana había que imbuirse en el contexto y no solamente analizar los textos.

Ya en Metaphors of Self, aclaraba que su preocupación no consistía en hacer historia de la autobiografía y tampoco en estudiar la forma intrínsecamente. Más bien le interesaba saber por qué las personas han escrito autobiografía durante siglos y lo siguen haciendo y por qué todavía hoy nos gusta leerlas. Hay que señalar, no obstante, que en este libro Olney (1981) no aborda la autobiografía como género literario, ya que su interés se centra en dilucidar aspectos teóricos del acercamiento de filósofos, teólogos, científicos y poetas a la creación de teorías, ecuaciones, poesía y autobiografía. Volveremos a esto más adelante.

En el artículo «Autos-Bios-Graphein: The Study of Autobiographical Literature» (1978), al cual se ha hecho referencia anteriormente, Olney (1978) observa que entre la publicación de su primera obra en 1972 y la de este artículo el panorama sobre los estudios de la autobiografía se había modificado sustancialmente en Estados Unidos. De un horizonte prácticamente vacío se había transitado a la abundancia de pensamiento sobre el tema, y no solo eso. Entre la cada vez más cuantiosa bibliografía había distintos acercamientos al estudio de la autobiografía, los cuales Olney identifica a partir de los tres órdenes del término: autos, bios y graphein. En el primer orden, autos, parece incluir su propia obra.4 Argumenta sobre la dificultad de entender la palabra autos de manera unívoca. El recorrido que hace Gusdorf en La découvert de soi, dice Olney (1978), es una introducción a la historia de la individualidad, la conciencia y la autoconciencia. Filosófica y psicológicamente hablando, el self (soi/sí mismo) de Homero de la antigua Grecia es muy distinto al de Gusdorf de la Francia del siglo XX, porque entre la época griega y la actual se desarrolló la autoconciencia y el individuo se convirtió en objeto de su reflexión (Olney, 1978).

En cuanto al segundo orden del término, bios, Olney (1978) destaca la dificultad de llegar a un acuerdo en torno al significado. Brevemente ejemplifica a partir de la experiencia con sus estudiantes africanos, a quienes les solicitó que escribieran sobre sus vidas. A diferencia de los estadounidenses que suelen escribir notas breves sobre sus vivencias individuales, todos los africanos del grupo plasmaron prácticamente la misma historia. Sus vidas parecían repeticiones de una vida entendida como arquetipo. Olney (1978) se pregunta si estas escrituras podrían considerarse autobiografías y dice no estar seguro de eso, pero sí de que «(…) the one story they told was generally a richer and more deeply moving one than the different-from-one-another but rather thin stories I ordinarily get from my American students» (p. 115). Olney cita entre los estudiosos que hacen énfasis en el bios a Thomas Cooley’s, con Educated Lives y Mutlu Konuk Blasing con The Art of Life. Studies in American Autobiography (Olney, 1978, p. 117).

En el tercer orden, graphein, Olney (1978) ubica el trabajo teórico de Elizabeth Bruss, Autobiographical Acts, en el que la autora compendia un conjunto de reglas y las sistematiza para definir la relación entre autor, narrador y héroe de la autobiografía. Bruss (1976) realiza este estudio mediante la comparación de obras autobiográficas y no autobiográficas de los mismos autores para, por una parte, identificar las marcas que caracterizan a la literatura autobiográfica y, por otra, comparar los cambios diacrónicamente. A propósito de la propuesta de Bruss, Olney (1978) afirma que la vida se niega a las generalizaciones. Es decir, no comparte un enfoque que reduce la variedad de expresiones del yo en las escrituras autobiográficas a unos cuantos esquemas.

Al traducir el artículo de Gusdorf «Conditions et limites de l’autobiographie», Olney se sorprendió de las coincidencias que encontró entre su primer libro Metaphors of Self y este texto. Gusdorf experimentó una sensación semejante al leer la versión traducida. El filósofo francés le escribió a su amigo:

I have the impression that the translation is all the better for the reason that the thought is not at all foreign to you. These ideas are yours also. The thesis of Metaphors of Self even turns up, toward the end of the essay. (Gusdorf, citado por Olney, 1980, p. 10)

3. La autobiografía: reunión de elementos dispersos

Una de las semejanzas más evidentes entre las teorías de Georges Gusdorf y James Olney se advierte en la importancia que atribuyen a la autobiografía como medio para el autoconocimiento. Este interés común conduce a ambos autores a rechazar aquellos enfoques estructurales que pretenden definir los rasgos de la autobiografía como género. En el contexto francés, Gusdorf (1991a) critica el intento de Lejeune de elaborar una definición del género para distinguir la autobiografía propiamente dicha de otras formas cercanas a las escrituras del yo. Según el filósofo, la dificultad de una aproximación como esta consiste en que la revisión periódica de diferentes escrituras autobiográficas justifica la necesidad de publicar constantemente ensayos en apariencia novedosos. Gusdorf se refiere a la práctica de Lejeune de publicar textos sucesivamente, en los cuales corrige sus propios enfoques a partir de la lectura de escrituras autobiográficas de talante distinto a las que dieron origen a su primer libro L’autobiographie en France, publicado en 1971.

En el contexto estadounidense, Olney (1980) se refiere a la obra de Bruss, tal como se mencionó anteriormente, como un gran aporte a los estudios teóricos de la autobiografía. Sin embargo, señala que se inscribe en aquellos enfoques que dan forma a sus propuestas con la ayuda de gráficos, tablas, flechas, punteros y otros dispositivos esquemáticos y que tienden a usar un lenguaje cuasi legalista de contratos derechos y obligaciones, expectativas y pactos. El autor de Metaphors of Self considera que es imposible definir la autobiografía porque al hacerlo tendrían que incluirse demasiadas variantes, de lo contrario se conseguiría una definición estrecha que dejaría fuera una gran cantidad de obras (Olney, 1981). Así, considerar la escritura autobiográfica como proceso de autoconocimiento y rechazar los enfoques estructuralistas tiende un puente entre los acercamientos de Gusdorf y Olney.

Algo semejante ocurre con el interés ontológico que ambos encuentran en la autobiografía. No obstante, un acercamiento puntual sobre todo a las dos primeras obras permite observar algunas diferencias. Comenzaremos con los presupuestos de la teoría de Gusdorf; para ello conviene repasar, aunque sea someramente, el desarrollo de su pensamiento, anterior a la publicación de «Conditions et limites de l’autobiographie». En La découvert de soi, Gusdorf (1948) distingue la conciencia de sí del conocimiento de sí. Aunque están relacionados, tienen que entenderse de manera separada. A partir de una cita de La fenomenología del espíritu de Hegel, Gusdorf (1948) señala que la autoconciencia es la «tierra fértil de la verdad» (p. vi), mientras que el conocimiento de sí es el momento inicial de la reflexión sobre la propia conducta. De acuerdo con Gusdorf (1948), la conciencia nos da la certeza de la existencia, pero no tiene nada que decir de sí misma, aparece como un presente sin pasado, mientras que el conocimiento de sí se revela como una suerte de memoria de todas las conductas pasadas y las venideras. Según el filósofo, el problema del conocimiento de sí se plantea como el problema inicial de la experiencia moral. El hombre será o no responsable de su conducta dependiendo de si puede o no conocerse a sí mismo. Estas reflexiones constituyen el punto de partida del desarrollo de su pensamiento sobre las escrituras del yo.

En el análisis histórico y filosófico que realiza de las concepciones del yo que se conoce a sí mismo, Gusdorf (1948) distingue tres grandes aproximaciones: la dogmática, la inmanente y la crítica. Reprueba la primera, especialmente el socratismo-cristiano, según Camarero (2011), porque está vinculada a la idea de que el conocimiento de sí es necesario para la salvación. Además, para Gusdorf la filosofía clásica y el cristianismo se contentan con un esquematismo, con la abstracción que ignora las diferencias individuales. Frente a la afirmación de un dogmatismo surgió la actitud inmanente, la cual se preocupó más por la fidelidad exacta a la experiencia interior, por lograr la sinceridad. Este acercamiento al conocimiento de sí terminó en fracaso porque no podemos referirnos a nosotros mismos como si fuéramos un objeto que se observa a distancia. Surgió una tercera actitud, a la cual denomina crítica, en donde ubica la posición freudiana que supone que el conocimiento del hombre se funda en el secreto: el supuesto de que no es posible conocer nuestra esencia porque siempre hay algo oculto para nosotros mismos. Destacaremos hasta aquí que Gusdorf se deslinda de manera radical de la primera aproximación a la que denomina dogmática, mientras que en Metaphors of Self, la perspectiva socrática es importante, como se verá más adelante.

En La découvert de soi las escrituras autobiográficas, memorias, confesiones, diarios y autobiografías son abordadas en función del objetivo principal: el repaso histórico del conocimiento de sí mismo. En «Conditions et limites de l’autobiographie», el autor se propuso indagar de manera profunda los presupuestos filosóficos particularmente de la escritura autobiográfica producida en Europa, para lo cual tuvo como antecedente Confesiones de San Agustín. Uno de los presupuestos centrales es que para escribir autobiografía la humanidad tuvo que salir «del cuadro mítico de las sabidurías tradicionales, para entrar en el reino peligroso de la historia» (Gusdorf, 1991c, p. 10). La humanidad que subordinaba su destino a los ciclos cósmicos, se descubre dueña, escribe Gusdorf (1991c), «de una aventura independiente (…). Aparece entonces el personaje histórico (…)» (p. 10). El interés por la vida personal inicia en los tiempos primeros del cristianismo, con las confesiones, advierte Gusdorf (1991c), pero entonces el hombre se contempla todavía con angustia ante su propia imagen. Con el Renacimiento y la Reforma, «el hombre descubre en sí un mundo nuevo» (Gusdorf, 1991c, p. 12), y hacia 1800, cuando la conciencia histórica llega a su cúspide, el Romanticismo reinventa, «en su exaltación al genio, el gusto por la autobiografía» (Gusdorf, 1991c, p. 12).

Gusdorf (1991c) hace especial énfasis, en ese momento propiamente, en la autobiografía, entendida como género literario en el que el hombre intentará reconstruirse en su unidad y en su identidad a través del tiempo. Estos autobiógrafos se buscan a sí mismos a través de su historia. Pero el recuento del pasado no consiste en realizar una crónica o reconstruir el curriculum vitae, sino en recuperar lo vivido mediante la escritura instituyendo subjetividad durante el proceso. Camarero (2011) lo plantea así: «(…) Gusdorf habla de una cierta metahistoria de la autobiografía guiada por el orden de una ontología de vida personal, lo cual da idea de una ontología asociada a la escritura» (p. 51). Agregamos aquí, a la escritura narrativa. El mismo Gusdorf (1991c) subraya este aspecto: «La ilusión comienza (…) en el momento en que la narración le da sentido al acontecimiento, el cual, mientras ocurrió, tal vez tenía muchos, o tal vez ninguno» (p. 15).

Este aspecto temporal-narrativo distingue la teoría de Gusdorf de la de Olney. El primero, sin duda, se adhiere la filosofía de la vida de Dilthey, con su fundamento en la temporalidad, lo que implica una tarea que la conciencia realiza. «El pecado original de la autobiografía», dice Gusdorf (1991c), «es el de la coherencia lógica y la racionalización. La narración es conciencia» (p. 15). Además, el conocimiento de sí -esta es una de las conclusiones más relevantes del filósofo francés- es de carácter provisional debido a que se trata de un proceso continuo; es un esfuerzo por efectuar las posibilidades propias. La historia personal, expandida en la educación y formación que recibimos de manera sucesiva, tiene que aprovecharse para descifrar la imagen de uno mismo, la cual emergerá entre la diversidad de seres y cosas. El autobiógrafo efectuará esta historia personal como segunda lectura de la experiencia, con lo cual más que «conocerse a sí mismo» se «convertirá en quien es» (Gusdorf, 1991c; 1947, p. 509). La memoria concede perspectiva y permite tomar en consideración las complejidades de una situación en el tiempo y en el espacio (Gusdorf, 1991c). Olney está mucho más cerca de la concepción de los poetas románticos del autoconocimiento como conjunción de impresiones. Volveremos a esto en el siguiente inciso.

Además de la dimensión ontológica, el conocimiento de sí mismo -señala Gusdorf (1948) en La découvert de soi- supone una indagación de la experiencia moral y espiritual, la cual ha surgido de nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás y con el mundo. Se trata de un proceso de actualizaciones que nos aporta información sobre la realidad de lo que somos, y que no ocurren al margen de la decisión de la persona; se realizan con su propio consentimiento (Gusdorf 1947). Es un ejercicio de la voluntad, idea que reitera en «Conditions et limites de l’autobiographie». A su parecer, el hombre reconstruye la vida como unidad vivida de comportamiento y de actitudes, y esta reconstrucción no procede del exterior; pues son los «esquemas estructurales que se imponen al material de los hechos exteriores (…) los elementos constituyentes de la personalidad» (Gusdorf, 1991c, p. 13). Lo que estructura y da forma a lo vivido es la intervención del hombre.

En la dimensión existencial de la actualización o efectuación de las posibilidades propias, esta constitución de identidad no es «del ser», dirá Gusdorf, sino del «deber ser» (1947, pp. 294-295), dado al individuo en forma de tarea: vivir es un trabajo que consiste en que los humanos seamos capaces de dar forma a una existencia, de unir los elementos dispersos para lograr un producto terminado. La identidad se plantea como «tarea para la existencia y en la existencia» (Camarero 2011, p. 56). Gusdorf (1947) considera que una forma de deber ser se impone al devenir natural del ser; el tiempo se agota, algún día moriremos, pero algo permanece en nosotros, y eso es precisamente lo que desvela la escritura autobiográfica: la puesta en práctica de una axiología. Dicho en otras palabras, el acercamiento a la comprensión del sí a través de la escritura autobiográfica ocurre como proceso de constitución de la identidad a partir del cambio, lo cual pone de relieve de manera práctica la valoración de factores morales.

4. La escritura autobiográfica como impulso vital al orden

Al igual que para Gusdorf, para Olney la autobiografía promueve el autoconocimiento. Sin embargo, en el primer libro, Metaphors of self, el acercamiento difiere del primer trabajo de Gusdorf en «Conditions et limites de l’autobiographie». El presupuesto general de Olney (1981) para acercarse al estudio de la escritura autobiográfica es que lejos de pensarla desde sus aspectos formales o históricos hay que considerarla en relación con el vital impulse to order (impulso vital al orden) que ha motivado al hombre a la creación. Olney destaca la imposibilidad de estudiar estas escrituras a partir del intento de señalar aspectos formales, porque el autobiógrafo ha escrito impulsado desde su interior, lo que implica una forma y estilo únicos. El crítico considera también que este «impulso vital al orden» puede dar origen no solo a una autobiografía, sino también a una obra histórica, poética, teológica, política o científica, sea a manera de ensayo, poema o tratado, en la que se expresa y refleja su creador. De este modo, propone que más allá de la autobiografía existe el lifework, algo así como «la obra de la vida» en la que incluye el conjunto de la producción de un hombre.

Este presupuesto parte del análisis previo que Olney (1981) realizó del proceso escritural de poemas, ensayos, teoría y teología. Cabe señalar que en la parte teórica de este libro aborda la autobiografía, pero no profundiza en el aspecto fundamental que observan Dilthey y Gusdorf: la temporalidad. Para describir este proceso, Olney (1981) acude a Heráclito, a partir de quien sostiene que toda cosmología comienza con el autoconocimiento, y precisamente esto es lo que hacen estos escritores: crean «cosmos», es decir, un «orden» o «universo» en el cual queda plasmada la comprensión de sí mismos. Para avanzar en su hipótesis, Olney parte de la interpretación de un fragmento de Heráclito que hace el especialista en estudios griegos, W.K.C. Guthrie, que conviene citar en extenso de la fuente original:

(con el verbo)…I search myself…Heraclitus meant, I suggest, first, ''I turned my thoughts within and sought to discover my real self”; secondly, ''I asked questions of myself”; thirdly, ''I treated the answer like Dephic responses hinting, in a riddling way, at the single truth behind them, and tried to discover the real meaning of my selfhood”; for I knew that if I understood my self I would have grasped the logos which is the real constitution of everything else as well. (Guthrie, 1962, pp. 418-419)

Heráclito propone que para conocer lo que algo es, hay que partir del conocimiento de sí mismo. Es decir, que el conocimiento de las cosas, cualesquiera que estas sean, debe comenzar por la exploración del sí mismo mediante un método de interpretación de símbolos o metáforas. Dicho de otro modo, el ser humano se hace preguntas sobre sí mismo y aborda las respuestas como si fueran las del oráculo de Delfos, el cual responde de manera enigmática. Esto implica que interpreta las respuestas para descubrir quién es, y al descubrir quién es aprehende el logos, el conocimiento universal que no es privativo, sino común.5 En esta descripción de Heráclito está contenido un acercamiento hermenéutico al conocimiento, el cual comienza por el sí mismo.

Los postulados que Olney (1981) toma de la interpretación de Guthrie de los fragmentos heracliteanos sustentan su propia teoría. Considera que en dichos fragmentos se pueden encontrar los motivos y métodos de los autobiógrafos de todos los tiempos. Agrega que, «(…) in his search, Heraclitus realized the philosophy and psychology of writers about the self from Plato and Plotinus and St. Augustin to C. G. Jung and T. S. Eliot and beyond» (Olney, 1981, p. 7). Para fortalecer su argumentación examina el pensamiento de Sócrates en lo relativo al planteamiento que hacía Heráclito. Sócrates, en los encuentros con sus interrogadores, antes de responder sobre las cosas del mundo, daba cuenta de su vida, del pasado al presente. Este relato autobiográfico salvaguardaba al filósofo de ser sumido en el caos de los hechos insignificantes y la única manera que encontró de prevenir el desorden fue recurrir a las teorías y usarlas para intentar descubrir la verdad de las cosas (Olney, 1981).

Pero esta búsqueda del orden no es privativa de los filósofos. Olney (1981) concluye que la determinación de Sócrates por la teoría, de Einstein por las ecuaciones o de Yeats por la poesía respondió al «impulso vital al orden». El orden se expresa en teorías, mitos, cosmologías, modelos, hipótesis, todo lo cual Olney denominará metaphors. Por «metáforas» entiende aquellos constructos mediante los cuales se ordenan la conciencia y las cosas del mundo. La metáfora, para Olney, es «the formal conjuction of single subject and various objects» (Olney, 1981, p. 30). Subyace en este acercamiento el ideal de alcanzar la unidad mediante el conocimiento de sí mismo.

En un artículo publicado diez años después de que apareciera Metaphors of Self, Candice Lang (1982) observó que la teoría de Olney excluía consideraciones teóricas importantes de la época, como los acercamientos posestructuralistas, y que resultaba una aproximación anacrónica, planteada desde el Romanticismo. En su opinión, la propuesta de Olney desatendía los debates lingüísticos, estructuralistas, estilísticos y apelaba a presupuestos como el carácter de entidad prelingüística y precultural del yo, su unificación en una dimensión transhistórica, y a la existencia de una naturaleza humana universal que hace posible la comunicación entre los seres humanos a través del sentimiento, el cual es superior al discurso racional (Lang, 1982).

La crítica de Lang (1982) muestra parte del debate de los años setenta en torno a problemas propios de la autobiografía, como la subjetividad y la autoría. Y aunque sus señalamientos pueden resultar generalizantes, porque da la impresión de que observa desde la crítica posestructuralista como antítesis, es decir, sin problematizar con mayor complejidad otras aristas, hay en sus observaciones un aspecto que sitúa la diferencia principal entre las aproximaciones de Gusdorf y Olney en esas primeras obras. De acuerdo con Lang, en la teoría de Olney subyace el presupuesto de un yo prelingüístico y precultural, al cual no parece adherirse Gusdorf. Aunque para ambos el autoconocimiento consiste en comprender el sentido de una vida, Olney presupone que esta comprensión resulta de la consecución de la unidad del yo mediante la metáfora, el mito, el arquetipo, el símbolo o la teoría; unidad que se logra más allá del carácter temporal de la vivencia. Estas escrituras, incluso la autobiografía, según Olney (1981), median entre lo transitorio y el «reino» de lo constante, lo que permanece: «mediates between the transient world of sensation and feeling, of event and emotion, and a constant, satable realm of pattern and significance (p. 45). Para Gusdorf la autobiografía, como se señaló arriba, resulta el proceso de constitución de identidad que ocurre en el tiempo, proceso que, además, no es definitivo, por lo que no se aspira -y menos se alcanza- el «reino» de lo estable:

La autobiografía no es, por consiguiente, la imagen acabada, la determinación permanente, de una vida personal: el ser humano se hace de continuo; memorias y recuerdos aspiran a una esencia más allá de la existencia y, al ponerla de manifiesto, contribuyen a su creación. (…) el escritor no busca decir la última palabra (…) se esfuerza solamente por acercase un poco más al sentido, siempre secreto e inalcanzable de su propio destino. (Gusdorf,1991c, p. 17)

La perspectiva de Olney (1981), en Metaphors of self, traza vínculos con Wordsworth y especialmente con Coleridge. Una de las semejanzas entre estos pensamientos radica en la importancia de la intuición en el proceso escritural, la cual permite integrar los contrarios en la unidad. Aun cuando Olney no habla propiamente de la imaginación, sin la cual no puede entenderse a Coleridge, sí hace referencia a los atributos de la intuición. Y es esta facultad la que, según el poeta inglés, despierta la imaginación. Coleridge escribía: «The primary Imagination I hold to be the living power and prime agent of all human perception, and as a repetition in the finite mind of the eternal act of creation in the infinite I AM» (Coleridge, 2009, Chapter XIII, párrafo 10).6 Olney (1981) se pregunta cómo ocurre la «metaforización de la imaginación» y cómo se conectan elementos disímiles para establecer un patrón (p. 31). Y responde: «It is by the power of metaphor that we compact the multifarious world of objects into the emotional configuration of the subject eye (…)» (p. 34). No habla ya del poder de la imaginación, pero sí de la metáfora, la cual es producto de la imaginación. En otro momento, escribe: «The artist, we say, is ''imaginative”: he imagines, he makes images, and in them he forges the metaphoric bond that joins the known being to the unknown phenomena» (p. 47). Para Coleridge la imaginación es una fuerza sintética que unifica determinaciones y situaciones opuestas (Jamme, 1998, p. 21); para Olney esta unificación de contrarios en el proceso de conocimiento de sí mismo se alcanza con la «metáfora». En ambos casos se plantea no un proceso de reconstrucción narrativa de la identidad, como quería Gusdorf, sino de conjunción de impresiones.

En el pensamiento de Olney, como en el de los románticos, el escritor apela al ser completo, al conjunto de sus facultades intelectuales, sensitivas y emotivas para descubrir el misterio de las cosas y sus manifestaciones individuales y explicar su significado: «Solo los datos de la experiencia individual imaginativa podían hacer eso. En ellos vemos ejemplos de lo que no puede ser expresado directamente con palabras sino solo por medio de alusiones y sugerencias» (Bowe, 1972, p. 22). Los románticos pensaban que el poeta era un intérprete de lo percibido con los sentidos y que mediante este proceso alcanzaban un orden trascendental que explicaba el mundo de las apariencias y revelaba los efectos de las cosas percibidas en nuestro ser. Algo semejante plantea Olney con el «impulso vital al orden», aunque su perspectiva se extiende a pensar en todas aquellas escrituras que logran la realización del ser, sea sintética -Darwin o Newman- o simbólica -Montaigne, Jung o T.S. Eliot- (Olney, 1981). En cualquier caso, esta aproximación a otros discursos, además del poético, se relaciona con los presupuestos de Heráclito sobre el logos, a los que se hizo referencia anteriormente, y también con los de Coleridge (2009), quien se propuso desarrollar una «filosofía dinámica» que llamaría Logosophia (no concluyó este trabajo) y que sostenía la tesis «Truth is correlative to being» (Chapter XII, Thesis I). Olney (1981) escribe: «Coleridge, who was speaking of his own activities (…) describes equally well the practice of either Montaigne or Eliot, ''defines itself as an affectioante seeking after the truth; but Truth is the correlative of Being”» (p. 315).

Harold Bloom (2009) le reconoce a Coleridge su convicción del poder de la mente del poeta romántico sobre «el universo de la muerte», y le parece que esta formulación es crucial para entender la poesía moderna, incluido el poema The Wast Land de T.S. Eliot, el cual Olney examina en Metaphors of self. Aunque no puede afirmarse que Olney se inscribe totalmente en el romanticismo -Eliot no es romántico-, es evidente que abreva de estos trazos. En el apartado final, titulado «Synthesis», Olney (1981) cita a Coleridge: «Poetry, as Coleridge remarked, is a creative act analogous, in its own realm, to the divine fiat, bringing into being a symbolic self and with it an entire universe» (p. 331).

Finalmente, nos referiremos de manera breve al asunto del lenguaje. Ni Gusdorf ni Olney excluyen el pensamiento sobre el lenguaje escrito en la configuración de poemas y autobiografías, pero su acercamiento difiere en cierto grado. Como plantea Lang (1982), para la perspectiva romántica el lenguaje crea una personæ para resguardar la pureza del ser: «Since the self is a pre-linguistic entity, it may dissimulate itself behind linguistic personæ which it arbitrarily creates in order to safeguard its purity and maintain its autonomy (p. 4). De acuerdo con Olney (1981), hay algo inefable en el yo, que permanece inaccesible: «(…) we shall never know what, in his deepest and inaccessible self, he was (the autobiographer) (p. xi). Y más adelante agrega: «We do not see or touch the self, but we do see and touch its metaphors (…) By their metaphors shall you know them (pp. 34-35). Las experiencias concretas de poetas y autobiógrafos, al ser configuradas metafóricamente, señala Olney (1981), amplían las posibilidades de significación, lo que permite a los lectores comprender, desde su situación, la experiencia figurada en el texto. El crítico estadounidense parece otorgarle al lenguaje, a la metáfora, esa cualidad de fenómeno que, como decía Heidegger (1983), «dispone de la suprema posibilidad de que el hombre sea » (p. 25). De sus estudios sobre la poesía de Hölderlin, el filósofo alemán toma la idea de que «lo que permanece, lo fundan los poetas. (…) Poesía es la fundación por la palabra y en la palabra» (p. 61). El conocimiento de sí mismo se configura en la escritura poética y autobiográfica a partir de una elaborada relación entre el cambio constatado en la vida y la condensación de la experiencia con lenguaje metafórico, el cual expresa lo que permanece.

Para Gusdorf esto no es así. Un fragmento de Les écritures du moi resume su pensamiento. Sostiene que la condición humana solo puede ser pensada a partir de la invención del lenguaje, porque si la autenticidad se situara más allá de la palabra, la verdad coincidiría con la confusión:

Si l’authenticité de l’hommme se situait en deçà de la parole, la vérité coïnciderait avec le chaos prénatal, dans la confusión d’un être en proie à l’anarchie des besoins et des pusions, en éstat de pure démence. La contidion humaine ne prend forme qu’à partir de l’invention du langage, qui prolonge celle de l’écrirture. (Gusdorf, 1991a, p. 374)

5. Consideraciones finales

Las semejanzas entre los pensamientos sobre la autobiografía de Georges Gusdorf y James Olney son muchas más que las diferencias: ambos rechazan los acercamientos normativos y coinciden en la importancia de la dimensión ontológica de la autobiografía. Sin embargo, los autores parecen no coincidir en algunos aspectos. Los métodos para elaborar sus teorías son distintos. Mientras que Gusdorf acude a la historia para conocer el desarrollo de la conciencia, y desde ese conocimiento generado conforma un pensamiento propio sobre las expresiones escriturarias del yo, Olney retoma principalmente algunos fragmentos de Heráclito (este acercamiento es reiterativo en obras sucesivas) para sustentar su teoría, en ocasiones sin solución de continuidad, lo que dificulta su comprensión.

Hay también algunas diferencias en las consideraciones de los autores en torno a la relación entre el proceso de conocimiento de sí mismo y la escritura autobiográfica. Gusdorf propone que el conocimiento de sí mismo se efectúa en el proceso escriturario de la autobiografía por cuanto esta vía ofrece una estructura temporal-narrativa que permite al yo que pregunta por su identidad elaborar sobre el pasado en su presente. Así, aun cuando nuestra vida está en constante cambio, la escritura autobiográfica permite recapitular para modificar el significado de la experiencia; es decir, es constituyente de subjetividad. El proceso escritural no solo recapitula el pasado como crónica de hechos, sino también las experiencias moral y espiritual, las cuales se actualizan como puesta en práctica de una axiología. En su desarrollo teórico, al menos en Metaphors of Self, Olney propone que con el uso de metáforas se atrapa la esencia del ser. Gusdorf es consistente al plantear que el conocimiento de sí mismo se efectúa como proceso temporal-narrativo. Olney, en cambio, se acerca más al autoconocimiento desde la intuición, y aunque menciona el aspecto temporal, el énfasis está puesto en la fuerza sintética o simbólica de la metáfora.

Referencias bibliográficas

Bloom, H. (2001). Bloom’s Major Poets: Samuel Taylor Coleridge. Robert Gerson Publisher’s Services. [ Links ]

Bowra, C. M. (1972). La imaginación romántica. Taurus. [ Links ]

Bruss, E. (1976). Autobiographical Acts: The Changing Situation of a Literary Genre. Johns Hopkins University Press. [ Links ]

Burr, A. R. (1909). The Autobiography: A Critical and Comparative Study. Houghton Miffin. [ Links ]

Camarero, J. (2011). Autobiografía. Escritura y existencia. Anthropos. [ Links ]

Coleridge, S. T. (2009). Biographia Literaria. (Libro electrónico). The Floting Press. Trabajo publicado originalmente en 1817. [ Links ]

Dilthey, W. (2000). Dos escritos sobre hermenéutica. El surgimiento de la hermenéutica y los Esbozos para una crítica de la razón histórica. Ediciones Istmo. [ Links ]

Guthrie, W. K. C. (1962). A History of Greek Philosophy. Volume 1. The Earlier Presocratics and the Pythagoreans. Cambridge University Press. [ Links ]

Gusdorf, G. (1948). La découverte de soi. Les Presses Universitaires de France. [ Links ]

Gusdorf, G. (1975). De l’autobiographie initiatique à l’autobiographie genre littéraire. Revue d’histoire littéraire de la France, 6, 957-1019. [ Links ]

Gusdorf, G. (1991a). Les écritures de moi. Lignes de vie 1. Odile Jacob. [ Links ]

Gusdorf, G. (1991b). Auto-Bio-Graphie. Lignes de vie 2. Odile Jacob. [ Links ]

Gusdorf, G. (1991c). Condiciones y límites de la autobiografía. La autobiografía y sus problemas teóricos. Suplementos Anthropos, (29), 9-18. [ Links ]

Gusdorf, G. (2002). Le créspuscule des illusions. Mémoires intempestifs. La Table Ronde. [ Links ]

Heidegger, M. (1983). Interpretaciones sobre la poesía de Hölderlin. Ariel. [ Links ]

Jamme, Ch. (1998). El movimiento romántico. Akal. [ Links ]

Kennedy, J. G. (23 de febrero de 2015). A Remembrance of James Olney. The Southern Review. https://thesouthernreview.org/blog/a-remembrance-of-james-olney/Links ]

Lang, C. (1982). Autobiography in the Aftermath of Romancticism. Reviewed Works: Metaphors of Self: The Meaning of Autobiography by James Olney; Autobiography: Essays Theoretical and Critical by James Olney; The Forms of Autobiography: Episodes in the History of a Literary Genre by William C. Spengemann. Diacritics, 12(4), Winter, Johns Hopkins University Press. https://www.jstor.org/stable/465057Links ]

Lejeune, P. (1994). El pacto autobiográfico y otros textos. URL:/13960/t70w3f48v.Trabajo publicado originalmente en 1975 [ Links ]

Loureiro, A. (1991). Problemas teóricos de la autobiografía. La autobiografía y sus problemas teóricos. Suplementos Anthropos , (29), 2-8. [ Links ]

de Man, P. (2007). La retórica del romanticismo. Akal. [ Links ]

de Man, P. (1979). Alegoría a la lectura. Lenguaje figurado en Rousseau, Nietzsche, Rilke y Proust. Lumen. [ Links ]

Misch, G. (2002). A History of Autobiography in Antiquity. Part one. Routledge. [ Links ]

Olney, J. (1973). Tell me Africa. An Approach to African Literature. Princeton University Press. [ Links ]

Olney, J. (1978). Autos-Bios-Graphein: The Study of Autobiographical Literature. South Atlantic Quarterly, 77(1), 113-123. [ Links ]

Olney, J. (1980). Autobiography. Essay Theoretical and Critical. Princeton University Press. [ Links ]

Olney, J. (1981). Metaphors of Self. The Meaning of Autobiography. Princeton University Press. Trabajo publicado orignalmente en 1972. [ Links ]

Shumaker, W. (1954). English Autobiography; Its Emergence, Materials and Form. Franklin Classics Trade Press. [ Links ]

Smith, S. (1993). Subjectivity, Identity and the Body: Women’s Autobiographical Practices in The Twentieth Century. Indiana University Press. [ Links ]

123456

Recibido: 04 de Julio de 2022; Aprobado: 16 de Agosto de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons