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Comunicación

On-line version ISSN 1659-3820Print version ISSN 0379-3974

Comunicación vol.32 n.1 Cartago Jan./Jun. 2023

http://dx.doi.org/10.18845/rc.v32i44.6789 

Artículo

Naturaleza indomable, incomprensible e inconmensurable: una lectura de Sin principio ni fin de Justo Arroyo (2016)

Indomitable, Incomprehensible, and Incommensurable Nature: a Reading of Sin Principio Ni Fin by Justo Arroyo (2016)

Shirley Longan Phillips1 

1Máster en Literatura Latinoamericana; Bachiller en Filología Española y Bachiller en Inglés. Trabaja en la Escuela de Estudios Generales en la Sección de Comunicación y Lenguaje de la Universidad de Costa Rica. Contacto: shirley.longan@ucr.ac.cr

Resumen:

Sin principio ni fin (2016) del escritor panameño Justo Arroyo narra la vida de Constantino Aguilar, un indígena condenado a muerte por no calzar en la sociedad. Antes de morir, se le conceden cuarenta y ocho horas para que ponga en orden sus cuestiones terrenales y celestiales; mandato que Constantino no comprende, puesto que, para él, estas no tienen separación. Sin embargo, en ese lapso, hace un recuento de su vida, con el cual el lector comprende las razones de sus actuaciones, muchas veces incomprensibles para sus coterráneos. El propósito de este artículo es mostrar la matriz colonial de poder, según Walter Mignolo, para así entender las razones por las cuales el protagonista de la novela actúa de la manera que lo hace y cómo para el poder de turno, su naturaleza es indomable

Palabras-clave: literatura; novela; política; economía; conocimiento; racismo; naturaleza; Justo Arroyo

Abstract:

Sin principio ni fin (2016) by Panamanian writer Justo Arroyo narrates the life of Constantino Aguilar, an indigenous man sentenced to death for not fitting into society. Before his death, he is given forty-eight hours to put his earthly and heavenly affairs in order, a command that Constantine does not understand because, for him, there is no division between them. However, during that time, he looked back on his life, which allows the reader to comprehend the reasons for his actions, which are often incomprehensible. This article aims to present the Colonial Matrix of Power, according to Walter Mignolo, to understand the reasons why the protagonist of the novel acts the way he does and how, for the people in power his nature is indomitable

Keyword: literature; novel; politics; economics; knowledge; racism; nature

Introducción

No vemos lo que hay, sino lo que aprendemos a ver. H. Maturana Constantino Aguilar es el personaje principal de la novela Sin principio ni fin (2016) del escritor panameño Justo Arroyo; una vez logrado el acuerdo de paz entre los rojos y los azules, manera en que la novela se refiere a los dos grupos que están en disputa por el poder, Aguilar es juzgado y condenado a morir: le conceden cuarenta y ocho horas para poner en paz sus asuntos terrenos y celestiales. Durante ese lapso, Constantino repasa su vida y sus razones para unirse a la guerra, las cuales distan mucho de la política. En este recuento, él expone su naturaleza indomable, construida como un indígena ligado a la tierra y en armonía con ella. Piensa en la naturaleza incomprensible del hombre blanco, quien todo lo arrasa y destruye a su paso; También, en lo inconmensurable del dios blanco, tan lejano y desconocido para él. El objetivo de este artículo es hacer una lectura de esta novela desde la matriz colonial de poder propuesta por la teoría decolonial, particularmente expresada por Walter Mignolo; al hacer esta lectura, se busca mostrar el funcionamiento de esta matriz en la novela, para así entender las razones por las cuales el protagonista actúa de la manera en que lo hace y el porqué, para el poder de turno, es un hombre indomable.

Sobre la novela

Sin principio ni fin (2016), del escritor panameño Justo Arroyo, tiene como protagonista a Constantino Aguilar; un indígena condenado a morir. Desde niño, él se dio cuenta que su condición lo ponía en desventaja frente a los blancos, por lo cual, aprende -gracias al padre Esteban, un sacerdote católico- a hablar, leer y escribir en español. La vida de Constantino continúa, pierde a su madre, se casa, pero un mal día entran los soldados a su pueblo y violan y matan a su esposa. Este es el punto de quiebre del personaje, pues entra en la guerra para vengar esta muerte. En el ejército, gana prestigio por su valentía, cumple con su venganza y logra organizar un ejército indígena, que resulta realmente temible por sus prácticas poco ortodoxas. Finalmente, cuando los bandos contrarios de la guerra, los rojos y azules, firman la paz, los indígenas quedan fuera de la repartición del poder, razón por la cual Constantino es sentenciado a morir.

Le conceden dos días para poner en orden sus asuntos celestiales y terrenales, pero él no considera que tenga pendientes qué solucionar. Entonces, con gran garbo y elegancia enfrenta la muerte.

Matriz colonial del poder

Los teóricos de la (de)colonialidad, entre estos Walter Mignolo, consideran la modernidad/colonialidad como un binomio inseparable:

La ''colonialidad'' denota la estructura lógica del dominio colonial que subyace en el control español, holandés, británico y estadounidense de la economía y la política (…) En cada uno de los periodos imperiales del colonialismo (…) se ha mantenido la misma lógica aunque el poder haya cambiado de manos. (Mignolo, 2007, p. 33).

Entre los primeros teóricos que analizan este tema, se encuentra Aníbal Quijano, en su artículo ''Colonialidad y Modernidad/Racionalidad'' (1992), quien reflexiona al respecto en el marco de los 500 años de la llegada de los europeos a América. Para él, este fue el inicio de un nuevo orden de poder global, que articuló la concentración de los recursos del mundo bajo el control y beneficio de una clase dominante europea. En sus palabras: ''fue establecida una relación de dominación directa, política, social y cultural de los europeos sobre los conquistados de todos los continentes'' (Quijano, 1992, p. 11).

Por lo tanto, la colonialidad es la lógica del dominio del mundo moderno/colonial. Esta lógica se implanta gracias a la matriz colonial de poder (MCP), la cual, en palabras de Mignolo ''(es) una compleja estructura conceptual que guiaba las acciones en el campo de la economía (explotación del trabajo y apropiación de la tierra/recursos naturales), autoridad (gobierno, fuerzas militares), genero/sexualidad y conocimiento/subjetividad'' (2010, p. 37).

Por su parte, Valeria Añón, en la entrada sobre ''Colonialidad'' del Diccionario de términos críticos de la literatura y la cultura en América Latina (2021), explica, a grandes rasgos, que esta se puede entender como ''una matriz diacrónica de organización del poder colonial/ imperial sostenida en la racialización del trabajo (y en el concepto de raza misma), una falsa dicotomía modernidad/colonialidad y una perspectiva eurocéntrica del mundo'' ( Añón,2021, p. 106).

Dicho de otro modo, la MCP puede dividirse en cinco dominios: política, economía, conocimiento/subjetividad, racismo/sexismo y natura. Estos son interdependientes y se influencian de forma mutua. En el caso de la política, con la llegada de los españoles se suplantan las formas de gobierno indígena para implantar la forma de gobierno europeo: ''La singularidad de América reside en los diversos borramientos que acompañaron la expansión colonial europea: el imaginario territorial indígena, su organización económica y social y su noción de la vida, la justicia y la felicidad'' (Mignolo, 2007, p. 70).

De la misma forma, la economía demoniza las formas de subsistencia e intercambio de locales. De esta manera, se hace una separación entre lo humano y lo natural, que para los indígenas es imposible entenderlo como dos espacios separados, sino que, en su construcción de conocimiento y subjetividad, el ser humano es parte de la naturaleza y no su dueño. Por último, el racismo/ sexismo establece divisiones entre los seres humanos; por lo tanto, crea la categoría de raza, para así dividirlos en hombres blancos e indígenas. Esto es como la división sexista entre hombre y mujer, donde esta última es vista prácticamente como un objeto de uso para placer sexual. De manera que la matriz colonial de poder actúa en los dominios gracias a tres niveles: los actores, las lenguas y las instituciones. Estos se implantan en los dominios y hacen que se suplante toda otra forma de gobierno, economía, subjetividad, conocimiento, lengua, religión, etc., que no coincida con la MCP. Además, los niveles enseñan y hacen efectiva la MCP, en el sentido de que se aprende a mirar cada uno de los dominios según la lógica de esta(Mignolo, 2016).

La MCP de la novela

Sin principio ni fin (2016) es una novela donde, de primera entrada, se establecen dos grupos diferentes de personas: los blancos (divididos en rojos y azules, en pugna por el poder) y los indígenas, fuera de la repartición del mundo. De manera que Constantino Aguilar tiene un lugar en el mundo, en su aldea, con su familia, pero, cuando baja al pueblo, la historia es otra. En palabras de Quijano ''la parte colonizada no estaba, en el fondo, incluida en esa totalidad'' (Quijano, 1992, p. 18).

Los diferentes dominios de la MCP ejercen influencia en todos los espacios de la vida pública y privada de los personajes de la novela, especialmente en la vida de los indígenas, quienes reciben el peso de esta en sus formas de organización. Por ejemplo, en la política: mientras los rojos y los azules están en disputa por poder, a Constantino y a su pueblo indígena esto no le interesa mucho. Llama la atención la nominación de los dos contendientes políticos, pues en estos dos colores se resume la pugna entre liberales y conservadores prácticamente en cualquier país de Latinoamérica del siglo XIX. Cuando finalmente los rojos y los azules logran un acuerdo de paz, los indígenas quedan fuera de la repartición: en ninguno de los dos bandos tienen cabida: Y se dio cuenta de que el mundo era de los blancos y que la historia era sencillamente la historia de las guerras de los blancos. Su propia gente no tuvo nunca la menor oportunidad ante estos blancos amantes de la guerra. (Arroyo, 2016, p. 33).

Los indígenas no calzan por una simple razón: su organización es distinta. Por lo tanto, la matriz colonial de poder pretende borrar cualquier forma de organización indígena: Arriba, en la montaña, había un orden en las cosas. La tierra y los indios se llevaban bien y nunca nadie pasó hambre. La ropa era un estorbo y solo había que cubrir lo necesario. Y si de salud se trababa, la piel y el pelo de su gente brillaba como la piel y el pelo de los animales. Y qué decir de sus dentaduras comparadas con la de los blancos, cada vez que esas bocas cavernarias y apestosas se dignaban hablarles. Entonces, cuando respondían los indios, en el collar de perlas de sus dientes, los blancos se paralizaban, incrédulos de que esos salvajes tuvieran mejor salud que ellos, rodeados de tanta civilización. (Arroyo, 2016, p. 28).

Uno de los momentos donde claramente se observa la incapacidad de Constantino y sus hombres de ajustarse a lo esperado por la MCP es cuando se organiza el ejército indígena: sus estrategias, armas y formas de ataque son totalmente inesperadas para el ejército azul; de ahí que, cuando regresa al pueblo para vengar la muerte de su padre, la entrada por la ladera toma de improviso a los ocupantes y por eso mueren. También, el asalto en la iglesia, mientras el padre Estaban da misa, es totalmente inaceptable (desde la MCP) para los blancos.

Otro de los dominios de la MCP es la economía. Aquí hay una diferencia importante con respecto a la visión del intercambio de productos:

Él no sabía de economía ni de equilibrio de fuerzas. Tampoco de distribución de riqueza ni de explotación, las frases que oía repetir cuando se hablaba de la guerra. Él solo sabía que vivía en las montañas, rodeado de indios como él, cada familia cultivando su terreno y criando animales, repartiendo y compartiendo, casándose y teniendo hijos sin conocer el hambre. La guerra solo era realidad cuando bajaban al pueblo, y habían llegado a la conclusión de que no tenía nada que ver con ellos, los indios. (Arroyo, 2016, p. 22).

Además, los blancos solo ven en los indígenas un-otro, a potenciales sirvientes: ''Su familia y él bajaban a vender su mercancía, no a buscar empleo, y menos en casa de familias. Pero una y otra vez les proponían trabajos denigrantes, sin tomar en cuenta que eran agricultores, propietarios de fincas'' (Arroyo, 2016, p. 27). Esto explica la interrelación entre los diferentes dominios, pues ese no-lugar del indígena que aparece en la política es reiterado en las formas económicas que ven en ellos no a un igual, ni siquiera a un ser humano, sino a una forma de servidumbre. Esto, ya lo explicaba Quijano al decir: ''(las) desigualdades son percibidas como de naturaleza: sólo la cultura europea es racional, puede contener 'sujetos’. Las demás, no son racionales. No pueden ser o cobijar 'sujetos’'' (Quijano, 1992, p. 16).

Ligado con lo anterior, está el dominio de la subjetividad y el conocimiento. Aquí, el padre Esteban juega, como actor, un papel fundamental: Constantino no puede ser Amarindo, debe bautizarse y aprender la lectoescritura en castellano, aunque le cueste y aunque esto vaya en contra de la cultura de sus padres: Y fue bien atrás, hasta las clases con el padre Estaban, su dificultad para encontrar el ritmo de este idioma castellano que lo mareaba, un lenguaje tan distinto al suyo, con cada palabra como un mundo recién inventado, no como su lengua, en donde la suavidad de las des y las bes y la repetición de consonantes y sílabas hacían una delicia la descripción de las cosas; era la suya una lengua hecha para la naturaleza y la vida, no como este castellano, duro, recio, en donde todo hablaba de guerra, de muerte y de conquista, de pecado y de demonios, de santos y penitentes. Un idioma casado con la iglesia donde el infierno esperaba al que no supiera la diferencia entre ser y estar. (Arroyo, 2016, p. 29).

El padre Esteban encarna en sí mismo un actor, la institución y la lengua, pues representa a la institución tanto de la escuela como de la iglesia: le enseña a leer y también lo bautiza. Ambas acciones son necesarias para que Constantino tenga un lugar en el mundo:

Aunque había aprendido a leer y a escribir, no practicó el castellano. Y no solo porque nunca dejó de considerarlo un instrumento de dominio sobre su gente sino porque para sembrar y cuidar animales no había que hablar y mucho menos que escribir. Pero tampoco se engañaba como para negar que a través del idioma el mundo se le había aclarado. (Arroyo, 2016, p. 25).

De la misma forma, aparece el racismo/sexismo. El racismo divide a los seres humanos y al hacerlo se enfatizan las diferencias: en el caso de esta novela, serán los blancos (divididos políticamente en los bandos rojo y azul) y los indígenas. Estos últimos son vistos como diferentes, raros e inferiores, nunca como iguales. Un ejemplo lo presenta Alberto Manguel en su libro Leer imágenes (2011), cuando a un indígena -esto ya no es ficción- le toman una fotografía a la fuerza:

En 1997 el Museo de la Humanidad de Londres presentó una exposición sobre los habitantes de la Patagonia. La última imagen de la muestra era una fotografía tomada en 1939 durante una expedición etnográfica alemana, que muestra a un indígena de la Tierra del Fuego al que sostienen de la cabeza para forzarlo a mirar a la cámara. El rostro del hombre mira al obturador (y hoy a nosotros, los nuevos intrusos) con ojos lacrimosos y una mezcla de emociones que sería impertinente interpretar. La imagen tiene el distintivo brutal, aterrador, de la violencia ejercida contra alguien en el punto más íntimo e inviolable de su ser. Por medio de la cámara se le arrebata el rostro al hombre para exhibirlo ante ojos extraños, no como espejo o retrato, sino como algo similar al producto de una violación. Semejante imagen destruye efectivamente lo que pretende retratar. (Manguel, 2011, p. 216).

En esta visión del sexismo/racismo, hay otro ejemplo que muestra este dominio en la novela en la construcción de las masculinidades. Mientras el padre de Constantino está en su pueblo, es una figura de líder y respetada, por lo tanto, una masculinidad hegemónica. Sin embargo, cuando baja al mercado, se convierte en una masculinidad marginal, ya que es irrespetado y pierde su posición hegemónica por ser indígena. En esta misma línea, el sexismo/racismo aparece en la novela con Ana, la esposa de Constantino. Ella sufre una doble marginalidad: es indígena y es mujer, por esa razón no es vista como un ser humano, sino como un objeto, de ahí que es violentada hasta la muerte por el ejército.

El último dominio por mostrar es el de natura. La MCP en su afán colonizador hace una separación entre el ser humano y la naturaleza; es decir, lo humano está por encima y debe dominar y usar la naturaleza a su servicio, sacar de ella todos los insumos necesarios: la modernidad se basa en esta idea. Pero, la visión indígena es muy distinta:

Nunca un indio mató por deporte; al contrario, a cada animal sacrificado se le agradecía y se integraba como miembro de la familia, prometiendo velar por la abundancia de los suyos. En consecuencia, nunca hubo un exceso de caza, y ningún vecino tenía que observar a otro para cerciorarse de que se cumplía con el equilibrio. Así era con las frutas y los vegetales y con la tierra entera. Nada de quemarla, nada de cultivarla hasta agotarla. El indio lo hablaba a la tierra y le participaba de sus planes, la dejaba descansar y recuperarse y, cuando moría un indio, no había honor mayor que pudrirse dentro de la tierra y abonarla, para de estar forma retribuirla en parte. (Arroyo, 2016, p. 36).

En la novela, el río representa una clara forma de ver la relación entre el ser humano y la naturaleza: ''para los indígenas, los ríos no sólo son medios de comunicación e intercambio y fuente de proteína, sino también referentes culturales ancestrales que se articulan con visiones de territorio e identidad'' (Ulloa, Escobar, Donato y Escobar, 2008, p. 21).El río es un espacio de socialización, ahí van las mujeres a lavar la ropa, es ahí donde Constantino ve a Ana y se enamora de ella.

¿Por qué condenan a Constantino?

Esta novela cuenta la historia de un hombre que calza, pero no calza; en el amplio sentido de estas palabras (pues el tema del calzado juega un papel fundamental en la historia). Tal vez, la clave para entender la razón la explica Aníbal Quijano: ''No se trata solamente de una subordinación de las otras culturas respecto de la europea, en una relación exterior'' (1992, p. 12). Más adelante, este teórico explica que tal subordinación incluye las formas de conocer, producir conocimientos, perspectivas e imágenes; de la misma manera que también se impusieron los patrones de producción de conocimientos y significaciones: ''la cultura europea se convirtió, además, en una seducción: daba acceso al poder'' (Quijano, 1992, p. 12). Entonces, como explica Walter Mignolo, caer en esta seducción serían engancharse…, pero Constantino no lo hace.

El personaje principal tiene un lugar en su aldea, con su cultura; ahí calza, con sus conocimientos, formas de vida y ética de comportamiento. Pero, cuando baja al pueblo, la historia es otra, ahí se ubica en ese no-lugar; ahí es el otro, desconocido, atrasado y quien encarna todos los imaginarios que tiene el hombre blanco sobre los indígenas. Entonces, literalmente, Aguilar se pone en los zapatos del otro, del hombre blanco: aprende a hablar, leer, escribir; incluso, se viste y calza a su usanza, pero esto no le satisface; y el poder tampoco lo seduce. Además, los hombres blancos, en cualquiera de los colores del ejército, avasallan una y otra vez a su pueblo, lo irrespetan, lo violentan e incluso hasta lo matan. Constantino replica que ''a él lo acusaban de salvaje, pero, ¿qué clase de animales eran estos, que para hacerle daño a un vivo profanaban las tumbas de sus muertos?'' (Arroyo, 2016, p. 52). Así que, como se pregunta muchas veces Constantino: ¿quién es el salvaje? Poco tiempo después, los azules y los rojos firman la paz; pero, como era de esperarse, los indígenas quedan fuera de la repartición del mundo y condenan a Constantino por todos los crímenes.

Constantino no se engancha en la MCP, no le interesa el poder, su lógica de vida es distinta; él solo quería vivir tranquilo con su padre y su esposa, pero los hombres blancos lo impidieron. Constantino se calza las botas, se las hace a su medida, unas que cubran sus pies cuadrados. Se las hace para el día de su boda y luego serán su orgullo durante toda la vida. Estas botas son el símbolo de la MCP, por eso, al final, él las puede calzar y caminar con ellas hacia su muerte, y en el camino, mostrarle al hombre blanco que, en el fondo, él era superior.

Y Constantino Aguilar avanzó feliz hasta llegar a su sitio frente al pelotón de fusilamiento. Había contado veinte pasos en los que había impuesto silencio y, en realidad, había logrado desaparecer a la multitud. Ahora solo quedaba una masa incómoda que no disfrutabadesfrutaba para nada, que ansiaba escuchar los disparos para preguntarse en qué habían fallado. Porque en estos momentos nadie se sentía superior al hombre del patíbulo. En estos momentos cada espectador sabía que era medido y comparado con Constantino Aguilar y que de la comparación no salía bien parado. (Arroyo, 2016, p. 100).

Conclusiones: indomables, incomprensible e inconmensurable

Sin principio ni fin (2016) coloca al lector frente al binomio civilización/barbarie de Domingo Faustino Sarmiento. La civilización se identifica con la ciudad, lo que se parecía a lo europeo, es decir, la lógica de la MCP; por el contrario, la barbarie es lo rural, lo atrasado y por supuesto lo indígena. ¿Por qué es asesinado Constantino? No es porque hay un acuerdo de paz entre bandos contrarios, tampoco es por ser indígena, sino porque este hombre no logra entrar en la lógica de la matriz colonial de poder: la reta, la rebasa y la rompe. Por eso, es indomable, por eso, es peligroso.

El padre Esteban cumple un rol importantísimo al tratar de inculcar en Constantino la MCP; por ejemplo, en el cambio de nombre, bautizarlo y enseñarle la lectoescritura en castellano, particularmente con esto último entraría en la cultura. Sin embargo, ya desde pequeño Constantino sabe que no cabe en esa construcción de mundo. A él, ''la civilización'' solo le llama la atención en lo externo: el traje y las botas, pero más allá de eso, no tiene mayor interés:

Se levantó y fue a sus ropas, las examinó y, arrugadas y todo, le parecieron elegantes: el saco y la corbata, el chaleco y el sombrero. Todas las señales de la civilización que él se había puesto para lo que lo vieran no como un animal sino como un miembro de la raza humana, aunque no fuera blanco, aunque fuera moreno y chiquito y con el pelo tieso y con unos pómulos que le daban una apariencia feroz… (Arroyo, 2016, p. 23).

Esta novela, también obliga al lector a enfrentarse a la incomprensión del otro. Para los blancos (es decir, los rojos y los azules), los indígenas (particularmente Constantino) son absolutamente incomprensibles, sus métodos de ataque, su forma de razonar. A modo de ejemplo, cuando Constantino ataca en la iglesia, sitio sagrado para los blancos, la pregunta es ¿cómo se atrevió a hacer eso? ¿por qué es tan salvaje? No obstante, esas mismas preguntas le surgen al personaje con respecto a los blancos: el hecho que desenterraran a sus muertos es incomprensible para él, ¿cómo se atrevieron a hacer eso?, ¿por qué son tan salvajes? Tomar una postura ante esta disyuntiva dependerá de qué tan instalada se tenga la lógica de la MCP.

Pero, también aparece lo inconmensurable: desde el título. Cada vez que se hace la mención ''sin principio ni fin'', se hace una referencia a dios… el dios de los blancos: ''un dios misterioso sin principio ni fin, no era más que otro representante de los conquistadores, su emisario para que los indios no solo aceptaran el gobierno invasor sino para que se volvieran locos con su idioma'' (Arroyo, 2016, p. 33). Pero, para Constantino, la vida y la muerte son un mismo ciclo, la última línea del texto lo muestra: ''nunca se arreglan los asuntos terrenales y celestiales porque no existe ni principio ni fin'' (Arroyo, 2016, p. 101).

Dicho de otro modo, Constantino no entiende qué es lo que debe poner en orden, porque él no tiene una visión lineal del tiempo, pues al ser un indígena, tiene una visión cíclica de tiempo: otra dimensión en el mundo del indígena aparece opuesto al occidental es en su vivencia del tiempo y de la historia. El tiempo de las civilizaciones americanas es cíclico. Periódicamente el mundo se destruye y renace. (…) La vida no pude ser pensada sin la muerte, ni la creación sin la destrucción. (Villoro, 2012, p. 203).

Y, como los seres humanos somos espacio-temporales, tener una concepción diferente del tiempo conlleva una cosmovisión distinta, necesariamente. Constantino Aguilar debe morir por no encajar en esa forma de pensar unívoca e impuesta, que no permite otra forma de construcción distinta. Es decir, lo matan por no ajustarse a la matriz colonial de poder; él no se desengancha, porque nunca se engancha

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Recibido: 14 de Septiembre de 2022; Aprobado: 27 de Abril de 2023

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