Las costas del Pacifico Sur de Costa Rica son importantes para la reproducción de cuatro especies de tortugas marinas, con al menos nueve playas de anidación en el cantón de Osa, Puntarenas (Chacón, Sánchez, Calvo & Ash, 2007). Estas cuatro especies son: la tortuga lora (Lepidochelys olivacea [Eschscholtz, 1829]), la tortuga verde (Chelonia mydas [Linnaeus 1758]), la carey (Eretmochelys imbricata [Linnaeus 1766]), y la tortuga baula (Dermochelys coriacea [Vandelli, 1761]).
Estas nueve playas de anidación han sido monitoreadas los últimos años para determinar el comportamiento de anidación de las tortugas marinas (Sánchez, 2006, 2007; Retana, 2008; Brenes-Arias, 2009, 2010; Villareal, 2011; James, 2011). Mediante este monitoreo, se ha obtenido información sobre parte del ciclo reproductivo de sus poblaciones (p.e. fechas de anidación, número de nidadas, esfuerzo reproductivo intra e interanual), y se han identificado las amenazas que enfrentan (p.e. saqueo y depredación de nidos, matanza por su carne y caparazón, pesca incidental).
Las tortugas marinas pasan su vida esencialmente en hábitats marinos o estuarinos, utilizando el hábitat terrestre solamente para la anidación y en casos restringidos para calentarse al sol (Musick & Limpus, 1997). Por lo anterior, es fundamental recopilar información sobre su distribución, abundancia y comportamiento en las zonas pelágicas y neríticas, de manera que se complemente la información obtenida en playas de anidación, que permita una formulación de estrategias de conservación más efectivas (Wallace et al., 2013). Sin embargo, el elevado costo de monitorear zonas marinas hace que este tipo de estudios sean escasos (Seminoff, Jones, Resendiz, Nichols & Chaloupka, 2003), y las costas del Pacífico Sur de Costa Rica no son una excepción.
Por lo anterior, el objetivo de este estudio es determinar espacial y temporalmente las zonas de agregación de tortugas marinas, con énfasis en el Parque Nacional Marino Ballena, la Reserva Biológica Isla del Caño y sus alrededores. Se espera que esta información contribuya para el diseño de estrategias de conservación efectivas tanto de las tortugas marinas como de los sitios que habitan.
Materiales y métodos
Área de estudio
Los muestreos se realizaron entre la zona frente a playa Dominicalito (9º13’12,1” N - 83º52’5,3” W) en el extremo norte del cantón de Osa en el Pacífico Sur de Costa Rica, y la Isla del Caño (8º39’31.7” N - 83º56’4.1” W), a una distancia máxima aproximada de la costa de 33km. El área de la zona de muestreo abarca aproximadamente 1280km2, e incluye las áreas marinas protegidas del Parque Nacional Marino Ballena (PNMB) y de la Reserva Biológica Isla del Caño (RBIC).
Registro de datos
La información fue recolectada desde plataformas de oportunidad, en este caso botes de turismo para avistamiento de cetáceos que operan desde Bahía Ballena y Bahía Drake. Los muestreos se realizaron entre enero de 2009 y diciembre de 2011, de las 08:00 a las 16h siguiendo rutas establecidas por los capitanes de las embarcaciones, entre las áreas marinas protegidas y paralelas a la costa. En cada avistamiento se registró la posición geográfica, fecha, hora, especie, número de individuos, estado (vivo o muerto) y comportamiento (apareamiento o no apareamiento).
El tiempo máximo de observación no excedió nunca los 3 minutos aproximadamente, ya que la observación de las tortugas era un evento incidental y no el objetivo de los viajes.
Análisis de datos
El número de avistamientos se estandarizó utilizando valores de avistamiento por unidad de esfuerzo (APUE), expresado como el número de individuos avistados por hora de esfuerzo al día (individuos-hr-1). Para determinar diferencias en la distribución espacial de las especies observadas, se aplicó un Análisis de Varianza (ANOVA) relacionando las profundidades (en metros, m) a la que se observó cada individuo, así como su distancia a la costa.
Resultados
Se realizó un esfuerzo de muestreo total de 1 253.13h registradas en 425 salidas, realizadas en 360 días de monitoreo. El esfuerzo promedio por cada salida fue de 2.95±1.22h. Se debe mencionar que en el caso específico del año 2011, en los meses de abril, mayo, junio, noviembre y diciembre, el esfuerzo de muestreo fue igual a cero.
En total, se avistaron 447 tortugas marinas, de las cuales 384 fueron identificadas positivamente a nivel de especie, y correspondieron a L. olivacea (n=292), E. imbricata (n=63), y C. mydas (n=25), mientras que 63 individuos no fueron identificadas (por dificultad de visibilidad) siendo agrupadas en “tortugas no identificadas”.
La Fig. 1 muestra la distribución de los sitios donde ocurrieron los avistamientos de tortugas marinas. El 50% de los avistamientos fueron realizados a una distancia de la costa entre 1.94km y 12.48km (mediana=5.89km), y a una distancia mínima de 0.01km y máxima de 51.3km. Asimismo, el 50% de las tortugas observadas estaban a profundidades entre 27.21m y 73.94m (mediana=56.5). Las observaciones a una distancia mayor a los 25km de la costa (n=11), y en los que las profundidades eran mayores a 1 500m fueron realizados en una sola ocasión (un viaje con fines científicos); todos los demás avistamientos fueron hechos en zonas en las que la profundidad era menor a los 100m.
Como se observa en la Fig. 2, E. imbricata ocupó zonas más cercanas a la costa (F=10.6, g.l.=3, p<0.01) y a profundidades menores (F=2.4, g.l.=3, p<0.5) que el resto de las especies. Además, sólo 12 individuos de L. olivacea fueron avistados a profundidades mayores a 100m, de los cuales 11 se registraron en una misma salida (7 de febrero del 2009).
El APUE total fue de 0.36 individuos-hr-1. L. olivacea fue la especie más avistada (0.23 individuos-hr-1), seguido por E. imbricata (0.05 individuos-hr-1), y C. mydas (0.02 individuoshr-1,Fig. 3). Para L. olivacea el APUE mensual considerablemente más alto se obtuvo durante julio y agosto (Fig. 3), y nulo en noviembre y diciembre. E. imbricata presentó el máximo APUE en mayo (0,1 individuos-hr-1), mientras que C. mydas, en enero de 2011 (0,6 individuos-hr-1).
Se debe mencionar que en 47 eventos se observó comportamiento de apareamiento de tortugas marinas. De éstos, 33 fueron de L. olivacea, lo cual indica que al menos en 13.5% de los avistamientos esta especie estaba en fase de reproducción; la mayoría de estos eventos (28) se observaron entre los meses de julio y agosto. Además, se registraron 11 eventos de apareamiento de C. mydas, que representa el 55% de los avistamientos de esta especie.
Finalmente, se observaron diez individuos de L. olivacea muertos, de los cuales sólo para uno se pudo determinar la causa de la muerte (golpe por un bote de turismo). Los demás ejemplares presentaron avanzado estado de descomposición.
Discusión
Este es el primer aporte científico que documenta la presencia exacta, considerable y continua a lo largo del año de L. olivacea, E. imbricata y C. mydas en aguas frente a las costas del cantón de Osa, en el Pacífico Sur de Costa Rica. Si bien Morant-Sánchez, Goodman, Sancho & Julsing (2004) reportaron avistamientos de tortugas entre 2001 y 2004 en salidas de turismo al mar, estos reportes se limitaron a L. olivacea, sin dar a conocer la ubicación exacta de los avistamientos. Por otra parte, Bessesen (2011) reportó avistamientos de cuatro especies de tortugas en aguas del Golfo Dulce.
Las especies observadas concuerdan con tres de las cuatro especies de tortugas marinas reportadas en el estudio mencionado anteriormente por Bessesen (2011). Esto indica que la zona evaluada no es única en presencia de tortugas marinas en el Pacífico Sur de Costa Rica, lo cual debe considerarse al diseñar planes de manejo integral de las poblaciones de tortugas marinas, pues los individuos podrían moverse entre una zona y otra.
La ausencia de avistamientos de tortuga Baula (D. coriacea) puede deberse a los bajos esfuerzos de muestreo en los meses de noviembre y diciembre −los más importantes para la anidación de esta especie−, y a los bajos números de anidación de esta especie en la zona (Govan, 1998). Es interesante observar además, que un estudio (Shillinger et al., 2011) de movimientos post-anidatorios de hembras que anidan en Playa Grande, no registró movimientos importantes a esta zona.
Lepidochelys olivacea fue la especie más observada, lo que coincide con el hecho de ser la especie con mayor números de anidamientos en la zona (Drake, 1996; Barquero-Edge, 2013), y para la cual Govan y Adecoro (1996) estimaron mil hembras anidantes en una temporada de anidación. Además, los meses con mayor APUE y avistamientos de parejas copulando (julio y agosto) coinciden con el inicio de la época de mayor anidación en las playas del cantón de Osa (Drake, 1996; Govan, 1998; Sánchez, 2006, 2007; BrenesArias, 2009, 2010; Barquero-Edge, 2013). Esto señala la importancia de la zona de estudio para la reproducción de L. olivacea, puesto no sólo se registra la presencia de ejemplares hembras sino también de machos.
En este estudio se incluyen datos del único muestreo realizado a profundidades mayores a los 1000 m, registrándose 11 avistamientos de de tortuga lora, lo que indica que estos individuos no están restringidos a zonas someras, y demuestra la importancia de extender el esfuerzo de muestreo a zonas alejadas de la costa. Pitman (1990) reporta que esta especie es la más abundante en el Tropical Oriental, y que puede ser observada a más de 1 850km en aguas oceánicas lejos de la costa, prácticamente todos los meses.
Los avistamientos de E. imbricata en aguas poco profundas y muy cercanas a la costa, especialmente frente a Playa Ventanas y Punta Pargos, indican que estos lugares son importantes zonas de alimentación para la especie, y respalda el reporte de estos sitios como potenciales zonas de alimentación para la especie (Widecast, 2011). Estos individuos podrían estar haciendo un uso de estos hábitats similar al descrito por Carrión-Cortez, CanalesCerro, Arauz y Riosmena-Rodríguez (2013), quien describe la dieta y los patrones de movimientos para la población de tortuga carey en Punta Coyote, Pacífico Norte de Costa Rica. Por otro lado, a pesar de la baja presencia de tortugas carey observadas en los alrededores de la isla del Caño desde las embarcaciones, estas son observadas en los sitios de esnorkel con cierta frecuencia (D. Palacios, en prep.).
La mayoría de los avistamientos ocurrió fuera del PNMB y de la RBIC, lo cual demuestra que existe una extensa área donde estos animales pueden ser más vulnerables a amenazas antrópicas como por ejemplo golpes por botes y pesca incidental.
Al respecto, amenazas como la pesca incidental de estos organismos ha sido registrada anteriormente en la zona de estudio (BIOMARCC-SINAC-GIZ 2012). Para entender
mejor la potencial seriedad de la pesca incidental de tortugas marinas en la zona de estudio, se puede observar registros anteriores en aguas costarricenses como los reportados por Arauz, Vargas, Naranjo y Gamboa (1998) y Whoriskey, Arauz y Baum (2011), los cuales estiman capturas de hasta 15 631 individuos en pesca de arrastre y de 14 individuos por cada 1 000 anzuelos en la pesca de palangre, respectivamente.
Los resultados obtenidos contribuyen a generar información sobre un grupo taxonómico identificado como objeto de conservación en la elaboración de GRUAS II, plan de ordenamiento territorial para Costa Rica en el que se establecieron prioridades de conservación, por lo que el conocimiento generado debería incorporarse en la toma de decisiones de manejo en la zona de estudio.
No obstante, quedan muchas preguntas sin responder en cuanto a la presencia y comportamiento de las tortugas marinas en la zona de estudio (y fuera de esta), por lo que se recomienda la ejecución de estudios que permitan conocer si los individuos observados son residentes o no, o cuánto tiempo pasan en la zona (si son residentes o son residentes temporales), cuál es el tamaño de sus poblaciones, la proporción de sexos y el uso que hacen del hábitat (p.e. zona de alimentación), entre otros aspectos.
Conclusiones
Se demuestra la presencia de tortugas marinas (hembras y machos) en el área de estudio, desde aguas costeras hasta más de 30km de la costa; sin embargo, se recomienda realizar muestreos sistemáticos para cubrir una mayor zona.
Es importante destacar los resultados que surgen a partir de alianzas entre ONGs y la empresa privada, en donde la utilización de embarcaciones turísticas representa una forma accesible y de bajo costo que permite obtener información básica (distribución, número de individuos, etc.) de especies de tortugas marinas en peligro de extinción o con poblaciones reducidas en el país. Se recomienda complementar este tipo de muestreo con embarcaciones exclusivas de investigación y además valorar factores que pueden afectar la detectabilidad de las tortugas marinas en el mar, como lo son el oleaje, el viento, velocidad de la embarcación y patrones de buceo, entre otros.