Introducción
En los países occidentales, y Costa Rica no es la ex cepción, se han dado avances paulatinos en cuanto a la igualdad entre hombres y mujeres, mas aún se está lejos de alcanzarla (Cepeda-González, 2021). En el ámbito costarricense, existen diversas disposiciones jurídicas, desde la propia Constitución Política, la cual establece en su artículo 33 que “Toda persona es igual ante la ley y no podrá practicarse discrimina ción alguna contraria a la dignidad humana”, hasta la promulgación de leyes especiales, como la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, la Ley contra el Acoso Sexual en el Empleo y la Docencia, y el Código Penal de Costa Rica. que establecen sanciones para la discriminación y el aco so sexual, así como para la violencia de género y el feminicidio, entre otras. No obstante, aún persisten desafíos importantes en la lucha contra el sexismo y la discriminación de género en Costa Rica.
El sexismo se concibe como una “actitud discrimi natoria, dirigida a las personas en virtud de su pertenencia a un determinado sexo biológico, en función del cual se asumen diferentes características y conductas” (Garaigordobil y Donado, 2011, p. 88), que contribuye a perpetuar posiciones de dominación de los hombres y de subordinación de las mujeres (Pérez 2017).
El sexismo puede afectar el desempeño de las orga nizaciones, puede presentarse “una disminución de la productividad, un aumento del ausentismo y la rotación, y una reducción de la creatividad y la innovación” (Zakrisson, Anderzén, Lenell y Sandelin, 2012, p. 64), así como “una menor autoestima, menos motivación para perseguir metas, mayores tasas de depresión y ansiedad, y un menor rendimiento académico y laboral” en el caso particular de las mu jeres (Poves y Ysla, 2022, p. 4), o en sus relaciones interpersonales, su salud mental y sus oportunidades profesionales (León y Aizpurúa, 2020, p. 275).
La concepción tradicional del sexismo como sen timiento negativo o antipatía hacia las mujeres ha sido superada a partir de los aportes de Glick y Fiske (1996), pues se ha demostrado que es ambivalente al estar conformado por dos componentes claramente diferenciados, aunque relacionados: el sexismo hostil (SH) y el sexismo benevolente (SB). El sexismo am bivalente “hace referencia a la combinación de dos elementos con cargas afectivas antagónicas, que son consecuencia de las complejas relaciones que carac teriza a los sexos” (Rodríguez, Magalhãe y Peixoto, 2010, p. 132) y que coexisten en una misma persona (Poves y Ysla, 2022).
Por su parte, Glick y Fiske (1996) definen el sexismo benevolente como
Un conjunto de actitudes interrelacionadas ha cia mujeres que son sexistas en términos de ver a las mujeres de manera estereotipada y en roles restringidos pero que son subjetivamente posi tivos en tono de sentimiento (para el perceptor) y también tienden a provocar comportamientos típicamente categorizados como prosocial (por ejemplo, ayudar) o búsqueda íntima (por ejem plo, autorrevelación). (p. 491)
El sexismo hostil comparte con el sexismo más tra dicional “su carga afectiva negativa” (Lameiras y Rodríguez, 2003, p. 132) y constituye “un prejuicio hacia las mujeres que las considera en una situación de inferioridad con respecto a los hombres” (p. 132). Por su parte, el sexismo benevolente evoca “un tono afectivo positivo, por un lado, idealizando los roles tradicionales de las mujeres, al mismo tiempo que se enfatiza su debilidad y necesidad de protección, reforzando hacia los hombres su papel protector complementario (actitud benevolente)” (Lameiras y Rodríguez, 2003, p. 132)
En otras palabras, mientras “que el sexismo hostil in dica claramente una antipatía hacia las mujeres, el sexismo benévolo se caracteriza por creencias igual mente sexistas sobre la inferioridad de las mujeres, pero es más sutil y se presenta en forma aparente mente positiva” (Espinoza, Moya y Willis, 2015, p. 73).
Diversas investigaciones han encontrado que el se xismo hostil y el sexismo benevolente se correlacio nan con índices altos (Glick y Fiske, 1996; Moya, Páez, Glick, Fernández y Poeschl, 2002; Rodríguez, Lameiras, Carrera y Failde, 2009 Rojas-Solís, 2010 y Malonda, 2014), lo cual implica que el “sexismo be névolo es tan sexista como el sexismo hostil, aunque se manifiesta en forma de benevolencia opresiva” (Espinoza, Moya y Willis, 2015, p. 73), son formas complementarias de sexismo (Glick et al., 2000) y contribuyen a justificar la condición subordinada de las mujeres (Glick y Fiske, 1996, p. 494).
Estudios transculturales han evidenciado la presencia tanto del sexismo hostil como del sexismo benevolente, en diferentes países (Glick et al., 2000), y la persistencia de actitudes y comportamientos sexistas. La base de estos es la creencia de que un sexo es superior al otro (sexismo hostil), o en la asignación de determinadas funciones o papeles en la sociedad a cada sexo, de modo que se concibe a las mujeres como diferentes a los hombres, lo cual justifica cui darlas, protegerlas y relegarlas a papeles tradiciona les de madre y esposa (sexismo benevolente) (Rodrí guez, Magalhãe y Peixoto, 2010, p. 134).
El sexismo benevolente es una conducta discrimina toria que puede pasar inadvertida, pues no se evidencian los sentimientos sexistas frente a las mujeres que se ajustan a roles socialmente atribuidos a ellas, pero obstaculizan el desarrollo y descalifican la conducta de las que se alejan de los roles femeninos asignados a lo largo de la historia. Este tipo de sexismo “no es bueno debido a que enmascara actitudes prejuicio sas hacia las mujeres, y puede despistar a las mujeres con su tono afectivo y positivo” (Rodríguez, Magalla nes y Peixoto, 2010, p. 133).
La presencia del sexismo benevolente resulta peli grosa para ellas porque está asociado con una serie de resultados que amenazan su bienestar psicoló gico y sus posibilidades de éxito socioeconómico (Chisango, Mayekiso y Thomae, 2014, afecta nega tivamente su rendimiento cognitivo (Espinoza, Moya y Willis, 2015), y aumenta la depresión y la ansiedad e induce una disminución de la autoestima (Ayan y Gökkaya, 2016). Además, la exposición de las mu jeres a este tipo de sexismo incrementa su apoyo al mantenimiento del sistema de estereotipos que sitúa a los hombres en posiciones dominantes (Jost y Kay, 2005), lo cual afecta significativamente las posibi lidades de emprender acciones que promuevan la igualdad de las mujeres con los hombres (Chisango, Mayekiso y Thomae, 2014.
El sexismo ambivalente y sus dos componentes han sido objeto de estudio entre la población estudiantil universitaria, en diversas ocasiones. Moya, Glick, Ex pósito, de Lemus y Hart (2007) encontraron que estudiantes universitarias expuestas al sexismo benevo lente mostraron comportamientos más sumisos que cuando se las expuso al sexismo hostil. Rodríguez y Mancinas (2017) determinaron un nivel medio de sexismo ambivalente, niveles de sexismo hostil ma yores que el benevolente y que los hombres tenían niveles mayores que las mujeres en las tres catego rías.
Fernández, Arias y Alvarado (2017) y Ticllas (2018) detectaron niveles de sexismo mayores para los va rones, mientras que Boira, Chilet-Rosell, Jaramillo- Quiroz y Reinoso (2017) también hallaron niveles de sexismo hostil mayores en los hombres universita rios, mas no diferencias para el sexismo benevolente. Por su parte, Pérez (2017) reporta niveles de sexismo superiores para los hombres en los dos componentes del sexismo ambivalente.
Entre los hallazgos de Esteban y Fernández (2017) están la presencia de actitudes sexistas en el estudiantado universitario, con niveles medio de sexismo ambivalente hacia las mujeres, donde los hombres manifiestan niveles mayores de sexismo hostil y be névolo. León y Aizpurúa (2020) encontraron un pun tuaje más alto en los hombres que en las mujeres en la escala de sexismo ambivalente, así como en las subescalas de sexismo hostil y benevolente. Además, hallaron en el estudiantado más joven niveles más altos de sexismo benévolo y en el de mayor edad niveles más altos de sexismo hostil. Pérez (2017) de tectó niveles inferiores de ambos tipos de sexismo en personas entre 19 y 40 años, en comparación con las de más edad. Paredes (2017) encontró una co rrelación positiva entre la edad y el sexismo benévolo; es decir, a mayor edad mayor probabilidad de manifestaciones de sexismo benévolo, hallazgos que coinciden con los de Lameiras, Carrera, Rodríguez y Calado (2011).
En cuanto a las manifestaciones de sexismo entre do centes universitarios, Oliveira, Boas y Heras (2016) encontraron predominancia del sexismo ambivalen te en el profesorado de una universidad portuguesa: los hombres presentaron niveles de sexismo hostil más altos que las mujeres. En otros estudios con per sonas adultas, se han encontrado niveles superiores en los hombres en sexismo (hostil, benevolente y ambivalente) (Garaigordobil, 2013).
Con base en estos antecedentes, se realizó una inves tigación para determinar ¿cuál es el nivel de sexismo ambivalente que manifiesta el estudiantado del Insti tuto Tecnológico de Costa Rica?, al analizar diferen cias según sexo, zona de procedencia y edad.
Método
La investigación tiene carácter descriptivo-explora torio, desde un enfoque cuantitativo. Las características de la muestra, detalles de los instrumentos de medición aplicados, el procedimiento para recabar los datos y la descripción de las técnicas estadísticas empleadas se presentan en esta sección.
Participantes
La muestra de la investigación se conformó con 517 estudiantes del Instituto Tecnológico Costa Rica (42.6% de mujeres). La distribución final de la mues tra se presenta en la Tabla 1.
Tabla 1 Distribución de la muestra obtenida en el estudio, según sexo, zona de procedencia, rango de edad y provincia

Fuente: elaboración propia
Variables
Las variables consideradas en la investigación, junto con su definición conceptual y operativa se presentan en la Tabla 2.
Instrumentos de medición
Se aplicó el “Inventario de Sexismo Ambivalente” (Glick y Fiske, 1996) en la versión de Expósito, Moya y Glick (1998). El instrumento consta de 22 ítems, los cuales conforman 2 subescalas de 11 ítems cada una, cuyo objetivo es la evaluación de los componentes del sexismo ambivalente: sexismo hostil y sexismo benévolo. Todos los ítems se responden a través de una escala tipo Likert con 5 opciones de respuesta que oscilan entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo), las puntuaciones más altas representan el mayor nivel de sexismo.
Como parte del estudio de la validez del instrumen to, se calculó el índice de discriminación de cada ítem mediante el cómputo de la correlación entre la puntuación aportada por el ítem y la obtenida por la suma de los otros ítems (restando el ítem evalua do) e interpretando su valor de acuerdo con los ran gos planteados por Lozano y De La Fuente-Solana (2013). Todos los ítems, tanto en la escala completa como en cada una de las dos subescalas, superaron el valor de 0.3, recomendado como valor mínimo aceptable (Lozano y De La Fuente-Solana, 2013).
Se estudió, además, la razonabilidad de asumir el supuesto de unidimensionalidad de cada subescala mediante la técnica del análisis factorial, por ser de amplio uso para estos efectos (Jiménez y Montero, 2013). La intención es evidenciar que miden esen cialmente un solo constructo, previo cálculo del ín dice de adecuación muestral de Kaiser-Meyer y Ol kin (KMO), con un valor de 0.962 y de esfericidad de Bartlett (p = 0 < 0.05) para la subescala de sexismo hostil, y de 0.867 y de esfericidad de Bartlett (p = 0 < 0.05) para la subescala de sexismo benevolente. Como criterio de unidimensionalidad, se recurrió al recomendado en Carmines y Zeller (1979), citado en Burga (2006), el cual requiere que el primer factor explique al menos el 40% de la varianza total (66% para la escala de sexismo hostil y 40.8% para la de sexismo benevolente).
La confiabilidad (o fiabilidad de la escala) se estu dió con la técnica alfa de Cronbach, con un valor de 0.947 para la escala de sexismo hostil y de 0.845 para la de sexismo benevolente, con un valor con junto para la escala completa de 0.937. Esto significa, de acuerdo con Cea (1999), que tanto las subescalas como la escala completa poseen una confiabilidad adecuada.
Procedimiento
El instrumento se aplicó mediante una encuesta en línea por medio de la plataforma oficial del TEC Di gital y el estudiantado lo respondió de manera vo luntaria en el primer semestre del 2023 durante dos semanas de abril.
Análisis estadístico
El análisis estadístico descriptivo de los datos con templa la baremación de los puntajes en las cate gorías baja y alta, tanto para el sexismo hostil como para el sexismo ambivalente, según el puntaje fuera inferior o superior, respectivamente, al valor medio de la escala correspondiente.
Además, con el propósito de inferir resultados, se contrastaron las siguientes hipótesis:
Hipótesis 1: No existen diferencias en el nivel de sexismo hostil, según el sexo.
Hipótesis 2: No existen diferencias en el nivel de sexismo benevolente, según el sexo.
Hipótesis 3: No existen diferencias en el nivel de sexismo hostil, según la zona de proceden cia.
Hipótesis 4: No existen diferencias en el nivel de sexismo benevolente, según la zona de pro cedencia.
Hipótesis 5: No existen diferencias en el nivel de sexismo hostil, según el rango de edad.
Hipótesis 6: No existen diferencias en el nivel de sexismo benevolente, según el rango de edad.
Hipótesis 7: No existen diferencias en el nivel de sexismo hostil, según la provincia de pro cedencia.
Hipótesis 8: No existen diferencias en el nivel de sexismo benevolente, según la provincia de procedencia
Para las primeras cuatro hipótesis se aplicó la prueba paramétrica t de Student, para lo cual se asumió la normalidad de la distribución de los datos, con base en el teorema del límite central, al considerar que cada una de las categorías en contraste contempla más de 100 casos (Aguayo, 2004). Para los casos en que se detectaron diferencias estadísticamente signi ficativas, se calculó el tamaño del efecto empleando la d de Cohen (Morales-Vallejo, 2012), la cual estima el número de desviaciones típicas que separan a dos grupos. Para interpretar la magnitud de los tamaños del efecto medidos por la d de Cohen, se recurre a las referencias establecidas por Cohen (Morales-Vallejo, 2012): en torno a 0.20 (diferencia pequeña), 0.50 (di ferencia moderada) y 0.80 o más (diferencia grande).
Para las otras hipótesis, se aplicó la prueba no para métrica de Kruskal-Wallis, dado que algunas de las categorías involucradas en el contraste tenían pocos elementos (menos de 100).
Resultados
Clasificación del nivel de sexismo hostil y de sexis mo benevolente
El nivel medio de sexismo hostil (M = 28.05, SD = 11.36) fue significativamente menor que el prome dio de la escala (t (516) = -13.90, p = 0 < 0.05). Esto indica que, de forma global, el estudiantado de la muestra manifiesta un nivel de sexismo hostil infe rior al promedio. La clasificación de los puntajes del sexismo hostil indica 72.1 % para la categoría baja y 27.9 % para la alta.
El nivel medio de sexismo benevolente (M = 23.55, SD = 7.53) fue significativamente menor que el pro medio de la escala (t (516) = -28.48, p = 0 < 0.05). Esto señala que, de manera global, el estudiantado de la muestra manifiesta un nivel de sexismo bene volente inferior al promedio.
La clasificación de los puntajes del sexismo benevo lente indica 88 % para la categoría baja y 12 % para la alta.
Contraste de la hipótesis 1
Para contrastar la primera hipótesis, se comparó la media de los hombres (M = 30.58, SD = 10.74) con la media de las mujeres (M = 20.30, SD = 8.97) y se encontró una diferencia estadísticamente significati va (t (516) = -11.66, p = 0 <0.05, d=1.027). De esto, se desprende que se rechaza la hipótesis nula y se acoge la alternativa, lo cual indica diferencias en el nivel de sexismo hostil, con media más alta para los hombres y un tamaño del efecto (d = 1.027) interpre table como una diferencia alta.
Contraste de la hipótesis 2
En la segunda hipótesis, se contrastó la media de los hombres (M = 25.84, SD = 7.63) con la media de las mujeres (M = 20.68, SD = 6.23) y se encontró una diferencia estadísticamente significativa (t (516) = -8.36, p = 0 <0.05, d=0.73). Por lo tanto, se re chaza la hipótesis nula y se acoge la alternativa, lo cual señala diferencias en el nivel de sexismo bene volente, con media más alta para los hombres y un tamaño del efecto (d = 0.73) interpretable como una diferencia alta.
Contraste de la hipótesis 3
Para contrastar la tercera hipótesis, se cotejó la me dia del estudiantado de zona rural (M = 27.55, SD = 11.84) con la media de la zona urbana (M = 25.17, SD = 11). Se obtuvo una diferencia estadísticamente significativa (t (516) = 2.30, p = 0 <0.05, d=0.21).
Por lo tanto, se rechaza la hipótesis nula y se acoge la alternativa, esto indica que existen diferencias en el nivel de sexismo hostil, con media más alta para el estudiantado de zona urbana y un tamaño del efecto (d = 0.21) interpretable como una diferencia baja.
Contraste de la hipótesis 4
Para el contraste de la cuarta hipótesis, al comparar la media del estudiantado de zona Rural (M = 23.16, SD = 7.51) con la media de la zona urbana (M = 23.77, SD = 7.55), no se encontró diferencia estadís ticamente significativa (p = 0.374> 0.05). En conse cuencia, se acepta la hipótesis nula y se rechaza la alternativa, lo cual muestra que no hay variaciones en el nivel de sexismo benevolente según la zona de procedencia del estudiantado.
Contraste de la hipótesis 5
Para el estudio de la quinta hipótesis, se comparó la mediana de los cuatro rangos de edad, utilizando la prueba de Kruskall-Wallis. Se obtuvo un valor de sig nificancia mayor al 5% (p = 0.056 > 0.05), por lo tanto, se acepta la hipótesis nula. Se infiere que no hay diferencias en el nivel de sexismo hostil según el rango de edad.
Contraste de la hipótesis 6
Para el estudio de la sexta hipótesis, se comparó la mediana de los cuatro rangos, utilizando la prueba de Kruskall-Wallis. El resultado fue un valor de signi ficancia mayor al 5% (p = 0.721> 0.05), por lo que se acepta la hipótesis nula. Se deduce que no hay diferencias en el nivel de sexismo benevolente según el rango de edad.
Contraste de la hipótesis 7
Para el estudio de la sétima hipótesis, se comparó la mediana de las provincias, utilizando la prueba de Kruskall-Wallis. Se obtuvo un valor de significancia mayor al 5% (p = 0.476 > 0.05), en consecuencia, se acepta la hipótesis nula. Se infiere que no hay dife rencias en el nivel de sexismo hostil según la provin cia de procedencia.
Contraste de la hipótesis 8
Para el estudio de la sexta hipótesis, se comparó la mediana de las provincias, utilizando la prueba de Kruskall-Wallis. Se determinó un valor de significan cia mayor al 5% (p = 0.106 > 0.05), por lo que se acepta la hipótesis nula. Por lo tanto, no hay dife rencias en el nivel de sexismo benevolente según la provincia de residencia.
Discusión
Los resultados muestran la presencia de sexismo ambivalente, tanto hostil como benevolente, en el estudiantado, aunque con niveles que se sitúan por debajo de la media en cada una de las escalas eva luadas. A primera vista, estos hallazgos podrían inter pretarse erróneamente como positivos, debido a los bajos niveles observados en las tres categorías. Sin embargo, la presencia de sexismo, aunque en nive les reducidos, sigue siendo motivo de preocupación,: su existencia perpetúa dinámicas perjudiciales para la equidad de género y conlleva consecuencias ne gativas en la interacción social y académica, como mayor apoyo a la violencia en contra de las mujeres (Gutiérrez y Leaper, 2023).
Este panorama revela que la adopción de políticas formales en la institución no ha sido sufi ciente para erradicar actitudes sexistas arraigadas. Estas aún prevalecen, especialmente en espacios informales, donde las normas culturales resultan ser más resistentes al cambio. Esto sugiere que ciertos grupos o personas dentro de la comunidad educati va podrían estar poniendo resistencia a los esfuerzos por promover la igualdad de género, lo que contribu ye a mantener formas de sexismo tanto benevolente como hostil.
Una posible causa de esta resistencia puede residir en la implementación deficiente de las políticas de igualdad de género o en la falta de efectividad de los programas de sensibilización, que no parecen haber permeado a todos los niveles y sectores de la institu ción. Además, es probable que tanto hombres como mujeres hayan internalizado, de manera inconscien te, roles y expectativas tradicionales de género, lo que perpetúa conductas sexistas, aun sin intención explícita de discriminar. Esta situación pone de relie ve la necesidad urgente de un enfoque más integral y transformador, el cual no solo se limite a promulgar, sino que también se enfoque en cambiar las creen cias y actitudes subyacentes que alimentan la desigualdad de género.
Resulta sorprendente que, en una comunidad con un alto nivel educativo, como la de esta institución, sigan apareciendo niveles de sexismo, aunque ba jos. De acuerdo con investigaciones previas, como las de Glick, Lameiras-Fernández y Rodríguez-Castro (2002), y León y Aizpurúa (2020), existe una corre lación inversa entre el nivel educativo y el grado de sexismo, donde a mayor educación se observan me nores niveles de actitudes sexistas. Además, el ITCR cuenta con una sólida tradición tanto en la toma de decisiones como en la ejecución de acciones, orien tadas a la equidad y a la no discriminación, refleja das tanto en su “modelo académico” como en las políticas generales y específicas.
Sin embargo, los resultados sugieren que, a pesar de estos avances, los esfuerzos realizados no han sido suficientes. Por lo tanto, es imprescindible redoblar y fortalecer las acciones dirigidas a erradicar concep ciones y comportamientos sexistas, tanto en el estu diantado como en el profesorado. Solo mediante un compromiso renovado y estrategias más contunden tes se podrá lograr un entorno académico libre de discriminación y basado en la igualdad de género.
Las diferencias encontradas en el estudiantado en el nivel de sexismo hostil entre hombres y mujeres, con niveles superiores para los primeros, concuerda con los estudios de Rodríguez y Mancinas (2017), Fer nández, Arias y Alvarado (2017), Ticllas (2018), Boi ra, Chilet-Rosell, Jaramillo-Quiroz y Reinoso (2017), Pérez (2017), Esteban y Fernández (2017) y León y Aizpurúa (2020). El tamaño del efecto alto sugiere la conveniencia de que se desarrollen programas o ac ciones encaminadas a disminuir el nivel de sexismo hostil en el sector estudiantil, lo cual hace plausible la conveniencia de que puedan ser actividades dife renciadas por género.
Por otra parte, las diferencias halladas en cuanto al nivel de sexismo benevolente, en los hombres con mayores niveles que en las mujeres, concuerdan con los hallazgos de Rodríguez y Mancinas (2017), Fernández, Arias y Alvarado (2017), Ticllas (2018), Boi ra, Chilet-Rosell, Pérez (2017), Esteban y Fernández (2017), y León y Aizpurúa (2020), pero difieren de los de Jaramillo-Quiroz y Reinoso (2017), quienes no las encontraron en el nivel de sexismo benevolente. Tales diferencias no son de extrañar en la medición de variables en ciencias sociales, pues son influidas por factores como el “lugar geográfico, la discrepan cia temporal o las características determinadas de la población” (Molina y Rosero, 2022, p. 62). El tama ño del efecto alto también sugiere el desarrollo de proyectos o de acciones que atiendan la problemáti ca, las cuales podrían enfocarse por género.
No se detectaron diferencias en el nivel de sexismo hostil o benevolente por edad, lo que difiere de los hallazgos de León y Aizpurúa (2020), Pérez (2017), y Lameiras, Carrera, Rodríguez y Calado (2011).
Los resultados de la investigación dejan ver que la adopción de políticas internas en una institución educativa y el desarrollo de acciones específicas, si bien son pasos acertados en el esfuerzo de elimina ción de las desigualdades de género, no son suficien tes, porque tales instituciones “no están exentas de obstáculos y sesgos de género que impiden la con secución de la igualdad entre mujeres y hombres” (Bonilla-Algovia, 2021 p. 253). A partir de estos re sultados, es posible recomendar el fortalecimiento de las acciones tendientes a eliminar el sexismo, la generación de nuevos procesos de intervención de la vida universitaria destinados a promover la igualdad entre los géneros y el desarrollo de nuevos estudios que permitan explorar otras facetas de la temática abordada en la investigación reportada en este documento.
Conclusiones
La investigación permite llegar a las siguientes con clusiones:
Existen niveles de sexismo, tanto ambivalente como hostil y benevolente, entre el estudianta do del Instituto Tecnológico de Costa Rica.
Los hombres estudiantes muestran niveles de sexismo hostil mayores, en promedio, que las mujeres, con un “tamaño del efecto” alto.
Los hombres estudiantes manifiestan niveles de sexismo benevolente mayores, en prome dio, que las mujeres, con un “tamaño del efec to” alto.
Las personas estudiantes que provienen de zo nas urbanas presentan niveles de sexismo hos til mayores que las de zonas rurales, con un tamaño del efecto bajo.
No se detectaron diferencias en el nivel de sexismo benevolente entre las personas estu diantes según la zona de procedencia (urbana o rural).
No se hallaron diferencias en el nivel de se xismo hostil ni en el de sexismo benevolente con base en el rango de edad de las personas estudiantes.
No hubo diferencias en el nivel de sexismo hostil ni en el de sexismo benevolente según la provincia en que resida la persona estudiante
Agradecimientos
Trabajo desarrollado en el marco del proyecto de investigación Evaluación del sexismo ambivalente presente en docentes y estudiantes del Instituto Tec nológico de Costa Rica, bajo el código 5402-1480- 1501. Se agradece el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación y Extensión del Instituto Tecnológico de Costa Rica.