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Revista Costarricense de Salud Pública

Print version ISSN 1409-1429

Rev. costarric. salud pública vol.13 n.24 San José Jul. 2004

 

El papel del selenio y la vitamina E en la prevención y
tratamiento del cáncer de próstata


   
María del Pilar Suárez
de Ronderos, N.D., MSc.1

Jorge Michelsen Rueda,
M.D.,MPH 1


Palabras clave: Cáncer de próstata, selenio, vitamina E, prevención y tratamiento.

Resumen

Un consumo de alimentos ricos en micronutrientes antioxidantes, complementado con una dosis diaria de selenio y vitamina E, junto con un diagnóstico precoz, parecieran ser factores muy importantes para lograr disminuir la incidencia y la mortalidad por cáncer de próstata en Costa Rica.

El cáncer de próstata ocupa en Costa Rica el segundo lugar en incidencia del cáncer en hombres, después del de estómago, reportándose en el año 1997 un total de 398 casos nuevos (1). Existe gran preocupación por el aumento en la mortalidad masculina por esta causa. En 1999 la tasa de mortalidad alcanzó un 13,53 por 100 mil habitantes, cifra más elevada a la que se reportó en 1996, de 12,81.

Los factores de riesgo para cáncer de próstata son: la edad (superior a los 45 años), la raza (más común en raza negra), la herencia (representa una alerta para aquellos hombres cuyo padre padece o padeció este mal, pues tienen más posibilidades de sufrirla), el estilo de vida (lo que implica una inadecuada alimentación, con dieta mal balanceada y poco variada, que incluya muy pocas frutas y vegetales, mucha carne y mucha grasa saturada), el fumado y el sobrepeso.

Recientes estudios científicos basados en la suplementación con selenio y vitamina E a pacientes con cáncer de próstata o factores de riesgo alto, han dado resultados positivos y prometedores para la prevención y cura de este tipo de cáncer. Aunque el selenio, pareciera ser un mineral milagroso, no se puede consumir indiscriminadamente o sin recomendación médica, porque en grandes dosis, resulta tóxico.


Introducción

En diferentes estudios realizados en los últimos años se ha podido detectar la importancia que tienen el selenio y la vitamina E en la salud de los humanos. El selenio está involucrado en los cambios del estado de ánimo, la disminución de la incidencia de enfermedades cardiovasculares y en lo que se podría interpretar como la "prevención" de algunos tipos de cáncer, en especial el de próstata y algunos del aparato digestivo como el de colon y el de esófago. Por su parte, la vitamina E es de suma importancia para los sistemas neuromuscular, vascular y reproductivo; a nivel celular la deficiencia de vitamina E está acompañada de un aumento en la peroxidación de lípidos en la membrana celular, produciendo estrés oxidativo, lo cual favorece la injuria y necrosis celular, por ello se le ha catalogado como una vitamina antioxidante y, por lo tanto, protectora en diferentes tipos de cáncer, entre ellos el de próstata.

El selenio se encuentra naturalmente en el suelo, de donde es captado por los alimentos que consume el hombre, como verduras, hortalizas y en alimentos de origen animal, como carnes, mariscos y pescados. La recomendación diaria para hombres adultos dada por el Food and Nutrition Board en 1989 en Estados Unidos (2) se ha estimado en 70 microgramos, sin embargo se puede ver aumentada cuando se necesita su efecto antioxidante.

La vitamina E o tocoferol es solamente sintetizada por las plantas, por lo que se encuentra exclusivamente en alimentos de origen vegetal, siendo las mayores fuentes los aceites y grasas vegetales. Sus formas en los alimentos se han denominado tocoferol alfa (a ), beta (b ), gama (g ) y delta (d ). La recomendación diaria para hombres adultos dada por el Food and Nutrition Board en 1989 en Estados Unidos (2) se ha estimado en 10 mg de equivalentes de a tocoferol (TE). Evidencia reciente sugiere que aumentos en la ingesta podrían ser benéficos para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades asociadas con estrés oxidativo como el cáncer.


Cáncer de próstata en Costa Rica:

La situación mundial con respecto al cáncer de próstata es realmente preocupante y de allí el interés tanto de los investigadores, como de las instituciones prestadoras de servicios de salud de trabajar en la identificación de acciones preventivas y de tratamiento, efectivas para la población masculina mayor de 35 años.

En Estados Unidos para el año 2.000 se estimaron 170.000 nuevos casos de cáncer de próstata y 31.000 muertes por esta enfermedad.

En Centroamérica, según estadísticas de 1998, Costa Rica es el segundo país después de Panamá, en tasa cruda de mortalidad por cáncer de próstata. Sin embargo, vale la pena mencionar que para el año 2001, sólo Costa Rica tiene organizado el Registro Nacional de Tumores.

El cáncer de próstata es un problema serio en Costa Rica con una incidencia de 19,7 en 1997 (1), con una tasa cruda de mortalidad en 1997 de 10,72 por 100.000 (1), en 1998 de 12,6, de 13,53 en 1999 y de 14,19 en el año 2000; y una prevalencia más alta en la población mayor de 50 años (1, 3).

La tasa de incidencia de cáncer de próstata en Costa Rica, para 1997, fue de 19,7/100.000 (1). La incidencia aumenta con respecto a la edad, haciendo su aparición después de los 30 años (0,7) y va aumentando significativamente a partir de los 50 años (10,5), teniendo su máxima expresión en hombres mayores de 75 años (654,0). Esta evolución se mantiene constante a través de los años 1994 a 1996.

Se mencionan como los principales factores de riesgo para el cáncer de próstata los siguientes: la edad avanzada, origen racial afroamericano, antecedente familiar, tabaquismo, obesidad, dieta con alto contenido de grasas totales y grasas saturadas.


El selenio, papel metabólico:

El selenio (Se) fue reconocido como micronutriente esencial a finales de la década de los años 50, cuando se identificó como un principio activo en el hígado que podía reemplazar a la vitamina E en las dietas de algunos animales, también actuaba en la prevención de lesiones vasculares, musculares y hepáticas. (4).

A comienzos de los años 70 se encontró que el Se era un componente esencial de la enzima glutation peroxidasa (GPX) (4), participante en la acción antioxidante de las células, reduciendo los hidroperóxidos.

Hoy se reconocen varias seleno-enzimas: por lo menos 5 isoformas de GPX, 3 yodotironina 5' -Deiodinasas (TDls), 3 tioredoxin reductasas (TRs) y selenofosfato sintetasa (1); además, otras 4 proteínas específicamente incorporan el Se, aunque su función metabólica aún no es clara: El plasma seleno-proteína P, músculo seleno- proteína W y seleno-proteínas en próstata y placenta (4). En cada una de estas proteínas, el Se es incorporado dentro del aminoácido selenocisteína.

La función nutricional esencial del Se se debe a las funciones de las proteínas con selenocisteína: protección antioxidante por las GPXs, el metabolismo energético afectado por las TDIs y la regulación reductora de los factores transcripcionales y de expresión de los genes por las TRs.

Néve en 1995 (5) revisó varios estudios en humanos y concluyó que la concentración mínima de Se que se debe esperar en plasma bajo condiciones de una expresión máxima de GPX es por lo menos 75 ng/ml. Esta concentración se logra con una ingesta dietaria de Se de 40 microgramos/día (4). Las recomendaciones dietarias actuales cumplen o exceden este nivel. Por ejemplo, las RDA de Se para Estados Unidos (2) son 55 microgramos/día para las mujeres y 70 microgramos/día para los hombres y la OMS en 1996 (2) recomendó un consumo promedio de 40 microgramos/día para cubrir las necesidades del promedio de la población adulta sana.


El Se en los alimentos:

El ciclo del selenio en el sistema alimentario se inicia en el momento en que la planta lo toma del suelo y lo hace parte de sus proteínas tisulares. La cantidad de Se en los alimentos, por lo tanto va a depender de la disponibilidad de este micronutriente en el suelo. Esto también es válido para los animales. En los últimos 25 años se ha convertido en una práctica muy difundida en Norte América y Europa el uso para animales de alimentos suplementados con Se, lo que ha reducido la variación dependiente del contenido de los suelos en los productos animales.

En la mayoría de las dietas, las fuentes principales de Se son los cereales, las carnes y los pescados. Los productos lácteos y los huevos contribuyen con pequeñas cantidades de Se en la dieta. Los vegetales y las frutas contienen muy pocas cantidades de Se (menos del 8% del total de consumo). El análisis de dietas en la población de Estados Unidos (6), reveló que 5 alimentos (carne, pan blanco, cerdo, pollo y huevos) contribuían con el 50% del total de Se en la dieta típica y el 80% del total del selenio dietario fue aportado por solamente 22 alimentos.

Las diferencias en los patrones de consumo de alimentos en los individuos pueden afectar significativamente la cantidad y calidad de la ingesta de Se.

Respecto a la biodisponibilidad del Se, se puede afirmar que en general la absorción de los compuestos orgánicos de Se presentes en los alimentos aparentemente es buena (70 - 95 % ) (7). Sin embargo, puede variar de acuerdo con la digestibilidad de las seleno-proteínas y otros compuestos contenidos en los alimentos.

En Costa Rica no se han realizado estudios que evalúen los niveles de Se en plasma de la población, ni las cantidades de selenio contenidos en los alimentos que conforman su patrón dietético promedio, así como tampoco se han realizado determinaciones del contenido de selenio en suelos.


Toxicidad del selenio:

La toxicidad del selenio varía con el estado de las valencias del compuesto y su hidrosolubilidad, esto último puede afectar las tasas de absorción gastrointestinal. Estas tasas varían de acuerdo con los compuestos y su rango es del 44 al 95 % de la ingesta. El selenio se encuentra en todos los tejidos del cuerpo, pero se concentra especialmente en el hígado, bazo y páncreas. Se excreta especialmente por la orina, pero puede encontrarse en el sudor, materias fecales y aire expirado.

En los humanos, la intoxicación oral aguda puede manifestarse en excesiva salivación, aliento a ajo, respiración superficial, diarrea, edema pulmonar y muerte. Otros signos y síntomas que se han reportado incluyen taquicardia, náusea, vómito, dolor abdominal, función hepática anormal, dolores musculares, escalofrío y temblor.

En cuanto a la intoxicación crónica, se manifiesta con pérdida del cabello y uñas, acrofagia, lesiones de piel: (enrojecimiento, ampollas y ulceraciones), daños dentales y alteraciones del sistema nervioso atribuidas a polineuritis: anestesia periférica, acroparestesia, dolor en las extremidades, hiperreflexia tendinosa, entumecimiento, convulsiones, parálisis, trastornos motores y hemiplejía.

La dosis de referencia para la exposición oral crónica y sub-crónica es de 0,005 mg/kg/día para el selenio y el ácido selénico (8).

Se han establecido como niveles superiores de ingesta saludable: U.L. (Tolerable Upper Intake Levels), la cantidad más alta de un nutriente que probablemente no tenga efectos adversos ni riesgos de toxicidad para casi todos los individuos de un grupo de edad y sexo. Para el selenio se ha determinado el U.L de 400 microgramos/diarios, cantidad que podría servir para promover la salud y prevenir enfermedades (2).

El selenio y el cáncer de próstata (prevención y tratamiento):

Recientes estudios explican el mecanismo por el cual el selenio actúa como anticancerígeno. Según Jiang y colaboradores (9) la inducción de apoptosis puede ser el mecanismo de mediación de la actividad anticáncer del Se. Sus experimentos sustentan el hecho de la inducción específica del metil selenio en la apoptosis de las células humanas de cáncer de próstata DU-145, que envuelve la separación celular como un pre-requisito (anoikis) y está ejecutado principalmente a través de la activación de la caspasa 8 y su interferencia con múltiples caspasas.

En otro estudio, Menter y colaboradores (10) evaluaron el efecto del selenito sódico y la selenometionina en el crecimiento de células prostáticas normales (epiteliales, del estroma y del músculo liso) y líneas de células de cáncer prostático. Sus hallazgos son relevantes en cuanto demuestran los mecanismos de acción del Se en la carcinogénesis prostática y ayudan a demostrar los efectos selectivos, dependientes de la dosis del Se, especialmente la seleno metionina en la muerte de células cancerosas prostáticas y la inhibición de su crecimiento. El crecimiento de las células prostáticas normales virtualmente no fue afectado por el Se.

En otros estudios (11, 12) se investigó el papel del succinato de vitamina E en la inducción de la apoptosis de las células cancerígenas de próstata, demostrando que la estimula en esas células pero no tiene ningún efecto en las células prostáticas normales, similar a lo que hace el Se.


Estudios epidemiológicos:

El primer estudio en el que se utilizó el Se fue el de Clark y colaboradores, entre 1983 y 1993 (13), usando la suplementación con 200 microgramos diarios de Se (obtenido de una levadura utilizada en panadería, rica en selenio) como factor de prevención de cáncer de piel, investigando un total de 1312 pacientes en un estudio randomizado con selenio y placebo. Las conclusiones indicaron que el Se no protegía contra el desarrollo de cáncer baso - celular o escamoso de la piel, pero los resultados de un punto de análisis secundario sustentaron la hipótesis de que el suplemento de Se reducía la incidencia y la mortalidad de cáncer de pulmón, de próstata, colon y recto. No ocurrieron casos de intoxicación por Se.

En China se han efectuado dos estudios para cáncer de hígado, en los que se demostró la disminución en la mortalidad y la incidencia en este tipo de enfermedad, uno entre los portadores de antígenos de superficie de hepatitis y sus parientes de primer grado y el otro en una población general más amplia. (14)

En relación ya específicamente con el cáncer de próstata, se han llevado a cabo múltiples estudios en los que se ha usado el Se como coadyuvante del tratamiento, disminuyendo las tasas de mortalidad, solo o en asocio a la vitamina E y otras series han tenido como objetivo estudiar su acción como protector buscando disminuir la incidencia del tumor. Todos estos estudios se han llevado a cabo en poblaciones pequeñas. Actualmente se están efectuando estudios colaborativos como el que se realiza en la Universidad de Pensilvania y otras universidades de Estados Unidos, de prevención, en pacientes con antígeno prostático específico alto y biopsia negativa. Un segundo grupo de tratamiento es el de pacientes con cáncer diagnosticado por biopsia, de crecimiento lento a los que se les hace un seguimiento cuidadoso, sin darles ningún tratamiento distinto al selenio. (15)

Nelson y colaboradores en 1999 (16) mencionan el estudio realizado por Clark y colaboradores y el trabajo de Yoshizawa y colaboradores, en los que investigaron la asociación entre riesgo de cáncer de próstata y niveles de selenio en uña del pie (medición de ingesta de selenio a largo plazo); ellos encontraron una alta asociación entre elevados niveles de selenio en uña del pie y bajo riesgo de presentar cáncer avanzado. Se observa en ambos estudios una reducción de más del 60% de la incidencia de cáncer de próstata entre grupos con altos y bajos niveles de selenio.

Rayman en 1997 (17) menciona que el consumo de selenio en el Reino Unido ha venido descendiendo hasta niveles tan bajos como 30 - 40 microgramos/día, lo cual se ha venido relacionando con un sustancial aumento en la incidencia de casos de cáncer de próstata en Inglaterra y Gales.

Estudios realizados en la Universidad de Arizona destinados a medir la asociación entre ingesta de selenio y cáncer de próstata y a determinar el mecanismo involucrado en esta asociación, concluyen que el aumento en el Antígeno Prostático Específico (APE) es un buen indicador del cáncer y que el selenio puede incrementar las tasas de apoptosis celular (una forma de muerte celular programada) y por lo tanto prevenir el cáncer de próstata. Los dos estudios realizados en la Universidad de Arizona se basan en la suplementación de selenio en dosis de 200, 400, 600, 800, 1600 y 3200 microgramos/día y suministro de placebo (16).

Lieberman y colaboradores (18) en el Resumen Ejecutivo del Instituto Nacional de Cáncer (INC) de Estados Unidos, afirman que el cáncer debe verse como un proceso que tiene estados de enfermedad sub-clínica y clínica que progresan durante muchas décadas y que para poder prevenido se hace necesario modificar comportamientos de alto riesgo y promover estilos de vida saludables. Principalmente hacen énfasis en disminuir factores de riesgo como el fumado, la obesidad, el consumo de dietas ricas en grasas y bajas en fibra; aumentar el consumo de frutas y vegetales y, por lo tanto, el consumo de antioxidantes como b carotenos, vitamina A, vitamina E, selenio, calcio y megadosis de vitaminas. Se resalta la hipótesis de la efectividad en la prevención del cáncer de próstata del selenio y la vitamina E. Dos estudios que se están llevando a cabo son PCPT (Prostate Cancer Preventive Trial) y SELECT (SELenium and vitamin E Chemoprevention Trial). El primero se inició en 1993, con una duración de 10 años, en el cual se han incluido 18.000 hombres a riesgo, en un estudio randomizado con placebo y finasteride. Se esperan resultados a finales del 2003. El segundo estudio, SELECT, es un estudio randomizado, con una duración de 12 años, en el cual se incluyen 32.000 hombres a riesgo a los cuales se les suministra vitamina E y selenio. Este estudio se inició en la primavera del 2001 (18, 19).

Estudios epidemiológicos han demostrado la evidencia de una asociación inversa entre la exposición a nutrientes y elementos antioxidantes (licopeno, isoflavonas de soya, selenio, vitamina E y polifenoles de té verde) y la incidencia y mortalidad en cáncer de próstata. Se han venido desarrollando estudios con el licopeno del tomate, que actúa como un potente antioxidante y se ha visto su efectividad en la prevención del cáncer de próstata (20). En estos momentos se planean otros estudios randomizados, los cuales incorporan los antioxidantes en pacientes con neoplasia prostática intraepitelial.

Es claro que los estudios para determinar el efecto de alguno de estos elementos en la incidencia del cáncer, requieren de grandes inversiones de dinero, tiempo y esfuerzo, y por lo tanto, no es muy factible su realización; sin embargo, si se analiza su efecto y los beneficios que pudieran traer en la salud pública mundial, ninguno de estos factores debería ser impedimento para realizar dichas investigaciones.


La vitamina E, papel metabólico:

La vitamina E fue descubierta en 1922 por Evans y Bishop: A pesar de muchos años de investigaciones sobre vitamina E en animales, debieron transcurrir más de 30 años antes de obtener pruebas claras que esta vitamina era también necesaria en el hombre.

En los primeros aislamientos de la vitamina E a partir de aceites vegetales se obtuvieron cuatro sustancias con estructuras muy similares. Evans propuso el nombre de tocoferol para la vitamina E y al encontrar estos cuatro componentes fueron designados con las letras del alfabeto griego: alfa (a ), beta (b ), gama (g ) y delta (d ). El tocoferol más abundante y también el más activo, el alfa, es designado como RRR- a - tocoferol.

Los tocoferoles se oxidan fácilmente en el aire, sobretodo en presencia de hierro y otros metales. Cuando ello ocurre el grupo hidroxilo del anillo cambia a un grupo oxi, el anillo se abre y se forma una quinona, la tocoferil quinona, que no posee actividad biológica. Para evitar la oxidación, casi todos los suplementos nutricionales de alfatocoferol están esterificados con ácido acético, presentándose por lo tanto en forma de acetato de alfatocoferol (formas esterificadas), resistente a la oxidación pero sin actividad biológica hasta que es hidrolizado, cosa que ocurre en el tubo digestivo donde se absorbe el tocoferol libre. Estas formas sintéticas son el 25% menos activas metabólicamente que las formas naturales.

La absorción de la vitamina E depende de la absorción de las grasas y del funcionamiento biliar y pancreático. El alfatocoferol esterificado es hidrolizado por completo en el intestino, absorbido en la mucosa duodenal y en los quilomicrones de la linfa solo se encuentra tocoferol libre. En el estado post absortivo casi todo el tocoferol va unido a las lipoproteínas de baja densidad en los hombres, por lo que existe una elevada correlación entre los niveles plasmáticos de tocoferol y de lípidos totales. Según Bieri (21) esta relación es mucho más débil en las personas normolipémicas que en las que tienen valores altos o bajos de lípidos. En los adultos normales, el tocoferol total del plasma, oscila entre 11,6 y 26,9 m mol/L, mientras que el valor correspondiente al alfatocoferol es 10 a 20% menor (la diferencia está cubierta fundamentalmente por el gammatocoferol) (22, 23).

Inmediatamente después que se aislaron los tocoferoles, se descubrió que eran eficientes antioxidantes y que protegían a los lípidos insaturados de la autooxidación. Las observaciones realizadas en animales de experimentación condujeron a la hipótesis que la vitamina E funcionaba también de esta forma en los tejidos, evitando la agresión oxidativa de los lípidos, sobre todo a los ácidos grasos poliinsaturados de las membranas.

La función antioxidante de esta vitamina es debida a su oxidación primaria a la forma inactiva tocoferol quinona, la cual puede reducirse a tocoferol hidroquinona, eliminando los radicales libres que contienen oxígeno.

Cuando no hay vitamina E, los radicales libres catalizan la peroxidación de los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) que constituyen los componentes estructurales de las membranas. La destrucción subsecuente origina el desarrollo de una estructura celular anormal y alteraciones de la función celular. La capacidad de la vitamina E para evitar esta destrucción ha llevado a sugerir que tal vez sea de utilidad para prevenir alteraciones relacionadas con la destrucción de radicales libres, como el envejecimiento, los efectos de toxinas ambientales y el desencadenamiento de algunas formas de carcinogénesis.

La relación conocida desde hace mucho tiempo entre la vitamina E y el selenio al parecer indica la presencia de otros sistemas antioxidantes, uno de los cuales contiene una enzima de selenio, la glutation peroxidasa (24).

Las manifestaciones clínicas de deficiencia varían considerablemente, pero en general están relacionadas con daño en los sistemas neuromuscular, vascular y reproductivo. En el sistema neuromuscular, la deficiencia puede tardar en desarrollarse de 5 a 10 años y se manifiesta clínicamente como una pérdida de reflejo en tendones, cambios en el balance y la coordinación, dolor muscular y disturbios visuales. En humanos es poco frecuente y generalmente ocurre en casos de malabsorción u anormalidades en el transporte de lípidos. A nivel celular, la deficiencia de vitamina E se acompaña de un aumento en la peroxidación de lípidos de la membrana celular.

Las recomendaciones diarias (RDA) para vitamina E fueron establecidas en 1989 en 10 mg de equivalentes de alfatocoferol (TE) por el Food and Nutrition Board (2) ó 15 UI de vitamina E.

Evidencia reciente sugiere que ingestas mayores a 9 mg de a TE/día podría tener un efecto benéfico en la reducción del riesgo de una variedad de desórdenes asociados con estrés oxidativo (22).


La vitamina E en los alimentos:

La actividad de la vitamina E en los alimentos depende de los tocoferoles (alfa, beta, gamma y delta) y tocotrienoles. La característica química más importante es su propiedad antioxidante.

La vitamina E es muy estable al calor y a los ácidos e inestable a los álcalis, la luz ultra violeta y el oxígeno. Se destruye cuando está en contacto con grasas rancias, plomo y hierro. Como los componentes de la vitamina son insolubles en agua, no se pierde por extracción en el cocimiento; sin embargo, la congelación y el freír en exceso con grasa los alimentos destruye la mayor parte del tocoferol que contienen. Los ésteres de esta sustancia, como el acetato de tocoferol, la forma más común en la naturaleza, no se destruyen de manera apreciable (22).

La vitamina E que se usa en los suplementos es alfa tocoferol y la que se encuentra en los alimentos es gama tocoferol (25). En varios estudios en pacientes con enfermedades cardíacas, se ha encontrado un riesgo más bajo de muerte por enfermedad cardíaca para individuos que obtuvieron la vitamina E de los alimentos, comparados con aquellos que la obtuvieron de suplemento (26, 27).

Los alimentos fuentes de vitamina E son: Aceite de germen de trigo (1 cucharada: 35 mg), almendras y otras nueces (112 taza: 10 -15 mg), aceite de soya (1 cucharada: 10-15 mg), aceite de girasol (1 cucharada: 8-9 mg), leche sin grasa (1 taza: 7,5 mg), alverjas (1 taza: 3,5 mg), aceite de oliva (1 cucharada: 2,0 mg), salmón (3 onzas: 1- 1,5 mg) (24).


La toxicidad de la vitamina E:

Es una de las vitaminas menos tóxicas. Los hombres, al igual que los animales, parecen tolerar ingestas relativamente altas de vitamina E, hasta de 100 veces la RDA.

Una muy alta dosis puede actuar como antagónica de otras vitaminas liposolubles. En animales la hipervitaminosis E ha mostrado mineralización ósea alterada, alteración en el almacenamiento de vitamina A en el hígado y coagulación sanguínea prolongada. El efecto tardío puede afectar a pacientes con terapia anticoagulante, ya que se ha encontrado que la ingesta regular de 1200 UI de vitamina E aumenta el efecto del cumarín. Se ha encontrado que la vitamina E aumenta el efecto de los anticoagulantes (warfarina, aspirina) produciendo sangrado oral.

Dosis altas de 1.000 mg o más de suplemento de vitamina E, tienen efectos contraproducentes, pues pueden disminuir la absorción de otros antioxidantes como la vitamina C y pueden actuar como pro-oxidante a estos niveles.


La vitamina E y el cáncer de próstata:

El primer estudio que llamó la atención acerca de un posible efecto de la vitamina E en el cáncer de próstata fue el estudio de prevención de alfa tocoferol y beta caroteno (ATBC study) (28), publicado en 1998, que cubrió a 29.000 hombres fumadores con un seguimiento de 5 a 8 años, que se inició con la hipótesis que, tanto el beta caroteno como el alfa tocoferol, podrían prevenir el cáncer de pulmón. Sin embargo, se encontró que el cáncer de próstata, que no era un objetivo primario del estudio, tuvo una reducción del 32% en su incídencia en sujetos que recibían vitamina E y un descenso de la mortalidad de un 42%, siendo estos sujetos fumadores fuertes. La dosis utilizada fue de 50 mg por día. No hubo impacto en el intervalo entre el cáncer de próstata y la muerte.

En ese estudio se encontró que los hombres con los niveles más altos de vitamina E en suero, tenían los niveles más bajos de testosterona, que nos lleva a pensar en la posibilidad que la vitamina E baje los andrógenos. Los hombres con mayor peso corporal tuvieron un aumento en el riesgo del cáncer de próstata del 39%.

De otra parte, los hombres que recibieron beta caroteno tuvieron un aumento en la incidencia de cáncer de próstata del 23% y de un 15% en la mortalidad. Así mismo se encontró que cuando la persona tomaba simultáneamente aspirina y vitamina E aumentaba la posiblidad de sangrado oral, comparando con aquellos que tomaban solo aspirina (28).

En un pequeño estudio llevado a cabo en Suiza (29), se encontró aumentado el riesgo de morir de cáncer de próstata en aquellos pacientes fumadores con niveles séricos bajos de vitamina E.

En el estudio Physicians Health Study se demostró una correlación similar, en la cual los fumadores con unos niveles muy altos de alfa tocoferol sérico experimentaron una reducción cercana al 50% en el riesgo de presentar cáncer de próstata agresivo, mientras que los no fumadores no presentaron esta asociación (30). Más recientemente en el DS Health Professional Follow-up Study (31) hicieron un análisis prospectivo de la ingesta de vitamina E y el riesgo de cáncer de próstata. Se encontraron 1.896 casos de cáncer de próstata, 522 de los cuales eran extra prostáticos y 232 metastásicos o fatales. No se encontró asociación entre la suplementación con vitamina E y el carcinoma de próstata entre los no fumadores. Sin embargo, entre los fumadores o aquellos que recientemente habían dejado de serio, los hombres que tomaron más de 100 U.I. de vitamina E tenían una disminución en el riesgo de cáncer avanzado o fatal, del 56%.

Estos cuatro estudios encontraron una correlación entre la ingesta de vitamina E y el cáncer de próstata en fumadores.

Recientemente Moyad ha reportado que el gama tocoferol obtenido de alimentos ha demostrado una mayor capacidad inhibitoria en las líneas de células de cáncer prostático, comparado con el alfa tocoferol de los suplementos (25). También se ha reportado que hombres que reciben gama tocoferol tienen una mayor reducción del riesgo de cáncer de próstata que aquellos quienes toman alfa tocoferol (32). Hombres que se encuentran en el más alto quintil de gama tocoferol plasmático tienen una disminución del 80% del riesgo de cáncer de próstata, mientras que no se encontró descenso significativo en los qué recibieron vitamina E de suplemento.

De acuerdo con estudios de Gunawardena (12) se pudo observar que, en células de cáncer prostático tratadas con antioxidantes, estos modularon la proliferación celular alterando la apoptosis en las células en división y que esta apoptosis no fue tan efectiva en células confluentes. En otro estudio, Israel (11) demostró

que el succinato de vitamina E promueve la apoptosis en las células de carcinoma prostático humano, pero no lo hace en las células prostáticas normales in vitro.

Según Fleshner (33), la suplementación con dosis de vitamina E hasta de 800 UI por día, ha sido usada en ensayos clínicos sin efectos secundarios y se han demostrado efectos positivos en su acción antioxidante.

El estudio SELECT recomienda una dosis suplementaria de 400 mg/día de vitamina E para prevenir el cáncer de próstata (19, 34).


Otros constituyentes dietarios y cáncer de próstata:

Los estudios realizados en los últimos años relacionan la dieta con la aparición de la gran mayoría de los tipos de cáncer. Se ha estimado que entre un 30% y un 50% de los tumores malignos pueden estar relacionados con factores dietarios (35).

Numerosos estudios han demostrado la relación entre cáncer de próstata y otros constituyentes dietarios:

- Ingesta de energía: Se relaciona el cáncer de próstata con ingestas altas de energía en los hombres al igual que con aumento en el índice de masa corporal (36- 38).

- Consumo de grasas: Se ha relacionado el desarrollo del cáncer de próstata con el consumo de dietas altas en grasa y principalmente con alto consumo de grasa animal (35-39). Altas ingestas de grasas provenientes de carnes rojas (grasas saturadas) se han asociado con estadios avanzados de la enfermedad, mientras que los ácidos grasos de aceites de pescado y alimentos de mar tienen efecto protector (40). Wynder y colaboradores (41) afirman que una reducción hasta el 15% del total de calorías aportadas por grasa, podría disminuir el riesgo de cáncer de próstata, sin embargo se tendría que suplementar el ácido graso esencial. También se afirma que cambios dietarios que incluyan la disminución de grasa dietaria podrían ayudar en la prevención y tratamiento de esta enfermedad (40). Sin embargo, otras investigaciones no muestran asociación entre el cáncer de próstata y la ingesta de ácidos grasos monoinsaturados o grasas de origen animal (42).

- Vitamina A y carotenoides: Varios estudios confirman que la vitamina A podría tener un efecto protector (36, 43) y que los betacarotenos deberían ser más estudiados, pues los resultados de las investigaciones son contradictorios (43).

- Vitamina D: Se debe profundizar la relación entre el consumo de la vitamina D y el desarrollo de cáncer de próstata, ya que está probado que es un agente quimiopreventor ( 36, 44).

- Vitamina C: Se ha asociado con bajo riesgo de cáncer de próstata (38, 45).

- Soya: Se ha descrito un efecto benéfico de la soya debido a sus isoflavonas, como el genistein y el daidzen; actúan como inhibidores del crecimiento tumoral y reducen el nivel hormonal de andrógenos, importantes promotores del cáncer de próstata (33, 35, 36, 40).

- Té verde: Se ha asociado con un bajo riesgo de cáncer de próstata (40).

- Licopenos: Este es el color rojo de frutas y vegetales. Se ha afirnado que particularmente los tomates cocidos podrían contribuir a bajar el riesgo de cáncer de próstata (43, 46). El consumo de salsa de tomate se ha identificado como un fuerte predictor de bajo riesgo de cáncer de próstata (40).

- El uso de complejos multivitamínicos no se ha asociado con riesgo de cáncer de próstata, pero el uso de suplementos de zinc, vitamina C y vitamina E tienen un efecto protector, según el estudio realizado en Washington por Kristal y colaboradores (45).

- El consumo de frutas y vegetales también se ha asociado con bajo riesgo de cáncer de próstata (38).

 

Conclusión

Existe evidencia científica de la relación del selenio y la vitamina E con el desarrollo de cáncer de próstata y de la importancia de estos micronutrientes en su prevención. Según se puede identificar en la literatura científica, se han desarrollado y se están desarrollando estudios en grupos de hombres utilizando suplementación con selenio y vitamina E para prevenir el cáncer de próstata. No se recomiendan dosis de suplementación mayores a 200 microgramos diarios de selenio y 400 mg de vitamina E.

También existe alguna evidencia de la efectividad de estos micronutrientes en el tratamiento de este tipo de cáncer. En estos momentos se están llevando a cabo en el mundo varios estudios para confirmar los hallazgos preliminares.

La alimentación balanceada y variada, que incluya principalmente frutas y vegetales, con un aporte adecuado de energía y fibra y una baja cantidad de alimentos fuentes de grasas saturadas, junto con la disminución del fumado y la obesidad, podría tener un efecto positivo en la prevención del cáncer de próstata.

 

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1 Escuela de Nutrición, Facultad de Medicina Universidad de Costa Rica.

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