Introducción
Por largo tiempo, África, Asia y América Latina han sido “representados” como fuentes de materias primas, naturaleza inhóspita, peligrosa, salvaje, entre otros calificativos por parte de algunas ideologías desde las potencias europeas, elites de esos continentes y los Estados Unidos. Estas representaciones fueron legitimadas, asociadas, adoptadas y construidas por medio de libros de viajeros, publicidad nacional e internacional, compañías transnacionales, textos escolares, y políticas de las elites en estos continentes (Tucker, 2007[1] ; Jones, 2004[2]; Bienart y Lotte, 2010[3]).
De hecho, algunas de las representaciones acerca de la naturaleza vistas desde Latinoamérica han sido asociadas como una imposición imperialista (Salvatore, 2006[4]). Sin embargo, la definición real de “imperialismo” está dotada de múltiples dimensiones. Como tantos, es un concepto muy dinámico. Por ejemplo, para algunos autores como Crosby, se habla de un imperialismo de tipo ecológico (Crosby, 1999[5]), para otros como Grove, se puede hablar de un imperialismo verde (Grove, 1996[6]). Por el contrario, la mayoría de estudios han destacado la asociación del término imperialismo con los aspectos político-económicos, culturales y científicos (Quintero, 2006[7]).
Este imperialismo desde América Latina (Cairo y Pakkasvirta, 2009[8]; Díaz, 2009[9]), al analizar específicamente la relación con los EEUU y la naturaleza, ha tenido un componente adicional según el papel desempeñado por las empresas o compañías multinacionales como la United Fruit Comany[10], Hersheys, Standard Oil o Ford quienes han canalizado ciertos recursos naturales en beneficio del país del norte (Pendergast, 2013[11]; O´Brien, 1999[12]; Wilkins, 2010[13]), pues además de ser asociadas con políticas exteriores imperialistas del país del norte, también se han convertido en gestores de “representaciones”(Martin, 2018[14]), de la naturaleza. Así por ejemplo, el papel de la Standard Oil con la fundación Rockefeller (Cueto, 1994[15], Malavassi, 2011[16]), la Ford con Fordlandia en Brasil (Grandin, 2009[17]), la Good Year y la United Fruit Company, han sido vistos como hitos de esa relación “Imperialismo – EEUU - América Latina - Empresas Transnacionales – Naturaleza- Nacionalismo[18]” son claras demostraciones de la importancia de esos actores en la construcción de las representaciones de la naturaleza en la región.
En esta misma línea, Quintero (2009) afirma que la visión utilitaria de la naturaleza para el caso latinoamericano, responde a las lógicas imperialistas de dividir el mundo en distintas fuentes de materias primas, lo anterior legitimado desde la idea de ventaja comparativa dentro de la lógica liberal capitalista.
Los temas ambientales han estado presentes a lo largo de la historiografía de la humanidad, la visualización de esos temas partía de una separación entre lo se conocía como sociedad y naturaleza. Estos conceptos no eran vistos como un solo sujeto de estudio sino dos. Esta lógica partía del positivismo clásico el cual defendía la posición de que a través de la ciencia y el método científico se podía estudiar e investigar lo ajeno al ser humano, es decir la “naturaleza”. Por otra parte y al considerar los aportes de Worster (2006), Gudynas (2010)[19], entre otros, la historia ambiental se define como el estudio del ser humano y la naturaleza como objetos de una unidad, no se ve a la sociedad o a la “realidad” como aspecto diferente a la naturaleza.
La historia ambiental, como campo de estudio generalizado, surge en las décadas de los años sesenta y setentas en los EEUU como consecuencia de las diferentes vertientes aparecidas desde el movimiento ecologista[20]. Este enfoque historiográfico se construye a partir de los aportes de la ecología, la antropología, la geografía y las ciencias naturales.
Por ejemplo, desde la antropología es donde principalmente se encuentran visiones deterministas del ambiente. Aquí autores como Steward, Harris, Rapport, Webb y Malin parten de categorizaciones en donde, cultura/naturaleza, hombre/naturaleza y sociedad/naturaleza son objetos los cuales construyen su realidad a partir del otro[21]. Estas posiciones estaban influenciadas por la visión “imperialista” que había predominado desde mediados del siglo XIX y que propiciaban el estudio por separado de lo humano y lo natural, así como estudiar el mundo y sus realidades a través del espejo del científico del Imperio. Desde esta visión antropológica de inicios del siglo XX, los temas de interés giraban en torno a las revoluciones agrícolas, la concepción de la frontera, no solo en términos político - jurisdiccionales sino también de la separación entre la civilización y la naturaleza, así como fortalecer el determinismo geográfico.
El legado de estas interpretaciones en la historia ambiental del siglo XXI generó una serie de debates los cuales trataron de desmitificar esa visión dualista y dicotómica de la naturaleza y la sociedad. Por lo tanto, ayudaron a entender en gran mediad como la percepción de lo que se entiende por naturaleza puede repercutir en la relación entre estados nacionales y comunidades humanas.
Desde la geografía, el principal aporte que para esta investigación interesa es la importancia de definir a la naturaleza como una construcción social. Aquí los trabajos de Sauer son una fuente rica para entender como ese proceso de definición de la naturaleza se realiza por medio de una construcción social, para este autor la naturaleza:
Debe ser comprendida como “un espacio construido en el doble sentido de un espacio producto de la actividad material transformadora de cada sociedad humana, y de una representación cultural del entorno y de los procesos naturales, en que se mezclan ideología y conciencia social.
Se halla impregnada de la racionalidad e intencionalidad intrínsecas a la acción en tanto medio de su constitución última, mientras dicha acción sólo adquiere relevancia, pertinencia y significado en su objetivación, esto es, su empirización y funcionalización en las formas.
Se torna objeto de manipulación, tanto técnica como simbólica.
Y para finalizar, resulta imperativo concebir a la naturaleza como una trama sistémica de acciones también. Esto nos remite a la valoración cultural y la valorización económica en tanto mecanismos de reproducción social, imponiéndose una elucidación crítica de ese proceso racional e intencional (Gómez, 2006)[22].
Si bien es cierto, han existido otras visiones de geógrafos con respecto a la naturaleza y su significado, esta visión constructivista invita a estudiar los aspectos económicos y culturales que definen la representación de la naturaleza a lo largo de la historia.
De igual manera, al ser la naturaleza una construcción social, esta es historizable, por lo tanto esta percepción, aunque valiosa, no es obstáculo para estudiar otras visiones y percepciones de este objeto de estudio.
Las ciencias naturales y, sobre todo, la ecología han abierto los ojos no solo en el plano existencial de la relación entre el ser humano y su medio ambiente, además muestra que todos los seres vivos influyen en la estabilidad del medio biofísico natural.
Así mismo, desde la ecología, la historia ambiental puede ampliar su nivel interpretativo uniéndose a otras ciencias como la geología y climatología con el objetivo de estudiar el enfoque material de la historia ambiental[23].
En síntesis, la historia ambiental estudia el ambiente, la naturaleza y el ser humano como partes integrales de lo conocido como la naturaleza. En otras palabras, más allá de verlos como entes separados, son parte de lo mismo. Se parte como Hobsbawm (2005)[24], de que la historia ambiental es la historia actual de la humanidad. Sin embargo en algunas ocasiones se dice que el ambiente es el espacio de la naturaleza transformado [25] por los seres humanos o que para hacer historia ambiental, se necesita ver a la naturaleza como elemento diferente al ser humano y a la sociedad, tales ideas no se comparten, pero son parte de estudiar desde el enfoque cultural-simbólico propuesto y realizado en esta investigación, es más, parece que las representaciones de las transnacionales estadounidenses hacia la naturaleza se explican a través de esa visión dicotómica.
Históricamente y desde la perspectiva de la historia ambiental de un corte más constructivista es interesante ver como la idea y la representación de la frontera ha jugado un papel importante en los procesos de construcción de las naciones (Anderson, 2007)[26], así como la importancia estratégica que pueden tener los recursos naturales para un país ubicados en esas zonas “limítrofes”.
Como se pudo observar, existen diferentes posiciones acerca del origen de los conflictos relacionados con el ambiente, sin embargo y como lo mencionan Viales y Marín, … “los movimientos socio-ambientales (originados por la conflictividad) también influyen en la construcción de la noción y de la percepción de la naturaleza y del ambiente.” (2012)[27]. Por lo tanto el estudio detallado de esos temas permite descubrir formas de representar la naturaleza, aspecto o enfoque utilizados al menos para esta investigación.
Existe una cantidad importante de trabajos los cuales indican el cambio que significó el paso de un modo de producción campesina a uno más industrial. De hecho estos cambios han representado una cantidad importante de conflictos surgidos por el uso, distribución y acceso a los recursos naturales. Este cambio hacia lo “agro-industrial”, pone un nuevo protagonista en la historia ambiental de la Humanidad. Este actor se va a caracterizar por su lógica y percepción hacia la naturaleza, en donde variables como la publicidad y las relaciones públicas serán instrumentos para legitimar y construir esa percepción hacia el medio biofísico natural.
Centrándose en este continente, el papel anteriormente mencionado de empresas como la Standar Oil (de donde proviene la fundación Rockefeller), la Ford, la Good Year y la United Fruit Company son claros ejemplos de cómo, un modo industrial se inserta en la región latinoamericana, a partir de relaciones, comerciales, “imperialistas informales” o como lo define Cuvi[28], de un “imperialismo de materias primas”.
Estas empresas vieron en la naturaleza latinoamericana una fuente importante de recursos y suministros para sus intereses, obviamente, con el beneplácito del país de origen de estas empresas (EEUU) y algunas elites latinoamericanas, sobre todo, en la primera mitad del siglo XX.
El acceso a estos recursos no solo implicó un beneficio al país del norte, sino que como se evidenciará más adelante, algunos sectores de estos países obtuvieron los suyos.
La percepción de la naturaleza, a partir de la intervención de estas empresas, se presentaba, como ya se mencionó, por instrumentos como la publicidad, las relaciones públicas, convenios de cooperación científica, como el caso de las estaciones agrícolas, discursos de unidad como el Panamericanismo o durante la guerra fría, con el discurso del “mundo libre”, es la forma en la cual estas empresas se preocuparon de legitimar su permanencia y extracción de recursos en la región, “vendiendo” y “presentando” la presencia de estas, como beneficiosas y necesarias para los países latinoamericanos.
Para este periodo de estudio, es evidente que la relación entre estas las transnacionales y los Estados Nacionales a la hora de representar la naturaleza podía pasar de ser cordial y práctica en función de sus intereses empresariales y geoestratégicos a una interpretación donde la soberanía nacional fuera tomada en consideración.
A la par de estas ideas, es interesante ver cómo la construcción de la percepción de “nature” en la historia estadounidense tiene una gran influencia en lo respectivo a la representación que sobre todo la UFCo y la Ford en Forlandia definirá para sus divisiones en la región latinoamericana[29].
Nature, wilderness y Jungle: Aproximación a la construcción de la representación de la naturaleza para las trasnacionales de EEUU.
En el texto de Miller, An Evironmental History of Latin America (2007) el autor explica que la visión construida acerca del latinoamericano desde los EEUU partió de dos dogmas, el primero el racismo, que construía la diferencia en visualizar desde el color de la piel y el origen étnico de la persona, el segundo dogma, el determinismo ambiental, explicaba que el desarrollo cultural de los latinoamericanos se explicaba por el medio ambiente en donde estaban. De hecho para autores como Frenkel (1996)[30], concluyen que ese determinismo ambiental se mantuvo incluso a inicios del siglo XX cuando se construyó el canal de Panamá.
Este último dogma brinda una clave para reconocer la importancia que la sociedad estadounidense en su momento le dio al ambiente. Por ejemplo en el trabajo de Marx (2008), se menciona que la idea de nature, se convirtió en uno de los pilares del ideal estadounidense de los primeros años de la independencia, aspecto que con el paso de los años fue cambiando.
Dentro de esa dinámica, autores como Nash (2014)[31] y Cronon[32] han estudiado el concepto de wilderness y su significado para la sociedad estadounidense. En esa misma línea, el trabajo de Enright (2009) proporciona un estudio en donde los conceptos mencionados, además del de jungle, son sinónimos dependiendo del tiempo en que sean leídos.
Aquí es importante explicar que al menos para el caso latinoamericano, el trabajo de Gudynas (2010), es bastante esclarecedor a la hora de estudiar las percepciones de la naturaleza en nuestro continente, ya fuera desde la visión extranjera o la visión endógena.
El comparar estos aportes permitió construir una idea de cómo las palabras nature, jungle, wilderness, fueron delimitadas, primero por la sociedad y el Estado estadounidense.
Se menciona la relación de esos conceptos con el Estado estadounidense, pues como se trabajara más adelante y a la luz de los trabajos como el de Cushing (2000), la percepción de la naturaleza estadounidense y, posteriormente, la latinoamericana responderá a los códigos geopolíticos surgidos desde esa nación.
A continuación se presenta un modelo de interpretación del concepto de nature para este período de estudio y según las fuentes consultadas. Como se detalla en el modelo, los conceptos de wilderness, jungle, lagoon y swamp son términos asociados con el concepto de nature para la UFCo. Lo anterior se construye a partir de las fuentes tanto primarias como secundarias acerca del tema ambiental y de la compañía, en el tanto permitieron comprender mejor el proceso de construcción dentro de la UFCo de la representación de la naturaleza en sus Divisiones Bananeras.
Como modelo, es importante aclarar que se diseñó para esta investigación, no es un modelo para explicar la historia del concepto de nature en la historiografía estadounidense, es para estudiar como ya se mencionó la percepción y conceptos muy relacionados utilizados por la compañía cuando quería referirse a la naturaleza[33] en la división Golfito.
Nacionalismo y naturaleza: La lógica liberal de la Naturaleza como recurso nacional
Desde finales del siglo XIX[34], América Latina experimentó el auge del sistema liberal capitalista, el cual contribuyó a consolidar la idea de la inserción de estos países al mercado internacional, por medio de la exportación de un producto que le generara riqueza.
Esta idea partía de una división internacional de trabajo, en donde los países que habían sido colonias de potencias europeas debían de concentrarse en la producción y exportación de un producto o materia prima que le permitiera generar el capital necesario para industrializar y modernizar su país (Viales, 2006).
Bajo este periodo y en el contexto de ese liberalismo capitalista, las elites de los países centroamericanos tanto políticas como económicas, impulsaron proyectos nacionalistas que tuvieron que superar diferentes obstáculos para mantenerse (Williamson, 2012)[35].
En ese sentido, el preguntarse y responder qué es nacional, qué representa mi nacionalidad, qué abarca el Estado, se volvió fundamental a la hora de consolidar o debilitar un proyecto nacional.
Así, aspectos como el color de la piel, la letra de un himno nacional que reflejara la identidad nacional, la inserción de un producto al mercado internacional, la interpretación de la historia, la legitimación de un territorio, el uso de los recursos naturales nacionales y la construcción del “otro”, fueron elementos que tuvieron un peso en la consolidación de los proyectos nacionales (Todorov, 2007)[36].
Como se puede ver, uno de los pasos para alcanzar el éxito del proyecto nacional, residía en exportar y ser reconocido como exportador de un producto o materia prima que les ligara a la economía internacional.
Las naciones latinoamericanas a través de un producto agrícola como el café, banano, palo Brasil entre otros, permitieron el ascenso de ciertos sectores. Con el objetivo alcanzado de incorporar un producto al mercado internacional, las elites de estos países querían acceder a todas las grandezas que desde la óptica liberal se podían alcanzar gracias a la inserción al mercado internacional.
Es más, casi todos optaron por seguir explotando ese recurso que desde la lógica del liberalismo tenían en abundancia. Ese recurso era la tierra. Así, los productos derivados del sector primario de la economía, principalmente productos alimenticios fueron vistos y representados cómo la llave que abriría el acceso al ideal liberal de la época.
Dentro de esta lógica, es evidente el papel que se le asigna a la naturaleza como un recurso natural. El medio biofísico natural era representado como un recurso que debía de convertirse en algo productivo, la naturaleza ociosa debía de ser transformada en capital, la misma era nacionalizada y pensaba para el benéfico de los habitantes de un país.
En ese sentido, y legitimado por el discurso liberal de “aprovechamiento” de los recursos disponibles los países centroamericanos, además de la producción local de un producto como el café, también optaron por traer capital extranjero, especialmente europeo o estadounidense, que no solo les ayudaría a explotar más riqueza, sino que también, traerían la civilización más rápido a nuestros países.
A partir de la premisa anterior, es cuando empresas como la United Fruit Company, la Ford, la Standard Oil o la Hershey son invitadas a explotar los recursos que se podía obtener de la naturaleza.
El otro necesario, la visión peyorativa de la inversión extranjera
En un artículo del historiador costarricense Ronny Viales (2006), titulado: “Más allá del enclave en Centroamérica: aportes para una revisión conceptual a partir del caso de la región Caribe Costarricense (1870-1950)”, el autor parte de la definición del concepto de enclave dado por Edelberto Torres Rivas y lo analiza a partir de nueva evidencia teórica y empírica acercándose a los estudios desde la perspectiva de la historia rural- agraria- económica con enfoque regional.
El autor concluye que la categoría enclave está en constante reboso, pues cada día surgen nuevas interpretaciones y metodologías, sin embargo, al igual que Le Grand, parte de que los enclaves bananeros en centro y sur américa no deben de ser interpretados desde el punto de vista dependentista que los ubicaba como un estado dentro de otro estado. Estas organizaciones como lo demuestran los trabajos de Buchelli (2013)[37] y Chomsky (1994)[38] tuvieron una relación de conveniencia con los estados nacionales que albergaron sus divisiones bananeras.
No podemos obviar las acciones negativas de la transnacional en la región, la cual ha sido documentada y estudiada a profundidad, sin embargo, la historia de la transnacional no es cien por ciento negativa, en muchos lugares donde la empresa estuvo la gente local la recuerda con estima.
Esta afirmación nos demuestra que el ideal liberal no estuvo sujeto de decepciones y contradicciones, por ejemplo, el tres veces ex presidente de la republica Ricardo Jiménez, considerado como uno de los líderes liberales costarricenses de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX tenía la siguiente percepción acerca de la presencia de la UFCo en el país:
“Hay gentes que se ríen de nuestros temores; se burlan de que pensemos que Mr. Preston pueda venir y apoderarse de Costa Rica para él y los suyos. Es lástima que esos escritores no hayan empleado la mitad del tiempo que han gastado en aprender su retórica y en ejercitar su pluma, en leer atentamente la historia de las conquistas modernas. La India perdió su independencia, no porque la Gran Bretaña hubiera declarado la guerra a los príncipes indios. Fue una compañía de mercaderes semejante a la United Fruit Co, la que creó allí intereses ingleses y fue la precursora de los ejércitos regulares de la Gran Bretaña” (Rodríguez, 1980, p. 198).[39]
En este extracto del discurso pronunciado por don Ricardo el 20 de abril de 1908, se pueden desprender los temores en términos geopolíticos y locales que el presidente tenía después de ocho años de operar la transnacional en Costa Rica. La idea de comparar a la UFCo como una abanderada de la ocupación estadounidense en el país no era tan descabellada.
Ya desde 1823 con la Doctrina Monroe que declaraba zona de influencia de los EEUU a América Latina, las “intervenciones” en la región fueron bastante recurrentes. El temor de perder el territorio y la soberanía por el impulso imperialista se sentía en el ambiente.
La flota mercante de la empresa era más grande y más moderna que cualquier marina de la región centroamericana o caribeña. Tenía comunicación vía telégrafo con todas sus divisiones y buena relación con el gobierno estadounidense.
Sin embargo, durante las administraciones de Ricardo Jiménez la UFCo siguió operando e inclusive el presidente envió a la policía cuando fue necesario controlar a los trabajadores bananeros en el Caribe[40] costarricense[41].
Cuatro año después y con muchas probabilidades de que la empresa ampliara sus operaciones en el pacífico sur costarricense, un ciudadano escribe en un periódico local una visión muy diferente a la del presidente. El artículo decía:
“Golfo Dulce. Allí está el porvenir… Fue necesario que vinieran los americanos para que la zona atlántica que saliera de su sopor, de su eterna malaria, de su fiebre espantosa, de su insignificancia absoluta y surgiera la vida agrícola con vigor no sospechado… Allá entre muchos está Golfo Dulce invitando nuestra dormida fibra; allá la rica península de Osa, en donde hay campo abierto para la noble lucha del trabajo y en donde mañana, al fundirse las aguas de los Océanos, será ésa, para otros la región de la codicia.
Si las frutas son jugosas y perfumadas en el Atlántico, es materia averiguada que en el Pacífico son mil veces mejores… Cubiertos están sus bosques de maderas valiosas… Campos de bendición para el cultivo del arroz, del maíz, cacao, hule, y qué más… lo más que se quisiera… el golfo que es el sueño de un poeta; el golfo con sus dormidas ondas, seguro abrigo para todas las escuadras del mundo, camino natural, ideal, insuperable para las corrientes de importación y exportación, para hacer de aquellas vírgenes regiones el emporio comercial, la mina Golconda, el granero de la Patria, la espléndida aurora de la Bonanza” (Eco del Pacífico, 1912) 1
El texto menciona que fue extraído del Eco del Pacífico (22 de Setiembre de 1912), sin embargo de donde se obtuvo fue de Pacheco, Leónidas. “Golfo Dulce”, Manuel. Nociones de la Geografía Patria, comp.Obregón Loría, (Imprenta Nacional, 1923).: 171-173. El subrayado es nuestro.
El texto es claro a la hora de ver la importancia que tenía no solo la riqueza nacional, sino que también la necesidad de que la misma fuera explotada. Las empresas transnacionales siempre tuvieron en los contratos un aliado fundamental en su desarrollo en la región. Estos le garantizaban la viabilidad de la inversión y la tranquilidad de concesiones de entre cincuenta y noventa nueve años de explotar un recurso. Los pobladores y trabajadores de la transnacional eran una fuente de movilidad[43] para las regiones donde se posicionaban, es más la migración entre centroamericanos y caribeños[44] en las divisiones bananeras era algo normal.
Para este caso en particular, la explotación de los recursos naturales nacionales garantizada por una transnacional no generaba temores, más bien era bien vista.
Como se puede ver en los trabajos de Chomsky (1994), O´Brien (1996) y Buchelli, la relación de las transnacionales con los estados nacionales dependía en gran medida del auge del producto agrícola y de la buena relación de la transnacional con el gobierno de los EEUU.
Tanto en las huelgas organizadas por los trabajadores, como en los reclamos realizados por los gobiernos para cobrar más impuestos por la salida de sus “recursos naturales”, la forma de desprestigiar la presencia de las transnacionales en sus territorios era acusarla de imperialista, violadora de la soberanía entre otros calificativos, principalmente el periodo 1920-1954 (Chomsky,1996).
Si lo analizamos desde la visión de la historia ambiental, es evidente que la representación del recurso natural como algo inalienable dentro del concepto de soberanía es bastante fuerte.
A pesar de que las transnacionales en algunas ocasiones eran vistas como necesarias para la explotación de los recursos naturales, al haber crisis bananera[45] o coyunturas internacionales o locales, la manera que optaron los gobiernos y los trabajadores de atacarla era por robar los recursos de su país.
Para los estados nacionales pareciera ser lo más importante tener el control sobre los recursos naturales[46], que eran parte integra de la soberanía. Desde esta perspectiva pareciera que la empresa transnacional no tenía tanto control sobre los mismos, pero si tenía muy claro que su situación no era tan segura dependiendo de la situación. A partir de mediados de los años cincuenta, con el cambio del paradigma económico, las economías centroamericanas se preocuparon por tener un mayor control por sus recursos naturales. Este panorama, aunado a la baja de precios del banano, el aumento en la competencia y los problemas legales con el gobierno de los EEUU fueron haciendo más débil a la compañía.
El momento decisivo de la caída de la UFCo[47], es cuando los países centroamericanos emulando a los países exportadores de petróleo, deciden unirse en 1974 en la organización de países exportadores de banano y de esa forma tener un control no solo nacional sino que también regional de la producción de la fruta, desbancando a la transnacional que en gran medida su tamaño y su ambición ya la habían extinto. A continuación exponemos un esquema que explica mejor nuestra idea:
Conclusión
Es rescatable ver como la representación de los recursos naturalescomo un bien soberano y utilizable en términos monetarioses una variable poco estudiada en los estudios acerca del nacionalismo.
Cuando se estudian las relaciones entre transnacionales queextraen recursos naturales y los países a los cuales se les extraenlos recursos, la perspectiva ambiental permite un análisis más enriquecedor.
Nuevamente queda evidenciado que los enclaves no eran un estadodentro de otro, las transnacionales generaban mercado laboralalrededor de sus propiedades, dependían de los estados nacionalespara su seguridad laboral y había un contrato que defina loslímites de ambas partes. Eso sí, la capacidad para la explotaciónde ciertos recursos naturales siempre quedo a discreción estatal.
Cuando los Estados huéspedes, los políticos en busca de podersentían una presión social muy fuerte en periodos de crisis comola primera Guerra Mundial y la misma crisis del 29, normalmentesus estrategias de “recuperación”, se orientaban a cuestionar lapresencia de empresas multinacionales en el territorio nacional,sin embargo, alcanzando el poder, normalmente se negociabannuevas condiciones que beneficiaran tanto al Estado como a laempresa.
La visión de la naturaleza como un bien mercantilízale durantela primera mitad del siglo XX, no solo era legitimado por la ideología liberal de la época, sino también por los procesos experimentadosen la edad de Oro del capitalismo estadounidense, así como en el periodo progresista.
Esto originaba la lucha entre los diferentes intereses que se podían mezclar en este periodo tan convulso de la historia del continente, en donde bajo la esperanza de obtener fuentes de empleo,materias primas y compradores, las empresas multinacionales y los EstadosNacionales mantuvieron relaciones de amor y odio por un buen rato.