1. Introducción
En este artículo se busca comprender la dinámica de la competición estratégica entre Estados Unidos y China, y sus efectos en América Central. En ese marco, se examinará la dimensión de la seguridad, para lo cual, en el nivel metodológico se tomará como referencia la “Iniciativa Global de Seguridad” propuesta por China en 2022 como una narrativa frente a la perspectiva dominante en Occidente, y su incidencia en la concreción de dinámicas de cooperación de seguridad con los países de la región.
En cuanto al proceso metodológico, se realizó un análisis crítico de contenido de la Iniciativa de Seguridad Global, con el motivo de exponer sus compromisos y ofrecer una interpretación de estos en el sistema internacional. Se utilizaron fuentes secundarias para ofrecer una perspectiva histórica del vínculo entre la República Popular China y los países de América Central, así como para delinear las perspectivas geopolíticas que Estados Unidos ha consolidado en la región.
Desde la perspectiva teórica, se realiza una reflexión analítica para comprender cómo este fenómeno de competitividad estratégica influye en las decisiones de las potencias, y cómo eso se proyecta en los países de América Central. Para ello, se revisan las teorías realista y constructivista de las Relaciones Internacionales, para cimentar una fundamentación, de cara al análisis de la dinámica de seguridad entre EE. UU. y China.
Si bien no se sostiene, en este artículo, que sea viable que China ocupe la hegemonía en América Central que se le atribuye a los Estados Unidos, se explora la posibilidad de que el país esté aprovechando las oportunidades que se le presentan para incursionar en el ámbito de la seguridad, tanto en el nivel estatal como privado, en los países de la región.
2. La competición estratégica y su incidencia en América Central
La competición estratégica es un fenómeno ampliamente estudiado en las Relaciones Internacionales, el cual se puede comprender desde las diversas escuelas de pensamiento a partir del antagonismo entre actores que aspiran al liderazgo en el sistema internacional. Para interpretar este fenómeno se requieren identidades e intereses antagónicos, que conlleven a los actores involucrados a percibir una situación de amenaza, frente a la cual, se encuentren motivados por el sistema para tomar medidas que les permita consolidar su posición u obtener ventajas.
Para las escuelas realistas de las Relaciones Internacionales estas amenazas fundamentalmente ocurren en el ámbito de lo material, al ponderarse, de manera prospectiva, un cambio de balance en el rubro militar o económico que permita a los retadores obtener mayor influencia y capacidad de agencia en el ámbito del sistema internacional, lo que, a la larga, se traduciría en una vulnerabilidad estratégica frente a los intereses propios, por lo cual, se genera una tensión entre las ambiciones de seguridad (realistas defensivos como Waltz) o poder (realistas ofensivos como Mearsheimer).
Para Paul (2016) el pensamiento realista considera muy poco probable que las transiciones hegemónicas se realicen de una forma pacífica, pues en los casos históricos contemporáneos, el orden internacional se ha consolidado después de guerras mundiales, por lo que, para dichos analistas, el escenario de competitividad estratégica condiciona a una nueva confrontación militar. En ese orden de ideas, Paul menciona que la competencia sucede, de manera simultánea, en cuatro dimensiones: ideológica, territorial, económica e institucional, y que las posibilidades de una transición hegemónica pacífica subyacen a la capacidad para que los actores, en competencia, acomoden, pacíficamente, sus intereses en cada una de estas.
En el caso de China y Estados Unidos existen tanto continuidades como oposiciones en estas dimensiones, y depende de la capacidad de los liderazgos políticos y de las condiciones sistémicas la posibilidad de alcanzar consensos y conducir una diplomacia efectiva que reduzca las tensiones.
En el ámbito ideológico existe una pugna entre los fundamentos capitalistas-comunistas de los sistemas políticos y las libertades individuales que se profesan en cada actor. Aunque China desarrolla una economía capitalista centralizada por el Estado, lo que hace que su modelo haya logrado dinámicas de interdependencia con las economías occidentales, la desconfianza en cuanto al sistema político continúa viéndose como una amenaza, especialmente porque puede representar un modelo atractivo para líderes autocráticos.
En el ámbito territorial, China posee extensas fronteras, las cuales son vulnerables y porosas, y enfrenta desafíos que incluyen la operación de grupos extremistas y secesionistas, por lo cual, esta potencia reivindica el principio clásico de soberanía. Asimismo, generalmente se ha opuesto a las doctrinas intervencionistas, especialmente promovidas por Estados Unidos. En este ámbito, cabe mencionar a Rusia como una potencia que ha transgredido este principio con la guerra en contra de Ucrania; también Israel con sus continuas operaciones militares en Palestina. Además, con la segunda Administración Trump se han promovido políticas revisionistas o “imperialistas” en cuanto al principio de soberanía, en particular, por sus declaraciones sobre el Canal de Panamá, Canadá o Groenlandia, lo que constituye una dimensión en importante disputa en el contexto contemporáneo.
En el ámbito económico se encuentra gran rivalidad, principalmente por la creciente influencia y el reconocimiento adquirido por China tras la crisis financiera y económica de 2008, así como su amplio mercado interno, que le genera una ventaja competitiva frente a los otros actores. Estados Unidos ha elevado el tono en el ámbito económico y comercial, y, en ese marco, se desató un profundo cuestionamiento al multilateralismo y una guerra comercial contra China, por lo que se prevé como un escenario de tensiones. Para los autores realistas e institucionalistas neoliberales el poder económico es un poder “fungible”, significa que tiene la capacidad de transformarse en una ventaja militar, al habilitar a quien lo ostenta a realizar importantes inversiones o adquisiciones de equipos y tecnología.
Finalmente, en el ámbito institucional, las tensiones entre China y Estados Unidos se han enmarcado en el cuestionamiento norteamericano a las instituciones internacionales donde China cuenta con una presencia importante creciente, como la Organización Mundial del Comercio, o en los organismos financieros internacionales que han permitido a la potencia asiática incrementar o afianzar su posición. En la segunda administración Trump este cuestionamiento a las instituciones persiste, lo que podrá socavar la confianza en el derecho internacional público y el arreglo pacífico de las disputas.
Para las escuelas realistas la competitividad estratégica augura tensiones futuras, por lo que los actores del sistema internacional deben tomar medidas que les permitan garantizar sus intereses nacionales, lo cual también aplica para los países de América Central que se ven presionados a tomar posiciones, especialmente cuando potencias extrarregionalas como China o Rusia buscan ampliar su influencia en la región.
Por otra parte, para el pensamiento constructivista, la competición estratégica existe en un contexto donde los actores se perciben como “rivales” o “enemigos” (Wendt, 1999). Dado que el sistema habilita comportamientos agresivos que pueden socavar el orden internacional, la ausencia de confianza motiva la toma de medidas para garantizar los intereses propios. Estos comportamientos subyacen a una serie de presuposiciones, entre las que se puede destacar que los actores involucrados perciben la posibilidad de obtener una mejor posición para satisfacer sus intereses, los cuales, según Wendt (1999) pueden ser: “objetivos” como la soberanía, integridad territorial y seguridad económica; o “subjetivos” o preferencias como la primacía de sus ideas y valores en las instituciones centrales o en la gobernanza global.
El contexto de anarquía y la percepción de amenaza o rivalidad que Occidente ha señalado sobre China, por ejemplo: la OTAN en su Concepto Estratégico 2022 definió a China “como un desafío geoestratégico y sistémico para la seguridad euroatlántica” (Jiménez Álvarez, 2022), y Estados Unidos, mediante el Comando Sur, destacando al país como una “influencia maligna” en América Latina, corresponden a razones que han motivado a China a ofrecer a la comunidad internacional una narrativa alterna, mediante la cual se pueda cuestionar esa identidad de “rival” o de “enemigo” para Occidente o Estados Unidos, y reducir la percepción de amenaza que se genera desde las narrativas convencionales en las Relaciones Internacionales. Como se verá más adelante, China ha concebido una serie de iniciativas globales, incluida la Iniciativa de Seguridad Global, para comunicar su compromiso con la paz y el multilateralismo.
No obstante, China también ha realizado esfuerzos para que su identidad como potencia global sea cada vez más reconocida, para lo cual ha desarrollado iniciativas de cooperación y de inversiones alrededor del mundo, incluyendo una creciente presencia en África y en América Latina (por ejemplo, el Megapuerto de Chancay en Perú) y una mayor presencia en las instituciones financieras internacionales (como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial). A su vez, continúa consolidando su modelo político, su economía, y ofreciendo importantes avances en la competencia científica y tecnológica. Al respecto, Santos (2020) señala que para Estados Unidos “existe una necesidad urgente de neutralizar el liderazgo de China en cuatro áreas: la fabricación de teléfonos móviles, las telecomunicaciones de quinta generación (inteligencia artificial), los automóviles eléctricos y las energías renovables” (pp. 26-27).
En este contexto, China ha venido ofreciendo la denominada “diplomacia asertiva” (Calderón, 2022), como una herramienta para enfrentar las narrativas opuestas a su liderazgo en el mundo o combatir aquello que denominan como “noticias falsas”, lo cual le ha llevado a tomar posiciones sobre debates que ocurren a lo interno de los Estados, específicamente en América Latina, lo que puede reñir con el principio de la no intromisión en los asuntos internos.
Estados Unidos también ha enfrentado un debate interno sobre China entre las posiciones agresivas y nacionalistas de Trump, frente a las continuistas e institucionalistas de Biden, tratando de contener a esta potencia ya sea mediante una diplomacia coercitiva y sanciones unilaterales o mediante la interdependencia y las instituciones. Un caso concreto lo ofrece el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca (2025-2029) donde es posible visualizar una nueva era de disputas políticas y comerciales directas con China, a partir de una narrativa geopolítica que busque “recuperar” la seguridad económica y “recomponer” el liderazgo estadounidense.
Al respecto, la situación de América Central es compleja, pues esta región en la historia contemporánea se ha considerado como un área de influencia geopolítica y de liderazgo hegemónico estadounidense, por lo cual, las posibilidades de la presencia formal de China en la región han dependido de la capacidad de agencia de los gobernantes, y el interés o la preocupación estadounidense sobre la presencia de actores extrarregionales en su entorno inmediato, que también incluye a Rusia. En esta era de la competitividad global, las potencias se encuentran buscando garantizar el acceso a materias primas fundamentales para la superioridad industrial, militar y tecnológica, garantizar su capacidad logística y de movilidad y mantener su impronta económica, para lo cual, el espacio de América Central otorga ventajas importantes.
Respecto de las materias primas, González Hernández (2011) señaló que: México posee recursos minerales como plata, carbón, hierro, oro, cobre, plomo, azufre, mercurio y zinc. Reservas abundantes de petróleo y gas natural, con algunos de los depósitos más grandes del mundo, se localizan cerca de la bahía de Campeche. La gran riqueza en biodiversidad caracteriza a todo el continente. En el caso Centroamericano, existen yacimientos de minerales como oro, plata, plomo, zinc, cobre, hierro, gas natural, hidratos de metano (…), níquel, petróleo y bauxita (pp. 109-110).
A pesar de lo anterior, Portada, Lem y Paudel (2020) consideran que “while China pursues access to raw materials across Latin America, the resources China seeks are not available in Central America. China stands to gain critical strategic advantages by building a stronghold in the American backyard and pursuing the “One-China” policy, but such blatant geostrategic moves have now drawn the attention of the United States” (p. 567).
La competitividad estratégica en América Central tiene un carácter fundamentalmente geopolítico, que para China se asocia con: la concreción de la política de “Una Sola China”, haciendo retroceder a Taiwán, en lo que ha contado con importantes avances desde 2007; en el plano del comercio internacional, la alta dependencia de los países de la región con Estados Unidos también representa una oportunidad para que China afiance su acceso al mercado norteamericano en una era de nacionalismo y revisionismo económico, además de satisfacer los intereses de ambas partes; y la presencia de actores desafiantes de la política estadounidense como Nicaragua, la cercanía con Cuba y Venezuela, o la relevancia del Canal de Panamá para la logística global.
3. La Iniciativa de Seguridad Global: una narrativa global con incidencia regional
En el sistema internacional del siglo XXI se ha venido observando una transición del poder sistémico, desde un orden unipolar del contexto de la pos Guerra Fría y la guerra contra el terrorismo hacia un orden multipolar, con el ascenso y reconocimiento de otras potencias, incluyendo las asiáticas -como China y la India- en el marco de la crisis financiera y económica de 2008, pero también a Rusia, la Unión Europea que busca recuperar su rol geopolítico (con iniciativas como el Global Gateway) e incluso el sur global. Este creciente reconocimiento de China como una potencia explica su interés por posicionar “iniciativas globales” que ofrecen narrativas que desafían la visión occidental, entre ellas: la Iniciativa de la Seguridad Global.
La seguridad es un concepto altamente disputado en el ámbito de las Relaciones Internacionales, pues no es una categoría neutral (Cox, 1993); sino que, en su definición se privilegian actores, valores y medios para su consecución e incluye por antonomasia el uso de la fuerza (Buzan y Waever, 1998 y 2003). Así mismo, para (David, 2008) a la hora de abordar la definición de la seguridad en el pensamiento occidental, se deben considerar tres parámetros: implicar, para toda la comunidad, la preservación de sus valores centrales, la ausencia de amenazas y la formulación de objetivos políticos.
Cuando la República Popular China enuncia su Iniciativa de Seguridad Global, desde una interpretación académica corresponde preguntar: ¿qué actores se privilegian?, ¿qué valores centrales se conservan o protegen?, ¿cuáles son las amenazas? y ¿cuáles son los objetivos políticos por procurar? Para dar cuenta de una interpretación sobre esta iniciativa debe tenerse en cuenta la competencia estratégica con Estados Unidos y las distintas etapas de su proyección internacional. Así las cosas, se pueden identificar al menos tres momentos:
Entre 1990 y 2008 el discurso de China se concentraba en posicionar su “ascenso pacífico”, con el fin de evitar suspicacias, siendo además un momento crítico dada la consolidación de la primacía estadounidense y la debilidad estratégica de China, hasta la crisis económica y financiera (Méndez-Coto, 2016).
Desde 2008 empezó a acentuarse una “diplomacia asertiva” (Calderón, 2022), como mecanismo para defender sus intereses y ofrecer narrativas alternas a lo que consideran “noticias falsas”, y también tiene un carácter ofensivo en el sentido de posicionar con mayor vigor las temáticas en las cuales aspiran a mayor liderazgo y vinculación internacional, entre ellos, se puede mencionar la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
A partir de 2021 se da el lanzamiento de las iniciativas globales, que incluyen la “Iniciativa para el Desarrollo Global” de septiembre de 2021; la “Iniciativa de Seguridad Global” de abril de 2022 lanzada en la reunión anual del Foro Boao para Asia, y la “Iniciativa de Civilización Global”, anunciada en marzo de 2023, lo cual para Cerda Dueñas (2024) exhibe las características actuales de la Doctrina Xi, mediante lo cual se puede vislumbrar un nuevo rol al posicionar narrativas “globales”, que pugnan con las ideas y valores imperantes en el sistema internacional.
La Iniciativa de Seguridad Global (GSI) se lanza en el contexto de la Guerra entre Rusia y Ucrania. En este documento programático China “insta a los países a adaptarse a los profundos cambios del panorama internacional con un espíritu de solidaridad y a abordar los complejos e interrelacionados retos de seguridad con una mentalidad en la que todos ganan (win-win)”. Asimismo, señala que la GSI “pretende eliminar las causas profundas de los conflictos internacionales, mejorar la gobernanza de la seguridad mundial, fomentar los esfuerzos internacionales conjuntos para aportar más estabilidad y certidumbre a una era volátil y cambiante, y promover una paz y un desarrollo duraderos en el mundo” (GSI, 2023).
Este documento consta de seis compromisos, veinte prioridades de cooperación y cinco plataformas para la cooperación. Esta investigación, mediante un análisis de contenido, se centra en los compromisos, ofreciendo una breve síntesis, así como una reflexión crítica desde la lógica occidental de la seguridad, problematizando las preguntas inicialmente planteadas en esta sección.
La GSI aboga por “un concepto de seguridad común, respetando y salvaguardando la seguridad de cada país; un enfoque holístico, manteniendo la seguridad tanto en los ámbitos tradicionales como en los no tradicionales”, “resolver los conflictos mediante el desarrollo y eliminar el caldo de cultivo de la inseguridad”, adicionando que “la seguridad sólo será firme y sostenible cuando se sustente en la moralidad, la justicia y las ideas correctas” (GSI, 2023).
El concepto de seguridad común en el pasado ha hecho referencia a la protección recíproca entre los aliados. En la propuesta de la GSI se critican las alianzas, por lo que se infiere que los actores estatales desinteresadamente procurarán la seguridad de los demás, lo cual es problemático en un mundo que cuenta con diversos conflictos internos e internacionales abiertos -SIPRI señala que había 52 en 2023- (2024). Asimismo, el “desarrollo” es un fenómeno polifacético como para ser considerado una herramienta de paz como si existiera una noción unívoca del mismo, al contrario, en los estudios críticos del desarrollo este se puede considerar una causa de la desigualdad. Finalmente, la apelación a la moralidad, justicia e ideas correctas conlleva a la suposición de un entendimiento universal sobre los valores, situación que no solo ha sido ampliamente rebatida por la sociología (Merlé, 1997), sino que, en la actualidad refleja las tensiones predominantes en el mundo, como, por ejemplo, las interpretaciones desde el norte global y el sur global sobre los acontecimientos en Palestina y las operaciones militares israelíes (Minh, 2024).
Previamente se analizó la importancia del territorio y la soberanía como un elemento crítico para las posibilidades del acomodamiento pacífico en el sistema internacional. Para China “todos los países, grandes o pequeños, fuertes o débiles, ricos o pobres, son miembros iguales de la comunidad internacional”, y “sus asuntos internos no admiten injerencias externas” lo que incluye “su derecho a elegir de forma independiente sistemas sociales y vías de desarrollo” (GSI, 2023).
Se defiende el principio clásico de soberanía, así como la igualdad entre los Estados más allá del plano jurídico, culminando con la reivindicación del derecho a la autodeterminación de los pueblos, como un eje para el sur global, heredero del proceso de descolonización. El pensamiento realista occidental distingue la dimensión “jurídica” de la dimensión “fáctica” del poder, mientras que, en la primera hay una igualdad jurídica y, en la segunda, operan las fuerzas que diferencian las posibilidades de agencia de los Estados. Asimismo, desde la perspectiva Occidental, se ha idealizado a la democracia liberal como modelo político frente a otros sistemas, lo que continúa generando tensiones ideológicas.
Reconoce que la Carta es “el diseño institucional de la humanidad para la seguridad colectiva y la paz duradera”, y que los enfrentamientos e injusticias del mundo actual se deben a que sus propósitos y principios no se han aplicado eficazmente, destacando que “la mentalidad de la Guerra Fría, el unilateralismo, la confrontación de bloques y el hegemonismo contradicen el espíritu de la Carta de la ONU y deben ser resistidos y rechazados” (GSI, 2023).
Mediante este compromiso se posiciona en contra de la política de alianzas y bloques, así como de las medidas unilaterales. Esta dinámica de la política internacional ha sido practicada en diversas épocas, persistiendo alianzas como la OTAN en el contexto del orden multipolar, lo que se percibe como problemático, desde esta perspectiva. Asimismo, se refrenda la centralidad de Naciones Unidas en la gestión de la seguridad y de los problemas comunes.
Partiendo de una interpretación extensiva de la indivisibilidad, argumenta que “la humanidad es una comunidad de seguridad indivisible”, donde “todos los países son iguales en términos de intereses de seguridad” y que las “preocupaciones legítimas y razonables de todos los países en materia de seguridad deben tomarse en serio y abordarse adecuadamente”. También señala que la seguridad es indivisible, ya sea la seguridad individual y la seguridad común, la seguridad tradicional y la seguridad no tradicional, los derechos de seguridad y las obligaciones de seguridad, y la seguridad y desarrollo (GSI, 2023).
Con este razonamiento se rechaza el dilema de seguridad, pues no admite dicotomía entre lo individual y lo colectivo, entre el yo y el otro, posiciona en igualdad todos los intereses de seguridad, y asume que los problemas de seguridad están interconectados. Desde una perspectiva de la racionalidad instrumental esta propuesta representa más dificultades, pues la conceptualización de los procesos se suele hacer a partir de la diferencia o de la otredad. Es complejo discernir un modelo que aboga por la predominancia del Estado, donde se apela al concepto de humanidad en general; asimismo, al igualar los intereses de seguridad se hace impráctico distinguir rivales, en la medida que la seguridad requiere de una amenaza.
Reconoce que “la guerra y las sanciones no son una solución fundamental para las disputas; sólo el diálogo y la consulta son eficaces para resolver las diferencias” (GSI, 2023), instando a los países a incrementar la confianza mutua en la materia de la seguridad. Mediante este compromiso se refuerza el rechazo a las medidas unilaterales o coercitivas, y al abordaje de las causas profundas de los conflictos.
Señala que en la actualidad “tanto la intención como la extensión de la seguridad se están ampliando”, “las amenazas tradicionales y no tradicionales a la seguridad se han entrelazado”, por lo que se requiere fortalecer la gobernanza global, y “trabajar juntos para abordar disputas regionales y retos globales como el terrorismo, el cambio climático, la ciberseguridad y la bioseguridad” (GSI, 2023). Este compromiso de China refrenda que la seguridad es un fenómeno multidimensional y multicausal, yendo más allá del ámbito militar, y siendo la cooperación una clave fundamental para su abordaje, asimismo, menciona algunas amenazas concretas.
Finalmente, en las prioridades de cooperación de la GSI se destaca la novena, que busca apoyar a los países de América Latina y el Caribe en el cumplimiento de la proclamación de la Zona de Paz, así como apoyar a la CELAC y a otras organizaciones regionales y subregionales para que desempeñen “un papel activo en el mantenimiento de la paz y la seguridad regionales y en el manejo adecuado de los focos de tensión regionales” (2023).
Realizando un análisis crítico de la propuesta, y respondiendo el planteamiento inicial, en su conjunto la GSI tiene un fundamento estatocéntrico, pues son los países quienes están llamados a cooperar y a apoyar los compromisos; los valores centrales que se buscan conservar tienen una orientación universalista, ya que “la cuestión de la seguridad afecta al bienestar de las personas de todos los países”; se identifican amenazas concretas como: focos de inseguridad regionales, conflictos y turbulencias locales, el unilateralismo y el proteccionismo, las amenazas tradicionales y no tradicionales, y retos globales como el terrorismo, el cambio climático, la ciberseguridad y la bioseguridad, siendo sus objetivos políticos: defender la paz, promover el desarrollo y la prosperidad globales, eliminar las causas profundas de los conflictos internacionales, mejorar la gobernanza de la seguridad mundial y fomentar los esfuerzos para aportar más estabilidad y certidumbre.
Desde el hemisferio americano se han planteado críticas importantes a la Iniciativa, como la omisión de los mecanismos hemisféricos de seguridad, destacándose la Organización de Estados Americanos (Ellis, 2023a) que se fundamentó en el mandato de Naciones Unidas de crear esos mecanismos regionales que gestionan la seguridad; también, hay una ausencia de los conceptos de “democracia” y de “derechos humanos”, siendo tan relevantes para Occidente y para los países de América Latina. En el caso de la región existen incluso instrumentos jurídicos y políticos que vinculan la democracia con la seguridad, constituyendo un paradigma que emergió tras décadas de dictaduras militares y violaciones sistemáticas a los derechos humanos en ella (Herz, 2008).
Es notable que China ha desarrollado un planteamiento con el cual busca posicionarse como un “actor no amenazante”, esto se debe a que, en el pensamiento realista occidental frente a las potencias emergentes se deben desarrollar alianzas que impidan su ascenso, e incluso de “guerras sistémicas” para evitar su primacía. Para minimizar esta narrativa hegemónica, China ha construido un planteamiento donde no se conciba como una amenaza existencial, con la finalidad de desactivar el ímpetu de alianzas duras en contra de sus intereses, o de generar entendimientos que legitimen respuestas coercitivas.
En el entorno de competición estratégica, los Estados de América Central han sido receptores de las iniciativas propuestas por China, y se han involucrado al tenor del estado de sus relaciones diplomáticas con la potencia asiática. En su conjunto, no existe una política de la región hacia China en el tanto no todos los países mantienen, a la fecha de este análisis, relaciones diplomáticas con Beijing; empero, las posibilidades de profundizar la cooperación en materia militar y de seguridad, como se mencionó, estarán mediadas por las políticas y restricciones que Estados Unidos imponga en la segunda administración Trump.
4. La vinculación de China en materia de seguridad con América Central
El interés de China por instalarse en la región, como se mencionó, obedece a dinámicas geopolíticas y diplomáticas, considerando el potencial de dinamismo comercial y de cooperación en materia técnica y financiera que representaba la región. En parte, esto se relaciona con el fácil acceso para la movilización de petróleo desde el Atlántico hasta el Pacífico y su procesamiento en refinerías centroamericanas, así como el transporte de productos a Estados Unidos, y la manufactura de bienes para el mercado chino (Dussel, Armony y Cui, 2018).
En materia de seguridad y defensa, Estados Unidos es el principal referente regional. Por esta razón, la diplomacia militar y de seguridad de China ha sido limitada y se ha enfocado, primordialmente, en los países integrantes de la Alianza Bolivariana, como Nicaragua, Cuba y Venezuela (Ellis, 2024a). No obstante, China ha reconocido su interés en la seguridad de América Central en sus White Papers; es decir, la documentación acerca de la política exterior entre China y América Latina, destacando la importancia de la seguridad jurídica mediante la cooperación judicial y policial con la región en varias ocasiones (Xinhua, 2016; China.org.cn, 2008), por lo que los vínculos de seguridad no se supeditan a la Iniciativa Global de Seguridad, sino que esta puede fungir como un catalizador o articulador de sus esfuerzos.
Uno de los elementos que se debe tener en cuenta para comprender la influencia de China en América Central, en el ámbito de la seguridad, es el inicio de las relaciones diplomáticas bilaterales, que, por consiguiente, conllevaron a la interrupción de las relaciones con Taiwán y el fortalecimiento del principio de “Una Sola China”. Para el partido comunista, Taiwán representa una amenaza a la seguridad nacional, razón por la cual Beijing utiliza estrategias económicas y comerciales para promover las relaciones bilaterales (Lemus-Delgado y Cerda, 2021).
De acuerdo con Aguilera (2006), los países de la región mantuvieron el reconocimiento a la República de China desde antes de la finalización de la revolución de 1949, que oficializó el traslado del Gobierno a la isla de Formosa. En años posteriores, específicamente durante la época de la Guerra Fría, por influencia de Estados Unidos la región fortaleció sus relaciones con Taiwán en el ámbito de la seguridad, la defensa, la cultura y la infraestructura. Además de la cooperación bilateral y multilateral, el vínculo benefició a los organismos de integración centroamericana y a la proyección de los países centroamericanos en espacios internacionales.
No obstante, para inicios del siglo XXI China se empezaba a reconocer como una de las principales potencias en el orden económico mundial, por lo que había motivaciones en los sectores políticos para ampliar y diversificar las relaciones, en la medida que se obtuvieran beneficios de eso. Como se analizará, la consolidación diplomática de China en América Central inició en 2007 con Costa Rica, y a la fecha de este análisis, casi todo el bloque regional se ha tornado hacia China, con excepción de Belice y Guatemala, que todavía mantienen vínculos diplomáticos con Taiwán. A continuación, se realiza un recuento de motivos y muestras de cooperación en seguridad, otorgadas por el Gobierno chino a cada país de la región, con el propósito de identificar la profundidad y las características de la relación.
4.1 Costa Rica
Durante la segunda administración de Óscar Arias Sánchez se buscó la diversificación de socios comerciales y políticos para “configurarse como un centro de atracción de inversiones, innovación tecnológica y de dinamismo financiero” (Trejos, 2009), por lo que se convirtió en el primer país de la región en interrumpir la relación diplomática con Taipéi a partir del mes de junio de 2007 (Nicaragua había restablecido las relaciones con Taiwán en la década de 1990).
Una vez adherida a la política de “Una Sola China”, las relaciones entre la República Popular de China y Costa Rica rindieron frutos en poco tiempo, asegurando las primeras muestras de cooperación financiera y técnica no reembolsable en materia de seguridad, infraestructura vial y necesidades por emergencias, para las cuales se destinó un aproximado de 130 millones de dólares (Trejos, 2009; La Nación, 2008).
En la administración de Laura Chinchilla Miranda, a partir de 2010, de igual manera la seguridad se mantuvo como prioridad en la negociación de proyectos de cooperación con China. Se destaca la donación de 350 patrullas entre 2008 y 2012 para mejorar la seguridad de las cabeceras de provincia y los principales cantones del país, valorada en 8 millones de dólares (La Nación, 2009; Díaz, 2017). A su vez, China donó dos aviones de hélice para el Servicio de Vigilancia Aérea del Ministerio de Seguridad Pública (en adelante MSP), valorados en 18 millones de dólares (MREC, 2015).
En 2017, posterior a un compromiso adquirido con la entonces presidenta Chinchilla en su visita de 2012 a Beijing (MAG, 2016), el Gobierno de China donó al MSP una edificación altamente equipada para el establecimiento de una Escuela Nacional de Policía, la cual, desde entonces, ha facilitado la formación de aspirantes a distintas instancias, como la Fuerza Pública, el Servicio de Vigilancia Aérea y el Servicio Nacional de Guardacostas (Jiménez, 2017).
En los últimos años, se puede destacar el surgimiento de acontecimientos que han mermado esta cordial relación de cooperación, específicamente en asuntos referentes a la ciberseguridad. China se considera una de las naciones más influyentes en esta área en el nivel global, junto con Estados Unidos y Rusia, liderando en vigilancia y comercio (Voo, Hemani & Cassidy, 2022). Es razonable que China otorgue prioridad al abordaje de esta en los países con quienes tiene relaciones diplomáticas.
En el año 2022, distintas instituciones costarricenses fueron víctimas de ciberataques por Conti Group y Hive Ransomware Group (Cabezas, 2022; Orjuela, 2022; Ávalos, 2022). Esta situación promovió que la administración de Rodrigo Chaves Robles (2022-2026), que se ha caracterizado por mantener un mayor alineamiento con los intereses estadounidenses, emitiera un decreto descartando a cualquier empresa nacional de un país que no hubiese suscrito el Convenio de Ciberdelincuencia de Budapest, la venta y proveeduría de tecnología 5G en Costa Rica (Cordero, 2023), por lo que se excluyó a la empresa china Huawei. En respuesta a esta situación, la Embajada de China en Costa Rica ha publicado comunicados en su defensa, alegando la propagación de desinformación de parte del gobierno y medios de comunicación costarricenses (Embajada de China en Costa Rica, 2023a y 2024).
Es importante considerar que, en retrospectiva, la cooperación con China en materia de seguridad representó inicialmente beneficios tangibles, inmediatos y duraderos a largo plazo. Durante la administración Chaves Robles se ha presentado una diferencia de criterios entre ambos gobiernos, lo cual ha mermado la colaboración sobre seguridad. Ejemplo de ello, es que en el informe de 2023 de la Embajada de China en Costa Rica (2023b) se denota la ausencia de mención sobre medidas de seguridad ciudadana. Con la segunda administración Trump, el gobierno de Chaves Robles ha dado pasos en el alineamiento con Estados Unidos, pues en febrero de 2025 se recibieron personas extranjeras en proceso de deportación desde Estados Unidos en el suelo costarricense, y figuras políticas denunciaron la revocación de visas.
4.2 Panamá
El desarrollo del poder económico de China causó que, poco a poco, otros Estados de la región consideraran las ventajas geoestratégicas de consolidar relaciones con China. Bajo la presidencia de Juan Carlos Varela, Panamá fue el siguiente país en romper con Taiwán, estableciendo por la vía de un comunicado conjunto las relaciones diplomáticas con la República Popular China, el 13 de junio de 2017.
La conectividad comercial adjudicada al Canal de Panamá es uno de los principales intereses estratégicos del país en la región. En su proceso de construcción de los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, así como de la Ruta de la Seda moderna, el mayor motor económico de Panamá fortalece el desarrollo comercial global de China, a través de los lazos diplomáticos (MFA, 2017). Es importante destacar que la República Popular China es el único miembro del Consejo de Seguridad que todavía no se ha adherido al Protocolo de Neutralidad del Tratado del Canal de Panamá, hecho que ha resaltado como inconveniente para la soberanía panameña en los últimos años.
A pesar de que Panamá no ha firmado acuerdos sobre seguridad con China, ha habido muestras al respecto, desde antes de la formalización de relaciones diplomáticas, e incluso una reunión entre ministros de seguridad (MIRE, 2017). Ambos países llevaron a cabo un proceso de revisión para medir la viabilidad de aplicación de un modelo “Ciudad Segura Shenzhen” en Panamá, desde el año 2016. Este trata de la aplicación de medidas de respuesta a necesidades en el área de la seguridad con el potencial de transformar el desarrollo económico, y con ello, disminuir los factores de riesgo social de las ciudades, que se entienden como desencadenantes de la inseguridad (GovInsider, 2019).
El Gobierno panameño acordó con la empresa Huawei la construcción de un centro de seguridad con tecnología de punta para reducir la inseguridad en la ciudad de Colón. El Centro de Operaciones de Seguridad y Emergencias - C2 fue inaugurado en 2018, y su infraestructura se caracteriza por contener 291 torres de vigilancia, cámaras de alta resolución, botones de pánico, sistemas de inteligencia artificial, reconocimiento facial, análisis de pautas de conducta y lectura de placas de automóviles (MIRE, 2018a; Embajada de China en Panamá, 2019). El sistema se encuentra interconectado por una red de transporte de datos desplegada en toda la ciudad (MIRE, 2018a).
Otras demostraciones de cooperación en seguridad corresponden a la firma, en 2018, de un tratado para la extradición de personas reclamadas por la contraparte para procedimientos penales o ejecución de condenas (MIRE, 2018b); y a la donación, en 2023, de 6000 chalecos antibalas y 6000 cascos protectores a diferentes instituciones de seguridad panameñas (Policía Nacional, 2023).
Asimismo, en cuanto al sector privado, se ha asentado la compañía de seguridad Zhongbao Huaan, la cual “explora e implementa la Iniciativa de la Franja y la Ruta y brinda servicios en el extranjero (...) para brindar protección y garantía de seguridad”. Así como en Panamá, en la región centroamericana también se encuentran en Costa Rica y El Salvador. Esta es una de las empresas recomendadas por la Asociación de Industria de Seguridad y Protección, fundada por el Ministerio de Seguridad Pública de China, para servicios de seguridad en el extranjero (ODI Promotion Shanghai, s. f.).
Si bien, en ocho años las demostraciones de la relación de seguridad entre China y Panamá no han sido abundantes, recientemente la tecnología se ha posicionado como método de apalancamiento para disminuir la inseguridad en zonas predeterminadas por el Gobierno panameño, lo cual se demuestra con el Centro de Operaciones de Seguridad y Emergencias de Colón. El vínculo en inversión, comercio y desarrollo entre ambos países es más notable, sin embargo, se debe observar este particular ejemplo como un posible caso de estudio acerca de la implementación de procedimientos chinos de vigilancia en ciudades latinoamericanas.
Finalmente, cabe mencionar que se generaron importantes tensiones en cuanto al ofrecimiento gubernamental de construir la Embajada de la República Popular China en la zona del Canal, para lo cual se dieron movimientos de protesta ciudadana y tensiones políticas. Al respecto, el presidente Varela había señalado que “Estados Unidos es el principal usuario del canal, China es el segundo y es parte de la vida pública tomar las decisiones correctas en beneficio de los pueblos…” negando “tensiones con Washington a raíz de las relaciones con China” (Metrolibre, 2019).
Las tensiones en materia de seguridad se volvieron a acrecentar después de que Donald Trump declarara su ambición por recuperar el Canal de Panamá bajo una premisa geopolítica de seguridad nacional y en una crítica a la presencia de China en la región, lo cual ha contado con una profunda adversidad por parte de Panamá y los países latinoamericanos, lo cual genera preocupaciones en materia de soberanía e integridad territorial (BBC, 2024). En este nuevo contexto de tensiones geopolíticas, el Gobierno panameño decidió no renovar su participación en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, como una demostración de su alejamiento respecto de China (Diálogo Américas, 2025); además, el conglomerado empresarial CK Hutchison de Hong Kong que administra puertos a ambos lados del Canal se encuentra en proceso de venta de estos a un grupo empresarial estadounidense liderado por BlackRock (New York Times, 2025), como otra demostración de la presión sobre los países de la región.
4.3 El Salvador
El 21 de agosto de 2018, el canciller Carlos Castañeda y su entonces par, Wang Yi, firmaron un comunicado en conjunto indicando el inicio de la relación diplomática entre El Salvador y la República Popular China (MFA, 2018a). Este evento, motivado por razones de beneficio comercial y económico sirvieron de justificación para volcar la balanza a favor de Beijing 2, oficializando el rompimiento de 77 años de lazos diplomáticos con Taiwán.
El expresidente Salvador Sánchez destacó, en su visita a Beijing, que, para El Salvador, “China es el aliado en el camino al desarrollo”, al tiempo que externó el interés del país por participar en la construcción de La Franja y la Ruta (MFA, 2018b). Una vez electo presidente en 2019, Nayib Bukele también demostró el compromiso con China, en su encuentro con el presidente Xi Jinping se comprometió con el aumento de cooperación al país (MFA, 2019a).
Cabe mencionar que, este momento de interacción de El Salvador con China ocurre en un panorama en el cual la principal política de Bukele era pacificar el entonces país más violento de América Latina. Asimismo, la primera administración Trump había descuidado las relaciones con el Triángulo Norte (Nájar, 2019), a partir de lo cual se profundizaron las fisuras de la relación entre Estados Unidos y El Salvador (McFarland, 2021).
El Gobierno chino ha desarrollado la relación bilateral de cooperación con El Salvador, no obstante, a la fecha las autoridades salvadoreñas no han especificado los datos de flujos en cuanto a seguridad (Expediente Abierto, 2023). En 2020, una delegación del People’s Liberation Army visitó la academia militar salvadoreña y, a pesar de los ofrecimientos de parte de las autoridades chinas en cuanto a diversas formas de compromisos en seguridad, El Salvador rechazó las ofertas (Ellis, 2021).
De acuerdo con el embajador de China en el país, las negociaciones sobre las condiciones de la cooperación en seguridad se han visto estimuladas y recientemente se asignó a un agregado militar a El Salvador (Yanhui, citado en López, 2024). El fin de este movimiento es que se promueva el intercambio de capacitaciones y entrenamientos entre ambos países, y comenzar la cooperación militar, a diferencia de solamente otorgar armamento y equipos de transporte y defensa.
Dentro de las muestras más recientes, El Salvador envió personal técnico a China para estudiar las prácticas de aplicación tecnológica y de inteligencia artificial para el mejoramiento de la seguridad pública (Xinhua Español, 2024). Esta medida está en línea con las políticas restrictivas para la reducción de las perturbaciones a la paz en el país, y es posible que se utilice para reforzar el régimen de excepción de Bukele. Las instituciones gubernamentales y los medios de comunicación anteriormente citados confirman que la relación, en las temáticas de seguridad entre China y El Salvador, ha sido muy puntual en formación militar a oficiales salvadoreños y equipamiento tecnológico para el mantenimiento del orden. Con la segunda administración Trump, Bukele se ha posicionado como un aliado confiable de Estados Unidos, para lo cual, ofreció y acordó recibir a personas extranjeras peligrosas en proceso de deportación desde Estados Unidos en suelo salvadoreño.
4. 4 República Dominicana
Este país se convirtió en el primer socio comercial de China en el Caribe, oficializando sus relaciones diplomáticas el 1 de mayo de 2018. El potencial de cooperación internacional en áreas como la educación, el turismo, la agricultura, el deporte y las nuevas posibilidades de intercambio comercial, fueron los principales motivantes para que se culminara la fuerte asociación de casi siete décadas con Taipéi.
La República Dominicana suscribió un acuerdo con China para que, mediante los ministerios de defensa nacional, se brindara asistencia gratuita al país. Se trató de una única donación por un valor de 50 millones de yuanes, de 8 vehículos militares todoterreno y 140 motocicletas a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional, que se dio a inicios de la administración de Luis Abinader. Este acuerdo se llevó a cabo en seguimiento a una visita realizada por el subdirector general de la Oficina de Cooperación Militar Internacional chino al país, donde se prometió cooperación a ambas entidades (Acento, 2020).
De acuerdo con Ellis (2023b), en el marco de la Comisión Mixta para las Cooperaciones Económicas, Comerciales y de Inversión, el Gobierno dominicano envió a militares del país a la ciudad de Xinjiang para participar en la competencia internacional de francotiradores, donde se pusieron a prueba sus habilidades de infiltración de líneas enemigas, rescate de rehenes, tiro desde el agua, entre otras . Asimismo, oficiales del área de defensa han viajado a China a recibir programas educativos y de formación militar.
El ministro para Políticas de Integración Regional de República Dominicana declaró que, en el marco de la vinculación más cercana con China, el país podría contribuir a la merma de la delincuencia (Xinhua Español, 2023a). En cuanto al sector privado, empresas como Hikvision y Dahua realizan la venta de cámaras y componentes de sistemas de seguridad, incluso al Gobierno.
Como aliado principal en el Caribe, la posición estratégica de República Dominicana resulta ventajosa para su presencia en la región, como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Este interés lo comparte con Estados Unidos, no obstante, el país tiene una mayor trayectoria en su relación de seguridad y defensa con los dominicanos. Según Ellis (2023b), los estadounidenses solo desean mantener una relación de transparencia en esta materia, de manera que no se percibía una amenaza para la potencia en cuanto a su influencia en la isla.
4.5 Honduras
La presidenta Xiomara Castro anunció que buscaba establecer la relación oficial de Honduras con la República Popular China en su plan de gobierno (Partido Libre, 2022). Honduras anunció los lazos diplomáticos mediante la firma de un comunicado conjunto en Beijing el 26 de marzo de 2023. Los países entablaron relaciones con miras a la exposición de diversos productos hondureños en el mercado chino, intercambios educativos, formación periodística, entre otros.
Como una referencia directa a la temática de esta investigación, la presidenta Castro, en su visita de Estado a la República Popular China, confirmó que el país había aceptado la integración a la Iniciativa de Seguridad Global (Poder Popular, 2023). Por consiguiente, este hecho conlleva a aseverar el conocimiento del Gobierno hondureño acerca de lo que la Iniciativa indica para su influencia en los países latinoamericanos.
De los documentos firmados entre ambos países, que figuran de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, dos hacen referencia al área de seguridad. En el Acuerdo Marco de Cooperación en Ciencia, Tecnología e Innovación (2023) se dispone que una de las áreas de cooperación hasta 2033 serían los edificios inteligentes tipo “Smart City”. A pesar de ello, al momento de realizar esta investigación no se encontró una comunicación oficial que confirme el comienzo de la construcción de estas instalaciones. En esta línea, Honduras también ha anunciado que ambos países están comprometidos con la construcción de un ciberespacio seguro (Gobierno Solidario, 2024) y se ha hecho referencia a Huawei como proveedora de la tecnología necesaria para ello (Poder Popular, 2023).
4.6 Nicaragua
En los años 80, el régimen sandinista reconoció la legitimidad del gigante asiático en un panorama de la Guerra Fría. China habría llegado a prometer hasta 20 millones de dólares en cooperación a Nicaragua para 1986 (Estides & Schneider en Schneider & Golombiewski, 2023). Sin embargo, desde ese entonces, los presidentes nicaragüenses se mantuvieron ambivalentes, sosteniendo lazos con Taiwán o con la República Popular China, dependiendo de quien estuviera en el poder y de las ventajas que se presentarán de acuerdo con los intereses del momento.
Con la elección de Daniel Ortega en 2006, había una expectativa del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con China, en parte, por motivos de su distanciamiento con Washington. No obstante, fue hasta el 9 de diciembre de 2021 que las relaciones diplomáticas se restablecieron entre ambos países. Al respecto, el Embajador de China en Nicaragua, Chen Xi (2022), destacó las similitudes ideológicas entre los partidos políticos al mando, e incluso confirmó que Nicaragua forma parte de la GSI.
Es importante destacar que cuando Ortega llegó por primera vez al poder, Taiwán brindaba al instituto armado nicaragüense aproximadamente 2 millones de dólares anuales y ayuda no reembolsable al servicio exterior, al ejército y a la policía (Rodríguez, 2012), razón por la cual se ha especulado que Nicaragua buscaría mantener esta condición con China. En los últimos dos años, los países suscribieron una declaración conjunta en la cual hacen una mención específica a la unión para fortalecer la cooperación en paz y seguridad, llevando a cabo intercambios de personal y formación tecnológica (La Gaceta, 2023).
Asimismo, Ortega nombró a un agregado de defensa militar, naval y aéreo adjunto a la Embajada de Nicaragua en China (Infobae, 2023) y el director general de la Policía Nacional de Nicaragua se ha reunido con su contraparte china para explorar posibilidades de establecer convenios para entrenamiento policial, prevención e investigación de delitos, uso de tecnologías para enfrentar el crimen organizado, el narcotráfico, la ciberdelincuencia y el terrorismo (TN8, 2023), así como se establece en la GSI. Nicaragua también ha participado en foros internacionales de seguridad en China. La relación diplomática está basada en la búsqueda de beneficios estratégicos mutuos. Recientemente, ambos presidentes anunciaron que las relaciones chino-nicaragüenses se elevarían a un nivel de “asociación estratégica” (Xinhua Español, 2023b).
La consolidación de los lazos ha fortalecido un vínculo que, hasta 2021, se había visto interrumpido en diversas ocasiones por circunstancias políticas. Observando que Nicaragua es un país cauteloso al respecto de lo que comparten en materia de seguridad, las fuentes públicas revisadas para este apartado indican que los compromisos recientes que se han firmado con China presentan un escenario de dos países con ideologías compatibles cuyo intercambio de conocimientos está progresando en el área militar y de seguridad. Es oportuno, entonces, explorar la intención de Nicaragua en la materia.
4. 7 Guatemala
Guatemala y la RPC no han establecido relaciones diplomáticas. Es, sin embargo, un país estratégico para China en su avance en la región centroamericana. El presidente Bernardo Arévalo se ha comprometido a mantener las relaciones con Taiwán, a pesar de que las presiones han sido significativas para cambiar de bando, por parte de la República Popular China (Fundación Andrés Bello, 2024) y de sectores políticos. Guatemala, además, cuenta con apoyo significativo en el sector de defensa y seguridad por parte de Taiwán (Alexander, 2024; Ellis, 2024b). En este sentido, Taipéi está tratando de mantener la alianza con Guatemala. Cabe destacar que, en 2024, la República Popular China bloqueo el acceso a cargamentos de productos guatemaltecos, lo que se interpretó como una sanción por su acercamiento con Taiwán (Expediente Público, 2024), acción que resalta los desafíos de la pugna geopolítica para los países de la región y su fragilidad frente a las potencias.
4.8 Belice
Belice no cuenta con relaciones diplomáticas con la República Popular China. En el último año, y a pesar de las presiones recibidas, el país reiteró su compromiso con los fuertes lazos diplomáticos que mantiene con Taiwán, durante la última visita que realizó la presidenta Tsai Ing-wen a Belmopán, posterior a una gira en Guatemala (Pulido, 2024; Sánchez, 2024). En febrero de 2025 el BCIE concretó un monto de cooperación técnica no reembolsable a través del TaiwánCABEI Partnership Trust Fund, lo que se enmarca en la dinámica de mantener un vínculo sólido con este país (BCIE, 2025).
5. Reflexiones Finales
El propósito de este artículo ha sido interpretar la vinculación de la República Popular China en América Central en el contexto de la Iniciativa Global de Seguridad y de la competición estratégica con Estados Unidos. Al respecto, debe recuperarse la idea acerca del rol que ha adquirido China en el sistema multipolar de la tercera década del siglo XXI, para lo cual, su identidad de potencia le ha motivado a posicionar narrativas “globales”, como la Iniciativa para el Desarrollo Global, la Iniciativa de Seguridad Global y la Iniciativa de Civilización Global.
La narrativa de la Iniciativa de Seguridad Global ofrece, al menos, dos propósitos desde el punto de vista de la política exterior: el primero es posicionar un discurso que, en materia de seguridad y defensa se distingue de la narrativa canónica occidental, al fortalecer el compromiso con la gobernanza global, la resolución pacífica de los conflictos, el rechazo de la política de alianzas militares, el unilateralismo y el proteccionismo, con el fin ulterior de desarticular la interpretación estadounidense y europea de China como una “amenaza” o un “riesgo de seguridad”; y, a su vez, en segunda instancia, articular los diversos esfuerzos que, en materia de seguridad y defensa, se han venido desplegando alrededor del orbe, así como establecer sus prioridades de cooperación y las plataformas mediante las cuales canalizará sus recursos en la materia.
En el caso de la región, la competición estratégica entre China y Estados Unidos es un factor que genera importantes implicaciones, dado el caso de que Washington incremente su presión a los países de la región para revisar sus relaciones con Beijing, pues China ha logrado posicionarse como un importante socio comercial y diplomático de los países centroamericanos, la mayoría de los cuales ya cuentan con relaciones formales en atención del principio de “Una Sola China”, lo que se ha traducido en mayor cooperación en distintos ámbitos, que incluyen el de la seguridad y la defensa.
Los vínculos diplomáticos con los países de la región han sido una de las prioridades en la agenda china, pues la región no se observa como una zona de alta presencia de los minerales requeridos para el desarrollo tecnológico e industrial, pero sí cumple un rol en la movilidad y logística del comercio. Es importante señalar que los vínculos diplomáticos con China sobrepasan el alcance de la Iniciativa Global de Seguridad, pues los mismos, se han reseñado desde 2007, lo que ha implicado acuerdos y cooperación en materia de seguridad; es decir, estos vínculos en cuanto a la seguridad no existen por el lanzamiento de la Iniciativa Global de Seguridad, sin embargo, se deben interpretar y articular a la luz de las aspiraciones globales de China en la materia.
A partir de un análisis empírico se ha podido evidenciar que los vínculos en materia de seguridad entre los Estados de la región y China se visualizan en torno a cinco grandes ejes: a) la donación y adquisición de armamentos y equipos, b) el desarrollo de infraestructura, c) la formación y el entrenamiento en materia de seguridad y defensa, d) la presencia de agentes de seguridad y e) la presencia de empresas privadas de seguridad de China en la región. Es evidente que los nexos en materia de seguridad con China son más limitados, en comparación con la vinculación estadounidense, dado su rol geopolítico y de hegemonía en el área centroamericana, que constituye parte del complejo regional de seguridad norteamericano (Méndez-Coto, 2020). No obstante, la indagación permitió un acercamiento a esas iniciativas de seguridad con presencia china, a pesar de las dificultades para acceder a información en materia de seguridad y defensa, por sus implicaciones en cuanto a las políticas exteriores y los intereses de los Estados.
Al respecto, se puede mencionar que, en cuanto a la donación y adquisición de armamentos y equipos, en Costa Rica se identificó la donación de patrullas, avionetas y chalecos; en Panamá de chalecos y cascos, y en República Dominicana de vehículos y motocicletas. En relación con el desarrollo de infraestructura, en Costa Rica la donación de la Escuela Nacional de Policía; en Panamá el Centro de Operaciones de Seguridad y Emergencias y el compromiso de una Ciudad Segura, así como en Honduras con el compromiso del desarrollo de edificios tipo “Smart City”.
Acerca de la formación y entrenamiento, El Salvador y República Dominicana se destacaron por el envío de personal técnico para el estudio y aplicación de inteligencia artificial, y el envío de militares a competencias, así como viajes de oficiales de defensa para programas de formación militar, respectivamente. Respecto a la presencia de agentes de seguridad, se identificó que en El Salvador se incluyó un agregado militar en la Embajada china, mientras Nicaragua hizo lo propio en su Embajada en Beijing; finalmente, en cuanto a la presencia de empresas de seguridad privada, en Costa Rica, Panamá y El Salvador se encontró referencia a Zhongbao Huaan, y en República Dominicana a Hikvision.
La presencia de los actores extrarregionales en América Central ha oscilado en relación con el interés o desinterés que ha mostrado Estados Unidos para definir las prioridades de seguridad. No obstante, se tienen evidencias de cómo la presencia de China ha motivado a Washington a ejercer presión directa y condicionar a los países de la región, tal y como se refleja en los casos de Costa Rica al buscar el bloqueo de la participación de Huawei en la tecnología 5G o, de Panamá, con el cuestionamiento a la presencia de China en el Canal, y su uso para la movilización de mercancías, ante lo cual el mandatario estadounidense, Donald Trump, ya ha pronunciado críticas e intereses hegemónicos.
Para los Estados de la región resulta crítico ponderar las implicaciones que tiene para sus intereses nacionales el nuevo contexto de proteccionismo y unilateralismo estadounidense, especialmente por su alta dependencia en materia comercial, de seguridad y de migración. Un avance notorio en las relaciones con Beijing, en especial en temas sensibles, podría acarrear más presiones desde Washington, cuyo liderazgo no está dispuesto a aceptar una mayor influencia china en la región.