Introducción: inicio y formación profesional
Los primeros pasos formales de la enseñanza de la arqueología en Costa Rica se remontan a los albores de la década de 19401, y coincide con el establecimiento de la propia Universidad de Costa Rica (UCR). La instrucción de esta disciplina se cimenta durante los decenios de 1960 y 1970 en esa misma casa de estudios, desplegándose -desde ese momento- hasta hoy. Valga decir que en este país centroamericano solo en dicha universidad se imparte la carrera de Arqueología. A partir de su instauración, el campo de estudio arqueológico se ha convertido en un baluarte hacia el respeto a la otredad y la diversidad cultural, sobre todo, en relación con la presencia de poblaciones previo a la llegada de los españoles en el siglo XVI; interacciones y desarrollos sociales que se extienden más allá de 12 mil años atrás.
Dentro de la historia reciente de la arqueología nacional, este escrito se enfocará en los aportes de un arqueólogo peruano que se radicó en suelo costarricense, Luis Augusto Hurtado de Mendoza Romero, o para muchos, de forma sencilla y corta, pero a la vez respetuosa, don Luis. Profesional que se convirtió en un referente académico, dentro y fuera de las aulas de la UCR.
A finales de mayo de 2023 don Luis alcanza la cifra de 83 años. Nacido en la localidad de Huancayo, Perú, se constituye en un verdadero y completo producto de exportación (o «recurso», palabra que tanto le gusta y utiliza en sus trabajos). Un suramericano que estudia en los Estados Unidos, realiza su proyecto de graduación en Guatemala y ejerce la profesión antropológica tanto en ese país como en México, Belice, Honduras, Costa Rica y Nicaragua, retornando a Perú varias veces.
Precisamente, en 1977 don Luis obtiene su título de doctorado en la Universidad Estatal de Pensilvania (Pennsylvania State University) con una investigación seminal acerca de la producción e intercambio de obsidiana en el Altiplano guatemalteco; en particular, sobre los materiales de este tipo recuperados en el sitio Kaminaljuyú2, el más importante centro de poder en el sur del mundo maya desde el Preclásico Medio hasta el Clásico Inicial.
Para dicha tesis, Hurtado de Mendoza utilizó una serie de técnicas especializadas como el análisis de activación neutrónica mediante un equipo de punta, un acelerador nuclear (reactor de investigación). Al respecto, una tarde de conversación casual, me comentaba que cuando era estudiante debía «hacer fila» para aprovechar los pocos espacios disponibles (aquellos contados que dejaban docentes e investigadores de planta de dicha universidad) para manipular este aparato, al punto de que el técnico a cargo, reconociendo su constancia e interés, le abrió horarios de trabajo en las madrugadas para hacer las pruebas con más holgura y sin la presión de que alguien continuaba en el próximo turno de media hora.
Luis Hurtado de Mendoza Romero y la docencia universitaria
Ese título doctoral le es reconocido a don Luis en la Universidad de Costa Rica en 1982, pero es en 1980 cuando comienza a dar clases en esta casa de estudios, labor que desempeñó en la Escuela de Antropología y Sociología durante seis años (1980-1985), llegando a convertirse en profesor asociado en 1983, dentro del escalafón interno establecido por el Régimen Académico en esta institución.
Valga subrayar que don Luis -junto a otros contados arqueólogos extranjeros que llegaron a trabajar (o a apoyar la docencia) en la UCR3- es de los pocos doctores que enseñaron arqueología en dicha universidad en los ochenta, fenómeno que vuelve a acontecer hasta ya entrado el siglo XXI. A la vez, es Hurtado de Mendoza quien se hace cargo, como director, del Trabajo Comunal Universitario (TCU) en Guayabo de Turrialba, ello a lo largo del primer lustro de la década de 1980, el cual tuvo un enorme éxito por los importantes descubrimientos arqueológicos y las decenas de estudiantes (de distintas disciplinas) marcados de por vida por esas experiencias.
Es importante recalcar que don Luis no solo ejerció la docencia en Antropología en la Universidad de Costa Rica; también hizo lo propio en la Maestría en Recursos Naturales del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE) entre 1987 y 1991, fue asesor de tesis en el programa de Maestría Ecología y Paz de la Universidad para la Paz (1992-1993), así como en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología, donde fue profesor en el programa de Maestría en Turismo Ecológico y en el programa Doctoral en Ciencias Económicas y Empresariales, de 1994 a 1997.

Luis Hurtado de Mendoza Romero en una de sus múltiples visitas guiadas en el Monumento Nacional Guayabo de Turrialba. Foto cortesía de Magdalena León Coto
Figura 1 Don Luis en trabajo de campo
De igual forma, tiene una larga trayectoria docente en universidades extranjeras. Su primer Alma Mater, la Universidad Nacional del Centro de Perú, donde fue un novel pero consolidado profesor de arqueología y antropología entre 1978 y 1979. A la vez, del 2001 al 2002 se destacó como asesor académico en el Doctorado en Ciencias, en Ecología y Desarrollo Sustentable de El Colegio de la Frontera Sur, en Tapachula, México. Dejó huella en distintos centros universitarios nicaraguenses como la UNAN-Managua y en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, como profesor visitante en varios cursos del Posgrado en Antropología para finales del siglo XX e inicios del XXI. Asimismo, brindó aportes en trabajos de desarrollo curricular en la Universidad Centroamericana (UCA) de Nicaragua para la currícula de Ingeniería en Manejo de Ecosistemas (2001-2002) y en la Universidad Centroamericana de Ciencias Empresariales (UCEM), como docente de Metodología de la Investigación, apoyando en el diseño y la ejecución de varias tesis de graduación, al mismo tiempo que fungió como profesor en las carreras de turismo y hotelería, administración de negocios, ingeniería informática, ingeniería industrial, derecho, relaciones internacionales y farmacia, todo ello entre 1994 y 1997. También llegó a ser rector de la UCEM por un período de dos años (1997-1999).
Volviendo a la Universidad de Costa Rica y la llegada del Dr. Hurtado de Mendoza a la Escuela de Antropología y Sociología en 1980, existen varios relatos de estudiantes de distintas generaciones, quienes recibieron lecciones con él y alaban tanto su labor docente como investigativa. Por ejemplo, recuerdan con gratitud sus enseñanzas en cursos como Arqueología y Ecología Cultural; Análisis Lítico; Arqueología y Marxismo y Técnicas Analíticas en Arqueología (I y II), por su seriedad, calidad y claridad expositiva, así como el dominio de los temas4.
En el aula, el Dr. Hurtado de Mendoza se caracterizaba por ser un excelente profesor, con un buen verbo didáctico y crítico acerca de las revisiones y realimentaciones hacia los trabajos de sus estudiantes. En tiempos donde lo digital era inexistente, se rememora cómo don Luis prestaba -de forma desprendida- sus propios materiales (libros y artículos) para que el alumnado los fotocopiara.
Respecto al TCU en Guayabo, estudiantes de la primera mitad de la década de 1980 no pueden olvidar ese mes y medio de trabajo de campo intensivo todas las semanas (de lunes a viernes), entre enero y febrero, junto a don Luis, quien -literalmente- se quedaba y trabajaba con el grupo toda la temporada en tareas de prospección arqueológica, excavación y, en la universidad, en el procesamiento y análisis de los materiales culturales antiguos recuperados.
Más allá de la arqueología
Gran parte de su vida, don Luis la relacionó y dedicó al manejo de recursos (tanto naturales y culturales) y a la relación ser humano-naturaleza, incluso, insistía en la importancia de no invisibilizar lo arqueológico presente en las áreas protegidas, lucha intensa que desarrolló en Costa Rica desde 1980 hasta recientemente cuando se pensionó. Además, hizo incursiones de este tipo a finales de la década de 1970, y en las postrimerías del siglo XX en el Perú, a mediados de la década de 1970 en Colorado (EE UU) y en Guatemala, así como en la década de 1990 en Washington (EE UU) y con trascendencia en Nicaragua de 1996 al 2001. De hecho, Hurtado de Mendoza fue consultor -entre otras iniciativas internacionales- para el PROARCA (Proyecto Ambiental Regional para Centroamérica) y el PANIF (Programa Ambiental Nicaragua-Finlandia).
En relación con Costa Rica, fue muy activo en las décadas de 1980 y 1990, donde tuvo una mediación fundamental en varias instituciones en cuanto al manejo adecuado de los recursos culturales. Como muestra, trabajó en consultorías con la Fundación Neotrópica y para la Organización de Estudios Tropicales (en 1991 y 2002, respectivamente), en la Fundación de Parques Nacionales (FPN) en 1992 y en el antiguo Ministerio de Recursos Naturales, Energía y Minas (MIRENEM) entre 1991 y 1994, así como en el CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza), donde se destacó como asesor científico para el Parque Nacional Corcovado, el Refugio de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo y en trabajos relacionados con la planificación -en ese entonces- de la Reserva de la Biósfera de La Amistad y la valoración de los recursos culturales contenidos en esta, entre 1985 y 1991.
Además de lo anterior, el Dr. Hurtado de Mendoza ha sido, desde 1975, investigador asociado del Museo Nacional de Antropología y Arqueología del Perú, consultor para América Latina de la Smithsonian Institution (en 1981) y miembro del equipo encargado de la habilitación y planificación del sitio «Ruinas de la Ciudad Colonial León Viejo», al arranque del siglo XXI.
Otro de sus campos destacados, fiel a su formación universitaria en Ciencias Sociales, es el de la Etnología (y Antropología) Rural, desarrollada tanto en su natal Perú, como en Costa Rica y en nuestro vecino del norte, conocimientos que matiza en textos como «Identidad cultural Mayangna en Nicaragua»5 sobre los pueblos indígenas oriundos de la reserva Bosawás en la costa Caribe de este país.
Sus encuentros y labores con diferentes poblaciones originarias lo llevaron a otro nodo de producción concatenado con el anterior, trabajos que comulgan con tópicos acerca de ideologías indígenas, toponimias nativas, diversidad cultural y estudios de reafirmación étnica, así como la situación actual de varias reservas indígenas de Centroamérica. Al respecto, no se pueden dejar de mencionar las investigaciones dialógicas con los mayangna y los miskitos (en Nicaragua), los cabécares (en Costa Rica), los huancas (o los «breñeros») y los mitimaes cuzqueños, ambos pueblos de Perú.
Los 2000 y don Luis en el ICE
Es inconcebible pensar en la historia, en particular, la historia de la arqueología, dentro del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), sin considerar la figura de Luis Hurtado de Mendoza, encargado en múltiples proyectos de la gestión arqueológica en construcciones con mega impactos sociales, culturales y naturales como el caso de varias represas hidroeléctricas, donde -claramente- a veces su puesto de «consultor» no daba mérito a sus muchas labores y responsabilidades.
A saber y de un modo sintético, don Luis estuvo a cargo y coordinó todas las labores arqueológicas en proyectos hidroeléctricos (PH) como:
• Proyecto Hidroeléctrico Cariblanco, en Sarapiquí de Alajuela (del 2003 al 2006).
• Proyecto Hidroeléctrico Toro 3, en Grecia de Alajuela (del 2006 al 2010).
• Proyecto Hidroeléctrico Reventazón, en Siquirres de Limón (desde 2008 hasta 2017).
Como un modelo adecuado de gestión y negociación, establecido, desarrollado y defendido ante jerarcas y altos ejecutivos del ICE por 15 años, don Luis siempre llamó la atención sobre la necesidad no solo de realizar los adecuados trabajos en arqueología, cumpliendo con la ley nacional vigente (la 6703), sino de su puesta en marcha de una forma adecuada y con los presupuestos acordes para una labor seria, científica y -aunque con objetivos concretos- longitudinal. Esto no es de extrañar, él había tenido una experiencia que lo marcó en su vida, al formar parte (en labores administrativas) del Proyecto Hidroeléctrico Mantaro, allende en 1962-1963 en Tayacaja, Perú.
Lo anterior lo podemos notar, de un modo marcado, en la «evolución» de los proyectos en los que participó y estuvo a cargo en el ICE (ver tabla 1).
Tabla 1 Proyectos relacionados con el ICE
Proyecto | Contrataciones | Duración |
PH Cariblanco | 1 arqueóloga; 2 técnicos6 y 4 operarios de campo (peones)7 | 4 años |
PH Toro 3 | 2 arqueólogas (1 más); 5 técnicos (3 más) y 4 operarios de campo (peones) | 5 años |
Hidroeléctrico Reventazón | A causa de su envergadura y duración, conllevó la necesidad -sin parangón alguno- de la mayor cantidad de contrataciones de colegas en una sola institución, que no fuera la universidad ni el Museo Nacional, en la historia de la arqueología nacional. En ese particular, hubo para este proyecto 11 arqueólogos8; 6 técnicos9 y 18 operarios (peones). En total y en los diez años que tardó el proyecto, 35 personas se ligaron a las labores arqueológicas. Trabajaron, como mínimo, de cuatro a cuatro cuadrillas y media de campo a la vez. | 10 años |
Fuente: Elaboración propia con base en Peytrequín (2016) y comunicación personal con Marta Chávez, 2023.
Valga decir que las anteriores estadísticas, de forma necesaria, no corresponden a contrataciones contemporáneas. Por ejemplo, era común que se retirara a una persona arqueóloga o una técnica (cuando vencía su contrato) y entraran otras, pero, por ejemplo, en el caso del PH Reventazón, siempre se mantuvieron de seis a siete personas licenciadas en arqueología en la nómina.
Como lo hemos ya comentado en otras oportunidades10, en esos años el ICE -como institución- se convirtió en el mayor empleador de personas arqueólogas del país y, sin duda, la gestión del Dr. Hurtado de Mendoza no puede separarse de esa realidad. Con el término del PH Reventazón, en el 2017, termina esa «época dorada» para muchos profesionales independientes.
Pero Reventazón no fue solo «arqueología de contrato», se constituyó en una escuela para muchas personas que hicieron sus primeras armas disciplinares ahí. A la vez, era un gusto llevar a grupos de estudiantes de la UCR de gira al proyecto, no solo porque siempre eran recibidos con brazos abiertos, sino por la riqueza didáctica de estos encuentros, pues los colegas solían explicar a los discentes acerca de la arqueología «aplicada» (fuera de las aulas), qué hacían allí, su importancia, las técnicas empleadas, entre otros aspectos que abrían un diálogo compuesto por preguntas voraces de jóvenes sedientos del saber.
Claro está, si don Luis se encontraba con tiempo, él mismo se encargaba; de no ser así, coordinaba todo para que saliera a la perfección. Para ello, primero había dispuesto un pequeño «centro de visitantes» -en el mismo espacio del laboratorio donde se realizaban las clasificaciones artefactuales-, cuyas explicaciones se inauguraban con una estupenda «mesa cronológica», que contaba con imágenes y restos artefactuales que aclaraban toda la secuencia de ocupación antigua del lugar. Luego de eso, visitaban alguna de las excavaciones que se estaban ejecutando y se enseñaban in situ sobre la labor arqueológica.
Incluso, en los últimos años del proyecto se podían visitar terrenos establecidos como «reservas de protección» para el resguardo del patrimonio cultural, las cuales eran gestionadas con el ICE11, una experiencia completa que le permitía al estudiantado comprender -de una forma concreta- las diferentes etapas del proceso de investigación en arqueología.
Arqueología y las publicaciones de don Luis
A continuación, un repaso de los aportes intelectuales de la obra de don Luis, con énfasis en lo arqueológico y en Costa Rica, haciendo una rápida «radiografía» de su destacada bibliografía.
Empecemos con «Aplicaciones de la Física Nuclear en la Arqueología de Costa Rica y América Central»12 y «Cuadro espectrográfico de cerámica precolombina de la Región de Guayabo de Turrialba, por Fluorescencia de Rayos-X»13, ambos trabajos realizados más de 30 años antes de que la «arqueometría» se empotrara como una moda en nuestro país.
Se debe resaltar el debate que entabló con el Dr. Michael Snarskis acerca de la cerámica del Caribe dentro de la secuencia de ocupación de esa subregión arqueológica del país, de los pocos ejemplos formales de réplicas y contra-réplicas científicas en la arqueología nacional14.
Él elaboró varias investigaciones de patrones de asentamiento y el desarrollo sociocultural en la región de Guayabo e intercambios interregionales15 sobre la arqueología del Caribe/Suerre16, acerca del sitio Ta'Lari del Pacuare17 y su visión sobre la historia antigua de Turrialba -con énfasis en Guayabo- en un sentido regional y diacrónico18. Además de las formas de uso de la tierra en los bosques tropicales en tiempos prehispánicos19 y su interés por los petrograbados, primero de Guayabo y luego de la cuenca del Reventazón y de la subregión Caribe e, inclusive, de América Central como un todo20.

Luis Hurtado de Mendoza impartiendo una ponencia en el X Congreso Centroamericano de Antropología, celebrado en el 2015 en Mérida, México. Foto cortesía de: Marco Arce Cerdas.
Figura 2 Don Luis en una ponencia internacional
Aparte de lo ya apuntado, no se puede dejar de mencionar que, producto del paso de don Luis por el ICE, este produjo varias publicaciones específicas sobre el tema de los complejos cerámicos y líticos del Período Formativo21, además de folletos informativos -mediante el Área de Gestión Ambiental- sobre los principales resultados en Toro 3 (Cariblanco) y en el Reventazón22; a lo cual se suma su trabajo de compilador y editor de la serie Arqueología del Caribe Costarricense. Contribuciones científicas, con dos volúmenes a su haber23. Respecto a dicha colección, ya en otros espacios nos hemos referido -en detalle- acerca de los aportes presentados en los distintos artículos que componen esos textos24.
En cuanto al ámbito de la Arqueología Social Latinoamericana, tema vinculante a la historia reciente de la arqueología costarricense, asistió a un par de congresos relacionados con esta red. El primero celebrado en 1981 en República Dominicana (Congreso Internacional para el Estudio de las Culturas Precolombinas de las Antillas, en Santo Domingo), donde presentó un trabajo acerca de los utillajes líticos y una propuesta de ubicación cronológica-cultural para estos25. Recuerdo la interesante descripción de don Luis sobre su experiencia en la capital dominicana como «la ciudad sin gente», ello producto de los toques de queda -secuelas de la dictadura-. Un escenario muy distinto al cual me topé 32 años después en mis propias incursiones por el Caribe Insular. En el otro encuentro internacional de arqueólogos sociales en el que participó, abarcó la temática de la estratificación en los cacicazgos y los modelos inferenciales26.
Valga decir que el primer lustro de la década de 1980 sirvió para unir esfuerzos con arqueólogos clave que integraban ese colectivo. De hecho, varios llegaron a la Universidad de Costa Rica a dar charlas sobre sus posturas, la posición deontológica de la disciplina y la influencia de aspectos marxistas en esta. Un dato no menor es que, producto de esos encuentros, uno de los primeros Cuadernos de Antropología27, en concreto el número 2, se constituyó en la transcripción de una serie de conferencias que diera -en septiembre de 1982, en el Departamento de Antropología de la UCR- uno de los arqueólogos venezolanos que integraban esa corriente de pensamiento28. De hecho, como queda explícito en la presentación e introducción de esa revista, el propio don Luis fue el propiciador de que esos aportes de Mario Sanoja Obediente (Q.d.D.g.) vieran la luz en este medio nacional29.
A la vez y de forma paralela, esa red le permitió a don Luis tener contacto con otros personajes de peso en el mundo arqueológico continental, como la misma Betty Meggers, pero -claro está- la Arqueología Social Latinoamericana en realidad no fue un ámbito de desarrollo investigativo de Hurtado de Mendoza; quizá por el hecho de no compartir -del todo- aspectos teórico-epistémicos con este enfoque o por su temprana salida de la UCR; lo cual incidió en que no participara más de los intercambios científico-académicos con el grupo adscrito a dicha perspectiva.
Además de la arqueología, «propiamente dicha», los trabajos de don Luis han aportado hacia la interdisciplinaridad, en particular, para con la geo-arqueología. Esto, valga decir y subrayar, en tiempos cuando ni siquiera existía esa denominación formal para dicha especialidad, lo anterior muy de la mano con el geólogo Guillermo Alvarado Induni. De modo concreto, podemos enumerar la investigación sobre el sitio Oviedo30 y la disertación sobre la falta de correlación contextual directa -en ese momento- entre la evidencia cultural y los hallazgos de mastodontes en América Central31, así como una evaluación del potencial paleo-mastozoológico en Nicaragua32, todos estos trabajos en interrelación directa con aspectos paleontológicos. A lo cual se suma lo relativo al diálogo interdisciplinar (arqueología-vulcanología-geología-geografía) para la región del macizo del Miravalles, las lagunas del Hule, Río Cuarto, las faldas del volcán Irazú y el noroeste de Guanacaste33, al igual que la revisión de los aportes de Heinrich Fischer en cuanto al estudio de los jades sociales de Costa Rica a finales del siglo XIX34.
Más allá de Costa Rica, aparte de las publicaciones relacionadas con su tesis doctoral en Kaminaljuyú, donde hay varios trabajos sobre el Valle de Guatemala y Chimaltenango acerca de la obsidiana, su producción, redistribución e intercambio35, de los cuales destacan dos textos lanzados en el prestigioso rotativo American Antiquity. También existen obras sobre la arqueología de Perú, acerca de temas varios como las industrias líticas del Valle de Palcamayo36, las ocupaciones Paleoindias en Junín37, los sitios pre-cerámicos -en cuenta abrigos rocosos- en la anterior localidad y en el Cerro de Pasco/Piedras Gordas, con énfasis en el estudio de puntas de proyectil38 y el uso general de la lítica39.
Conclusión
Durante 43 años, Luis Augusto Hurtado de Mendoza Romero ha estado ligado -de una u otra manera- a la arqueología costarricense. Primero con su «breve» (poco más de un lustro) pero significativo paso por la Universidad de Costa Rica, elevando así los estándares de la enseñanza y la investigación arqueológica; al igual que no desligando esta disciplina de su impacto-relación con la sociedad costarricense, mediante el afamado TCU de Guayabo. Don Luis trajo consigo nuevas preguntas de investigación para el contexto nacional y la clara convicción de que el camino era buscar un ejercicio científico transdisciplinar para consolidar la arqueología en el país.
Durante la década de 1990 y principios del siglo XXI, sus esfuerzos se concentraron en estudiar y visibilizar -a la vez que concientizar- acerca de los recursos culturales (más que todo los antiguos o arqueológicos) contenidos en las distintas reservas biológicas y parques nacionales del territorio costarricense. Volviendo a tener un papel central, a partir del 2000, en la «arqueología de contrato» con su epicentro en distintos megaproyectos del ICE, como coordinador y supervisor de todas las labores arqueológicas destinadas a realizarse en los estudios de impacto ambiental asociados, esto hasta el 2017.
Su producción científica es impresionante, con más de 60 artículos publicados, algunos de ellos de reciente data -de menos de dos años-, todo lo cual deja patente una carrera profesional destacada y muy activa. De modo que la impronta de su huella ha quedado impregnada en varias generaciones de personas arqueólogas de Costa Rica.
Varias décadas atrás, don Luis se asienta en la Colonia Guayabo de Turrialba, donde su amor por el sitio en que tantos años trabajó y una identidad construida a su alrededor lo llevó a decidir vivir a tan solo 300 metros al sureste del Monumento Nacional Guayabo, en una casa de habitación acogedora que muchas personas hemos visitado y en la cual encontrábamos a don Luis (cuando no estaba en campo en algún proyecto) y podíamos tener largas e interesantes conversaciones con él.
Además, desde allí, instaura su centro de operaciones, primero con Sociedad & Ambiente Consultores, luego con el Centro de Información para el Desarrollo (CID-Guayabo), escribiendo y editando muchas publicaciones en alianza con casas editoriales no solo costarricenses, sino también de Nicaragua y Perú.
Hace 14 años, en el 2009, la Universidad Nacional del Centro del Perú le otorgó el título de Honoris Causa, máximo galardón para un académico e investigador, y un reconocimiento a una vida de aportes a la antropología y arqueología. Aquí, digamos, no aplicó el dicho «nadie es profeta en su propia tierra», pues en su país natal le mostraron altos respetos por la carrera profesional desplegada a nivel nacional e internacional. Un dato no menor es que en dicha casa de estudios don Luis obtiene tres títulos profesionales: en 1972 los bachilleratos de Sociología y Antropología y en 1975 su licenciatura en Antropología.
En el 2022, de una forma merecida, se organizaron dos encuentros para celebrar la obra profesional de Luis Augusto Hurtado de Mendoza Romero. Uno de ellos en las instalaciones del Museo Nacional de Costa Rica y el otro en la biblioteca pública de la Colonia Agrícola de Guayabo de Turrialba, los días 29 de julio y 27 de agosto, respectivamente. En estos eventos se rindió homenaje a los aportes de este notorio arqueólogo y su valor tesonero en los ámbitos de la investigación científica y la gestión cultural. A lo anterior se suma este pequeño análisis y síntesis de su trayectoria, con la esperanza de que mis palabras den crédito al papel del Dr. Hurtado de Mendoza y sus contribuciones para la arqueología y la antropología de Costa Rica, Perú y el continente americano.
Formato de citación según APA
Peytrequín-Gómez, J. (2022). Una mirada a la trayectoria y los aportes científicos del arqueólogo Luis Hurtado de Mendoza. Revista Espiga, 22 (45).
Formato de citación según Chicago-Deusto
Peytrequín-Gómez, Jeffrey. «Una mirada a la trayectoria y los aportes científicos del arqueólogo Luis Hurtado de Mendoza». Revista Espiga 22, n.º 45 (enero-junio, 2022).
Entrevistas realizadas
Marcelo Gaete Astica (antropólogo y ex-alumno del Dr. Hurtado de Mendoza en el primer lustro de 1980), en conversación con el autor, 27 de julio de 2022.
Marta Chávez Montoya (arqueóloga que laboró en distintos proyectos hidroeléctricos junto a Luis Hurtado de Mendoza (del 2006 al 2017), en conversación con el autor, 18 de julio de 2022.