A manera de introducción
Educa a un niño y educarás a un hombre. Educa a una niña y educarás a una aldea. Proverbio popular
Mirar las caras de las ingenieras solares indígenas Martina, Lucía y Ovidia, me recuerda a todas las mujeres que anhelan un cambio en el mundo y la fuerte deuda cultural que tenemos con ellas y los pueblos originarios. Mirarlas a ellas y a sus familias son una vía de redescubrimiento para apreciar mejor quién soy y quiénes somos, repensar la historia para comprender que esta ancestralidad determina nuestro presente y futuro. Revivo y celebro la sangre que circula en nuestras venas, porque somos parte de esta tribu milenaria asentada en esta América diversa y en este territorio ístmico.
El proyecto Mujeres de Luz nace en la Universidad Estatal a Distancia (UNED) en el 2016, cuando se logra que tres mujeres de pueblos originarios fueran capacitadas como ingenieras solares en la India, para que, a su regreso, instalaran paneles solares en sus comunidades. Se trata de Martina Caballero Caballero, Lucía Montezuma Rodríguez y Ovidia Caballero Carrera, mujeres pertenecientes al pueblo Ngöbe o Ngäbe, habitantes del territorio Conte-Burica, que es el que se beneficia a su vez de su esfuerzo y servicio. Ellas obtuvieron una beca del Gobierno de la India, bajo un proyecto que busca dar oportunidad a mujeres de territorios rurales que difícilmente son tomadas en cuenta. La UNED fue la institución en Costa Rica que gestionó todo el proceso para que obtuvieran la oportunidad, pero también fue necesario movilizar las alianzas con otras instancias para que se cumpliera el objetivo, no solo de formación, sino de consecución de los paneles solares. Esta historia, constituye un buen ejemplo de cooperación sur-sur, de trabajo interinstitucional, de apertura y visión institucional y de construcción colectiva de aprendizajes.
Estas mujeres representan a sus pueblos y territorios, y pese a que nunca estuvieron ni siquiera en un poblado urbano en Costa Rica, viajaron más de 16 000 kilómetros y permanecieron seis meses en un pueblo a cinco horas de Delhi, la capital de la India, lo que significó un cambio radical en todos sus hábitos1. Las mujeres no hacen esos enormes sacrificios por que sí, lo hacen por un deseo profundo de cambiar sus condiciones de vida y por abrir espacios para sus descendencias. Así, poco a poco, evoluciona el proyecto UNED Mujeres de Luz en Costa Rica.
Un esfuerzo de esta magnitud no puede ser atribuido a una sola persona, equipo humano ni a una única organización, pues son muchas las personas y organizaciones que sumaron para que tal hecho aconteciera. El origen de todo proviene de un proyecto innovador, denominado Barefoot College, quien se ha propagado por todo el mundo y que, a través de un ejemplo efectivo de responsabilidad social2 como este, Costa Rica también fue impactada.
El elemento más potente de este proyecto es la articulación de varios ejes sustantivos: las mujeres descalzas, las tecnologías limpias, el mundo de la ruralidad y la educación superior.
La forma en que estas personas y colectivos originarios son violentados, torturados y muertos es indescriptible. Ya sufrieron injusticias en el pasado, exclusión, marginación, violaciones y expropiaciones de todo tipo, no hay nada honorable en esa triste historia denominada descubrimiento o conquista americana ni en este presente donde se mantiene esa misma historia injusta, de antipatía, hostilidad, desinterés, invisibilización, neocolonialismo y muerte.
El Barefoot College, o universidad de las personas descalzas, con presencia en varios países del mundo, inspira y apoya al proyecto UNED Mujeres de Luz, que se convierte en una réplica contextualizada de una acción que busca romper con ese ciclo de discriminación e injusticia, mediante acciones precisas, en este caso, se logra que las mujeres descalzas puedan ejercer su liderazgo a través de la instalación de paneles solares en sus propias comunidades, hecho que trasforma la vida cotidiana, pues se iluminan sus noches y, con ello, sus dinámicas de vida.
Bunker Roy3, fundador del Barefoot College, es un hombre privilegiado de la India, que desde su juventud decidió entregar su esfuerzo personal y profesional para facilitar la educación a todas aquellas personas marginadas en su país y el mundo. Hoy se coloca como una de las instituciones emblemáticas en inclusión e innovación social del planeta4.
Esta universidad convoca a las mujeres descalzas, ya consideradas sin oportunidades para aprendizajes nuevos que transforman. El ampliar el acceso a la educación se traduce en un símbolo de poder, libertad, humanismo y reconocimiento a la capacidad humana de un aprender permanente. Al permitir que las personas de las zonas rurales tengan acceso a tecnologías concretas, se desmitifica la tecnología y se pone en las manos de los propios miembros de la comunidad5.
Fuente: Elaboración propia (2022). Fotografías de la autora, a excepción de la imagen de Herminia Miranda, propiedad de Mario Montezuma.
Esta alianza de la UNED con el Barefoot College, hace que ambas universidades se hermanen, las hace cómplices de esta aventura de cambiar el concepto y la praxis educativa, por una más inclusiva, gentil y liberadora, que refuerza el honor y valor de los pueblos originarios y campesinos a través de las mujeres, destacando su valía, valentía y cuidado de la naturaleza desde sus lugares como matriarcas comunitarias y su nuevo rol de ingenieras solares6. Lo hacen a través de métodos acordes a la población a la que se dirige, de manera que se fundamenta en un aprender-haciendo, se aprende desde la gestualidad, los colores, los números y la apropiación tecnológica acorde a las necesidades externadas por las mismas mujeres.
Cuando la periodista Amelia Rueda7 consultó cuál ha sido el mayor reto del proyecto UNED Mujeres de Luz, rápidamente, en un repaso mental, revisé las diversas escenas del proceso y, el único obstáculo encontrado, fue identificar el desprecio que tenemos hacia nuestra propia ancestralidad. Es decir, si esa población desapareciera de la noche a la mañana, las voces de protesta, denuncia y lamento serían pocas ¿Por qué? Simplemente porque a estas personas no se les otorga valía. Tampoco hay reconocimiento, visibilización e intercambio igualitario. El proyecto ha permitido valorar la ancestralidad que representan estas mujeres, al mismo tiempo que reconoce una sociedad desconocedora de la forma de vida y potencial humano de estas personas que nos definen históricamente.
El sistema patriarcal, tan enraizado y coincidente con el sistema capitalista, no es compatible con la forma de vida de las culturas milenarias, tampoco lo es con los ciclos vitales que tenemos las mujeres, por eso la maternidad, la lactancia materna y otros procesos ligados al cuido de la vida no tienen la relevancia que deberían tener8; por ese motivo, un proyecto de esta naturaleza no es fácil de echar a andar, porque, aunque las tecnologías amigables con el ambiente aportan y llaman la atención, las poblaciones protagonistas no son del todo las audiencias favoritas, todavía existe, en el resto de la población del país, estereotipos, prejuicios y desconocimiento de qué es lo que nos aportan a las culturas contemporáneas estas personas con sus prácticas y sistema de creencias. Observar y estudiar los orígenes propios o ajenos, no es algo que deleita a todas las personas, como tampoco lo es mirar hacia el futuro.
Durante el proyecto escuchamos voces cercanas de personas calificando a los pueblos originarios como una población conflictiva, como si la misma naturaleza humana no lo fuera. No se entiende su comprensión del mundo, su cercanía con la tierra, no se busca ni siquiera imaginar lo que es caminar en sus zapatos, no hay acercamientos respetuosos y genuinos, salvo escasas excepciones de colocarnos desde sus vivencias, es decir, de construir admiración, comprensión o empatía hacia esos seres que podrían ayudarnos a darle mayor sentido a nuestra existencia y presencia en esta vida.
Hace muchos años, estos grupos fueron los primeros ambientalistas, personas que entendían muy bien el tema del respeto y cuidado9. Por eso es que el mayor obstáculo ha sido encontrar las alianzas necesarias para hacer algo que impacte la vida de estas personas, liberarnos del miedo de mirarles, reconocerles y, en conjunto, defender su derecho a la tierra, a la educación, al buen vivir.
Hechos concretos derivados del proyecto
El proyecto inició en el 2017, a partir de la información que le hizo llegar la UNED a este grupo de mujeres. Viajaron a la India en marzo y regresaron en setiembre de ese mismo año. El recorrido histórico es el siguiente:
Periodo | Acontecimiento |
Mayo-Junio 2016 | Se conoce del proyecto a través de Rodrigo París, director del Barefoot College para América Latina. |
Junio-Agosto 2016 | Se indaga dónde había escasez de oportunidades, bajo índice de desarrollo humano y cuáles comunidades aún no contaban con energía eléctrica o era una posibilidad remota. Pese a que el país posee una matriz energética y cobertura envidiable, hay territorios que, por su distancia y difícil acceso, no cuentan con energía. |
20 julio 2016 | La UNED visita el territorio por primera vez y se reúne con las comunidades y se les delega la escogencia de las mujeres que irían a la India. |
Julio-Agosto 2016 | Hay molestia por parte de los hombres por no ser sujetos de elección y las mujeres tienen miedo de dejar sus familias por seis meses, y también temen por no contar con el apoyo de sus compañeros y demás familiares. |
Setiembre 2016 | Se concreta visita de Rodrigo París a Costa Rica. Se identifica y visita parte del territorio de Río Claro Guaymí. Se estudia el territorio de Alto Carona y comunidades aledañas, para completar al menos 100 familias participantes del proceso. |
Setiembre-Diciembre 2016 | Se agencian cuatro espacios para mujeres indígenas rurales costarricenses, con pocas opciones de capacitación, pero con deseos de aprender, buena salud, apoyo de sus familias y comunidades. Se inicia una búsqueda de fondos. |
Noviembre 2016 | Los nombres de las mujeres son comunicados. Se coordinan gestiones para exámenes médicos y trámites para la gestión de las becas y pasaportes a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y la Embajada de la India con sede en Panamá. |
Enero 2017 | Las cuatro mujeres se reúnen con el equipo UNED, para entender mejor a dónde van, cómo viajarán, cómo comunicarse y otras informaciones necesarias. |
Febrero 2017 | Costa Rica es aceptada como el país participante número 77 del mundo y 19 de América Latina. |
Marzo 2017 | Las mujeres están preparadas, pero una de ellas tiene miedo y según se supo, su familia no quiso que fuera. El día elegido, solo se presentan tres de las cuatro mujeres. |
17 marzo 2017 | Tres mujeres son movilizadas en un helicóptero desde sus territorios, ya que es el medio más ágil; aun así, les esperaba un viaje de Laurel a San José en un microbús de la UNED. |
21 marzo 2017 | Tres mujeres viajan de San José a Panamá, luego a Amsterdam y finalmente a Delhi, donde el Barefoot College les espera con un transporte y un viaje de cuatro horas más por vía terrestre hasta Rajastán, una provincia India, y finalmente el poblado de Tilonia, donde se ubica el Barefoot College. |
Marzo-Setiembre 2017 | Permanecen seis meses aprendiendo sobre energía solar, junto con otras mujeres semejantes de todo el mundo. El grupo es instruido mediante un idioma base que es el inglés, pero por la diversidad idiomática, se enseña mediante gestos, números y colores, y especialmente a partir de una práctica constante que permite conocer cómo se instalan los paneles y lámparas solares, conocimiento de los componentes y herramientas de instalaciones y funcionamiento de la energía solar a través de varios dispositivos. Todos los días, desde su llegada hasta su salida, hacen prácticas individuales y grupales, hasta llegar a dominar la información y los procedimientos. Su vida es aprender. También están aprendiendo desde la inmersión de una cultura, o muchas culturas, pues sus compañeras proceden especialmente de países asiáticos y africanos. |
Setiembre 2017 | Una vez concluida la formación, obtienen sus certificados de aprendizaje y se preparan para el regreso a Costa Rica. Luego de seis meses retomarán su vida cotidiana. Se han transformado, se notan más seguras de sí mismas, con experiencias novedosas y conocimientos que no imaginaron adquirir. Su llegada a la comunidad les hace sentirse extrañas, ahora la demanda comunitaria por la instalación es constante, si ya saben cómo instalar un panel solar es el momento de conseguir los equipos. |
2017-Noviembre 2018 | Se tocaron muchas puertas a grupos de cooperación, asociaciones diversas e instancias estatales. En este proceso, la UNED coordinó varias gestiones simultáneas. No fue fácil conseguir los recursos, este apalancamiento de fondos para la compra de los equipos fue un proceso arduo y complejo; aunque la historia generaba empatía, los recursos no estaban destinados a estas poblaciones. |
Marzo 2018 | Algunos esfuerzos no se concretaron y no es sino hasta dos años después (en el 2019) cuando por fin se logran destinar recursos de las mismas universidades estatales, de la UNED y del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), canalizado por las oficinas ubicadas en la zona sur, tanto en Pérez Zeledón como en Ciudad Neily. |
Junio-Julio 2019 | La compra se hizo como demanda la ley, mediante un proceso de licitación, con una empresa la seleccionada que ofrece un equipo moderno y vigente para ser instalado, esto también fue supervisado y se diseña un pre-armado con el apoyo del ingeniero Carlos Meza y su equipo, especializado en tecnología solar de la Escuela de Electrónica del Instituto Tecnológico de Costa Rica. Hay siete equipos completos en el TEC para ser estudiados. |
Julio 2019 | Todo esto lleva implícita una logística de almacenamiento y transporte que no fue sencillo, dada la ubicación geográfica de las familias a las cuales se les beneficiaría. La alianza con el IMAS facilitó precisar las familias habitantes y sus ubicaciones exactas, así como compartir una logística para la entrega de los equipos que resultó valiosa y la cual compartimos para facilitar los procesos de entrega. Ese proceso tomó tiempo y una coordinación muy estrecha, se sumaron las aeronaves, concretamente helicópteros de la Dirección General de Aviación Civil, instancia que facilitó helicópteros capaces de movilizar gran cantidad de equipo como aporte a una causa humanitaria. Sumaron a estos esfuerzos de coordinación la Casa Presidencial y el Ministerio de Economía y Comercio, fuertes aliados de este proceso. |
Julio 2019 | La formación o capacitación podría ubicarse en varios momentos, al inicio del proyecto cuando las mujeres parten a la India, y otro durante la fase de entrega e instalación, siendo liderado por las mujeres mismas, ellas tomaron parte de los diversos momentos, pues son las responsables ante cada comunidad. Ellas, con soporte de la UNED, fueron explicando el proceso de instalación, reporte de daños, reparación de los controladores, luminarias u otros componentes. |
Julio-Diciembre 2019 | Se atienden varias consultas y apelaciones a la licitación de compra. Se organiza el envío de los equipos a Ciudad Neily. |
Marzo 2020 | Se cancelan todas las giras de la UNED por la situación pandémica a raíz de la COVID-19, hasta nuevo aviso. |
Febrero-Marzo 2021 | Gira para entrega de los equipos en todos los territorios de Conte-Burica donde residen las familias. Se contó con viajes en helicóptero con apoyo de Fuerza Aérea y la Ministra de Industria y Comercio, quien apoyó el proyecto. |
Abril 2022 | Se asesora, capacita y se envían algunos repuestos y equipos a las ingenieras solares. |
Mayo 2022 | Se estudian otras formas de continuar el proyecto mediante hornos/cocinas solares y se apalancan fondos para extender el proyecto a otras comunidades lideradas por mujeres. |
Fuente: Elaboración propia con apoyo de Maureen Acuña, equipo Mujeres de Luz, UNED (2022).
Un proyecto de esta naturaleza contó con la colaboración de instancias rectoras en el país para guiarnos de manera adecuada, pero también de otras instituciones anteriormente nombradas y personas, que se sumaron de manera voluntaria y que a la fecha hicieron posible que sean 224 soluciones solares las que hoy facilitan la vida de muchas personas.
Hay reportes de usos muy diversos, como carga de celulares, conectar computadoras para cargar o trabajar de manera directa, conectar una plancha, olla, lámparas u otras luminarias y hasta televisores de bajo consumo. Las personas manifiestan su alegría y gratitud. Las ingenieras solares, por su parte, cumplen al fin su rol de llevar luz.
La mayor frustración del proyecto fue el tiempo, ya que tomó cuatro años para llegar a esta etapa de instalación, eso hizo que algunas personas cuestionaran si verdaderamente los paneles solares llegarían algún día, dadas las muchas promesas no cumplidas que han enfrentado estos pueblos.
Se logró cumplir y superar la meta de 150 paneles que fue el número que se había estimado por los recursos iniciales con los que se contaba. La expectativa se mantiene, producto de esa confianza adquirida, ahora las mujeres están iniciando un proyecto con máquinas de coser, que también pueden ser eléctricas para continuar con nuevos proyectos personales y comunales. También se espera que ellas sean las formadoras de otras mujeres, en sus mismos territorios y otros donde se emprendan proyectos semejantes, así como continuar con la construcción de cocinas solares, dado su familiaridad con esas tecnologías limpias y amigables con las mujeres.
La universidad constructora de puentes
La universidad se nutre de muchas fuentes, procesos, territorios, comunidades y personas. A veces se le percibe como si fuese un ente ajeno a la vida de una sociedad o cultura.
Con frecuencia, se cree que la universidad está a la vanguardia de las tendencias del futuro en todos los órdenes y, desde ese lugar, se pretende abordar a las personas, grupos, territorios, comunidades o movimientos.
Desde la academia, se debe reconocer que la universidad hace muchos esfuerzos valiosos y nobles para aportar e impactar favorablemente a los pueblos y a los territorios en materia educativa, pero no siempre se logra. La fragmentación disciplinar de la universidad no está contribuyendo, pues ante dimensiones como la rural indígena, nos acercamos con visiones limitadas y con presencias tímidas, solo vestidas de lo académico, porque no hemos sido capaces de construir universos o multiversos desde la universidad, sino que solo arribamos a través de pequeñas naves de conocimientos limitados que pretenden transformar en casi completa soledad, las grandes constelaciones humanas, complejas, pletóricas de vida y a las que apenas podemos ver y dialogar a partir de alguna de nuestras producciones académicas.
Estos grupos humanos están en resistencia permanente desde la invasión europea.
En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.10
Son conglomerados humanos que no han tenido tregua desde hace más de cinco siglos, no han podido, desde entonces, ser libres para extender sus alas, moldear su vida y decidir su destino.
Como nuestra cultura, también requiere de perdón y reconciliación, pues las heridas abiertas de estos pueblos no han sanado y la restitución de nuestras generaciones no se ha completado. Es una brecha o herida abierta que debe sanar de una vez por todas, pero esos actos de valentía aún no se producen con la intensidad necesaria. Al respecto, Nelson Mandela dijo:
Todavía hay mucha discordia, odio, división, conflicto y violencia en nuestro mundo en los albores del siglo XXI. Una preocupación fundamental por los demás en nuestra vida diaria y en nuestra comunidad bastará para hacer del mundo ese lugar mejor con el que soñamos con tanta vehemencia. (...) Lo más fácil es romper y destruir. Los héroes son los que firman la paz y construyen.11
El proyecto UNED Mujeres de Luz ha sido una experiencia que, al mismo tiempo, ha permitido la creación conjunta, así como una ruta de conciliación desde el respeto, la confianza y la regeneración de la vida12. Aquí es imposible no hacer una analogía con los cinco pilares de la Academia de Líderes Ubuntu13, una instancia que trabaja fuertemente el tema del perdón, la reconciliación y en busca de que comprendamos que somos una sola familia humana y no grupos separados como insistentemente creemos. Intentemos leer esta experiencia a través de esos cinco principios:
Autoconocimiento. La selección de las mujeres para su viaje a la India estuvo determinada por sus propios parámetros, es decir, no fue la universidad con sus condiciones de selección, sino las mismas comunidades quienes eligieron con los requisitos dados por la Embajada de la India; eso no solo es respeto, sino la seguridad de que la selección es su responsabilidad y libre determinación, porque se conocen y son capaces de auto seleccionarse. En la institucionalidad, acostumbramos a ser quienes tomamos las decisiones, en nuestro caso, nos esforzamos por reconocer quiénes somos y quiénes son las personas para las cuales las becas y la experiencia tendría sentido, así que quienes mejor se conocen son ellas mismas y sus comunidades, ahí recayó la decisión de quiénes aprovecharían la oportunidad.
Autoconfianza. Las mujeres fueron hasta Tilonia en la India, aprendieron y volvieron para compartir sus saberes. Tuvimos aprehensión de enviar a las mujeres solas, a un viaje lejano, a un contexto desconocido, pero la confianza en lo propio la pusimos en ejercicio. En especial ellas, su autoconfianza las hizo más fuertes y hoy podemos contemplar mujeres seguras de sí mismas, confiadas y dando un ejemplo a sus familias y comunidad de su fuerza, entereza y orgullosas por ser ellas las provocadoras de la relación luz-energía-comunidad. Sin autoconfianza es difícil creer en los procesos y creer en las personas que nos rodean.
Resiliencia. Esa capacidad de afrontar y vencer los obstáculos: tener fe, propósito y esperanza son algunas de las características que vimos en el ejercicio de ser resilientes. No es fácil creer en lo que no se ve. Vencer los miedos a lo desconocido, alejarse de sus parientes seis meses y hacerlo por primera vez en la vida; y sus familias ver volar a esas mujeres centrales en sus vidas personales y comunales, no fue sencillo. La resiliencia permite mostrar la fuerza colectiva también, pueblos completos como los pueblos originarios son altamente resilientes, si no, ni siquiera estarían hoy aquí con la cadena de sucesos que han tenido que enfrentar.
Empatía. Colocarse en sus zapatos fue clave en este proyecto, pues pocas veces experimentamos tanta pasión, alegría vital y al mismo tiempo, el estar cerca y caminar con ellas, nos permitió reconocer las fuertes contradicciones, ante un mundo que se vuelve hostil, amenazante, burlón, despersonalizado, pero que poco a poco entre todas logramos remover esas barreras de un nosotras y un ellas, para crear un solo «nosotras» y ser todas mujeres de luz. La comunicación, más allá de las palabras, devela el poder de la humanización. Al mismo tiempo que se disminuye el ego académico que quiere salir para dar respuesta y solución a todo, la mayoría del tiempo, podríamos decir lo que las personas quieren es la cercanía, el trabajo conjunto, que compartamos las muchas posibilidades que tenemos desde la universidad, de manera que ha sido un ejercicio de observación, escucha y diálogo permanente.
Servicio. Cuando el servicio se mezcla con lo académico se tiene un recurso poderoso. Nuestros egos se diluyen con el poder grupal, nuestros pedestales caen, los títulos académicos no tienen importancia alguna, importa nuestro amor, paciencia, amabilidad, determinación, contactos y respeto a los procesos de la vida. El liderazgo de servicio nos hace fluir. Ese liderazgo destroza las barreras, los muros y los obstáculos. Construye todos los puentes necesarios para que podamos cruzar en todas las vías. Los puentes sirvieron a la academia y también a los pies descalzos, sin discriminación el puente nos sostiene y nos hace fácil y rápido el transitar.
¿Por qué las universidades son puentes formidables? Los puentes son obras ingenieriles, pero también son un buen símbolo de esa capacidad extraordinaria de unir orillas, orígenes, de provocar el encuentro, la afluencia y el tránsito, no solo de lo humano, sino para la cultura en general. En nuestro caso, vemos puentes de conocimientos y aprendizajes.
¿Qué elementos se destacan como parte de nuestro aprendizaje como institución de educación superior? Como muchas organizaciones relacionadas con los aprendizajes y conocimientos, es necesario la inclusión y la disposición de explorar las diversas formas de aprender. A ese respecto, y conscientes de ello, se procura, en todo momento, la aplicación de los principios arriba citados: autoconocimiento, autoconfianza, resiliencia, empatía y servicio. Por supuesto, en un marco de respeto profundo, que se traduce en la escucha, acciones participativas, de construcción conjunta y consulta en todo tiempo, para que sean en este caso las ingenieras solares y sus comunidades, quienes tomen las decisiones y orienten las tareas en concordancia con sus necesidades y visiones. En paralelo se ha tenido una fuerte auto observancia para no imponer nada, para la articulación de las acciones y para el reconocimiento monetario, hasta donde nos ha sido posible. Nuestra institución ha sido generosa, facilitando todo lo que ha podido en este caminar, eso se comprende como parte del respeto y reconocimiento mutuo, desde un paradigma de universidad incluyente, recordando que los pueblos originarios están en otra lógica económica, no en la nuestra, de manera que nunca podemos equiparar las condiciones de las universidades y de los pueblos; por eso, es pertinente disponer de recursos para compensar los tiempos y presencia en nuestros encuentros, ya que no siempre tienen los medios financieros para desplazarse, acudir a talleres o reuniones o simplemente conversar con los equipos de investigación-acción de las universidades; se trata de una economía para la vida14, que desde la academia no siempre se comprende o practica, en este caso, también ese fue uno de los propósitos a favor de las mujeres, sus familias y comunidades. En todo esto, destacan las alianzas con otras organizaciones, quienes también han puesto diversos recursos para alcanzar las metas propuestas.
El proyecto no ha concluido con la instalación de las celdas solares, pues sus vidas se siguen transformando y ellas piensan en nuevas oportunidades, como en la construcción de hornos o cocinas solares y nuevas adaptaciones de tecnologías que pueda ser replicada por las mismas mujeres, no solo en sus territorios, sino en otros nuevos.
Inconclusiones para repensarnos
Sueño con una universidad cada vez más UBUNTU, es decir, esa que se le olvida que es solo un trabajo lo que hacemos, sino que se sitúa en una misión educativa que tiene que ver con potenciar a las personas estudiantes para, en conjunto, transformar a las comunidades que habitamos. Que lo que hagamos sea tender puentes y los conocimientos sean los ingredientes que nos transporten a lo profundo, apasionado, útil; que movilicen la creatividad, la innovación, las alianzas y todos aquellos recursos necesarios para cumplir con los propósitos comunes de los pueblos, territorios, instituciones y grupos organizados para que el impacto sea favorable al planeta.
Un panel solar puede ser un sistema insignificante en el mar tecnológico o un elemento insignificante para sentimientos egoístas, un recurso insuficiente en cientos de kilómetros a la redonda, pero es el principio de un proceso de apropiación humana, también de apropiación tecnológica; es el inicio de otra relacionalidad que desencadena el sentimiento de iluminación, de saber, de fortaleza, de confianza, de agencia o de simplemente fluir en esos procesos vitales que poseen sus propias matrices de sabiduría, productoras de regeneración y arraigo natural.
Como humanidad, hemos enfermado al planeta, también todos los habitantes de esta casa común lo estamos o lo estaremos. No es posible separar la crisis ambiental de lo que nos sucede como humanidad, es imposible desvincularnos, la red de la vida es una sola, enorme y compleja pero interrelacionada y sistémica15; por eso, este proyecto cumple con una perspectiva transdisciplinaria, con una perspectiva de género, con un enfoque planetario o sistémico y ha optado por las energías limpias, como uno de los caminos para impactar en menor escala al planeta, sin negar que nuestra sola presencia lo hace, ya sabemos que toda acción humana genera impactos, pero la idea es reducir esa huella y procurar el retorno a una vida más simple, feliz, pletórica de sentidos y significados. Desde ahí estas personas y pueblos tienen mucho que enseñarnos.
Desde el ecofeminismo, la lucha por la vida es parte significativa del movimiento y la tarea que nos hemos propuesto un contingente de mujeres alrededor del mundo, no parece ser un movimiento forzado ni acordado, se trata de un ejercicio espontáneo donde sin importar la latitud ni la edad ni otras características específicas, las mujeres estamos buscando la reivindicación y defensa de la Pachamama o Madre Tierra, como un ser viviente que nos nutre y nos representa a todas nosotras. De hecho, somos muchas las mujeres las que participamos en la defensa de todos los derechos, pero especialmente, de los derechos humanos de todas las personas. Está en la propia constitución o naturaleza y por estar durante milenios al margen de las decisiones, las mujeres comprendemos muy bien la necesidad humana de ser tomada en cuenta, el ser visibles y valoradas, al mismo tiempo que entendemos la fragilidad de los sistemas vivos, sabemos que, sin el cuido específico, la vida se acaba.
El ecofeminismo es ese encuentro de la ecología y el feminismo, es un punto de flexión de ambos movimientos, no siempre en encuentro, muchas veces antagonizado16.
La ubicuidad del feminismo hace que hoy le percibamos como un movimiento mundial, con diferentes matices. Vandana Shiva identifica un ecofeminismo de subsistencia, que promueve la cooperación, las alianzas y una estrecha vinculación entre las necesidades de alimento, techo y abrigo, versus lo que ella denomina necesidades superiores como la libertad y el conocimiento17; todo esto quiere decir que una buena parte de las mujeres sufre, ha sufrido o sufrirá las mismas violaciones y violencias que ha sufrido la Tierra. La misma autora centra su producción intelectual para esta vinculación: mujeres-tierra, ambos elementos vivos, que garantizan la reproducción de la vida, pero que el patriarcado y el sistema capitalista menosprecian, devalúan y desechan18.
Es tiempo de responsabilizarnos. Es el tiempo de actuar. Estamos entrando a una nueva era de actuación, donde esperemos que impere la vida en todas sus manifestaciones y donde queden atrás algunas prácticas desacertadas de personas y organizaciones. Si queremos que el mundo cambie, las mujeres debemos estar ahí con nuestra fuerza creadora y en representación de todas las mujeres que lucharon en la conquista de todos los derechos de todas las personas, animales y naturaleza en general. Con la libertad y el conocimiento, las mujeres estarán cada vez más presentes en todos los espacios sociales.
La universidad también debe transformarse y colocarse en el lugar de quien desea aprender y conocer, como desde hace décadas nos insistió Paulo Freire. La universidad debe intencionar los espacios para que las mujeres puedan asistir a esta transformación planetaria, que tanto urge de lo mejor de lo femenino de la especie humana, no desde una visión romántica y exclusiva de las mujeres, sino desde la traducción de una relación cercana, amorosa, de cuido y responsabilidad. Las mujeres que no están bajo control pueden y seguirán luchando desde los diferentes espacios y movimientos sociales en la defensa de todo lo que está en peligro.
La lucha es entonces política, por eso las vidas de Martina, Lucía y Ovidia son símbolo de poder y desafío a los sistemas establecidos. Al iluminarse sus vidas ellas también nos iluminan, la universidad responde así ante un desafío de un grupo que ha estado en exclusión. Por eso una universidad nueva, debe también procurar la presencia de todas las mujeres y la multiplicación de espacios de aprendizajes en libertad y creación. La inter-relación mujeres-comunidades-tecnologías amigables con el ambiente son clave en estas primeras décadas del nuevo milenio, que reclama más justicia social y ambiental.