Introducción
La migración es uno de los factores en pleno auge, tal como lo indica la Organización Internacional para las Migraciones (OIM, 2019), en 2019, la migración a nivel mundial fue de 271 millones de personas; mientras que, para 2020, fue de 281 millones de personas migrantes (OIM, 2022). Este fenómeno migratorio plantea desafíos significativos para el sistema educativo, particularmente en la integración de estudiantes migrantes en las instituciones educativas. Dicha integración implica brindarles un espacio acogedor, incluir sus saberes y las nociones básicas que requieren para comprender el funcionamiento del sistema educativo del país. En este sentido, valorar y respetar la diversidad cultural es esencial, siendo cada cultura una riqueza única tanto en la sociedad como en las aulas. Al reconocer y valorar la diversidad, el ambiente de aprendizaje se enriquece y se fomenta un mayor entendimiento desde los saberes de estudiantes migrantes. Todo ello, a fin de avanzar hacia una educación inclusiva y de calidad (Chávez et al., 2019; Quintriqueo-Millán et al., 2016).
En este sentido, la formación intercultural del profesorado se vuelve fundamental porque contribuye a que personas educadoras conozcan y valoren las diferencias culturales de sus estudiantes (Cernadas- Ríos et al., 2019). Conocimientos que les permiten proporcionar un ambiente de aprendizaje de respeto a la diversidad y la equidad educativa. Siendo dicha equidad, la igualdad de oportunidades para que estudiantes desarrollen su potencial académico y personal.
Por consiguiente, para el proceso de integración de estudiantes migrantes, es imperativo que el profesorado posea una capacitación sólida en interculturalidad; proceso que no solo requiere del conocimiento en cuanto a las diversas culturas, sino que también es importante el desarrollo de habilidades que orienten hacia la implementación de estrategias de enseñanza orientadas a generar un entorno inclusivo. Pese a la inminente importancia que tiene la formación intercultural, resulta preocupante que, en algunas instituciones de educación superior de América Latina, este curso no esté completamente integrado en la formación docente, en especial la interculturalidad desde la migración internacional (Hernández-Yulcerán, 2018; Belmar et al., 2019), tal es el caso de Chile (Pávez-Soto et al., 2023; Stefoni y Corvalán, 2019), Colombia (Castro-Suarez, 2014), España (Fernández-Ulloa y Gómez-Bragado, 2013), México (Pöllmann, 2017) y Ecuador (Quichimbo-Saquichagu, 2019); países en los que, aún se requiere trabajar en integrar de forma amplia la formación intercultural del profesorado.
Cabe señalar que la necesidad de trabajar en el proceso de formación intercultural en la etapa inicial y de forma permanente tiene por finalidad guiar al profesorado en el proceso de enseñanza con población diversa y, a su vez, garantizar una verdadera inclusión. Asimismo, la formación en interculturalidad hace uso de las situaciones y experiencias narradas por el profesorado en ejercicio (Sierra-Nieto et al., 2017), para con ello, responder de forma pertinente a las necesidades y a las dificultades que presenta el profesorado en su práctica de aula. Además, los saberes de las personas docentes pueden nutrir aspectos procedimentales, metodológicos, emocionales, actitudinales, éticos y cognitivos a otras docentes en formación (Vélez y Olivencia 2019). Así pues, la teoría debe estar acompañada de la práctica; en dicho caso, desde las experiencias educativas del profesorado en ejercicio, lo cual permite a maestros(as) contextualizar lo teórico en situaciones reales, siendo el aula el espacio en el cual el profesorado enfrenta desafíos y oportunidades para aplicar sus conocimientos, habilidades y diagnosticar las necesidades de sus estudiantes.
Por otro lado, el trabajo de integración de estudiantes migrantes a la educación implica no solo la formación del profesorado, sino también de un trabajo colectivo entre instituciones, familia y comunidad educativa. Para lo anterior, es indispensable que los Estados promuevan políticas y apoyo a las instituciones educativas, a fin de que estas brinden un ambiente acogedor en el que se valore los saberes, se brinde apoyo y orientación a estudiantes y con esto, se logre facilitar la integración tanto académica como social de escolares migrantes (Pávez-Soto et al., 2023; Chávez et al., 2019).
El presente ensayo tiene por finalidad resaltar la importancia de integrar la formación intercultural del profesorado en las instituciones de educación superior, especialmente, para aquellas que se encargan de la formación docente en América Latina. Esta formación se propone como fundamento para que el profesorado adquiera las herramientas y las habilidades que le permitan asumir aulas diversas y trabajar en el proceso de integración de estudiantes migrantes. Dicha formación involucra no solo aprender sobre la diversidad cultural, sino también avanzar hacia la sensibilidad intercultural, la cual permite una comunicación asertiva proyectada en la formulación y diseño de prácticas pedagógicas incluyentes, garantizando a estudiantes igualdad de oportunidades mediante la inclusión de los saberes de las diferentes culturas y el reconocimiento de que los propios prejuicios afectan sus acciones en la dinámica de enseñar.
Desarrollo del tema
Migración internacional e integración de estudiantes en la educación
La migración es el cambio de residencia que adquiere una persona a través del traspaso de un límite geográfico que ha sido previamente establecido; esta migración puede ocurrir de dos formas: internacional e interna, de manera internacional cuando se cruza la frontera de un país y de forma interna cuando se atraviesa una demarcación definida dentro de un país, esto incluye lo urbano y lo rural (Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL, 2023). Se debe señalar que aquella que se analiza y reflexiona corresponde a la migración internacional, debido a que la persona estudiante extranjera se expone a diferentes desafíos para incorporarse y adaptarse al nuevo sistema educativo. Para ello, tal como se ha mencionado con anterioridad, se reflexiona sobre la necesidad de la formación intercultural del profesorado para la integración de estudiantes migrantes. Aspecto que implica la sensibilidad intercultural para generar un diálogo que integre los saberes de estudiantes migrantes, siendo, por tanto, la diversidad en las aulas, una oportunidad para enriquecer la educación (Mason-Bustos, 2015; Moreno y Atienza, 2016).
Las personas en el proceso de migrar presentan cambios psicológicos y sociales (Coronel-Berrios, 2013), por lo que es importante apoyar a estudiantes hacia un proceso de adaptación en el nuevo contexto. La adaptación a una cultura diferente puede resultar compleja, dado que implica cuestionar y modificar los aspectos de la propia identidad cultural. Desde esta perspectiva, integrarse a una nueva cultura es un proceso difícil, dado que conlleva a un choque cultural y desafío emocional, como lo es la pérdida total o parcial de su identidad y la sensación de ser un “extraño” en el nuevo país de acogida.
La educación desempeña un rol fundamental en el proceso de integración de estudiantes migrantes. Por lo que la intervención requiere el conocimiento de una serie de categorías como el idioma, las políticas y currículo del país, la validación de los certificados para el año educativo, el proceso psicológico enfrentado por la separación con sus familias y el desarraigo de su país o localidad de origen (Hernández-Yulcerán, 2018). Aquí es relevante mencionar que el proceso de integración requiere del trabajo en el apoyo emocional, dados los sentimientos de soledad, aislamiento y discriminación que puedan experimentar tras migrar. Por ello, es importante que, desde el campo educativo, las personas docentes brinden un espacio seguro y acogedor, siendo el aula el lugar en el que pueden desarrollar prácticas educativas interculturales abiertas para un proceso participativo, democrático, solidario y de convivencia pacífica (Pareja de Vicente et al., 2020; Gaeta y Luna, 2019).
Por otro lado, estudiantes migrantes hacen un aporte significativo al aprendizaje del desarrollo de habilidades interpersonales, especialmente, la empatía, la comunicación asertiva, el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la colaboración. Estas habilidades son fundamentales para la comprensión de un mundo cada vez más diverso. Por ejemplo, estudiantes migrantes pueden aportar conocimiento en áreas como saberes culturales, arte, música, gastronomía, entre otros. De ahí que el profesorado pue- de hacer uso de esos saberes para enriquecer el aprendizaje empleando las diferentes perspectivas y no únicamente limitándose a enseñar desde la perspectiva dominante (Pincheira-Muñoz, 2021).
En resumen, la migración tiene una serie de impactos en la educación proyectados a la integración de estudiantes. Adicionalmente, la migración representa una oportunidad para el aprendizaje cultural y la valoración de la diversidad. Resulta fundamental que el profesorado cuente con las competencias inter- culturales para que, desde las aulas, puedan promover espacios inclusivos que les permitan atender las necesidades de estudiantes migrantes y brindar una educación de calidad.
Formación intercultural del profesorado con enfoque de justicia social
La formación intercultural del profesorado corresponde a la capacitación en competencias y el desarrollo de habilidades para una educación inclusiva y respetuosa hacia la diversidad cultural. Esta formación intercultural implica la adquisición de conocimientos tanto teóricos como prácticos de las diferentes culturas, la valorización de los conocimientos de la diversidad cultural en el aula, el desarrollo de habilidades pedagógicas para trabajar con estudiantes de diferentes culturas y el alcance de competencias comunicativas que promuevan la participación y comunicación afectiva entre profesores y estudiantes (Pareja de Vicente et al., 2020).
La incorporación de la formación en interculturalidad en los programas de formación de profesorado en algunos países aún no ha sido implementada, y en otros aún se requiere que los programas educativos profundicen más en los conocimientos, las herramientas y las competencias necesarias para trabajar en entornos educativos diversos y logren abordar cuestiones de desigualdad, poder y justicia social (Ibáñez-Salgado et al., 2018; García-Fernández y García-Marín, 2022).
Por consiguiente, el reconocimiento de que las instituciones de educación superior se enfoquen en los contenidos, actividades y espacios relacionados con la formación intercultural es crucial. Esto implica un enfoque holístico y práctico en los cursos de formación del profesorado en cuestiones interculturales que, a su vez, se traduzcan en prácticas reales y significativas en el aula de clase. Asimismo, los Estados, dada su condición de establecer leyes y ejercer poder (Hernández-Aragón y Flores-Hernández, 2021), tienen la responsabilidad de creación de políticas y regulaciones que se proyecten a trabajar en la formulación de espacios para la formación en interculturalidad del profesorado, encaminada a la autorreflexión del papel docente en la inclusión de estudiantes con diferentes trasfondos culturales.
Siguiendo la idea anterior, el llamado a que la formación intercultural promueva la reflexión sobre los sesgos y los prejuicios del profesorado en formación es fundamental para reconocer que los sesgos pueden influir en el trato y la enseñanza a estudiantes provenientes de diferentes culturas (Sales-Ciges, 2010). Además, es importante resaltar que la conciencia de la diversidad cultural y el respeto por estas no solo beneficia a la sociedad, sino que también es un aspecto relevante en la experiencia educativa que conlleva a la comprensión más profunda de las personas.
Por otro lado, la formación de profesores requiere del trabajo hacia la formación en la acción ética y la democracia como fundamento para la construcción de una sociedad más justa (Gaeta y Luna, 2019). En este sentido, resulta importante promover en las instituciones de educación superior una formación con enfoque de justicia social que prepare al futuro profesorado para una comprensión de las desigualdades sociales y los conduzca a ser agentes de cambio hacia la construcción de una sociedad más justa y humana (Robinson y Mogliacci, 2019).
Es de resaltar que la formación con enfoque de justicia social promueve que las personas profesoras en ejercicio puedan desarrollar procesos educativos basados en la justicia y se opongan a las prácticas escolares culturales que consideran injustas. Asimismo, induce a que profesores sean partícipes activos de organizaciones que buscan la igualdad y la justicia por medio del cumplimiento de los derechos humanos.
Además, el enfoque de justicia social contribuye a concientizar a profesores sobre su propio papel y los motiva a trabajar en el diálogo respetuoso y abierto con sus estudiantes (Cernadas-Ríos et al, 2019), desde la diversidad del aula en tradiciones, valores, creencias, prácticas y costumbres de las diferentes comunidades.
Los aspectos de la formación intercultural del profesorado que resultan necesarios son: el conocimiento intercultural, este les facilita a profesores adquirir conocimiento sobre las diversas culturas; las competencias comunicativas para facilitar una interacción; la formación en derechos humanos para enseñar a sus estudiantes la igualdad, la libertad de expresión, la no discriminación, la comprensión de los procesos de migración y globalización. Adicionalmente, se requiere afianzar en procesos pedagógicos para el diseño de estrategias incluyentes que permitan la participación de todas las personas estudiantes, las familias y comunidad en general (Leiva, 2017; Johnson-Mardones, 2015).
Por otra parte, la creación de espacios para la colaboración entre docentes de diversos orígenes culturales es, sin duda, una estrategia positiva, dado que el intercambio de ideas y la colaboración entre docentes con diversas perspectivas culturales puede ser beneficioso para mejorar la inclusión de estudiantes de diferentes orígenes culturales. Sin embargo, es importante asegurarse de que los espacios se gestionen de manera inclusiva y equitativa, y en el que todas las voces sean valoradas y respetadas. Además, la diversidad no se limita solo al ámbito nacional del profesorado, sino también a considerar profesorado de otros países. Estos espacios facilitan el intercambio de ideas y buenas prácticas para la planificación en conjunto de estrategias efectivas en la inclusión de estudiantes (Leiva, 2017).
En consecuencia, el énfasis en la formación intercultural de forma continua es fundamental para afrontar los diferentes fenómenos que surgen día tras día a nivel global y que impactan en el proceso educativo. En este sentido, la capacitación en interculturalidad tanto en la formación inicial como en la forma- ción permanente es esencial e implica que profesores estén dispuestos a seguir aprendiendo a lo largo de su carrera profesional en temas relacionados con la diversidad cultural (Cernadas-Ríos et al., 2019). Por lo tanto, el profesorado desempeña un papel fundamental en aprender y continuar un proceso de constante formación intercultural a partir del cual desarrolle su experiencia educativa y la creación de entornos educativos inclusivos.
En conclusión, la educación intercultural requiere de un proceso de formación continuo a fin de una actualización constante frente a los diferentes desafíos que emergen a nivel global y, por ende, influyen en el proceso educativo. En este sentido, la formación intercultural debe ser considerada como un componente fundamental de la labor del profesorado con el objetivo de garantizar una educación de calidad y equitativa para todas las personas estudiantes. De ahí que un(a) profesor(a) preparado(a) estará capacitado(a) para promover el respeto, la inclusión y el diálogo intercultural.
Síntesis y reflexiones finales
La diversidad cultural que existe en el mundo cada vez es más evidente, de hecho, los datos que entrega la UNESCO (2022) y la OIM (2023) dan cuenta de que la población migrante internacional ha incrementado en las últimas décadas. Respecto a esto, la Naciones Unidas (2018) indica que estudiantes migrantes internacionales actualmente representan el 3,5% de la población mundial, porcentaje que es mayor al del año 2000, en el que el porcentaje era del 2,8%. Esto demuestra la necesidad de abordar los desafíos de la educación, entre estas, integrar a estudiantes migrantes, quienes, por falta de conocimiento del sistema educativo, la falta de apoyo especializado, la falta de adaptación de los contenidos curriculares a su realidad y los desafíos emocionales que enfrentan dificultan su rendimiento académico y, en algunos casos, conlleva a la deserción escolar (Hernández-Yulcerán, 2018).
Por lo tanto, se plantea la necesidad de escuelas preparadas para recibir y trabajar en el proceso de integración de estudiantes migrantes, para lo cual se requiere la formación intercultural inicial y permanente del profesorado. Siendo dicha formación intercultural un vehículo de apertura que favorece la integración de estudiantes migrantes en el proceso educativo (Pedrero-García et al., 2017). Puesto que, tal como se expuso en argumentos anteriores, el profesorado interviene de manera directa y de forma activa en el logro de una adecuada integración de la población estudiantil migrante, mediante la implementación de estrategias educativas inclusivas.
Dicha formación debe proporcionar el conocimiento cultural y el desarrollo de habilidades interculturales necesarias para que el profesorado pueda elaborar estrategias de enseñanza guiadas por las necesidades de sus estudiantes. Además, se requiere de una formación intercultural que enfatice en la reflexión sobre las propias creencias y los prejuicios culturales, a fin de cuestionarlos y concientizar a profesores sobre la influencia de estos en su actitud hacia la diversidad cultural. Es más, se requiere una formación que promueva la capacidad para desarrollar un trabajo autónomo que motive al profesorado a indagar acerca de las investigaciones, prácticas pedagógicas y recursos para que adquieran conocimientos, desarrollen competencias y adopten actitudes que promuevan la comprensión y la valoración de la diversidad cultural de las aulas de clase.
Siguiendo la idea anterior, la formación intercultural promueve que profesores puedan desarrollar ambientes de aprendizaje inclusivos en los que el estudiantado sienta que sus saberes son valorados, se sientan seguros y respetados independientemente de su origen cultural. Esto implica el trabajo en valores y derechos que contribuyan hacia la construcción de sociedades más equitativas y justas.
En consecuencia, la formación intercultural proporciona al docente conocimiento de su papel en la integración de estudiantes migrantes, entendiendo que su sensibilidad es fundamental, establecer una comunicación efectiva con cada uno de sus estudiantes, reflexionar sobre su propia identidad y la influencia de su actitud en el aula. Además, ayuda a profesores a comprender y apreciar la diversidad cultural; enriquecer el proceso de aprendizaje a través de las perspectivas y saberes culturales; promover el diálogo constructivo y la búsqueda de soluciones; cuestionar los prejuicios y estereotipos culturales y abogar por la justicia social a través de la búsqueda del cumplimiento de derechos e igualdad de oportunidades para todos.
En definitiva, la formación intercultural de las personas docentes es fundamental por varias razones: primero, les permite adquirir conocimientos y competencias necesarias para abordar la inclusión de estudiantes migrantes y trabajar en entornos educativos diversos. Segundo, concientiza al profesorado sobre que su actitud puede estar influenciada por estereotipos y, por ende, puede presentar actitudes negativas en la inclusión de estudiantes migrantes. Tercero, el profesorado, al estar capacitado en interculturalidad, puede brindar una educación más inclusiva, equitativa y de calidad proporcionando igualdad de oportunidades para todas las personas. Cuarto, el profesorado comprenderá la importancia de incluir los saberes de estudiantes para enriquecer el proceso de enseñanza. Quinto, el profesorado podrá preparar a sus estudiantes para vivir en una sociedad cada vez más diversa y multicultural. Sexto, el profesorado se enriquece constantemente de las experiencias educativas que le ayudan a desarrollar estrategias didácticas más innovadoras.
Otra reflexión no menor es el trabajo entre las instituciones de educación superior y el aporte de las organizaciones mediante personas expertas en el campo de la interculturalidad, tanto nacional como internacional, a fin de enriquecer la formación docente y lograr una actualización continua de profe- sores. El conocimiento y desarrollo de habilidades interculturales permitirá a docentes preparar clases que fomenten una cultura de diálogo respetuoso y mutuo en sus aulas (Ibáñez-Salgado, et al., 2018). Este proceso involucra el uso de materiales y recursos educativos que fomenten la valoración cultural y reflejan los saberes de las diferentes culturas.
AGRADECIMIENTOS:
Se agradece a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) por la beca de doctorado nacional 2023 Folio N°. 21230572.