SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.15 issue31Determination of adequate plot size, using the maximum curvature method, for rice (oryza sativa) trials, in bagaces, GuanacasteDual courses design on the framework of a global strategy author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


InterSedes

On-line version ISSN 2215-2458Print version ISSN 2215-2458

InterSedes vol.15 n.31 San José May./Aug. 2014

 

La política exterior fascista desde el 1922 hasta el 1929: la "Italia de la Entente"

Fascist foreign policy from 1922-1929. Italian "Entente"

Chiara - D' Auria1*


Resumen

El artículo hace un seguimiento histórico de la constitución del movimiento político fascista que lleva a Benito Mussolini al poder en Italia. Se presta atención a las causas derivadas de la derrota de la primera guerra mundial, asumiendo esta como la raíz del descontento popular y pequeño burgués que finalmente lleva al triunfo de las ideas fascistas en Italia.

Palabras clave: Italia - Fascismo - Mussolini - Tratado de Locarno

Abstract

The article historical tracking of the constitution of the fascist political movement that leads to Benito Mussolini to power in Italy. The causes resulting from the defeat of World War I. This is the principal root of the bourgeois and popular discontent that ultimately leads to the triumph of fascist ideas in Italy.

Key words: Italy - Fascism - Mussolini - Locarno Pact


Las dos décadas de fascismo representan una parte fundamental de la historia moderna Italiana, y la política exterior implementada en el frágil y complejo periodo entre el año 1922 hasta el 1939. De hecho, es posible separarla en tres momentos principales: el primero abarca desde 1922 hasta 1929, el segundo desde 1929 hasta 1932 y finalmente, el que abarca el periodo entre 1932 y 1939. Cada uno de estos periodos es caracterizado por una concepción distinta de la estrategia política empleada, y por personajes y figuras distintas. Sin embargo, siempre existe un concepto de base con respecto al "Duce", quien consideraba importante explotar su política exterior para poder alcanzar dos metas principales: fortalecer el régimen e incrementar la influencia italiana en el ámbito internacional. Entre 1922 y 1929 Mussolini se apoyó en la política exterior para consolidar su poder, especialmente a nivel de la opinión pública.

Hasta 1929, de hecho la política exterior de Mussolini estuvo subordinada a la política interna y financiera por dos motivos principales: el primero, subjetivo, o sea por la necesidad del "Duce" de enfocarse primero en fortalecer su poder interno y de armarse de las herramientas e instituciones necesarias para poner en movimiento una política exterior más dinámica y fluida; y el segundo, objetivo, por la inmovilidad del panorama internacional que no le permitía tomar decisiones distintas a las que efectivamente llegó a tomar2. Esta actitud fue influenciada también por las relaciones entre las grandes potencias económicas y el fascismo, y por las opiniones que los demás países tenían sobre la Italia de Mussolini.

El fascismo había asentado raíces en Italia después del final de la Primera Guerra Mundial; sin embargo, aun antes de que esta acabara en el año 1918. Mussolini intentó establecer un movimiento para darle un giro revolucionario a la guerra. Seis meses después de que acabaran las hostilidades, un pequeño grupo de sobrevivientes e intelectuales que apoyaban la intervención italiana en la guerra, nacionalistas, anarquistas y sindicalistas revolucionarios se reunieron en una taberna en Piazza San Sepolcro en Milán, y crearon la organización denominada "Fasci di Combattimento" (haces de combate), cuya agenda era a la vez revolucionaria, socialista y nacionalista. Entre los estratos sociales más disconformes con el resultado de la guerra y de entre los ex-arditi (soldados sobrevivientes de la primera guerra mundial) Mussolini supo encontrar la esencia de vida que impulsaría su movimiento, ya que estas personas creían no haber recibido un justo reconocimiento por sus labores y valentía en el frente y se sentían humilladas por los insultos que recibieron de los militantes socialistas, quienes les habían demostrado su desprecio hasta en público y hasta con agresiones físicas.

Federico Chabod demostró que los verdaderos recursos del fascismo venían de la pequeña burguesía, especialmente la rural, y de un proletariado industrial y agrícola, además de la alta burguesía, que conformaba el núcleo de los "oficiales de complemento"de las Fuerzas Armadas Italianas3. A diferencia de las demás clases sociales, las cuales ya eran representadas por los partidos convencionales, después de la guerra la pequeña burguesía no contaba con ninguna representación y se veía amenazada, por un lado, por la militancia de los socialistas, y por el otro, por el gran capitalismo y su capacidad de absorber mercados y recursos.

Estos factores crearon terreno fértil para la creación el 23 de Marzo de 1919 en Milán, del primer "fascio di combattimento", el cual adoptó los símbolos que hasta esa fecha habían destacado los "arditi", como las camisas negras y la calavera. El movimiento fascista no solo atrajo los sobrevivientes, representantes del movimiento futurista, nacionalistas y sindicalistas revolucionarios, sino también eventualmente llegó a atraer sujetos de dudosa moralidad y cazadores de fortunas, incluyendo miembros de las agresivas squadre d'azione (equipos de acción), que pronto, motivo de sus acciones violentas, recibirían el negativo apodo de "squadracce".

A raíz del gobierno de Nitti y de las repercusiones sucesivas a las acciones de Gabriele d'Annunzio en la ciudad de Fiume (sobre las cuales ahondaremos más adelante), creció la desilusión con respecto a los tratados de paz, y las políticas liberales del viejo Estado fueron generando mucha inquietud. Las elecciones del 16 de Noviembre de 1919 (las primeras en hacer uso del sistema de representación proporcional) marcaron el triunfo del Partido Socialista y del recientemente conformado Partido Popular, del sacerdote Luigi Sturzo, que seguía una línea de pensamiento altamente católica. El movimiento fascista, presente solamente en la comisión de Milán, no logró ningún escaño en el Parlamento.

A pesar de estos resultados, la estabilidad del país no era una certeza, puesto que los socialistas no colaboraban con los partidos "burgueses". Una serie de conflictos sacudieron Italia durante el biennio rosso (el bienio rojo, 1919-1920), protagonizados por las únicas organizaciones activas del momento: los sindicatos; culminando en 1920 con la toma de algunos terrenos, industrias, y la implementación de autogestiones con la creación de consejos obreros que eran similares a los soviet. Los terratenientes se vieron obligados a vender sus terrenos a los pequeños agricultores y a sus antiguos medieros: este fue el segmento de la población que Mussolini abordó para consolidar su poder, mientras los socialistas se dividían en distintas facciones internas y los populares intentaban competir con ellos.

Casi toda la pequeña burguesía de agricultores, artesanos o comerciantes, preocupada por estas ocupaciones en los terrenos y por los conflictos, se unió en el movimiento liderado por Mussolini. En pocos meses, Italia vio nacer 800 nuevos fasci, con aproximadamente 250.000 miembros, los cuales dieron vida a nuevas "squadracce" de los adversarios políticos, que se oponían a las ligas rojas (socialistas) y blancas (católicas) durante las huelgas o las tomas de terrenos, en un marco difuso de violencia política.

En setiembre de 1920 el presidente del Consejo, Giovanni Giolitti, logró resolver, otorgando limitados aumentos salariales, el tema de la toma de las fábricas, lo cual restableció el orden legal. Una vez lograda una temporal paz social interna, se enfocó en el tema de la ciudad de Fiume. Luego de aguerridas negociaciones entre Italia, Yugoslavia y D'Annunzio, Giolitti autorizó acciones militares enfocadas en desalojar las fuerzas del Carnaro, y que culminaron en la infame "Navidad Sangrienta" de 1920.

El squadrismo fascista prevaleció por encima del sistema de los partidos tradicionales: en 1921 el PSI se dividió en dos facciones, dando vida al Partito Comunista Italiano, mientras que el 7 de Noviembre de 1921 nació el Partido Nacional Fascista (PNF). De esta forma, el movimiento se transformó en partido, y abandonadas las teorías del sindicalismo revolucionario, se negociaron algunos compromisos con las fuerzas más moderadas. La popularidad del partido creció rápidamente, especialmente después del Congreso de Nápoles de 1922, en el cual 40.000 camisas negras clamaban marchar sobre Roma. Mussolini actuó en un momento favorable, cuando un contingente de 50.000 "squadristi" opuestos a la Capital se había reunido en el Norte de la región Lazio, el día 28 de Octubre de 1922. Mientras las fuerzas armadas se preparaban para enfrentar el inminente ataque fascista (con el General Badoglio como principal promotor de la línea más dura), el rey Víctor Manuel III no permitió que el Ejército Regio reestableciera la legalidad reprimiendo el intento de golpe de estado y alejando los insurreccionistas.

La Corona, para evitar otra masacre que habría podido llevar el país hacia una segunda guerra civil, no firmó el decreto de Estado de Asedio, así dejándole abierto a los fascistas, para todo propósito práctico, el camino hacia la ciudad capital. Las camisas negras entraron a Roma el 30 de Octubre y, completada su marcha (la cual quedó registrada en la historia como la "marcha sobre Roma"), el rey encargó a Benito Mussolini para que formara el nuevo gobierno. Víctor Manuel III creía poder utilizar Mussolini para centralizar el poder de la Corona en contra del Parlamento. El nuevo gobierno incluía sujetos de los partidos moderados del centro y de la derecha, militares y algunos representantes fascistas. Entre las primeras iniciativas hubo el intento de "normalizar" las squadre fascistas (que seguían cometiendo agresiones), medidas a favor de los veteranos de guerra heridos o mutilados, la reducción del gasto público, la reforma educativa, la firma de los Acuerdos de Washington sobre el desarme naval, y el aceptar el statu quo con el reino de Yugoslavia con respecto a las fronteras orientales y la protección de la minoría Italiana en Dalmacia.

En este contexto se desarrolla la política exterior del primer gobierno de Mussolini, sobre la cual, según Carocci4, tenía mucho peso el supra-citado factor subjetivo, ya que la mayoría de los actores de la economía italiana todavía consideraban la política exterior como un problema distante y menos importante que la política interna, económica y sindicalista. De hecho, este segmento del país tenía interés en incrementar las exportaciones y los intercambios con el exterior, especialmente a causa de la delicada situación económica del periodo, y por lo tanto prefería mantener buenas relaciones con varias Potencias. Primero que todo, con Francia, de cuyas exportaciones dependían varios importantes sectores industriales italianos; y finalmente con Yugoslavia, el principal mercado meta de las exportaciones italianas.

Por lo tanto queda claro que hasta el 1929 Mussolini non habría podido implementar una política exterior distinta a la que de hecho terminó implementando. Pero en lo que concierne el segundo factor, el impacto de la opinión de la comunidad internacional sobre los designios de la política exterior de Mussolini, todavía no contamos con un estudio sistemático5. Sin embargo, este elemento tuvo un impacto importante, sobre todo durante la primera década de estos veinte años, cuando la Italia fascista parecía paradójicamente menos peligrosa que otros países, puesto que era fruto de un fenómeno específicamente italiano y no europeo. La creación del gobierno de Mussolini en 1922 no fue motivo de mucho alarmismo en el ámbito internacional: muchos, de hecho, pensaban que era mejor que los débiles e inestables gobiernos que se habían seguido uno a otro hasta el momento en Italia; otros consideraban el fascismo como un fenómeno que pronto desaparecería nuevamente dentro de las fuerzas liberales; otros aún veían el fascismo como una fuerza "afín" que podría rescatar a Italia del bolchevismo.

El panorama internacional del posguerra era caracterizado por el diktat impuesto por Alemania, que ahora era república, por las fuerzas vencedoras, por la hegemonía francesa en Europa, por la pérdida de la centralización política y diplomática de Gran Bretaña, y por la emergencia del rol de los Estados Unidos de América como país líder. Alrededor de Alemania, existía ahora un "círculo de seguridad", conformado por pequeños estados recientemente conformados, que habían surgido sobre las cenizas del Imperio Habsburgo y Ruso. El Imperio Otomano había dejado de existir, Grecia era un estado independiente al igual que Turquía. Yugoslavia reunía lo que, hasta hace una década antes, había sido el "polvorín balcánico ". Después de la Revolución de 1917, Rusia era liderada por Lenin y sus hombres.

La opinión pública internacional no era contraria al fascismo: inclusive los jueces se mostraron cautos en ocasión del incidente de Corfú y del asesinato de Matteotti. Con respecto al primero, el incidente de Corfú inició a causa del homicidio de los miembros de una misión militar Italiana en territorio Griego, la mañana del 27 de Agosto de 1923, en Zepi, sobre el camino entre Giannina y Kakavia, cerca de la frontera entre Grecia y Albania. En 1921, Italia había sido nombrada por la Conferencia de los embajadores (órgano del Consejo Supremo Aliado6) para que participara en la comisión para definir la frontera con Albania. Al General Tellini, a cargo de la misión militar asesinada en Giannina, se le había encargado definir las líneas limítrofes entre Grecia y Albania y entre Albania y Yugoslavia. Mussolini denunció fuertemente esta masacre, y envió un ultimátum al gobierno Griego. Exigía disculpas formales, la creación de una comisión investigadora que identificara los autores del homicidio, y que los culpables fueran sentenciados a pena de muerte. Además se le exigía a Grecia reconocer una compensación de 50 millones de liras y que la flota griega rindiera homenaje a la bandera italiana. Puesto que el gobierno Griego aceptó la propuesta sólo parcialmente, Mussolini decidió desplegar cuatro buques de guerra acorazados en el mar Jónico, y el 29 de Agosto tomó Corfú. Grecia solicitó la intervención de la Sociedad de Naciones, donde Gran Bretaña daba su apoyo a Grecia, mientras que Francia a la posición italiana. De hecho, Mussolini exigía que el incidente fuera resuelto por un arbitraje de la Conferencia de Embajadores, y no de la Sociedad de Naciones.

Así sucedió y la misma Conferencia aceptó la legitimidad de lo que Italia le exigía a Grecia, y el 27 de Septiembre las tropas Italianas abandonaron la isla. El delito Matteotti, por otro lado, le costó la vida al secretario del Partido Socialista Unitario Giacomo Matteotti, quien el 30 de Mayo de 1924 había tomado la palabra en la Cámara de diputados para oponerse a los resultados de las elecciones que se habían celebrado el 6 de Abril anterior, denunciando las agresiones, la ilegalidad y los abusos cometidos por los fascistas para poder ganar las elecciones. Durante su discurso, Matteotti propuso anular la elección de un grupo de diputados quien, -según él- habían sido elegidos en forma ilegítima, resultado de agresiones y fraudes. Su propuesta fue rechazada por la Cámara con 285 votos en contra, 57 a favor y 42 abstenciones.

Su histórico discurso del 30 de Mayo, según Giorgio Candeloro, «le dio a Mussolini y a los fascistas la clara sensación de estar enfrentando en esa Cámara una oposición mucho más agresiva de la que existía en la Cámara anterior, no dispuesta a sufrir pasivamente ilegalidades e injusticias»7. El 10 de Junio de 1924 Matteotti fue secuestrado en el malecón Arnaldo da Brescia sobre el río Tíber de Roma, mientras se dirigía hacia Palazzo Montecitorio. Los secuestradores eran unos sujetos que luego serían identificados como miembros de la policía política: Amerigo Dumini, Albino Volpi, Giuseppe Viola, Augusto Malacria y Amleto Poveromo.

Según la reconstrucción de los hechos, en el altercado dentro del vehículo que lo transportaba, Matteotti fue herido en el tórax y falleció después de una larga agonía. La ausencia de Matteotti en el Parlamento no fue notada inmediatamente, pero ya el día siguiente a los hechos, el día 11 de Junio, la noticia de su desaparición repentina era publicada en toda la prensa nacional. Esa misma noche, Mussolini, quien declaró no haber estado al tanto de los hechos, fue notificado. El 12 de Junio, el automóvil utilizado en el secuestro fue ubicado gracias al testimonio de algunas personas que habían notado unos movimientos sospechosos, y que habían anotado el número de placa. Así, el magistrado Mauro Del Giudice, un jurista muy reconocido por su lucha a favor de la autonomía de la magistratura ante el poder ejecutivo, inició las primeras investigaciones. Pronto, todos los secuestradores fueron identificados y arrestados.

A pesar de ello, por intervención directa del "Duce", Del Giudice fue separado del caso y las investigaciones se vieron interrumpidas. El 22 de Junio en Bologna, Dino Grandi, sobresaliente representante del PNF, convocó una asamblea a favor de Mussolini, en la cual participaron aproximadamente unos cincuenta mil fascistas, y ese mismo día fueron arrestados Giovanni Marinelli y Cesare Rossi, otros dos autores del secuestro, que se habían entregado a la justicia. El 24 de Junio, el Senado, reunido con gran mayoría, volvió a confirmar su apoyo hacia Mussolini. El 26 de Junio de 1924 los parlamentarios de la oposición se reunieron en un salón de Montecitorio, que pasó a los anales de historia como "sala dell'Aventino", donde decidieron conjuntamente abandonar sus labores en el parlamento hasta que el gobierno no declarara su posición sobre la desaparición de Matteotti.

Aunque la búsqueda seguía, el cadáver de Matteotti fue hallado casualmente el día 16 de Agosto en un bosque de la Municipalidad de Riano, cerca de la ciudad Capital, por una unidad canina de la policía. Mussolini ordenó al Ministro del Interior Luigi Federzoni preparar un solemne funeral, el cual, sin embargo, se celebraría en Fratta Polesine, la ciudad de origen de Matteotti, y no en Roma. Desde el inicio de este suceso, y aún más después de que se iniciaran las investigaciones, gran parte de la opinión pública creía que Mussolini era el responsable de los hechos.

El 3 de enero de 1925, en un discurso ante la Cámara, Mussolini rechazó categóricamente las acusaciones de haber sido involucrado en el homicidio Matteotti, sin embargo después, con un repentino cambio de tono, en dos partes distintas del discurso se declaró responsable de hechos ocurridos y del clima violento en el cual se habían dado todos los delitos políticos de los últimos años, acusando a los diputados "aventinianos" de ser sediciosos.

A pesar de ello, la opinión histórica no considera Mussolini como el responsable directo del homicidio de Giacomo Matteotti8. Con respecto a estos dos eventos, la opinión pública internacional se inclinaba por pensar que el incidente de Corfú era una manifestación de las intenciones del "Duce", quien quería hacer palanca de circunstancias internacionales buscando un giro a su favor, dándole a Italia la imagen de una gran potencia Europea. En cambio, el homicidio de Matteotti fue percibido como un evento interno italiano, que no afectaría las relaciones diplomáticas9.

Muchas personas en Francia, e inicialmente también en Alemania, hablaron de cómo estos dos eventos recalcaban el carácter antidemocrático y nacionalista del fascismo (como por ejemplo Éduard Herriot, líder de la coalición Francesa del Frente popular, quien dijo que la Italia fascista era una «hermosa mujer caprichosa que otorgaba sus favores al mejor postor»10). La mayoría de los conservadores Ingleses, en cambio, juzgaba el fascismo en forma "realista", o sea como la punta de lanza de un eventual avance de la "amenaza roja", como un experimento "audaz" e interesante y de todas formas como un fenómeno estrictamente italiano. Por lo tanto, no es posible identificar un programa específico de Mussolini para la política exterior de este primer periodo.

Para este propósito cabe recordar que Mussolini nunca escribió una "teoría política" o un "plan de acción", como por ejemplo lo hizo Hitler con el Mein Kampf o con el Zweites Buch. Cabe también recalcar que la mayoría de los historiadores tienden a creer que para el momento de la creación de su primer gobierno, en Octubre de 1922, el "duce" ni siquiera tenía una noción clara sobre un plan de acción. Sin embargo, Benito Mussolini siempre había sido un político y un periodista quien dedicaba mucho interés en los asuntos de la política internacional. En este periodo entre 1922 y el 1929 Mussolini consideraba la política exterior como subordinada de la política interna y sus acciones, por una razón fundamental: él quería convertirse en el que la dictara. No cabe duda que aun antes de la ya mencionada marcha sobre Roma el "Duce" habría desarrollado ciertas opiniones que tendrían un fuerte impacto sobre su noción personal de las relaciones diplomáticas y de cómo manejarlas.

El pensamiento histórico de mayor peso, respaldado por sus discursos y ensayos, apunta a una perspectiva "darwinista" con respecto a la vida de las poblaciones y a las relaciones de poder entre Estados. Según Mussolini, la hipótesis de un pacifismo universal y de la extinción de la guerra era imposible, puesto que la lucha misma era un motor primario de la evolución. Además, Mussolini era un fruto de su era y, como muchas otras personas, creía que la paz de Versalles había "truncado" la victoria de Italia al final de la primera guerra mundial, y que por lo tanto era necesaria una revisión del tratado de paz.

El "Duce" creía firmemente que Italia podía extender su hegemonía sobre el Mediterráneo y sobre África, y que estaba lista para hacerlo, puesto que, a su parecer, con la guerra de 1915-1918 los Italianos habían descubierto un renovado "orgullo nacional", que el fascismo debía impulsar, promoviendo congruencia y seguridad a nivel de consenso interno y externo. Por lo tanto, podríamos decir que hasta el año 1929, Mussolini no elaboró una clara perspectiva de política exterior, sino que se enfocó en los impactos y efectos que la imagen del rol internacional de la Italia fascista repercutía sobre los italianos mismos, y en si estos aumentaban o no el consenso con el régimen.

A raíz de ello, el "Duce" elaboró una política exterior que fuera capaz de reafirmar la dignidad de Italia ante el mundo, y que permitiera alcanzar la igualdad Italiana ante las otras grandes potencias. La principal modalidad era proponer constantemente iniciativas que dieran un resultado inmediato exitoso para el régimen y para el nuevo rol que Italia quería tener en el panorama internacional. La política exterior de estos primeros años fue por lo tanto bastante estática y fue elaborada en función de la política interna, o sea, como un elemento más para el fortalecimiento del consenso dentro del régimen.

Debido al contexto internacional y en particular al europeo, la política exterior fascista entre 1922 y 1929 fue esencialmente una de "seguridad" en Europa y de "expansión" en el Mediterráneo oriental. Como eje fundamental para concretar este alineamiento era necesario mantener buenas relaciones con Gran Bretaña y con Francia, "viejas aliadas" de la Triple Entente. De hecho, el "duce" creía que solo por medio de una serie de acuerdos con estas dos potencias habría sido posible ir más allá de cumplir con el principio de seguridad colectiva que promovía la Sociedad de Naciones, y pasar a la expansión colonial. Con Gran Bretaña el fascismo implementó una política que podríamos llamar de "mutua benevolencia", la cual logró florecer y crecer, a pesar de la ocasional breve interrupción, y que culminó en la revisión, a favor de Italia, de los límites fronterizos de Cirenaica y Oltre Giuba (Jubalandia)11 .

A parte el aislado incidente de Corfu, el gobierno británico y el italiano no tenían motivos para la hostilidad. Gran Bretaña consideraba importantes las buenas relaciones con Italia porque este país no reclamaba territorio dentro de Europa, y constituía un contrapeso estable ante la política hegemonista de Francia, aun en el ámbito colonial, dado que el contraste Anglo-Francés no se había nunca extinguido completamente12, e Italia era el contrapeso perfecto como defensa ante París. Finalmente el primer ministro británico Neville Chamberlain, sospechando el potencial peligro o, por lo menos, desorden que el fascismo hubiera podido representar a futuro, prefirió "vigilar" Mussolini y mantener buenas relaciones para así tener una influencia más eficaz sobre él.

Y eso no es todo, Gran Bretaña también se benefició de sus buenas relaciones con Italia hasta en el juego diplomático: como por ejemplo, cuando en Setiembre de 1924, Mussolini logró el rechazo de la aprobación al Protocolo de la Sociedad de Naciones sobre el reglamento de disputas internacionales que Gran Bretaña quería ver rechazado. Este documento, mejor conocido como el Protocolo de Ginebra, había sido creado por idea del primer ministro Francés Édouard Herriot y del británico Ramsay MacDonald para fortalecer la Sociedad de Naciones creando los mecanismos para resolver disputas internacionales sin tener que recurrir a las armas sino más bien por medio de arbitrajes; en él también se declaraba la reducción de la mayoría a 2/3 (y ya no a la unanimidad de votos) en cuanto a votar sobre intervención armada del grupo de la Sociedad de Naciones en contra de algún país. Sus puntos más importantes involucraban la resolución de disputas por medio de la Corte Internacional de La Haya para disputas jurídicas o por medio del Consejo de la Sociedad de Naciones para disputas políticas; contemplaba una reducción de las armas, la cual se establecería en una conferencia internacional, y se delineaban sanciones económicas para aquellos países que infringieran el protocolo. El protocolo fue aprobado, pero nunca entró en vigor a causa de la derrota electoral de MacDonald en 1924; su sucesor, Stanley Baldwin, un conservador, se distanció del gobierno previo y dejó en el olvido el documento.

Además del protocolo de Ginebra, para Italia, Londres era un elemento fundamental para la implementación de su política colonial. Finalmente, en Londres se hallaban las reservas de oro del Banco de Italia, que habían sido guardadas ahí desde 1915 y no habían sido devueltas a raíz de las deudas de guerra; por lo tanto Gran Bretaña pesaba sobre las decisiones de Palazzo Chigi. Las reservas de oro habían sido depositadas en Gran Bretaña para financiar el préstamo que Italia requería para aliarse con las fuerzas del Entente durante la guerra13. En cuanto a Francia, Mussolini intentó, sin éxito, fortalecer los vínculos de amistad con Italia. Primero que todo, el "Duce" apoyó la política Francesa de la "garantía de producción "14, la cual no era del agrado de muchos círculos fascistas ni de los Ingleses. A partir de 1923 (luego del antes mencionado incidente de Corfú) el "duce" abandonó esta línea, alineándose cada vez más con Londres.

Según las teorías históricas de mayor crédito, un alineamiento Italo-francés era imposible por dos razones: la primera, la más general, era la actitud hegemónica continental de Francia y su oposición a cualquier revisión de los Tratados de paz. La otra razón, más específica, era el fuerte sentimiento antifascista que existía en Francia, compartido también por los italianos en exilio (sea este voluntario o no). Italia tenía un gran interés en establecer lazos de amistad con Francia, puesto que esta alianza, según el "duce", habría brindado cierta seguridad ante un peligro específico: el Anschluss15. A cambio de esta amistad, Francia prometía protección y ayuda con respecto a la seguridad de las fronteras Italianas en la zona de Brennero y en el mar Adriático. Sin embargo, París siempre había tenido y seguía teniendo una actitud claramente contraria a cualquier concesión colonial a favor de Italia. Esto a raíz de su filosofía hegemónica en Europa y de que percibían la ayuda para la protección de las fronteras italianas en Brennero y en el Adriático como un intercambio justo y suficiente.

Fue justamente la tensión que surgió de las relaciones Italo-Francesas de la época que llevó a Mussolini a responder ante Francia en dos formas distintas. Por un lado, intentaba formalizar un acuerdo con el primer ministro de Francia, Aristide Briand, pero por otro lado, intentaba destruir el sistema hegemónico Francés y su esfera de alianzas en Europa. De este modo Italia se habría convertido, ante los ojos de Francia, en un elemento esencial para su seguridad. Mussolini, por lo tanto, apoyó en primera instancia el revisionismo húngaro, y luego el alemán.

El primero, que nació en el periodo entre las dos guerras, se enfocaba en la revisión del tratado de Trianon de 1920, para la creación de una Gran Hungría unida, un elemento que representaría una amenaza para el cuadro hegemónico Francés y para contener Alemania en el Este. Después de la primera guerra mundial, de hecho, el Imperio Austrohúngaro había sido separado en las dos Repúblicas de Austria y Hungría. Mientras que la primera se vio obligada a ceder algunos territorios a Italia y Polonia, además de reconocer la independencia de Checoslovaquia y Yugoslavia, el reino Húngaro (orgulloso de su milenaria independencia) fue reemplazado por una república que carecía de muchos territorios. De hecho, Hungría perdió su tradicional acceso al Mar Mediterráneo; la Eslovaquia, donde habitaban muchos húngaros, fue unida a Bohemia y a Moravia, así creando Checoslovaquia. Finalmente, Transilvania fue unificada con Rumania. De este modo, el tratado de Trianon representó un marcado redimensionamiento húngaro, con mutilaciones territoriales a favor de todos los países vecinos, con una pérdida de más de 70% de su territorio nacional y con una población que pasa de 20,8 millones a ser de 7 millones de habitantes.

El otro revisionismo era mucho más peligroso para Francia, y buscaba la revisión del diktat de Versalles en lo que concernía sus cláusulas económicas y territoriales. El tratado de paz con Alemania había obligado este país a ceder Alsacia y Lorena a Francia; la Alta Silesia y Poznan y una línea de territorio que llegaba hasta la libre ciudad de Gdansk, a Polonia; y Schleswig a Dinamarca. Además, Alemania se veía obligada a pagar una enorme indemnización de guerra como reembolso por los daños causados a la Entente (aproximadamente 132 millones de marcos de oro); asignó su flota a Gran Bretaña y redujo su ejército a tan solo 100.000 hombres. Además perdió sus colonias, las cuales fueron repartidas entre Gran Bretaña, Francia y Japón.

Luego, a partir del 1929, se dio un cambio radical en el manejo de la política exterior. El liderazgo fascista había quedado decepcionado con la política exterior del "Duce", quien, a pesar de su firmeza con respecto al incidente de Corfú, era percibido como titubeante en cuanto al tema colonial. Los mismos líderes consideraban que la opinión pública, en su mayoría pacifista, habría podido dejar de apoyar al régimen ante una política excesivamente opuesta a Francia o a Yugoslavia. Por lo tanto, a partir de ese momento la política exterior comenzó a tener mayor importancia para Mussolini, puesto que lo que había sido enfocado para fortalecer su régimen internamente y su posición internacional, ahora representaba un riesgo, según la perspectiva del núcleo central del liderazgo fascista. Por este motivo, era necesario aplicar un cambio radical en su manejo más no en sus objetivos finales.

Además, a finales de los años Veinte el panorama internacional salió de la parálisis en la que había estado durante toda la década a raíz de la crisis que inició en los Estados Unidos pero que embistió al mundo entero. En el horizonte, se vislumbraban algunos cambios que le permitirían a Italia contar con mayor margen de autonomía y aceptación sobre el panorama internacional. La acción formal por medio de la cual Mussolini implementó este cambio en el manejo de su política exterior fue el nombramiento de Grandi como Ministro de Relaciones Exteriores en el año 1929. Un análisis de los eventos más salientes ocurridos entre 1922 y 1929, fecha en la que la perspectiva del "duce" sobre las relaciones diplomáticas cambió radicalmente, nos permite ver cómo la política exterior fascista se inclinaba por colaborar con la fuerzas de la Triple Entente16. Los temas más urgentes a resolver eran los de la frontera con Yugoslavia; de las remediaciones; y el de las deudas de guerra. Primero que todo en Enero de 1924 en Roma, se formalizó un tratado con Yugoslavia, según el cual el Estado Libre de Fiume sería dividido en dos partes (una parte asignada a Italia y la otra a Yugoslavia). Aun antes que eso, en las convenciones de Santa Margherita, en Octubre de 1923, Italia reconoció la independencia de Albania y se comprometía con Gran Bretaña y Francia para garantizar su protección.

El Estado libre de Fiume fue fundado el 12 de Noviembre de 1920, cuando el Reino de Italia y el de Yugoslavia firmaron el tratado de Rapallo, por medio del cual ambas partes reconocieron la plena libertad e independencia del Estado libre de Fiume, y se comprometieron en respetarla. De hecho, este era un territorio en Yugoslavia habitado por italianos. El nuevo Estado fue inmediatamente reconocido por la mayoría de países importantes, incluyendo los Estados Unidos de América, la Francia y el Reino Unido. El poeta Gabriele D'Annunzio no aceptó el tratado y, habiendo organizado unas brigadas informales, tomó la ciudad; poco después, el ejército militar Italiano lo desalojó con las acciones conocidas como la "Navidad Sangrienta" (24-30 de Diciembre de 1920).

Después de una serie de eventos el gobierno Italiano decidió enviar su ejército a Fiume. A partir del 17 de Septiembre de 1923 el general Gaetano Giardino fue encargado de proteger el orden público: el 27 de Enero de 1924, el Tratado de Roma ratificó la ciudad como italiana, y el 16 de Marzo el rey Víctor Manuel III llegó a la ciudad. El tratado asignaba la ciudad a Italia, mientras que la mayoría de las tierras aledañas y algunas partes periféricas (Puerto Baross, parte de Sussak y el río Eneo, o sea toda la cuenca y el delta) fueron anexadas a Yugoslavia; el gobierno del Estado libre de Fiume consideró estas acciones como judicialmente inaceptables, y siguió funcionando en exilio. Los acuerdos del tratado de Roma adquirieron una serie de reglamentos por medio de algunas cláusulas estipuladas por una Comisión Mixta, luego ratificadas por medio de los Acuerdos de Nettuno del 20 de Julio de 1925.

En 1923 fue formalizado el Tratado de Lausana, por medio del cual la soberanía Italiana sobre Rodas y el Dodecaneso quedaba reconocida, y antes de que entrara en vigor se presentó el incidente de Corfú. Obviamente Mussolini no tenía intención alguna de concretar la presencia de Italia en la isla, demostrado por el hecho de que se marchó sin resistencia alguna. Pero en cuanto al "porqué" de este despliegue de fuerzas, la tesis histórica más reciente afirma que esta acción tenía como meta el intimidar Yugoslavia, para que cediera a las exigencias Italianas con respecto a sus fronteras con Italia. Esta interpretación, a pesar de ser interesante, no resulta demasiado convincente17. El tema del Adriático ya había sido decidido, y él mismo "Duce" lo consideraba fait accompli con los antes mencionados acuerdos de Nettuno. La única explicación posible que esclarecería el incidente de Corfú es que Mussolini quería presionar a Grecia, país a quien, sin compensación alguna, ya habían sido sustraídos Rodas y el Dodecaneso.

En lo que concierne las remediaciones y las deudas de guerra, en Diciembre de 1922 la Gran Bretaña, la Francia e Italia se reunieron en Londres. El tema se había vuelto bastante urgente desde que la Administración de Estados Unidos había solicitado en Febrero de ese mismo año la liquidación de las deudas por parte de los aliados. Siendo que Gran Bretaña tenía el doble rol de acreedora y deudora, decidió convocar una reunión de los aliados, que culminó con el rechazo del plan de Mussolini, que se basaba en la teoria dell'abbinamento ("teoria de la combinación"). El "Duce" había propuesto pagar las deudas con las remediaciones, o sea pagar las deudas usando los pagos que debían llegar de los Alemanes. Cabe recalcar que los franceses también compartían esta tesis. Inmediatamente después, siempre en Diciembre de 1922, Alemania se declaró incapaz de efectuar los pagos de sus deudas. Debido a las dificultades en la relaciones entre Italia y Francia, Italia inmediatamente apoyó a los Ingleses. Los ingleses se comprometían en pagar la deuda hacia Estados Unidos de América a cambio de conectar este pago con el cobro de las reparaciones alemanas.

Puesto que no hubo forma de encontrar reconciliación entre la tesis Británica y la Francesa, se interrumpieron las relaciones diplomáticas entre estos dos países (en el año 1923) y la hegemonía Francesa prevaleció. Esta situación impulsó la política de la garantía de producción con la toma del Ruhr. Regresando al tema de las remediaciones y de las deudas de guerra, en 1924 se aprobó el Plan Dawes (que debe su nombre al político y banquero Estadounidense Charles Gates Dawes, el cerebro detrás del proyecto), según el cual las remediaciones eran posibles en base a la capacidad de pago del país deudor (o sea Alemania). Acto seguido, Francia, temiendo el rearme alemán, y no pudiendo intervenir por medio de la fuerza, intentó formalizar un acuerdo con Gran Bretaña para garantizar su seguridad; también Mussolini intentó participar en este reacercamiento, queriendo ofrecer el apoyo Italiano en garantizar la seguridad de Francia a cambio de tener mano libre en África y para garantizar la frontera entre Italia y Austria en el Brennero. Sin embargo, el gobierno de Briand no quiso otorgar ninguna concesión colonial. Por lo tanto, la delegación italiana en los tratados de Locarno se opuso al acuerdo franco-inglés.

Las reuniones en Locarno habían sido convocadas para promover un reacercamiento entre vencedores y vencidos. Los tratados de Locarno fueron una compleja serie de pactos y acuerdos diversos. El tratado principal fue el Pacto Renano (entre Alemania, Francia, Bélgica, Gran Bretaña e Italia), según el cual, por un lado Alemania, y por el otro Francia y Bélgica, reconocían las fronteras Alemanas establecidas en Versalles. Este tratado también sancionó la desmilitarización de un área a la orilla izquierda del Rin; la proscripción de las agresiones; la obligación de acatar el arbitraje pacífico en la resolución de disputas. Italia y Gran Bretaña eran los garantes del pacto y se comprometían con defender la víctima de cualquier agresión. Dos acuerdos firmados por Alemania, uno con Francia y el otro con Bélgica, especificaban el procedimiento de arbitraje a seguir en caso de alguna disputa. Alemania, recibiendo otra vez el mismo trato que las demás potencias, aceptó sus fronteras occidentales según lo delineado en el Tratado de Versalles (en particular, la cesión de Alsacia-Lorena a Francia). Alemania también formalizó acuerdos con Polonia y con Checoslovaquia, aceptando la resolución de disputas por medio de la aplicación del derecho internacional en procedimientos de arbitraje.

El primer ministro inglés Chamberlain, entendía que la oposición italiana hacía imposible el acuerdo anglo-francés. Este acuerdo, según Chamberlain, habría desbloqueado la situación de parálisis a la que se había llegado con respecto a los pagos y reparaciones. Entendía que era necesario tranquilizar a Italia con respecto a su inmunidad territorial, la cual estaba siendo amenazada por una posible unificación Austro-Húngara. Por este motivo el primer ministro británico le indicó inmediatamente a Mussolini que Gran Bretaña consideraba el Anschluss como algo totalmente imposible. A raíz de ello, Italia dejó a un lado sus reservas y el Tratado de Locarno fue formalizado con la firma de Mussolini en Octubre de 1925. Paralelamente también fue resuelto el problema de las deudas de guerra entre Italia por un lado y de Gran Bretaña y E.U.A. por el otro (acuerdos Volpi-Mellon, estipulados en Noviembre de 1925, entre el Ministro de Finanzas Giuseppe Volpi Conde de Misurata y el Secretario del Tesoro de Estados Unidos el señor Andrew Mellon). Los ingleses y los norteamericanos renunciaban, respectivamente, a 80% y a 86% de su crédito y las demás cuotas a pagar serían divididas sobre un plazo de 60 años. Además, Estados Unidos le otorgó a Italia un préstamo de 100 millones de dólares.

Por todo lo delineado en los anteriores párrafos, podemos afirmar que la política exterior de la primera década del régimen fascista fue marcada por la confianza y la colaboración con la Entente. Cabe recordar que el mismo Mussolini tenía el rol de Ministro de Relaciones Exteriores, y que había nombrado como subsecretario a Salvatore Contarini, quien fue instrumental y extremadamente hábil en el manejo de la línea diplomática italiana de la época. Contarini era un político y diplomático italiano de renombre: su rol es algo contradictorio puesto que, a pesar de ser el funcionario de mayor nivel del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mussolini no lo consultó en lo más mínimo durante el Incidente de Corfú. Sin embargo, la crítica histórica18  suele atribuirle a Contarini el mérito de haber sabido reducir al máximo las interferencias nacionalistas en la política exterior de los albores del fascismo, siguiendo las alineaciones con las "ententes balcánicas" de la Italia liberal. Bajo esta perspectiva fue interpretado el Tratado de Roma del 27 de Enero de 1924, con el Reino de los Serbios Croatas y Eslovenos, que sancionó la unión de la ciudad de Fiume con Italia. Según la misma línea se aceptó como Estado a la Unión Soviética (7 de Febrero de 1924) y, en 1925, Italia firmó el Tratado de Locarno.

Luego, además, Contarini autorizó las actividades en Albania del jerarca Alessandro Lessona, que llevaron a la formalización de un tratado militar secreto anti-Yugoslavia en Noviembre de 1925. Por medio de este acuerdo, de hecho, Albania ponía a disposición de Italia su propio territorio en la eventualidad de una guerra entre Italia y Yugoslavia. Seis meses después, en Abril de 1926, Contarini resignó a su puesto y dejó prematuramente su carrera diplomática, evitando un despido casi seguramente garantizado. La elección de Dino Grandi a cargo de Palazzo Chigi en 1929 se debió a diverso factores de política interna y por algunos desequilibrios específicos en el régimen. A pesar de haber previamente establecido vínculos inestables con el squadrismo fascista, Grandi había aumentado el peso y las dimensiones de su línea política en un corto plazo y con mínimo esfuerzo. Se volvió uno de los jerarcas «moderados» más importantes del régimen, junto con Giuseppe Bottai, Italo Balbo y Luigi Federzoni. Antes de ser nombrado Ministro de Relaciones Exteriores ejerció como subsecretario del Interior y en el Exterior desde 1924 hasta 1929.

Su nombramiento fue una renovación y un cambio radical en la elaboración y en el manejo de la política exterior fascista, en un marco internacional cada vez más marcado por el fortalecimiento de Alemania y de la crisis del principio de seguridad colectiva que había inspirado el final de la guerra, la formalización de la paz de Versalles y la creación de la Sociedad de Naciones.

2. P. Pastorelli, Dalla prima alla seconda guerra mondiale. Momenti e problemi della politica estera italiana (Desde la primera hasta la segunda guerra mundial. Momentos y problemas de la política exterior Italiana) (1914-1943), Milán, 1998, pp. 226.

3. F. Chabod, L'Italia contemporánea (1918-1948), Turín, Einaudi, 2002, pp. 258.

4. G. Carocci, La politica estera dell'Italia fascista (La política exterior de Italia fascista - 1925-1928), Bari, Laterza, 1969.

5. R. De Felice, Mussolini il duce - Gli anni del consenso (Mussolini, el duce - los años del consenso - 1929¬1936), Turín, Einaudi, 1981.

6. El Consejo Supremo Aliado era un comando central, con sede en Versalles, creado en 1917 por el primer ministro británico David Lloyd George para coordinar la estrategia militar entre Países aliados durante la primera guerra mundial. Al final de la primera guerra mundial, el Consejo se transformó en un órgano para el debate y el diálogo preliminar al armisticio de Alemania y para establecer las condiciones del tratado de paz.

7. G. Candeloro, Storia dell'Italia moderna, vol. 9, "Il fascismo e le sue guerre" (Historia de la Italia moderna, volumen 9, el fascismo y sus guerras), Milán, Feltrinelli, 1993, p. 66.

8. B. Gatta, Mussolini, Milán, Rusconi, 1988, pág. 142; R. De Felice, Mussolini il fascista (Mussolini el fascista) volumen I, Turín, Einaudi, pp. 600 y ss.; F. Chabod, cit., B. Croce, Pagine sparse páginas dispersas) vol. II, Nápoles, Ricciardi,1944, pp.376 y ss.

9. P. Pastorelli, cit.

10. Ibidem.

11. G. Calchi Novati, "L'annessione dell'Oltregiuba nella politica coloniale italiana" (la anexión de Jubalandia en la política colonial Italiana), publicado en la revista Africa: Rivista trimestrale di studi e documentazione dell'Istituto italiano per l'Africa e l'Oriente, Roma, IsIAO, aniño 40, no. 2, Junio 1985, pp. 221-254.

12. Desde finales del siglo diecinueve Francia se había enfocado en conquistar el continente Africano del Oeste hacia el Este, desde el Océano Atlántico hacia el Mar Rojo (el puerto de Yibuti), mientras que Gran Bretaña actuaba según el famoso lema «desde el Cabo hacia Cairo», o sea de Sur a Norte. Estas dos directivas chocaron en 1911 durante lo que sería recordado como el "incidente de Fachoda", en 1898. A pesar de la "Entente cordiale" (el entendimiento cordial) firmada por los dos gobiernos en 1904, los roces anglo-franceses se volvieron a despertar al final de la Primera Guerra Mundial.

13. Cfr. http://www.letturefantastiche.com/il_finanziamento_della_guerra_italiana_ 15_18.html

14. En Julio de 1922 el canciller Alemán Karl Joseph Wirth pidió una moratoria sobre las deudas Alemanas, debido a la fuerte inflación del marco. El primer ministro británico Lloyd George aceptó; el francés, Raymond Poincaré, acepto acatar la solicitud de Wirth a cambio de una condición muy específica: que las minas alemanas de la cuenca de Ruhr fueran dadas en garantía a los aliados. Esta Línea Política fue llamada la "garantía de producción". Gran Bretaña se mostró opuesta a este sistema, exigiéndole a Francia el pago de sus deudas de guerra (dado que Francia se encontraba en la doble posición de ser acreedora de Alemania y deudora de Gran Bretaña). París manifestó su disposición a pagar su deuda con el Reino Unido solamente después de haber recibido las indemnizaciones Alemanas. Por lo tanto, la moratoria Alemana fue rechazada.

15. Se refiere a la anexión de Austria y Alemania, una meta importante para el Tercer Reich, que de hecho se llegó a cumplir en 1938.

16. Por Triple Entente aquí nos referimos al sistema de alianza político-militar que existió entre Francia, Gran Bretaña e Italia durante la Primera Guerra Mundial.

17. P. Pastorelli, cit.

18. G. Carocci, La politica estera dell'Italia fascista (la politica exterior de Italia fascista) 1925-1928, Bari, Laterza, 1969; D. Mack Smith, Storia d'Italia (historia de Italia) 1861-1958, voi. II, Bari, Laterza, 1965, Pàg. 701 e ss.; R. Cantalupo, Vita diplomatica di Salvatore Contarini (Italia fra Inghilterra e Russia) (vida diplomatica de Salvatore Contarini - Italia entre Inglaterra y Rusia), Roma, Sestante, 1947.

1. Italiana. Ph.D. de la Universidad de Pisa, de la Facultad de Ciencias Políticas, en colaboración con el Colegio de Santa Ana y la Scuola Normale Superiore en el análisis comparativo de los sistemas políticos y sistemas económicos y financieros internacionales. Email: chdauria@unisa.it

Recibido: 07.07.14 Aprobado: 05.10.14

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License