Introducción
Hoy en día existen un buen número de estudios en los que se hace referencia a la fuerza armada1o al militarismo salvadoreño.2Esto es debido a que una buena parte del siglo XX estuvo bajo el gobierno de sectores pertenecientes a estructuras militares en la República de El Salvador. Se considera que el período de gobiernos militares en el país inicia con el golpe de Estado perpetrado el 2 de diciembre de 1931, cuando se depuso el poder de Arturo Araujo.3Posterior a este hecho, el país sería gobernado fugazmente por un Directorio Militar4compuesto por varios miembros del ejército, para finalmente, el día 4 de diciembre se entregara el poder al general Maximiliano Hernández Martínez.5Estos gobiernos militares se extenderían hasta el año de 1979, cuando se dio el golpe de Estado al general Carlos Humberto Romero por parte de un grupo de militares. Ese sería el último golpe de Estado que se produciría en la historia reciente de El Salvador. No obstante, el análisis del papel que han desempeñado las fuerzas armadas ha proseguido en el ámbito académico con las acciones que ellas realizaron durante la guerra civil salvadoreña.6
Ahora bien, a pesar de que hay varios estudios referentes al papel y rol que desempeñaron los gobiernos militares en el país7, hay un campo de estudio que ha sido poco explorado por la historiografía local. Ese tema sería la relación de las élites militares8con la masonería o con los grupos esotéricos.9Este estudio se centrará en analizar el vínculo entre masonería y militarismo en el período comprendido entre el gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez y la presidencia del mayor Óscar Osorio, es decir, desde 1931 hasta 1953.10No se pretenderá realizar un trabajo total y exhaustivo que muestre a las personas que fueron miembros activos de la masonería y pertenecían al ejército. Más bien, en este estudio se hace una selección de algunos de ellos enfatizando los personajes que tenían alto rango militar y, tal como se ha apuntado líneas atrás y llegaron a ser grandes maestros de la Gran Logia Cuscatlán.11
El fenómeno del militarismo en El Salvador
Como ya se ha mencionado, desde que Maximiliano Hernández Martínez arribó al poder en diciembre de 1931, en El Salvador comenzó un extenso lapso de gobiernos militares12que finalizaron en 1979 con el gobierno del general Carlos Humberto Romero.13Este fenómeno, de gobiernos militares fue común en muchos países de América latina.14Según Jaime Pinzón y Muñoz, el militarismo en El Salvador estuvo formado con gobiernos militares que encabezaron el mando del país, sea por intervención directa o por procesos electorales dudosos.15Ante esto, convendría realizar de manera breve un recorrido a grandes rasgos de algunas características de los gobiernos militares salvadoreños. Se verá en esto que los militares no siempre eran grupos homogéneos en sus ideas o intereses, ya que en ciertas ocasiones se formaban grupos o facciones con diferentes puntos de vista sobre determinados temas específicos.
Por otra parte, un aspecto importante a destacar es que los gobiernos militares no fueron una realidad única o exclusiva de El Salvador.16Según Ignacio Sotelo, al ser el militarismo un fenómeno altamente extendido y arraigado hay que verlo globalmente y no puede comprenderse solamente con analizar un país o una época histórica. Este mismo autor cae en la cuenta de que sólo la definición de militarismo17es problemático debido a su connotación peyorativa. Desde ahí, se atreve a definirlo como ''el predominio de los militares sobre las instituciones civiles que prevee la constitución debido al empleo, o la amenaza de empleo de la fuerza para ocupar directamente el poder o influir en él.''18Luego de la independencia, básicamente podríamos decir que hay tres grandes etapas de los militares en la historia de América Latina. Hay que remarcar que dichas etapas no se aplican al cien por ciento en todos los lugares, ya que las particularidades de cada nueva nación muchas veces diferenciaron las situaciones.19Sin embargo, dichas etapas nos pueden dar una orientación mínima del militarismo. Veámoslo brevemente.
1. Primero hubo lo que algunos autores llaman un ''caudillismo político''.20Aquí no había un ejército profesional, pero el caudillo era un hombre de armas. Muchas veces para llevar a cabo las tareas, las nuevas naciones se servían de guerreros improvisados o espontáneos.
2. Luego del caudillismo, las oligarquías se imponen. Las leyes vuelven a regir y para el buen desenvolvimiento de las instituciones se organiza lo que hoy se conoce como fuerza armada. Aquí podríamos decir que inician los ejércitos profesionales en esta área geográfica. La modernización de los estados tendría como derivación la profesionalización de los militares. Algunos se apropiarán el poder mediante golpes de Estado u otros medios de violencia.21O bien, en el caso de que sean gobiernos civiles, el ejército sería una especie de ala armada de la dirigencia para mantener sus intereses.
3. Finalmente, estaría la etapa actual. Se da un giro ya en los últimos veinticinco años del siglo XX cuando hay un retorno a los gobiernos civiles en la mayoría de las naciones latinoamericanas. En algunas naciones se realizaron guerras civiles o movimientos subversivos. Aquí los ejércitos serían un elemento vital en la defensa de los estados ante estos grupos. No obstante, a finales del siglo las naciones latinoamericanas ya tenían gobiernos civiles y el rol de los militares cambiaría forzosamente ya que estas debían rendir sumisión y lealtad a las autoridades del gobierno ejecutivo.
Por supuesto, no está demás decir, que esta es una caracterización general de los militares que no explica de manera exhaustiva la riqueza de las orientaciones y facciones que coloreaban la diversidad en dicha institución en cada país. En efecto, no es extraño encontrar etapas de choques y confrontaciones entre distintos militares en el país. Así, a lo largo de varias décadas se pueden observar traiciones, golpes de Estado y lucha entre diferentes grupos militares. Por ejemplo, el golpe de Estado que le proporcionaron a Salvador Castaneda Castro fue realizado por otros militares de una línea de pensamiento diferente entre los que estaban Julio Adalberto Rivera.22O bien, a finales de los gobiernos militares en el país, el golpe de Estado de 1979 fue orquestado por un grupo de militares jóvenes que cuestionaban la corrupción dentro de la institución castrense. Inclusive, se publicaría una proclama de la fuerza armada en octubre de ese año manifestando que era necesario un cese de la violencia y corrupción garantizando al defensa de los derechos humanos.23Posterior a esto, una junta de gobierno integrada por seis personas dirigiría la nación.24
En el caso de El Salvador, aunque ha contado con ejército, lo cierto es que son escasas y raras las obras de historiografía sobre este tema en el siglo xix. A lo sumo, el tema sólo es mencionado. Contrario al período de Maximiliano Hernández Martínez y las décadas posteriores, sí han sido objeto de un fuerte análisis en los últimos años.25También se ha analizado el tema del papel del ejército en la guerra civil de El Salvador. En esta época abundan escritos tanto a favor como en contra del ejército salvadoreño en tiempos de la guerra. Todo esto agudizado por la polarización política de ese tiempo. Incluso hay una pequeña producción de textos que hablan sobre el papel del ejército en la postguerra26y sobre el papel del ejército últimamente en la seguridad nacional. Al ser estas temáticas ajenas al presente análisis, no se entran en detalles sobre ello y solamente se mencionan.
La masonería en El Salvador durante la década de los años treinta y cuarenta
En el Salvador había presencia masónica desde el siglo xix tal como lo han mostrado estudios recientes sobre el tema.27 En ese tiempo la masonería fue un elemento fundamental en diversos acontecimientos nacionales, ya que varios masones ocupaban altos cargos en el gobierno de la República. Además, fue clara la intervención de la masonería en la Constitución de 1886. De acuerdo con la revista Shittah, existió una Gran Logia en San Salvador desde el año 1898 al constituirse el Supremo Consejo del Oriente Libre de El Salvador. Dicho consejo tenía jurisdicción para las Repúblicas de Honduras y Nicaragua.28 No obstante, en 1910 por diversas irregularidades se fundó otra Gran Logia llamada Lealtad. Según Francisco J. Ponte Domínguez el nombre de dicha logia era Lealtad Unidad del Estado de El Salvador. Dicha división duraría solamente dos años. Luego se haría un acercamiento que logró fusionar las dos grandes logias y se formó lo que hasta hoy se conoce como Gran Logia Cuscatlán.
Ponte expresa que la década de los años treinta fue la época de consolidación de la masonería simbólica. Eso ocurrió a pesar de que el mundo aún sentía los efectos de la Gran depresión económica, lo cual impactó diversos sectores de la sociedad. La masonería no sería la excepción de eso. De hecho, esto ocasionó que en el país las logias se vieran obligadas a rebajar la cuota mensual de los miembros.
De acuerdo con datos tomados de la revista Shittah en su primer número, publicado en 193729, la Gran Logia Cuscatlán contaba con las siguientes logias:
Donec rhoncus
Rafael Reyes número 1;
Excélsior 17 número 3;
Hermógenes Alvarado número 5;
Morazán número 7;
Lux número 8;
Fénix número 9;
Reforma número 4.
Estaban ubicadas en la capital, a excepción de la última, cuya sede era la ciudad de Sonsonate.30
Hay que remarcar que en el territorio nacional ha existid masonería irregular. El mismo Ponte menciona que, durante el mandato del gran maestro coronel Fidel Cristino Garay, un miembro de una logia irregular pidió en una solicitud la iniciación como aprendiz en la logia Reforma número 4. La logia irregular llevaba por nombre Rakoczi número 622. Esto ocasionó que se diera, al interior de la Gran Logia Cuscatlán, un pequeño debate sobre si había compatibilidad entre la masonería regular y la irregular.31Aunque al principio fue admitido el miembro en su solicitud, posteriormente por diversas presiones se declaró la logia Rakoczi número 622 irregular y clandestina. Este tema de la alternancia entre masonería regular e irregular bien da para una investigación futura.
Militares miembros de la masonería durante el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez
En la década de los años treinta, coincidente con la presidencia de Maximiliano Hernández Martínez, en la masonería salvadoreña se tuvo dos altos miembros militares que llegaron a ocupar el puesto de grandes maestros. Shittah señala que durante los años de 1933 y 1934 la Gran Logia Cuscatlán nombró como gran maestro al coronel Trinidad Vallejo Zepeda.32Este coronel pertenecía a la logia Morazán número 733, pero luego pasaría a reforzar las columnas de la logia Hermógenes Alvarado 5. El coronel Vallejo se desempeñó durante una parte del gobierno de Maximiliano Hernández Martínez como tesorero de la Lotería Nacional de Beneficencia.34Según el libro sobre la masonería salvadoreña de Ponte, el período de Vallejo fue complicado para la Orden, ya que había crisis económica a nivel mundial. Por consiguiente, eso causó variados efectos en el país. Para el año de 1935, se eligió gran maestro a Carlos Muñoz Barillas.
Otro masón fue el coronel Fidel Cristino Garay. Él llegó a ser gran maestro de la Gran Logia Cuscatlán en 1936. Nació en Chinameca, departamento de San Miguel. Pertenecía al ejército desde 1910. También hay que puntualizar que Cristino Garay fue miembro del gabinete de Maximiliano Hernández Martínez; ocupó el puesto de subsecretario.35Además, fue electo primer designado para ejercer la presidencia de la República. En la institución masónica ingresó el 6 de junio de 1916 en la logia Morazán número 2, laborando en la ciudad de San Salvador. Durante su mandato se lanzó la revista Shittah, para dar a conocer la masonería salvadoreña. El primer número de esta revista apareció en 1937.
A nivel internacional, el mundo era testigo de la Segunda Guerra mundial y los talleres salvadoreños no eran ajenos. En un discurso pronunciado en la Gran Logia Cuscatlán, el día 27 de diciembre de 1940, cuando se eligieron a los dignatarios, el coronel Cristino Garay sostuvo que América debía estar alerta ante los aires totalitarios y señalaba con asombro la destrucción de templos masónicos por parte de los invasores. Dijo el militar:
La masonería en los momentos trágicos que atraviesa la humanidad es un refugio para los seres dotados de sentimientos nobles (…) ve con repugnancia la campaña de conquista que están realizando los Estados llamados totalitarios contra los países cultos del viejo mundo. Los conquistadores modernos bien saben que la democracia tiene su asiento en la antigua y augusta institución masónica y es por eso que su principal tarea después de la ocupación de los países conquistados- ha sido la de destruir los templos masónicos y la persecución de sus miembros y familiares.36
Como es sabido, la masonería por lo general ha sido vista con sospecha en las dictaduras o regímenes totalitarios. Esto también ocurrió en Europa con el nazismo y el fascismo que estaban en auge. En el caso de El Salvador, al igual que en otras naciones, se tuvo temor dentro de las logias de que personas italianas afines a Mussolini o seguidores del fascismo ingresaran a la masonería. De esta manera, la Gran Logia Cuscatlán aceptó la recomendación de la Gran Logia de la República de Colombia de no permitir durante este tiempo la admisión de nativos italianos.37O bien, podía darse el caso que miembros de las logias ya instaladas expresaran admiración por las doctrinas totalitarias.
En el caso de El Salvador, Ponte menciona una situación controversial que ocurrió en el año de 1936, cuando un aprendiz masón leyó un trazado donde manifestaba que había compatibilidad entre las doctrinas totalitarias fascistas y nazis con la masonería. Ante esto rápidamente intervino el gran maestro Fidel Cristino Garay para enfatizarle que ese planteamiento dañaba y socavaba las bases de la institución masónica y le exigió, en lo sucesivo, se abstuviera de manifestar ese tipo de ideas dentro de la logia.38En este punto es de resaltar que la masonería mostraba una adhesión a la democracia y veía los regímenes dictatoriales como una amenaza para la libertad de las naciones.
En El Salvador, a través de los principales periódicos de circulación nacional, diariamente se podía leer el desarrollo de la guerra. Había en las rotativas noticias y fotografías que retrataban tanto a los del bando aliado como a los países del Eje. También es posible rastrear artículos que hacían referencias o recordaban sucesos de la Primera Guerra Mundial.39Llama la atención que ningún texto a estas alturas hable aún de Segunda Guerra y se preferían otros términos como ''Segunda Guerra Europea''. En efecto, la única guerra mundial de la que se tenía referencia era la de 1914. Se tenía incluso la creencia de que la guerra no abarcaría más allá de 1939. Un editorial de La Prensa Gráfica afirmaba lo siguiente:
Esta guerra tiene hasta ahora, sea por lo que fuere, cierta especie de languidez que hace que nos parezca menos guerra si así pudiera decirse- con sus enormes batallas, su diario carácter angustioso, su falta de épica-, a la de 1914. Después de tanto anuncio de inenarrables catástrofes, como que nos sentimos un poco defraudados.40
Es necesario resaltar que el presidente Maximiliano Hernández Martínez, al igual que otros países de América Latina, terminó declarando la guerra a los países del Eje en diciembre de 1940. La guerra duró hasta 1945, con el horror de que dejaba miles de muertos. Lo cual, aunado a los campos de concentración y exterminio que fueron localizados en diversos puntos de Europa, conmovió a la población mundial.
En lo que se refiere a la masonería de El Salvador, años más tarde, cuando la Segunda Guerra mundial ya iba avanzada, se acordó por medio de un decreto firmado por Fidel Cristino Garay, como gran maestro, y por José Lacayo Téllez como secretario, realizar un homenaje a Franklin D. Roosevelt, en el cual se le declararía benemérito de la masonería salvadoreña, mandándose colocar un retrato de él en el templo masónico.41Franklin D. Roosevelt fue masón grado 32 y, como se sabe, jugó un rol importante en el desarrollo de la guerra mundial.
También es comprobable que la masonería salvadoreña mostró solidaridad con los que perecieron en la guerra civil española. Unos años antes, concretamente en 1937, el coronel Fidel Cristino Garay, en su calidad de gran maestro, manifestó a la Gran Logia Cuscatlán que había recibido un escrito de la Asociación Masónica Internacional en la que se pedía enviara un óbolo a las familias de los hermanos españoles fallecidos en la guerra civil. En dicho escrito, el gran maestro afirmaba que los españoles habían caído defendiendo la libertad, la igualdad y la fraternidad.42
Como es sabido, varios republicanos eran masones. También hay estudios que manifiestan que algunos militares de la guerra civil eran miembros de la masonería, aunque es cierto que varios integraron el bando nacional.43Es de destacar que la presencia de miembros de la masonería en el gobierno republicano propició el ataque de la jerarquía católica hacia esta institución por favorecer visiones anticlericales. La guerra civil era vista por algunos sectores como cruzada y luego de dicho conflicto vendría una dura represión hacia la institución.44
Cuando se produjo la renuncia de Maximiliano Hernández Martínez de la presidencia de la República en 1944, Fidel Cristino Garay pidió que se le removiese del puesto de Gran Maestro de la logia. No obstante, en el cuerpo militar Cristino Garay fue nombrado ministro de la Defensa Nacional por el presidente Andrés Ignacio Menéndez, quien fue el sucesor de Hernández Martínez. Esto llegó a ocasionar protestas en la población ya que se veía a su figura como alguien afín al gobierno anterior. Incluso varios grupos sociales pidieron su destitución como ministro.45
Maximiliano Hernández Martínez. Un presidente de la República miembro de la masonería
Una buena parte de los estudios, trabajos y análisis sobre Maximiliano Hernández Martínez se han enfocado en el acontecimiento sangriento de 1932.46Esto ha llevado a crear una imagen de hombre sangriento, autoritario y con poca o nula sensibilidad social.47Otros estudios se centran en la caída del presidente que modificó la Constitución de la República en dos ocasiones, para garantizar su reelección en la primera magistratura de la nación salvadoreña. No obstante, nuevas temáticas y visiones sobre él están abriendo espacios para la reflexión y el debate desde la academia.48Resaltan los estudios recientes de Rafael Lara-Martínez con Política de la cultura en el martinato49 y Aliados con Martínez50de Otto Mejía Burgos. Estos ensayos muestran otros aspectos del largo período presidencial, como el arte, la cultura e incluso un cierto antiimperialismo.
Es conocido que Maximiliano Hernández Martínez era militar de formación. Tuvo una educación militar estricta y llegó a ostentar el grado de general. También es conocida su adhesión a la masonería y a la sociedad teosófica. En el caso de la masonería se sabe de su membresía en la logia Morazán número 7.51En el pasado, a finales del siglo XIX, Rafael Zaldívar también fue integrante de la institución.52
Franciso J. Ponte no dedica suficientes referencias a la labor de Maximiliano Hernández Martínez en la institución masónica. Tampoco la revista Shittah, en los números correspondientes a los años en que fue presidente de la República, hace suficientes alusiones a su persona, aunque sí aparece claramente su afiliación. En el caso del texto Historia de la masonería en El Salvador, se comenta que en 1916 durante una tenida fúnebre llegaron dos militares jóvenes. Estos eran Maximiliano Hernández Martínez y Fidel Cristino Garay. Ahí se hace referencia a que, en el caso de Hernández Martínez, llegaría a ser Gran Orador y Gran Segundo Vigilante de la Gran Logia Cuscatlán.53
Lo cierto es que Maximiliano Hernández Martínez era un masón y continuaría con la línea de defender la laicidad del Estado al promover una Constitución laica en 1939, con libertad de cultos y una enseñanza pública. Esto lo mantuvo hasta el día de su renuncia, en mayo de 1944.54Ya en el siglo xix los masones salvadoreños habían defendido fuertemente, por medio de la política el Estado laico, lo cual llegaría a su culmen con la Constitución de 1886. Evidentemente esto causó la reacción de diversos sectores católicos que vieron siempre el Estado laico como una grave amenaza a la nación e intentaron por diversos medios revertirlo. Las críticas a la masonería55fueron un factor determinante de las ediciones de la prensa católica y las referencias de esto son múltiples y variadas. Por ejemplo, ya en 1936, apareció en la revista El Buen Pastor el texto ''La masonería por dentro''.56Este escrito mostraba una visión muy negativa de la institución. A la vez, los periódicos católicos Criterio y Chaparrastique mostraron una dura crítica hacia la masonería.
Por otra parte, durante los últimos años de la presidencia de Hernández Martínez, él propuso una reforma educativa que modificaba los programas de estudio de la educación primaria en el país. Según Gilberto Aguilar, al inicio de la reforma educativa, el general Hernández Martínez presionó para que todos los programas de moral estuvieran imbuidos claramente por ideas teosóficas, pero el grupo técnico que finalmente diseñó la reforma logró matizar esta situación para poner dichos postulados en términos más universales.57Esto nuevamente ocasionaría un disgusto con la Iglesia católica, ya que consideraban que dicha reforma educativa tenía ideas teosóficas, espiritista y panteístas que amenazaban la fe del pueblo salvadoreño. La inconformidad católica estaría presente en algunos textos escritos por obispos o en las prédicas de sacerdotes que llamaban continuamente a rechazar las ideas disidentes que aparecían en los nuevos programas de la materia de moral en la educación primaria.58
En sintonía con lo anterior, un estudio reciente manifiesta que el gobierno de Hernández Martínez tenía un trasfondo cultural y no solamente político.59Este presidente fue admirador de los sabios orientales y de la teosofía. La teosofía le sirvió para mantener contacto con intelectuales de la época como Francisco Gavidia, Alberto Masferrer, Claudia Lars, Salarrúe o María de Barata. Evidencia de esto es el programa radial semanal en el que continuamente se hablaba de perfeccionar al ser humano y de una regeneración social. Incluso se podría sacar paralelismos entre lo propuesto por Hernández Martínez con otros esoterismos políticos de esa época, como el de Augusto César Sandino.60
El régimen de Maximiliano Hernández Martínez llegó a su fin al renunciar en 1944.61Posterior a esto, El Salvador tuvo uno de los periodos más problemáticos de su vida política. Un punto problemático fue que no se sabía cuál era la Constitución de la República vigente, ya que Maximiliano Hernández Martínez hizo reformas constitucionales con la clara intención de continuar en el poder. Ante esto, las autoridades de ese momento decidieron restablecer la Constitución de 1886 con un acto masivo, donde se realizó una Jura de la Constitución de 1886. Dicha acción se llevó a cabo en el Estadio Nacional Flor Blanca.62
El caso del mayor Óscar Osorio
Algunos estudios recientes han mostrado lo problemático y complejo que fue el período posterior al gobierno de Maximiliano Hernández Martínez. El vacío de poder fue tal, que se discutió durante días cuál era la Constitución de la República vigente, ya que consideraban que la Constitución de 1939 era ilegal al ser hecha para favorecer a Maximiliano Hernández Martínez. En efecto, desde 1944 hasta 1950, en El Salvador se tendrían cuatro presidentes, tres golpes de Estado y tres Constituciones de la República. A ello se suma un gobierno en el exilio, formado en Guatemala con simpatizantes del doctor Arturo Romero y que intentó en una ocasión derrocar al gobierno del coronel Osmín Aguirre y Salinas.63
Pasarían unos cuantos años para que otro miembro de la masonería asumiera el cargo de presidente de la República. Este fue el mayor Óscar Osorio. Antes de su presidencia, un golpe de Estado se dio al presidente Salvador Castaneda Castro, también militar, que estaba gobernando el país desde 1945. Luego de esta asonada, el poder lo ejerció el Consejo de Gobierno Revolucionario.64Este Consejo gobernó dos años, hasta que se convocó a elecciones, en las cuales Óscar Osorio compitió apoyado por el Partido Revolucionario de Unificación Democrática (PRUD).
No se entrará en los detalles de las acciones llevadas a cabo por el Consejo de Gobierno Revolucionario o por el mayor Óscar Osorio, ya que hoy en día hay obras que cuentan con los hechos de este gobierno y sus implicaciones hasta el día de hoy.65Incluso un estudio reciente afirma que más que un golpe de Estado fue una revolución.66De hecho, según algunos estudios, el gobierno iniciado por el Consejo y continuado por Osorio dio comienzo a lo que se conoce como el desarrollo industrial de El Salvador.67A la vez, a criterio de Luis Gerardo Monterrosa, lo que se pretendió con este movimiento revolucionario en El Salvador y otros similares que ocurrían en Centroamérica, como Guatemala68y Costa Rica, era dictaminar políticas de bienestar social y un fortalecimiento de la administración pública.69
Durante el Consejo de Gobierno Revolucionario se dieron una serie de cambios. Uno muy significativo fue la Constitución de 1950 que nuevamente confirmaría el Estado laico, luego de que durante el mandato de Salvador Castaneda Castro se había eliminado la educación laica. En este Consejo estuvieron activos dos masones: Reinaldo Galindo Pohl y el mayor Óscar Osorio. Ambos pertenecieron a la logia Resurrección número 10, de la capital salvadoreña. También es de resaltar que algunos legisladores de la Asamblea Constituyente eran miembros de la Orden. Entre estos se pueden citar a Manuel Laínez Rubio y Luis Amado Alas, ambos de Excelsior 17; también está Reinaldo Galindo Pohl.70Ellos votaron a favor de la enseñanza laica y de los artículos que promovieran la laicidad. Participaron en las discusiones sobre temas religiosos, defendieron un Estado laico sin privilegios para ninguna religión y votaron a favor de la enseñanza laica.
De esta manera se puede apreciar la continuidad entre la masonería salvadoreña del siglo xix y la del siglo xx, ya que a pesar del tiempo y de los cambios históricos que había sufrido el país, siempre defendieron los principios liberales y la laicidad del Estado. Además, por lo mostrado en este texto, la masonería era una fuerza influyente en la vida sociopolítica salvadoreña. No obstante, hay que remarcar que la masonería no fue la única fuerza en esta constituyente que luchó por instaurar un Estado laico, están otros intelectuales, periodistas y maestros, quienes fueron cruciales para dicha finalidad.
El 14 septiembre de 1950 Óscar Osorio asumió la presidencia de la República. Su mandato se extendió hasta 1956. Unos años atrás había participado en la lucha por derrocar al general Maximiliano Hernández Martínez, situación que costó varios años de exilio en México. Fue en este país donde él se inició en la masonería. De acuerdo con un número de la revista Shittah de 1953, Osorio ingresó a la masonería en la logia Víctor Hugo de la Ciudad de México. Posteriormente, siendo presidente de la República, se incorporó a la logia Resurrección número 10.71
Conclusión
Este trabajo ha mostrado a grandes rasgos la vinculación entre el militarismo y masonería en la República de El Salvador. Con esto puede verse que la institución estaba presente en diversos ámbitos de la vida del país y la institución militar no sería la excepción. Se ha notado que personas de altos rangos militares pertenecieron a logias y algunos de ellos lograron ser presidentes. Por lo general se tiene la imagen de que los gobiernos militares eran represores y no promovían la búsqueda de consensos. No obstante, al parecer en el tema de la laicidad, dichos gobernantes fueron en su mayoría propulsores de un Estado laico, lo cual entra en sintonía con los ideales de la masonería.
Por supuesto esto generó reacción por parte de los grupos católicos al considerar un peligro para la patria seguir propulsando un Estado laico. Estos sectores también hicieron lo posible por revertir la situación. En este trabajo también se ha visto que los grandes maestros masones de El Salvador, durante la Segunda Guerra Mundial, sintonizaron con los grupos aliados, al verlos como propulsores de la libertad y la democracia, y criticaron los regímenes totalitarios que se estaban formando en la Europa de la época. Son muy interesantes las reacciones que tuvieron las logias, pues llegaron a ver, entre los posibles masones italianos que ingresaran a sus filas, peligrosos elementos que sintonizaran con el fascismo italiano de la época.
En el texto se señala que los masones mostraron solidaridad con los caídos en la Guerra Civil española, en especial con aquellos que pertenecían a la institución. Lo citado permite ver una perspectiva distinta de las élites militares en una temática poco explorada en la historiografía salvadoreña. Con ello, se pretende abrir una nueva línea de investigación sobre esta temática, con nuevos estudios que logren profundizar en temas conexos, para dar una perspectiva diferente a las primeras décadas de los gobiernos militares en el país.