SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.44Contested identities in Costa Rica: Constructions of the tico in literature and film. Liz Harvey-Kattou. Liverpool: Editorial de la Universidad de Liverpool, 2018La cuestión fiscal y la formación del Estado de Costa Rica, 1821-1850. Pablo Rodríguez Solano. San José, Costa Rica: EUCR. 2017 author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Anuario de Estudios Centroamericanos

On-line version ISSN 2215-4175Print version ISSN 0377-7316

Anuario de Estudios Centroamericanos vol.44  San José Jan./Dec. 2018

http://dx.doi.org/10.15517/aeca.v44i0.34034 

Reseña

Gringo gulch. Sex, tourism and social mobility in Costa Rica. Megan Rivers-Moore. Chicago; London: University of Chicago Press. 2016

Claudia Palma Campos1 

1Claudia Palma Campos. Costarricense. Feminista, doctora en antropología por la Universidad de Barcelona. Es profesora de la Escuela de Antropología de la Universidad de Costa Rica y participa en el Programa de Coyuntura de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional. Investiga en temas de cárceles y drogas. Contacto: claudia.palma@ucr.ac.cr

Gringo Gulch es una etnografía sobre una parte del turismo sexual en Costa Rica, aquel que se ancla específicamente en una zona de San José. La autora no solo intenta retratar esta dinámica a partir de las experiencias de quienes participan en ella, sino también hace que algunos de los valores culturales y económicos, sobre los cuales se ha asentado la idiosincrasia costarricense, entren en tensión. Acerca de las ideas que han prevalecido de un país “diferente” en el contexto de la región, con una cierta homogeneidad étnica blanqueada, o sobre el imaginario de pacificidad que ha marcado una parte de la identidad criolla, la autora se pregunta: ¿Cómo en esas condiciones de excepcionalidad surge una floreciente industria del turismo sexual?

No se trata de una pregunta fácil de responder; para esto la autora trata de vincular procesos macro del surgimiento del turismo como dinámica económica, en el marco de diferentes políticas internacionales que lo impulsaron como alternativa de crecimiento, para luego ubicar el incremento del turismo sexual en Costa Rica vin- culado a cambios en el aparato económico a una tendencia neoliberal, la retirada del Estado con respecto a los derechos en la salud, pero principalmente, a una ambivalen- cia sobre la concepción misma del trabajo sexual de las mujeres y la explotación del país como un paraíso natural más. Estos elementos, en conjunto con las ideas sobre los países caribeños y sus mujeres, son un caldo de cultivo para la instauración de lo que se llama turismo sexual.

El libro identifica, y diferencia, las zonas en las que se ha establecido el co- mercio del sexo en San José. Una de estas, la tradicional conocida como Zona Roja, ubicada al noreste de la capital, en su momento ocupada por la clase trabajadora y más adelante convertida en zona comercial, acarrea en su historia un deterioro social y simbólico. En esta se desarrolla un comercio sexual donde los clientes son hombres trabajadores locales, de bajos recursos y que acceden a servicios sexuales a su alcance. La otra zona es la llamada “Gringo Gulch”, donde se desarrolla esta inves- tigación, ubicada en la franja más vistosa de la capital, coloca el comercio sexual en la categoría de turismo sexual, donde los clientes se convierten en hombres, blancos, principalmente estadounidenses y canadienses. Es una zona rodeada de casinos, ba- res y restaurantes y las negociaciones se dan sin ningún afán de clandestinidad. El hotel es su lugar icónico por excelencia. Sin conocer una traducción segura, el “Gringo Gulch”, más que un despeñadero o “lugar de perdición”, podría entenderse como un lugar de refugio, una guarida. Un espacio de mucho movimiento a la vista del tran- seúnte común, pero en el que queda oculta su dinámica cuando no se pertenece a ella. Es un lugar de paso que no es nacional y no es extranjero, o ambas cosas al mismo tiempo, un “no lugar”, al decir de Marc Augé (2000 [1992]).

De esta manera, a lo largo de la primera parte del libro, que ocupa tres capítu- los, irrumpen las voces de las protagonistas. En primera instancia la autora retrata las experiencias de los hombres vinculados al turismo sexual como consumidores. Esta es una gran fortaleza del trabajo, pues pocas veces se rescata la experiencia de quienes pagan el servicio en la economía del sexo. Son personajes que se mantienen invisibles al escrutinio social y analítico. Las pautas de masculinidad en la que se asiente el consumo del sexo han recibido el beneplácito para la acción y ellos no acarrean, en sí mismos, el estigma del comercio sexual. No son ellos quienes ponen sus cuerpos para el servicio, son los que pagan, y, al pagar, se mantienen en la parte “limpia” de la economía de mercado. Su dinámica, sus creencias y valores se han mantenido ocultos, porque reconocerlos es aceptar la existencia de una economía, no contable ni cuantifi- cable, dentro de la macroeconomía del país. Junto a esto, las posturas más críticas des- de el análisis feminista los han ubicado, principalmente, como explotadores sexuales, comerciales, perpetradores de la cosificación física y simbólica de las mujeres, despo- jándolos, por qué no decirlo, de su propio lugar como actores sociales en la dinámica de la economía del sexo.

Así devienen muchos elementos de análisis sobre su vinculación a la diná- mica del turismo sexual: la forma en que construyen una idea sobre las trabajadoras del sexo como carenciadas y maltratadas, en una mezcla con el deseo al exotismo y el erotismo de las latinas y caribeñas. Clase, raza y poder económico se mezclan en su propia idea de sí mismos y de su masculinidad. Salvadores y generosos, un poder eco- nómico relativo que, a diferencia de lo que plantea la autora, en mi perspectiva, solo les permite moverse de clase simbólicamente, en el espacio virtual de la interacción con otros hombres y en el espacio de “Gringo Gulch”. Mirar su propia acción como una ayuda humanitaria, aunada a la idea de buscar una “novia de temporada”, como “el amor de temporada” de nuestro imaginario liberiano, es la cuota de romanticismo que los libera de la responsabilidad e implicaciones de la dinámica del comercio sexual.

Junto a estas historias se ubican las de las mujeres trabajadoras sexuales, de lo que se rescata la intención de la autora de desmarcarlas de los estereotipos alre- dedor del trabajo sexual, uno, aquel en el que las pueden ubicar los pagadores, como carenciadas, y segundo, aquel en el que socialmente se las ubica, bajo la mira de una moral criolla desdibujada como mujeres de la “vida fácil”. Es esa misma moral la que no permite ubicar la economía del sexo como una serie de actividades, todas, dentro del trabajo formal y regulado. El trabajo sexual es informal, pero legal, realizado por mujeres en su gran mayoría costarricenses y con un uso del dinero que no se limita a sus necesidades más básicas, el mismo uso que le da al dinero cualquier otra persona trabajadora. Aquí entra la tercera voz, la del Estado, a través de una serie de personajes que no logran nombrarla como la actividad legal que es y, por lo tanto, la invisibilizan, la menosprecian y la estereotipan; a la actividad y a sus mujeres.

La autora, en su intención de alejar la actividad de los prejuicios sociocultu- rales y económicos que acarrea, y del binomio opresión-empoderamiento, propone ubicar a las trabajadoras del sexo como cuidadoras dentro del sector turístico en Cos- ta Rica, en donde ellas, además de sexo, procurarían cuidados a los turistas. Si bien esta es una propuesta interesante que hace falta explorar a fondo y en contraste con esa movilidad laboral de las mujeres como cuidadoras de niños y ancianos entre el Sur- Norte, no estoy segura de que estas actividades, siendo parte de la económica transna- cional (Sassen, 2003 [1998]), estén desprovistas de estigma, mal trato y mal pago, por lo que hay que profundizar si esta es la ruta a través de la cual las mujeres trabajadoras del sexo le pueden dar sentido a su propia dinámica. Lo interesante sería pensar el trabajo sexual como un trabajo más y lograr despojarlo de sus implicaciones sociales, como lo han defendido muchas trabajadoras del sexo en latitudes como Barcelona (Juliano, 2002, 2011), una actividad económica más que no perjudica a nadie, con un lugar en el mercado local y global. Si bien las historias que se rescatan de las mujeres son diversas y numerosas, también sería importante compararlas con el contexto de trabajos anteriores como los citados en este mismo libro (Ortiz, 1998), principalmente, por la semejanza de las experiencias de otras trabajadoras sexuales en San José.

En esta idea de profundizar sobre el papel del Estado en su participación, ya no de las relaciones de género y nación, sino en la racionalidad del uso de los cuerpos a través de las marcas de género, raza, nación y economía política del sexo, hizo falta llevar este vínculo a sus últimas consecuencias en el simbólico cuerpo ocupado de las mujeres, a través de la Colonia; del cuerpo sexuado y abusado de las mujeres a través de la esclavitud. Esto porque es sobre este tipo de ocultamientos que se ha construido una Costa Rica racializada como blanca, y un lugar, con una condición económica y so- cial, tan excepcional que no se comprende cómo la economía del sexo tiene tanto auge en la actualidad. Sin duda, la indagación etnográfica sobre por qué es legal el comercio sexual en Costa Rica es un tema a profundizar, el cual talvez habría proporcionado más luces de cómo es que se asienta esta economía en tensión con la idiosincrasia.

Gringo Gulch es un libro que da mucho para analizar, es dinámico e interesante; está escrito de forma fluida y guía la lectura a los intereses analíticos propuestos por la investigadora, pero, al ser un tema poco indagado, abre ventanas, genera preguntas y rutas a explorar, en donde se intersectan poder, prestigio, sexo, moral, economía y movilidad social, entre otras. Estas dinámicas están envueltas por las apuestas y decisiones de las mujeres, las “pobrecitas” y las “descaradas”, ya no víctimas, insertas en una economía local con aspiraciones globales, luchando por un espacio de respeto que es otorgado por el consumo al que las lleva la economía de mercado, para tener acceso a un valor como ciudadanas, aunque sea a través del uso visible de sus propios cuerpos.

Bibliografía

Augé, Marc. Los no lugares, espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona: Gedisa, 2000 [1992]. [ Links ]

Juliano, Dolores. Presunción de Inocencia. Riesgo, delito y pecado en Femenino. Donostia, España: Gakoa, 2011. [ Links ]

Juliano, Dolores. La prostitución: el espejo oscuro. Barcelona: Icaria, 2002. [ Links ]

Ortiz C., Maritza et al. “Soy una mujer de ambiente”: Las mujeres en prostitución y la prevención del VIH/SIDA. San José, Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1998. [ Links ]

Sassen, Saskia. Los espectros de la globalización. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003 [1998]. [ Links ]

Recibido: 06 de Abril de 2018; Aprobado: 04 de Junio de 2018

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons