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Anuario de Estudios Centroamericanos

On-line version ISSN 2215-4175Print version ISSN 0377-7316

Anuario de Estudios Centroamericanos vol.43  San José Jan./Dec. 2017

http://dx.doi.org/10.15517/aeca.v43i0.31568 

Reseñas

El Salvador. Historia contemporánea, 1808-2010. Carlos Gregorio López Bernal (Dir.). San Salvador: Fundación Mapfre y Editorial Universitaria-Universidad de El Salvador, 2015. 424 páginas

Víctor Hugo Acuña Ortega1 
http://orcid.org/0000-0002-4901-7407

1Costarricense, Doctor en Historia, Profesor Emérito, Universidad de Costa Rica, Centroamérica: filibusteros, estados, imperios y memorias (San José, EUCR, 2014), último libro publicado. Contacto: vhacuna@gmail.com, ORCID: 0000-0002-4901-7407

Esta obra reúne a un grupo de historiadores salvadoreños, dirigido por Carlos Gregorio López, que realiza una síntesis de la historia de este país centroamericano durante los últimos dos siglos. El libro está integrado por una introducción de López, una cronología esencialmente de los principales acontecimientos políticos, una breve visión de conjunto de la historia salvadoreña titulada “Las claves de la historia de El Salvador”, de Carlos Gregorio López, y cinco capítulos que se ocupan de un tema específico para todo el periodo en estudio: “La vida política” de Roberto Turcios, “El Salvador en el mundo” de Knut Walter, “El proceso económico” de Héctor Lindo, “Población y sociedad” de Knut Walter y “La cultura” de Ricardo Roque Baldovinos.

El libro se cierra con una bibliografía recomendada, un índice onomástico y una serie de fotografías históricas, cada una acompañada de un comentario corto, titulada “La época en imágenes” de René Alberto Aguiluz. La estructura de la obra fue establecida por los responsables de la colección de la cual forma parte, “América Latina en la historia contemporánea” de la Fundación MAPFRE, que se ha propuesto publicar nuevas historias de los países latinoamericanos.

En la introducción, Carlos Gregorio López hace un breve recuento de la historia de la escritura de la historia en el Salvador, desde su aparición en las últimas décadas del siglo XIX y hasta finales del siglo XX, con la intención de enmarcar de forma historiográfica el libro que se va a leer, caracterizado como un trabajo “más académico”, más diverso temáticamente, menos encausado a defender una postura política o ideológica y, en consecuencia, exento del “apasionamiento” típico de las historiografías precedentes. La promesa es cumplida porque, en efecto, la obra se inscribe en los cánones de la historia como disciplina, tal y como hoy se practica a escala internacional.

En el texto de apertura, “Las claves de la historia de El Salvador”, López propone una caracterización de las peculiaridades de la historia contemporánea de ese país en el contexto de la historia centroamericana y latinoamericana. En esta visión centrada en la larga duración, el autor logra poner a conversar presente con pasado y viceversa y, en forma convincente, muestra que para comprender lo que el país es en la actualidad se requiere una mirada retrospectiva, cuya elaboración está condicionada por los desafíos del tiempo presente. En términos historiográficos, este capítulo y los que le siguen hacen una contribución original y valiosa porque articulan la historia inmediata y la de los procesos en curso, con una historia de mayor profundidad temporal. Este enfoque de conjunto de la historia salvadoreña propuesto por López resulta indispensable, en razón de la estructura de la obra en la cual cada uno de los temas específicos es presentado en los siguientes capítulos de manera más especializada y con su propia periodización.

El capítulo de Roberto Turcios sobre la historia política, como su título lo indica, se concentra en la vida política en la cual identifica una serie de etapas. La síntesis propuesta es adecuada, pero en la medida en que es una historia política lineal y convencional, centrada en el tiempo corto, donde predominan acontecimientos y gobernantes (propio de este tipo de historias), se sacrifica la comprensión de las estructuras políticas y del marco institucional de largo plazo. Así, no resulta suficientemente claro cómo ocurrió el proceso de formación del Estado, de cristalización del régimen político y de invención de la nación en El Salvador. El lector se queda con la pregunta sobre las razones de la consolidación del autoritarismo salvadoreño y de sus especificidades en el contexto de este tipo de regímenes en América Latina.

El capítulo de Knut Walter sobre el lugar de este país en el mundo es una historia de sus relaciones internacionales políticas y diplomáticas que tiene la virtud de integrar sistemáticamente en el relato a toda Centroamérica. El trabajo es indispensable porque la historia contemporánea de los países del istmo ha estado condicionada por las políticas imperiales de Gran Bretaña, en el siglo XIX, y de Estados Unidos, en los siglos XX y XXI. Además, como es bien conocido, Centroamérica, en general, y El Salvador, en particular, fueron los últimos escenarios donde se disputó y tuvo su desenlace la Guerra Fría. En este sentido, efectivamente este país ha estado en el mundo, aunque no solo en términos de la clásica historia de las relaciones internacionales, sino también mediante procesos sociales y culturales de circulación de personas, ideas y objetos, de lo cual este capítulo poco se ocupa, salvo en la parte final donde muestra la magnitud y la relevancia de las migraciones en el presente salvadoreño. En fin, quizás porque resultaba inevitable, este capítulo presenta traslapes o repeticiones con el que le precede.

Ahora bien, el capítulo de Héctor Lindo sobre el proceso económico es una muy útil síntesis de las etapas por las que han transitado la economía y las políticas económicas, sociales y fiscales salvadoreñas. Como en los capítulos precedentes, el autor se ocupa de la historia inmediata en donde muestra cómo la política económica en tiempos de guerra se convirtió en contrainsurgente, ya que su objetivo no era tanto la puesta en marcha de una serie de reformas económicas y sociales, tanto tiempo postergadas, sino más bien un recurso para tratar de derrotar al movimiento revolucionario.

En una visión a largo plazo, Lindo enfatiza el peso determinante de los factores externos no controlados o no controlables sobre la evolución económica del país; pero, muy oportunamente, advierte que en la dinámica interna se decidió cómo se distribuyeron los efectos de esos determinantes externos en el conjunto de la población en términos de beneficios para unos pocos y de costos o sacrificios para la inmensa mayoría.

En el capítulo sobre población y sociedad, Walter ofrece una historia demográfica y de la estructura social de El Salvador. El énfasis está puesto en la cuestión demográfica, capital en un país con la mayor densidad poblacional en Centroamérica y cuya historia reciente está marcada por los fenómenos migratorios. La síntesis propuesta es sumamente esclarecedora y el análisis de las dimensiones demográficas de la guerra civil en términos de combatientes, víctimas y refugiados o desplazados, resulta muy oportuno para valorar el impacto del conflicto armado en las condiciones de vida del conjunto de la población. De igual manera, los datos sobre la pobreza son pertinentes para entender los problemas de desigualdad de El Salvador en el presente. Dado el énfasis en lo demográfico y en lo macrosocial, en este capítulo se va a encontrar poco sobre la historia de los actores sociales y los movimientos sociales salvadoreños, con excepción de los sucesos de 1932 y la guerra de la década de 1980.

En fin, Ricardo Roque Baldovinos presenta en su capítulo una historia de la infraestructura cultural, de las políticas culturales y de las expresiones de la llamada alta cultura, es decir, literatura, teatro, música, artes plásticas, arquitectura, cine y periodismo. También intenta hacer la historia de los intelectuales salvadoreños, sus círculos, grupos y corrientes. El autor tiene el mérito de incluir en su recuento las modernas formas de cultura de masas y sus medios de comunicación asociados como radio y televisión. No obstante, el trabajo es parco en lo que respecta a las culturas populares y sus distintas formas de expresión. El capítulo permite alcanzar una visión de conjunto sobre el quehacer cultural salvadoreño en los últimos dos siglos y muestra con claridad sus vinculaciones inevitables con los procesos políticos.

El libro se cierra con una serie de fotografías de distintas épocas y situaciones de la historia salvadoreña, complemento visual que funciona no solo como ilustración, sino también como repaso o recordatorio de cuanto el lector ha terminado de conocer. En este sentido, su utilidad es indiscutible y los textos que acompañan a las fotografías resultan apropiados en el libro y complementarios de las ideas desarrolladas en los distintos capítulos.

No hay obra de síntesis en historia que no se base en un proceso de selección en el cual tanto se incluye como se excluye. Así, para quien lea este libro puede resultar sorprendente que se refiera poco a las cuestiones de géneros y de etnicidad, tan recurrentes y centrales en la historiografía de la actualidad. Quizás, esta omisión o ausencia esté en consonancia con la decisión de no ocuparse en forma extensa de sujetos sociales y actores colectivos. Habría quienes podrían hacer otros señalamientos, pero es indiscutible que este libro ofrece una excelente visión de conjunto de la historia de El Salvador de los dos últimos siglos. Su ruptura con la llamada historia patria resulta muy evidente, como lo es también la voluntad de todos sus autores de ocuparse del presente a la luz del pasado, en forma tal que historia no es meramente aquello que aconteció, sino, sobre todo, esto que está ocurriendo.

Así, la obra es un recorrido sobre las oportunidades perdidas en la historia de El Salvador, sobre lo cual ha quedado de la guerra, sobre lo que ha dejado la paz y sobre las tareas pendientes en el momento presente, desafíos marcados por desigualdades, fracturas y antagonismos profundos que arrastran un largo pasado.

En fin, esta historia de El Salvador es un recordatorio de las convergencias y paralelismos de los procesos históricos de los países centroamericanos, en particular de los que surgieron de la disolución de la República Federal Centroamericana. Ciertamente que, como lo muestra Carlos Gregorio López en el capítulo de apertura, la historia de este país tiene sus peculiaridades, las cuales, tal vez, podrían formularse con una doble pregunta: ¿por qué El Salvador, aunque se lo propuso, no logró ciertas metas que sí alcanzó Costa Rica? y ¿por qué, quizás sin proponérselo, pudo evitar ciertos escollos que no pudieron superar, por ejemplo, Nicaragua y Guatemala? En suma, he aquí una historia de El Salvador profesional y acorde con la época, cuyo propósito es menos recuperar un pasado que liberarse de él: es necesario darle la bienvenida.

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