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Káñina

On-line version ISSN 2215-2636Print version ISSN 0378-0473

Káñina vol.45 n.2 San Pedro de Montes de Oca May./Aug. 2021

http://dx.doi.org/10.15517/rk.v45i2.48239 

Artículo

El pensamiento humanista de Rodrigo Facio en los ensayos “Una universidad libre” y “La justicia en la pequeña república universitaria”

The humanist thinking of Rodrigo Facio in two essays “Una universidad libre” and “La justicia en la pequeña república universitaria”

José Ángel Vargas Vargas1 
http://orcid.org/0000-0002-8095-7763

1Universidad de Costa Rica. Profesor catedrático. San José, Costa Rica.Correo electrónico: JOSE.VARGASVARGAS@ucr.ac.cr

Resumen

En este artículo se analizan los ensayos “Una universidad libre” y “La justicia en la pequeña república universitaria” de Rodrigo Facio, con el fin de determinar la función que cumplen la justicia y la libertad como ejes que articulan el pensamiento humanista de este autor. De previo al análisis se efectúa una aproximación teórica al género ensayo, entendido básicamente como la escritura del yo. Al final se establecen las conclusiones y se enfatiza en el aporte de Rodrigo Facio a la Universidad de Costa Rica y particularmente al proceso de formación del estudiantado.

Palabras clave: Rodrigo Facio Brenes; Ensayo costarricense; Humanismo; Libertad; Justicia

Abstract

The present article examines Rodrigo Facio’s essays “Una Universidad Libre” and “La Justicia en la Pequeña República Universitaria” with the purpose of determining the role that both Justice and Freedom play in the author’s humanist thinking. Prior to the analysis of Facio’s texts, this article carries out a theoretical approach to the genre of essay, understood, in essence, as the writing of the Self. Conclusions are drawn at the end of the article, where emphasis is placed on Rodrigo Facio’s contribution to the University of Costa Rica and particularly to the process of its student body formation.

Key Words: Rodrigo Facio Brenes; Costarrican essay; Humanism; Freedom; Justice.

1. Introducción

Abelardo Bonilla en su libro Historia de la literatura costarricense destaca los aportes de Rodrigo Facio a Costa Rica desde los diferentes cargos públicos que desempeñó, principalmente como diputado de la Asamblea Nacional Constituyente de 1949, la cual aprobó la actual Constitución Política. Además de su brillante labor como abogado, economista y profesor de la Universidad de Costa Rica, señala este historiador de la literatura costarricense que:

a sus empeños y a su concepción humanista de la cultura se debe la reorganización y departamentalización de la Universidad de Costa Rica, cuya base fue la creación de una facultad central de Ciencias y Letras y la creación de los cursos previos y generales para todos los estudiantes (Bonilla, 1981, p. 285).

Bonilla lo cataloga como uno de los principales exponentes del ensayo contemporáneo, aquel que, según sus parámetros, se enmarca en el contexto de los años cuarenta del siglo veinte, una vez superada la etapa realista de la literatura costarricense.

Rodrigo Facio publicó sus primeros ensayos en la revista Surco, y en ellos predominaban temas de carácter histórico, sociológico y económico. Para él:

[…] el mejor trabajo de Facio, por su densidad ideológica y por su estilo, es el ensayo que escribió para prologar el libro del profesor Rafael Obregón Loría, Los rectores de la Universidad de Santo Tomás, texto que incluye un análisis de nuestra vieja institución de enseñanza, además de abarcar lo esencial del panorama de la cultura costarricense en el siglo XIX (Bonilla, 1981, p. 287).

Por su parte, Eugenio Rodríguez Vega en su libro Rodrigo Facio (2006) explora de manera amplia la vida y la obra de este connotado costarricense y lo considera un hombre de múltiples facetas, un ser humano que se ha formado en economía y leyes, pero que es capaz de impartir lecciones, organizar instituciones educativas, crear grupos o partidos con el objetivo de emprender proyectos de interés social, asiduo lector de literatura y escritor de poemas. Todo lo anterior rodeado de un fino humor que les daba sentido y sensibilidad humana a sus acciones (Rodríguez Vega, 2006, pp. 30-31). De manera concreta, Rodríguez clasifica las facetas de Rodrigo Facio en tres principales: la de economista, abogado y educador; y tres adicionales: la de historiador, político y hombre de letras. Es en esta última donde se enmarca su capacidad creativa como ensayista y poeta.

Según Luis Ferrero, Rodrigo Facio se interesó en sus ensayos por abordar la esencia civilista de los costarricenses, analizar desde diversas perspectivas los problemas nacionales y plantear sus inquietudes en cuanto a la formación integral de las personas, de ahí la importancia que siempre le confirió a los temas educativos: “Se interesa igualmente por los problemas educativos, sociales y económicos del país. En su condición de Rector, no puede soslayarlos. Y tal parece que se solaza en plantearlos en sus ensayos exhortativos a sus alumnos del Alma Mater” (1971, p. 60). Nótese aquí el señalamiento que también efectúa Ferrero al afirmar que Rodrigo Facio siempre procuró interpelar a sus alumnos de la Universidad de Costa Rica con sus ensayos. Fue partidario de la discusión libre de ideas y de principios, la que para él representaba una garantía de progreso científico y de seguridad de que todas las personas fueran respetadas en su conciencia y en su dignidad individual. Ese interés por la libertad, el respeto a las personas, el debate y la búsqueda de los más altos valores éticos hace que sus escritos estén claramente impregnados de su pensamiento humanista.

En esta investigación se estudian dos ensayos de Rodrigo Facio: “Una universidad libre” (1954) y “La justicia en la pequeña república universitaria” (1955), con el objetivo de determinar los factores que intervienen en la conformación de su pensamiento humanista, así como el modo que emplea para comunicarlos y persuadir a los receptores. En un primer momento, se presenta una aproximación teórica al género ensayo, en tanto escritura del yo, a fin de determinar su pertinencia para el análisis que se efectúa. Posteriormente, se procede a analizar dichos textos enfatizando en los pilares de su pensamiento humanista y el valor de las personas dentro de la dinámica social y cultural. Para ello se sitúa la obra de don Rodrigo Facio en su contexto histórico, se hace un acercamiento al concepto de humanismo, determinando los principales ejes axiológicos de su pensamiento humanista, además, se aborda la escritura del yo como componente retórico esencial de sus ensayos. Por último, se presentan las conclusiones alcanzadas y la respectiva bibliografía. Todo lo anterior, con el fin de aportar al conocimiento crítico de la obra de Rodrigo Facio.

2. El ensayo como escritura del yo

El género ensayo tiene sus particularidades a la hora de ser definido, ya que existen corrientes teóricas que lo abordan desde distintas maneras lo que dificulta su consenso conceptual, por lo tanto, se procede a establecer algunos lineamientos teóricos que permiten demarcar las características principales que lo diferencian de los otros géneros literarios.

Primeramente, se debe remitir al origen de este género, el cual parte del trabajo ensayístico de los filósofos clásicos como Sócrates, Platón, Séneca y Plutarco; sin embargo, es hasta 1592 cuando Montaigne publica sus Essais y logra dibujar los principales rasgos de este género, además de integrar algunas bases ideológicas del pensamiento humanista francés. A partir de este momento otros autores como Francis Bacon, John Locke y Voltaire comienzan a retomar los aportes de Montaigne para desarrollarlo de manera más técnica e ideológica.

El ensayo es un género particular que contiene dentro de sí mismo una concepción ideológica que se asocia directamente con una praxis social en función de las perspectivas que asume el autor; es decir, el texto ensayístico se genera desde un punto de vista crítico, el cual tiene como finalidad causar un impacto social, apoyándose en el nivel enunciativo, en particular, en la escritura del yo como ente ficcional.

En esa línea, Pozuelo (2005) propone que la voz del autor se entremezcla con los acontecimientos seleccionados para exponer la visión de un yo escritural, donde se incluyen textualidades personales, que se pueden relacionar con el autobiografísmo y el testimonio, pues el ensayo es un discurso que proyecta una voz activa evidenciando un protagonismo del yo que resalta en su discursividad.

Dado que existe una escritura del yo dentro del ensayo, se debe tomar en cuenta que esta se actualiza de manera específica en cada textualidad:

Ésta mide el modo de tratar los asuntos, totalmente adaptado a los límites de su propio yo, límites de conocimiento, de capacidad o de conveniencia. Importan menos aquí los temas de su perspectiva acerca de ellos, importa menos la perfección o el redondeo que el intento, el sondeo, el entrevisto, lo acariciado y hecho carne de su propio yo, con la libertad de un pensamiento que afirma no tener ataduras de autoridad sino las que admite a discreción de su propia voluntad (Pozuelo, 2005, pp. 185-186).

Esta escritura va a demostrar las limitaciones, los deseos y dominios intelectuales del yo, por lo que se construye una relación entre el yo con su contexto social. En consecuencia, el ensayo contiene referencias de acontecimientos verosímiles, citas críticas, diálogos incómodos que demarcan un espacio y tiempo específico. Con el fin de delimitar una función didáctica, expositiva y doctrinaria y establecer una tensión del discurso del autor (Pozuelo, 2005), donde se afirma una conexión que sobrepasa la perspectiva de sí mismo como ente escritural para canalizar el presente y personalizarlo dentro del presente discursivo. Por tanto, esta tensión queda determinada por la relación directa del yo con su entorno.

Esta relación es abordada por Picado (1985) y Núñez (2017), quienes establecen que el texto expone una marca coyuntural que permite interpretar la realidad social desde la subjetividad del ensayista, con lo cual se denota la función crítica como una de las más importantes en cuanto a su desarrollo.

Este carácter crítico que el ensayo posee se puede presentar de diversas maneras, pues, según Picado (1985), existe dentro del texto una multiplicidad que rompe con lo dogmático y abre espacio a las concepciones ideológicas del yo, desde un punto de vista único. Por tanto, se pueden entrever convergencias discursivas proponentes de un denso diálogo.

Además, la necesidad de exponer directamente los puntos de vista incómodos, problemáticos y cuestionadores en el discurso es fundamental para que se complete la función del texto, que va más allá de un acto discursivo. La apelación al público y la interacción con el lector hace que esta función se concrete conforme a su lectura o escucha.

A partir de lo anterior se pueden establecer cuatro características básicas que están estrechamente ligadas entre sí, según lo plantean Picado (1985) y Núñez (2017), quienes refieren a la descripción del ensayo como dialógico, proteico, persuasivo e intenso. Dialógico porque es marcado desde una primera persona, o función del yo, según Pozuelo (2005), por lo que no mantiene una forma específica, sino que alcanza variabilidad de representaciones. Se denomina proteico porque juega con su forma para presentar de la manera más personal su discursividad crítica. Se basa en estas variantes dialógicas y proteicas para persuadir al lector u oyente, dado que su finalidad recae en seducir mediante una textualidad intensa, que integra elementos, circunstancias problematizadoras, pero que no completan un todo, dejan al lector inferir lo que hay más allá. Y no agota los temas, pues la exhaustividad no tiene cabida dentro de su construcción lingüística.

Conviene también tomar en cuenta la relación planteada por Weinberg (2013) sobre el “pacto” de la literatura de viaje con el género ensayo, lo cual, no quiere decir que sea un género que se confunda con esta; por el contrario, comparte características funcionales y permite abordar desde una concepción más amplia del ensayo, entendido como un:

Viaje simbólico por el no menos simbólico mundo del descubrimiento. En el libro de viajes el que escribe es el que viaja, de tal manera que el viajero es a la vez protagonista e informante, y desempeña estos dos papeles temáticos o es, para decirlo con expresión de Sarmiento, un “protagonista forzoso”. Se trata, tomando una imagen de Gaos, del pensar del pensador y del escribir del escritor, también convertidos a la vez en protagonistas e informantes de esa aventura intelectual (p. 247).

En la cita anterior se evidencia, desde una visión poética de la escritura como viaje, esta caracterización primordial del ensayo: la escritura de un yo, que expone desde el planteamiento personal sus descubrimientos o influencias ideológicas. Además, su posición de poder enunciador le permite cuestionar el orden, para lo cual utiliza diferentes mecanismos de enunciación abordando dialógicamente su texto y proponiendo ideas nuevas sin ser exhaustivas, que se enmarquen dentro de una realidad específica, que se renueva, pues un texto no se agota. En su momento fue una propuesta innovadora del yo, un reto ante la sociedad, por ello se puede entender como una socio-discursividad puesta en práctica mediante la escritura.

3. Una voluntad transformadora

A Rodrigo Facio le correspondió vivir en un contexto complejo a nivel nacional, latinoamericano y mundial. Como persona erudita, se nutrió de múltiples fuentes del pensamiento político y humanista universal. Asiduo lector de sus contemporáneos, fue conformando sus bases ideológicas sobre lo que él consideraba un pensamiento socialista y socialdemócrata. Fue sensiblemente impactado por los procesos revolucionarios y de cambio social en América Latina y, en particular, por el periodo de entreguerras que va desde 1920 hasta la Segunda Guerra Mundial, y las posteriores consecuencias. También se vio profundamente conmovido por la irracionalidad de la guerra, las contradicciones del poder, la necesidad de una vida libre y solidaria para todas las personas y, sobre todo, la pertinencia de encontrar caminos de progreso espiritual y material para la humanidad.

En el ámbito costarricense tuvo, sin duda, la mentoría de los intelectuales de principios de siglo, principalmente la de Roberto Brenes Mesén, Joaquín García Monge y de Omar Dengo, de quienes aprendió el valor de una cultura integral para las personas y la imprescindible conciencia social para alcanzar mejores condiciones de vida para la ciudadanía. Ellos constituyeron sólidos referentes ideológicos en su proceso de formación, al igual que en términos generales lo fue la Escuela Normal Superior, donde campeaba un pensamiento de avanzada para la época, e incluso se generaron las condiciones para el surgimiento del Partido Comunista y se sentaron las bases para el desarrollo articulado de las luchas sociales en Costa Rica.

Desde muy joven, participó de los grandes cambios educativos que se gestaban en el país, adoptando siempre una posición abierta. Pero, sin duda, fue la creación de la Universidad de Costa Rica en 1940 el acontecimiento que marcó su vida desde la perspectiva de una formación humana integral, que apuntaba al bienestar pleno de las personas y a fomentar un espíritu de servicio al país. Su actividad no se restringió solo a los cambios generados por esta importante institución de educación superior, sino que también decididamente participó en las actividades conducentes a la creación del Centro para Estudio de los Problemas Nacionales, que sería, en palabras de Jiménez “el embrión del Partido Social Demócrata y luego del Partido Liberación Nacional en 1951” (2007, p. 70). De esta manera, Rodrigo Facio se entregó, junto a otros distinguidos intelectuales y figuras políticas, a la búsqueda de soluciones a las diferentes problemáticas que enfrentaba Costa Rica en ese momento histórico.

Llama la atención esa capacidad de respuesta de don Rodrigo Facio a las condiciones sociales adversas que vivía el país. Además, consciente de las especificidades de las diferentes naciones del mundo y de su país, se preocupó por impulsar un modelo de desarrollo nacional desde una perspectiva propia, considerando la particular dinámica histórica nacional, a fin de dejar una impronta, como lo afirma el profesor Olman Villarreal:

Él pertenecía a una generación que quería dejar huella, una generación que quería construir algo propio y a mí me llamó mucho la atención eso del estilo costarricense: queremos un socialismo al estilo costarricense, queremos una socialdemocracia al estilo costarricense, queremos un estado social derecho a la tica, queremos algo propio, queremos diferenciarnos de alguna manera de esa polarización que antes y después de la Segunda Guerra Mundial prevaleció en el planeta hasta los años noventa del siglo pasado. Entonces me parece que ahí hay buena fuente de los pensamientos más de avanzada, incluso me parece que hay coincidencia con las fuentes del socialcristianismo. Él leyó muchísimo de estos curas, cardenales, eruditos de Bélgica, no sé, de Francia, de la misma Alemania que eran personas que estaban viviendo una realidad social muy terrible, muy polarizada y que querían transformarla (Villarreal, 29 nov. 2018, comunicación personal).

Este afán de cambiar el entorno, de transformarlo en favor de la ciudadanía, marcó de manera definitiva su vida política y personal y fue capaz de generar acciones concretas, en favor del desarrollo nacional, considerando las diferentes poblaciones y espacios del país. Jorge Enrique Romero afirma que desde que don Rodrigo Facio era estudiante en del Liceo de Costa Rica había mostrado sus inquietudes por pensar en un nuevo tipo de sociedad, regida por una visión humanista de todas las esferas colectivas y personales, en todos los ámbitos de la vida social:

[…] esa misión humanista es la forma en que él veía la economía, cuando él escribía de economía siempre había una tonalidad, un sesgo de carácter, de preocupación por el ser humano, no eran simplemente las curvas de oferta y demanda, del aumento de la producción, el ahorro de la inversión, sino que nunca perdió de vista que todos esos fenómenos económicos estaban o tenían que estar al servicio del ser humano. Entonces en lo que él escribe siempre está presente esa visión de, ante todo, el sistema jurídico, económico, social, político, tenía que estar al servicio de la sociedad, al servicio del hombre (Romero, 13 dic. 2018, comunicación personal).

Esa voluntad de transformar la realidad que don Rodrigo Facio expuso y defendió con coherencia en su vida, se ha constituido en una conducta por emular, porque siempre consideró que toda situación adversa debía superarse, que las personas comprometidas con una causa social debían ser propositivas y encontrar los caminos idóneos para forjar nuevos modos de convivencia y bienestar social, con perspectiva integradora y no sectaria.

4. Pilares de su pensamiento humanista

Caracterizar el humanismo desde una perspectiva unívoca puede generar problemas conceptuales, puesto que, si se recurre a los acontecimientos que marcaron su origen, se puede visualizar que no hubo un solo momento, ni una sola corriente, sino múltiples, pues se desarrolló entre la Edad Media y la Moderna, además de que fue concebido de modos diferentes según el periodo y el territorio donde se gestaba.

Tanto el renacimiento italiano como el español y el nórdico construyeron las bases del humanismo desde diferentes perspectivas. Por un lado, el primero concibe al ser humano como un ser libre, con la capacidad de recrear el mundo y transformar, mientras que el español y nórdico se vinculan con la religión cristiana. Además, según Velasco (2009), internamente, dentro del renacimiento español hubo diferencias significativas, pues el humanismo de base salamantina estaba más ligado a la concepción religiosa, mientras que el erasmista aparecía relativamente alejado de los principios del cristianismo.

La construcción del pensamiento humanista sigue siendo, en esencia, la identificación del ser humano como sujeto digno de libertad; sin embargo, no siempre la categoría de ser humano alcanzaba su totalidad, ya que a algunos individuos se les negaba su humanidad debido al proceso histórico en el que estaban inmersos. Velasco (2009) presenta otro acercamiento humanista que ofrece una perspectiva más amplia:

Otro grupo de humanistas [Luis Vives, Tomás Moro, o Erasmo], principalmente frailes misioneros, por encima de las diferencias culturales reconocían en los pueblos indios plena racionalidad, capaces de gobernarse a sí mismos de acuerdo a la Ley natural, por lo que no era imperioso transformarlos a imagen y semejanza de lo europeo, sino más bien establecer un diálogo intercultural en la que tanto indígenas como españoles pudieran aprender y enriquecer sus culturas (p. 15).

En esta afirmación de Velasco se identifican las bases sobre las cuales se construirá el humanismo, donde se enmarcan una serie de valores como la libertad, la ley natural y la igualdad, entre otros. El humanismo también se establece a partir de una visión intelectual, donde impera la búsqueda de la verdad y la defensa del ser humano como ser pensante, frágil, cambiante, natural, que vive en un entorno donde las ciencias lo rigen todo. Al respecto, Velasco (2009) establece que:

El humanismo se caracteriza además por un giro radical hacia el estudio del lenguaje, más que de las cosas mismas, por el aprecio de la experiencia, de la literatura y de la retórica, más que de una racionalidad pura, el reconocimiento de la historicidad del saber frente a las pretensiones de conceptos y modelos universales y la valoración de la prudencia como racionalidad práctica sobre problemas específicos, ante una mera racionalidad teórica o metodológica, así como la preocupación por el descubrimiento, la creación y la innovación (inventione), más que por el mero análisis o por la comprobación de lo que ya se conoce (p. 3).

El aporte que ofrecen los clásicos griegos y latinos forma parte trascendental en el proceso de construcción del humanismo como corriente filosófica. Este fue retomado a mitad del siglo XIX y principios de siglo XX, por intelectuales como Heidegger, Nietzsche, Bergson y Sartre. El carácter religioso también es abordado por Heidegger (2000) en Carta sobre humanismo, donde sostiene que la búsqueda de la salvación del ser humano es el reflejo del proceso histórico de redención de la humanidad. También propone algunos preceptos básicos sobre los cuales se fundamenta esta corriente filosófica, en la cual afirma que:

Si se entiende bajo el término general de humanismo el esfuerzo porque el hombre se torne libre para su humanidad y encuentre en ella su dignidad, en ese caso el humanismo variará en función del concepto que se tenga de «libertad» y «naturaleza» del hombre. Asimismo, también variarán los caminos que conducen a su realización (Heidegger, 2000, p. 6).

La visión histórica del ser humano no es gratuita, ya que, desde sus principios, el humanismo pretende una mejoría, tanto en el individuo particular, como para el otro, de ahí la clara dimensión social que lo distingue. Como tal, el humanismo se ha consolidado desde diferentes perspectivas, sin embargo, la utilización de valores que se relacionan directamente con este permiten identificarlo más allá del establecimiento del término. Pues, se constituye dentro del pensamiento humano como una forma de vida, la cual se evidencia a grandes rasgos en los textos de Platón, Aristóteles, Erasmo, Zewig y pensadores costarricenses como Roberto Brenes Mesén y Rodrigo Facio, a quienes los une el humanismo, más allá de las fronteras territoriales o temporales.

Asimismo, el idealismo es una característica en común de estos intelectuales, muchos de ellos plantearon, desde su perspectiva, la posibilidad de mejorar el ambiente humano, redefinir la concepción de mundo, plantear la libertad como arma para desarticular la desigualdad y erigir la justicia y la fraternidad, a fin de alcanzar la felicidad. Por su parte, el intelectual proyecta la mejoría de su entorno hasta lograr su estado óptimo, como lo menciona Platón cuando establece que un Estado debe ser feliz en su totalidad:

No fundamos el Estado con la mirada puesta en que una sola clase fuera excepcionalmente feliz, sino en que lo fuera al máximo toda la sociedad. Porque pensábamos que en un Estado de tal índole sería donde mejor hallaríamos la justicia, y en cambio la injusticia en el peor fundado; y tras observar uno y otro, pronunciaríamos el juicio sobre lo que hace rato que buscamos. Modelamos el Estado feliz, no estableciendo que unos pocos, a los cuales segregamos, sean felices, sino que lo sea la totalidad; y en seguida examinaremos el Estado opuesto a aquel (1988, 420c).

Este ideal humanista va más allá de los preceptos teóricos o de la consolidación de reglas, pues establece una meta donde todas las personas estén integradas. Este planteamiento de Platón puede mencionarse como una de las bases más sobresalientes del humanismo, ya que en este pequeño fragmento se condensan los nutrientes axiológicos que posteriormente van a utilizar otros filósofos del mundo actual, como la búsqueda de la felicidad y no solo una individual, sino que abarque a cada ser humano por igual, pues solo así se podrá tener un buen Estado, una buena sociedad.

5. Luchar por la justicia y la libertad

Las acciones de Rodrigo Facio y los documentos que quedaron plasmados, de alguna u otra manera, en la historia costarricense permiten acceder a parte de su esencia como ser humano. Los ensayos que escribió como rector de la Universidad de Costa Rica para los Actos de Clausura, “Una universidad libre” y “La justicia en la pequeña república universitaria”, son parte de un pensamiento que integró dentro de su discurso las múltiples voces de quienes lo precedieron.

Rodrigo Facio en sus textos, expone de manera abierta las claves del pensamiento humanista y establece propuestas como representante de su Alma Mater, la Universidad de Costa Rica. También se identifican los pilares axiológicos que lo rigen, y al mismo tiempo, evidencian la influencia de propuestas filosóficas anteriores.

El pensamiento humanista se evidencia en el título de cada uno de los ensayos, el cual, como condensador de significados, permite acceder de manera directa a su esencia textual: la libertad y la justicia, ambos términos aplicados a un contexto y espacio específico, la Universidad, como la sinécdoque de la nación costarricense.

En “Una universidad libre” se plantea la libertad como la característica primordial de la Universidad: “Libre es, pues, la Universidad de Costa Rica; abierta a todas las tendencias; receptiva de todas las inquietudes filosóficas, científicas o sociales; respetuosa de todas las ideas. Y no aceptará nunca más calificativo que ese: el de libre” (Universidad de Costa Rica, 1956, p. 11). Por lo tanto, esta libertad va más allá del ser por sí mismo, implica la capacidad de hacer y dejar hacer, de respetar cada opinión, por diferente que sea. Abre la ventana de una universidad plural y respetuosa de todos los credos y opiniones.

También en “La justicia en la pequeña república universitaria” retoma esta idea de libertad, en términos educativos, políticos, personales, emotivos y sociales:

Diferencia de opiniones y unidad de corazón, he aquí un soberbio programa para la Universidad y para los universitarios, y con el tiempo -¿por qué no?- para Costa Rica y los costarricenses. Libertad académica plena, gobierno estudiantil para los problemas estudiantiles, principio de honor personal, sociedades de debates, diferencia de opiniones y unidad de corazón (UCR, 1956, p. 33).

Aquí se reitera la razón del ser humano de buscar la esencia en sí mismo y proteger la de los demás, puesto que constituye parte fundamental del pensamiento en la escritura del yo, reflejada en la libertad de este para ser y respetar, idea que es retomada del texto de Zweig “A nadie se le puede imponer determinada filosofía y que jamás poder terrenal alguno tendrá capacidad para violentar la conciencia humana” (1937, p. 22). Esta frase marca uno de los principios humanistas que guían a Facio en su proceso de escritura. Zweig también fue un humanista que abogaba por la igualdad y la libertad, en su texto Una conciencia contra la tiranía. Castellio contra Calvino describe una disputa entre un tirano y un humanista, donde el ser humano es el eje del cambio:

Con cada nuevo hombre que nace, nace también una nueva conciencia y, por lo menos, una de estas se acordará de su obligación espiritual del renovar la antigua lucha en pro de los inalienables derechos del hombre y de la humanidad (1937, p. 248).

También en los ensayos de Facio se puede identificar la voz de un ser humano que dialoga con los otros, en la búsqueda de la creación de un ambiente sano, comprometido, respetuoso, y que, ante todo, sea libre y justo, principios básicos en su propuesta discursiva.

Por otro lado, la justicia como propuesta axiológica constituye una dominante discursiva en estos textos, de ella derivan microestructuras que justifican un proyecto humanístico caracterizado por una significativa interacción con el pensamiento clásico, como el de Platón; de manera que puede establecerse una fecunda relación dialógica entre La república de Platón y “La justicia en la pequeña república universitaria” de Facio. En este último se plantea la necesidad de que el ser humano logre la convivencia sobre bases racionales y éticas, mientras que Platón se refiere al establecimiento del correcto accionar del ser humano:

[…] quien afirma que lo justo es de provecho dirá que se debe obrar y hablar de modo tal que sea el hombre interior el que prevalezca sobre el hombre total y que vigile a la criatura polifacética; tal como el labrador alimenta y domestica las plantas inofensivas pero impide que las salvajes crezcan, el hombre tomará como aliada la naturaleza del león y cuidará de las otras partes, haciéndolas amigas entre sí, y así las criará (Platón, 1988, 589b).

En sí, el ser humano justo deberá velar por sus derechos y por los ajenos. En este sentido, la relación entre una Universidad y un Estado permite realizar una asociación entre el intelectualismo y los valores que deben prevalecer en el sistema, ya que estos dos pilares deben ser fortalecidos para alcanzar la justicia, no solo para el individuo, sino para su contexto y el bienestar del otro, donde no se valora solamente su capacidad intelectual, sino también su compromiso ético y moral para con los suyos.

Mediante el planteamiento de estos aspectos, se integra una propuesta más que política, ideológica como lo es la democracia, también mencionada por Platón y defendida por Facio en los dos textos, pues se manifiesta como una propuesta para el cambio en el paradigma social de la “pequeña república” de Facio:

Podríamos, en ejercicio y desarrollo de esa misma libertad, llevar mucho más allá la experiencia democrática universitaria: ser más exigentes en lo relativo al respeto debido a todas las opiniones; tener más confianza en la pulcritud moral e intelectual de nuestros estudiantes (UCR, 1956, p. 28).

Ante esta perspectiva, el propósito de una Universidad justa y democrática no es solo para el prestigio de sí misma, no es por beneficio propio, sino para crear, cambiar y proyectar su discurso, convertido en praxis social, donde reside el germen democrático, igualitario y libre, puesto que los resultados de sus actos deben ir dirigidos al pueblo:

Universidad del pueblo, para el pueblo y por el pueblo que es, para contribuir a crear el espíritu, el ambiente, la energía, la preparación y los instrumentos con los cuales tratar de darles satisfacción a tan múltiples y acongojantes problemas y, a la vez, de evitar que tal satisfacción se realice con mengua de los valores supremos del espíritu y culmine en un grosero y torpe materialismo (UCR, 1956, p. 15).

Es esa valoración de cada acto individual y de cada ser humano por sí mismo lo que nutre la esperanza del cambio. La visión de que cada uno forma parte de una estructura más grande, que requiere de esas partes para funcionar de manera óptima, es lo que se puede interpretar de la propuesta ensayística del rector, que también se relaciona intertextualmente con lo planteado por su contemporáneo y compatriota Roberto Brenes Mesén:

No todo hombre necesita ser tejedor o carpintero, médico o sastre, impresor o abogado; pero cada hombre requiere la paz social, la amistad, o la comprensión, o la tolerancia de su semejante, la dicha de la comunidad en medio de la cual vive. Y nada de esto puede surgir de la razón aislada. Es la obra de la totalidad del ser (2006, p. 22).

6. La función social de sus ensayos

Todo proceso de escritura se enmarca dentro de un contexto y tiene como horizonte calar dentro de este para completar su función crítica. En los ensayos de Rodrigo Facio esta función social tiene un impacto más profundo, debido a la posición social del enunciador y de los receptores.

Los ensayos de Rodrigo Facio, emitidos entre 1954 y 1955, promueven la reflexión del público a quien se dirigen, donde se desarrollan temas de la realidad inmediata para establecer una conexión sociodiscursiva con los estudiantes y demás entes. Con el fin de generar una propuesta ideológica, proyectar sus ideales, que recaen en la personificación del futuro del país, y desarrollar la palabra como fuente de cambios sociales, políticos y humanos.

Una de las principales ideas que se desarrollan en “Una universidad libre” y “La justicia en la pequeña república universitaria” es la necesidad de mostrar la visión idealista que, en su proceso como rector de la Universidad de Costa Rica, influye en la construcción de sus textos, su responsabilidad ante esta comunidad de producir una memoria histórica colectiva de lo que implica ser egresado de dicha Universidad, de los procesos por los cuales debieron pasar para llegar a la culminación de sus estudios de grado. Además de las necesidades y responsabilidades de la Universidad como ente social, representante del pensamiento crítico costarricense.

Como menciona en “Una universidad libre, “A ella [La Universidad de Costa Rica] le corresponde esa tarea junto con otras instituciones; pero a ella más que ninguna otra en cuanto a formadora de hombres y señaladora de valores” (UCR, 1956, p. 15), o en “La justicia en la pequeña república universitaria” donde se estable que el deber de la Universidad es:

Luchar por la Justicia en la República, es decir, a hacer política grande, a llamar la atención sobre la necesidad de establecer firmemente primero la justicia y la convivencia sobre bases sólidas, bases racionales y éticas, en esta República en pequeño que es la Universidad (UCR, 1956, p. 25).

La construcción de estos ensayos gira en torno a los ideales que, dentro del pensamiento de Rodrigo Facio, concebían la base para el mejoramiento social y educativo del país. Puesto que, como se observa en los títulos, la libertad y la justicia dirigen el rumbo del país, con la Universidad como sinécdoque de nación “una Universidad de Costa Rica que al tiempo refleje a Costa Rica y busque su perfeccionamiento” (UCR, 1956, p. 20). Por lo tanto, el enunciador como representante de esta pequeña nación establece algunas funciones que debe cumplir la Universidad en este contexto y en el futuro, pues la escritura, como práctica social y educativa, fundamenta cada una de estas propuestas.

Se establece directamente un juego dialógico entre la Universidad y su función en el ámbito social, se apela a la relación directa que se mantiene con la enseñanza dentro de la Institución y su práctica en el contexto inmediato:

Hablamos, es claro, de la Universidad pública, nacional, socializada, de nuestros días, colocada ella, en un escenario de arduos problemas económicos, sociales y técnicos, cuya resolución requiere la más absoluta y acertada libertad para investigar, para criticar, para replantar y formular, y en suyo estudio se espera y se exige unánimemente que participe, casi con papeles rectores, esa misma Universidad (UCR, 1956, p. 8).

Esta voz autoral le designa a la Universidad un papel preponderante en el desarrollo de la nación costarricense, ya que el pensamiento crítico y activo de esta comunidad debe responder a cada uno de los acontecimientos en los que se vea inmerso el país, además, se establece que “la Universidad reacciona -o debe reaccionar- frente al país, buscando fortalecer sus virtudes y reducir sus defectos” (1956, pp. 19-20). Por lo tanto, determina un paralelismo, casi simbiótico entre la Universidad y Costa Rica.

Otro de los aspectos que dialoga con la función social del texto es la educación dentro de la Universidad y del ser costarricense, en cada uno de estos dos ensayos se apela a la población en general y se determinan funciones que rigen la educación, para lo cual, utiliza diversos mecanismos. En “Una universidad libre” se apela a la trayectoria histórica por la que ha pasado la Universidad de Costa Rica y en “La justicia en la pequeña república universitaria” se retoman las bases de la democracia como horizonte idílico de Universidad.

A partir de estos diversos mecanismos se pretende buscar un concepto más amplio de la educación. Primero se aleja de la concepción de que la educación se basa solo en reproducir conocimientos; segundo, en que esta debe ir acompañada de responsabilidades y esfuerzos sin los cuales no es posible su consolidación, convencida de que la educación también debe responder no solo académicamente, sino como fuente de inspiración y de formación de personas, desde las ciencias y la cultura, y sobre todo como “fomentadora del espíritu de servicio” (UCR, 1956, pp. 12-13).

Con estas palabras Facio enfatiza la necesidad de implementar y proponer una educación que vaya de la mano con la realidad social, en la que los valores humanos sean los que dirijan el camino educativo en donde los saberes y lo académico se encuentren estrechamente concatenados: “esto quiere decir que habrá que exigir cada vez más del profesor y del estudiante; elevar los niveles de enseñanza” (1956, p. 21), porque en esta casa de enseñanza la educación debe ser de calidad humana y de excelencia académica.

7. Conclusiones

Facio encuentra que la Universidad es la institución ideal para forjar su visión humanista del mundo, del individuo y de la sociedad, creando una ciudadanía que participe activamente en la solución de la angustia que provocan los problemas nacionales. Es justo su papel como Rector de la Universidad de Costa Rica lo que le permite implementar los cambios que él valoraba pertinentes para esta Institución y para el país. Sus aportes a la reforma universitaria y su participación en la creación de los estudios generales fueron decisivos y constituyeron un hito histórico en la educación superior costarricense. Incluso, para el ex rector don Fernando Durán Ayanegui, fue tanta la compenetración de don Rodrigo Facio con el mundo de la Universidad, con su universo de personas, proyectos e ideales, que llegó a convertirse en el ánima indiscutible de la Universidad de Costa Rica (Durán, 2007, p. 40).

En esta dirección, la Universidad fue para don Rodrigo el espacio cultural, espiritual y educativo donde encontró que podrían expresarse de manera pragmática los valores humanistas y configurar la responsabilidad de la ciudadanía con el país. Pero no se trata de un humanismo abstracto y filosófico, sino de una misión concreta que consiste en “formar personas capaces, enérgicas, inspiradas en altos ideales éticos de servicio y humanidad, dotados de incuestionable fortaleza moral y de una insobornable dignidad personal” (UCR, 1956, p. 15).

En el espacio textual de sus ensayos, Facio expone de manera abierta y no dogmática sus aspiraciones a un nuevo tipo de país y de sociedad, en el que priven los valores que unen al ser humano en su sensibilidad y sus aspiraciones. En ellos se plasma un humanismo regido por dos grandes pilares: la justicia y la libertad. Ambos necesarios para construir posiciones críticas y libres, donde cada persona puede expresarse sin ninguna limitación a sus creencias, ideologías, formas de ver y enfrentar el mundo. De ahí también el afán de formar personas íntegras, que conozcan y dialoguen con el entorno, que se conozcan a sí mismas y potencien siempre sus capacidades para servir al otro, al país o a las comunidades en las cuales se encuentran inmersas.

En estrecho diálogo con estos pilares de libertad y justicia, el humanismo de Rodrigo Facio también se configura con otros valores que buscan el bienestar máximo de las personas y de la sociedad, tales como el respeto, la dignidad, la igualdad y la solidaridad. La persona es ante todo un ser espiritual que tiene derecho a cultivarse con todas sus particularidades, aspiraciones e intereses, sin que ninguna fuerza ajena irrumpa en esa dignidad fina, que la conduce a su más elevada realización. Por ello el rol que desempeñe en el mundo que le corresponda vivir es muy particular y debe estar en función de la búsqueda de una igualdad genuina con las otras personas y de una actitud solidaria que impulse a la sociedad por sólidos derroteros de desarrollo.

Finalmente, hay que considerar la escritura ensayística de Rodrigo Facio como la materialización de sus valores humanistas en un propósito superior, el cual es servir a la sociedad costarricense, transformarla integral y positivamente. Como lo subraya Churnside (2007, p. 21) siguiendo a Facio, la superioridad de las personas y particularmente de los universitarios consiste en su actitud de aportar a los demás para que alcancen mejores condiciones de vida. Esta perspectiva colectiva no implica tampoco abandonar la individualidad, pues los ensayos de Rodrigo Facio también constituyen un viaje simbólico por el alma humana.

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Recibido: 23 de Septiembre de 2019; Aprobado: 27 de Mayo de 2021

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