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Káñina

On-line version ISSN 2215-2636Print version ISSN 0378-0473

Káñina vol.45 n.1 San Pedro de Montes de Oca Jan./Apr. 2021

http://dx.doi.org/10.15517/rk.v45i1.47026 

Artículo

Las lenguas indígenas en la argentina y su continuidad en el español regional

The indigenous languages in Argentina and their continuity in regional Spanish

Alicia Avellana1 

Cristina Messineo2 

1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad Autónoma de Entre Ríos/Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: avellanaalicia@gmail.com

2Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: cristina.messineo@gmail.com

Resumen

Argentina es un país que ha negado e invisibilizado históricamente su matriz multilingüística y pluriétnica, especialmente, la vinculada con los pueblos indígenas. No obstante, el número de personas que se reconocen como indígenas supera las cifras de una nación imaginada como homogénea y monolingüe. En este artículo presentamos un panorama general de las lenguas indígenas habladas actualmente en el territorio argentino, con especial foco en su situación sociolingüística y en su contacto con el español. Asimismo, presentamos tres rasgos gramaticales y pragmáticos propios de algunas de las lenguas indígenas y observamos su influencia y continuidad en el español regional (i.e. la no marcación gramatical de tiempo, la evidencialidad, y la presencia de marcadores pragmáticos). Estos ejemplos nos permiten profundizar en rasgos tipológicos poco conocidos en las lenguas del mundo -y no presentes en el español general- lo que supone un aporte a la visibilización y concientización de la diversidad lingüística como patrimonio humano universal.

Palabras clave: lenguas indígenas; Argentina; español; contacto de lenguas; rasgos tipológicos

Abstract

Argentina is a country that has historically denied and invisibilized its multi-linguistic and multi-ethnic matrix, especially the one linked to indigenous peoples. However, the number of people who recognize themself as indigenous surpasses the figures of a nation imagined as homogenous and monolingual. In this article, we present a general overview of the indigenous languages currently spoken in Argentine territory, with special focus on their sociolinguistic situation and their contact with Spanish. Likewise, we present three grammatical and pragmatic features of some of the indigenous languages and we observe their influence and continuity in regional Spanish (i.e. tenselessness, evidentiality, and pragmatic markers). These examples allow us to delve into typological features scarcely known in the languages of the world -and not present in general Spanish- which is a contribution to the visibility and awareness of linguistic diversity as a universal human heritage.

Key Words: indigenous languages; Argentina; Spanish; language contact; typological features

1. Presentación

Argentina es un país que ha negado e invisibilizado históricamente su matriz multilingüística y pluriétnica, en especial, la vinculada con los pueblos indígenas. No obstante, el número de personas que se reconocen como indígenas supera las cifras de una nación imaginada como homogénea y monolingüe. Así también, a pesar de ser el español la lengua utilizada por la mayoría de la población, una veintena de lenguas indígenas, con diferentes grados de expansión o retracción, se hablan en distintas regiones del territorio argentino. Algunas de estas, como el quechua en la región del noroeste y el guaraní en el noreste han trascendido el seno de las comunidades indígenas y se han expandido a la población no indígena, ejerciendo una importante influencia sobre el español regional. Otras, en cambio, por razones históricas y sociolingüísticas, no se han integrado al dominio regional, pero su presencia puede observarse a nivel individual en el español de los hablantes bilingües.

En las siguientes secciones se presenta un panorama general de las lenguas indígenas habladas actualmente en el territorio argentino, con especial foco en su situación sociolingüística y en su contacto con el español (Sección 2 y 3). En la sección 4, se seleccionaron tres rasgos gramaticales y pragmáticos propios de algunas de las lenguas indígenas y se observó su influencia y continuidad en el español regional e individual. Se trata de rasgos tipológicos poco conocidos en las lenguas del mundo y no presentes en el español: la no marcación gramatical de tiempo, la evidencialidad y la presencia de marcadores pragmáticos. Por último, en la sección 5 se presentan las conclusiones del trabajo y algunas reflexiones sobre la importancia de estudiar las lenguas indígenas y las variedades de contacto para contribuir a la visibilización y concientización de la diversidad lingüística como patrimonio humano universal.

2. Las lenguas indígenas (LI) en la Argentina

Se sabe que antes de la conquista y colonización, se hablaban unas 35 lenguas indígenas en el territorio argentino, de las cuales más de la mitad ha desaparecido. En la actualidad, se reconocen unos 20 pueblos indígenas hablantes de, al menos, 17 lenguas nativas, agrupadas en 7 familias lingüísticas y con diferentes grados de bilingüismo y contacto con el español. Según los últimos censos (INDEC, 2004-5, 2010), casi un millón de personas se autodentifican como indígenas, lo que representa el 2,4% del total de la población nacional.

Las lenguas oriundas del territorio argentino son las siguientes: toba, pilagá, mocoví (familia guaycurú), wichí, nivaclé, chorote (familia mataguaya), tapiete, ava-guaraní, mbya, guaraní correntino (familia tupi-guaraní), quichua santiagueño (familia quechua), tehuelche (familia chon) y mapudungun1 (aislada). Algunas de estas, como el quichua en la provincia de Santiago del Estero2 y el guaraní en Corrientes3, son lenguas indígenas habladas por una cantidad importante de población criolla no indígena (Censabella, 1999, p. 40). Gracias a investigaciones recientes, se pueden agregar a la lista las lenguas vilela (familia lule-vilela), considerada extinta desde la década de 1960 (Golluscio, 2008), y chaná (familia charrúa), oculta durante casi doscientos años (Viegas Barros, 2009).

Si bien las lenguas son oriundas de regiones geográficas particulares, el fenómeno de la migración hacia los grandes centros urbanos se ha acrecentado desde la mitad del siglo XX, de manera que solo en la ciudad de Buenos Aires habitan en la actualidad unas 66.000 personas que se reconocen como indígenas. A esta situación, hay que agregar la de la población migrante de Paraguay, Bolivia y Perú4, que habla guaraní5, aymara y quechua6, respectivamente. Tanto el guaraní como el quechua son lenguas de uso cotidiano en el ámbito familiar y laboral de los grupos migrantes (por ejemplo, dentro del rubro de la construcción en el caso de migrantes paraguayos y en la producción y comercialización frutihortícola, en el caso de migrantes bolivianos). Su expansión en las grandes ciudades y centros urbanos de Argentina ha tomado dimensiones sociolingüísticas importantes debido a que cada vez más niños de habla guaraní y quechua ingresan a la escuela pública con escasa competencia del español.

Por último, cabe mencionar el caso de lenguas consideradas extintas que actualmente están resurgiendo en contextos de autoidentificación y recuperación lingüística y cultural, como es el caso de la lengua de los huarpes en la región de Cuyo.

Figura 1 Las lenguas indígenas habladas actualmente en la Argentina. Fuente: Las lenguas indígenas de la Argentina. Diversidad sociolingüística y tipológica (Messineo y Cúneo, 2015). 

A pesar de tal diversidad, la lengua oficial de Argentina es el español, utilizado en la administración y en la educación pública y hablado como primera o segunda lengua por casi 40 millones de habitantes. No obstante, en los últimos años, a nivel provincial se ha reconocido la oficialidad del guaraní en la provincia de Corrientes mediante la Ley Provincial N.º 5598, 2004 y la de las lenguas toba, mocoví y wichí en la provincia del Chaco a través de la Ley Provincial N. º 6604, 2010, lo que constituye un avance frente a la invisivilización y desprestigio de las mismas. Así también, a partir de la restitución de la democracia (1983), el derecho a una educación intercultural bilingüe respetuosa del patrimonio étnico y lingüístico de los pueblos indígenas se ha ido consolidando de forma paulatina en Argentina. El marco legal que reconoce los derechos indígenas se plasma fundamentalmente en la Reforma Constitucional de 1994, cuya consecuencia más importante es la creación y difusión de programas educativos bilingües e interculturales a nivel nacional y provincial.

3. Situación sociolingüística actual de las LI en Argentina y su contacto con el español

La situación sociolingüística de las LI en Argentina no es homogénea, sino diversa y compleja, dependiendo de cada lengua en particular. El hecho de que una lengua tenga muchos hablantes no necesariamente supone un alto grado de vitalidad. Existen casos como el toba o el mapudungum que, a pesar de ser idiomas de pueblos numerosos, su situación sociolingüística se caracteriza por un alto grado de bilingüismo y desplazamiento por el español. La lengua de los chorote y los nivaclé, cuya población no asciende a más 3000 personas, en cambio, conserva su vitalidad dado que la mayoría de los niños y las mujeres son monolingües y los padres y adultos transmiten la lengua a sus hijos. Por otra parte, un número reducido de personas (aproximadamente 500) y un alto grado de desplazamiento lingüístico caracteriza la situación sociolingüística del pueblo tehuelche, cuya lengua, según Fernández Garay (1998), se halla en un avanzado proceso de retracción, ya que sus hablantes no la emplean en la comunicación cotidiana, sino que la han reemplazado por el español. Sin embargo, en la actualidad, muchos de ellos, en especial los más jóvenes, se encuentran involucrados en procesos de autoidentificación y recuperación de la lengua y la cultura indígena.

En este sentido, la diversidad de las lenguas indígenas de Argentina se ve también reflejada en la variedad de tipos de hablantes. Desde monolingües que hablan fluidamente la lengua vernácula, en general ancianos o niños, hasta recordantes que en algún momento de su vida han tenido un conocimiento de la lengua, pero que, por diversos motivos, la han abandonado. Este es el caso del vilela o del chaná, lenguas que en la actualidad poseen un único hablante que solo recuerda algunas palabras o frases oídas de sus padres o abuelos, pero que no son utilizadas como instrumento de comunicación.

Entre estos extremos están los jóvenes quienes, a causa de su bilingüismo, han introducido cambios en la lengua indígena. Es común también encontrar entre la población indígena hablantes bilingües receptivos que hablan y entienden una de las lenguas, pero que poseen una competencia receptiva en la otra, es decir, que la comprenden en mayor o menor medida, pero no la hablan con fluidez. Hay varios grados de hablantes receptivos. Por un lado, el de los niños nacidos en el seno de comunidades rurales que aún no han ingresado a la escuela, pero que dada la interacción con sus mayores y con la sociedad global pueden entender español, pero no hablarlo. Por otro lado, el de niños y jóvenes indígenas nacidos en comunidades urbanas que han aprendido el español -y no el idioma indígena- como primera lengua. No obstante, su competencia receptiva en la lengua indígena les permite comprender órdenes, palabras sueltas, frases frecuentes de la lengua de sus mayores, pero no hablarla fluidamente.

La situación sociolingüística de las lenguas indígenas es central para explicar el contacto con el español en la Argentina. La vitalidad de estas lenguas, su expansión o retracción y el lugar que ocuparon en la conquista y colonización de lo que hoy es el territorio argentino es clave para comprender su mayor o menor presencia en el español regional. En especial, las diferencias sociolingüísticas e históricas permiten explicar la existencia de regiones donde el español presenta una marcada influencia de alguna lengua indígena, como sucede con el quechua en la región del noroeste y el guaraní en el noreste (Vidal de Battini, 1964). El prolongado contacto lingüístico de estas lenguas con el español, su extensión antes de la conquista y su utilización como lenguas francas en la colonización de otros pueblos hizo que resultaran las lenguas con mayor influencia en el español de las respectivas regiones. De esta manera, pueden observarse propiedades del quechua y el guaraní incluso en zonas en las que se han dejado de hablar en la actualidad y en las que la población es exclusivamente monolingüe en español.

Por el contrario, otras regiones de la Argentina con gran cantidad de lenguas indígenas -como el Chaco- se colonizaron muy tardíamente y eso mismo pospuso el contacto lingüístico permanente con el español. En este caso, los fenómenos de contacto pueden observarse en el nivel individual, en el habla de los bilingües, pero no se han integrado en el español regional más allá de elementos léxicos ocasionales.

4. Algunas propiedades tipológicas representativas de las LI y su continuidad en el español

Las lenguas indígenas de la Argentina, como las del resto del continente, manifiestan un conjunto de rasgos tipológicos interesantes por su diversidad respecto de otras lenguas mejor conocidas. En este apartado se han seleccionado tres características que son representativas del dominio del tiempo, aspecto y modo y de la codificación de valores pragmáticos en la oración. A su vez, las características de las lenguas indígenas en estos dominios son las que, con mayor frecuencia, presentan continuidad en el español regional. Como se ha mencionado ya, las variedades de contacto más estudiadas en la Argentina han sido las del quechua y el guaraní (y, en menor medida, del mapuche). Sin embargo, algunos trabajos recientes describen también la continuidad de otras lenguas indígenas autóctonas, fundamentalmente en el dominio de los hablantes bilingües.

4.1. Marcación del tiempo

Un aspecto interesante en el que muchas de las lenguas indígenas habladas en la Argentina son peculiares es en relación con la marcación del tiempo deíctico. Por ejemplo, en español el tiempo es una categoría que se manifiesta de manera obligatoria en la flexión verbal. Así, formas como come/comió/comerá permiten ubicar el evento como simultáneo, anterior o posterior respecto del momento de habla. Muchas de las LI de la Argentina no gramaticalizan esta categoría de manera obligatoria en el verbo y utilizan distintos recursos para el señalamiento temporal.

Tal es el caso de las lenguas guaycurúes y mataguayas, en las que el tiempo no es una categoría gramaticalizada en el verbo, sino que se construye discursivamente mediante distintos elementos que permiten la ubicación deíctica del evento en relación con el momento de habla. El toba, por ejemplo, posee un sistema de determinantes con una amplia funcionalidad, que contribuye al señalamiento del tiempo, la modalidad y la evidencialidad (Klein y Messineo, 2003; Messineo, 2003; Messineo, Carol y Klein 2016). Así, el determinante demostrativo na -que indica que la referencia del nombre al que acompaña está “acercándose a la vista”- favorece una interpretación de tiempo presente; el deíctico so -que señala que algo/alguien está “alejándose de la vista”- favorece una interpretación de pasado reciente, mientras que la forma ca -que señala personas u objetos “fuera de la vista”- favorece una lectura de pasado (o de futuro) remoto (Klein y Messineo, 2003, p. 4). Como se observa en la glosa de los siguientes ejemplos, las oraciones expresan presente, pasado o futuro (‘viene’/ ‘vino’ / ‘va a venir’) pero el verbo (nvi’) permanece invariable7:

También las lenguas mataguayas poseen un sistema de deícticos similar al del toba, que permite codificar la noción de tiempo, como se observa en nivaclé:

Estas mismas características aparecen con claridad también en el español de estos hablantes. Así, en los bilingües español-toba se observa cómo el español -una lengua orientada a la gramática en cuanto al señalamiento temporal- se reorienta hacia el discurso. En (3) estos hablantes utilizan formas verbales de presente con valor semántico de pasado:

La información que vincula las situaciones con el momento de habla en (3) se establece mediante distintos elementos, fundamentalmente no verbales. Así, el tiempo puede ser introducido a través de un sintagma con valor temporal, que contiene con frecuencia el demostrativo ese/esa (4), o bien mediante adverbios u otras construcciones temporales (5), tal como sucede en toba (Klein y Messineo, 2003; Avellana, 2013a):

En las lenguas que no marcan el tiempo en el verbo de manera obligatoria, con frecuencia la interpretación temporal surge a partir de la relación con el aspecto (tanto el aspecto léxico como gramatical). En guaraní paraguayo, por ejemplo, el aspecto se marca no solo en el dominio verbal sino también sobre el nombre:

Los morfemas kue y introducen un valor aspectual sobre la propiedad o relación denotada por el nombre y permiten designar ‘algo que ya no es’ (6a) o ‘algo que será’ (6b).

En particular, kue señala un aspecto perfectivo que codifica un cambio de estado, una culminación de la propiedad denotada por el sustantivo (Tonhauser, 2006). Este valor tiene continuidad sobre el español regional, en este caso incluso en el habla de monolingües de español en zonas que están o han estado en contacto con el guaraní. Así, el morfema kue se toma como préstamo para indicar un valor perfectivo sobre el nombre:

  1. (7) a. Es la mujer kue... Si ahora anda con otra ya. (Abadía de Quant, 2000)

  2. b. Anda de nuevo con ese marido kue (…) (Abadía de Quant, 1996)

  3. c. Me fui en lo de mi patrón kue por lo que no tengo laburo. (Abadía de Quant, 2000)

  4. d. Ña Felisa es su maestra kue. (Avellana, 2014)

  5. e. ¡Las secretarias kue no somos así! (Avellana, 2014)

En muchos casos el valor que aporta kue se corresponde con el español ex (‘ex [mujer/marido]’, 7a-b), o bien con antiguo (‘antiguo [patrón/maestra]’, 7 c-d). En todos los casos es posible la paráfrasis con el/la/lo que fue (‘las que fuimos secretarias no somos así’, 7e), que manifiesta que la relación entre la propiedad denotada por el nombre y el objeto/persona sobre el que se aplica ya no ocurre en el momento de referencia.

Algo similar sucede en relación con el rasgo prospectivo. En el contacto con el guaraní aparece un uso peculiar de la preposición para que codifica un rasgo aspectual prospectivo sobre el nombre que acompaña (cfr. Abadía de Quant, 1996, 2000; Velázquez Castillo, 2013; Avellana, 2014):

  1. (8) a. Ahora tramitamos para nuestra sala de oncología. (Abadía de Quant, 2000).

  2. b. Está procurando para su trabajo. (Abadía de Quant, 2000).

  3. c. Busco para mi novio. (Avellana, 2014).

  4. d. Me fui en Once para buscar para mi ropa. (Avellana, 2018).

La paráfrasis posible para estos ejemplos es similar a la que se ha propuesto para el morfema kue pero con valor prospectivo: ‘el/la que será + sustantivo’, como en ‘Ahora tramitamos la que será nuestra sala de oncología’ (8a).

4.2. Evidencialidad

La codificación del fenómeno semántico de la evidencialidad resulta sumamente interesante en las lenguas del mundo ya que hace referencia a la manera en que el hablante ha recibido la información que transmite o a la fuente de donde proviene dicha información. Algunas lenguas, como el español, utilizan recursos léxicos o sintácticos (frases) para expresar este contenido, por ejemplo: Aparentemente, Juan se entrevistó con el ministro/ Vi con mis propios ojos que Juan se entrevistó con el ministro/ Me contaron que Juan se entrevistó con el ministro .

Muchas de las LI habladas en la Argentina codifican la evidencialidad mediante recursos morfológicos. En quechua cuzqueño-boliviano, por ejemplo, los sufijos verbales -mi, -si y -cha brindan información sobre la fuente de donde proviene la información. Contrástese el ejemplo (9a) sin marca de evidencialidad, con (9b), (9c) y (9d) en donde el mismo verbo aparece marcado con tres tipos de evidencialidad: testimonial, reportativa e inferencial:

  1. (9)Sin marca de evidencialidad

  2. a. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n

  3. Rosmeri casa-loc estar-asp:progresivo-3s

  4. ‘Rosmeri está en la casa.’

  5. Testimonial

  6. b. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n-mi

  7. Rosmeri casa-loc estar-asp:progresivo-3s-evid: testimonial

  8. ‘Rosmeri está en la casa (la vi).’

  9. Reportativo

  10. c. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n-si

  11. Rosmeri casa-loc estar-asp: progresivo-3s-evid: reportativo

  12. ‘Rosmeri está en la casa (me lo dijeron).’

  13. Inferencial

  14. d. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n-cha

  15. Rosmeri casa-loc estar-asp: progresivo-3s-evid: inferencial

‘Rosmeri está en la casa (se infiere a partir de observaciones o datos previos).’ (Dreidemie, 2011, p. 156)

El guaraní paraguayo, por su parte, codifica lo que se ha denominado “percepción demorada”, deferred realization (Reuse, 2003). Este es un valor de ciertos evidenciales que expresa que la información completa se obtuvo y se interpretó plenamente post factum, sin que sea determinante el hecho de que el hablante haya, en efecto, visto o no su ocurrencia (Aikhenvald, 2004). El morfema ra’e expresa este valor evidencial y -normalmente junto con otros morfemas como niko/ningo o nipo/nimbo, que acompañan exclamaciones- adopta cierto matiz sorpresivo, como en (10) (‘Viniste [y yo no lo sabía hasta ahora]’):

  1. (10) E’a, ma’ẽ Aniceto re-ju nipo ra’e

  2. Interjección mirar Aniceto 2s-venir NIPO RA’E

  3. ‘Ea, mira Aniceto viniste pues (había sido)’. (Melià, Farré y Pérez, 1997, p. 70)

En las lenguas guaycurúes y mataguayas, por su parte, también se expresa la noción de evidencialidad. En toba y nivaclé, por ejemplo, el sistema de determinantes que se ha ejemplificado en (1-2) juega también un rol en el señalamiento de la evidencialidad. Allí, los determinantes que expresan que el referente está ‘a la vista’ funcionan como evidenciales constatativos, frente a aquellos que señalan que los sucesos a los que el hablante se refiere en su enunciado no han sido constatados o verificados por él mismo, ya que están fuera de su campo visual. En estos últimos surgen una lectura evidencial reportativa o no experiencial. En chorote, por su parte, existe un morfema que indica que el participante sabe de oídas lo que afirma (en (11) -jom):

  1. (11) Istọ́n… tal pọli-yi, i-yo-jom-pe i’nyó-ye

  2. cóndor [3s]salir cielo-P 3s-ser-rep-pas.rem hombre-irr

  3. ‘Cóndor... viene del cielo; antiguamente era humano, dicen.’ (Carol, 2014).

La continuidad de la evidencialidad en el español se observa en numerosas variedades de contacto. Un uso extendido que trasciende al español de la Argentina es el del pretérito pluscuamperfecto, que puede adoptar valores evidenciales favorecidos por el contacto con el quechua y con el guaraní.

En el contacto con el quechua (y con el aymara), por ejemplo, se ha registrado con frecuencia un uso evidencial del pretérito pluscuamperfecto que expresa que el hablante no ha experimentado personalmente los hechos que relata. En la Argentina, este valor del pretérito pluscuamperfecto se conserva en zonas rurales que están y/o han estado en contacto con el quechua en el noroeste argentino, como se ejemplifica en la siguiente narración correspondiente al español rural de Santiago del Estero:

(12) Mi finado fue una vez a cazar a una laguna y ahí había estado, en un palo, la madre del agua, peinándose con un costillar de pescado. Y ahí la ha hallado. Se había llegado cerquita y vido que muy rubia había sido. Dice que había tenido la cara delgadita, como una criatura chica y muy bonita había sido. Pero las trenzas decía que las tenía, po, muy largas, que habían estado topando el agua, y ella había tendido casi todo el cuerpo afuera, y desnudo que había estado. Y decía que después de un rato que se había volcau al agua, y que el agua había quedado batiéndose. (Vidal de Battini, 1980, p. 417, VIII).

Los verbos remarcados en (12) corresponden a formas simples de pasado en español general (Por ejemplo, la primera aparición, “y ahí había estado”, debe interpretarse como ‘y ahí estaba [pero no tengo evidencia directa de ello]’. El pretérito pluscuamperfecto pierde aquí el valor de anterioridad en el pasado para utilizarse como un pasado narrativo no experimentado, es decir, una forma que reúne pasado y evidencialidad.

En el contacto con el guaraní, por su parte, se observa la estructura gramaticalizada había sido (que), que funciona como un adverbio, sin concordancia ni variación de ningún tipo, con el valor semántico de “percepción demorada” (cfr. ‘Tenía una novia bien guardadita [y yo no lo sabía hasta ahora]’, 13a):

  1. (13) a. Había sido tenía una novia bien guardadita.

  2. b. Hay una máquina para estirar el alambre había sido.

  3. c. Eras vos había sido.

  4. d. Por errores del sistema no se pudo cargar había sido el número gratis.

  5. e. Ganó un sueldazo había sido ahí. (Avellana, 2013b).

Este comportamiento “fosilizado” de la forma verbal9 distingue a esta estructura de otros usos propios del habla rural de nuestro país o de otras variedades de contacto (Kany, 1969, p. 207), en las que el verbo haber sí constituye el verbo principal de la oración, en concordancia con el sujeto:

  1. (14) a. ¡Cha que había sido salame! [Argentina]

  2. b. Tu hijo había sido un mañudo. [Bolivia]

4.3. Marcadores pragmáticos

En las LI existen numerosos marcadores vinculados con la estructura de la información, por ejemplo, elementos que se marcan como información nueva o se ponen en contraste con otros, o bien con otras estrategias pragmáticas como la mitigación o la cortesía verbal.

En mapudungun, por ejemplo, existe un marcador discursivo (anay) que se coloca generalmente después de un verbo, para indicar cercanía emocional o simpatía entre hablante y oyente (Malvestitti, 2002, p. 217). Se considera también un marcador de solidaridad y ocurre típica, aunque no exclusivamente en situaciones en las que el emisor es de sexo masculino:

  1. (15) chum-miawa-y-mi anay pichi wenüy?

  2. cómo-andar-r-2 disc pequeño amigo

  3. ‘¿Cómo anda, amiguito?’ (Malvestiti, 2002, p. 218).

En el guaraní paraguayo, por su parte, existen morfemas que se utilizan para mitigar la fuerza ilocucionaria del acto de habla. Por ejemplo, las partículas -mi y -na acompañan opcionalmente al verbo en modo imperativo y funcionan como fórmulas de cortesía que permiten suavizar una orden o mandato:

  1. (16) E-ju-mi-na

  2. 2 (imperativo)-venir- mi-na

  3. ‘Vení un poco, por favor.’ (Guasch, 1956, p. 134).

Como muestra la glosa, en el español de estos hablantes se equipara consistentemente el morfema guaraní -mi con el español “un poco”. Esta última se ha incorporado, de hecho, como como atenuadora de órdenes en el español regional (Guasch, 1956; Avellana y Kornfeld, 2018):

  1. (17) a. Sácame un poco mi muela enferma. (Guasch, 1956, p. 317).

  2. b. Quiero que me bautices un poco mi santo. (Guasch, 1956, p. 318).

  3. c. Decile un poco que venga.

  4. d. Hacé un poco un asado.

  5. e. Contá un poco un chiste.

  6. f. Llamale un poco a Luis. (Avellana y Kornfeld, 2018).

Los marcadores oracionales son los que con mayor frecuencia se toman como préstamo (i.e. se introduce la palabra en lengua indígena) en el contacto con el guaraní, como se observa en (18), correspondiente al contacto con guaraní correntino:

  1. (18) a. Se fue niko la maestra Nilda en la otra escuela (González Sandoval, 2005, p. 67).

  2. (niko: marca de foco sobre “se fue”)

  3. b. ¿No viene más pa? (González Sandoval, 2005, p. 67)

  4. (pa: marca de interrogación)

En suma, las lenguas indígenas ejemplificadas, así como el resto de las habladas en la Argentina, exhiben propiedades tipológicas interesantes y han tenido repercusiones de distinta magnitud sobre el español. El contacto entre las lenguas ha generado modificaciones, que abarcan tanto gramaticalizaciones (por ejemplo, incorporación de la evidencialidad) como lexicalizaciones (por ejemplo, no marcación gramatical del tiempo). Estas reconfiguraciones ocasionadas por propiedades gramaticales abstractas de las lenguas se conocen como calcos gramaticales (Weinreich, 1953)10 y, fundamentalmente en el caso del contacto con el quechua y con el guaraní, están integradas en el sistema del español regional. Como se ha mencionado ya, en la mayoría de las situaciones de contacto restantes, los fenómenos ejemplificados se limitan al habla bilingüe.

El contacto entre las lenguas indígenas y el español no se circunscribe, sin embargo, a los calcos gramaticales, sino que se observa también en el nivel léxico y discursivo, en particular, mediante los casos de préstamos de elementos léxicos y de cambio de código.

En cuanto a los préstamos, en el español de la Argentina, los elementos léxicos provenientes de lenguas indígenas que se han extendido de manera más generalizada son, por lo que se ha expuesto, los provenientes del quechua y guaraní (por ejemplo, ñandú, yacaré, jaguar, caburé, mandioca, mburucuyá, irupé, tacuara, choclo, pororó, zapallo, ananá, poroto, chacra, papa), entre muchos otros, incluyendo unos pocos casos de origen mapuche (laucha, malón o gualicho) (cfr. Avellana y Kornfeld, 2012).

Otros préstamos tienen un alcance más regional, o bien son préstamos ocasionales (i.e. no completamente integrados al repertorio del español), ligados más directamente a los hablantes bilingües. En este último caso se acercan más a un fenómeno de cambio de código en el nivel de la palabra que a un préstamo. Aunque no se analizará ello por cuestiones de espacio, también se registra en el país la dirección inversa: préstamos del español que han penetrado el léxico de las LI con diversos grados de integración (Y lo mismo podría mencionarse también para el caso de los calcos gramaticales).

En el nivel discursivo, se observa también la imbricación entre las lenguas. En las comunidades bilingües es frecuente la práctica del cambio/mezcla de código:

  1. (19) Wichí

  2. n-wen otros hermanos to hope aborígenes

  3. 1-ver sub [3s]ser

  4. ‘Vi/vimos otros hermanos que eran aborígenes.’ (Maldonado, 2012, p. 90).

  5. (20) Ranquel

  6. Une ye-nge-pa-k-i-y-uno nos separamos

  7. primera vez llevar-pas-venir_a-hab-r-1-du

  8. ‘Primera vez que nos vienen a llevar a los dos; no nos separamos’ (Fernández Garay y Apud Higonet, 2012, p. 68).

  9. (21) Tapiete

  10. Así lo hace y lo mata mbai-kwa-wa i-páyewa

  11. cosa-saber-nom 3.pos-brujo

  12. ‘Así lo hace y lo mata el sabio brujo.’ (Ciccone, 2012, p. 46).

Para finalizar, en la actualidad ocurren en la Argentina numerosas situaciones de desplazamiento, en las cuales las LI pierden vigor frente al español. Fundamentalmente, en contextos de migración, la lengua puede verse desplazada en tan solo una generación. En ese contexto, sin embargo, se han registrado distintos intentos de las jóvenes generaciones de recuperar voces y géneros discursivos de un sistema que ya no dominan en su totalidad. En forma de rap (Beiras y Cúneo, en prensa), por ejemplo, o en juegos de palabras cotidianos (Hecht, 2015), o incluso en las prédicas religiosas (Dante, 2015), los jóvenes qom recuperan géneros discursivos, léxico cotidiano y frases en la lengua vernácula.

5. Cierre

El panorama que se ha proporcionado en el presente trabajo permite mostrar que la situación actual de las lenguas indígenas en la Argentina es compleja y completa; esta incluye no solo una gran cantidad de lenguas originarias del territorio que se mantienen con mayor o menor grado de vitalidad, sino también otras lenguas que se incorporan en la configuración actual por medio de procesos migratorios o de su persistencia en el español regional.

Dentro del repertorio de lenguas que componen este panorama, los ejemplos que se han seleccionado permitieron mostrar la existencia de una gran diversidad tipológica, que ilustra posibilidades gramaticales aún poco conocidas. Así, resultan iluminadores los complejos sistemas de determinantes que existen en las lenguas mataguayas y guaycurúes, que no solo codifican deixis o características físicas de los referentes, sino que también contribuyen al señalamiento del tiempo y la evidencialidad. Los sistemas en los que el tiempo no es un rasgo gramatical de marcación obligatoria en el verbo parecen ser la norma y no la excepción en algunas familias lingüísticas. De manera inversa, otros ejemplos permitieron ilustrar la codificación gramatical de rasgos no habituales en las lenguas mejor conocidas (como la marcación de la evidencialidad) o de categorías sintáctico-pragmáticas como el foco o la mitigación.

A su vez, se ha descrito cómo estas características tienen, muchas veces, continuidad en el español, ya sea porque se han incorporado al español de toda una región de la Argentina, ya sea porque ocurren sistemáticamente en el habla individual de los bilingües. Lejos de generar sistemas empobrecidos o simplificados, el contacto con las lenguas indígenas ha generado variedades innovadoras, que ponen en juego complejos sistemas de gramaticalizaciones y lexicalizaciones. La profundidad y arraigo de los cambios favorecidos por el contacto dependen de factores que van mucho más allá de lo lingüístico y que están vinculados con la historia de resistencias y avances entre las lenguas indígenas y el español.

Para concluir, se desea remarcar la importancia que poseen las descripciones de las lenguas indígenas y de las variedades de contacto como herramientas que permiten incidir directamente en las representaciones lingüísticas de los hablantes y, en última instancia, en las políticas lingüísticas dedicadas a su preservación e integración regional. Varios son los factores que influyen en la vitalidad y supervivencia de una lengua, uno de los principales es la voluntad de los mayores por mantenerla y trasmitirla a sus descendientes. Dicha voluntad está en estrecha relación con el prestigio que la sociedad le otorga a esa lengua y a sus hablantes: una lengua minorizada, cuyos hablantes son discriminados, desvalorizados, o despreciados, será más propensa a la interrupción de la transmisión intergeneracional. Por esto resulta fundamental, desde el punto de vista de la lingüístico, generar los medios necesarios para concientizar sobre la importancia de la diversidad lingüística.

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1Lengua hablada por el pueblo mapuche, que habita en su mayoría en Chile; en Argentina el pueblo mapuche se encuentra en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut, La Pampa y Buenos Aires.

2El quichua de Santiago del Estero es la variedad más austral del quechua, producto de la segunda expansión del imperio inca del Tahuantinsuyo. Debido a su uso en la evangelización y al proceso de mestizaje iniciado hacia fines del siglo XVI, fue adoptado como lengua de uso cotidiano por la población española, criolla y mestiza (Censabella, 1999, p. 40). A pesar de la sistemática campaña de eliminación y exterminio de la población indígena en la región, la lengua se habla en los distintos estratos sociales, e incluso se enseña en la universidad (Bravo, 1993).

3Desde mitad del siglo XX, el guaraní correntino se ha expandido por diversas regiones de Argentina, especialmente, en las grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Resistencia y Rosario (Censabella, 1999, p. 52).

4La migración de países limítrofes hacia Argentina ha sido un factor importante de su estructura poblacional desde la conformación del estado nación. No obstante, en las últimas décadas la migración desde países limítrofes como Paraguay y Bolivia y desde Perú se ha incrementado significativamente a partir de la nueva Ley de Migraciones (2004) en el marco del Acuerdo MERCOSUR (Castillo y Guerrieri, 2012).

5Se trata de la variedad conocida como guaraní paraguayo o yopará, difundida y reconocida como lengua nacional (1967) y oficial (1992) del Paraguay. Guarda importantes semejanzas con el guaraní correntino hablado en Argentina.

6A partir del proceso inmigratorio reciente de población boliviana y peruana, el idioma quechua en sus distintas variedades se habla en la ciudad de Buenos Aires y en varias provincias de Argentina. La variedad boliviana, por la gran influencia del español, es conocida también como “quechuaespañol” o chapusqa (“mezclado”) (Dreidemie, 2011).

7Abreviaturas utilizadas en las glosas: ASP (aspecto); DET (determinante); DISC (marcador discursivo); DU (dual); HAB (habitual); IRR (irrealis); LOC (locativo); NOM (nominalizador); PAS (pasiva); PAS.REM (pasado remoto); POS (poseedor); P (posposición); R (realis); REL (relacionante); REP (reportativo); S (singular); SUB (subordinante); 1 (primera persona); 2 (segunda persona); 3 (tercera persona).

9De hecho, en la Nueva Gramática de la Lengua Española se lo define como una “expresión adverbial” (2009, p. 1789)

10También han sido denominadas “préstamo estructural” (Winford, 2003), “préstamo sintáctico” (Thomason & Kaufman, 1988) o “difusión morfosintáctica indirecta” (Aikhenvald, 2002), entre otras denominaciones que conllevan algunas diferencias en su definición.

Recibido: 10 de Febrero de 2020; Aprobado: 27 de Agosto de 2020

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