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Revista Geográfica de América Central

On-line version ISSN 2215-2563Print version ISSN 1011-484X

Rev. Geog. Amer. Central  n.64 Heredia Jan./Jun. 2020

http://dx.doi.org/10.15359/rgac.64-1.7 

Artículo

Estudio de caso: Lajas Compartir, un acercamiento al desplazamiento ambiental en Costa Rica

Case study: Lajas Compartir, a rapprochement to environmental displacement in Costa Rica

Jacqueline Centeno-Morales1 

Yendry Vargas-Trejos2 

Marianela González-Varela3 

Esteban Alfaro-Orozco4 

1 Máster Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible. Instituto de Estudios Sociales en Población, (IDESPO). Universidad Nacional, Costa Rica. Correo Electrónico: jcenteno@una.ac.cr

2 Máster en Población y Salud. Instituto de Estudios Sociales en Población, (IDESPO). Universidad Nacional, Costa Rica. Correo Electrónico: yendryvatre@gmail.com

3 Bachiller en Planificación Económica y Social. Instituto de Estudios Sociales en Población, (IDESPO). Universidad Nacional, Costa Rica. Correo Electrónico: marianela.gonzalez.varela@una.cr

4 Bachiller en Psicología. Instituto de Estudios Sociales en Población, (IDESPO). Universidad Nacional, Costa Rica. Correo Electrónico: estebanalfaroorozco@gmail.com

Resumen

El presente estudio de caso comprende el trabajo realizado por medio del Proyecto Desplazados Ambientales: nuevos procesos de exclusión en Costa Rica, ejecutado por el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional. Describe el desplazamiento ambiental experimentado por la Comunidad de Calle Lajas, debido a un deslizamiento ocurrido el 3 de noviembre del 2010 que trajo como consecuencia pérdidas humanas y materiales, además la reubicación de la comunidad en la actual Lajas Compartir. La situación vivida por la comunidad permite realizar un censo a la población reubicada y entrevistas a actores involucrados; evidenciando con ambas técnicas los retos y aprendizajes en la gestión del riesgo y la atención a las poblaciones que viven el desplazamiento ambiental.

Palabras clave: Calle Lajas; desplazamiento ambiental; gestión del riesgo; deslizamiento y avalancha

Abstract

The present case study describes the work carried out under the Environmentally-Displaced People Project: new processes of exclusion in Costa Rica, executed by the Institute of Social Studies in Population (IDESPO) of the Universidad Nacional, Costa Rica. It describes the displacement experienced by the community of Calle Lajas due to a landslide that occurred on November 3, 2010, which resulting in human fatalities and material losses including the relocation of the community to the current Lajas Compartir settlement. The situation experienced by the relocated community was assessed by a census and interviewing its population; both surveying techniques evidenced the challenges and lessons learned involved in risk management and attending populations that experience environmental displacements.

Keywords: Calle Lajas; Environmental displacement; Risk management; Landslide

Introducción

La noche del miércoles 3 de noviembre del año 2010, a las 11:40 p.m., tras 72 horas de continuos aguaceros generados por el impacto directo del huracán Tomás, ocurrió un deslizamiento en el Cerro Pico Blanco que impactó de manera directa la comunidad de Calle Lajas en San Antonio de Escazú. Las frágiles viviendas de esta comunidad, en su gran mayoría construidas con madera, desaparecieron arrasadas por un alud que se desprendió de dicho cerro y se abrió paso por la quebrada Lajas.

Este evento ha sido uno de los desastres naturales más importantes registrados en la historia del país entre el año 2000 y el 2010 (Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica, 2011). El deslizamiento afectó a 32 familias, mató a 24 personas y causó importantes pérdidas materiales. Ocho años después de la tragedia, además de la modificación del territorio, son evidentes las secuelas emocionales y psicológicas en las personas, la ruptura del tejido social organizacional y el desplazamiento ambiental de toda una comunidad.

A partir de entonces, la comunidad de Calle Lajas fue declarada inhabitable por la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias (CNE). A pesar de que algunos vecinos aún residen en el lugar, un total de 34 de familias fueron reubicadas en la llamada comunidad de Lajas Compartir. No obstante, la reubicación en otro espacio geográfico cercano a Calle Lajas; pero con características muy distintas ha significado para la población un reaprender a vivir generando lazos organizacionales a pesar de la experiencia vivida que dejó secuelas emocionales en cada una de las personas.

El objetivo del presente artículo es el acercamiento con una comunidad que ha vivido la experiencia del desplazamiento ambiental en Costa Rica, considerando no solamente la reubicación geográfica, sino aspectos asociados a impactos sociales y emocionales que marca a poblaciones que viven eventos como el sucedido en el año 2010.

Esta investigación consiste en un estudio de caso, eligiendo a la comunidad de Lajas Compartir debido a sus características organizativas y a la vivencia de desplazamiento ambiental experimentada por sus habitantes. Para conocer y analizar la percepción de las personas en relación con el evento se ha aplicado una estrategia metodológica con técnicas cuantitativas, como un censo, y cualitativas, como entrevistas semiestructuradas, además de revisión de fuentes periodísticas provenientes de periódicos como La Nación, La Prensa Libre, La República, La Extra y El Periódico Escazú de los años 2010 al 2015.

El artículo ha sido organizado en cinco secciones, el primer apartado contempla una descripción del área de estudio, el segundo consiste en el marco teórico con los conceptos asociados a la investigación. El tercero incluye la metodología utilizada, en el cuarto apartado se presentan los principales resultados obtenidos, finalmente en el quinto se describen las reflexiones finales asociadas a la experiencia de desplazamiento ambiental vivida por la comunidad de Lajas Compartir.

Área de Estudio

El cantón de Escazú se localiza al oeste de la provincia de San José, cuenta con una extensión territorial de 34,49 km². Administrativamente, se conforma por tres distritos: San Miguel, San Antonio y San Rafael.

Según la división política administrativa de Costa Rica, en el distrito de San Antonio se ubica la localidad de Calle Lajas; a las faldas del Cerro Pico Blanco, la cuarta montaña más alta de los Cerros de Escazú, por debajo de Cerro de Mico, Cerro Cedral y Cerro Pico Alto, que junto con el Cerro San Miguel conforman una de las cadenas montañosas de Costa Rica, esta se caracteriza por la presencia de suelos y formaciones geológicas en diversas propiedades geotécnicas, procesos de erosión y sedimentación que pueden provocar amenazas naturales, como sismicidad, inundaciones, avalanchas y deslizamientos (Astorga, Mende y Piedra, 2005).

Ejemplo de ello es la comunidad de Calle Lajas, la cual residía en la ladera de la quebrada Lajas convirtiéndose de esta forma en una localidad ubicada en zona de amenaza; que fue afectada por el deslizamiento ocurrido en la parte alta del Cerro Pico Blanco el 3 de noviembre, 2010, que provocó una avalancha de material que se trasladó por el cauce de la quebrada Lajas, como se muestra en el mapa 1, afectando a las familias de la localidad y provocando pérdidas materiales, de infraestructura, vidas humanas, rupturas emocionales y psicológicas en los pobladores y grandes modificaciones del espacio-territorio.

Mapa 1 Área de estudio Calle Lajas, San Antonio de Escazú, San José, Costa Rica 

Fuente: Elaborado por Dennis Pérez, 2018., base tomada del INEC. Universidad Nacional, 2015.

El miércoles 10 de noviembre de 2010 se declara el país en estado de emergencia nacional, según la declaratoria de la Presidencia de la República y el Ministerio de la Presidencia Nº 36252-MP publicada en la Gaceta Nº 218, esto por las afectaciones sufridas en diversos puntos tanto del Valle Central y el Pacífico como consecuencias indirectas de la Tormenta Tropical Tomás y un sistema de baja presión en el Caribe.

Debido al evento la CNE declara inhabitable Calle Lajas por el riesgo inminente de la comunidad, en tanto solicita a las entidades correspondientes, entre ellas la Municipalidad de Escazú, a desalojar a las familias que habitan la zona de eminente riesgo, esto en coordinación con el Ministerio de Salud, el Instituto Mixto de Ayuda Social y el Banco Hipotecario de la Vivienda.

El Instituto Mixto de Ayuda Social se encarga por medio de ayudas económicas a colaborar de manera temporal con la solución de vivienda de varios damnificados, el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos inicia el proceso de análisis del espacio físico para la reubicación de la comunidad, definiendo como opción de compra un terreno que se ubica a un costado del Estadio Nicolás Masís, aproximadamente a 1,3 kilómetros del centro de San Antonio de Escazú, con financiamiento del Banco Hipotecario de la Vivienda.

Se inicia la construcción del proyecto el 14 de noviembre de 2013, el cual consiste en la construir un residencial Lajas Compartir (ver mapa 2), nombre que se debe a Lajas, para hacer honor a la comunidad en la que vivían y Compartir para permanecer unidos, según la percepción de 11 de las 25 personas censadas.

Mapa 2 Localización espacial de la comunidad Lajas Compartir 

Fuente: Elaborado por Dennis Pérez, 2018., base tomada del INEC. Universidad Nacional, 2015.

A pesar de que ambas comunidades se encuentran ubicadas en el mismo distrito, presentan características diferenciadas en diversos aspectos. Calle Lajas era una localidad rural, donde cada familia contaba con su terreno, espacio entre vecinos, tierra para cultivar o para criar animales, zona verde y la construcción de tejidos sociales a través de los años, caso contrario sucede con Lajas Compartir, donde las viviendas se encuentran seguidas y las personas sienten que han perdido intimidad familiar, el cambio brusco de forma de vida que conlleva la reubicación ha generado desarraigo comunitario, acompañado de impacto familiar, económico, psicológico y social que se presentarán en el apartado de resultados.

Marco Conceptual

Relacionado con las vivencias comunales el presente estudio de caso contempla tres conceptos teóricos que se desarrollarán a continuación:

Gestión de riesgo

La gestión del riesgo surge como un enfoque integral para desarrollar planes, estrategias y acciones en dimensiones institucionales, estatales o interestatales para preservar la vida humana y los ecosistemas. El enfoque de la Gestión Integral del Riesgo empieza a desarrollarse en la región Centroamericana con base en concertaciones internacionales dadas desde el 1999, sobre cómo debe de comprenderse el proceso de adopción de políticas, estrategias y prácticas orientadas a reducir los riesgos asociados a peligros o minimizar los efectos de situaciones de desastre en la región, y deviene como un esfuerzo para integrar una mirada social del riesgo, en un campo de estudio e intervención, tradicionalmente, dominado por la visión de la filosofía europea, con un énfasis en los aportes de las ciencias físicas y las ingenierías (Alpízar, 2009; Orozco y Guevara, 2011; CEPREDENAC, 2011).

Para el presente trabajo, se comprende la Gestión Integral del Riesgo según lo propuesto por Orozco y Guevara:

un proceso social y político, sistemático y continuo, a través del cual se busca controlar los procesos de creación o disminución el riesgo existente con el fin de reducir el impacto adverso de las amenazas naturales y la posibilidad de que ocurra un desastre, con la intención de fortalecer los procesos de desarrollo sostenible y la seguridad integral de la población (Orozco y Guevara, 2011, p.16).

Con base en esta conceptualización, es destacable la centralidad que la comprensión del riesgo tiene en este enfoque. El mismo se comprende como la probabilidad de que una amenaza se convierta en un desastre. Este, además puede entenderse a través de la dinámica de:

  1. La multiplicidad de amenazas que se manifiestan en las dimensiones: económica, geopolítica, medioambiental, societal y tecnológica, y que pueden tener un origen natural, socionatural o antropogénico,

  2. Las vulnerabilidades o el conjunto de condiciones determinadas por factores o procesos físicos, sociales, económicos y ambientales, que aumentan la susceptibilidad y exposición, y disminuyen la preparación y capacidad de respuesta de una comunidad al impacto de las amenazas

  3. La cultura y su rol en las comunidades, en su capacidad para prevenir y afrontar las amenazas y con ello disminuir la propensión a las vulnerabilidades y fortalecer los valores democráticos en torno a la solidaridad y acceso a información para afrontar los riesgos mundiales (Alpízar, 2009; Orozco y Guevara, 2011).

Este último elemento en la dinámica, a la vez, hace referencia a como el riesgo se comprende asociado con una construcción social, en tanto es vivido en forma distinta por cada persona o cada grupo, por lo que pueden tenerse múltiples interpretaciones y significaciones, tanto de esta dinámica como de las amenazas presentes o desastres acontecidos en el pasado de un contexto social determinado (Ramírez, 2014).

Por lo tanto, esto implica que el riesgo no se autodefine ni se autogenera, sino que es derivado de procesos humanos diversos acontecidos en múltiples prácticas económicas, sociales, políticas y culturales, y que las acciones que se busquen desarrollar para la reducción del riesgo en comunidades afectadas por situaciones de desastre o en situación de riesgo no deben limitarse a la preparación y a la respuesta, sino que necesariamente se deben incluir procesos de educación, rehabilitación y reconstrucción de las comunidades, en la búsqueda de generar experiencias en las que las poblaciones tomen conciencia del riesgo que enfrentan y participen de las acciones orientadas a la transformación de estas condiciones (Ramírez, 2014).

Las personas desplazadas por desastres ambientales

Se puede decir que un desastre ocurre cuando una determinada amenaza, debido a su magnitud, afecta y destruye las bases de vida de una comunidad, su estructura física o la actividad económica que la sustenta, y supera, por lo tanto, sus posibilidades reales para recuperarse de las pérdidas y los daños sufridos a corto o mediano plazo. De esta manera, un desastre es dado con base en un proceso de vulnerabilización socioestructural de una comunidad, así como, puede jugar el papel de factor que vulnere en mayor medida la capacidad de resiliencia y adaptación de dicha comunidad, una vez que sucede (Ramírez, 2014; Orozco y Guevara, 2011)

Por tanto, la noción de desplazado(a), alude a condiciones extremas y externas a las posibilidades de acción en las personas. Es decir, denota que el movimiento de las personas es forzado multidimensionalmente (por las pérdidas en bienes y capitales, por las pérdidas humanas y de redes de apoyo, por la pérdida de condiciones de salud y seguridad personal y social, o por la pérdida de acceso a un sistema social estatal o internacional que contenga estas anteriores pérdidas), por lo que no media alguna decisión premeditada con el suficiente tiempo para considerar otras opciones dentro del propio plan de vida.

Se entiende por desplazamiento ambiental aquellas personas que deben trasladarse temporalmente o de forma permanente de su lugar de origen, debido a que las condiciones económicas, políticas, medioambientales, culturales, infraestructurales o tecnológicas locales o estatales insatisfacen o coaccionan el disfrute de una vida digna. Estas condiciones a su vez hacen referencia al acontecer de un proceso de detrimento multidimensional de condiciones esenciales de bienestar en el tejido social, que actúa de forma convergente en la vulnerabilización de las comunidades afectadas.

Enfoque psicosocial y comunitario de los desastres

Se integra en este estudio la comprensión del riesgo y su manifestación en las sociedades, el enfoque psicosocial y comunitario, el cual surge en cuestionamiento al asistencialismo y el clientelismo como modelos de gestión ante situaciones de desastre, e impulsa la comprensión de la Gestión Integral del Riesgo como un derecho humano (Ramírez, 2014; Matamoros, Carranza y Sáenz, 2014; Matamoros, 2013).

Parte de la función es la de enmarcar el apoyo y las ayudas que se brindan frente a las necesidades físicas básicas de las comunidades, como gestiones y esfuerzos dirigidos a la restitución de derechos coartados por un proceso de detrimento multidimensional de condiciones esenciales de bienestar en el tejido social de las comunidades afectadas, y resalta, además, el protagonismo que las mismas comunidades afectadas deben de jugar en la satisfacción final de estas necesidades y no en una posición secundaria de dependencia (Ramírez, 2014; Matamoros, Carranza y Sáenz, 2014).

También, integra una comprensión de las situaciones de emergencia y desastre como experiencias sociales, que implican una perturbación psicosocial que excede la capacidad de manejo de las poblaciones afectadas, por lo que conllevan un incremento en la morbilidad de las mismas, pero agencia una evaluación y contención de estas afectaciones, con el fin de restablecer la integridad psicológica de las personas y el equilibro de las redes sociales afectadas, incorporando así una lectura humanista de las diferentes facetas en los procesos de salud-enfermedad implicados en las situaciones confrontadas por estas poblaciones (Ramírez, 2014; Matamoros, Carranza y Sáenz, 2014; Matamoros, 2013)

Por lo tanto, como plantea Ramírez (2014), el enfoque psicosocial se concreta en un análisis realista de los problemas y de las necesidades de las poblaciones en las cuales se puedan modificar las acciones a implementarse de acuerdo con el contexto local. Cuestiona prácticas como la importación acrítica de protocolos de intervención en emergencias, pues tienen escasa tradición de trabajo en procesos post-catástrofe que superen el enfoque de reconstrucción social. Y también, parte de la necesidad de trabajar con las vulnerabilidades de las poblaciones y no con sus necesidades, centralizando así el fortalecimiento social y organizativo, y el fortalecimiento en las actitudes y habilidades de las personas en las comunidades como elementos básicos que puedan romper la espiral de vulnerabilidad e impulsen espacios para la generación de resiliencia localmente.

Marco Metodológico

El trabajo de investigación y extensión en la comunidad de Lajas Compartir nace del proyecto ejecutado en el Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional, titulado Desplazados Ambientales: nuevos procesos de Exclusión en Costa Rica . Esta investigación realizó un análisis del desplazamiento de personas a partir de fenómenos naturales y antrópicos en Costa Rica durante los últimos 30 años (1985-2015).

Uno de los objetivos fue “determinar los factores que potencian el impacto de los elementos socioambientales vinculados con los desplazamientos de población en un territorio” (Universidad Nacional, 2015). Con el fin de conocer factores asociados a desplazamiento ambiental en Costa Rica, se consulta la base de datos DesInventar de la Universidad Nacional, identificando eventos ambientales acontecidos en Costa Rica para un periodo de 30 años, el estudio de las estadísticas denota que los eventos con mayor recurrencia son las inundaciones y los deslizamientos.

Partiendo de estos eventos, se selecciona como caso de estudio personas que vivieron el deslizamiento en Calle Lajas en el año 2010 y que fueron reubicadas en el Residencial Lajas Compartir, ya que cumplían con los siguientes criterios de selección: 1. evento ocurrido en el periodo de estudio, 2. representatividad del caso específico dentro del contexto nacional, 3. cantidad de personas afectadas, reubicadas, evacuadas y damnificadas por el evento natural.

Posterior a la selección, se realiza un primer acercamiento con la comunidad, visitando el residencial donde las personas fueron reubicadas, logrando conocer líderes comunales. Este primer contacto permite presentar el proyecto en la comunidad y consultar si la población en estudio se encuentra interesada en forma parte del accionar del proyecto, al obtener una respuesta positiva se planifican una serie de actividades a desarrollar en Lajas Compartir.

La primera de ellas consistió en un censo aplicado en el mes de julio del 2017 a 32 viviendas (ver tabla 1), en las cuales vivía al menos una persona que resultó afectada por el deslizamiento en Calle Lajas en el año 2010, y, que además, residiera en la comunidad de Lajas Compartir.

Tabla 1 Resultados del Censo en la Comunidad Lajas Compartir 

Resultados Cantidad
Entrevistas completas 25
No realizadas 6
Rechazos 1
Total de viviendas visitadas 32

Fuente: IDESPO-UNA. Base de datos del Censo Estudio de caso, deslizamiento Calle Lajas, Escazú, Costa Rica. Julio 2017

Como parte del trabajo, posterior al censo, se realizan entrevista semiestructuradas a funcionarios de la Municipalidad de Escazú para conocer sus opiniones sobre el evento ocurrido.

Paralelamente, a las actividades desarrolladas en conjunto con la comunidad se realiza, además, la revisión de periódicos nacionales como La Nación, Prensa Libre, La República, La Extra y Periódico Escazú de los años 2010 a 2015 con información asociada al deslizamiento. Las diferentes actividades ejecutadas permitieron conocer las vivencias de las personas participantes asociadas al desplazamiento ambiental ocasionado por el deslizamiento, con una serie de resultados que se presentan en el siguiente apartado.

Resultados

El apartado de discusión de resultados presenta cuatro componentes que describen lo sucedido en la comunidad de Calle Lajas por el deslizamiento, además, de acciones realizadas posteriormente al evento que conllevan al proceso de desplazamiento ambiental.

Descripción del deslizamiento

La temporada ciclónica del año 2010 se encuentra entre las cincos más activas de las cuales se tiene registro. En el periodo que inició el 1 de junio y concluye el 30 de noviembre se formaron en el océano Atlántico 19 tormentas tropicales y 12 huracanes, dos de estos eventos impactaron significativamente el territorio costarricense.

El primero de ellos fue la tormenta tropical Nicole, cuyas afectaciones se dieron entre el 28 y el 30 de septiembre 2010, luego a partir del 2 de noviembre comenzó la influencia del fenómeno meteorológico que, posteriormente, se convirtió en el huracán Tomas, el cual generó muchas precipitaciones en el territorio nacional, especialmente, en todo el Litoral Pacífico y Valle Central.

Con el paso de Nicole y Tomas resultaron afectadas 778 comunidades en seis de las siete provincias. Sin embargo, la tragedia principal del año 2010 ocurrió en la comunidad de Calle Lajas de San Antonio de Escazú, donde el miércoles 3 de noviembre a las 11:40 p.m., ocurrió un deslizamiento en el Cerro Pico Blanco. Esta es una montaña de 2271 metros de altura, dicha elevación, así como otras presentes en Alajuelita, Santa Ana y Río Oro, están asentadas sobre abanicos aluviales, formados por múltiples ríos como el río Agres, Cruz y Chiquero, o quebrada Lajas.

De acuerdo con la CNE, el deslave ocurrido en Calle Lajas fue producto de la gran concentración de lluvia que generó un deslizamiento en la quebrada Lajas que provocó que gran cantidad de piedras y lodo bajara, cubriendo entre 10 y 15 casas. Para geólogos de la Universidad de Costa Rica (UCR), éste fue un deslizamiento pequeño, pero al caer desde una gran altura y con una energía importante se incorporó mucho material suelto. Con la ayuda de la arcilla del suelo, el terreno se desplazó como una masa viscosa a través del cauce del río Lajas, lo que le dio velocidad y fuerza tornándose en una enérgica avalancha con velocidades que oscilaron entre 40 y 80 kilómetros por hora. El flujo de material desde la cima del cerro a la comunidad recorrió al menos 2,5 kilómetros, cubrió más de 30 metros de ancho y alcanzó una altura de más de tres metros (Marchena, s.f.), afectó los hogares que se ubicaban en el cauce de la quebrada Lajas; tal como se mencionó en el apartado del área de estudio y se observa el recorrido de la avalancha en el mapa 1.

Desde el año 2002 mediante estudios realizados por Planificación Regional y Urbana de la Gran Área Metropolitana (PRUGAM), tres científicos de la UCR identificaron las zonas en 31 cantones donde había mayor riesgo de deslizamientos y lo que sucedería en caso de que estos se produjeran. Para este grupo de expertos, la tragedia de Escazú pudo haberse evitado, ya que los estudios alertaron el peligro de un deslizamiento en el cerro Pico Blanco. El cerro presentaba condiciones que propiciarían la caída de enormes bloques de materiales a gran velocidad (120 kilómetros por hora), en tanto la quebrada Lajas tenía condición de riesgo para la movilización de una avalancha. De allí, que se considerara la comunidad de Calle Lajas como zona de muy alta fragilidad ambiental, dada su vulnerabilidad al paso de avalanchas (Semanario Universidad, 10 de noviembre de 2010).

Afectaciones del evento

El deslizamiento provocó una serie de consecuencias en términos humanos, sociales, ambientales, políticos y económicos. Una de las afectaciones a mencionar es el desplazamiento de las familias que vivían en Calle Lajas.

Según datos obtenidos del censo realizado, veintitrés personas afirman haberse desplazado temporalmente con sus familias debido al deslizamiento, principalmente, a un albergue o casas de familiares en un rango temporal desde menos de un mes hasta más de cinco años, dependiendo de cada caso, este tipo de desplazamiento generó una serie de sentimientos descritos como una situación:

dura, difícil, un cambio que empeoró sus condiciones de vida cotidianas, una fatalidad, una generalizada pérdida de lo propio, una experiencia traumática, un factor de desintegración de los vínculos sociales en la comunidad, una carga económica y algo horrible (IDESPO-UNA. Base de datos del Censo Estudio de caso, deslizamiento Calle Lajas, Escazú, Costa Rica. Julio 2017)

Por medio de los comentarios realizados puede evidenciarse el impacto en términos personales-emocionales que generó la vivencia del deslizamiento y desplazamiento ambiental a la vez; por tanto, es pertinente describir el impacto a nivel psicosocial de la comunidad y el desarraigo y la desintegración producto del evento.

Impacto sobre el bienestar psicosocial de la comunidad

En general, una experiencia de desastre está caracterizada por la violencia y caos consecuentes al suceso, y el caso del conato sufrido por la comunidad de Calle Lajas no fue la excepción, sobre esto nos detalla la persona entrevistada del gobierno local, quien describe el ambiente de atención del desastre de la siguiente forma:

Nosotros estuvimos ahí toda la mañana, incluso cuando salieron la primera cantidad de cuerpos, y era una calle llena de cuerpos ordenados, muchísimos niños, jóvenes y estudiantes, era una cosa muy desoladora, porque la gente gritaba y gritaba, y en ese momento no había nada que decir (Anónimo, comunicación personal, 12 de junio 2018).

El fragmento anterior nos ayuda a comprender el impacto que el evento pudo tener sobre los sobrevivientes e incluso sobre las personas encargadas de atenderles. Se puede constatar, por lo tanto, que el deslizamiento tuvo un impacto sobre la morbilidad psicosocial de las personas sobrevivientes, puesto las personas de Lajas Compartir expresaron en el censo lo siguiente:

El sufrimiento de pérdida violenta de varios de sus seres queridos (en algunos casos toda la familia)

Sentimientos de culpa y enojo por las pérdidas sufridas (en seres humanos, en bienes, en estilos de vida, de libertad, etc).

Vivir con depresión desde el momento del desastre hasta la actualidad.

Experimentar traumas y estrés postraumático debido a la violencia del evento, tener constantemente pánico, incertidumbre y las sensaciones vividas de inseguridad extrema (IDESPO-UNA. Base de datos del Censo Estudio de caso, deslizamiento Calle Lajas, Escazú, Costa Rica. Julio 2017)

Partiendo de este contexto, y citando a Ramírez (2014), es necesario recuperar en el estudio del caso, la claridad de comprender las acciones de atención, contención, satisfacción de necesidades básicas y fortalecimiento social-comunitario, como esfuerzos dirigidos a la restitución de derechos fundamentales que fueron lesionados en la vida de las personas sobrevivientes, y ayudarnos a entender los comportamientos y reacciones de la población con el fin de desarrollar planes de acción y prevención para valorar una comprensión global de la acción humanitaria en situaciones de emergencia, teniendo en cuenta las exigencias físicas, psicológicas y sociales de la población, así como, los mecanismos y acciones de apoyo mutuo de la comunidad.

Desarraigo y desintegración del tejido social

Otras lamentables afectaciones sufridas, y que caracterizan los procesos de desplazamiento (Ramírez, 2014; Audefroy, 2010), se refieren al desarraigo y desintegración del tejido social, consecuentes a las experiencias de pérdida y desplazamiento que comunidades como la de Lajas Compartir han vivenciado.

Estas afectaciones devienen de la vulnerabilización propia de la vivencia de ser reasentados como comunidad, lo cual es un proceso que, en este caso, ha estado mediado por el rechazo de las comunidades de acogida, la separación de integrantes de la comunidad quienes se reasentaron las zonas lejanas (por ejemplo, en el cantón de Puriscal), o cerca pero no en Lajas Compartir.

Dado el contexto se les consulta a las personas ¿si considera que en los próximos años las relaciones pueden mejorar? a lo que se obtiene como respuesta que 17 personas indican que las relaciones pueden empeorar o continuar igual, porque sienten que hay fuertes problemas entre vecinos, hay personas “ajenas” a su localidad anterior y falta de interés por trabajar de forma unida.

Tabla 2 Opinión de las personas entrevistadas en consideración a las relaciones comunales proyectadas n=25 

Relaciones comunales en los próximos cinco años Número de encuestados
Mejorar 8
Empeorar 7
Continuar igual 10
Total 25

Fuente: IDESPO-UNA. Base de datos del Censo Estudio de caso, deslizamiento Calle Lajas, Escazú, Costa Rica. Julio 2017.

Aunado a las respuestas obtenidas, debe considerarse también la decepción de las personas sobrevivientes con la baja calidad del accionar del gobierno estatal y local con la satisfacción de las necesidades básicas y el seguimiento del impacto generado sobre las personas de la comunidad, así como la rotación abrupta de agentes del gobierno local responsables de dar seguimiento al proceso de contención y fortalecimiento comunitario, ante el sentimiento de vulnerabilidad generalizado en la comunidad por el evento.

Solucionar las consecuencias de estas afectaciones son identificadas por la comunidad como prioridad, pues no solo hay sufrimiento por la nueva distribución del espacio en que viven y su efecto sobre las relaciones sociales y la vivencia de libertad, sino que actualmente menoscaban los intereses de integrantes organizados que buscan fortalecer los recursos con los que cuenta hoy la comunidad para agenciarse un bienestar y mejor calidad de vida para las personas sobrevivientes y las siguientes generaciones.

Atención durante el evento

La atención al deslizamiento se consideró como uno de los temas abordados en el censo, se consultó por el acercamiento de las instituciones responsables directa o indirectamente de ejecutar acciones de prevención del riesgo en el territorio costarricense. De acuerdo con los datos del censo comunal, veinticuatro de las veinticinco personas entrevistadas no reconocen haber recibido previo al deslizamiento algún tipo de acercamiento institucional en el tema de prevención del riesgo ante un evento de este tipo.

De igual forma, funcionarios de la Municipalidad de Escazú que forman parte de la Comisión de Gestión de Riesgo, indican desconocimiento ante la probabilidad de que sucediera un evento en la comunidad, expresan:

(…) para todos fue una sorpresa el evento, tanto para la comunidad como para la municipalidad que no se esperaba una avalancha y menos de esa magnitud dentro del cantón (Anónimo, comunicación personal, 12 de junio 2018).

Partiendo de este panorama, desde el gobierno local no se había realizado ningún plan de gestión de riesgo para la población afectada y no era un tema de atención prioritaria dentro de la organización.

En relación con la atención generada por los mismos vecinos de la comunidad, los datos recopilados en el censo dan como resultado que veintiún personas entrevistadas no reconocieron la existencia en Calle Lajas de algún grupo de apoyo que se encargará de planificar acciones para disminuir los impactos de los eventos naturales, tres personas sí reconocieron que existía un comité y una persona que indicó no saber al respecto.

A pesar de que la comunidad no contaba con una organización comunal sólida antes del evento, en el censo se puede destacar que diecinueve personas de las entrevistadas reconocen que, si existió un grupo o comité para atender las necesidades de la comunidad de Calle Lajas durante el deslizamiento, cinco personas indicaron la no existencia de este grupo y una persona no sabía si existió o no un grupo organizado.

Dentro de las actividades realizadas por el grupo o comité para atender las necesidades de la comunidad, generadas por el deslizamiento, un total de doce de las veinte personas entrevistadas reconocen como acción realizada la ejecución de reuniones y actividades en torno a la reubicación de las familias (ver tabla 3).

Tabla 3 Principales acciones que realizó el grupo organizado para atender el deslizamiento de Calle Lajas n= 20 

Acciones Número de encuestados
Reuniones y actividades en torno a la reubicación de las familias 12
Administración de las ayudas recibidas y de las actividades comunales 3
Buscar ayudas en instancias de educación y salud 3
Monitorear la montaña y las vías de acceso a la comunidad 2
Total 20

Fuente: IDESPO-UNA. Base de datos del Censo Estudio de caso, deslizamiento Calle Lajas, Escazú, Costa Rica. Julio 2017.

Si bien es cierto se evidencia que la comunidad se organizó para brindar respuestas inmediatas tras la situación vivida, es pertinente desarrollar acciones en gestión de riesgo y la construcción de bases y redes de apoyo que fortalezcan las dinámicas comunitarias.

Apoyo institucional durante el evento

En relación con el evento, es importante mencionar, que el apoyo institucional como un acompañamiento continúo en procesos de prevención, mitigación y preparación, atención y recuperación ante la emergencia, es relevante para el desarrollo comunitario en la gestión de riesgos.

Considerando el tejido institucional en atención de emergencias asociadas a eventos naturales, se consultó en el censo sobre el apoyo de Cruz Roja, la Policía, la Municipalidad, la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y Atención de Emergencias, el Instituto Mixto de Ayuda Social, la Defensoría de los Habitantes, entre otras, con el fin de identificar el accionar de cada una de ellas ante la emergencia producida por el evento.

Se puede observar en la tabla 3, qué las instituciones de atención primaria son aquellas de las cuales la comunidad reconoce una fuerte presencia de apoyo en: el rescate, la disponibilidad de maquinaria y la atención de necesidades sociales, económicas y psicológicas de las familias afectadas.

Tabla 4 Percepción de la población encuestada con respecto al apoyo recibido por parte de instituciones en la comunidad de Calle Lajas n= 25 

Instituciones Comunidad Calle Lajas
NO NS
Cruz Roja 21 4 0
La Policía 21 2 2
La municipalidad 17 3 5
La Comisión Nacional de Emergencias 25 0 0
El Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) 24 1 0
La Defensoría de los Habitantes 1 17 7
El gobierno central 7 13 5
Empresa privada 7 13 5
Bomberos 1 24 0
Club de Leones 1 24 0
Ministerio de vivienda, BAHNVI 1 24 0
Obras del Espíritu Santo 1 24 0

Fuente: IDESPO-UNA. Base de datos del Censo Estudio de caso, deslizamiento Calle Lajas, Escazú, Costa Rica. Julio 2017.

Ahora bien, posterior a la emergencia se les consultó por el papel de las instituciones mencionadas en el cuadro anterior, obteniendo como respuesta que veintiún personas entrevistadas reconocieron el apoyo de la Fuerza Pública, seguida de instituciones como la Municipalidad de Escazú y el Instituto Mixto de Ayuda Social, en actividades específicas, respectivamente en apoyo de vigilancia y monitoreo, préstamo de menaje para actividades y ayudas económicas.

Desde la Municipalidad de Escazú se coordinó con los diferentes departamentos para realizar las valoraciones del evento y la atención a las familias afectadas, el traslado a los alberges y el contacto con otras instituciones, y durante las dos semanas siguientes al evento se abocó a la atención del deslizamiento en la comunidad de Calle Lajas, según lo mencionaron los funcionarios municipales entrevistados.

Además, se coordinó con la CNE, quienes asumen la logística de las donaciones recibidas y brindan apoyo inmediato en la entrega de agua, alimentos y colchonetas a los albergues establecidos. La Cruz Roja participó activamente en la atención de la salud de las personas en la comunidad y los albergues, además del trabajo conjunto que llevaron a cabo con los bomberos en las acciones ligadas al rescate de los cuerpos otras instituciones que ingresaron de manera inmediata, por ejemplo, la Compañía de Fuerza y Luz y Acueductos y Alcantarillados, con el fin de establecer los servicios de electricidad y agua potable.

Por su parte, el Instituto Mixto de Ayuda Social se encargó de realizar una valoración socioeconómica de las familias afectadas para solucionar la necesidad de vivienda de manera temporal con ayudas económicas, además, coordinó con la Caja Costarricense de Seguro Social, las brigadas de riesgo de la Universidad de Costa Rica y con una gran cantidad de empresas privadas y ONG que se acercaron a colaborar.

Toda esta coordinación y trabajo interinstitucional se desarrolló en el momento de la emergencia y fue lo que permitió la articulación entre diferentes instituciones con el fin de buscar las mejores opciones de atención a la población que sufrió el deslizamiento en el Cantón de Escazú.

Reflexiones finales

El estudio de caso de la Comunidad de Lajas Compartir presenta un acercamiento a una experiencia de desplazamiento ambiental costarricense, entendiéndolo como un proceso de movimiento forzado, ya sea temporal o permanentemente de su sitio de origen como consecuencia de un evento natural.

Al hacer referencia al desplazamiento ambiental no se debe minimizar la situación haciendo alusión únicamente al espacio geográfico para reubicación, por el contrario, es relevante y pertinentes considerar aspectos ambientales, sociales, emocionales, psicológicos, entre otros, que tienen impacto directo en el diario vivir de la población afectada.

La involuntariedad, violencia y caos que enfrentan las personas desplazadas, implican, también, que su bienestar está coartado por el incremento en la morbilidad psicosocial subsecuente al proceso de detrimento de su tejido social, algunas consecuencias identificadas son el estrés post traumático y otros traumas, el desarraigo, el duelo consecuente a la pérdida de los seres queridos, las dificultades de integración en las comunidades donde se instalan, y diversos sentimientos de impotencia, incertidumbre, tristeza, ansiedad y depresión, así como trastornos sociales relacionados a las pérdidas sufridas y al abandono de la tierra o incluso la región donde se vive (Ramírez, 2014; Martínez, Bravo, Rubio-Stipec y Canino, 1993; Matamoros, 2013; Audefroy, 2010; Neuburger, 1992; Matamoros, Carranza y Sáenz, 2014).

Bajo este contexto, Lajas Compartir no escapa de la caracterización de comunidades que han vivido el desplazamiento ambiental; puesto que, además de las pérdidas materiales y humanas (en total 24 fallecidos, 205 personas damnificadas y 25 viviendas destruidas), las personas viven con secuelas emocionales y psicológicas, ruptura del tejido social, modificación del espacio-territorio y un gran deterioro organizacional y desarraigo.

Por otra parte, a nivel institucional se evidencia que diversas entidades brindaron apoyo de primera respuesta a las personas que vivieron el evento de forma coordinada entre sí, dirigidas por la CNE, sin embargo, a pesar del trabajo en equipo debe mencionarse que de parte de funcionarios del gobierno local no se contaba con personal capacitado para atender una situación como la sucedida; y no se había tomado en consideración la temática de gestión de riesgos dentro del accionar de la misma.

Partiendo de lo vivido en esta comunidad, es necesario desarrollar a nivel nacional planes de gestión de riesgo en comunidades que involucren el tejido institucional y a las localidades con el fin de no solamente atender la emergencia, sino generar conocimientos y capacidades antes, durante y después de un evento.

En la etapa especifica posterior al desastre natural las personas que han vivido el proceso de reubicación necesitan apoyo y seguimiento en el restablecimiento de lazos comunales. Las personas que habitan Lajas Compartir han demostrado su anuencia a fortalecer lazos organizativos por medio de la consolidación de un Comité Comunal.

A su vez, se aboga en tomar el caso del desastre y la vivencia de recuperación de las familias de Calle Lajas, como una oportunidad histórica de aprendizaje para la organización estatal a nivel local y nacional en materia de Gestión del Riesgo y eficaz mitigación de desastres, pues las implicancias de la carencia de un plan preventivo a nivel local y un proceso de atención a las víctimas, que fue caracterizado por los mismos representantes institucionales como largo, conflictivo y burocrático, son identificados como parte de los determinantes que intensificaron el sufrimiento vivido y el desarraigo denotados por la población afectada en diferentes momentos del estudio

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Recibido: 30 de Noviembre de 2018; Aprobado: 09 de Junio de 2019

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