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Revista Rupturas

versão On-line ISSN 2215-2989versão impressa ISSN 2215-2466

Rev. Rup. vol.12 no.2 San Pedro de Montes de Oca Jul./Dez. 2022

http://dx.doi.org/10.22458/rr.v12i2.4343 

Artículo

Remesas familiares: las contribuciones a Centroamérica de quienes tuvieron que irse

Family Remittances: Contributions to Central America from those who Had to leave

Gustavo Adolfo Gatica López1 
http://orcid.org/0000-0002-7604-1912

1Guatemalteco. Investigador del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) de Costa Rica (Costa Rica). Licenciado en Teología y máster en Economía del Desarrollo con énfasis en Gestión Macroeconómica. Correo electrónico: ggatica@uned.ac.cr

Resumen

En el año en el que se conmemora el bicentenario de la independencia de Centroamérica, poco más de una de cada diez personas que nacieron en la región vive fuera de ella. En este artículo se analiza la migración reciente y se discute la pregunta ¿cuáles son los aportes más importantes de estas transferencias en Centroamérica? En particular, hay dos aspectos que destacan: en primer lugar, las remesas se convierten en una especie de política social privatizada. En segundo lugar, hacen una contribución a los ingresos fiscales en los países receptores. Con excepción de Costa Rica, las remesas familiares hacen palidecer los ingresos que llegan a través de Inversión Extranjera Directa a pesar de los distintos estímulos brindados a empresarios nacionales y transnacionales.

Palabras clave: migración; remesas familiares; economía migratoria; Centroamérica

Abstract

In the year that marks the bicentennial of Central America's independence, just over one in ten people who were born in the region live outside of it. This article analyzes recent migration and discusses the question: what are the most important contributions of these transfers in Central America? In particular, two aspects stand out: first, remittances become a kind of privatized social policy. Second, they make a contribution to fiscal revenues in the recipient countries. With the exception of Costa Rica, family remittances dwarf the revenues coming in through Foreign Direct Investment despite the various incentives provided to national and transnational entrepreneurs.

Key words: Migration; family remittances; migratory economy; Central America

Introducción

Una aspiración de cualquier nación en la actualidad debería dirigirse a fortalecer la inclusión social de sus habitantes como medio para reducir la exclusión y segregación social. La inclusión social toma cuerpo a través de instituciones y políticas que de manera intencionada incorporan a una persona o a un grupo, para que tenga acceso y disfrute del bienestar y desarrollo que ha alcanzado la sociedad de la que forma parte. La inclusión hace posible fortalecer el sentido de pertenencia para desarrollar vínculos estables identitarios de solidaridad y corresponsabilidad de una persona con un grupo. El sentido de pertenencia es “un componente subjetivo compuesto por percepciones, valoraciones y disposiciones de quienes integran la sociedad” (CEPAL 2007, 25). En contraposición a lo anterior, la ausencia de inclusión social y sentido de pertenencia, erosionan la relación entre la persona y la sociedad en la que habita y facilita las condiciones en las que se desarrolla la exclusión y segregación social.

Una revisión de estudios y análisis recientes sobre las causas de la migración deja en evidencia que factores como la pobreza, la exposición a diversas formas de violencia, la falta de acceso a empleo formal, la inseguridad alimentaria o los riesgos ante eventos naturales como huracanes o inundaciones están a la base de la migración en la región (Abuelafía, Del Carmen, Ruiz, 2019; Canales, Fuentes, De León 2019; BID, OEA, FIDA, PMA 2017). Estos factores muchas veces son sumativos y acumulativos, frecuentemente están entrelazados y se refuerzan mutuamente. Quienes emigran se sienten excluidos del bienestar; de las oportunidades; del empleo formal y decente; así como de la seguridad ante riesgos a la vida y al patrimonio. La exclusión que experimentan debilita y erosiona el sentido de pertenencia, de manera que cualquier otro lugar, fuera de la región puede ser un mejor lugar para vivir. Cabe mencionar que, solo en los Estados Unidos de Norteamérica, al año 2019, vivían poco más de 5.5 millones de personas nacidas en Centroamérica1, esto era equivalente al 12.5% de la población regional. En materia de inclusión social y sentido de pertenencia, parece haber una enorme deuda de estos Estados con su población.

Por otra parte, como si existieran autopistas paralelas, los Estados centroamericanos han desplegado desde hace varias décadas, vigorosos esfuerzos por insertarse a la economía global mediante la integración regional - que puede ser una forma de disminuir o aliviar la exposición a la economía global-, la formalización de acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales, así como la apertura de las economías para atraer inversión extranjera y flujos de capital, buscando al mismo tiempo, fortalecer a los sectores exportadores para que sean la punta de lanza del crecimiento económico en cada país.

Los datos disponibles sobre flujos de Inversión Extranjera Directa (en adelante IED), así como de ingreso de divisas provenientes de las exportaciones dejan ver que, a pesar de los esfuerzos y recursos destinados por la mayoría de países, los resultados son modestos cuando no, raquíticos.

Frente a ello, las remesas familiares que llegan a la región tienen tasas de crecimiento superiores a cualquier otro indicador económico en cuatro de los cinco países de Centroamérica. Estas divisas tienen impactos macro y microeconómicos algunos de los cuales apenas son destacados por las autoridades de los respectivos países.

En este artículo es de interés central responder a la interrogante ¿cuáles son los aportes más importantes de las remesas familiares a la región? Como se verá, las contribuciones son diversas y se despliegan en diferentes niveles. Desde ya, se destaca que, para los hogares las remesas familiares se con-vierten frecuentemente, en un ingreso que complementa o sustituye a las políticas públicas sociales y se convierte en la práctica en una política social privatizada en tanto es un mecanismo de transferencias privadas que actúa como un amortiguador para aliviar situaciones de pobreza y de carencias, al tiempo que contribuyen a la estabilidad socioeconómica de millones de hogares en la región.

Centroamérica ha cumplido en el año 2021 doscientos años de vida republicana. Este acontecimiento debería ser una invitación para pensar estratégicamente en el futuro de esta región, en particular para identificar las características actuales de cada país que deben transformarse para brindar mayores y mejores oportunidades para las personas que habitan este territorio y fortalecer el sentido de pertenencia social. En lo que atañe a la migración es urgente repensar alternativas para que este hecho no siga siendo una salida de emergencia que está forzando a que, una parte importante de la población abandone la región.

El artículo se escribió mientras América Latina aún se enfrentaba a la pandemia de la Covid-19. Los impactos han sido catastróficos: miles de personas fallecidas; millones de empleos perdidos, aumento de la cantidad de familias en condición de pobreza y un retroceso en los tímidos avances sociales ob-tenidos en décadas pasadas.

Centroamérica requerirá pensar la región en un antes y un después de la pandemia, esto incluye los análisis sobre migraciones. Un aspecto que no debe perderse de vista es que, aún en medio de esta crisis global, el envío de las remesas familiares sigue siendo una fuente importante de divisas para es-tos países y para los hogares que, a falta de políticas de protección social, encuentran en ellas un ingreso alternativo.

La globalización el escenario de las migraciones centroamericanas actuales

En sí mismos, los procesos de globalización no son nuevos, han estado presentes desde hace varios siglos si se asume como tales, aquellos procesos que se expresaban a través de relaciones económicas y comerciales (la economía-mundo sugerida por Wallerstein y Arrighi), de supremacía política y militar, liderados por distintas potencias hegemónicas de acuerdo con el momento histórico y con un alcance mundial.

La conceptualización y significación, así como los alcances y despliegues de lo que hoy conocemos como globalización remite a una discusión que emerge en las últimas décadas. Aunque no es el pro-pósito central de este artículo desarrollar un análisis exhaustivo acerca de la globalización, es necesario ubicarla como una categoría desde la cual, como telón de fondo, puedan comprenderse mejor las dinámicas migratorias que ocurren en la actualidad, incluyendo la que se desarrolla en y desde Centroamérica.

El enfoque desde el cual se define la globalización en este trabajo, es el de la economía política en tan-to se interesa por el qué, cómo y por qué de lo que se produce y, para los propósitos de este artículo, ofrece luces acerca de cómo se incorpora en estos procesos el trabajo humano y, en particular, el trabajo de las personas migrantes que es el que hace posible la llegada de remesas familiares a la región.

Una primera clave interpretativa se toma de Arrighi (2014) que sigue la noción de los ciclos sistémicos de acumulación sugeridos por Braudel, para explicar las sucesivas expansiones del capitalismo en los últimos seis siglos como “estructura dominante de la economía mundo” (2014, 107). Los ciclos sistémicos, dirá Arrighi “asemejan a etapas del desarrollo capitalista” (2014, 109) con la capacidad de llevar la expansión de la economía mundo capitalista un paso más allá. Este autor identifica cuatro grandes ciclos sistémicos de acumulación: el genovés, el holandés, el británico y el estadunidense. El análisis de estos ciclos permite ver las sucesivas formas de desplazamiento mercantil, comercial, monetario, financiero y militar de los centros hegemónicos de acumulación de capital. El planteamiento de este autor, sugiere que, los ciclos de acumulación, no han estado anclados solamente a formas de acumulación y vinculación a Estados-nación, sino también a mecanismos y estrategias de intercambio comercial y financieras transnacionales, argumento también compartido por Harvey (2015, 42).

Del análisis de Arrighi, interesa destacar la noción de sistema mundo capitalista como marco de relaciones que vinculaban a través de distintos mecanismos a los Estados-nación, pero a la vez, como un anticipo de lo que en la actualidad se define como globalización. Con relación al largo siglo XX (título de su obra más difundida), este autor señala que es “… el último eslabón en una cadena de etapas constituidas por siglos largos y mediante los que la economía-mundo capitalista europea ha llegado a incorporar la totalidad del planeta en un denso sistema de intercambios” (2014, 256), un planteamiento cercano a este fue sugerido por Wallerstein en la década de los años setenta del siglo pasado (2014, 14). Ahora bien, esta integración de los mercados de todo el mundo ha ofrecido a los gobiernos y a las empresas en el último ciclo sistémico de acumulación “las oportunidades derivadas del alcance de la división social del trabajo a escala mundial… mediante la que podía obtener todo tipo de economías externas” (Arrighi, 2014, 303). Dicho con otras palabras, esta forma de organización capitalista, está permitiendo un mayor aprovechamiento de los recursos existentes, incluyendo el del trabajo humano. A tono con esto, Harvey sugiere que “la libre movilidad geográfica de la fuerza de trabajo parece ser una condición necesaria para la acumulación del capital” (1990, 384), esto cobra relevancia en contextos de crecientes restricciones a la migración a escala global como se observa en la actualidad.

Un análisis sugerente en torno a la globalización lo plantea Robinson (2007) desde lo que él llama la escuela de capitalismo global. Su interpretación se despliega en dos niveles: en términos metodológicos asume que la globalización es una etapa del capitalismo. En términos teóricos argumenta que el estudio de “la naturaleza y la dinámica del sistema capitalista, cómo ha evolucionado históricamente y cómo está cambiando hoy (ofrece) la clave necesaria para entender la globalización” (2007, 18).

Como etapa del capitalismo -argumenta Robinson- tiene algunos rasgos propios, como la “necesidad inherente de expansión al exterior; (también) la relación trabajo capital” (2007, 21); el surgimiento de capital transnacional (2007, 25) que permite nuevos patrones de acumulación; así como el “acceso constante a nuevas fuentes de mano de obra barata, tierra, materias primas y mercados” (2007, 19). En ese sentido el concepto de globalización que propone este autor, resalta que éste es “…la cercana culminación del proceso de siglos de ampliación extensiva del capitalismo” (2007). En un esfuerzo por superar la teoría Sistema-mundo propuesta por Wallerstein que enfatiza que la globalización es una profundización “cuantitativa de conexiones e intercambios sistémicos” (2007, 25), Robinson sugiere que la ruta debe moverse conceptualmente de una economía mundial a una economía global, afirmando que:

En las primeras épocas, cada país desarrolló una Economía nacional, y las Economías nacionales fueron vinculadas una con otra mediante el comercio y las finanzas en un mercado internacional integral. Considero que este tipo de estructura socioeconómica mundial es una Economía mundial. Diferentes Economías nacionales y modos de producción fueron “articulados” en una formación social más amplia o sistema mundial. Los Estados-nación mediaron las fronteras entre un mundo de diferentes Economías nacionales y modos de producción articulados. En términos más teóricos, cada país desarrolló circuitos nacionales de acumulación que fueron vinculados externamente a otros circuitos nacionales semejantes mediante intercambios de artículos y flujos de capital. Pero lo que vemos hoy es una globalización creciente del proceso de producción mismo. La movilidad del capital global le permite al capital reorganizar la pro-ducción en todo el mundo de acuerdo con un rango completo de consideraciones que permiten maximizar las oportunidades para obtener utilidades. En este proceso, los sistemas de producción nacional se fragmentan e integran externamente dentro de nuevos circuitos globalizados de acumulación (2007, 26).

El planteamiento de Robinson, permite ir un paso más allá del sistema economía-mundo de Wallerstein (2016, 2004) y refina el análisis de los ciclos sistémicos de acumulación sugeridos planteados por Braudel y Arrighi. No obstante, comparten un aspecto central que organiza su propuesta teórica: cada uno explica cómo la expansión capitalista profundiza nuevas dinámicas de acumulación bajo estrategias que responden a momentos históricos y geopolíticos específicos, dando lugar al mismo tiempo a formas globales de desarrollo desigual, parafraseando lo propuesto por Harvey (1990, 2010 ). Hay algo más, en los marcos analíticos propuestos por Arrighi y Robinson, se devela cómo, la explotación del trabajo humano es una condición constante y necesaria para acelerar los procesos de acumulación.

Siguiendo este marco de análisis, en el escenario global actual -que es resultado de procesos y evoluciones históricas, así como de relaciones de poder que favorecieron un desarrollo desigual- la facilidad del desplazamiento del capital, “permite dominar una fuerza de trabajo global (que hace emerger) la figura del trabajador desechable como prototipo de las relaciones laborales a escala mundial” (Harvey 2014, 185). Justamente, esas formas de desarrollo desigual, crean las condiciones para el surgimiento de grandes contingentes de personas -que como una especie de ejército industrial de reserva- están disponibles para ser explotados sea en su propio país o en cualquier otro al que puedan inmigrar pues al fin de cuentas como señala Harvey “la fuerza de trabajo es la única mercancía que puede llegar al mercado por sus propios pies” (1990, 383), así las cosas, las migraciones y el trabajo de las personas migrantes contribuye a la reproducción de la acumulación dentro del sistema capitalista y dentro de la economía global.

Ahora bien, si los desplazamientos humanos han ocurrido en diversos momentos de la historia humana, es importante dilucidar en qué radica la novedad de la relación entre los procesos de globalización con-temporánea y las migraciones en la actualidad.

Más que referirse a novedad en singular, debe hablarse de novedades en plural. Sin que lo siguiente suponga un orden de prioridad, deben destacarse varios aspectos. En primer lugar, en la actualidad, acontecen diversos éxodos humanos a nivel global que se desplazan en condiciones de precariedad y de vulnerabilidad extrema que ponen en riesgo la vida de estas personas. Valga citar como ejemplos que, durante el primer semestre del año 2021, fallecieron 1,146 inmigrantes que, desde África intentaban llegar a Europa2; al tiempo que se incrementaba la cantidad de personas sin documentos fallecidas entre la frontera de México y los Estados Unidos de Norteamérica3. La precariedad en la que se llevan a cabo estos desplazamientos afecta de manera diferenciada especialmente a mujeres, niñas y niños.

En segundo lugar, en la actualidad, la inseguridad que enfrentan miles de personas durante su trayectoria migratoria, se contrapone a la certeza jurídica con la que se establecen y refrendan acuerdos y convenios comerciales bilaterales o multilaterales. En el contexto de la globalización contemporánea se da prioridad a la seguridad y estabilidad jurídica de las inversiones, del capital y del comercio. Esta seguridad se convierte en un mecanismo que acentúa y profundiza distintas formas de acumulación patrimonial. Frente a ello, se verifica un profundo rezago en la protección de las personas en contextos de migración. Nótese, por ejemplo, como se contrapone la rapidez al interior de muchos países para la ratificación de cualquier acuerdo comercial frente a la lentitud y muchas veces, el desinterés de distintos países por ratificar instrumentos como la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares que entró en vigor en el mes de julio del año 2003. El caso más ilustrativo son los Estados Unidos de Norteamérica, que aún no firma ni ratifica esta Convención, pero simultáneamente, es el abanderado global que impulsa acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales, al tiempo que construye muros para detener la migración de personas que buscan llegar a ese país.

En tercer lugar, las migraciones en la actualidad están profundamente relacionadas a la búsqueda de empleo, se estima que dos terceras partes de las personas que se desplazan a nivel global lo hacen por razones laborales (OIM 2019, OCDE 2018). La actual etapa del capitalismo globalizado está con-tribuyendo a consolidar las asimetrías entre el Sur y el Norte Global (Piketty 2015; Atkinson 2016; Stiglitz y Charlton 2007), pero también acentúa diferencias socioeconómicas dentro de los países del Sur.

Si bien, las migraciones han existido en distintos momentos de la historia y sus causas son diversas, hoy podemos decir que las expresiones y despliegues del capitalismo contemporáneo contribuyen a aumentar los desplazamientos con una magnitud mayor a la observada en épocas anteriores. Paradó-jicamente, estas personas que se ven obligadas a salir de sus países, mantienen profundos vínculos con sus comunidades de origen. Uno de estos vínculos es a través del envío de remesas familiares que envían y sostienen a millones de hogares, como sucede en Centroamérica.

Centroamérica: diversidades y realidades heterogéneas

Centroamérica es una región de 423,895 kilómetros cuadrados en la que actualmente viven aproximadamente 43 millones de personas4. La diversidad de esta región puede verse reflejada, por ejemplo, en la existencia de al menos 44 grupos indígenas distintos, muchos de los cuales han vivido histórica-mente en condiciones de pobreza sometidos a diversas formas de explotación. A pesar de compartir un territorio, relativamente pequeño -en comparación a otros países de América Latina y el Caribe- y de contar con distintas iniciativas de integración, algunas de larga data como el Mercado Común Centroamericano -creado en 1960- la región es altamente heterogénea como se verá a partir de algunos indicadores en las páginas siguientes. Esta heterogeneidad es el resultado de problemas estructurales como la desigual distribución de la tierra, el rezago de los territorios rurales o, la pobreza. Pero también de otros factores como las guerras internas acontecidas en El Salvador (1978-1992); Guatemala (1960-1996) y; Nicaragua (durante buena parte de la década de los setenta hasta 1979 y, posterior-mente durante la década siguiente).

A lo largo de la década de los años noventa del siglo pasado, Centroamérica avanzó en un período de reformas de mercado. Esto significó en la práctica la búsqueda de la disminución de los Estados y la venta de activos estatales, entre los que se destacan la privatización del sistema de pensiones en El Salvador (1996) o, la venta de las empresas de telecomunicación en El Salvador y Guatemala (1998). En Costa Rica durante las últimas dos décadas del siglo pasado estas reformas permitieron la privatización de empresas propiedad del Estado; se puso en práctica un amplio programa de liberalización financiera y se impulsó la eliminación de barreras al comercio (Lizano 1999, 64-75). En mayo del año 2000, se aprobó en primer debate en la Asamblea Legislativa, el proyecto para la venta del Instituto Costarricense de Electricidad, no obstante, las movilizaciones ciudadanas hicieron que los legisladores finalmente no aprobaran ese proyecto. Las reformas de mercado en la región también prepararon el terreno para consolidar la apuesta por la apertura comercial. El hecho más significativo -aunque no el primero ni el único- fue la firma del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, la República Dominicana y los Estados Unidos de América (2004). Había una fe en que en ese acuerdo comercial estimularía la transformación económica de la región (Lederman y Suescún 2002). Se esperaba de manera optimista que esta apertura fuera la punta de lanza de una estrategia de desarrollo basada en el libre comercio.

La primera década del presente siglo, mostró la vulnerabilidad de la región centroamericana ante eventos externos. En primer lugar, frente a la volatilidad de los precios de los alimentos, las materias primas y el petróleo y, en segundo lugar, ante la crisis financiera global de los años 2008-2009. Precisa-mente, “la crisis financiera de 2009 puso de manifiesto la vulnerabilidad de las economías latinoamericanas y, en particular, de la subregión centroamericana, ante fluctuaciones abruptas y de gran magnitud en los mercados mundiales o en los circuitos financieros internacionales” (Beteta y Moreno 2014, 28).

Al llegar al final de la segunda década de este siglo, no parece que las estrategias y medidas para con-solidar la inserción de la región a la economía global haya tenido resultados notablemente relevantes, tanto en crecimiento económico, en aumento de las exportaciones, en atracción de IED y, especial-mente, en la reducción sostenida de la pobreza, la desigualdad o la migración. Véanse los siguientes ejemplos:

En primer lugar, la firma de un acuerdo comercial entre Centroamérica y los Estados Unidos ha incrementado el déficit comercial entre ambos actores (CEPAL 2018, 101); en materia agrícola, una actividad de mucha importancia para la región centroamericana, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos ha mostrado cómo se han duplicado las exportaciones agrícolas desde ese país hacia El Salvador, Guatemala y Honduras (USDA, 2018).

En segundo lugar y, relacionada al punto anterior, la IED ha sido modesta, lo que ha limitado que sea una vía robusta y constante para la creación de empleos como las autoridades gubernamentales han deseado. Este pírrico desempeño (ver Gráfico 3, en las siguientes páginas) no ha sido consistente con los beneficios fiscales brindados a la IED que se instala en regímenes de zona franca a quienes se exonera, entre otros del pago de impuesto al valor agregado o el impuesto sobre la renta (ICEFI 2019, Martínez 2015, Vega 2014).

En tercer lugar, iniciativas como el Plan Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte (2016-2020), impulsadas por los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras con el apoyo de los Estados Unidos, fueron abandonados y su impacto en la reducción de la migración es cuestionable si se observan, por ejemplo, las cifras de personas originarias de estos países aprehendidas o deportadas desde México y los Estados Unidos de Norteamérica. Por su parte, el Plan de Desarrollo Integral El Salvador, Guatemala, Honduras y México. Diagnóstico, áreas de oportunidad y recomendaciones (CEPAL 2019), ha buscado establecer una ruta para disminuir la migración, no obstante, la pandemia de la Covid-19 parece haber puesto una pausa a la implementación de este plan, por lo que aún es prematuro evaluar sus resultados.

En cuarto lugar, en la práctica la migración de personas opera como un mecanismo con diversas con-secuencias: quita presión al mercado laboral, en particular cuando las personas que migran son jóvenes, convirtiéndose esta en una forma de inserción precaria a la globalización contemporánea; las di-visas derivadas de las remesas que reciben los países de la región contribuyen a paliar las críticas condiciones de miles de hogares en la región, convirtiéndose en una especie de política social privatizada, por otra parte, estas divisas contribuyen a la estabilidad macroeconómica de cuatro de los cinco países de la región. Tomando esto como base, se comprenderá que formalmente haya un discurso oficial por disminuir la migración, aunque en lo concreto, las acciones parecen ir en dirección contraria.

Algunos indicadores críticos en la región

Frecuentemente se asume que la migración es el resultado de una decisión individual, fruto de las valoraciones que cada persona realiza. Se reconoce que fue Todaro (1969) quien propuso inicialmente este planteamiento desde la teoría neoclásica. Para la clase política regional, este tipo de argumentos resultan convenientes dado que colocan el peso y la responsabilidad de la migración en “la decisión” que cada persona toma, con lo cual, se evita resaltar que, las acciones u omisiones estatales tienen un peso relevante en la migración. En este artículo se asume que, en Centroamérica, las migraciones también son el resultado de lo que los Estados han dejado de hacer para fortalecer la inclusión social y el sentido de pertenencia social, es decir de la incapacidad de éstos para garantizar que las personas que habitan esta región puedan vivir con dignidad, por lo que, la migración deviene en algo forzoso y no en un hecho libre y voluntario como sugiere la teoría.

Para argumentar lo anterior, se incluye información sobre tres indicadores clave: pobreza, empleo formal e inversión pública social en educación y salud.

Pobreza

La pobreza, medida por insuficiencia de ingresos5 afecta a buena parte de la población regional. Entre los años 2000 y 2019, con excepción de Costa Rica y El Salvador, no hubo mejoras significativas en la reducción de este indicador.

Honduras presenta los porcentajes de personas en condición de pobreza más altos de Centroamérica: poco más de seis de cada diez personas se encuentran en esa condición en dicho país. Guatemala tuvo una leve disminución, aunque al año 2019, la mitad de toda su población era pobre. De su parte, Nicaragua, no mostró cambios relevantes. ¿Qué significa ser pobre en Centroamérica? En primer lugar, no tener los medios o recursos para alimentarse, esto afecta especialmente a quienes están en edad de desarrollo. El caso más dramático lo muestra Guatemala en donde uno de cada dos niñas o niños sufren desnutrición crónica (UNICEF 2020). En segundo lugar, la imposibilidad de asegurar que la niñez y adolescencia permanezca en el sistema educativo formal. Como contraparte, mucha de esta población debe insertarse desde muy joven al mercado laboral especialmente dentro de la economía informal. En tercer lugar, significa tener una alta condición de vulnerabilidad ante enfermedades o contingencias (inundaciones o terremotos) a las que no se puede hacer frente por la carencia de re-cursos. En cuarto lugar, en contextos como la pandemia de la Covid-19, la pobreza significa tener poca o ninguna posibilidad de contar con algún activo que les permita enfrentar por sí mismo una crisis socioeconómica como la observada recientemente. Ser pobre en Centroamérica es una condena a ver cómo transcurre la vida, sin contar con oportunidades de aspirar a un tipo de vida distinto.

Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadísticas de Costa Rica; de la Dirección General de Estadísticas y Censos de El Salvador; del Instituto Nacional de Estadística de Guatemala; del Instituto Nacional de Estadística de Honduras y del Instituto Nacional de Información de Desarrollo de Nicaragua. En el caso de este país, se utilizó como fuente complementaria de información para los años 2010 y 2019 los datos de la "Encuesta de Hogares para Medir la Pobreza, Informe de Resultados 2019 (FIDEG 2020).

Gráfico 1 Centroamérica. Persona en condición de pobreza (2000, 2010 y 2019) 

Empleo en la economía informal y desempleo

Un segundo indicador crítico en la región es la fuerte participación del empleo en la economía informal. Se entiende por empleo en el sector informal aquel que es realizado por las personas “que, durante un determinado período de referencia, estaban empleadas en al menos una empresa informal, independientemente de su situación en el empleo y de si ése era su puesto de trabajo principal o secundario” (OIT, 2002, 143) y tienen como características “no estar reconocidos por la ley ni contar con protección jurídica, no tienen contratos ni asegurados sus derechos de propiedad y se caracterizan por su alto nivel de vulnerabilidad” (OIT, 2002, 2). La Tabla 1, muestra de manera comparativa el porcentaje de personas trabajando en la economía informal, así como las tasas de desempleo por género en Centroamérica en distintos años.

Tabla 1 Centroamérica. Desempleo abierto por género y empleo en la economía informal (varios años) 

Indicador Costa Rica El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua
2010 2015 2020 2010 2015 2019 2010 2015 2019 2010 2015 2020 2010 2015 2020
Tasa de desempleo abierto, por sexo
Hombre 6.0 7.7 17.4 8.4 8.6 7.1 3.2 2.0 2.0 3.3 4.4 8.7 7.0 4.1 4.8
Mujer 9.5 11.7 29.0 5.1 5.3 5.5 4.0 4.2 3.5 5.6 11.7 13.7 9.6 4.8 4.9
Empleo en la economía informal 40.2 45.5 44.8 49.8 47.1 49.0 73.8 68.8 70.2 61.1 59.5 58.1 57.1 51.2 56.5

Fuente: elaboración propia con datos de la Dirección General de Estadística y Censos de El Salvador; Instituto Nacional de Estadísticas de Guatemala, Instituto Nacional de Estadísticas de Honduras, Instituto Nacional de Información de Desarrollo de Nicaragua, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Costa Rica

Destaca nuevamente Guatemala en donde siete de cada diez empleos están en la economía informal; le siguen Honduras y Nicaragua. En El Salvador, la mitad del total de empleos forman parte de esta economía, mientras que Costa Rica, que al inicio de la década tenía la proporción más baja, ha visto un deterioro significativo de casi cinco puntos porcentuales.

La relevancia de este indicador radica en que permite verificar que la mayor parte de las personas ocupadas en Centroamérica, tenían empleos de mala calidad, sin cobertura o protección social y con bajos salarios. Al respecto, diversos trabajos muestran que, la búsqueda de empleo o aspirar a uno mejor, es una de las principales causas de la migración desde Centroamérica (COLEF 2019, 34; Abuelafía, Del Carmen y Ruiz, 2019, 8). Por otra parte, como puede verse en la Tabla 1, las tasas de desempleo registradas, afectan con mayor fuerza a las mujeres, no obstante, con excepción de Costa Rica, son tasas bajas. Un aspecto que muestra la desigual participación por género en el mercado laboral tiene que ver con las tasas de participación en el mercado laboral (Tabla 2).

Tabla 2 Centroamérica. Tasa de participación en el mercado laboral por sexo (varios años) 

Costa Rica El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua
2010 2015 2020 2010 2015 2019 2010 2015 2019 2010 2015 2020 2010 2015 2020
Hombre 75.9 74.3 71.5 80.9 61.6 61.5 72.2 84.9 84.3 69.2 74.4 73.1 85.6 89.9 81.0
Mujer 43.5 47.6 46.7 47.3 38.4 38.5 37.8 39.3 37.0 33.8 44.1 47.7 57.4 51.9 60.9

En la última década en Centroamérica, la tasa de participación de los hombres en el mercado laboral fue de alrededor del 76%, mientras que, el de las mujeres fue, en promedio del 45%. Los datos citados no reflejan los efectos que tuvo la pandemia de la Covid-19 en Centroamérica a partir del año 2020. La ausencia de datos oficiales impide presentar un escenario más actualizado y real, que seguramente mostraría un deterioro mayor en la calidad del empleo al ya observado en años anteriores.

Inversión pública social en educación y salud

Dadas las limitaciones para conseguir información actualizada sobre la inversión social per cápita anual se utiliza como referencia el gasto público que cada país destina a educación y salud, como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). En educación, con excepción de Costa Rica y Honduras, el resto de países centroamericanos presenta inversiones inferiores al promedio de América Latina y el Caribe que, al año 2013, era de 5.2 del PIB (Programa Estado de la Nación 2021). Una situación aún más crítica se observa en el financiamiento de la salud que es en donde ocurren mayores reza-gos. La información disponible muestra que la inversión en este rubro es sumamente baja -la excep-ción nuevamente es Costa Rica- aunque también este país tiene una inversión promedio, más baja con relación a la media de América Latina y el Caribe que, al año 2014 era de 7.3% del PIB.

Tabla 3 Centroamérica. Inversión pública en educación y salud como porcentaje del PIB (2000, 2010, 2019) 

2000 2010 2019
Educación Salud Educación Salud Educación Salud
Costa Rica 5.0 5.0 7.0 6.3 7.3 6.7
El Salvador 3.0 N.D. 3.3 4,3 3.8 N.D.
Guatemala 1.7 N.D. 2.8 1.1 2.8 1.4
Honduras 4.4 2.6 7.3 3.3 6.1 2.3
Nicaragua 4.0 3.1 4.1 3.7 4.5 3.2

Fuente: elaboración propia con datos del Programa Estado de la Nación, http://estadisticas.estadonacion.or.cr/compendios

La importancia de la inversión pública en educación estriba en que, los recursos públicos destinados a ella permiten que las personas tengan mayor acceso a la formación como personas, pero también para la preparación e inserción al mercado laboral; una mayor inversión en el sistema educativo pue-de tener impactos positivos en la cobertura y calidad, asimismo, incide en la permanencia, por ejem-plo, a través de la implementación de programas de transferencias monetarias. En el caso de la salud, una mayor inversión puede tener efectos positivos en la cobertura de los servicios y en el acceso a medicamentos. Cabe señalar que la pandemia de la Covid-19, desnudó nuevamente las carencias en la región debido a la baja inversión pública en salud y tuvo como consecuencia una limitada capaci-dad de respuesta de la mayoría de los Estados centroamericanos frente a esta enfermedad.

Como se verá más adelante, las remesas familiares que llegan a la región han sido un alivio para mi-llones de familias y complementan o sustituyen en muchos casos, la débil inversión pública social rea-lizada en la actualidad.

Actualizando la magnitud de las migraciones desde Centroamérica

En Centroamérica es posible observar distintas dinámicas migratorias: de salida, principalmente hacia los Estados Unidos; migración intrarregional, en la que se destaca la migración entre Nicaragua y Costa Rica; de tránsito, de personas provenientes de países de África, Asia y otros países de América Latina y el Caribe que buscan llegar a los Estados Unidos. En los últimos años, ha cobrado importancia la migración de retorno, con el incremento de personas deportadas especialmente desde México y Estados Unidos de Norteamérica. Sin desconocer que cada una de estas dinámicas tiene sus especificidades y complejidades este artículo centra su atención en la migración desde la región hacia los Estados Unidos debido a la magnitud y a sus amplios efectos en Centroamérica. Conviene iniciar respondiendo a la pregunta ¿qué dicen los datos al respecto?

Es fácil sustituir rostros e historias de personas por números. La región pareciera sentirse más cómoda contabilizando registros y números que individualizando las historias y experiencias de quienes se han ido. Detrás de cada registro administrativo hay un relato personal y posiblemente una ruptura familiar.

De acuerdo con la American Community Survey (US Census Bureau 2020), para el año 2019, la cantidad de personas centroamericanas viviendo en los Estados Unidos era de 5 675,351 personas, esto representaba una cantidad superior a la población total que habitaba Costa Rica ese mismo año. El Gráfico 2, muestra los datos de esta encuesta entre los años 2011-2019.

Como se observa, El Salvador, Guatemala y Honduras son los países de la región con mayor cantidad de connacionales viviendo en los Estados Unidos de Norteamérica. La migración desde Costa Rica parece mostrar una cierta estabilidad y no presenta un ritmo de crecimiento como el que tienen Guatemala y Honduras. De su parte, Nicaragua, ha visto modificar este patrón, especialmente a partir de los acontecimientos políticos y la represión iniciada en abril del año 2018 que, como se sabe, incrementó el éxodo desde este país.

Fuente: elaboración propia con datos de la American Community Survey (ACS).

Gráfico 2 Estados Unidos de Norteamérica. Población nacida en Centroamérica registrada por la American Community Survey (2011-2019) 

Aunque la información que proporciona esta encuesta no es estrictamente comparable con los datos censales, tiene la utilidad de servir como referencia. De acuerdo con los datos de los Censos de los Estados Unidos de Norteamérica en el año 1980 la población centroamericana que vivía en ese país ascendía a 284,915 personas; aumentó a 1 254,764 en 1990; se incrementó levemente una década después y llegó a 1 539,408; en el año 2000. En términos absolutos, el mayor crecimiento de esta población ocurrió en la primera década de este siglo, alcanzando la cifra de 3 832,824 personas en el año 2010. En un período de 40 años, la población migrante en aquel país se multiplicó por casi 19 veces.

Llama la atención que en la década de los años ochenta del siglo pasado en el contexto de los conflictos armados en la región, la migración aumentó, no obstante, sus valores más altos los alcanza en la época del post conflicto, período en el que se esperaba que los acuerdos de paz, las reformas de mercado y la inserción a la economía global provocaran un entorno económico y social más favorable para Centroamérica.

¿Cuáles son los principales factores detrás de esta migración? En la actualidad, como en la mayor parte del mundo, las personas dejan la región por diversas razones: inseguridad y distintas formas de violencia (Böll 2019; CEPAL 2019); “desastres ocasionados por fenómenos naturales, plagas y enfermedades que afectan los cultivos” (CEPAL 2019, 72); inseguridad alimentaria (OIM, LSE, OEA, PMA 2017). La razón de esta migración no puede atribuirse a una sola causa. Algunos de estos factores se entrecruzan, se sobreponen y frecuentemente se refuerzan unos a otros. Reconociendo la diversidad de causas, hay que señalar también la poca capacidad fiscal de los Estados para aumentar la inversión pública social y por esa vía promover mayores capacidades en sus habitantes. Este es otro factor ligado a la migración y que, debe estudiarse con mayor detalle en otros artículos.

Como ya ha sido mencionado, Centroamérica ha tenido y tiene dificultades para brindar empleo decente a una población en edad de trabajar. Pero hay algo más, hay un desfase entre la oferta disponible de mano de obra y las potenciales posibilidades de ampliación de sectores con mayor productividad y nivel de formalización del empleo. De acuerdo con Canales, Fuentes y De León (2019) esto se debe a “la composición de la matriz productiva y laboral que no sustenta ni promueve el crecimiento y expansión de los sectores de alta productividad” (2019, 73). Este es un aspecto crucial para atender estructuralmente la migración centroamericana, agravada por los efectos de la pandemia de la Covid-19.

Por otra parte, la población que ha tenido que dejar la región, no rompe sus vínculos con sus países de origen. Uno de esos vínculos que se mantiene y que es muy evidente por su magnitud, son las re-mesas familiares que envían y que constituyen un aporte central para la región. Conviene entonces retomar la pregunta planteada en la introducción de este artículo acerca de ¿cuáles son los aportes más importantes de las remesas familiares en Centroamérica? Para responder a esta interrogante, se describirá cuál ha sido su comportamiento en los últimos años y se comparará con los flujos de IED llegado a la región.

El peso y la importancia de las remesas familiares

En cuatro de los cinco países centroamericanos pocos indicadores macroeconómicos tienen una tendencia invariablemente creciente como el ingreso de remesas familiares. Durante el año 2020, en el que la actividad económica global tuvo una fuerte contracción, las remesas familiares fueron un enorme alivio para estos países, representando el equivalente al 24% del PIB en El Salvador y Honduras; el 14.6% en Guatemala y Nicaragua. En el caso de Costa Rica, la proporción fue muy baja y apenas alcanzó el 0.8% del PIB.

Por otra parte, los países de la región han desplegado vigorosos esfuerzos para atraer IED ofreciendo diversos estímulos al capital foráneo. A pesar de los beneficios ofrecidos y de las estrategias impulsa-das, las remesas familiares, sonrojan y superan por mucho las divisas provenientes de IED.

Durante el período que va del año 2009 hasta el 2020, en El Salvador las remesas familiares representaron casi 11 veces (en términos absolutos) los ingresos que llegaron al país como IED; durante el mismo período en Guatemala las remesas fueron seis veces mayores y; en Honduras cuatro veces más que la IED.

Fuente: elaboración propia a partir de información del Banco Central de Costa Rica (BCCR); Banco Central de Reserva de El Salvador (BCR); Banco de Guatemala (BANGUAT); Banco Central de Nicaragua (BCN); Banco Central de Honduras (BCH) y Consejo Monetario Centroamericano. Las referencias específicas se encuentran en la bibliografía.

Gráfico 3 Centroamérica: remesas familiares e Inversión Extranjera Directa acumulada 2009-2020 (en mles de millones de U$) 

Los datos acumulados muestran con claridad que las transferencias enviadas por las personas migran-tes tuvieron un comportamiento más vigoroso y sólido en los últimos doce años que el mostrado por la IED6. Nicaragua también se vio beneficiada de las remesas familiares, mismas que representaron du-rante este período el doble de las divisas que llegaron a ese país en concepto de IED. Costa Rica fue el único país de la región en el que la llegada de IED fue superior a las remesas familiares.

Hay al menos, dos aspectos que pueden pasar desapercibidos y que cumplen una función relevante en los países centroamericanos. En primer lugar, las remesas frecuentemente complementan o susti-tuyen el débil gasto público social. En segundo lugar, hay una contribución fiscal que realizan. Estos aspectos ayudarán a responder la interrogante planteada previamente acerca de cuáles son los apor-tes más importantes de las remesas familiares en Centroamérica.

Las remesas familiares como complemento del débil gasto social

En lo cotidiano, las remesas familiares son transferencias privadas que aumentan el ingreso disponible de los hogares receptores. Dada (2018), señala que estas son “transferencias de recursos de residentes en el exterior para subsidiar a sus familiares residentes en el territorio nacional” (2018, 337), este autor denomina a las remesas familiares como una “política social privada”. Con ello no se refiere a “privatizar la política social” asumiendo que, organizaciones privadas con financiamiento público, privado o mixto, sean las que provean los bienes y servicios que usualmente el Estado brinda. Sugiere que, las familias a través de las transferencias que reciben de miembros que trabajan en el exterior, resuelven la adquisición de lo que el Estado no ofrece o lo hace de manera insuficiente.

En lo concreto, los hogares que reciben remesas familiares las utilizan principalmente para cubrir gas-tos de consumo en alimentación, salud, educación, vivienda, pago de deudas o recreación. En menor proporción se destinan a ahorro o, en períodos en los que algún miembro de la familia queda desempleado en el país de origen, estos ingresos cumplen la función de ser una especie de seguro de des-empleo. A manera de referencia, de acuerdo con los datos disponibles en la región, la siguiente figura ilustra la distribución del uso de las remesas familiares que hacen los hogares.

Fuente: elaboración propia a partir de distintas fuentes.

Figura 1 Centroamérica. Usos de las remesas familiares (varios años) 

En cuatro de los cinco países centroamericanos de los cuales se contó con información, la proporción de las remesas familiares destinadas a gastos de consumo es elevada, dejando poco margen para el ahorro.

Por otra parte, debe tenerse presente que estas transferencias llegan a muchos hogares en la región. En El Salvador, el promedio de hogares receptores de remesas durante el año 2017 fue de 396,833 equivalente al 21.7% del total de hogares (BCR, 2019, 11); en Guatemala, se estimó que, para ese mismo año, había 1 667,699 personas receptoras directas de remesas, de las cuales el 58% eran mu-jeres (OIM 2017, 28), este mismo estudio proyectó que el total de personas beneficiaras por estas transferencias ascendía a 6.2 millones de personas (2017, 18).

Las remesas familiares disminuyen la tensión general sobre los servicios públicos brindados por los Estados, pues los hogares receptores, adquieren dichos servicios con las transferencias privadas que reciben. En ausencia de éstas, podría incrementarse el descontento social. En ese sentido, las reme-sas familiares contribuyen a reducir la presión sobre los Estados para que asuman plenamente sus responsabilidades en la provisión de servicios como educación, salud, vivienda e incluso crédito. Véase lo siguiente:

  • Si se observa la información de la Tabla 3 (Inversión pública en educación y salud como por-centaje del PIB), se puede advertir cómo las remesas familiares tienen un peso mayor que du-plica o triplica el que muestra dicha inversión pública con relación al PIB en cuatro de cinco países de la región.

  • En su momento el Informe Estado de la Región (2008), señaló que, en Centroamérica, en au-sencia de las remesas familiares, la proporción de hogares en condición de pobreza se incre-mentaría en 2.7 puntos porcentuales (2008, 66). En una investigación más focalizada, Gatica (2018) mostró que, en cuatro municipios (cantones) de Costa Rica, la pobreza se incrementaría en 1.7 puntos porcentuales en el grupo de hogares receptores si de pronto dejaran de recibir este ingreso.

Cabe recordar que las reformas de mercado implementadas en Centroamérica contribuyeron a dismi-nuir el tamaño y participación del Estado en la economía. Unido a ello, los débiles sistemas tributarios y los bajos ingresos que estos recaudan en la región (ICEFI 2021), así como los altos niveles de eva-sión, han contribuido a que los Estados y sus instituciones tengan poca capacidad de brindar bienes y servicios a sus habitantes, al tiempo que fortalecen los beneficios a las élites económicas y políticas (ICEFI 2019).

Finalmente hay dos aspectos a los que debe prestárseles atención y que requieren de próximos estu-dios. En primer lugar, la llegada de remesas familiares puede estar acentuando las diferencias y de-sigualdades socioeconómicas entre los hogares que reciben y los que no reciben estas transferencias en las comunidades de origen. En segundo lugar, las remesas familiares pueden contribuir a profundi-zar los estilos de desarrollo desigual a nivel local-territorial que están dando lugar a estas migraciones. Es decir, siguiendo el esquema de análisis de los procesos de globalización que favorecen la concen-tración y acumulación patrimonial, la llegada de estas transferencias puede ser un mecanismo que re-produzca pequeños nichos de acumulación replicando a una escala micro, lo que se observa a nivel global.

El aporte fiscal de las remesas

Un aporte que realizan las remesas familiares y que suele pasar inadvertido es el que se dirige a las finanzas públicas de los países de origen de las personas migrantes. Al convertirse en un ingreso de los hogares y consumirse, se incorpora al flujo de estas economías, distribuyéndose entre distintos actores económicos incluyendo el Estado, que se ve beneficiado por los ingresos fiscales provenientes del gasto o consumo de los hogares. Valga señalar que las personas trabajadoras migrantes también con-tribuyen fiscalmente a los países de destino (OCDE 2018, 181-204).

En la región hay pocos antecedentes y estudios sobre este tema (Lozano, Huesca y Valdivia 2010; NALAAC, CRIM, UNAM y FUNDE 2011). En un trabajo realizado en Costa Rica, Gatica (2017), resaltó el potencial aporte fiscal de los hogares que reciben remesas familiares en este país, entendiendo que este aporte corresponde a “a la sumatoria de los pagos de impuestos directos e indirectos llevado a cabo por este segmento de la población en un período determinado” (2017, 76).

Para realizar una aproximación al aporte fiscal de las remesas en la región, metodológicamente se siguió el enfoque de contabilidad estática que mide las contribuciones fiscales netas de la población in-migrante y nacional en un año determinado. Este método ha sido utilizado en Inglaterra por Dustmann y Frattini (2014) y, en un estudio comparativo en ocho países por la OCDE (2018), en ambos casos se ha señalado como desventaja de esta metodología las dificultades en el acceso a datos y a las contribuciones diferenciadas que pueden realizar las personas a lo largo de la vida. Entre las ventajas destaca el requerimiento de menor cantidad de supuestos y las facilidades analíticas. Para su utilización en este trabajo el método fue modificado de acuerdo con la disponibilidad de datos en Centroamérica.

Los procedimientos seguidos fueron los siguientes: en primer lugar, se estableció cuál es el comporta-miento del gasto de los hogares en los países de Centroamérica. Usualmente, esta información se obtiene de las encuestas de ingresos y gastos de cada país, no obstante, con la excepción de Costa Rica que posee una encuesta del año 2018, el resto de países no poseen encuestas actualizadas. En virtud de ello se recurrió a los Índices de Precios al Consumidor (IPC), en tanto proporcionan información del comportamiento de precios de una determinada canasta de bienes y servicios, así como de los patrones de consumo de los hogares en un territorio específico.

En segundo lugar, se buscó información de impuestos cuya trazabilidad sea posible establecer y de los cuales se cuente con información oficial comparable. Por estar asociado al consumo de los hogares, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) permite hacer estimaciones y cálculos. Una ventaja es que existe información en cuatro de los cinco países, por ello, se le seleccionó para este trabajo. Esta información se obtuvo de las cifras anuales de ingresos de las Secretarías o Ministerios de Hacienda de cada país. Para propósitos demostrativos, se calcula el aporte fiscal de las remesas familiares a partir del pago del IVA de los hogares receptores. Esto deja por fuera los pagos de otros impuestos que realizan estos hogares.

En tercer lugar, se identificó para cada país la alícuota del IVA correspondiente y la proporción del gas-to corriente de los hogares gravable con ese impuesto7. Se asume que los hogares receptores y no receptores de remesas familiares tienen gastos corrientes similares.

En cuarto lugar, se estableció para cada país, de acuerdo con los datos existentes, la proporción de las remesas familiares destinada a gastos corrientes que realizan los hogares y, dentro de estos gastos, aquellos que son gravables con dicho impuesto. Esto permite ajustar el cálculo para establecer cuánto del total de ingresos por remesas que obtienen estos hogares se destina al consumo sujeto al pago de este impuesto en cada país. Esta información permite finalmente identificar el aporte de estos hogares a la recaudación fiscal vía pago de IVA. No se encontró información para el caso de Nicaragua por lo cual, no se incluyó en los cálculos respectivos.

Es importante señalar dos limitantes que influyen en calcular de manera precisa todo el aporte fiscal que pueden tener las remesas familiares. La primera tiene que ver con que en la región hay un amplio sector de la economía informal que se encuentra en la informalidad fiscal y por tanto no cobra el IVA8. La segunda es la dificultad de contar con información de otro tipo de impuestos que pagan los hogares receptores, por ejemplo, impuesto de bienes inmuebles (con la excepción de El Salvador donde este impuesto no existe); impuestos a los combustibles; impuesto a la renta o contribuciones a la seguridad social. Estas limitaciones deben tenerse presente para reconocer que los cálculos que se presentan a continuación son solo una parte y, en todo caso con carácter demostrativo. En ese sentido, el principal aporte de este ejercicio es mostrar otras contribuciones económicas que hacen estas transferencias a las economías de los países de Centroamérica, más allá del aporte del ingreso a los hogares y la re-ducción de la pobreza. Debido a la disponibilidad de datos, se presentan las cifras recabadas para el año 2019.

Tabla 4 Centroamérica: potencial aporte fiscal de las remesas familiares a través del Impuesto al Valor Agregado (IVA), en millones de U$ (2019) 

Costa Rica El Salvador Guatemala Honduras
Ingresos tributarios por IVA $2 783,90 $2 215,1 $3 911,1 $1 737,90
Remesas totales en U$ $518,7 5 649,1 $10 508,3 $5 384,5
Tipo de cambio de las cuentas nacionales¹ 587,3 7,7 24,68
% de consumo de los hogares en gasto corriente 56,4 52,6 50,7 42,2
% de las remesas familiares utilizada por los hogares en gasto corriente 87,0 95,7 92,8 96,9
Consumo de los hogares receptores en términos absolutos $292,5 $2 971,4 $5 327,7 $2 272,3
Consumo de hogares receptores de remesas destinado a gasto corriente $254,5 $2 843,7 $4 944,1 $2 201,8
Porcentaje de IVA en cada país 13,0 13,0 12,0 15,0
Potencial aporte a los ingresos fiscales por IVA en términos absolutos $33,1 $369,7 $593,3 $330,3
Aporte potencial de las remesas familiares a la recaudación total del IVA en % 1,19 16,7 15,2 19,0

Fuente: elaboración propia a partir de datos de las siguientes fuentes: Costa Rica Ministerio de Hacienda; El Salvador: Ministerio de Hacienda; Guatemala: Ministerio de Finanzas Públicas; Honduras: Secretaría de Finanzas.

De acuerdo con las estimaciones realizadas en este artículo y desplegadas en la tabla anterior, durante el año 2019, el aporte fiscal estimado de las remesas familiares a través del pago del IVA para los cuatro países fue de $1 326,6 millones. En Guatemala, El Salvador y Honduras este aporte es mayor, lo que coincide con la mayor recepción de estas transferencias.

Frecuentemente, el aporte fiscal que realizan las remesas es poco o nada visibilizado por las autoridades de los países de la región. Rara vez es mencionado en los discursos oficiales, a pesar de la contribución que representan a las finanzas de cada país. ¿Cuánto pueden aportar estos ingresos fiscales a los presupuestos nacionales o más específicamente al gasto público social?

Durante el año 2019, los presupuestos totales del área de salud fueron los siguientes9: El Salvador, $ 662.1 millones, con el aporte fiscal del IVA de las remesas pudo cubrirse el equivalente al 56% de dicho presupuesto; en Guatemala, $ 1,026 millones, con el aporte fiscal pudo cubrirse el 58% de ese presupuesto y, en Honduras el presupuesto del área de salud fue de $ 597.3 millones, de las que, con el IVA de las remesas familiares pudo cubrirse el equivalente al 55%.

Por otra parte, a pesar de los esfuerzos de estos países y de las exoneraciones fiscales que brindan a la IED para que lleguen a Centroamérica, las remesas y el aporte que estas hacen a través de los impuestos que pagan los hogares, son mucho más estables que aquella inversión que llega a la región.

El pago aproximado del IVA proveniente de remesas familiares durante el año 2019 fue el equivalente al 85% de la IED que llegó a El Salvador; el 59% de la que llegó a Guatemala y el 66% de la que llegó a Honduras.

Paradójicamente, las personas que tuvieron que emigrar por la ineficacia o inexistencia de mecanismos de integración social que favorecieran el sentido de pertenencia, están contribuyendo proporcionalmente más, a brindar estabilidad social, que muchos otros actores en la mayoría de países de Centroamérica.

Conclusiones

En la actualidad, una de las formas de inserción de Centroamérica a la globalización se lleva a cabo a través de la provisión de mano de obra que, ante la falta de empleo y de condiciones de vida digna en la región se ve forzada a migrar, principalmente a los Estados Unidos en donde participa de actividades económicas mal remuneradas y poco valoradas, aunque sean esenciales como lo mostró la pandemia de la Covid-19. Esta inserción por medio del trabajo migrante pasa a formar parte de las cadenas de valor transnacionales contribuyendo a la creación y acumulación de riqueza en los centros globales.

El trabajo de las personas migrantes -que han salido de manera forzada y ha llegado por sus propios medios a los Estados Unidos- permite a este país contar con nuevas fuentes de mano de obra a los que frecuentemente asumen como “trabajadores desechables” para usar la expresión de Harvey. Esta mano de obra genera riqueza aún en contextos de crisis globales, recuérdese cómo, en el contexto de la pandemia de la Covid-19, la industria alimentaria global, en particular la que se ubica en los Esta-dos Unidos, siguió funcionando sin parar y no se puso en riesgo la cadena de suministros de productos agrícolas para ese país. A la base, ha estado todo el tiempo el trabajo de miles de trabajadores agrícolas inmigrantes indocumentados, muchos de ellos, centroamericanos. Una situación similar ocurrió en Costa Rica en las grandes fincas agroexportadoras de banano, piña y naranja que, durante la pandemia, no dejaron de trabajar en ningún momento y en la que mayoritariamente participan personas trabajadoras migrantes nicaragüenses.

Si bien las migraciones desde Centroamérica tienen diversas causas que se traslapan y se refuerzan (la pobreza, la falta de empleo decente, la inseguridad alimentaria, la violencia territorializada o desastres naturales derivados de acciones antropogénicas), en la actualidad los factores socioeconómicos parecen tener un peso preponderante en la migración. Reconocer la centralidad de estos factores es el primer paso para abordar de manera integral el tema migratorio: las políticas migratorias deben de ser, ante todo, políticas sociales. Esto sin dejar de considerar las políticas económicas en sentido amplio: para generar empleos decentes en el corto plazo y un desarrollo inclusivo y ecológico en el mediano y largo plazo. El segundo paso es universalizar y fortalecer las políticas sociales en cada país: esta es una ruta que puede contribuir a crear y fortalecer el sentido de pertenencia social para que las personas no tengan que dejar de manera forzada sus países. Estas son acciones que pueden ser impulsadas y ejecutadas por los gobiernos de la región. No obstante, también se necesita que al interior de cada país centroamericano se pregunte y resuelva acerca de si, exportar personas es la mejor estrategia a seguir en el contexto de los procesos de globalización y acumulación capitalista.

Las migraciones desde la región son una consecuencia de los problemas a los que los Estados han contribuido a través de las decisiones de política económica que han tomado o, de las acciones que han dejado de realizar. No obstante, han sido las migraciones, a través de las remesas familiares las que han contribuido a sostener las economías de la región y a disminuir la presión social, con la excepción de Costa Rica.

Ante la pregunta acerca de cuáles son los aportes más importantes de estas transferencias privadas a Centroamérica, la respuesta ha acudido a recuperar los datos que muestran la relación remesas/PIB; remesas/IED y; aporte fiscal que realizan, aspecto poco resaltado en las narrativas oficiales. Asimismo, en la respuesta se ha destacado que los ingresos por remesas familiares, además del aporte fiscal, se convierten en una alternativa al frágil gasto público social de la mayoría de los países de la región. Los datos incluidos en este trabajo muestran que las remesas familiares tienen un peso que du-plica o triplica, lo que la mayoría de países centroamericanos destinan al gasto social como porcentaje del PIB.

En las últimas décadas, las reformas de mercado impulsadas en Centroamérica desmantelaron la poca institucionalidad con la que se contaba para brindar bienes y servicios a los habitantes, las remesas familiares parecen estar sustituyendo la ausencia de institucionalidad social.

Lo anterior debe motivar un fuerte llamado de atención hacia las autoridades de cada país: las res-puestas a la migración no pueden seguir siendo apéndices de las políticas exteriores nacionales. La atención al tema migratorio requiere los mayores esfuerzos y los recursos humanos más calificados para atender y resolver, en primer lugar, los factores que siguen causando la migración forzada; en segundo lugar, para dar acompañamiento, protección y alternativas a quienes están en tránsito o en los países de destino. No es posible, que los técnicos mejor preparados y los recursos prioritariamente se sigan dirigiendo a conformar equipos para promover más comercio y buscar mayor IED: los resulta-dos son desteñidos a la par de las cifras sobre remesas familiares. Se necesita que el mismo empeño, esfuerzos y recursos se dirija a alcanzar mejores condiciones de vida en los países de origen y, dado que hay una importante cantidad de connacionales en el extranjero, que se les brinde la mejor atención posible.

Evidenciar el aporte fiscal de las remesas no es un ejercicio que esté dirigido a promover que las personas migrantes sigan enviando remesas. El mostrar estos datos, apunta a visibilizar lo que frecuentemente a las autoridades se les olvida decir: el aporte de las personas ausentes contribuye de manera silenciosa pero decisiva a la estabilidad socio económica en buena parte de la región.

Finalmente, un aspecto que debe analizarse e interpretarse a futuro es por qué la migración -a pesar de la relevancia que tiene para la región en su conjunto- despierta poco interés en las clases políticas y en la élite económica centroamericana para quien la migración solo parece ser relevante en tanto incrementa la demanda interna a partir de la llegada de remesas familiares.

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Notas

1. United States Census Bureau. American Community Survey (ACS), https://data.census.gov/mdat/#/search?ds=ACSPUMS1Y2019&rv=HISP&wt=PWGTP

2. Deutsche Welle. ONU: 1146 inmigrantes muertos este año en ruta a Europa. 15 de julio 2021, https://www.dw.com/es/onu-1146-inmigrantes-muertos-este-a%C3%B1o-en-ruta-hacia-europa/a-58283624

3. The San Diego Union Tribune. Se desbordan en 2021 las muertes de indocumentados en la frontera con México. 26 de julio 2021, https://www.sandiegouniontribune.com/en-espanol/noticias/inmigracion/articulo/2021-07-26/se-desbordan-en-2021-las-muertes-de-indocumentados-en-la-frontera-con-mexico

4. Los datos de población fueron obtenidos de los Institutos Nacionales de Estadísticas de cada país. En la bibliografía se pueden consultar las fuentes específicas de cada país.

5. Se utilizan los datos de pobreza por insuficiencia de ingresos por la disponibilidad de datos existentes.

Notas

6. A pesar del volumen que representan las remesas para estos países, no hay evidencia que estén dando lugar a la conocida enfermedad holandesa con una apreciación de las monedas locales en Guatemala u Honduras y que ello debilite la competitividad de las exportaciones nacionales. Esto no aplica para El Salvador dado que su moneda es el dólar.

7. Se entiende por gasto corriente aquel que es destinado por los hogares para la adquisición de bienes y servicios para cubrir necesidades y gustos. Según la información disponible sobre el uso que hacen los hogares de las remesas familiares, se excluyó de estos gastos los siguientes rubros: alimentación y bebidas no alcohólicas, gastos médicos, gastos en educación, ahorro y capitalización a empresas. Lo anterior, permite no sobre estimar el aporte fiscal de las remesas familiares. Se asume un gasto promedio de los hogares, teniendo presente que los quintiles de ingreso más bajo destinan una proporción más alta de sus ingresos a gasto corriente.

8. Esto podría corregirse con elaborar un “ajuste” para incorporar una tasa de informalidad fiscal, no obstante, la imposibilidad de contar con datos en cada país impide avanzar en esta dirección. Por tanto, en este artículo se presenta una estimación potencial que tendría que ser ajustada por el consumo que realizan los hogares en establecimientos informales.

9. La información oficial sobre las fuentes de las cuales fueron tomados los presupuestos del año 2019 se encuentra en la bibliografía de este artículo.

Recibido: 17 de Octubre de 2021; : 01 de Abril de 2022; Aprobado: 22 de Abril de 2022

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