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InterSedes

On-line version ISSN 2215-2458Print version ISSN 2215-2458

InterSedes vol.14 n.28 San José May./Aug. 2013

 

Juventudes, identidades campesinas y rupturas con la ruralidad tradicional en tres cantones de Occidente, Costa Rica

Youth, peasant indentities and breaks with traditional rurality in three counties in the West, Costa Rica

Hannia Franceschi Barraza1*, María Fernanda Chaves Zúñiga2*

*Dirección para correspondencia:

Resumen

Se presentan resultados parciales de una investigación sobre las ocupaciones laborales de las personas jóvenes en zonas rurales, en contraste con sus aspiraciones de vida en el contexto actual de tres cantones de la subregión occidental del Valle Central de Costa Rica. Una de los hallazgos da cuenta de rupturas con tradiciones ocupacionales de las generaciones predecesoras, pues algunos jóvenes ya no se dedican a la agricultura familiar y desempeñan ocupaciones en industrias y servicios en el campo o en ciudades circunvecinas. Los jóvenes que permanecen en el campo combinan la agricultura con servicios, empleo agroindustrial, estudios técnicos y secundarios; a diferencia de las mujeres jóvenes, quienes se dedican al trabajo doméstico junto a la realización de estudios académicos. Esas particularidades regionales en el entorno de apertura comercial y políticas públicas que desestimulan la agricultura nacional de granos básicos, cuestionan las identidades campesinas y la ruralidad en tiempos contemporáneos.

Palabras claves: juventud rural, identidades campesinas, ocupaciones laborales, aspiraciones juveniles,  San Ramón, Zarcero, Naranjo, Costa Rica.

Summary

This is a presentation of the partial results of research into the occupations of young people in rural areas, in contrast to their life aspirations, in the present context of three western cantons in the Costa Rican Central Valley. One of the findings reflects a break with traditional occupations of previous generations, as some young people no longer engage in family farming, and work in rural industries and services or in nearby cities. Youth who remain in the field of agriculture combine farming with work in the service industry, agro-industrial employment, technical and secondary studies; by contrast, young women engage in domestic work alongside academic studies. These regional particularities, in an environment of trade liberalization and public policies that discourage domestic agriculture of basic crops, question rural identities and rurality in contemporary times.

Keywords: rural youth, rural identities, occupations, youthful aspirations, San Ramón, Zarcero, Naranjo, Costa Rica.

Introducción

Se analizan las particularidades de las personas jóvenes dentro de la nueva ruralidad, específicamente  las  ocupaciones laborales y  aspiraciones profesionales, con base en resultados parciales de una investigación3 desarrollada en distritos rurales de tres cantones (Zarcero, San Ramón y Naranjo).de la Subregión Occidental del Valle Central de Costa Rica. Los hallazgos obtenidos problematizan  las relaciones entre las  identidades campesinas,  las  juventudes rurales y la ruralidad en un contexto neoliberal, donde las políticas públicas rigen el sector agrícola y los derechos de las personas jóvenes desde los años noventa. En ese sentido, se abren cuestionamientos sobre posibles escenarios que podrían  gestarse en la realidad sociocultural y política objeto de estudio.

La investigación base de este artículo  contó con las siguientes fuentes de información: 28  entrevistas semi estructuradas a jóvenes de procedencia rural, de los cantones en estudio, quienes accedieron voluntariamente a ser entrevistados. Sus edades oscilan entre 18 y 30 años (período etario definido por la Ley de la Persona Joven en Costa Rica)  y la gran  mayoría  son trabajadores que combinan trabajo en agricultura familiar, trabajo asalariado y trabajo doméstico. Las entrevistas se triangularon con información procedente de fuentes documentales y  observaciones no participantes,  por parte de las investigadoras.

Una discusión contemporánea es hasta qué punto se puede seguir hablando de  ruralidad, en tiempos de globalización económica  y si en ese contexto pueden reconocerse sujetos sociales ligados a las tradiciones agrícolas e identitarias del campesinado. Para contribuir a esas reflexiones, en este artículo se pretende responder a las siguientes preguntas generadoras: ¿Cómo repercuten en las ocupaciones laborales y aspiraciones de estudio y trabajo los cambios recientes en la ruralidad centroamericana y costarricense? ¿Qué posibilidades tienen las juventudes de Occidente de alcanzar sus aspiraciones en el contexto actual de la ruralidad y las políticas públicas de juventud?

Rupturas en las tradiciones agrícolas de la pequeña producción agrícola en Centroamérica y Costa Rica

El mundo rural y del campesinado, específicamente en sujetos sociales como las mujeres y la juventud (grupo etario de interés en este artículo) ha tenido cambios significativos, por la repercusión de las reformas del Estado y de políticas públicas derivadas de los programas de ajuste estructural (PAE’s) impulsadas de manera sistemática desde los años noventa y aún vigentes a inicios del tercer milenio.

A partir de dichas políticas públicas, en el ámbito económico se impulsó el incremento del comercio exterior, con un sesgo hacia la producción de bienes exportables, la eliminación paulatina de las prácticas proteccionistas, así como la reducción del peso relativo del sector público y la subordinación de las políticas sectoriales a los equilibrios macroeconómicos (Schejtman, 1999). Las políticas estatales se orientaron a una especialización productiva, en aquellas ramas de actividad en las que el país fuera más eficiente, según las prioridades de la agroexportación. En consecuencia, se desestimuló la producción de granos como el arroz, maíz y frijoles, argumentando que se importaban a más bajo costo, sin considerar la importancia de la soberanía alimentaria de los habitantes nacionales.

La política agrícola dejó de ser un eje diferenciado y se integró a la política macro económica, que incentivó la exportación de productos tropicales con demanda en los mercados internacionales. Las prioridades estuvieron asociadas a las ventajas comparativas y se materializaron en acciones como el pago por servicios ambientales (protección de bosques y mantos acuíferos) valorando el agua como patrimonio natural mundial y fuente de negocios; además se fomentó  la promoción de proyectos turísticos que aprovechan la naturaleza y el clima tropical (Fernández, 2004).

También en la década de los noventa, como consecuencia de las políticas de apertura comercial, entraron al mercado nacional productos perecederos como la cebolla y la papa, que tradicionalmente habían sido abastecidos por pequeños productores nacionales (Fernández, 2004). La producción de vegetales frescos es un rubro que empezó a tener la competencia de la importación de productos extranjeros, pero a la vez creció su exportación a los mercados de la región centroamericana. El Estado, en concordancia con las instituciones  internacionales, asumió un nuevo papel en el agro, ya que impulsó  estrategias de organización de los productores alrededor de los servicios, con la pretensión de  incentivarlos en su capacidad como empresarios.  En ese contexto se expresaron una serie de cambios en el sector rural, los cuales amerita mencionar, para determinar su incidencia en los procesos de la nueva ruralidad y de las agriculturas familiares campesinas:

Fue evidente un debilitamiento de la economía campesina de autosuficiencia y más bien se dio un fortalecimiento de los mercados laborales agroindustriales, que absorben principalmente fuerza de trabajo femenina y juvenil.
El significado de lo rural se ensancha, al  trascender lo agrícola  y  la producción primaria para abarcar lo forestal, lo ambiental y la oferta de servicios turísticos, asentados territorialmente fuera del ámbito urbana (Pérez, 2001).  
Se incrementaron los movimientos migratorios hacia los centros metropolitanos y a los distritos urbanos de las provincias rurales, que concentran la oferta laboral y de servicios públicos del país.
En las reivindicaciones de los sectores campesinos organizados, se amplía la perspectiva al demandar servicios básicos y espacios de participación en la definición de las políticas públicas.
Se colocó en la agenda política el ambiente y la preocupación por la calidad de la alimentación, lo que manifiesta la corriente internacional en boga de propiciar armonía entre desarrollo y conservación de los recursos naturales. Este clima favorece la aprobación de la Ley 7554 Orgánica del Ambiente en 1995, que faculta al Estado para que promueva la agricultura orgánica, las áreas protegidas  y el agua como bien de dominio público, entre otros aspectos (Proyecto Estado de la Nación,1997,219).
Se emite una legislación novedosa hacia las mujeres (Ley de Promoción de Igualdad Real de la Mujer) en 1990, que propicia su inserción laboral en los sectores productivos, movimiento que a la vez propicia su identificación como sujetos independientes en los hogares rurales y urbanos.
Los y las jóvenes empiezan a ser visibilizados en las políticas públicas de manera más sistemática después del año 2000.En el marco de políticas internacionales de reconocimiento de la niñez y adolescencia, se promulga la Ley General de la Persona Joven, No. 8261, en el 2002, la cual concibe en su artículo tres  a las personas jóvenes   como aquellas que se encuentran entre los 12 y los 35 años de edad, se les reconoce como sujetos de derechos -con características particulares y heterogéneas- y como actores sociales, culturales, políticos y económicos “de importancia estratégica para el desarrollo nacional” (Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica, 2002)4.

Con ese referente, se crea el Programa Nacional de Juventudes Rurales (PRONAJUR)5, que plantea una política pública inclusiva para la juventud rural en Costa Rica. Fue establecido en octubre del año 2006, como ente adscrito a la Dirección de Programas Nacionales. Esta instancia opera bajo la Dirección Superior de Operaciones Regionales y Extensión del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) de Costa Rica.  El objetivo general del PRONAJUR es “integrar a las  instituciones públicas, varias ONG, agencias de cooperación internacional y al sector privado, para coordinar planes de acción concatenados que respondan a la demanda específica de servicios para la juventud rural organizada” (Ministerio de Agricultura y Ganadería, sf).

Ruralidad, juventudes y campesinado

Se desprende que con las políticas de ajuste estructural se incentiva un proceso paradójico, puesto que por un lado se reconoce la participación de jóvenes y mujeres como fuerza de trabajo con potencialidad para insertarse en los procesos económicos de agroexportación, en calidad de asalariados o como pequeños productores organizados, incorporados en las agro-cadenas productivas con los grandes productores y exportadores; por otro lado, se abren oportunidades de participación social a las mujeres y jóvenes, concebidos como sujetos independientes de la agricultura campesina, según la  legislación y nuevos programas y proyectos.

Estamos ante una  ruralidad de nuevo tipo, que a pesar de los distintos matices o enfoques (Kay, 2009), coincide en la reorientación hacia la pluriactividad, el procesamiento agroindustrial, el fomento de innovaciones tecnológicas, el desarrollo de asociaciones y cadenas productivas  agroindustriales. Busca integrar a los pequeños agricultores con el mercado mundial e incorporar a los minifundistas en las asociaciones agroindustriales, para favorecer su transformación productiva y competitividad. Implica políticas como la descentralización, el desarrollo local, la participación social, el empoderamiento de las  mujeres, el empleo  para los jóvenes, la agricultura orgánica, el desarrollo sustentable.

No obstante hay otra tendencia que emerge desde la sociedad civil, cual es la “nueva ruralidad comunitaria”, que  parte de la centralidad del papel de los campesinos en la construcción de alternativas para enfrentar la pobreza y la degradación ecológica provocada por la globalización neoliberal, desde los principios fundamentales de la autonomía, autosuficiencia y diversificación productiva (Barkin, 2001, citado por Kay, 2009, 626).

El primero de los enfoques mencionados, con sus matices,  podría denominarse “nuevas ruralidades institucionales”, en contraste con la “nueva ruralidad comunitaria”, porque este último  privilegia la descentralización y concibe la gestión del desarrollo “desde abajo”6. La nueva ruralidad comunitaria podría ser congruente con el impulso a la concepción de juventudes rurales, como actores fundamentales en la reconfiguración de las identidades campesinas en tiempos de globalización.

La  nueva ruralidad  en general podría estar abriendo paso para comprender las implicaciones de la discusión sobre las juventudes campesinas, tomando en cuenta que la participación de la juventud se ha venido visibilizando en los estudios rurales en América Latina desde los años 90, con la emergencia de nuevas perspectivas analíticas sobre la ruralidad y el descubrimiento de nuevos sujetos sociales.

Hay relativo consenso entre los estudiosos de las juventudes rurales7, en cuanto a que actualmente es limitado el análisis de la economía campesina como unidad de producción y consumo, protagonizada por el jefe masculino de la parcela y del hogar. Los abordajes empíricos empezaron a enfocar  la participación fundamental de otros sujetos en el hogar campesino, como son las personas jóvenes y las mujeres, que si bien forman parte de esas economías familiares, tienen un papel particular, que se manifiesta en iniciativas para sobrevivir y mantenerse en el campo, en un contexto socioeconómico y político neoliberal, adverso a la agricultura campesina familiar tradicional.

Los y las jóvenes aspiran a ser reconocidos independientemente, lo que no siempre implica retirarse de sus núcleos familiares de origen. En otros casos, se dan rupturas y en consecuencia los y las jóvenes emprenden proyectos autónomos, por lo que los lazos económicos con su núcleo familiar se debilitan o desaparecen.

Algunos aportes al respecto surgieron durante un estudio previo de la investigadora con organizaciones de la pequeña producción campesina en la sub región occidental del Valle Central de Costa Rica (Franceschi, 2006). Las personas adultas que participaron del estudio coincidían en que los y las jóvenes no querían seguir trabajando en la parcela agrícola familiar, mas no se preguntaban acerca del por qué de tal hecho. Tampoco hubo cuestionamiento de la población adulta sobre qué pensaban los y las jóvenes, hijos e hijas de agricultores, acerca de su participación en la actividad productiva de sus progenitores y si sus proyectos de futuro estaban vinculado a la misma y en qué forma.

En síntesis, estamos ante cambios sustanciales en la tradición de la reproducción familiar de la parcela campesina, pues como unidad de producción y consumo, en tiempos neoliberales, pareciera haberse agotado su capacidad reproductiva. Esta ya no alcanza para distribuir ingresos para cada uno de sus miembros, en una época en que los y las jóvenes, en un mundo altamente mercantilizado, aspiran a obtener sus propios ingresos, mediante un salario o un negocio propio.

Asumiendo esta perspectiva, nos conduce a  otra reflexión sobre el campesinado y  la ruralidad.  Desde los años setenta se han gestado debates sobre la sobrevivencia o no de los campesinos, a partir de conclusiones distintas en referencia a las lecturas del contexto de crisis en el agro latinoamericano. Se discute si aún tienen vigencia algunos rasgos de las relaciones de producción de la economía campesina, como los que se resumen a continuación:

Organización del proceso productivo en forma relativamente autónoma y relativo control sobre sus  medios de producción.
La familia participa en los procesos de producción y consumo.
La reproducción familiar se da en condiciones de subconsumo y a veces de autoexplotación, por lo que las familias campesinas tienen escasa o nula posibilidad de acumular excedentes. (Franceschi, 2008).

Sin embargo, hay distinciones en la concepción del campesino, por la diferenciación derivada de la condición de la tenencia de la tierra (seguridad jurídica), el tamaño de la unidad productiva, así como en el grado de complejidad del proceso productivo (división del trabajo y apoyo tecnológico) (Franceschi, 2008). Asimismo conviene referirse a cómo entender los vínculos campesinado-ruralidad. La pregunta planteada es si el campesinado y sus prácticas socioculturales contribuyen a la construcción identitaria del mundo rural contemporáneo. Bengoa contribuye al debate con esta proposición:

…la cuestión rural sigue siendo importante, y lo será crecientemente, pero ahora no quizá como sistema de producción o como sociedad diferenciada, sino como fuente y fuerza simbólica e identitaria para las sociedades que se encaminan a un proceso de globalización acelerado, anclándolas en sus profundidades culturales.
Probablemente será una referencia a relaciones de convivencia, sistemas de pertenencia, sustrato de relaciones primarias, quizá las únicas proveedoras de sentido frente a la acción colectiva globalizada. (Bengoa, 2003, 38).

Las investigadoras consideran  que actualmente, es válido seguir hablando de campesinado y  ruralidades en las ciencias sociales, puesto que las realidades particulares de nuestros países latinoamericanos dan cuenta de sujetos sociales que se transmutan y resisten desde sus tradiciones acorde a los contextos, sin omitir las influencias del mundo contemporáneo.

El sometimiento de los sujetos sociales del mundo rural a políticas públicas neoliberales  no ha logrado mutilarles como colectivo, pues  la resistencia y las transformaciones en el sector agrícola (aún con sus dilemas), les ha permitido  sobrevivir y trasmitir algunos componentes de  la cultura campesina a las generaciones más jóvenes.

Una interrogante  que surge es si los y las jóvenes de nuestras comunidades rurales se identifican con la ruralidad y el campesinado, cómo se manifiesta en sus ocupaciones laborales, en sus aspiraciones ocupacionales y de estudio. A partir de un estudio en tres cantones de la región occidental del Valle Central, se pretende responder a dicho cuestionamiento.

Juventudes rurales en tres cantones de la región de Occidente: ¿continuidad o rupturas en las tradiciones agropecuarias y aspiraciones ocupacionales?

Las transformaciones macroestructurales esbozadas en el primer apartado dan pauta para reconocer que el proceso de  globalización neoliberal, junto a  las reducciones del aparato estatal,  ha generado cambios en los modos de vida y aspiraciones ocupacionales de las personas jóvenes en la región de estudio; ejemplo de ello: acceso al empleos en el sector agroindustrial, formación profesional en ámbitos ajenos a la agricultura, así como la migración hacia los centros urbanos de los jóvenes y sus familias,  en busca de empleos como alternativa para la reproducción  familiar8. Así,  la población joven campesina se enfrenta ante un entorno de desatención de políticas en materia de agricultura familiar orientada al autoconsumo y mercados locales-regionales, que los excluyen de condiciones de vida satisfactorias-equitativas.

De acuerdo con  Kauskopf (2003), las juventudes  son sujetos expuestos a una realidad  con profundas raíces patriarcales y adultocentristas, en correspondencia a la postura sociocultural y económica de la globalización. Este contexto de desestimulo de la economía campesina  tradicional   presenta  nuevos retos,  tanto a la familia de origen, como a las personas jóvenes.

La investigación en los cantones de Zarcero, Naranjo y San Ramón, confirman que lo rural - en tanto producción y consumo desde la unidad campesina familiar de la cual procede la mayoría de los jóvenes entrevistados- ha sido transformada como resultado de dos procesos: por un lado la influencia de políticas estatales que atienden a las demandas del mercado nacional e internacional; por otro, los cambios en las identidades socioculturales campesinas tradicionales, que ponen en cuestión que toda la familia participe de los procesos de producción y consumo y que la reproducción familiar se dé condiciones de subconsumo y a veces de autoexplotación, con pocas o nulas posibilidad de acumular excedentes (Franceschi, 2008).  Este contexto de cambio y contradicciones socio culturales  en la subregión occidental del Valle Central de Costa Rica evidencia diferencias en las ocupaciones  actuales de las y los jóvenes en los tres cantones en estudio.

En el cantón de Zarcero se destaca: 1. Jóvenes que continúan las labores agrícolas de producción-consumo al igual que la familia de origen, 2. Jóvenes que abandonan el trabajo familiar en agricultura y lechería, para dedicarse al trabajo asalariado en  empresas de floricultura  o empresas de producción de lácteos y 3. Jóvenes que trabajan en floricultura junto a su familia, pero deben acceder a trabajos como jornaleros para aportar  ingresos al hogar.

En el caso de las  jóvenes mujeres entrevistadas originarias   del cantón de Zarcero,  se identifica que  proceden de familias vinculadas a la agricultura y ganadería y en dos de siete casos a negocios propios y costura artesanal;  las mujeres jóvenes indican realizar  trabajo doméstico, combinando esta actividad con estudios secundarios y técnicos9 y en un caso particular con costura artesanal,  al igual que en su familia de origen.  

En el caso de Naranjo se da: 1.La complementariedad del trabajo agrícola asalariado, el trabajo doméstico y la siembra de culantro, frijoles y maíz en  pequeña escala, combinado con el trabajo en caficultura de la persona joven en el caso de tres hombres y una mujer. 2. Personas jóvenes que tras la separación del núcleo familiar trabajan como jornaleros en fincas cafetaleras, 3. Un joven que procede de una familia dedicada a la agricultura debe acceder a laborar como artesano en empresas productoras de  souvernirs. 4. Llama la atención la migración rural-rural de un  joven de diecinueve años, cuya familia de origen se dedica al trabajo en piñeras y oficios domésticos en la  zona norte; el joven se traslada a Naranjo y trabaja  como peón agrícola; sin embargo cuenta con la  ventaja de poder  acceder a educación secundaria nocturna  en este  cantón de la región occidental del Valle Central.

En el caso de San Ramón,  específicamente en el distrito de San Rafael, caserío de Pata de Gallo,  se encuentra que: 1.Los y las jóvenes procedentes de  familias de origen campesino se dedican en algunos casos al trabajo agrícola en pequeñas fincas cafetaleras propias, ese tarea combinada por los jóvenes varones con el trabajo de jornalero en café, como artesanos de muebles (ebanistería) o en servicios (chofer); 2. Las mujeres jóvenes se dedican a trabajo doméstico; así todos los jóvenes, independientemente de si son hombres o mujeres aportan a la economía del hogar campesino mediante el trabajo asalariado o en el trabajo familiar doméstico; 3. Cuando los jóvenes y sus familias no poseen capital familiar el trabajo como jornaleros es característico o el acceso al trabajo asalariado en el sector servicios, en los distritos urbanos de los cantones, como  única forma de atender las  necesidades económicas del hogar campesino. La ventaja en esos casos es que se facilita el acceso al estudio de los jóvenes, en educación secundaria y universitaria, dándose una migración temporal hacia las urbes. 4. En los casos en que existe capital familiar funciona la unidad producción-consumo, de manera tal que padres, madres e hijos jóvenes diversifican las actividades, por ejemplo en  café, cría de cerdos y ganado para engorde y leche.

En síntesis,  se identifica mayoritariamente la continuidad en el trabajo agrícola en el caso de los hombres jóvenes, esto con  variantes como  trabajo por cuenta propia (cuando existe capital familiar), como empleados (jornalero o peón agrícola, en agroindustria, en artesanía, en ebanisterías), o la combinación del trabajo en la unidad familiar con el trabajo asalariado. Cabe señalar que solamente en la zona de Zarcero se visibiliza como posibilidad para complementar la labor agrícola el turismo rural, según lo  manifestaron los y las  jóvenes en los espacios de encuentro con JOVEMZA10. De este modo se visibiliza que son pocos los casos en los cuales la producción-consumo es una posibilidad para estos jóvenes, pero sí es característico la permanencia  del trabajo de agricultura para el autoconsumo familiar y el esfuerzo de estos jóvenes en combinar sus labores agrícolas remuneradas con los estudios secundarios y técnicos.

Las diez mujeres entrevistadas se dedican a estudios secundarios, técnicos o universitarios, lo cual combinan con trabajo doméstico no remunerado;  además es característico los casos de mujeres que laboran en costura artesanal, trabajo técnico  profesional (técnica dental) y solamente en un caso de los diez se da el trabajo de  siembra de huertas en el hogar. El estudio  permite inferir la continuidad de los jóvenes en la esfera de lo rural y agrícola pero desde la nueva ruralidad, es decir como trabajadores agrícolas en caficultura, horticultura o en empresas privadas (servicios, agro-industrial, ebanistería o artesanía), como forma alternativa de acceder a condiciones económicas que satisfagan sus necesidades y las de sus familias de origen o sus nuevos hogares.  En el caso de las mujeres esta vinculación con la agricultura no es tan marcada, puesto que  han expandido sus ocupaciones hacia la formación profesional-técnica, separadas de las  labores agrícolas de la familia de origen.  En el caso de las mujeres, el acceso a formación profesional marca un cambio en las percepciones familiares e individuales de los hogares campesinos de procedencia, sobre  las condiciones de vida que se desean a futuro. Lo  anterior se ha favorecido con las luchas sociales hacia  la igualdad social entre hombres y mujeres, que ha dado como resultado nuevas  legislaciones  y las  políticas públicas, las cuales  propician la participación económica y social de las mujeres, o sea, como sujetas protagonistas.

No escapa a esta realidad la preocupación por la conservación del medio ambiente con miras a la agricultura orgánica, lo cual podría estar marcada no solo por conciencia social sino por  exigencias del mercado, con lo cual se abren nuevas opciones de  empleos. Estas condiciones abren a las personas jóvenes la posibilidad de aspirar en el marco de una nueva ruralidad a diversas ocupaciones, las cuales van a estar permeadas por la continuidad o por la ruptura con la agricultura,  por lo cual  es preciso considerar la experiencia de cada cantón en estudio, como se expone en los siguientes párrafos.

Respecto a las aspiraciones futuras en cuanto a estudios y ocupación hay diferencias según sexo y zona; en Zarcero por ejemplo las mujeres desean iniciar o concluir la educación secundaria;  realizar estudios de  inglés, costura,  oficial de policía, auxiliar de veterinaria, estilista, floristería y  computación a nivel técnico. Y en cuanto a profesiones se refiere,  mencionan que aspiran a formarse en administración de  servicios de salud, criminología, turismo, trabajo social, enseñanza preescolar, enfermería, psicología, dirección de empresas. La preparación técnica y profesional la conciben como una oportunidad para alcanzar  mejores salarios en instituciones  públicas o empresas  privadas. Solo en un caso una joven aspira a trabajar por cuenta propia,  creando una “fábrica de ropa íntima”.

Para los hombres, participar de capacitaciones en temas  como agricultura,  inglés y computación se concibe con una necesidad para crear negocios propios relacionados con agricultura tradicional, agricultura orgánica, floricultura, ganadería y turismo, para lo cual aspiran  a obtener financiamiento.  En el cantón de Naranjo,  tanto hombres como mujeres aspiran a la conclusión de sus estudios secundarios: algunos desean continuar con estudios superiores en profesiones como  arquitectura, ingeniería forestal, ingeniería  agrícola,  enfermería, odontología, criminología;  otros jóvenes aspiran a empleos en  la Fuerza Pública (policía estatal)  y en el Organismo de  Investigación Judicial.  Es relevante (para cuatro jóvenes de seis)  la vinculación con la agricultura, en tanto sus metas profesionales están directamente vinculadas con proyectos de este tipo; sin embargo, aspiran a una  estabilidad profesional,  que les  genere mejores ingresos: En  palabras de las personas jóvenes,  sus aspiraciones son:

“Poder desempeñar una labor que me genere una buena calidad de vida, como por ejemplo ingeniero de agricultura” (Joven entrevistado, 2012).
“Estudiar en la U, sacar una ingeniería, me gusta forestal, cuidar parques nacionales o los bosques” (Joven entrevistado, 2012).
“Antes que nada sacar el cole e ir a la universidad y ser enfermero. Seguir con el campo porque es muy bonito” (Joven entrevistado, 2012)
“Lo que quiero ser en el futuro es ser odontóloga y seguir trabajando en el campo…” (Joven entrevistada, 2012).

Caso contrario se da en el caserío de Pata de Gallo, en el distrito de  San Rafael de San Ramón, ya que las personas jóvenes están vinculadas a la agricultura como medio de sobrevivencia actual, pero quienes cursan estudios secundarios y universitarios aspiran a concluir estudios en administración, educación, derecho y a formación técnica  en belleza y computación, dejando de lado la la agricultura como uno de sus intereses ocupacionales. Mientras, en dos de los siete casos se aspira a trabajar en ebanistería y un joven desea crear su propia finca y  dedicarla a  la cría-engorde de ganado, ya que posee apoyo y capital familiar.

Para estos jóvenes, las aspiraciones de estudio y ocupacionales se encuentran marcadas por el esfuerzo personal y familiar, en complemento con el apoyo institucional. A nivel de instancias públicas, se destaca el apoyo por parte del Instituto Mixto de Ayuda Social con el Programa Avancemos; Ministerio de Educación Pública con becas de transporte; Colegio Nocturno de Naranjo con el servicio de comedor y  universidades públicas (Universidad de Costa Rica, Universidad Nacional y Universidad Estatal a Distancia) con becas de estudios.

Otro tipo de apoyo que reconocen las personas entrevistadas, son las capacitaciones técnicas por parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería en temas como agricultura, inglés, computación, emprendedurismo, mantenimiento de equipo agrícola; del Instituto Nacional de Aprendizaje en manipulación de alimentos. También  mencionan el asesoramiento del Ministerio de Salud en saneamiento ambiental; el acceso a la Biblioteca Pública de San Ramón en el áreas de estudio, acceso a internet y préstamo de libros y a la Municipalidad de Zarcero en asesoría legal y fotocopiado de material educativo.

A nivel privado, las personas jóvenes destaca que cuentan  con el apoyo de Cooperativa Agrícola Múltiple Alfaro Ruíz (COOPAGRIMA R.L.), mediante capacitaciones al personal en la zona de Zarcero; la Cooperativa de Ahorro y Crédito “Antonio Vega Granados R.L” (COOPAVEGRA R.L), con becas a los familiares de asociados y asociadas y por parte de la Cooperativa de Caficultores y Servicios Múltiples de Palmares (COOPEPALMARES R.L.)  mediante becas, descuentos, charlas y otros beneficios a las personas asociadas  del caserío de Pata de Gallo, San Ramón.

Las particularidades señaladas indican que los y las jóvenes,  ante la carencia de capital (financiamiento y terreno), aspiran a nuevas profesiones y proyectos propios, lo que les implica en algunos casos retirarse de sus núcleos familiares de origen y hacer rupturas con las tradiciones campesinas.

Estas experiencias afirman  que la ruralidad trasciende lo agrícola, como señala Dirven (2000), puesto que las personas jóvenes en sus modos de vida, cultura propia, identidad, formas de trabajo, articulaciones familiares y sociales buscan nuevas formas de satisfacer sus necesidades y construir nuevas oportunidades laborales; lo cual, no descarta que en  las aspiraciones  profesionales también tienen  influencia las nuevas tecnologías de comunicación.

Aportes conclusivos: escenarios posibles para las personas jóvenes en cuanto a las aspiraciones laborales y de estudio

Escenario 1: Ilusiones sin asidero real.

Las ocupaciones en que se desempeñan las y los jóvenes entrevistados de Zarcero, Naranjo y San Ramón dan cuenta de los cambios en la dinámica rural y campesina. Estamos ante jóvenes trabajadores asalariados en circuitos agroexportadores nacionales e internacionales; también de jóvenes trabajadores y estudiantes, que durante las noches o mediante sistemas a distancia acceden a la educación formal. Para las mujeres, la situación es más complicada, ya que algunas trabajan asalariadamente,  estudian y además tienen responsabilidades domésticas familiares.

Las políticas públicas han abierto oportunidades de participación a las juventudes, concebida como  una participación funcional a las dinámicas de. agroexportación  de la época actual (lácteos, floricultura y horticultura) y en servicios surgidos en el marco de una  urbanización creciente, lo cual les ha facilitado su inserción ocupacional.

No obstante, alcanzar las aspiraciones de ocupaciones laborales, de estudio y capacitación enfrenta a las personas jóvenes a condicionantes estructurales y coyunturales que difícilmente pueden saltar, en forma individual. Los sujetos participantes en este  estudio plantearon algunas de esos obstáculos:

• Horarios no acordes a las necesidades de las y los jóvenes.
• Dificultad en el acceso a capacitación y financiamiento por trámites burocráticos.
• Falta de divulgación de la información para jóvenes.
• Falta comunicación y participación de las comunidades en la toma de decisiones en las instituciones.
• Inexistencia de espacios para la inclusión y puesta en marcha de ideas de personas jóvenes, reconociendo sus necesidades específicas.

Más que atribuir la situación expuesta a la ineficiencia de los funcionarios a cargo de los programas hacia la juventud, podría pensarse en las inconsistencias de una política pública que realmente priorice la participación  de los y las jóvenes en decisiones sobre tipos de proyectos y modalidades de aplicación para quienes trabajan y residen en zonas rurales.

Estaríamos ante una incongruencia entre la formulación de la política (el discurso) y su materialización en las acciones estatales.  Veamos algunos de los derechos establecidos en la Ley de la Persona Joven:

Artículo 4. Derechos de las personas jóvenes: La persona joven será sujeto de derechos, gozará de todos los inherentes a la persona humana garantizados en la Constitución Política de Costa Rica, en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos o en la legislación especial sobre el tema. Además tendrá los siguientes:

a) El derecho al desarrollo humano de manera integral.
b) El  derecho a la participación, formulación y aplicación de políticas que le permitan integrarse a los procesos de toma de decisión en los distintos niveles y sectores de la vida nacional, en las áreas vitales para su desarrollo humano.
c) El derecho al trabajo, la capacitación, la inserción y la remuneración justa….
f.) El derecho a tener a su disposición en igualdad de oportunidades el acceso al desarrollo científico y tecnológico.
g) El derecho a una educación equitativa y de características similares en todos los niveles. (Asamblea Legislativa, 2002, 8-9).

Si bien la Ley General de la Persona Joven es un avance, no está inserta transversalmente en todos los campos de la economía y de la educación pública. Los espacios educativos adaptados a la situación de las personas jóvenes trabajadoras no son comunes, ni en los colegios, ni  en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) ni en la educación superior. Hay ligeras excepciones en la Universidad Nacional a Distancia y en universidades privadas, por los horarios, pero no en los enfoques de los programas. Como dicen algunas de  las personas entrevistadas en este estudio: “depende de la voluntad de la persona de  la institución el que se apoye  a las  y los jóvenes”.

Al respecto, conviene tener en cuenta lo que propone Krauskopf (2003), en el sentido de que avanzar en  el paradigma de la juventud ciudadana supone políticas públicas intersectoriales y programas integrales, participativos, así como la extensión de alianzas. Una excepción a lo dicho anteriormente es el PRONAJUR, programa del MAG, que se plantea alcanzar la participación económica y social de las personas jóvenes, aportando un valor agregado a las empresas familiares, ocupando nichos de negocios o haciendo encadenamientos con otros agentes de la agro-cadena o bien, involucrándose en actividades nuevas, ofreciendo un valor agregado a sistemas de producción con espacios socioeconómicos nuevos. (Ministerio de Agricultura y Ganadería, Costa Rica, s.f.). En el caso de las familias, se aboga porque los jóvenes hombres y mujeres tengan  espacio tanto en lo social -con un proyecto propio que puede ser interdependiente y encadenado a los proyectos de los padres y madres-, como en lo económico - generando ingresos propios- que les permitan planificar su vida futura.

Dos estrategias del PRONAJUR son: primero, la horizontalidad en las relaciones, donde unos  jóvenes convocan  a otros jóvenes, para multiplican los efectos  en otras localidades, también  trabajan con los “jóvenes más jóvenes” que están pidiendo espacios y aprendiendo de los pioneros de la organización de juventud, promoviendo así una cultura de derechos y de ciudadanía juvenil con responsabilidad de sus derechos y deberes. Segundo: promover la formación  de líderes y de organizaciones de jóvenes  rurales.

Desde esta investigación se pudo constatar la puesta en marcha de PRONAJUR  en regiones como Zarcero, se concretó en la fundación del grupo juvenil Jóvenes Emprendedores de Zarcero (JOVEMZA), a mediados del 2009. Antes se había creado la Red Nacional de Juventudes Rurales  (RENAJUR) en el año 2007, como red activa compuesta por líderes juveniles rurales de todo el país. Esta es  una articulación heterogénea, en la que se encuentran representadas minorías étnicas, juventudes regionales y por condición de actividad de los/as jóvenes. (Anchía, 2010).

Sin embargo, no es generalizada su implementación, ante lo cual surge la interrogante de por qué una aplicación parcial de este programa  que tiene como población meta la juventud rural. Lo expuesto deja claro la distancia entre los enfoques de la nueva ruralidad y los paradigmas de la juventud en las políticas públicas, porque se han quedado en la formulación, en el momento normativo, pero no se ha avanzado en la ejecución de programas y proyectos intersectoriales e interinstitucionales. Habría que preguntarse sobre los factores explicativos de esa distancia entre el discurso y la práctica, si tan solo se origina en las ineficientes e ineficaces políticas públicas o también a otra dimensión asociada, cual es la influencia del adultocentrismo y adultismo en su ejecución. El adultocentrismo se refiere a concepciones en las que el criterio biológico subordina o excluye a las mujeres por razón de género y a los jóvenes por razón de edad. Se concibe que los adultos representan un modelo acabado en lo concerniente a productividad y tareas sociales. (Krauskopf, 2003, 17). Y el adultismo  “se traduce en la rigidización de las posturas adultas frente a la inefectividad de los instrumentos psicosociales con que cuentan para relacionarse con la gente joven” (Krauskopf, 2003, 17).

Las personas jóvenes entrevistadas se refieren a algunas de estas situaciones vividas, al expresar “la negación del aporte e iniciativas de personas jóvenes en las comunidades”; además dijeron que. “los adultos no les ponen atención a los jóvenes porque piensan que son inmaduros, pero no toman en cuenta las buenas ideas que tienen” y que “los adultos no escuchan a los jóvenes”, “no hay espacios para la inclusión y puesta en marcha de ideas de personas jóvenes, reconociendo sus necesidades específicas”; “hay limitación en cuanto a espacios públicos recreativos y de estudio gratuitos”, “las comunidades rurales están despreocupadas por las juventudes”.

En alguna medida, podríamos estar ante múltiples factores desencadenantes de esta exclusión de la juventud trabajadora rural, que limita el alcance de sus aspiraciones ocupacionales y de estudio. Por una parte,  políticas públicas que aún no son prioritarias y por tanto no están generalizadas; por otra parte, la existencia de una perspectiva estigmatizada de las juventudes, que cercena su participación como sujeto protagonista en el logro de su desarrollo humano integral, tal y como lo proclama la Ley General de Juventud11.

Escenario 2: Un camino hacia juventudes ciudadanas en contextos de rupturas con el adultocentrismo y el adultismo

Hay bastante camino por recorrer, desde el Estado, la sociedad y las personas jóvenes, en su condición de sujetos sociales. ¿Hasta qué grado las juventudes rurales de  nuestros cantones cuentan con condiciones de “autonomía, autosuficiencia y diversificación productiva”, en el contexto familiar y comunitario, que les facilite una participación protagónica y el acercamiento a una ciudadanía juvenil?

Los cambios no dependen  solo  de las voluntades individuales de los y las jóvenes. Inciden entornos locales, regionales y nacionales que coadyuven a que puedan combinar sus trabajos (como necesidad prioritaria de subsistencia) con oportunidades de mejoramiento en sus cualificaciones profesionales y técnicas, así como de tener mayor injerencia en la toma de decisiones de las políticas  que les atañen.

Una alternativa es la asunción de los jóvenes como sujetos sociales colectivos, que desde la sociedad (organizados en movimientos sociales, agrupaciones y redes sociales)  aprovechen las oportunidades abiertas en la Ley General de la Persona Joven y en el PRONAJUR, para movilizarse y presionar hacia  la apertura de proyectos de trabajo–educación en el que se involucren no solo como individuos particulares. En los espacios regionales- locales seria más viable estrategias de articulación de colectivos juveniles con otros actores comunitarios como las organizaciones sociales de la pequeña producción rural y urbana, el empresariado local, contando con el auspicio de entidades públicas, tales como las municipalidades y las instituciones como el MAG, el INA, el Ministerio de Salud, entre otras. La experiencia de JOVEMZA en Zarcero apunta a la viabilidad de este tipo de estrategias. Pero también haría falta plantearse otras estrategias, entre ellas programas guiados por enfoques socio económicos y socio culturales, que consideren horarios especiales, sistemas de becas para transporte y alimentación, cuido de niños y niñas para los hogares de jóvenes, subsidios tecnológicos y de equipos básicos, espacios recreativos y culturales, entre otros servicios.

Lo expuesto hasta ahora pareciera que no se ha considerado desde arriba, desde la gestión privada, ni gubernamental. Habría que preguntarse si lo que interesa, como prioridad y decisión para los sectores dominantes, es la reproducción de la fuerza de trabajo juvenil en condiciones de precarización y de funcionalidad a las grandes empresas agroexportadoras. En ese escenario, la inclusión de las y los jóvenes trabajadores como asalariados o con proyectos de autogestión orientados por la  nueva ruralidad comunitaria  no es  prioridad, porque llevaría a cuestionar la distribución y la redistribución de los recursos públicos, a nivel nacional y local.

Este segundo escenario planteado  es una opción para  las juventudes que quieran quedarse en el mundo rural, reconfigurando las identidades campesinas en tiempos contemporáneos. Empero,  una interrogante que surge es si los y las jóvenes de procedencia rural de los cantones en estudio, y otros como ellos y ellas, se plantean como importante ocupar un  lugar significativo  en las nuevas ruralidades. Una posibilidad es que no sea un asunto de su interés, que no sea  una utopía alcanzable;  siendo así, surgiría un tercer  escenario: la disolución de estas problematizaciones rurales-urbanas y de las identidades campesinas.

Las investigadoras autoras de este artículo forman parte de las corrientes de pensamiento que apuestan por la construcción colectiva de una ruralidad contemporánea donde tengan  un espacio como  sujeto protagónico las personas jóvenes y las mujeres. Al respecto contribuyen las expresiones de esperanza de algunas de las personas jóvenes entrevistadas, que   dan indicios de su potencial político:
“La misión es romper paradigmas, por ejemplo se busca mejorar leyes”.
“Aportamos con ideas y proyectos de trabajo y ayuda a la comunidad”.
“Conformar un grupo mayor y así influir. Porque un solo departamento no lo va a lograr, para ver realmente cuáles son las necesidades de las personas jóvenes”.
“Yo creo que si todos los jóvenes siguen estudiando las cosas pueden ser diferentes”.

Es un desafío social, político y ético, en tiempos donde enfrentamos una globalización neoliberal, acercarse a las utopías latinoamericanas donde tengan un lugar las diversidades socioculturales, en el camino hacia las transformaciones sociales y políticas basadas en la justicia, la equidad y el respeto a la naturaleza. Estas utopías para las personas jóvenes se traducen en acciones colectivas que permiten caminar conjuntamente  hacia mejores condiciones de estudio, laborales y familiares,  en equidad e igualdad de oportunidades.

Citas y Notas

3. Corresponde al proyecto 540- BO 300 Estrategias de vida y participación ciudadana de los y las jóvenes en el desarrollo rural de la Península de Osa y de los cantones de San Ramón, Naranjo y Alfaro Ruiz de Alajuela, inscrito en la Vicerrectoría de Investigación en el período 2010-2012, Universidad de Costa Rica. La primera autora fue la investigadora principal del proyecto y la segunda autora se desempeño como asistente de investigación del proyecto, del 2011 al 2012.  
4. Para ampliar sobre el reconocimiento de la población joven en las políticas públicas, consultar: Valverde, Oscar y otras. 2007. Evaluación de políticas nacionales de juventud en Costa Rica. San José: Organización Iberoamericana de la Juventud, Fondo de Población de Naciones Unidas.
5. Ministerio de Agricultura y Ganadería. (sf). En: http://www.mag.go.cr/oficinas/prog-nac-juventud.html
6.“Desde abajo “se refiere a un  proceso de planificación participativa, menos normativo, sino construido con los actores involucrados.
7.Entre ellos Luis Caputo (2000), Martine Dirven (2000), Ernesto Rodríguez (1996), John Durston (1996).
8.Un estudio que aportó variados  elementos de análisis para triangular con este artículo es el de: Chaves, Adrián. (2011). Transición y discontinuidades ocupacionales en el cantón de Naranjo. Alajuela. Experiencias de la juventud en procesos de desruralización y diversificación productiva (1980-2008). Heredia: Universidad Nacional, tesis de maestría en Posgrado en Historia Aplicada.
9. Una de las jóvenes  entrevistadas estudia para formarse como técnica dental.
10. Las investigadoras  participaron en el 2011 y el 2012 en varias actividades del grupo juvenil Jóvenes Emprendedores de Zarcero (JOVEMZA), realizadas en las instalaciones del  Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en el cantón de  Zarcero,  en las cuales se mencionaron las opciones del turismo rural.
11. En relación con los enfoques estigmatizados sobre las juventudes desde visiones adultocentristas,  importantes aportes se encuentran  en distintas publicaciones del autor Klaudio Duarte, entre ellas:
Duarte, Klaudio. (2006). Discursos de resistencias juveniles en sociedades adultocéntricas. San José, Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI).

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*Correspondencia a:
Hannia Franceschi Barraza. Costarricense. Trabajadora Social. Docente e investigadora de la Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente. Correos electrónicos: hannia.franceschi@ucr.ac.cr; hanniaf@gmail.com María Fernanda Chaves Zúñiga. Costarricense. Trabajadora Social. Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente. Correo electrónico: marferchasn@hotmail.com
1. Costarricense. Trabajadora Social. Docente e investigadora de la Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente. Correos electrónicos: hannia.franceschi@ucr.ac.cr; hanniaf@gmail.com
2. Costarricense. Trabajadora Social. Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente. Correo electrónico: marferchasn@hotmail.com
3 Corresponde al proyecto 540- BO 300 Estrategias de vida y participación ciudadana de los y las jóvenes en el desarrollo rural de la Península de Osa y de los cantones de San Ramón, Naranjo y Alfaro Ruiz de Alajuela, inscrito en la Vicerrectoría de Investigación en el período 2010-2012, Universidad de Costa Rica. La primera autora fue la investigadora principal del proyecto y la segunda autora se desempeño como asistente de investigación del proyecto, del 2011 al 2012.
4 Para ampliar sobre el reconocimiento de la población joven en las políticas públicas, consultar: Valverde, Oscar y otras. 2007. Evaluación de políticas nacionales de juventud en Costa Rica. San José: Organización Iberoamericana de la Juventud, Fondo de Población de Naciones Unidas.
5 Ministerio de Agricultura y Ganadería. (sf). En: http://www.mag.go.cr/oficinas/prog-nac-juventud.html
6 “Desde abajo “se refiere a un proceso de planificación participativa, menos normativo, sino construido con los actores involucrados.
7 Entre ellos Luis Caputo (2000), Martine Dirven (2000), Ernesto Rodríguez (1996), John Durston (1996).
8 Un estudio que aportó variados elementos de análisis para triangular con este artículo es el de: Chaves, Adrián. (2011). Transición y discontinuidades ocupacionales en el cantón de Naranjo. Alajuela. Experiencias de la juventud en procesos de desruralización y diversificación productiva (1980-2008). Heredia: Universidad Nacional, tesis de maestría en Posgrado en Historia Aplicada.
9 Una de las jóvenes entrevistadas estudia para formarse como técnica dental.
10 Las investigadoras participaron en el 2011 y el 2012 en varias actividades del grupo juvenil Jóvenes Emprendedores de Zarcero (JOVEMZA), realizadas en las instalaciones del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en el cantón de Zarcero, en las cuales se mencionaron las opciones del turismo rural.
11 En relación con los enfoques estigmatizados sobre las juventudes desde visiones adultocentristas, importantes aportes se encuentran en distintas publicaciones del autor Klaudio Duarte, entre ellas:
Duarte, Klaudio. (2006). Discursos de resistencias juveniles en sociedades adultocéntricas. San José, Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI).

Recibido: 03.07.13. Aprobado: 19.09.13 

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