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Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centroamérica y el Caribe

On-line version ISSN 1659-4940Print version ISSN 1659-0139

Inter.c.a.mbio vol.16 n.2 San José Jul./Dec. 2019

http://dx.doi.org/10.15517/c.a..v16i2.37746 

Artículo

Paradojas de la inclusión de los afrodescendientes y el giro multicultural en América Latina

Paradoxes of the Inclusion of Afro-descendents and the Multicultural Turn in Latin America

Paradoxos da inclusão de afrodescendentes e a virada multicultural na América Latina

Carlos Agudelo1 

1Francés-colombiano. Doctor en Sociología, Université Sorbonne Nouvelle, París III, Francia. Investigador asociado de la Unidad Mixta de Investigación Migraciones y Sociedades (URMIS), Université Paris VII-Université Nice Sophia Antipolis-IRD-CNRS, Francia. Correo electrónico: agudelo04@yahoo.fr

Resumen

La diversidad cultural de las sociedades humanas y su gestión política han sido de los temas más debatidos por las ciencias sociales en los últimos tiempos. En Latinoamérica y el Caribe se observa el desarrollo de mecanismos de reconocimiento de diferentes expresiones de su multiculturalidad. Estas formas de inclusión han estado acompañadas de múltiples paradojas y ambigüedades. Es el llamado giro multicultural que, si bien ha tenido como protagonista más visible a los pueblos indígenas, también ha incluido a las poblaciones de origen africano. A partir de una síntesis de trabajos anteriores, el propósito de este texto es el de presentar una visión panorámica sobre la presencia de los afrodescendientes en América Latina y el Caribe, y del proceso de gestación y desarrollo de las políticas multiculturales aplicables a estas poblaciones. Igualmente plantearemos algunos elementos acerca de los límites y obstáculos que se observan en la implementación de dichas políticas.

Palabras clave Latinoamérica; Durban; diversidad cultural; segregación racial; políticas multiculturales

Abstract

The cultural diversity of human societies and their political management have been the most debated topics by the social sciences in recent times. In Latin America and the Caribbean, we observe the development of mechanisms to recognize different expressions of multiculturality. These forms of inclusion have been accompanied by multiple paradoxes and ambiguities. It is the so-called “multicultural turn” that, although the indigenous peoples have been its most visible protagonist, it has also included the populations of African origin. Based on a synthesis of previous works, the purpose of this text is to present a panoramic view of the presence of people of African descent in Latin America and the Caribbean and the process of gestation and development of multicultural policies applicable to these populations. We will also raise some elements about the limits and obstacles that are observed in the implementation of these policies.

Keywords Latin America; Durban; cultural diversity; racial segregation; multicultural policies

Resumo

A diversidade cultural das sociedades humanas e sua gestão política têm sido os temas mais debatidos pelas ciências sociais nos últimos tempos. Na América Latina e no Caribe, observa-se o desenvolvimento de mecanismos para reconhecer diferentes expressões de multiculturalidade. Essas formas de inclusão foram acompanhadas por múltiplos paradoxos e ambiguidades. É a chamada virada multicultural que, apesar de ter tido o protagonismo mais visível dos povos indígenas, incluiu também as populações de origem africana. Com base em uma síntese de trabalhos anteriores, o objetivo deste texto é apresentar uma visão panorâmica da presença de afrodescendentes na América Latina e no Caribe e o processo de gestação e desenvolvimento das políticas multiculturais aplicáveis a essas populações. Também vamos levantar alguns elementos sobre os limites e obstáculos que são observados na implementação dessas políticas.

Palavras-chave América Latina; Durban; diversidade cultural; segregação racial; políticas multiculturais

Introducción

Uno de los factores con más impacto en las transformaciones sociales, culturales y políticas de los últimos 20 años del siglo XX y lo que va corrido del XXI, lo constituye el protagonismo que alcanza el tema de la multiculturalidad. En América Latina ocurre el cambio hacia diversas formas de reconocimiento de su diversidad cultural y étnico-racial y a la reivindicación de identidades colectivas con pleno derecho de inclusión en la nación. Esto implicó una fuerte sacudida a la visión “clásica” de la ciudadanía individual, homogénea única e indivisible contenida en el discurso republicano universalista. Es lo que se conoce de forma genérica como el giro multicultural 2 que se constata para el conjunto de las sociedades occidentales desde finales del siglo XX. Las poblaciones indígenas han sido sin duda los actores más relevantes de este proceso en la América Latina y el Caribe. Igualmente se observa la visibilidad que adquieren las poblaciones de origen africano en el debate público sobre el tema.

En Latinoamérica, la persistente presencia de sus pueblos indígenas y de las poblaciones de origen africano no fueron parte de los fundamentos de la construcción de nación de las nacientes repúblicas en el siglo XIX. Los indígenas fueron, bien sea, mantenidos como la alteridad inferiorizada por la marginalidad, la exclusión y el racismo, o simplemente negados. En cuanto a los afrodescendientes, también existieron multiplicidad de formas de marginalización, discriminación o invisivilización (Wade, 2000).

En la región fue fundamental el peso de la herencia del liberalismo occidental en la construcción de los proyectos de nación, basados en el universalismo y la ciudadanía homogénea (Kaplan, 2001; Carmagnani, 1984; Vázquez, 2003; González Casanova, 1990). Por su parte, los proyectos revolucionarios contestatarios del sistema imperante fueron también portadores de un discurso que no daba espacio a las diversidades culturales presentes en la sociedad 3 .

Las poblaciones descendientes de los africanos que llegaron a Latinoamérica y el Caribe en el periodo colonial y de la trata esclavista transatlántica representan un 30 % del total de sus habitantes actuales. Estamos hablando de una cifra aproximada de unos 150 millones de personas (Bello y Rangel, 2002; Antón, Bello, Del Popolo, Paixao y Rangel, 2009). Los afrodescendientes son un componente fundamental de la construcción histórica y del presente de las sociedades latinoamericanas y caribeñas.

La mayoría de las poblaciones afrodescendientes hacen parte de los grupos más vulnerables de la región debido a sus condiciones de vida precaria, pobreza extrema, marginalización, segregación social y territorial, deterioro de sus hábitats rurales y urbanos. Todo esto enmarcado en la persistencia de formas de discriminación racial heredadas del sistema colonial y la esclavización. El advenimiento de las repúblicas independientes, la abolición de la esclavitud y el carácter de ciudadanos que adquieren los afrodescendientes no ha impedido la reproducción, bajo nuevas formas, del racismo y la exclusión (PNUD, 2010; CEPAL, 2017; Andrews, 2007; Mosquera, Pardo y Hoffmann, 2002).

Frente a las poblaciones afrodescendientes, los países de la región han asumido históricamente mecanismos de exclusión o de inclusión. En algunos casos se observa, de manera fundamental, a partir de los últimos decenios del siglo XX, el desarrollo de diferentes formas de reconocimiento institucional de la diversidad cultural y étnica en la cual son explícitamente incluidas sus poblaciones de origen africano. Las respuestas de estos estados a las reivindicaciones de derechos territoriales, socioeconómicos, políticos y culturales de las expresiones organizadas de estas poblaciones manifiestan diversos grados de confluencia y de especificidad. En el marco general de las llamadas políticas de reconocimiento o multiculturales se presentan una serie de variables y transformaciones. Estas formas de inclusión y reconocimiento de derechos han estado acompañadas de múltiples paradojas y ambigüedades (Agudelo, 2012; 2015).

En este artículo, a partir de una precisión sucinta acerca del uso del término afrodescendiente, hacemos una presentación general de rasgos que configuran la presencia geográfica y demográfica de los afrodescendientes en la región y una reflexión sobre los problemas relativos a las estadísticas etno-raciales. Es el punto de partida para evocar el proceso de movilización y luchas de estas poblaciones hasta confluir con los factores que dieron lugar al surgimiento y desarrollo del “giro multicultural”. En este contexto, le damos un lugar de relevancia al papel que jugó para los afrodescendientes la preparación y realización de la Conferencia de Durban, Sudáfrica (realizada entre el 31 de agosto y el 8 de setiembre de 2001). Enseguida proponemos una aproximación hacia un balance de los resultados de las políticas multiculturales implementadas, sus limitaciones y tensiones. Finalmente, planteamos algunos puntos de reflexión sobre el debate en curso acerca de los límites del multiculturalismo como respuesta a las reivindicaciones de reconocimiento de la diversidad y superación de las formas de exclusión y marginalidad de los afrodescendientes.

Precisamos que este trabajo tiene un propósito de síntesis que reúne elementos que hemos desarrollado en anteriores publicaciones en el marco de diferentes proyectos de investigación y docencia. A lo largo del texto remitiremos a las referencias correspondientes.

¿Quiénes son los afrodescendientes?

La III Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y demás Formas Conexas de Intolerancia que se celebró en Durban, Sudáfrica, en 2001, adopta este concepto en el que se incluyen a las personas de origen africano subsahariano conocidas de forma genérica como poblaciones negras y que incluye otros términos como mulatos, zambos, prietos, morenos, creoles. Esta terminología surgió, en general, en el contexto histórico colonial con las consecuentes connotaciones raciales. Afrodescendiente también integra otras categorías que corresponden a rasgos etnohistóricos específicos como en el caso de las poblaciones garífuna, los saramaka, yudka, boni, palenqueras, raizales, y a las apelaciones que relacionan el origen africano y la pertenencia nacional como afrocolombiano, afropanameño, entre otros. El término afrodescendiente surge como iniciativa de los movimientos sociales y políticos latinoamericanos en el proceso de preparación de la Conferencia de Durban. Para estos, se trataba de encontrar un concepto genérico que diera cuenta de la diáspora africana como sujeto de derecho y como actor político y social frente al flagelo del racismo y la discriminación. En la práctica, esta expresión será asumida fundamentalmente en América Latina y el Caribe, y va a diferenciarse del concepto african-american que designa a estas poblaciones en Estados Unidos. El uso de afrodescendiente se va a generalizar entre la mayoría de los organismos internacionales y será asumido igualmente por buena parte del movimiento político de las poblaciones de origen africano; sin embargo, el debate sigue en curso sobre la pertinencia de usar otras formas de nombrarse o de ser nombrado. Entre algunos sectores sigue reivindicándose como legítimo la utilización del término negro o las otras representaciones y autorrepresentaciones que se han ido estableciendo a lo largo de la historia 4 .

Una aproximación demográfica 5

En el conjunto de países que constituyen América Latina y el Caribe, existen poblaciones afrodescendientes diversificadas en términos de ciertas particularidades en sus procesos históricos regionales o nacionales, sus formas de poblamiento y las dinámicas socioculturales (Ver mapa de la Figura 1). Son pobladores rurales y urbanos, de regiones costeras o insulares y del interior continental. Viven en comunidades o también de forma dispersa, en particular en las grandes concentraciones urbanas. Buena parte de estas poblaciones tienen prácticas socioculturales y religiosidades específicas, pero también comparten formas de vida y de identificación con otros grupos de población no afrodescendientes con los que coexisten en localidades, regiones o países (Bastide,1967; Mintz y Price, 1992; Whitten y Torres, 1998; Chivallon, 2004).

Mapa elaborado por Carlos Agudelo con apoyo técnico del Instituto de Estudios Interculturales-Universidad Javeriana, Cali. Base cartográfica: Natural Earth, 2016.

Figura 1.  Aproximación cartográfica a las áreas de poblamiento de comunidades afrodescendientes en América Latina y el Caribe. 

Algunos de sus espacios de poblamiento datan de los asentamientos ocupados desde el periodo colonial como las zonas de plantaciones, mineras y otras actividades desempeñadas en el marco de la esclavización. Se ubicaron también en zonas de refugio y resistencia a la esclavización en los que se establecieron como sociedades libres llamadas cimarronas. En la mayoría de los casos se trata de zonas costeras o aledañas a estas. En las islas caribeñas su presencia estaba, en general, dispersa en el conjunto de sus territorios. Asimismo, encontramos algunos emplazamientos en regiones del interior continental. De igual modo, las concentraciones urbanas coloniales albergaron una cantidad importante de africanos y sus descendientes tanto en condición de esclavizados como de libres 6 .

La representación cartográfica del poblamiento afrodescendiente muestra emplazamientos históricos que mantienen una continuidad actual significativa. No obstante, también se han presentado importantes procesos de movilidad y urbanización. Estudios sociodemográficos muestran que las poblaciones afrodescendientes adoptan un comportamiento de movilidad espacial similar al conjunto de la población con una tendencia fuerte a la concentración en los espacios urbanos 7 .

A pesar de la significación notoria de los espacios rurales de poblamiento en los que se manifiesta de una forma más explícita la vida en comunidad y sus expresiones culturales, la presencia urbana es, en general, mayoritaria tanto para América Latina como para el Caribe. Lo habitual es encontrar, en cada país, presencia de afrodescendientes en zonas rurales y urbanas. Sin embargo, en algunos países sus poblaciones afrodescendientes se concentran casi exclusivamente en las periferias urbanas de sus principales ciudades. Podemos citar los casos de Buenos Aires en Argentina, Montevideo en Uruguay y Asunción en Paraguay.

En los países centroamericanos Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, los afrodescendientes habitan principalmente las zonas costeras del Caribe. Debido al poblamiento colonial y más tarde, en el contexto de los procesos de construcción nacional, las costas del Pacífico y el interior fueron habitadas por indígenas y mestizos, de manera mayoritaria. Los casos de Panamá y Belice tienen sus particularidades históricas. Allí los afrodescendientes se encuentran más dispersos en el conjunto del territorio nacional. Para México sí se registra presencia afrodescendiente tanto en la zona del puerto de Veracruz, en el Caribe, como a lo largo de las costas del Pacífico de los estados de Oaxaca y Guerrero. El Salvador es el único país de la región que no registra actualmente presencia de afrodescendientes 8 .

En los países de América del sur con límites sobre el océano Pacífico, la totalidad de estas costas en Colombia son habitadas sobre todo por afrodescendientes, de igual forma las zonas costeras del norte de Ecuador y de la parte meridional y el sur del Perú. El Caribe continental de América del sur corresponde a las áreas costeras de Colombia y Venezuela que cuentan con presencia importante de poblaciones de origen africano. Luego las costas sobre el océano Atlántico de Surinam, Guyana y el departamento francés de ultramar, la Guyanne francesa, así como el conjunto de la región costera de Brasil son importantes espacios de poblamiento afrodescendiente. De hecho, en estos países la presencia afro es mayoritaria en todo su territorio. Es destacable el caso de Brasil que cuenta con el 51 % de afrodescendientes y es el segundo país del mundo con mayor presencia de poblaciones negras luego de Nigeria 9 .

En el Caribe insular existe una presencia mayoritaria de afrodescendientes con casos extremos como el de Haití con el 95 % hasta otras islas en las que, a pesar de la importancia de sus poblaciones afrodescendientes, la presencia de poblaciones mestizas y blancas también es significativa como ocurre en República Dominicana y Cuba 10 .

En general, las cifras globales sobre la demografía de los afrodescendientes son estimaciones aproximativas. Todavía no se cuenta con estadísticas etno-raciales para el conjunto de la región. Solamente algunos países incluyen la variable racial étnica en sus censos. En la mayoría de los casos se trata de procesos recientes que según evaluaciones 11 presentan todavía deficiencias y subregistros. A nivel de América Latina, Brasil destaca por tener una tradición bien afirmada de estadísticas censales que incluyen categorías raciales. Algunos países del Caribe insular también aportan esta información. Para las estimaciones actuales se usan otros elementos que permiten una aproximación como las encuestas de hogares e iniciativas puntuales de ONG apoyadas por instituciones de cooperación, complementadas por estudios etnográficos.

La visibilidad estadística se constituyó desde la década de 1990 en una reivindicación de movimientos sociales afrodescendientes respaldada por organismos internacionales de cooperación bajo el criterio de la importancia de contar con estadísticas fiables sobre cuántos son y cómo viven los afrodescendientes en tanto que insumo fundamental para el impulso de políticas públicas de inclusión social y superación de los problemas de discriminación racial. Aunque hay logros notables, todavía hay muchos obstáculos que superar. El mecanismo casi generalizado en los censos que incluyen la variable racial es el de autorreconocimiento. La larga historia de discriminación racial y de exclusión de la cual han sido víctimas estas poblaciones es un factor que dificulta la generalización de una conciencia de pertenencia etnoracial positiva. Este, además de otros problemas de orden técnico, es uno de los factores determinantes del subregistro demográfico (CEPAL, 2009).

Sin embargo, la priorización de las estadísticas de los afrodescendientes no se plantea de la misma manera en las islas del Caribe en las que las problemáticas raciales, si bien no están ausentes, tienen otras manifestaciones diferentes a las que se presentan en la mayoría de los países de América Latina. Estos se construyeron históricamente como naciones en las que el ancestro africano se invisibilizó en el marco del discurso del mestizaje euro-indígena como rasgo fundamental de la composición de la población y la cultura nacional. No es el caso de la mayoría de los países del Caribe insular 12 o Belice, Surinam y Guyana, en los que una elite nacional afrodescendiente ha tomado parte fundamental en la conducción de la construcción nacional.

El largo trasegar por derechos

Existen elementos comunes que conciernen el conjunto de afrodescendientes en América Latina y el Caribe. Un aspecto central de esta matriz lo representa el marco histórico del contexto colonial y la esclavización en que estas poblaciones se implantan en América. Otro elemento de confluencia está representado por las formas de racismo, segregación y exclusión que ejercen las sociedades coloniales. Con los procesos de construcción nacional, se desarrollaron para los afrodescendientes procesos de inclusión en las sociedades, pero la persistencia del racismo bajo características variadas ha sido una constante (Becerra, Buffa, Noufouri y Ayala, 2012).

Con una perspectiva histórica se puede observar que las movilizaciones colectivas de los afrodescendientes en la región han sido episódicas. Durante la Colonia, la independencia de Haití y las formas de resistencia que se desarrollaron frente a la esclavización fueron un factor trascendental de la historia de ese periodo. Con el advenimiento de las repúblicas y los procesos de construcción nacional a lo largo del siglo XIX, la práctica política más corriente de estas poblaciones fue su militancia en fuerzas gremiales, sindicales o partidistas nacionales. En algunas de estas experiencias, la persistencia de formas de discriminación dio lugar a la organización de partidos autónomos o movilizaciones de reclamos al Estado contra la discriminación racial y por su derecho a una ciudadanía plena. En algunos países han tenido continuidad desde el periodo colonial, formas de asociación que giran alrededor de prácticas culturales y de religiosidad específica (Agudelo, 2010a y 2010b). A veces, su participación en los procesos políticos se hizo introduciendo reivindicaciones específicas de carácter racial. En algunas de estas experiencias, la insatisfacción de dichas demandas dio lugar a la organización de partidos autónomos. Un ejemplo de ello fue el del Partido Independiente de Color en Cuba a inicios del siglo XIX (Helg, 1995). Podemos encontrar algunas otras experiencias de movilización política a lo largo del siglo XX en las que los rasgos fundamentales eran el reclamo al Estado contra la discriminación racial y por su derecho a una ciudadanía plena. Es el caso, por ejemplo, del Frente Negra Brasileira de la década de 1930. Agustín Lao-Montes (2009) presenta una periodización y categorización de estas experiencias para el conjunto de las Américas.

La movilización afrodescendiente y la irrupción del multiculturalismo

A partir del fin del decenio de 1980, los movimientos afrodescendientes contra la discriminación racial y por la igualdad, se hacen más visibles en el debate sobre reivindicaciones que giran en torno a la diferencia cultural, el uso y manejo de los recursos naturales y la afirmación de la propiedad de los territorios que constituyen su hábitat y sus derechos políticos. Estos temas entran a ser parte de las agendas políticas nacionales y globales. Comienzan a registrarse gradualmente de parte de algunos estados latinoamericanos y del Caribe medidas en la dirección del reconocimiento institucionalizado del carácter diverso de las sociedades, en ruptura con el modelo universalista y republicano de ciudadanía homogenizante o de repúblicas mestizas. En el contexto de la globalización, se afianza el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y seguidamente de los afrodescendientes. Las movilizaciones indígenas a escala continental van a tener un impacto significativo tanto a escala nacional como internacional. Este proceso de cambios en el tratamiento de la diferencia cultural y el manejo de los derechos colectivos de grupos étnicos tomará la apelación genérica de giro multicultural por parte de ciertos estudios de referencia sobre la problemática 13 .

Por su parte, organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización de los Estados Americanos (OEA), algunas grandes fundaciones y organizaciones no gubernamentales (ONGs) de cooperación y desarrollo, han sido actores de primera línea en las transformaciones de las políticas públicas operadas en los países latinoamericanos. Estas instituciones han ido incluyendo en sus discursos y planes de acción dirigidos hacia los países de América Latina y el Caribe, las problemáticas referidas a los derechos de los grupos étnicos. En el discurso imperante entre dichas instituciones se afianza, en la década de 1990, la inclusión de variables étnico-raciales en los estudios y estrategias de lucha contra la exclusión, la pobreza, la protección del medio ambiente y de la biodiversidad. Los procesos de movilización nacional o la presentación en el espacio público de las problemáticas de las poblaciones afrodescendientes se van fortaleciendo a ritmos diferenciados en relación con contextos específicos en cada país (Agudelo, 2006).

En una dinámica de mutua retroalimentación, las luchas nacionales se apoyan en las movilizaciones transnacionales de los afrodescendientes al tiempo que ellas son también el sustento de dichas manifestaciones en la escala global. Un momento importante de este proceso, en Latinoamérica, lo constituye la participación de algunos movimientos afrodescendientes en el cuestionamiento de la celebración de los 500 años del descubrimiento. Encuentro de dos mundos, promovido por los gobiernos español y latinoamericanos en 1992. La respuesta del movimiento indígena con la consigna de 500 años de resistencia indígena y la implementación de manifestaciones a escala continental, se transformó, con la llegada de sectores del movimiento afro, en 500 años de resistencia indígena, negra y popular en América (Martínez, 1992).

En 1994, la UNESCO lanza el programa La ruta del esclavo (s. f.) incentivando la creación de una red transnacional de investigadores e investigadoras que realce la historia de la trata esclavista. La ruta del esclavo promueve una serie de eventos en América Latina, el Caribe y África en los que participan historiadores(as) e intelectuales especialistas en el tema, entre quienes se encuentran también líderes y activistas de movimientos afrodescendientes en sus respectivos países. A través de este proyecto se incentivan igualmente formas de difusión en diversos formatos (libros, revistas, documentales, entre otros). La historia y la memoria de la esclavización y sobre todo las formas de resistencia que implementaron las poblaciones de origen africano, se constituyen en una parte fundamental del discurso político de sus movilizaciones. En este marco, las actividades y producción de este proyecto se convierten en una herramienta de apoyo y de reforzamiento de sus dinámicas proselitistas.

Por estos años se multiplicaron redes transnacionales de afrodescendientes. En general, estas redes coinciden en la denuncia de la discriminación racial, la reivindicación de sus orígenes, la memoria de sus formas de resistencia y sus aportes a la construcción de las sociedades nacionales invisibilizadas por la historia oficial. Igualmente, exigen a los estados nacionales y a los organismos internacionales que produzcan políticas de inclusión social para la superación de los factores que ubican a estas poblaciones entre los sectores con mayor grado de marginalidad. También se va consolidando, en el discurso reivindicativo, el elemento del “derecho a la diferencia cultural”. Las luchas y avances en materia de reconocimiento que van a alcanzar las organizaciones indígenas serán un factor que incidirá en la dinámica que va a tomar el accionar del movimiento afrodescendiente (Agudelo, 2006; 2010b; 2013).

En 1992 surge la Red de mujeres afrolatinoamericanas y caribeñas en el marco del Primer encuentro de mujeres negras realizado en la República Dominicana. En 1994, se conforma la Red Continental de Organizaciones Afroaméricanas desde Uruguay; en 1995 es el turno de la Organización Negra Centroamericana (ONECA) y la red Afroamérica XXI aparecerá el año siguiente.

En el proceso de preparación de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación racial, la Xenofobia y Formas Conexas de Intolerancia (2001), se realiza una serie de reuniones nacionales, subregionales y del conjunto de Latinoamérica y el Caribe. Allí confluye la mayoría de las expresiones organizativas nacionales, así como las redes transnacionales preexistentes. En este marco surge, en el año 2000, la Alianza estratégica afrolatinoamericana y caribeña. Las organizaciones más importantes de la región van a conformar esta nueva red.

Desde el año 2003 se empiezan a realizar reuniones de congresistas negros de las Américas con el propósito de construir mecanismos de coordinación de sus labores definidas como de apoyo y participación en todos los procesos de reivindicación de los derechos de las poblaciones de origen africano del continente. La primera reunión se realizó en Brasilia, la segunda en Bogotá en 2004; en 2005 se realiza en San José y Limón, Costa Rica; y en Cali, Colombia, en 2008. Uno de los aspectos que denuncian los parlamentarios que hasta hoy se han ido integrando a este proceso es la subrepresentación política de las poblaciones de origen africano en la región (Agudelo, 2005).

En 2004, por iniciativa de la organización uruguaya Mundo Afro, surge una nueva red, las Oficinas Regionales de Análisis y Promoción de Políticas Públicas en Equidad Racial (ORAPPER) con sedes en oficinas ubicadas en Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, Uruguay, Argentina, Paraguay y Canadá. ORAPPER promueve, a su vez, la creación de una nueva red: la Coalición Latinoamericana y Caribeña de Ciudades Contra el Racismo, la Discriminación y la Xenofobia con el apoyo de la UNESCO y gobierno de Ecuador. En noviembre de 2012 se activa, desde Cuba, la Articulación Regional Afrodescendiente de América Latina y el Caribe (ARAAC), que se presenta como una alianza contra el racismo, el imperialismo y a la globalización neoliberal capitalista.

Estas diversas redes representan una forma organizativa transnacional con funcionamiento intermitente en función de muchos factores que condicionan su accionar. Las posibilidades materiales para su desarrollo han dependido mucho del apoyo de las agencias internacionales de cooperación y, por lo tanto, de los cambios en las prelaciones de estas. De otra parte, las prioridades de sus integrantes, que por momentos han optado o se han visto obligados a concentrarse en las luchas nacionales, son otro factor que explican las apariciones y desapariciones de dichos espacios transnacionales de movilización (Agudelo, 2006; 2010c).

La Conferencia de Durban, proceso nodal

Un punto de inflexión muy importante de este proceso lo constituye la dinámica de preparación por parte de la ONU de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y Formas Conexas de Intolerancia que se lleva a cabo en Durban, Sudáfrica en septiembre de 2001 (s. f.). Durante dicha fase, se realizó una serie de reuniones nacionales, subregionales y del conjunto de Latinoamérica y el Caribe. Allí confluyeron la gran mayoría de organizaciones afrodescendientes nacionales, así como las redes transnacionales preexistentes. El evento más significativo de esta dinámica de preparación de la Conferencia fue la Pre-conferencia de las Américas contra el racismo realizada en Santiago de Chile en el año 2000. Esta reunión contó además con la presencia de delegados de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y del Caribe.

Con el impulso de la ONU, las demás instituciones internacionales que ya estaban implicadas en el tema y la dinámica de movilización de la problemática de las poblaciones de origen africano en los diferentes países, se dieron las condiciones para que los gobiernos expresaran su voluntad política de comprometerse con las orientaciones que surgieran de la Conferencia de Durban. En la pre-conferencia de Santiago se delinearon los elementos de lo que sería la posición de los movimientos indígenas y afrodescendientes frente a los objetivos de dicha conferencia. Se trataba de comprometer a los estados de la región, así como a las instituciones internacionales con una agenda para la superación de la discriminación racial y la exclusión social. Uno de los aspectos de significación política y simbólica de importancia de la pre-conferencia de Santiago es, como lo vimos anteriormente, la oficialización del concepto de afrodescendientes que se adopta como la forma genérica más apropiada de nombrar y autonombrarse a las poblaciones de origen africano de Latinoamérica y el Caribe. En Santiago, los afrodescendientes comienzan a ser reconocidos como sujetos de Derecho Internacional.

De la Conferencia de Durban surgirá un instrumento reivindicativo que va a ser movilizado por todas las expresiones del movimiento negro en Latinoamérica, tanto a través de sus redes como en los espacios nacionales. Se trata de la Declaración y Plan de Acción de Durban. En este documento están plasmados los compromisos que el conjunto de estados de América Latina y el Caribe, presentes en dicha conferencia, suscribieron para luchar contra la discriminación y el racismo manifiesto contra los grupos étnicos y las minorías. Tanto en el evento de Santiago como en el de Durban, se logra que los estados reconozcan la persistencia del racismo y la discriminación sufrida por indígenas y afrodescendientes y la forma como estos factores se relacionan directamente con la marginalidad y la pobreza en que viven estas poblaciones. También reconocen la fuerte vulnerabilidad de los grupos étnicos frente al deterioro del medio ambiente y el derecho de estos pueblos a sus propias formas de organización social y cultural, a la protección de sus hábitats y a su implicación en relación con las políticas de uso y manejo de los recursos naturales de dichos territorios.

Otra cuestión de importancia que aparece en este proceso de visibilización de las reivindicaciones de los afrodescendientes es el de las reparaciones frente a los impactos de la esclavización. Sobre este tema no se ha logrado aún una posición consensual ni entre el conjunto de los movimientos afrodescendientes ni de parte de los estados. Aunque como veremos enseguida, los países de la Comunidad del Caribe (CARICOM) van a emprender algunas iniciativas en este sentido.

Diferentes organismos internacionales como el PNUD y la OEA, así como instituciones de cooperación, han hecho eco de estos compromisos establecidos en las agendas de Santiago y Durban para respaldar sus programas en relación con los afrodescendientes. La Asamblea General de Naciones Unidas, durante su 65 periodo de sesiones, proclamó 2011 como Año Internacional de los Afrodescendientes. A lo largo de ese año se multiplicaron los foros, encuentros, seminarios, cumbres, tanto en ámbitos nacionales como de carácter internacional. En términos generales, y con diferentes acentos y matices, se reiteran en estos espacios, los contenidos programáticos y reivindicativos de los objetivos de Durban. Entre algunas de las proposiciones aprobadas, la ONU declara el Decenio de los afrodescendientes de 2015 a 2024 con el propósito de priorizar, durante este periodo de tiempo, las medidas necesarias para lograr las reivindicaciones de las poblaciones afrodescendientes a escala mundial.

De ciertas diferenciaciones de la movilización

La relevancia de las problemáticas relacionadas con las poblaciones afrodescendientes en América Latina y el Caribe no se presenta de forma equivalente en los diferentes países de la región. En aquellos en los que predominó el modelo de construcción nacional de repúblicas homogéneas con una hegemonía del control del Estado y la sociedad de parte de elites blancas mestizas es donde sus poblaciones afrodescendientes han desarrollado dinámicas de movilización nacional e internacional más relevantes. Se presenta así el caso de países con una presencia demográfica afrodescendiente importante como Brasil, Colombia, Panamá, Ecuador o Venezuela. Pero destaca también el activismo en países con una menor proporción de afrodescendientes como Uruguay, Honduras o Costa Rica. Gradualmente se han ido incorporando a este proceso movimientos del conjunto de países latinoamericanos, así como Cuba y República Dominicana, del Caribe. En cuanto al resto de los países del Caribe insular 14 , su población afrodescendiente es preponderante y también hace parte, total o mayoritariamente, de las elites políticas y económicas. Allí la acción de movimientos sociales afrodescendientes con reivindicaciones raciales no se expresa en los espacios transnacionales de movilización a los que nos hemos referido. Lo que sí podemos observar es que en tanto que estados, los gobiernos del Caribe insular aglutinados en el CARICOM 15 están asumiendo una reivindicación en materia de reparaciones frente a los impactos negativos del colonialismo y la esclavización cuyas consecuencias aún son manifiestas en forma de pobreza y vulnerabilidad. CARICOM creó, en 2013, la Caricom Reparations Commission (CRC). El propósito de la CRC es establecer mecanismos de interlocución con los gobiernos de los países europeos que ejercieron el régimen colonial y esclavista en la región para reclamar mecanismos de reparación y justicia como víctimas de las consecuencias de la esclavitud de africanos y sus descendientes, el genocidio de sus poblaciones indígenas y el régimen colonial. En 2015 CARICOM solicitó a la OEA el respaldo de este organismo a sus reclamaciones de reparación a las potencias coloniales. En este sentido, las iniciativas se siguen multiplicando. En el marco del Decenio de los afrodescendientes que se inició en 2015, este tema será uno de los prioritarios de la agenda reivindicativa.

Consideraciones finales

Acercándonos a un balance

A lo largo de estos últimos años se siguen desarrollando diversos espacios de reflexión y de evaluación sobre los derechos de las poblaciones afrodescendientes en relación con la agenda global que ganó legitimidad en los años 1990, en particular los compromisos de la Conferencia de Durban. En general, los resultados de estos balances muestran cambios cualitativos en términos de la inclusión de los afrodescendientes en las agendas globales (de los organismos internacionales) y en las de la mayoría de los gobiernos de la región, en algunos casos, a través de reformas constitucionales, y, en otros, por medio de leyes y decretos, o la creación de instancias específicas de los gobiernos que tratan sus asuntos. En algunos países, la visibilidad adquirida por sus expresiones políticas o asociativas representa un salto frente al panorama de finales de los años 1980 en este sentido. Superando una especie de invisibilidad política, los movimientos afrodescendientes comenzaron a hacer parte de los interlocutores en el debate político nacional, toda vez que el tema de las políticas de reconocimiento y la lucha contra la discriminación racial ocupa desde entonces un lugar visible en las agendas de los gobiernos de la región. Pero en el aspecto en el que se muestra un balance claramente negativo, aún en países como Brasil que presenta el mayor nivel de políticas públicas de inclusión para sus poblaciones negras, es en la superación de la brecha, que sigue manteniendo a la mayoría de estas poblaciones en la base de la pirámide social, con grados altos de pobreza, segregación, marginalidad y vulnerabilidad 16 .

Para el caso de Brasil, esta afirmación se basa en estadísticas socioeconómicas sólidas (IBGE, s. f.). Otros países van introduciendo gradualmente variables etnoraciales que permiten establecer resultados referidos a las poblaciones afrodescendientes y obtener resultados que muestran de forma fiable la tendencia generalizada. En otros hay aún una gran dificultad para contar con estos insumos estadísticos y analíticos. Justamente una de las reivindicaciones que agitan los movimientos afrodescendientes en estos espacios y que ha contado con el respaldo de las instituciones internacionales es sobre la necesidad de que los estados creen o mejoren los sistemas estadísticos que den cuenta de forma concreta de los niveles socioeconómicos y otras variables que determinan el grado de inclusión social de los afrodescendientes.

Existe una importante producción de estudios cualitativos antropológicos y sociológicos sobre esta problemática que cruza racismo con la exclusión y la pobreza en poblaciones afrodescendientes. A esto se agregan diagnósticos realizados tanto a escala nacional como para el conjunto de la región. Todos coinciden en mostrar indicadores sociales negativos para los afrodescendientes. Las estadísticas y estudios en materia de acceso a medios básicos como salud, vivienda, agua potable, saneamiento, electricidad, educación, empleo y recreación, confirman que las políticas implementadas en dirección a superar estos resultados negativos no han producido los efectos esperados. Uno de los aspectos en que se manifiesta con mayor énfasis actualmente su vulnerabilidad es en el referente a las cuestiones ambientales. Los afrodescendientes se ven afectados fuertemente por los impactos de fenómenos naturales y los problemas del cambio climático que afectan de manera directa sus hábitats rurales y urbanos. También, soportan los impactos de problemáticas relacionadas con el control y manejo de los recursos naturales, la biodiversidad, el territorio y las políticas de desarrollo 17 .

Frente a estas problemáticas han surgido diversas formas de movilización de parte de sectores de las poblaciones afrodescendientes. Se destacan las luchas en defensa de los territorios de sus asentamientos rurales en los que se reivindican formas culturales propias de relacionamiento con la naturaleza, prácticas tradicionales de producción respetuosas del medio ambiente y discursos alternativos sobre el desarrollo. Estas manifestaciones confluyen con las dinámicas de acción que constituyen el actual marco de los conflictos socioambientales en la región (Agudelo, 2016).

Recapitulando, ¿y del multiculturalismo qué?

Hemos visto cómo hacia finales de las décadas de 1980 y 1990 se hacen visibles los discursos sobre las identidades étnicas, en especial indígenas, pero también le siguieron algunas movilizaciones de movimientos de poblaciones de origen africano. Tanto los actores “subalternos” como las elites y los sectores de izquierda hasta hace algunos años totalmente refractarios al reconocimiento de la diversidad van a situarse en el nuevo discurso sobre el multiculturalismo. Esta nueva dinámica va a estar atravesada por su confluencia con los proyectos estratégicos neoliberales que se entronizan en la región (como parte de un fenómeno global que afectó al conjunto de las sociedades nacionales). Es allí donde se manifiestan de forma más clara los límites de aplicación práctica del multiculturalismo como nueva forma de inclusión.

En relación con la confluencia entre políticas multiculturales y neoliberales, llamamos la atención sobre la lectura del multiculturalismo como el discurso por excelencia del Estado neoliberal. En esta lógica, los gobiernos se deshacen de sus responsabilidades para que los actores individuales y/o colectivos asuman, a través de procesos autogestionarios, la resolución de sus necesidades. A partir de su afirmación como sujetos autónomos y diferenciados, el Estado se limitaría a un reconocimiento formal de la diferencia y las identidades colectivas 18 . Esta puede ser una visión unívoca de un fenómeno más complejo. No olvidamos la centralidad del Estado y la importancia de actores de la escena internacional -como los organismos que gestionan el multiculturalismo y el neoliberalismo-, pero tampoco podemos dejar de lado el proceso de construcción histórica del reconocimiento de la diferencia como reivindicación de la movilización política de actores sociales. Son algunas de sus principales expresiones las luchas de los movimientos negros por los derechos civiles en Estados Unidos, las luchas anticoloniales y antiapartheid en África y Asia, los movimientos indígenas desde los años 1970 y de los afrodescendientes desde finales de los 1980. Los estados no van cediendo espacio a su discurso universalista y republicano solamente como una estrategia maquiavélica para consolidar el proyecto neoliberal. Hay un proceso político en el que operan diversos actores y dinámicas que se dan en un contexto de correlación de fuerzas globales desfavorables para los actores étnicos. La capacidad de maniobra de los estados y las instancias internacionales neoliberales logran establecer dinámicas en las cuales se pueda ser al mismo tiempo multicultural y neoliberal, sin que medie contradicción alguna. Un proceso reivindicativo identitario que responde a los intereses de una colectividad puede terminar pareciendo un puro producto de la lógica neoliberal más ortodoxa (Agudelo y Recondo, 2007). Desde la experiencia de las poblaciones afrodescendientes, las políticas del reconocimiento o multiculturales han sido el producto de una interacción compleja entre el Estado y actores diversos (organizaciones sociales, movimientos políticos, ONGs, autoridades locales, organismos internacionales, agentes de la cooperación para el desarrollo, entre otros).

La dinámica que se ha generado en el contexto de la globalización ha sido uno de los elementos determinantes que explican el posicionamiento, tanto en las agendas internacionales como en los niveles nacionales, de las problemáticas de los afrodescendientes. En este plano se ubican las actividades mencionadas, como la celebración en 1992 de los 500 años de resistencia indígena, negra y popular en las Américas, el proyecto de la UNESCO La ruta del esclavo, la constitución de las distintas redes transnacionales, los diversos foros sobre la problemática, en especial la preparación y realización de la Conferencia de Durban en 2001, e iniciativas como el año y el decenio internacional de los afrodescendientes promovidos por la ONU (2015-2024).

Si bien es cierto que en los últimos 20 años se ha transitado de la “invisibilidad” oficial de los afrodescendientes latinoamericanos a formas de reconocimiento institucional de trascendencia, quedan aún sin respuesta satisfactoria la mayor parte de las reivindicaciones sociales y políticas que acompañaron el discurso de los diferentes actores que han interactuado en el proceso de construcción del multiculturalismo. Los estudios y cifras 19 siguen corroborando que la mayoría de las poblaciones negras en la región se encuentra en condiciones de pobreza, marginalidad y exclusión social. Estos débiles resultados denotan inconsecuencia de parte de los estados en la aplicación de medidas de orden económico que concreticen las transformaciones materiales necesarias (Agudelo y Lemos, 2014; Agudelo y Boullosa-Joly, 2015).

La interpretación acerca de las razones de los débiles resultados en materia de inclusión social es objeto de debate. El énfasis en materia de reconocimiento que caracteriza las políticas multiculturales, dejando de lado la importancia de abordar los grandes desequilibrios sociales y económicos es un elemento de reflexión y cuestionamiento (Fraser y Honneth, 2006). Algunas posiciones críticas de sectores del movimiento negro frente a la implementación del multiculturalismo se centran en el sesgo neoliberal que ha enmarcado la puesta en práctica de las políticas de reconocimiento y que no logran atacar las causas estructurales de la exclusión de las poblaciones negras 20 .

Hasta el presente, la reivindicación de la agenda de Durban (Declaración y Plan de acción), continúa siendo el instrumento que recoge la síntesis más completa de las reivindicaciones de las poblaciones negras en su lucha contra la discriminación racial y por la inclusión social. Este es el referente más trascendental de legitimación de la movilización de los afrodescendientes. Entre tanto, el reiterado compromiso de los Estados y las instituciones internacionales alrededor de Durban, muestra un desbalance entre las Declaraciones de principios y de respaldo y la voluntad y determinación necesarias para, no solo impulsar, sino, ante todo, ejecutar medidas concretas que se constituyan en avances tangibles para cerrar la brecha de la exclusión de los afrodescendientes (Agudelo, 2015).

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2Esta expresión proviene del uso recurrente en estudios sobre el multiculturalismo en las sociedades contemporáneas, inicialmente en trabajos en inglés como Multicultural turn. Las referencias son numerosas (Taylor, 1994; Kymlycka, 1996, 2009; Glazer, 1997; Murphy, 2011; Pitcher, 2009). Es una acepción usada en estudios de referencia sobre el impacto del multiculturalismo en Latinoamérica (Sieder, 2002; Hooker, 2005; Rahier, 2012) que luego fue retomada en trabajos escritos en español como giro multicultural (Restrepo, 2008; Valero y Campos, 2015; Jaramillo, 2011) y en francés como tournant multiculturel (Gros y Dumoulin, 2012; Wieviorka, 1996). Para una revisión crítica de los estudios sobre multiculturalismo en general con énfasis en América Latina ver Gros y Dumoulin (2012).

3Sobre este aspecto ver los trabajos de (Le Bot, 1994; Gros,1991; Hale, 2005).

4A lo largo de nuestras investigaciones y publicaciones, hemos usado estas diversas formas de nombrar con un propósito descriptivo que se identifica con las diferentes autorrepresentaciones que asumen estas poblaciones en relación con contextos particulares (Agudelo, 2004a; 2005).

5Este apartado retoma los elementos desarrollados en un informe para el PNUD sobre conflictos socioambientales y poblaciones afrodescendientes (Agudelo, 2016).

6Desde el inicio de la esclavización existieron diversos mecanismos de obtención de la libertad para los africanos en las Américas (Helg, 2016). Sobre presencia de poblaciones negras en las ciudades ver (Agudelo, 2004b).

7A manera de ejemplo se encuentra el proyecto de investigación “Organización social, dinámicas culturales e identidades de las poblaciones afrocolombianas del Pacífico y suroccidente en un contexto de movilidad y urbanización”. Ver resultados en Urrea y Barbary (2004). También, para el caso de Brasil existen numerosos trabajos realizados por el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE, s. f.)

8Sobre estudios históricos del caso salvadoreño que muestran la importancia de su presencia en el periodo colonial, los procesos de mestizaje y los mecanismos de invisivilización estadística de sus descendientes: Lokken, (2006) y Loucel (2006).

9Nigeria cuenta con 193.39 millones de habitantes. Según el Censo 2010 de Brasil, su población afrodescendiente es de 97.27 millones (National Bureau of Statistics, s. f.; Petruccelli y Saboia, 2011).

10Para Cuba, según el censo de 2012, el porcentaje de no afrodescendientes (población blanca-mestiza) es del 64 % (Oficina Nacional de Estadísticas e Información de la República de Cuba, 2016, p. 4). En el caso de República Dominicana, según información de la Encuesta Latin American Public Opinion Project (LAPOP, 2006), el 14 % de la población es considerada como blanca, el 18% como negra y el 68 % lo constituyen los mestizos mayoritariamente mulatos. Ver documento de la Oficina Nacional de Estadística ONE, “La variable étnico-racial en los censos de población en República Dominicana” (2012).

11Del Popolo, Schkolnik (2014). Este artículo de síntesis es una muestra de investigaciones realizadas sobre el tema de parte de organismos como la CEPAL. Ver también CEPAL (2009).

12Con la excepción mencionada de Cuba y República Dominicana.

13Ver referencias citadas en nota 2 de la Introducción de este artículo.

14Las islas del Caribe son: Antigua y Barbuda, Aruba, Bahamas, Barbados, Cuba, Dominica, Granada, Guadalupe, Haití, Islas Caimán, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes, Jamaica, Martinica, Puerto Rico, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Trinidad y Tobago. El Caribe también incluye las costas de Guyanne, Surinam, Guyana, Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Belice, México y Estados Unidos. El área total es de 2 754 000, y el área de tierra de 239 681 km.

15Los países que conforman la CARICOM son: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Montserrat, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y Granadinas, Surinam, y Trinidad y Tobago.

16No tenemos aun datos sobre el estado de esta problemática de cara a los cambios gubernamentales recientes en Brasil.

17Ver entre otros diagnósticos y estudios sobre el tema: Proyecto Regional Población afrodescendiente de América Latina del PNUD (2010). El Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina (PERLA) de la Universidad de Princeton en asociación con centros de investigación en Brasil, Colombia, México y Perú (Telles y PERLA, 2014; PERLA, s. f.); El proyecto ANR -Agencia Nacional de Investigación- en Francia, CIESAS México, Afrodescendientes y esclavitudes: Dominación, Identificación y Herencias en las Américas–AFRODESC (Institut de Recherche pour le Développement, s. f.); De la CEPAL: Banco de datos de pueblos indígenas y afrodescendientes en América Latina y el Caribe–PIAALC (2012); Sobre proyectos implementados por el Banco Interamericano de Desarrollo ver BID (2011).

18Para una crítica del multiculturalismo como política funcional del neoliberalismo ver Hale (2004), Jameson y Zizsek (2001) y Boccara (2010).

19 En este trabajo hemos hecho alusión a varios estudios y diagnósticos sobre el tema. En materia de cifras una buena síntesis se encuentra en CEPAL (2012).

20Un balance exhaustivo sobre los avances y retrocesos del proceso de implementación de políticas de inclusión para los afrodescendientes se realizó en los simposios Afrodescendientes: quince años después de Santiago. Logros y desafíos (4-5 diciembre 2015, Cambridge) y Después de Santiago: El Movimiento afrodescendiente y los Estudios afrolatinoamericanos (9-10 diciembre 2016, Cartagena). Estos eventos fueron organizados por (ALARI–Instituto de Investigaciones Afro-Latinoamericanas de la Universidad de Harvard y la Universidad de Cartagena).

Received: September 21, 2018; Accepted: May 13, 2019

1

Francés-colombiano. Doctor en Sociología, Université Sorbonne Nouvelle, París III, Francia. Investigador asociado de la Unidad Mixta de Investigación Migraciones y Sociedades (URMIS), Université Paris VII-Université Nice Sophia Antipolis-IRD-CNRS, Francia. Correo electrónico: agudelo04@yahoo.fr

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