Introducción
La masonería se ligó, a partir de su creación en el siglo XVIII, a la integración de un sistema económico capitalista. Fue la primera red social laica que -entre nacional e internacional- trascendió los límites que la división de la economía-mundo en múltiples Estados nacionales imponía a la actividad cultural y política. Su expansión permitió la formación del sistema-mundo capitalista: un sistema que -extendido sobre áreas geográficas que incluyen múltiples unidades políticas y culturales- forma un mundo coherente, estructurado en centros, periferias y semi periferias y atravesado por ideologías, culturas políticas, culturas religiosas y prácticas sociales1.
En Centroamérica, a partir de la independencia, la masonería ha jugado un papel importante en la ampliación de la sociabilidad y de la esfera pública. Estuvo vinculada a la cultura política de los cafetaleros de la región. Hacia mediados de la década de 1860, los estados centroamericanos se habían comenzado a modernizar, bajo la muy fuerte influencia de la Iglesia. La modernidad en la región se asienta en el mundo citadino, las cuales fueron permeadas por una visión europeizante -debido a la migración europea- por lo que adquirieron un pensamiento más cosmopolita y progresista. Esto creó un entorno de apoyo hacia las primeras logias masónicas en Centroamérica2. Según Roberto Armando Valdés Valle, las logias masónicas eran auténticas redes de sociabilidad en la que cada uno de sus miembros era responsable de ayudar -en tanto masones y ciudadanos-, y de diversas maneras, a que ese sueño de democracia liberal secularizada se hiciera realidad3.
Para Ricardo Martínez Esquivel, entre 1865-1899, las logias masónicas costarricenses fueron espacios de sociabilidad que facilitaron la interacción y cohesión de miembros de distintas redes de migrantes, redes de profesionales y/u ocupaciones, redes de intelectuales, de miembros de distintas religiones e incluso individuos de diferentes fenotipos y orígenes étnicos. Para la Costa Rica decimonónica, la logia masónica constituyó un verdadero espacio multicultural, esto gracias al principio abstracto de igualdad, explícitamente entre hombres mayores de 21 años que saben leer y escribir4.
La masonería centroamericana fue un elemento más en los procesos de secularización de la sociedad y de promoción de nuevas ideas, como el deísmo y el krausismo. El desarrollo de las actividades masónicas estuvo caracterizado por: i) los constantes altibajos, relativos a crisis políticas, principalmente durante gobiernos inconstitucionales; ii) los intereses (estrategias personales) de los masones que muchas veces se antepusieron y entorpecieron el proyecto masónico; y, iii) los fuertes discursos antimasónicos de la Iglesia católica local. El proyecto masónico centroamericano terminó en 1899 con la fundación de la Gran Logia de Costa Rica, institución que transformó la masonería costarricense, al independizarla y otorgar una dinámica nacional. En 1903 la masonería guatemalteca hizo lo propio; siguieron en 1907 la nicaragüense; cinco años después la salvadoreña y casi una década luego, en 1922, la hondureña5.
Guatemala empezó a experimentar cambios en el ritmo de vida de sus principales ciudades, con la introducción de los valores capitalistas, esto a partir de su liga económica con el mercado mundial -hecho logrado a mediados del siglo XIX por medio del café-.6 En este proceso, el ocio y la sociabilidad fueron redefinidos. A fines del siglo XIX, las principales ciudades del país advirtieron el surgimiento de sectores de clase media, su auge se hizo visible debido a que las urbes mostraron un aumento en las actividades comerciales, manufactureras, profesionales y, en general, una mayor especialización y división del trabajo en la economía urbana7.
A finales del siglo XIX, en Guatemala se dio un proceso de asimilación cultural al proyecto nacional ladino promovido por el Estado. Este proceso estaba minado por una realidad segregadora desde el momento en que la producción de la riqueza agrícola del país se basaba en el trabajo forzado de los indígenas. De esta forma de explotación se beneficiaron los empresarios, comerciantes y grandes hacendados pertenecientes a la masonería guatemalteca, según se verá más adelante. Además, los indígenas debían lidiar con otro elemento que socavaba su proceso de asimilación, el del discurso ideológico que, aparte de ''bárbaros'', los designaban como producto de una ''degeneración'' histórico-cultural, manifestada en la humillación, embriaguez, criminalidad, idiotez y suciedad. Esto justificaba su condición de trabajadores forzados y la imposición de su tutela ciudadana por parte del Estado, dando como resultado una ciudadanía diferenciada8.
Fundamentado en todo lo anterior, en este artículo se tiene como objetivo estudiar la conformación de la red masónica guatemalteca, su protagonismo político-económico en la configuración de la sociedad guatemalteca y los principales miembros centroamericanos inscritos en el Boletín Oficial del Gran Oriente y Supremo Consejo Centro Americano durante el período que va de la instauración de la Revolución Liberal de 1871 a la fundación de la Gran Logia de Guatemala en 1903.
Surgimiento de la masonería en Guatemala
La masonería guatemalteca se institucionalizó de la mano del catalán José Quirce Filguera, quien se involucró en este tipo de sociedad en Costa Rica, en 1866. Para 1873 funda la logia Hiram9-ese mismo año Quirce murió en San José, Costa Rica-. La logia Hiram es la primera establecida en territorio guatemalteco, estuvo auspiciada por Francisco Calvo10. Aunque también se sitúa que el Gran Oriente de Colón organizó, en 1870, una logia en la ciudad de Guatemala, la cual tuvo actividad sólo unos meses11.
Los principales masones guatemaltecos y centroamericanos inscritos en el Registro Masónico del Supremo Consejo Centro Americano del período de estudio fueron cien miembros12. De este grupo sobresalieron treinta, de los que se ha podido constatar que pertenecieron a las elites económica, política, militar e intelectual no sólo guatemalteca, sino que también centroamericana13. Algunos adeptos a esta institución tuvieron el suficiente pensamiento cosmopolita y liberal para no aceptar el monopolio de la conciencia ejercido por la Iglesia católica, ya que se consideraban judíos como los costarricense Heinrich Nanne y su hijo Ricardo Nanne y libres pensadores como el guatemalteco Lorenzo Montufar, el salvadoreño Francisco C. Castañeda y el nicaragüense Salvador Mendieta. Con respecto a sus ocupaciones, de los treinta masones estudiados seis eran militares; otros seis eran funcionarios públicos; seis más eran abogados; tres médicos; de dos no se sabe su ocupación; dos eran agricultores; dos eran comerciantes; uno era cafetalero; uno era ingeniero; y, uno escritor (véase el Apéndice 1). De lo anterior se desprende que los principales masones centroamericanos estaban ligados al aparato estatal de sus respectivos países14.
Por otra parte, se sabe que el Supremo Consejo Centro Americano fue reconocido como regular en el Congreso Universal de Supremos Consejos reunidos en Lausana, Suiza, en 1875. Éste funcionó doce años en San José, Costa Rica, cuando por solicitud de un grupo de masones trasladó su sede a la ciudad de Guatemala, de conformidad con el convenio firmado el día 6 de julio de 188715. El traslado del Gran Oriente y Supremo Consejo Centro Americano de la capital costarricense a la guatemalteca fue, en parte, por la crisis que experimentaba la masonería en Costa Rica, por la suspensión de las garantías de la Constitución, lo que no sólo provocó que muchos extranjeros líderes masones regresaran a sus países, sino también muchos costarricenses opositores políticos de Guardia fueran exiliados, de los cuales, algunos pertenecían a la masonería. Además existía auge masónico en Guatemala, gracias a los cambios estructurales sufridos desde 1871, que propiciaron el desarrollo de este tipo de sociabilidad16. El paso a Guatemala, del Supremo Consejo Centro Americano, concedió patente a las siguientes logias:
Unión No. 1. 1886 (Ciudad de Guatemala)
Libertad No. 2. 1887 (Ciudad de Guatemala)
Fraternidad No. 3. 1887 (Antigua Guatemala)
Fénix No. 5. 1888 (Quetzaltenango)
Caridad No. 7. 1890 (Retalhuleu)
Firmeza No. 8. 1891 (Ciudad de Guatemala)
Estrella de Occidente No. 10. 1894 (San Marcos)
Hiram No. 11. 1897 (Ciudad de Guatemala)
Igualdad No. 13. 1897 (Totonicapán)
Estrella del Norte No. 17. 1900 (Ciudad de Guatemala)
Constancia No. 18. 1900 (Ciudad de Guatemala)
Fraternidad No. 20. 1900 (Antigua Guatemala)
Alianza No. 24. 1902 (Ciudad de Guatemala)
Del listado se percibe que las primeras logias masónicas guatemaltecas se fundaron en el centro y occidente de ese país. En estas regiones se concentraba el capital agrícola destinado a la producción cafetalera. Por otra parte, con el traslado del Supremo Consejo a Guatemala, y la formación de un grupo considerable de talleres, se propuso la creación de grandes logias en el área, las cuales manejaron la administración de los grados simbólicos y limitaron la acción del Supremo Consejo a las cámaras filosóficas (grados del IV al XXXIII)17. La membresía masónica creció a tal grado que se convirtieron en la base de la organización de la Gran Logia de Guatemala, el 20 de octubre de 1903. La fundación de esta institución significa que jurídicamente el país no dependería de grandes auspiciadores extranjeros, sino de labores nacionales18.
El contexto en que se institucionalizó la masonería en Guatemala refiere que, para el 15 de marzo de 1873, se promulgó la libertad de conciencia, y, por ende, el libre ejercicio de la religión. La elite política consideraba el protestantismo como un aliado del liberalismo en la construcción de una sociedad civil moderna, porque ayudaba a diversificar y apoyaba la tolerancia y el ecumenismo religioso, así como el poder civil, funcionando entonces como una religión práctica, para el desarrollo del proyecto liberal de sociedad civil19.
Para Martínez Esquivel, al protestantismo se le otorgaron las mismas funciones que a la masonería para la consolidación del Estado laico, lo cual explicaría la ''conversión'' al presbiterianismo y el acercamiento a la masonería de un general Barrios, quien investido con poderes dictatoriales llegó a dirigir el gobierno guatemalteco el 4 de junio de 1873. De hecho, tan sólo trece días después de ello (17 de junio), se organizó en la ciudad de Guatemala, la primera logia del proyecto de Francisco Calvo. Ésta, llamada Hiram, asoció de inmediato a cuatro ministros, un miembro de la asamblea constituyente y otro del consejo de gobierno, un jefe político de provincia, dos militares de alto rango y al cónsul general de Alemania.20 Lo anterior refiere que la institucionalización de la masonería en Guatemala fue hecha por la elite político-económica que instauró una sociedad que se benefició del trabajo forzado de los indígenas y de la segregación étnica de ellos mismos.
El mismo Martínez Esquivel expone que el desarrollo expansivo de las actividades masónicas en Guatemala se debe a que estas ciudades recibieron estructuralmente bien las transformaciones de los gobiernos liberales, lo cual las condicionaba socialmente para organizar este tipo de sociabilidades. Además, la alta migración de europeos y estadounidenses protestantes promovida por los gobiernos guatemaltecos, que no sólo ayudó a los cambios dirigidos por el Estado que buscaba una religión pragmática y adecuada al modelo económico impuesto, sino que colaboró en la expansión de actividades masónicas. Asimismo, se tiene que, en mayo de 1892, el presidente de la República José María Reyna Barrios (1892-1898) -sobrino de Justo Rufino Barrios- se declaró ''Gran protector de la masonería en Guatemala.''21
Conclusión
La masonería se institucionaliza en Guatemala por la llegada al país de José Quirce Filguera, quien se involucró en este tipo de sociedad en Costa Rica en 1866. Como parte de la revolución liberal de 1871 crecieron las logias por el mundo cafetalero del centro y occidente lo que llevaría a la organización de la Gran Logia de Guatemala, el 20 de octubre de 1903.
Durante el período de estudio, los masones guatemaltecos pertenecieron a las elites económica, política, militar e intelectual guatemalteca y centroamericana. Algunos adeptos a esta institución tuvieron el suficiente pensamiento cosmopolita y liberal para no aceptar el monopolio de la conciencia ejercido por la Iglesia, ya que se consideraban practicantes del judaísmo y del libre pensamiento. De la presentación y análisis de las ocupaciones de los treinta masones estudiados se tiene que estos estaban ligados al aparato estatal de sus respectivos países, ya que la mayoría de ellos eran militares, funcionarios públicos y abogados.
Los gobiernos guatemaltecos de los años de estudio promovieron la migración europea y estadounidense, en la búsqueda de una religión pragmática y adecuada al modelo económico donde la producción de la riqueza agrícola del país se basaba en el trabajo forzado de los indígenas, de lo cual se beneficiaron los empresarios, militares, comerciantes y grandes hacendados pertenecientes a la masonería en Guatemala.