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Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña

versión On-line ISSN 1659-4223

REHMLAC vol.12 no.1-2 San Pedro, Montes de Oca jul./dic. 2020

http://dx.doi.org/10.15517/rehmlac.v12i1-2.41467 

Reseñas de publicaciones

La Ciudad de los Geómetras. Volumen 1: Documentos para una historia inédita de La Plata de Gabriel Darrigran. La Plata: Edición del autor, 2020. 328 páginas. ISBN: 978-987-86-3466-1

Gastón Díaz1 

1Universidad Nacional de La Plata, Argentina

Palabras-clave: Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones; La Plata; Dardo Rocha; Buenos Aires

-

En Argentina, el 19 de noviembre de 1882 se funda la ciudad de La Plata, para que sea la nueva capital de la provincia de Buenos Aires. Había sido diseñada desde un tablero de dibujo y planificada hasta en sus más pequeños detalles, meses antes de su fundación.

Las crónicas de la época afirman que, inmediatamente, fue conocida como “una ciudad a lo Julio Verne”. Tan solo tres años antes, se había publicado la obra Los Quinientos Millones de la Begún, en donde el escritor Julio Verne describe una ciudad ideal llamada Franceville con una distribución de espacios públicos similar a la que tendría la nueva ciudad. A partir de mediados del siglo XIX, se habían comenzado a conocer en la República Argentina las teorías que habían nacido como reacción a las ciudades industriales que crecieron desordenadamente desde fines de siglo XVIII. Reacciones de teóricos como los socialistas utópicos o de quienes popularizaban sus ideas mediante la literatura, fueron las que influyeron directamente entre aquellos que proyectaron la que sería La Plata. Producto de la nueva corriente de arquitectura y urbanismo higienista, pretendía diferenciarse de las congestionadas urbes europeas y de la poco aséptica Buenos Aires, gracias a las amplias zonas verdes regularmente establecidas cada seis manzanas y las importantes calles con que había sido planificada.1

En todo lo antes mencionado nos encontramos con un denominador común vinculado al positivismo y al cientificismo que florecía a la par de la ciudad, este es “la necesidad de claridad, de racionalidad, de rigor geométrico que facilite el trabajo”. Es por esto por lo que La Plata, debido a su planificación y construcción, es considerada la primera ciudad en el mundo en haberse erigido de acuerdo con las ideas republicanas, en pleno afianzamiento de la Revolución industrial y la ciencia positivista.2

En la obra que se reseña queda probado que dos personas fueron las que intervinieron casi exclusivamente en el diseño del trazado final de la urbe: el gobernador Dardo Rocha y el ingeniero Pedro Benoit.

La importancia de las calles, avenidas y bulevares con que la habían proyectado, provenía del requerimiento del propio Rocha, ya que dos hechos históricos habían marcado al gobernador. En primer lugar, las epidemias de principios de la década del setenta que habían diezmado a la ciudad de Buenos Aires, amplificándose por la insalubridad de las estrechas calles porteñas. En segundo lugar, el conflicto armado de 1880, donde se habían obstruido las calles de Buenos Aires aislando a barrios enteros, por la construcción de barricadas. Otro de los requisitos al departamento de ingenieros que dirigía Benoit había sido el valor artístico de la traza, que se comprobaría en las formas geométricas de los espacios verdes y sus calles barricadas.3

Pero un detalle en las biografías de sus dos principales artífices provocará que durante décadas se formulen especulaciones acerca de las verdaderas motivaciones que llevaron a fundarla. Ambos eran hijos de masones y ambos habían ingresado a la masonería de jóvenes, y en el caso particular de Pedro Benoit, en 1885 había sido uno de los fundadores de la logia masónica La Plata Nº 80, integrada por funcionarios de la administración provincial.4

La falta de bibliografía seria sobre la historia de las logias de La Plata ha generado que aficionados a los misterios e investigadores no especializados con acceso a los medios de comunicación, vincularan durante años a la masonería con túneles secretos, la geometría sagrada y códigos ocultos en el propio trazado de la ciudad, llevando al terreno de la fantasía la verdadera historia de la masonería platense. A esto hay que sumar que a lo largo del tiempo, sistemáticamente, se ha incorporado a los cuadros de las logias de la ciudad a todo político ilustre y vecino de renombre, sin ningún sustento documental.

Hoy, esa bibliografía es utilizada y reutilizada hasta el hartazgo en conferencias, artículos periodísticos y nueva bibliografía que reproducen esos errores5. Ejemplo de ello son las habituales equivocaciones en las fechas de fundación de las logias, o las localizaciones erróneas y desconocidas de los templos masónicos.

Todos estos trabajos tienen en común que sus fuentes son la tradición oral, artículos periodísticos y la interpretación personal de sus autores sobre la simbología y el ornato existente en la ciudad. No puede dejar de mencionarse como una de las fuentes documentales de esos errores la obra de 1958, titulada La masonería argentina a través de sus hombres, del historiador oficial de la masonería argentina Alcibíades Lappas. En este libro se les atribuye injustificadamente a varios vecinos haber participado de la logia La Plata Nº 80, como es el caso del reconocido médico Alejandro Korn, y se incorpora a la ciudad la logia Florentino Ameghino, de la cual no hay prueba alguna de su existencia6; lo que acarreó la idea equivocada de que el famoso naturalista Florentino Ameghino había sido un activo masón en esa ciudad.7

El caso del divulgador platense Sebastianelli8 es el más extremo. Utilizando el sincretismo religioso y la asociación libre, en la década del noventa vinculó el trazado de la ciudad de La Plata con la geometría sagrada y el número Pi, y a esto con los masones fundadores9. Por lo tanto, se puede aseverar que fue él quien inició la tradición fantástica en la historiografía platense, y que su libro La Plata: ciudad sagrada fue la fuente documental utilizada por los investigadores que le siguieron en el siglo XXI, como María Carlota Sempé, Ricardo S. Katz y tantos otros.

Todo esto ha provocado que cuando se menciona públicamente la influencia de la masonería en la capital bonaerense, el imaginario colectivo la asocie con las ideas del movimiento cultural New Age, como lo son el orientalismo, la magia y el ocultismo.

Esta situación cambiará gracias a los esfuerzos del investigador argentino Gabriel Darrigran, quien se ha preocupado por realizar un exhaustivo trabajo de investigación a lo largo de distintos países, reuniendo toda la documentación existente sobre las logias de La Plata, las cuales también eran patrocinadas por la masonería italiana y española.

Con el objeto de corregir los errores que hasta hoy se sostienen sin ningún tipo de fundamento ni prueba, se puede afirmar que Darrigran fue el primer investigador en haber tenido acceso a los archivos que conservan los principales fondos documentales de la masonería argentina, siendo estos el Archivo de la Gran Logia de la Argentina y el Centro Documental de la Memoria Histórica de España.

En el marco de ese notable trabajo, se acaba de publicar el libro titulado La Ciudad de los Geómetras: documentos para una historia inédita de La Plata. El nombre elegido para la obra es un obvio eufemismo a “la ciudad de los masones”, y se caracteriza por publicar documentos de la masonería que nunca vieron la luz.

La obra completa está dividida en dos volúmenes, los cuales dividen la historia de la masonería platense en cinco épocas, que van desde el período previo a la fundación de la ciudad hasta el fin del siglo XX. La historia de la ciudad se entrelaza con la biografía de sus pobladores más activos, debido a que muchos de ellos la utilizaron para desarrollar los mismos emprendimientos que habían llevado adelante a lo largo de sus vidas.

El trabajo del autor es exhaustivo y con rigor científico, en el contexto de precariedad existente en el campo de la historiografía, ya que como hemos señalado al no existir bibliografía seria, el tema ha sido tratado por investigadores bien intencionados, pero que carecían de documentación que respaldara sus afirmaciones. De allí que Darrigran se propone narrar la implantación de la masonería al margen de las pseudohistorias reinantes.

Esta es la primera vez que se cruza la información del Archivo de la Gran Logia de la Argentina con los archivos públicos y la prensa de la época, lográndose redactar una crónica detallada de la fundación de todas las logias de la región y revelándose las motivaciones de estos librepensadores para fundarlas. Cabe destacar el cruce entre el fondo documental Dardo Rocha del Archivo General de la Nación con los documentos oficiales de la masonería, que revela por primera vez la cercanía del fundador de La Plata con la dirigencia de la masonería.

La idea popularizada de que La Plata fue un plan masónico pergeñado por la francmasonería desde antes de su fundación es sustituida por la idea de que los masones utilizaban a la joven ciudad para implementar proyectos filantrópicos y pedagógicos, con el fin de amplificarlos y extenderlos a todo el territorio de la provincia de Buenos Aires. Algunos de los casos que se mencionan son el de una asociación filantrópica de mujeres para auxiliar a las logias de la provincia, una Gran Logia regional en esa capital y la Universidad Provincial de La Plata.

Otras de las ideas que se intentan desterrar del imaginario son las que rodean a Dardo Rocha. Como afirma el director del Archivo de la Gran Logia de la Argentina Devríg Mollès en el prólogo:

Esta obra pone en evidencia que el fundador de La Plata no necesitaba estar afiliado a una logia masónica y asistir a sus asambleas para contar con el apoyo de los masones para sus planes políticos, debido a que desde siempre estuvo estrechamente vinculado con la dirigencia de la masonería. Su padre había sido uno de los fundadores de los primeros centros masónicos del país; al asumir la gobernación de Buenos Aires, inmediatamente propuso al Gran Maestre de la masonería como vocal del máximo tribunal provincial; y su abogado particular representó sus intereses durante años al frente del Supremo Consejo del Grado 33º de Buenos Aires.10

El libro comienza con el capítulo “Para todos los hombres del mundo”, en clara alusión al preámbulo de la Constitución Argentina, en el que se proclama la voluntad política de poblar al país con extranjeros11. En esta primera parte se muestra cómo esa voluntad de abrirles las puertas a los inmigrantes y a sus costumbres, en especial europeos, facilitó la llegada de la masonería institucionalizada y jerarquizada al territorio argentino.

No sorprende que Europa haya sido la cuna de la masonería moderna en el siglo XVIII. Desde fines del siglo anterior, Londres se había convertido en el epicentro europeo de una verdadera explosión asociativa que mezclaba individuos con diversos horizontes, aristócratas y burgueses dotados de cierto capital cultural.12

Más adelante, en el capítulo “La variable Sarmiento-Alem” se demuestra cómo el mes de abril de 1882 es una fecha bisagra en la historia de la masonería13. En este mes se inaugura en Buenos Aires el congreso pedagógico internacional, generándose una gran tensión en la sociedad por los debates sobre si se debe tener una educación pública laica o una católica; retorna a la masonería nacional el expresidente de la nación Domingo F. Sarmiento, con el único fin de ser elegido Gran Maestre ese mismo mes, y se comienza a diseñar el trazado artístico de la ciudad de La Plata por parte de Rocha y Benoit.

Cuales fueran que hayan sido los hechos que motivaron a los artífices del trazado, en él colocaron una escuadra, un compás y un nivel dibujados a través de sus calles y avenidas. Esto convertiría a la ciudad de La Plata en la primera y única ciudad en contener el emblema de la francmasonería en su plano, abarcando la totalidad de la urbe.

Como corolario, la obra de Darrigran nos deja un cambio de paradigma, al revelar que los masones de la ciudad nada tenían de místicos y estaban lejos de estudiar las propiedades matemáticas de la geometría sagrada. No sería la primera vez que esta fraternidad se adecua a los gustos literarios de la época13 y adapta su historia a la corriente cultural más popular, como lo era en este caso la New Age a finales del siglo XX. Por el contrario, la obra nos deja la idea de que eran masones racionalistas que utilizaban las matemáticas y la geometría con fines pedagógicos y filantrópicos, en beneficio de la población, algo más realista y en concordancia con el auge del positivismo decimonónico.

1Ambrosetti, Marisol, “La Plata: ciudad afrancesada”, El Día, 16 de febrero 2020, https://www.eldia.com/nota/2020-2-16-8-48-48-la-plata-ciudad-afrancesada-toda-la-semana

2Gabriel Darrigran Algaba, “La Gran Logia Bonaerense y su preocupación por la educación: Una de las fuentes del Rito Nacional Español”, REHMLAC+ 9 no. 1 (mayo-noviembre 2017): 32-33, https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/rehmlac/article/view/28198/28962

3Darrigran Algaba, La ciudad de los geómetras: Documentos para una historia inédita de La Plata (La Plata: Publicación del Autor, 2020), 54.

4Darrigran Algaba, La ciudad de los geómetras, 103.

5Mariana Enriquez, “Mis ladrillos”, Página 12. Suplemento Radar, 4 de marzo 2007, https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-3640-2007-03-04.html

6Alcibíades Lappas, La masonería argentina a través de sus hombres (Buenos Aires: Publicación del Autor, 1966), 182 y 347.

7Recientes investigaciones de Darrigran en el Archivo de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones de Buenos Aires, revelan que todos los masones que Lappas menciona como iniciados en la logia Ameghino de La Plata, en realidad fueron iniciados en la logia 19 de Noviembre.

8El fallecido Eduardo M. Sebastianelli fue iniciado en la masonería a mediados de la década del noventa del siglo XX, en una logia independiente de la ciudad, y desde allí escribió los trabajos “La masonería en la ciudad de La Plata”, “Antiguos procedimientos geométricos de la masonería operativa aplicados en el plano de la ciudad de La Plata”, “La Plata: ciudad sagrada”, entre otros.

9Eduardo M. Sebastianelli, “La masonería en la ciudad de La Plata”, Símbolo. Revista internacional de Arte – Cultura–Gnosis (julio de 1999), https://symbolos.com/emsebas0.htm

10Darrigran Algaba, La ciudad de los geómetras, 29-39.

11Dévrig Mollès, La invención de la masonería. Revolución cultural: religión, ciencia y exilios (La Plata: EDULP, 2015), 75.

12Darrigran Algaba, La ciudad de los geómetras, 57-67.

13Mollès, La invención de la masonería, 42.

Recibido: 22 de Abril de 2020; Aprobado: 16 de Mayo de 2020

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