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Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y Caribeña

versión On-line ISSN 1659-4223

REHMLAC vol.12 no.1-2 San Pedro, Montes de Oca jul./dic. 2020

http://dx.doi.org/10.15517/rehmlac.v12i1-2.41636 

Experiencias investigativas en tesis

La Santa Sede in Costa Rica 1870-1936. Il rapporto politico-religioso e diplomatico tra il governo del Costa Rica, la gerarchia cattolica del Paese e la Santa Sede nel periodo liberale costaricano

José Aurelio Sandí Morales1 

1Universidad Nacional, Costa Rica

-

El investigador José Aurelio Sandí Morales ha defendido una tesis doctoral, cuyo título es: “La Santa Sede in Costa Rica 1870-1936. Il rapporto politico-religioso e diplomatico tra il governo del Costa Rica, la gerarchia cattolica del Paese e la Santa Sede nel periodo liberale costaricano”, en la Universidad Scuola Normale Superiore, Pisa en Italia, el 24 de enero de 2018. José Aurelio Sandí Morales nació en 1984 en Costa Rica. El autor nos ha concedido la siguiente entrevista.

¿Cuáles fueron los motivos que le llevaron a enfocar su investigación en la masonería?

En realidad, la investigación no está ni iba dirigida a estudiar la masonería. Se llegó a analizar la masonería porque al estudiar a la Iglesia católica costarricense, en general, entre los años de 1870-1936, tenía que “tocar” el tema de la masonería. Esto a causa de ser uno de los actores que en ese periodo tuvo injerencia no solo en el proceder y actuar de los católicos, sino que condicionó lo que hacían sus miembros en torno a ella. Digámoslo en palabras sencillas, se volvió uno de sus principales “enemigos”, en particular para el caso de Costa Rica desde 1863 a 1904. Por ejemplo, en medio de las relaciones entre el Estado y la jerarquía católica y en el proceso de romanización de los fieles y los sacerdotes, la masonería fue un tema, en ocasiones constante, que decantó desde las relaciones de ambas instituciones hasta lo que se decía y hacía en torno a ella en la relación y el proceso antes mencionados. De igual manera las relaciones entre la curia romana y la Iglesia católica costarricense se vieron “afectadas” por la aparición y desarrollo de la masonería en Costa Rica y en particular por ser uno de sus fundadores un sacerdote católico, Francisco Calvo.

¿Cuáles fueron las fuentes utilizadas?

Esta pregunta es muy amplia, procuraré que la respuesta sea sintética y precisa. Para la investigación en general utilicé diversidad de fuentes y esto se ve reflejado con la mención que haré de los acervos consultados. Por ejemplo, en Europa se consultaron los archivos del Vaticano, el Secreto (ahora llamado Apostólico), el de la Secretaría de Relaciones Exteriores y el de Propaganda Fide. Así como los de las órdenes religiosas de los dominicos y los jesuitas. En Costa Rica se consultó el Archivo Nacional, el Archivo Arquidiocesano de San José y el Diocesano de Alajuela, así como la Biblioteca Nacional.

Las fuentes de cada uno de los anteriores fueron las siguientes: en el Archivo Apostólico se consultaron las fuentes que decían América, México, Guatemala y Costa Rica que tenían información relevante sobre el tema, así como los 105 fascículos que se encuentran en la sección destinada a la Internunciatura de América Central. Por su parte, en el Archivo de la Secretaría de Estado se consultaron todos los fascículos titulados Costa Rica desde 1842 hasta 1936. Se debe aclarar que para el periodo de la investigación se presentaron problemas serios a la hora de consultar documentación luego de 1932, esto por estar aún clasificados como no consultables. A la vez, en este acervo documental se revisaron también todos los fascículos de las repúblicas de América Central comprendidos del periodo 1818-1880.

Ahora bien, en lo que respecta a los archivos de las órdenes de los dominicos y jesuitas se consultó la clasificación que cada archivo tenía para la región. Por ejemplo, en los dominicos se consultó la sección Bética que contenía documentos sobre Costa Rica y América Central. En el acervo de los jesuitas se consultó la sección Costa Rica y América Central.

Por su parte en el Archivo Nacional los fondos analizados fueron los de Hacienda, Gobernación, Relaciones Exteriores, Culto, Fondo Manuel María Peralta y Leyes y Decretos, entre otros. En la Biblioteca Nacional se revisó su hemeroteca, de la cual se utilizaron diversos periódicos con noticias e información referente al tema de investigación y la colección de Leyes y Decretos.

Por último, en los archivos eclesiásticos de San José y Alajuela se analizaron diversas fuentes. Por ejemplo, en el de Alajuela se estudió toda la información digitalizada denominada correspondencia recibida y enviada del episcopado de Mons. Monestel. En lo que respecta al Archivo de San José, se revisaron las cajas de Fondos Antiguos con información relevante para la tesis. A la vez se analizó su hemeroteca, en particular lo referente al semanario El Eco Católico y a la revista mensual El Mensajero del Clero. De igual manera, se analizaron los libros de acuerdos de cada obispo y del cabildo, las Cartas Pastorales de todos los Ordinarios de San José. Así como otras informaciones variadas que resguarda dicho acervo documental como libros sacramentales, entre otros.

¿Cuáles fueron las principales dificultades con las que se ha encontrado? ¿Cómo las ha superado?

Dificultades como tales fueron muchas, mencionaré algunas. Por ejemplo, los textos en latín, no todos estaban redactados de una misma manera. Los documentos escritos en este idioma por la Santa Sede, Mons. Thiel o Mons. Stork o por cualquier otro sacerdote fueron escritos utilizando en ocasiones diferentes normas de redacción, en oportunidades porque no se conocía muy bien dicha lengua y en otras por su vasto conocimiento. El latín de la Santa Sede era más complejo, el uso de tecnicismos era recurrente, así como de “adornos” literarios. El latín de Stork era en cierta medida un tanto más decorado y el de Mons. Thiel era más sencillo de comprender, se puede decir que era más directo y claro a la hora de utilizarlo. Este problema lo solucioné con la ayuda del sacerdote Luis Diego Sáenz Salazar, a quien agradezco las horas que destinó de manera gratuita en la laboriosa tarea que se realizó de manera conjunta de traducir todos estos documentos. Sin temor alguna puedo decir que es uno de los pocos latinistas en Costa Rica, a quien le agradezco, de nuevo, haberme ayudado a comprender las dudas que se me generaban a la hora de leer informes, comunicaciones y hasta reprimendas al clero. Los otros problemas con las fuentes se solucionaron por la guía y pericia del tutor del trabajo, el profesor Dr. Daniele Menozzi.

Otro problema y creo el más serio y complejo fue el trabajar en los archivos europeos en general, esto debido a sus horarios de atención y restricción del material que prestan por día y hasta por semana. Ahí es donde se valora que el Archivo Nacional, el Archivo de la Arquidiócesis de San José y la misma Biblioteca Nacional tengan un horario de jornada continua y con acceso amplio a la información por consultar. Algo que no se debe dejar que se pierda.

De igual manera, el valor en dinero para obtener una fotocopia o reproducción digital de un documento en Europa es muy elevado. Mucho dinero de la beca de estudio (en especial el suministrado por el gobierno italiano) se tuvo que destinar para este rubro, ya que se sabía de antemano que no se podría transcribir todo y se debía recurrir a la fotocopia y reproducción fotográfica. Algo similar sucedía con los costos por libros.

¿Cuáles fueron las principales problemáticas históricas que su trabajo ha resuelto?

Esta pregunta es muy amplia, pero espero responder mediante un listado:

  1. 1. Se analizó la posición de la Santa Sede ante los problemas que enfrentaban las Iglesias católicas locales de la región.

  2. 2. Se analizó cómo fueron las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y las cinco repúblicas del Istmo.

  3. 3. Se estudiaron las relaciones entre la Santa Sede y el Gobierno de Costa Rica, pero también cuáles fueron las disposiciones que se giraron desde la Colina vaticana a la jerarquía de la Iglesia católica costarricense.

  4. 4. Se profundizó sobre un tema y un proceso histórico poco abordado en Costa Rica como fue la romanización de los sacerdotes y los fieles residentes en el país. Todos estos temas dentro del periodo de 1870-1936, sin olvidar que se hizo referencia tanto a los años previos como a los posteriores.

  5. 5. Se analizó la información que “iba y venía” desde Costa Rica, Guatemala y la misma Santa Sede sobre la masonería, lo cual permitió comprender en un espectro más amplio, cómo era vista y las estrategias implementadas para contrarrestarla.

¿Por favor, podría resumir la esencia de su tesis en dos líneas?

El estudio de las relaciones diplomáticas-religiosas entre la Santa Sede, el gobierno civil y la Iglesia católica costarricense entre 1870-1936, así como el análisis de estas relaciones con las otras repúblicas de América Central entre 1908-1936.

¿Cuáles fueron las lecciones, a todos los niveles, personal y profesional, que usted ha deducido de su experiencia investigativa?

No puedo hablar solo sobre la investigación, ya que la tesis fue algo más que realizar una consulta en diversos acervos documentales y redactar. Demandó la asistencia y aprobación de cursos de diferente índole, temáticas e idiomas. En ello entra desde el aprendizaje y perfeccionamiento (si así lo puedo llamar) de idiomas, no solamente el italiano, francés o latín, sino el tener que haber reaprendido, por ejemplo, latín del periodo antiguo, renacentista y de la época moderna, ya que, aunque tiene muchas similitudes, no se puede decir que son iguales. Lo mismo sucedió con el italiano, el francés y el inglés del periodo posrenacentista. De igual manera, los cursos sobre libertad religiosa, religiosidad en el siglo XV-XVII, o sobre los procesos de conquista espiritual propuestos por las coronas portuguesa y española y la participación de diferentes órdenes religiosas como los jesuitas, franciscanos y dominicos, así como el curso sobre antisemitismo católico o los cursos sobre la formación del Estado italiano permitieron tener un acceso a bibliografía desconocida y que sin duda fueron fundamentales para tener un mejor conocimiento de lo que se iba a investigar. Por ejemplo, conocer a mayor profundidad temáticas como la “secularización” de una sociedad o la “laicización” de un Estado, solo para citar unos ejemplos, fueron elementos que no se aprendieron en la investigación propiamente, sino en todo el proceso que demandó la aprobación de cursos y desarrollo de investigaciones paralelas a la doctoral.

Dentro de los personales, pero que tuvieron su repercusión en el ámbito profesional, puedo indicar varias experiencias. Una de ellas es el aprender a realizar críticas con mayor criterio analítico, así como recibirlas. Eso es una cosa que en Costa Rica casi no sucede. No solo en Italia, pero en particular en este país que fue donde más tiempo residí se incentiva que diversos profesores estudien un mismo tema en particular. Cuando se encuentran en seminarios, coloquios o reuniones se generan discusiones fuertes, de un alto nivel académico, sobre el uso de bibliografía, interpretaciones conceptuales, estrategias metodológicas, uso de fuentes, entre otros elementos. Las conversaciones se presentan con argumentos directos, claros, fuertes y contundentes, al punto que uno llega a creer que se pueden generar enemistades, cosa muy usual en Costa Rica, pero que a final de cuentas esto no sucede. En Italia, luego de un verdadero debate los dos o tres profesores involucrados salían sin mayor problema a tomarse un café, compartir una pizza o a cenar juntos, invitando a algunos estudiantes para seguir con las discusiones, pero en un ambiente ya más informal y relajado. Donde en ocasiones se podía aplicar el refrán de: In vino veritas. Esto sucedía también en los cursos entre estudiantes y el profesor a cargo.

Dentro de los hechos vividos que dejan huella puedo hablar de discusiones que presencié entre profesores no solo italianos, sino de diferentes nacionalidades que son inimaginables en Costa Rica. En Costa Rica nos resentimos porque nos dicen que nos equivocamos en algo, cuando más bien se debería de estar agradecidos porque se leyeron los trabajos de uno y lo hicieron con detenimiento y se dignaron a realizar críticas constructivas y no aplicaron la “norma” de leer conclusiones o solo en las secciones donde se observan citados para ver qué se dijo de ellos. Eso lo marca a uno en lo profesional y en lo personal. Deja claro que las “fincas” (temas analizados por un solo profesor) no deben existir, pero eso en Costa Rica no pasa. Tendemos a ser cada uno el “Non Plus Ultra” de “nuestros” temas, como si en verdad fueran “nuestros”, de los cuales yo puedo hablar y nadie más, a no ser que siempre esté de acuerdo con lo que yo digo. Esto le resta desarrollo, análisis y criticidad a cualquier tema. Algo que tampoco sucede es decir que la historiografía de “X” o “Y” país o lengua es mejor que la del otro y por eso no leen otra cosa que no sea del país o idioma que se presenta como el mejor. En Europa en general leen de todo, todo, obvio con sus salvedades y limitaciones, pero nunca escuché comentarios de que no se leía en español, francés o portugués porque no se hacía nada bueno. Claro que este comentario vendrá solo de una persona que por pereza académica no desea aprender otro idioma. Desde mi punto de vista, creo que en Costa Rica han aprendido a ser más críticos y abiertos los que hacen historia agraria, pero en otros campos de la historia las fincas existen y hasta se forjan enemistades solo porque alguien se atrevió a contradecir a uno de esos que se considera “todopoderoso”. En síntesis, se aprende a hacer crítica razonada, no una crítica en la cual solo se hace alusión a lo negativo de un trabajo, para luego indicar que lo que hizo el “crítico” es lo correcto, sino una crítica real con fundamentos y recomendaciones con sentido.

Otro elemento que lo marca a uno es ver a los historiadores consolidados o ya “viejos” investigando en los archivos. Por ejemplo, no es la norma ver publicaciones de estos profesores “viejos” sin fuente primaria que el historiador no haya consultado de forma personal; ni mucho menos el hecho de que los trabajos se basen solo en la revisión de bases de datos o periódicos digitales, “cosa” muy común en estas latitudes. Eso le enseña a uno que la historia se hace en el campo. El campo puede ser el archivo, la biblioteca, la calle, entre otros sitios, pero jamás en un escritorio esperando que los asistentes o estudiantes manipulados lleven la información que un profesor solicita en un curso para su propia investigación. Esto no quiere decir que se desea eliminar las horas en las que un estudiante hace de asistente de un profesor. Más bien lo que se aprendió es que el asistente va con el profesor al campo de trabajo a aprender técnicas y hasta la buena “maña” que se debe desarrollar a la hora de enfrentarse con un documento o un entrevistado, pero siempre con su guía, del cual se aprende bastante.

Un aspecto más que debo resaltar, que viví como estudiante, fue la dedicación que se le da a la profesión estudiada. La mayoría de mis compañeros cuando ingresamos al doctorado eran de mi edad (26 años) o a lo sumo uno o dos años mayores o menores. Todos ellos ya sabían además de su lengua materna dos o tres idiomas que conocían desde sus años de “laurea”. Algo impensable para Costa Rica. Por ejemplo, me tocó trabajar con un compañero que no sabía castellano, pero se propuso aprenderlo para realizar una investigación que nos correspondía realizar juntos, pero presentar por separado. Acá lo rescatable fue su ímpetu por aprender o no poner barreras, obvio que solicitaba ayuda cuando algo no lo entendía. Esto fue un ejemplo a seguir y esto lo hice cuando comprendía lo que un texto en italiano, francés e inglés del siglo XVI o alemán contemporáneo quería decir. En este último caso recuerdo la vez en que un profesor me obligó a leer dos artículos en alemán, lengua completamente desconocida para mí, opté por pedir la ayuda-traducción de un compañero que sí lo manejaba. En esas circunstancias es donde se valora la entereza y el espíritu por aprender y de colaboración de una persona que uno toma como ejemplo a seguir.

¿Ahora, cuáles son sus proyectos profesionales?

En estos momentos coordino la actividad académica denominada “El Bicentenario lo celebramos todos: a 200 años de la independencia de América Central del Reino de España (1821-2021); lecturas y relecturas del proceso emancipatorio”, en la Escuela de Historia de la Universidad Nacional. Desde allí se han realizado más de una veintena de eventos académicos con profesores nacionales y extranjeros, que han procurado dejar claro que la independencia de América no fue un hecho aislado, sino parte de un proceso histórico.

Además se desarrolla un proyecto de investigación titulado: “El apoyo de la Santa Sede y la Iglesia católica costarricense en el proceso independista, la construcción de una identidad nacional y la consolidación del 15 de setiembre como fecha de la independencia patria. (1821-1921)”. Proyecto que tiene como objetivos principales analizar la posición y colaboración de la Santa Sede en el proceso de independencia de Costa Rica y cómo la Iglesia católica local colaboró a la hora de celebrar la fecha de independencia en medio de la creación de una identidad nacional.

También traduzco parte de mi tesis, la cual se procurará publicar a finales de 2020 o principios de 2021.

Los planes a futuro serán proponer a la misma unidad académica donde trabajo la realización de una actividad académica y un proyecto de investigación que tengan como eje común el tema de la “secularización” de la sociedad, la “laicización” de los Estados y las relaciones entre los gobiernos y la fe cristiana en América Latina, esto desde la colonia hasta la primera mitad del siglo XX. La idea sería desarrollar al menos dos publicaciones sobre el tema, realizar diversas actividades académicas con profesores nacionales y extranjeros, así como crear un curso optativo que analice dicha temática. Esta entrevista se efectuó de forma telemática el 14 de abril de 2020.

Esta entrevista se efectuó de forma telemática el 14 de abril de 2020.

Autores de la entrevista: Ricardo Martínez Esquivel e Yván Pozuelo Andrés, director y editor de REHMLAC+.

Recibido: 14 de Abril de 2020; Aprobado: 20 de Abril de 2020

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