Introducción
El presente trabajo tiene como objetivo principal el ofrecer una visión alternativa1, desde la ribera americana del Océano Atlántico, respecto a las masonerías autóctonas de Cuba y Puerto Rico durante el último tercio del siglo XIX2.
Al presente existen pocos libros de historiadores académicos que discuten dichas masonerías en esta época, y la mayoría son de historiadores europeos3. El primer estudio, del Prof. José A. Ayala, ya fallecido, fue publicado a comienzos de los 1990, y consiste de dos libros sobre las obediencias españolas en Puerto Rico4. Como parte de su excelente estudio, el Prof. Ayala dedica un capítulo a la masonería autóctona, representada por la Gran Logia Soberana de Puerto Rico (GLSPR).
A mediados de los 1990, y siguiendo el mismo patrón de trabajo del Prof. Ayala, el Prof. José Manuel Castellano Gil publica como libro5 su tesis doctoral, presentada en la Universidad de La Laguna, dirigida por el Prof. Manuel de Paz6. Ella incluye un prólogo del Prof. José A. Ferrer Benimeli7, calificando como publicaciones partidistas, pseudohistóricas y panfletarias, a las publicaciones que presentan pro-masónicas al movimiento emancipador cubano, asi como a sus héroes nacionales. Paz y Ferrer, son reconocidos historiadores de la masonería, con amplia experiencia en tales estudios en América.
En la década del 2000, la Prof. Dominique Soucy8 publica como libro su tesis doctoral, dirigida por el Prof. Paul Estrade9. Y el profesor cubano Eduardo Torres Cuevas10 publica como libro sus seis ensayos presentados en los Simposios del CEHME11. Estos dos últimos libros versan sobre la masonería autóctona cubana.
En la década del 2010, el Dr. Miguel A. Pereira presenta su tesis doctoral sobre la masonería puertorriqueña12, el Prof. Jorge Luis Romeu publica varios artículos sobre la masonería cubana13, y aparecen varios trabajos sobre el tema en la revista REHMLAC14. Los enfoques de estos dos últimos autores arriba mencionados, caribeños, difieren de los dos españoles, y han tenido menor difusión por haber aparecido más recientemente.
Las masonerías autóctonas también fueron estudiadas por historiadores masones: en Cuba, por Aurelio Miranda15, Denslow16, Murphy17 y Fernández Callejas18; en Puerto Rico por Cordero19, Rodríguez Escudero20 y González. Ginorio21, entre otros autores.
Algunos historiadores académicos argumentan que los trabajos de historiadores masónicos, que llaman masonólogos, incluyen matices, interpretaciones e idealizaciones de la realidad, bien porque estos historiadores, a diferencia de los académicos, carecen de la preparación profesional necesaria, o de recursos económicos para estudiarlos, o porque los historiadores masones se encuentran demasiado cerca del tema, para ser objetivos22.
Sin embargo, como veremos en el presente trabajo, los historiadores profesionales también presentan ciertos problemas. Algunos parecen desconocer los reglamentos o el funcionamiento interno de la masonería, lo que les da una visión incompleta de la misma, y los lleva a malinterpretar ciertos eventos. Otros, basan sus estudios exclusivamente en actas y documentos de las sesiones de las logias, sin comprender que lo que ocurre antes o después de dichas sesiones y que, por tanto, no está incluido en dichas actas, es a veces tan importante (y a veces más) que los eventos reportados en las sesiones mismas.
Por otra parte, los historiadores académicos tampoco están exentos de cometer errores, interpretaciones parciales, u omisiones, como ha ocurrido con algunos autores españoles quienes, al interpretar ciertos eventos políticos relacionados con la masonería autóctona23, se dejan llevar por su hispanofilia24. Como bien dice el Prof. Paz, respecto al Gran Desastre de 189825: “De esta época arranca uno de los ejes principales de la fobia anti-yanqui en nuestro país [España]”26. Y las masonerías autóctonas de Cuba y Puerto Rico están demasiado ligadas a tales eventos históricos, que tanto afectaron a España.
Por último, algunos autores han estudiado las masonerías autóctonas separadas de su contexto histórico. Como dijera el polígrafo español José Ortega y Gasset: el hombre es él y sus circunstancias. Y, producto de hombres de su época, la masonería autóctona cubana y puertorriqueña está muy influenciada por tales circunstancias históricas, y no puede estudiarse ni comprenderse sin considerar tales circunstancias.
Contexto Histórico
Para entender el desarrollo de las masonerías autóctonas en las Antillas Españolas debemos conocer sus historias. La de la República Dominicana ha sido estudiada, por Moya Pons27 y Franklin Franco28. Para Cuba, usaremos a Moreno Fraginals29 y Calixto Masó30; para Puerto Rico, a Morales Carrión31, y para la de España, a Comellas32. Brevemente, Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico fueron, durante los siglos XVI al XVIII, colonias pobres y desatendidas, en oposición a otras mas ricas de la América continental. La Habana, con su excelente bahía que alojaba la Flota, fue la excepción33. El resto de Cuba, sin embargo, siguió la misma pauta de sus hermanas antillanas.
Dos eventos cambiaron este panorama. Primero, la sublevación de los esclavos de Haití francés, que dio a Cuba la posibilidad de heredar su potencial azucarero, y facilitó la difusión de la masonería, en las Antillas34 primero, y en América continental, después.
Segundo, la independencia de las colonias españolas del continente, tras la cual España al fin fijó su atención en lo que le quedaba de su ya menguado imperio colonial.
Dos acciones contrapuestas tuvieron lugar durante este Siglo XIX. Primeramente, se incrementó la introducción masiva de esclavos africanos, con idea de (1) producir más azúcar35, (2) e intimidar a los criollos con una sublevación como la de Haití, en caso de que estos últimos buscaran la separación de España. Segundamente, criollos cubanos y puertorriqueños buscaron inútilmente de España, comenzando desde las Cortes de Cádiz, la autonomía insular. La dinámica de las relaciones entre los habitantes criollos y peninsulares de Cuba36 y Puerto Rico37 durante este siglo, gira en torno a estos dos ejes.
Resumimos el contexto histórico a fines del Siglo XIX, en Cuba y Puerto Rico38:
El problema de la autonomía estaba claro. Criollos cubanos y puertorriqueños querían un gobierno insular con parlamento propio, como el del Canadá con Inglaterra, y no una representación provincial en las Cortes de Madrid. Ambas islas querían mantener su identidad propia y diferente, aún dentro de la familia española.
Ninguno de los regímenes políticos españoles del Siglo XIX: desde la Junta de Cádiz, en 1808; la restauración de la monarquía; el Trienio Liberal; el regreso de Fernando VII; la Regencia; el reinado de Isabel II; la Gloriosa Revolución; el reinado de Amadeo de Saboya; la Primera República; la Restauración de Alfonso XII, hasta la Regencia y el reinado de Alfonso XIII, tuvo el talento político de conceder a Cuba y a Puerto Rico la autonomía insular que tanto solicitaron a España39. Como bien advirtiera el patriota y estadista cubano José Antonio Saco: O España concede a Cuba derechos políticos, o Cuba se pierde para España40 -y así se cumplió.
Fue la desastrosa política colonial de España, y no el separatismo cubano ni el puertorriqueño, ni la masonería, lo que produjo el Gran Desastre de 1898.
Críticas a las masonerías autóctonas y sus argumentaciones41
Las masonerías autóctonas de Cuba y Puerto Rico mantienen muchos puntos en común, no solo por su cercanía geográfica e histórica, sino también porque la GLSPR surgió de la Gran Logia de Colon (GLCol) como Gran Logia Provincial, primero, y luego como Soberana. Tales semejanzas pueden compararse de la Tabla 1:
Años | Función Histórica | Cuba | Puerto Rico | Hechos |
1859+ | precursores | Andrés Cassard (1) | Eugenio Ma. Hostos | Origen de GLCol. |
1860+ | precursores | V. A. De Castro (1) | Ramón E. Betances | Gritos Yara/Lares |
1870+ | organizadores | Aurelio Almeida | Santiago R. Palmer | Funda Gran Logia |
1875+ | organizadores | Fco. Paula Rdguez | R. Matienzo Cintrón | Funda Gran Logia |
1878+ | organizadores | José Fdez. Pellón | Segundo Ruiz Belvis | Funda Gran Logia |
1880+ | organizadores | Aurelio Miranda | Ant. Ruiz Quinones | Funda Gran Logia |
1885+ | políticos/masones | Antonio Govín | Luis Muñoz Rivera | Partido Autonomista |
1890+ | políticos/masones | José Ma. Gálvez | Manuel Fdez Juncos | Partido Autonomista |
1899+ | políticos/masones | Juan Hdez Barreiro | José Celso Barbosa | Transfer. Soberanía |
Fuente: Miranda, Torres Cuevas, Castellano, Ayala, Cordero, Rodríguez Escudero.
En los mencionados estudios de los Prof. Ayala y Castellano hemos encontrado ciertas críticas comunes a las masonerías autóctonas de Cuba y Puerto Rico, las que han sido más tarde retomadas por la Prof. Soucy. En esta sección analizaremos dichas críticas y presentaremos argumentaciones a las mismas. Consideramos que no solo es necesario, como dijera Don Quijote de la Mancha, enderezar tuertos42, sino también proveer una visión alternativa, de este lado del Atlántico, para que futuros estudiosos puedan sopesar los méritos de estas dos posiciones y decidir por ellos mismos cual tomar. Estas críticas son tres:
Que la GLCol (y por extensión, la GLSPR, que surgió de esta) eran cubanonorteamericanas (infiriendo que estas eran dependientes de aquellas).
Que sus masones carecían de una ideología consistente ya que, en diferentes épocas, habían sido autonomistas, independentistas, reformistas o anexionistas.
Que la GLCol era españolizante (que no respondía a una línea política criolla).
En lo que sigue analizaremos estas tres imputaciones, dando ejemplos de las mismas, y argumentaremos cómo es que tales imputaciones son inconsistentes y carecen de base.
Primera Imputación: la GLCol era cubano-norteamericana (dependiente de esta):
…la masonería de origen cubano-norteamericana (…) una masonería autodefinida como autóctona, procedente de Cuba, es anterior a la propiamente española (…) En 1871 se inició la penetración de las obediencias españolas en Puerto Rico (...) contestada hasta 1898 por una masonería autodefinida como autóctona, procedente de Cuba43.
Frente a este tipo de masonería [española] surgió otra a finales de los años setenta, autodenominada autóctona, aunque en realidad era de origen norteamericanocubano44.
El apoyo oportunista [de la GLSPR] al nuevo régimen norteamericano le granjeará la tutela (…) de su vecino del Norte45.
La influencia masónica proveniente de Estados Unidos dejó sentir su huella46.
Nuestra argumentación se basa en la legislación masónica47, tal vez desconocida por estos autores. Esta implica, que para crear una Gran Logia, es necesario: (1) la existencia de al menos tres logias en activo (hubo que crear una tercera), (2) tratarse de un territorio masónicamente desocupado, y (3) obtener Cartas Patentes de potencia regular que autorice tal creación (dicha tercera, requirió una Patente de Carolina del Sur).
La España de los 1850 perseguía y prohibía a la masonería; por tanto no existía una potencia que pudiera extender tal Carta Patente. En EEUU, donde muchos cubanos y puertorriqueños habían sido deportados o se habían exiliado, perseguidos por el gobierno colonial por sus actividades políticas48, y donde estos criollos ingresaron a la masonería, si existía un Supremo Consejo y una Gran Logia49 dispuestos a darlas.
Dos masones fueron sucesivamente enviados a Cuba por Albert Pike, Gran Comendador del Supremo Consejo Madre del Rito Escoces50: Andrés Cassard, para organizar en Santiago de Cuba, en 1859, la Gran Logia y el Gran Oriente de Colon, y Vicente Antonio de Castro, enviado en 1862 para “rectificar los errores” cometidos por Cassard en la organización del Gran Oriente. De Castro decidió, en su lugar, crear otra organización: el Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA)51. Ambos eran cubanos, y habían vivido expatriados en EEUU por sus actividades separatistas.
Por otra parte, la influencia masónica de los Estados Unidos dejó poca huella. Por ejemplo, en lugar de adoptar los rituales de los primeros tres grados norteamericanos, que trabajan en Logias Azules usando el rito de York, la Masonería Simbólica de Cuba, y la de Puerto Rico, usan el diferente rito Escocés. Las liturgias norteamericanas no fueron traducidas, sino re-escritas (por De Castro). Y el mismo Prof. Castellano reconoce cómo “a partir de 1859, la proliferación de obediencias de corte esencialmente cubano generaría un ambiente cargado de disputas y rivalidades”52.
Por su parte, el Prof. Eduardo Torres Cuevas, cubano, comenta: “lo más destacado de la masonería de Colón radicaba en que, pese haber obtenido las cartas patentes para su constitución en los cuerpos masónicos norteamericanos, su militancia y sus proyecciones se vinculaban con la que se dió en llamar la masonería latina”53.
Resumiendo argumentos: a menos que las obediencias españolas del siglo XIX se hubiesen creado a sí mismas, como hizo la Gran Logia de Inglaterra en 1717, también tuvieron que seguir este mismo proceso. Las obediencias españolas obtuvieron sus Carta Patentes del Gran Oriente de Francia, y del Gran Oriente Lusitano, como apunta el Prof. Paz54. Sin embargo, en ningún momento los Profesores Ayala y Castellano califican a las obediencias españolas, como Masonería Hispano-Lusitana o Hispano-Francesa.
Por último, la actitud de la GLSPR para con los norteamericanos, tras el cambio de soberanía de 1898, y calificada por el Prof. Ayala de oportunista, es explicada por el mismo Prof. Ayala así: “La torpe administración española del XIX discriminó sin dudas a estos españoles de ultramar y favoreció al peninsular, que gozó en la isla de una serie de privilegios: oficios, destinos, y confianza de las autoridades”55.
Segunda Imputación: la masonería autóctona carecía de una ideología consistente:
Hubo masones en el Partido Conservador y los hubo también en el Partido Liberal, y después en el autonomista. Sin embargo, los ejemplos más numerosos los hemos encontrado en este último56.
… (discrepamos que) la participación de algunos de sus miembros en las filas del ejército libertador determine que esta obediencia haya pasado a la historia como un centro de revolucionarios independentistas57.
Nuestra argumentación incluye varias partes. Primeramente, la GLCol fue fundada en 1859 en Cuba; y las correspondientes de Puerto Rico, se fundaron varios años después, cuando ya en Cuba ardía la Guerra, y España hacia concesiones a Puerto Rico para mantenerla tranquila. En cuarenta años de difícil proceso58, de 1859 hasta fin del siglo, las estrategias políticas cambiaron, mas no así el objetivo criollo de lograr un desarrollo político-económico-social propio, dentro o fuera de la familia española.
No puede entenderse la dinámica política de nuestras dos islas, durante el Siglo XIX, sin conocer la lucha entre los criollos, que buscaban una vía de desarrollo propia para su patria, y los peninsulares, partidarios de mantener a los primeros bajo una estricta dominación. Hubo masones autonomistas, reformistas, anexionistas e independentistas, dependiendo del periodo histórico vigente. La búsqueda del mejor camino para lograr el objetivo final, en cada uno, explica la variación de las estrategias políticas seguidas.
El Dr. Miguel Pereira, en su mencionada disertación doctoral, explica cómo los autonomistas y los masones utilizaron la promoción de la identidad puertorriqueña en contraposición a una, única, identidad “española”, como elemento fundamental para el reconocimiento de sus reclamos de autonomía política e independencia masónica, impulsando así las soberanías política, económica, cultural y masónica de identidad nacional diferente de España (y lo mismo puede decirse para el caso de Cuba). Tal posición era contraria a la de las autoridades coloniales, así como a la de los peninsulares radicados en estas dos islas, y también a la de sus respectivas obediencias. Añade el Prof. Ayala:
En el fondo de esta disputa [entre obediencias autóctonas y españolas] latía no solo un problema político -el de la autonomía de la isla y por tanto el derecho de los puertorriqueños a crear sus propias instituciones -sino también social (…) las logias de obediencia española tenían un fuerte componente de elementos peninsulares que gozaban de considerables privilegios en el país antes de 189859.
Con respecto a que algunos masones participaron en el ejército libertador cubano, el mismo Prof. Castellano, en la nota 429 (pág. 261) de su libro, dice: “Entre los masones alzados en 1868 se encontraba un grupo importante de miembros de la logia Buena Fe de Manzanillo: Carlos M. de Céspedes, Manuel de Jesús Calvar, Bartolomé Maso Márquez…”. Y añadimos nosotros, en la logia de Bayamo estaban Tomas Estrada Palma y Francisco Vicente Aguilera, y en la logia Tínima, de Camagüey, Ignacio Agramonte60. Para los que desconocen la historia de Cuba, esta lista incluye al Padre de la Patria (Céspedes), a dos Presidentes de la República en Armas (Masó y Estrada Palma, este último también fue el primer presidente de la República Independiente, en 1902), y a Aguilera y Agramonte, dos de los más importantes héroes de la Guerra de los Diez Años.
Es importante entender la tenue frontera existente, en masonería, entre acción cívica y política. De allí surge su filosofía de pacifismo y obediencia a la autoridad constituida, que el Gran Maestro Wolter del Río, de la Gran Logia de Cuba, explica:
[los masones] discutimos principios en abstracto porque, como Institución, no podemos hacerlo. Cada Hermano individualmente, con las enseñanzas, los ideales y las doctrinas masónicos, deberá por sí mismo y como individuo, proveer para tales conclusiones, independiente de la Institución, las aplicaciones que libremente considere apropiadas61.
Dice el escritor masón cubano Garrigó: ”no es la institución masónica la creadora de conspiraciones, sino que su doctrina la hace incompatible con los regímenes coloniales (…) los masones, como individuos, sienten el deber de luchar por el mejoramiento humano social y nacional”62. El Prof. Torres Cuevas dice: “la Gran Logia Unida de Colón e Isla de Cuba (GLUCIC) tenía sus elementos comunes (…) con el proyecto revolucionario cubano de José Martí (…) compartía la concepción ética, laica, que formaban parte de la acción social masónica (…) para una república democrática y laica”63. Y añade: “Los miembros de la dirección del Partido Autonomista [cubano] eran destacadas figuras de los dos cuerpos masónicos [autóctonos: GLCol y GLUCIC]. (…) Muchos de los más destacados intelectuales de la época, tanto autonomistas como independentistas, eran masones”64. Tras la guerra de los Diez Años, entre 1879 y 1895, “fue el Partido Liberal Autonomista, en gran medida organizado y dirigido por masones el que, en decir del Prof. Torres Cuevas, desarrolló la tesis de que resultaba preferible lograr por la evolución65 lo que no se había podido conseguir por la Revolución”66.
Y las Prof. Soucy y Sappez añaden:
la Gran Logia, como institución, afirma su carácter apolítico, sus miembros (…) su compromiso como masones y como ciudadanos (…) Será Govín como Gran Maestro, quien recuerde (…) que sería una grandísima desgracia que hubiera escisión entre el ciudadano y el masón, porque entonces la obra de la Fraternidad será una obra baldía, muerta67.
Tercera Imputación: la masonería autóctona era españolizante (no comprometida):
…la Gran Logia de Colón, no solo se mantuvo alejada de todo proceso revolucionario-independentista, sino que además se mostró contraria al mismo68.
La Gran Logia de Colon mantuvo durante mucho tiempo su carácter firmemente español y solo a partir de mediados de los años 1870 empezó a manifestar cierta identidad masónica cubana69.
Nuestra argumentación se basa en dos partes: (1) en el asesinato, en 1870, del gran maestro Puente, de la GLCol, y (2) en varios comentarios inconsistentes con los puntos arriba expuestos, escritos en estos mismos libros, por los mismos autores arriba citados, y que contradicen su versión de que la masonería autóctona era españolizante.
En febrero de 1870, en la finca San Juan de Wilson, cerca de Santiago de Cuba, fuerzas militares coloniales bajo el mando del comandante Carlos González Boet, asesinaron, al Gran Maestro Andrés Puente Badell, al Gran Tesorero, y a otros altos dirigentes de la Gran Logia de Colón. Aurelio Miranda70 dedica un capítulo entero a relatar estos hechos, el Prof. Torres Cuevas, también lo incluye en su libro71, así como la Prof. Soucy72. Sin embargo, este evento no aparece en el libro del Prof. Castellano.
La relevancia del asesinato del GM Puente Badell surge de su contexto histórico. En 1870 Cuba estaba en guerra con España. Menos de dos años después, el 27 de noviembre de 1871, el gobierno colonial fusiló a siete estudiantes de medicina cubanos, alumnos de la Universidad de La Habana, acusados de profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón73. Y durante la Guerra de Independencia, en 1896, el General Valeriano Weiler dictó el Bando de Reconcentración, mediante el cual cientos de miles de campesinos fueron desalojados de sus fincas74, sus casas y cosechas fueron quemadas, sus animales fueron sacrificados, y los mismos fueron forzados a mudarse a la ciudad, donde más de 200 mil de ellos murieron de hambre y enfermedades.
Estos tres casos evidencian el propósito del gobierno colonial de mandar un claro mensaje, a los masones autóctonos, a los estudiantes criollos, y a los guajiros cubanos, los cuales, cuando menos simpatizaban, si no abiertamente apoyaban, a los mambises.
Al terminar la presentación de nuestro trabajo, en el Congreso de San José (UCR, XI/2015) un reconocido historiador español nos justificó la omisión del asesinato del GM Puente Badell, en el libro del Prof. Castellano, arguyendo que dicho incidente sería importante para nosotros, mas no para el Prof. Castellano quien no lo incluyó en su libro. Tal argumento nos parece erróneo por dos motivos. Primero, si cada historiador incluye o excluye eventos a su arbitrio, la historiografía pronto devendría un caos. Y creemos que ha quedado indiscutiblemente demostrada la relevancia de este hecho histórico.
Nuestra restante argumentación consiste en reproducir segmentos de los propios autores mencionados. Si la masonería autóctona cubana (y por extensión la de Puerto Rico) fuese españolizante, o hubiese comenzado a ser cubana solo a partir de mediados de los 1870, no habrían asesinado al GM Puente Badell en febrero de 1870, ni hostigado y perseguido a los masones autóctonos de ambas islas, ni cerrado las logias autóctonas, tanto en Cuba como en Puerto Rico, durante la Guerra de Independencia.
Citas referentes a la masonería autóctona cubana:
[se pretendía] cortar los recursos que el Gran Oriente de Colón enviaba ocultamente a la insurrección que aflige a la Isla de Cuba75.
La represión fue prácticamente constante76 (pág. 194).
La publicación [del periódico masónico cubano] cesó como consecuencia de las detenciones producidas el 5 de marzo de 1870, tras el allanamiento de la logia San Andrés por los Voluntarios, cuando se celebraba una sesión para rendir tributo al Gran Maestro Puente Badell77.
Tras la revolución de 1868 en España (…) los masones cubanos, sospechosos de animar la revolución, habían visto endurecer la represión gubernamental78.
Citas referentes a la masonería autóctona puertorriqueña:
El manifiesto publicado por el Gran Consejo del GOE en el Boletín Oficial de 1892 (...) lanzada la acusación de separatista a la masonería autóctona y no solo desde el punto de vista masónico, sino también político. La causa de la masonería española era una causa nacional, patriótica, según se decía79.
Frente a esta masonería españolista es posible que coexistiera otro tipo de masonería -la autóctona de la Gran Logia Soberana- menos apegada a la causa nacionalista y al dominio colonial80.
La idea de Palmer era fundar (…) un territorio masónicamente independiente. Autonomía masónica para Puerto Rico; autonomía política también para la isla”81.
Citas referentes a los sucesos del Morro de San Juan, PR, en octubre de 1887
El Prof. Ayala trata sucintamente este importante evento: “El Gobernador Palacio metió en el mismo saco de su persecución a liberales autonomistas y masones y muchas logias se vieron obligadas a suspender sus trabajos y muchos masones ingresaron en prisión acusados de conspiración”82.
Los historiadores puertorriqueños son menos parcos, dedicando artículos a estos sucesos. El Dr. Miguel A. Pereira escribe: “El 24 de octubre de 1887, fue arrestado en Mayagüez el primer Gran Maestro de los masones de Puerto Rico, Santiago R. Palmer83, en compañía de otros prominentes masones: Alberto Nadal, José Madera, José Vicente González, Salvador Carbonell Toro y Tomás Vázquez”84. Y el Prof. Luis A. Otero añade: “Fueron torturados tras su arresto. Carbonell fue alzado por los brazos, con los codos amarrados, hasta que sus pies apenas tocaban el suelo. La brutalidad fue tal, que sus brazos quedaron afectados para el resto de su vida”85.
La masonería autóctona como escuela de líderes
Hemos presentado argumentos que cuestionan criterios de ciertos historiadores europeos, con respecto a que las masonerías autóctonas de Cuba y Puerto Rico eran pronorteamericanas, españolizantes, y que sostenían un ideario político inconsistente.
Mas, si estas no eran españolizantes como ellos aducen, ni tampoco un partido político o un movimiento subversivo, qué eran entonces estas masonerías autóctonas?
Examinemos de nuevo su contexto. En una época en la que no existían en estas islas, sindicatos, clubes cívicos, ni partidos políticos, fue la masonería la escuela y el vehículo para que muchos próceres prepararan y realizaran su ingente labor patriótica.
Romeu explica la contribución de la masonería autóctona al proceso de formación nacional de Cuba y Puerto Rico de la siguiente forma: “Existen tres funciones claves que la masonería, y en particular la Gran Logia de Cuba [y de Puerto Rico], proveyeron a la sociedad (…) Ellas son la función conectiva, la función diseminadora y la función incubadora”86. Expliquemos este importante concepto más detalladamente:
En Puerto Rico, ni en el Oriente cubano, existía universidad durante el Siglo XIX.
Los que poseían medios económicos, como Betances y Hostos, en Puerto Rico, o Agramonte y Céspedes, en Cuba, estudiaban en la Universidad de La Habana, o en las de EEUU y Europa. La mayoría, estudiaba en su respectivo país hasta el nivel medio, y luego se superaba mediante lecturas, o participando en tertulias y logias.
Los masones de aquella época fueron, en su mayoría, autodidactas. Muñoz Rivera y Fernández. Juncos, en Puerto Rico, dirigieron periódicos y partidos políticos. En Cuba,
Cassard se hizo maestro, y luego fundó logias, periódicos y colegios. Calixto García, Maceo y Máximo Gómez, hombres de campo, fueron altos jefes del ejército libertador. Y sus estrategias y campañas, se estudiaron en academias militares europeas. Fue en la logia masónica donde ellos escucharon y dieron conferencias, se conocieron, pulieron sus facultades intelectuales, y fertilizaron y divulgaron sus ideas.
Suponer que en las actas de las logias encontraremos tales labores políticas es ingenuo. Unas veces para evadir a las autoridades coloniales, y otras para cubrir las reglas de la institución masónica, que prohíben las actividades políticas partidarias, dichas labores políticas o se realizaban fuera de la logia, o se realizaban pero no se reportaban. Caso en punto es el del GOCA, que cumplía con ambas condiciones arriba expuestas.
Sin embargo, tal situación se puede explorar mediante la estadística matemática. Consideremos dos factores: Liderazgo político, (inclusión en el gobierno autonómico), y pertenencia a la masonería. Analicemos si ambos están correlacionados (asociados).
Consideremos como población en riesgo, la compuesta por personas que pueden (por sus conocimientos y preparación) aspirar a formar parte del gobierno autonómico. Supongamos que en todo Puerto Rico hubiera diez mil (cifra bastante conservadora).
Sabemos, por el Prof. Ayala, que el número de masones puertorriqueños nunca pasó de unos tres mil. Supongamos que todos ellos tuvieran la preparación para aspirar a ser parte de dicho gobierno autonómico (o sea, de la población en riesgo).
Podemos entonces a través del procedimiento estadístico Tabla de Contingencia87 analizar si tal relación es estadísticamente factible. Construyamos dicha tabla, que estará compuesta de cuatro cuadros: (1) aquellos que ni integraron el gobierno autonómico, ni fueron masones; (2) aquellos que no integraron dicho gobierno, pero sí fueron masones; (3) aquellos que integraron el gobierno autonómico, pero no fueron masones; y (4) aquellos que fueron, a la vez, miembros del gobierno autonómico y de la masonería.
Factor A: | Masonería | |||
Factor B: | No masones | Masones | Total Factor-B | |
Participación en la política | Fuera del gobierno | Personas ni en gobierno, ni masones | Masones fuera del gobierno | Total de gente fuera del gobierno |
Autonomía puertorriqueña | En el gobierno | No masones en el gobierno | Masones parte del gobierno | Total de secretarios del gobierno |
Total Factor-A | Total de No masones | Total de masones | Total general |
Fuente: Derivación de la tabla estadística por el autor.
Sabemos por el Prof. Ayala que de las once secretarias del gobierno autonómico, puertorriqueño de 1898, ocho fueron ocupadas por masones88. Entonces, utilizando las cifras arriba dadas, de población en riesgo y de total de masones, podemos escribir:
Factor A: | Masonería | ||
Factor B: | No masones | Masones | Total-B |
Fuera del gobierno | 6997 | 2992 | 9989 |
Parte del gobierno | 3 | 8 | 11 |
Total-A | 7000 | 3000 | 10000 |
Fuente: Ayala, Cordero, Rodríguez Escudero y el autor.
Convirtamos la anterior tabla en otra que contenga Valores Esperados89, o sea, aquellos que, si los miembros del gobierno fueran seleccionados al azar, serian masones:
Factor A: | Masonería | ||
Factor B: | No masones | Masones | Total-B |
Fuera del gobierno | 6992.3 | 2996.7 | 9989 |
Parte del gobierno | 7.7 | 3.3 | 11 |
Total-A | 7000 | 3000 | 10000 |
Fuente: cálculos del autor.
Vemos cómo, considerando solamente al número de masones en la población en riesgo, los miembros masones del gobierno autonómico deberían ser solamente 3.3. Pero en realidad hay ocho: más del doble del número esperado. Además, el estadístico Suma Total, de la Tabla de Contingencia, es 9.57, más del doble del valor admisible de la Tabla Chi Cuadrado para este caso, que es de 3.84. La hipótesis de que existe asociación entre pertenecer a la Masonería y ser Miembro del Gobierno Autonómico es factible.
Para el caso cubano haremos un análisis similar en un trabajo futuro. Más, sus resultados serían similares, ya que la proporción de masones en el gobierno autonómico cubano fue mayor que en Puerto Rico90. Al menos cinco de los seis secretarios, Gálvez, Govín, Doltz, Montoro y Zayas, eran autonomistas cubanos y masones (83 %). Esta cifra es superior a la de Puerto Rico, donde cuatro de los seis secretarios (66 %), y cuatro de los cinco sub-secretarios (80%), también lo fueron, dando un total de 8 de 11 (72 %)..
La formación de líderes para las luchas por la soberanía de Cuba y Puerto Rico, fue la mayor contribución de la masonería autóctona de las Antillas españolas…
Conclusiones
En el presente trabajo analizamos la visión de algunos historiadores españoles y franceses respecto a las masonerías autóctonas de Cuba y Puerto Rico, y argumentamos contra las mismas. No queremos implicar con esto, que todos los historiadores europeos necesariamente piensen así. Sin embargo, estimamos que aquí hemos demostrado:
Primero: Autonomistas y masones (que coincidieron en gran número) utilizaron la promoción de su propia identidad, en contraposición a una identidad española, como elemento fundamental para obtener de España, el reconocimiento de sus reclamos de autonomía política y de independencia masónica.
Segundo: Los masones autóctonos adoptaron, a través del tiempo, diversas vías para forjar su identidad, incluyendo el reformismo, la autonomía y la independencia. Esto no implica que no tuvieran una ideología y un objetivo bien determinados.
Tercero: La masonería autóctona funcionó como una escuela de líderes en los procesos políticos de ambas islas. Ejemplos de tales líderes, en Cuba, incluyen a Martí, Maceo, Gómez, Céspedes, Agramonte, Estrada Palma, Juan Gualberto Gómez, Gálvez y Govin. En Puerto Rico, señalamos a Hostos, Betances, Baldorioty, Palmer, Ruiz Belvis, Quiñones, Muñoz Rivera, Fernández Juncos91y Barbosa. El desarrollo intelectual y político de tales líderes constituye su mayor contribución.
Cuarto: Algunos historiadores europeos han sido inconsistentes al evaluar determinadas características de las masonerías autóctonas de Cuba y Puerto Rico, basados en el origen de sus cartas patentes, Sin embargo, no han hecho una evaluación similar para analizar el origen de las cartas patentes de sus propias masonerías.
Quinto: Ciertos autores han sido inconsistentes al considerar a las masonerías autóctonas como españolizantes, pasando por alto, o ignorando elementos tan fuertes que lo contradicen, como son el asesinato del GM Puente Badell, en Santiago de Cuba, o los Presos del Morro, de octubre 1887, en San Juan de Puerto Rico.
Finalmente, es importante presentar una visión alternativa de estos criterios92, proporcionando una perspectiva del lado americano del Atlántico93, que sirva para balancear las perspectivas europeas, para el beneficio de los futuros estudiosos del tema. Teniendo ahora la oportunidad de escuchar y sopesar los criterios de ambas partes, los futuros historiadores podrán formar su opinión al respecto, de manera más informada.