Introducción
A partir de la década de 1970 surge la necesidad de incorporar la enseñanza y la práctica de las habilidades informacionales o de Alfabetización Informacional (ALFIN) en las escuelas, aunque no necesariamente han sido utilizados tales términos para definirla. El propósito de tal exigencia consiste en que el estudiantado de diferentes niveles educativos aprenda procedimientos para buscar información, identificarla, analizarla, evaluarla y comunicarla para la resolución de los problemas que se susciten en sus vidas.
Por lo anterior, la necesidad de promover un acceso eficiente a la información hace que ALFIN se considere una competencia del siglo XXI (Campbell y Kresyman, 2015; Pereira, 2011; Uribe-Tirado, 2012), cuya influencia podría manifestarse en el progreso de la sociedad y en el desarrollo económico, cultural y social de cada individuo. La importancia de ALFIN se ve reforzada, en especial, por el enorme crecimiento de la literatura científica y de divulgación provista a través de diversos medios, particularmente los electrónicos, por lo que ALFIN es imprescindible para el rendimiento académico y el aprendizaje permanente (Mahmood, 2017; Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE], 2018).
Sobre todo en ámbitos académicos, ALFIN cobra importancia por la necesidad de conocer diversas condiciones de la información, es decir, cuál, cuándo, por qué y para qué se necesita la información en la vida cotidiana de las personas; por eso, se convierte en una importante ayuda en la educación, para el cuerpo docente en el aula, especialistas en el ramo y las autoridades educativas.
Además, se estima que la persona que lee de manera habitual, siempre busca qué leer, al encontrar su tema, finalmente, adquiere información, en consecuencia, dicha información la analiza, la selecciona y la comunica, además, construye o crea nueva información para preparar algo distinto (Uribe-Tirado, 2012). Por ende, la importancia de esta propuesta es resaltar las áreas de oportunidad para implementar ALFIN en programas de educación básica, ya que se trata de un nivel educativo que, generalmente, carece de propuestas específicas, en especial, si lo comparamos con las abundantes iniciativas elaboradas para la educación superior o incluso la media superior. Por lo tanto, nuestra propuesta plantea conocer la forma en cómo se implementaron diversas iniciativas de ALFIN en la educación en general,
para luego analizar la manera en cómo deberían suceder en la educación básica, específicamente en estudiantes de cinco a 12 años. En dichas edades se considera como un factor fundamental que cualquier infante aprenda a leer y desarrolle hábitos de lectura, pues son actividades esenciales para desarrollar habilidades de pensamiento crítico y creativo, además de facilitar la resolución de problemas lectorales, científicos y matemáticos (OCDE, 2017).
Referentes teóricos
Enseñar ALFIN debe tener como propósitos principales: 1) la mejora continua en el aprendizaje, 2) discriminar la calidad de la información para identificar aquellas características que la hacen confiable o no, 3) formar personas críticas y creativas (Secretaría de Educación Pública [SEP], 2015), e incluso pasar a niveles superiores, desarrollando condiciones de alfabetización científica en cada individuo (Klucevsek, 2017). La aplicación de ALFIN puede considerarse ideal, sin embargo, provoca controversias, ya que su verdadera aplicación no sucede en todos los niveles educativos, a pesar de que uno de los problemas educativos es que constantemente se incrementa la falta de personas usuarias de información que sean conscientes e independientes. Esto se nota en la falta de capacidad en las personas para seleccionar o evaluar documentos, bien sea por su abundancia o por la carencia de competencias.
En ese sentido, la OCDE (2017) considera que la implementación de ALFIN en las escuelas de educación básica puede garantizar el derecho de cada estudiante a aprender diversas normas para expresar la información y gestionar fuentes de forma adecuada; asimismo, la organización propone la importancia de crear políticas nacionales que propicien el desarrollo de competencias específicas en la educación básica sobre aspectos relacionados con la navegación supervisada en las redes, el aprendizaje permanente para la autoinformación, la lectura y el uso adecuado de las bibliotecas y las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC).
Pese a ello, debe considerarse que el término de ALFIN muestra ambigüedades en su definición, por ejemplo, según Machin-Mastromatteo y Lau (2015), en Latinoamérica es común identificar algunos sinónimos empleados, como: formación de usuarios, habilidades informativas y ALFIN; en todo caso, las diferencias terminológicas no deben influir en su esencia al representar el conjunto de capacidades que requieren las personas para localizar, evaluar y usar efectivamente la información con los propósitos de resolver problemas, tomar decisiones y generar nuevos conocimientos (American Library Association, 2000; Beutelspacher, 2014; Donham y Steele, 2008; Mahmood, 2017; Ngo y Walton, 2016; Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2017; Pinto, Cordón y Díaz, 2010).
Por su parte, Cirus (2014) concibe ALFIN como mecanismos que permiten que la persona sea capaz de utilizar tecnologías y recursos de información en la vida cotidiana, haciendo posible que demuestre saber leer y escribir, tener hábitos de lectura e interés en saber, por consiguiente, adquirir las habilidades para identificar una necesidad de información, usar estrategias adecuadas para obtenerla y evaluarla críticamente; mientras tanto, cada estudiante tiene la necesidad de buscar información y en ese proceso generar ámbitos de aprendizaje personal, social, ocupacional y educativo.
Ante las anteriores propuestas sobre la influencia de ALFIN en la educación, puede valorarse que si los sistemas educativos no contemplan dicha temática como fundamental en sus planes de estudio, su consecuencia se manifestará -quizá a largo plazo- como un obstáculo para mejorar las condiciones económicas, culturales, sociales, educativas y científicas de cualquier país, así como la capacidad de las personas del mañana para investigar, evaluar y utilizar sabiamente la información para generar conocimiento (Megnigbeto y Hounwanou, 2007).
Entonces, es fundamental reconocer que ALFIN aún presenta cierta inmadurez y carece de una interacción necesaria e impacto para su implementación en los distintos entornos del aprendizaje, particularmente en aquellos relacionados con la educación básica (Ponjuan, Pinto, y Uribe-Tirado, 2015).
Metodología
La metodología utilizada en este estudio fue de carácter cualitativo, ya que se consideró la más adecuada para lograr los propósitos planteados en dos fases primordiales: i) análisis de las formas sobre cómo se han implementado programas de ALFIN en la educación y ii) la forma sobre cómo se propone implementar programas de ALFIN para la educación básica. Ambas fases se presentan en forma más amplia a continuación.
3.1 Obtención de datos claves para elaborar el programa de educación básica
Una vez analizados los contenidos de las fuentes documentales consultadas, con miras a identificar las características de las propuestas de ALFIN, los datos recolectados fueron categorizados usando la herramienta de análisis cualitativo ATLAS.ti, haciendo una síntesis de la información identificada como funcional para la educación básica.
El resultado obtenido fueron tres categorías para la descripción, que concretizan el contenido según su importancia, en relación con el propósito de la investigación, pues con ello se propone la base del programa de ALFIN para la educación básica. Se identificaron tres categorías: 1) evaluación de los programas de ALFIN, 2) acciones para llevar a cabo el programa y 3) mecanismos para la mejora de la pedagogía, descritas a continuación.
Formas de implementación de programas de ALFIN en educación
En la primera fase del estudio se realizó una revisión de la literatura científica disponible en las principales bases de datos (Scopus y Web of Science), utilizando las palabras clave: ‘ALFIN’ y ‘educación’, para recuperar las publicaciones disponibles del período de 2008 a 2019. Los resultados obtenidos permitieron clasificar las propuestas en tres vertientes y sus respectivas características:
La evaluación de ALFIN por medio de instrumentos. En esta vertiente se muestra que normalmente los instrumentos de evaluación contienen un nivel de confianza aceptable, ya que su aplicación tiene fines diagnósticos de entrada y salida sobre niveles de ALFIN. También, se observan investigaciones que logran implementar instrumentos para evaluar y desarrollar ALFIN en estudiantes (Eastman et al., 2018; Markowski, McCartin, y Evers, 2018; Pieterse, Greenberg, y Santo, 2018; Tong y Moran, 2017; Tecce, Grant, Lee y Neuman, 2018; Toledo y Maldonado- Radillo, 2015; Yeager y Pemberton, 2017). Esta vertiente se inspira en los principios del modelo Big6 para la enseñanza de ALFIN, que implica seis etapas para la resolución de problemas de información: i) definición de la tarea, ii) estrategias de búsqueda de información, iii) localización y acceso, iv) uso de la información, v) síntesis y vi) evaluación (Baji, Bigdeli, Parsa, y Haeusler, 2018), y para el diseño de instrumentos para evaluar de ALFIN (Foo et al., 2014; Foo, Majid y Chang, 2017), donde se muestra la importancia de elaborar un programa a implementar en la educación básica para atender la problemática de infantes con exposición a la Internet mucho antes de la educación formal y donde se pretende que, a través de acciones de ALFIN, cambien el rumbo de la construcción de conocimientos para su propio bien.
La enseñanza de ALFIN en la educación. Esta vertiente relaciona ALFIN con los procesos formales de enseñanza, recomendando el uso de los siguientes procedimientos: i) la biblioteca (Batool y Webber, 2014; Costa, Tyner, Henriques y Sousa, 2018), ii) el método del dibujo para la enseñanza de ALFIN (Brier y Lebbin, 2015), iii) enseñanza de la lectoescritura (González-López y Machin-Mastromatteo, 2018), iv) uso del juego de mesa en línea (Markey et al., 2008; Tecce et al., 2018) y v) plataformas virtuales (Cordeiro, Mancilla, Reyes y Lara, 2018). Además, el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (2018) recomienda la implantación de mecanismos de ALFIN en educación, a través de procesos formativos en los siguientes modos: buscar información en diferentes fuentes, usar índices y elaborar resúmenes de revistas, utilizar agregadores RSS de noticias, participar en foros de debate, listas de correo electrónico o páginas web y usar la lógica booleana para la búsqueda de información por relevancia.
Programas de ALFIN para su desarrollo. Esta vertiente se distingue por el establecimiento de programas por parte especialistas en investigación para la mejora en la enseñanza, el aprendizaje y la formación de usuarios, con miras al progreso continuo en el contexto escolar, académico, cultural, social, político y económico (Higgins y Cedar, 1998; Marzal y Sellers, 2011; Mohd, Nurfaezah y Jamaludin, 2018; Noe, 2013; Pirela, Paredes, Portillo y Caldera, 2015; Torras y Saetre, 2008). En esta vertiente se identifican las siguientes propuestas: i) gubernamentales, con miras a mejorar la educación usando ALFIN para la construcción de conocimiento en diversas disciplinas y en los campos culturales (SEP, 2015), ii) programas de uso del lenguaje metafórico (Holliday, 2017), iii) programas futuristas que definen competencias para períodos venideros, donde se busca encontrar y aplicar de forma apropiada las competencias de ALFIN (Campbell y Kresyman, 2015) y iv) iniciativas vinculadas con el involucramiento de los padres de familia y sus expectativas.
Evaluación de los programas de ALFIN
Fueron identificados seis temas relacionados con la evaluación de programas de ALFIN, cuyas variables se relacionan con la comprensión lectora y las habilidades del pensamiento. Esto evidenció una relación, asociación o participación con el uso de fuentes de información, la atención directa al estudiantado, el uso del lenguaje y comunicación y el uso formal de la biblioteca como centro de consulta (ver Figura 1).
A continuación, se describen los conceptos o temas que forman parte de la propuesta de contenidos para la evaluación de programas de ALFIN:
Habilidades del pensamiento. Requiere emplear actividades para el desarrollo de procesos cognitivos para ser competente para la vida (Moreno, Huerta y Castellanos, 2009). Las habilidades de pensamiento se relacionan con ALFIN, porque ambas necesitan de la capacidad lectora del individuo para desarrollar habilidades, como observar, comparar, ordenar, clasificar, representar, retener información, recuperar y traer a la memoria la información. ALFIN está estrechamente relacionado con las habilidades cognitivas, porque para aprender ALFIN se requiere la capacidad cognitiva (González-López, 2015).
La biblioteca. Se demanda de una biblioteca de aula o escolar, con diferentes fuentes de información y de contenidos digitales para su consulta, con la ayuda de profesionales en Bibliotecología.
Lenguaje y comunicación. Comprende el lenguaje sobre ALFIN, la capacidad para desarrollar competencias mediante una enseñanza situada y enfocada a la información.
Atención. La atención de infantes es esencial para la interiorización de la información, por eso, se necesita interés, motivación y decisión de cada estudiante para aprender.
Fuentes de información. La totalidad de discentes necesita una dotación de distintas fuentes de información para el uso cotidiano y desarrollar hábitos de lectura, para eso, se debe desarrollar el interés por leer y emplear dichas fuentes, incluyendo libros electrónicos.
Comprensión lectora. La lectura es la fuente del conocimiento, pero sin comprensión lectora no hay avance en el aprendizaje permanente. Para el éxito de la comprensión se necesita de la capacidad de atención en el alumnado en lo que desea conocer o aprender.
Acciones para llevar a cabo el programa
De acuerdo con el análisis de la literatura, se identificaron ocho temáticas para estructurar programas de ALFIN. Entre ellos, se encuentran técnicas y estrategias específicas, así como el involucramiento de docentes y estudiantes (ver Figura 2).
Docentes. Cada docente es una pieza fundamental en la educación, ya que promueve los conocimientos, enseña a pensar y pensar en aprender. Sin tal no habría enseñanza global en los programas de ALFIN, porque es quien se encarga de diseñar, programar e iniciar la enseñanza para buscar, identificar, analizar, evaluar y comunicar la información para el aprendizaje permanente, por ende, el grupo de estudiantes cree algo nuevo o domina la habilidad informativa para la vida.
Diagnóstico. Es esencial el diseño del diagnóstico para saber qué tanto sabe cada estudiante sobre ALFIN y desarrollar intervenciones según sus resultados. El diagnóstico permite que su docente tenga en cuenta las experiencias que tiene su discente sobre el tema y de ahí, realizar un programa para el dominio de ALFIN. Para un diagnóstico se necesita de un examen y una rúbrica de lo que se va evaluar.
Estrategias didácticas. Cada docente debe buscar estrategias didácticas que registren el éxito del aprendizaje de ALFIN. Para ello, se propone una dinámica de investigación acción, que consiste en que cada aprendiente sea parte de la investigación, al mismo tiempo, conozca diferentes fuentes de información para su aprendizaje y el manejo de cualquier tema.
Modelo de enseñanza. Se propone el modelo de enseñanza directa, por medio del juego, juegos de mesa y herramientas digitales para la enseñanza de ALFIN. Además, proponemos un modelo de enseñanza conceptual y de modelaje para la niñez, que requiere enseñar la definición de los términos en ALFIN y modelar una actividad para que el alumnado aprenda por medio del ejemplo.
Secuencia didáctica. Cada docente debe realizar las estrategias en secuencia, que incluyan los siguientes elementos: i) título del tema o estrategia a aplicar, ii) objetivo, iii) materiales a utilizar, iv) modalidad (individual o en equipo), v) duración de la actividad, vi) actividades de inicio, de desarrollo y cierre y vii) la evaluación de la actividad.
Lectura digital. Para la enseñanza de ALFIN es importante que las niñas y los niños aprendan a usar los libros electrónicos, pues viven y se desenvuelven en un mundo digital. Esto representa la oportunidad de agregar valor a lo que ven en la Internet, ya que se busca emplear libros constructivos que estén disponibles en abundancia dentro una biblioteca digital escolar (Beck, 2015).
La técnica del juego. Esta técnica es primordial en el programa de ALFIN para la educación básica, por el hecho de estar orientado a estudiantes entre las edades de cinco a 12 años de edad, así el aprendizaje de ALFIN será más significativo si es de carácter lúdico.
Niñez de la educación básica. Se busca desarrollar iniciativas para la enseñanza de ALFIN en niños y niñas de cinco a 12 años de edad, esto implica reconocer la enseñanza de ALFIN a este nivel como un derecho, encima, debe verse como un componente primordial de una educación formal de calidad.
Mecanismos para la mejora de la pedagogía
Se identificaron ocho temas relacionados con una pedagogía de ALFIN, donde, además de tomar en cuenta los estilos de aprendizaje y el aprendizaje situado, se cree que el aprendizaje del estudiantado y se pretende incluir a docentes como actores del aprendizaje (ver Figura 3). Los mecanismos para la mejora de la pedagogía son descritos a continuación.
Enseñanza de ALFIN a docentes. La elaboración por expertos de un programa para la enseñanza de ALFIN a docentes es importante para que puedan enseñar a sus estudiantes con propiedad, ampliando su visión sobre el tema y su enseñanza.
Enseñanza de hábitos de lectura. La lectura es un proceso de interacción entre el pensamiento y el lenguaje (Vegas, 2015). Para que cada docente enseñe hábitos de lectura, es necesario motivar a los niños y a las niñas, e inculcarles la importancia de la lectura para su vida y desarrollo integral. ALFIN está aunado a la lectura, porque necesita del desarrollo del habla, la escucha, la búsqueda, encontrar información, el análisis, selección, la solución de problema, el pensamiento crítico y usar la información apropiadamente (Reusch, 2015). Para la promoción de la lectura es imprescindible que tengan acceso a una biblioteca (Chaves, 2019).
Enseñanza de la motivación. De acuerdo con la experiencia en el aula, se enseña a aumentar la motivación y la atención en cada estudiante, pues cada discente con motivación y con necesidad de aprender puede prestar más atención, aprende más rápido y se comunica más eficientemente.
Enseñanza de lectura digital infantil. Para la enseñanza de la lectura digital es indispensable contar con habilidades digitales, para navegar en la Internet y buscar fuentes que construyan el pensamiento, sea en bibliotecas digitales, libros electrónicos o páginas web en general.
Enseñanza de conceptos. Los conceptos permiten mediar los conocimientos. En el caso de ALFIN, las palabras clave para el aprendizaje son: ALFIN, formación de usuarios, fuentes de información, información, bibliotecario, biblioteca, libro, periódico y revista.
Autoenseñanza de ALFIN. Se refiere a cada docente autodidacta, quien puede aprender buscando por sí y ser responsable de su aprendizaje y formación continua. Tal profesional tendrá la inspiración para aprender nuevos temas, estrategias y técnicas variadas para lograr que sus estudiantes dominen ALFIN.
Orientación a padres, madres y personas encargadas. Acompañar a padres, madres y personas encargadas para que apoyen a sus hijos e hijas en su aprendizaje y fomentar en casa la lectura y ALFIN.
Enseñanza de la concentración. Ayudar a que los niños y las niñas se concentren implica practicar la lectura, usar otros recursos como armar rompecabezas, jugar ajedrez, practicar la respiración, la meditación, el ejercicio y el juego diario.
4. Resultados y discusiones
Comprende un resumen de los criterios que identifican las formas sobre cómo se han implementado los programas de ALFIN en educación. En la Figura 4 se puede apreciar la identificación de sus características de implementación es determinada de la siguiente forma:
por medio de instrumentos para la evaluación de ALFIN. Se han diseñado y aplicado para evaluar ALFIN en niños y niñas hasta personas adultas, de educación básica, media superior y universitarios, por un lado, para conocer que tanto saben sobre ALFIN o el nivel de competencias, por el otro, que tanto aprendieron de ALFIN. De otro modo, un instrumento de diagnóstico de entrada y de salida. Además, incluyen temas como: las personas profesionales en Bibliotecología, conocimiento de las fuentes de información, el tiempo destinado al uso de la Internet, cuidados en el uso de las redes sociales, la biblioteca, el modelo Big6 para la planificación y ejecución de estrategias tanto de inicio como de salida. El objetivo de los que han implementado ALFIN es para adquirir la competencia de ALFIN de otro modo, sus estudiantes aprendan a buscar información, identificarla, seleccionarla, analizarla y comunicarla tal y como lo señalan los autores (American Library Association, 2000; Beutelspacher, 2014; Cirus, 2014; Donham y Steele, 2008; Mahmood, 2017; Ngo y Walton, 2016; Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2017; Pinto, Cordón y Díaz, 2010).
Programas para la enseñanza. Lo que se ha implementado de programas de ALFIN es para aprender la competencia de ALFIN, para la resolución de problemas y el aprendizaje permanente (Uribe- Tirado, 2012). Los mecanismos propuestos de acuerdo con la revisión son los siguientes:
El uso de técnicas booleanas de búsqueda; se refiere a realizar las búsquedas de información de forma inteligente.
Cursos presenciales y en línea sobre temáticas de ALFI: con el fin de aprender el concepto de ALFIN, conocer diferentes fuentes de información, buscar información y el uso del Manual APA.
Plataformas virtuales; para adquirir la competencia de ALFIN y para el aprendizaje permanente.
Juegos digitales. Como el juego de mesa para conocer conceptos de ALFIN.
Uso de la biblioteca para la enseñanza de ALFIN, conociendo la clasificación de libros, búsqueda de libros, bases de datos y como identificamos la mejor información, para realizar una investigación.
La lectoescritura. Como lo señalan González-López y Machin- Mastromatteo, la enseñanza de ALFIN a través de la lectoescritura, es decir, aprende cada estudiante a leer y a escribir, al mismo tiempo, conoce diferentes fuentes de información, y vocabulario de ALFIN.
La lectura como fuente principal para la enseñanza de ALFIN (Pinto, Cordon y Diaz, 2010; Sanches, 2019).
A partir del análisis de lo anterior, se obtuvieron los temas que se proponen para ser incluidos en los programas de ALFIN orientados a la educación básica (ver Tabla 1). Los datos ofrecen criterios interesantes, entre los cuales se identifican las siguientes características: i) su aplicación exclusiva para resolver problemas en educación básica, ii) la información científica consultada proviene de bases de datos de prestigio, reconocidas por promover fuentes provenientes de la ciencia principal, iii) los resultados sugieren poner atención en la implementación de esta clase de programas, debido a la exposición continua al peligro por parte de los niños y las niñas al usar las redes sociales y iv) la formación actual no es suficiente sólo con el uso del libro de texto.
INSTRUMENTO PARA LA EVALUACIÓN DE ALFIN | ENSEÑANZA DE ALFIN | PROGRAMAS DE ALFIN |
Comprensión lectora | Autoensenanza | Diagnostico educativo de |
Fuentes de informacion | Ensenanza de ALFIN a docentes | Secuencia didactica |
La atencion | Ensenanza de habitos de la lectura y comprension | Tecnica de juego |
Lenguaje y comunicacion | La ensenanza de la motivacion | Estudiantes de educacion basica |
Biblioteca o fuentes de informacion | Ensenanza de la lectura digital infantil (revistas digitales para ninos o bibliotecas digitales infantiles) | Modelo de ensenanza |
Habilidades de pensamiento | Ensenanza de la concentracion | Estrategia didactica |
Orientacion a padres, madres y personas encargadas | La lectura digital | |
- | - | Docentes |
Fuente: Elaboración propia
La Tabla 1 indica los temas considerados para el programa de ALFIN en educación básica para su enseñanza aprendizaje para niños y niñas entre cinco y 12 años de edad. De igual manera, es un gran aporte para la comunidad docente y el cuerpo de profesionales que investigan en el campo de las Ciencias de la información.
5. Conclusiones
Los resultados de esta investigación demuestran la factibilidad de llevar a cabo programas de ALFIN para estudiantes de educación básica, porque ofrecen la posibilidad de que aprendan a conocer cómo y cuándo usar cuál información para la vida. ALFIN es una competencia que se puede adquirir a través de procesos de enseñanza y aprendizaje, siempre y cuando se consideren los estilos de aprendizaje de las personas que la deban desarrollar.
Los hallazgos que presentamos comprenden aspectos de relevancia relacionados con estudiantes, docentes, padres y madres de familia, autoridades educativas, personas encargadas de la implementación de políticas públicas y especialistas de la información. Por lo tanto, ofrece proposiciones para la transdisciplinariedad en el campo de las Ciencias de la Información, que incluyen la mediación educativa, la pedagogía, el cuerpo docente y el desarrollo de competencias enfocadas en las visiones y las pretensiones de la educación del siglo XXI. Además, se pretende que todos los contenidos identificados también pueden ser proyectados y desarrollados para incluirse en materiales didácticos y libros de texto de la educación básica.
Se concluye que ALFIN se implementó de forma exitosa por medio del uso del juego, de aplicaciones digitales para su enseñanza, cursos específicos en el tema, juegos de mesa, la técnica booleana para la búsqueda de información, la lectoescritura, enseñanza por medio del dibujo e instrumentos para la evaluación y utilización de recursos educativos. El logro principal fue contribuir con el desarrollo de las competencias que necesitan el estudiantado para desempeñarse exitosamente en la escuela y para lograr la capacidad del aprendizaje permanente.