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Revista Costarricense de Psicología

versão On-line ISSN 1659-2913versão impressa ISSN 0257-1439

Rev. Costarric. Psic vol.35 no.1 San José Jan./Jun. 2016

 

Obituario

Semblanza en memoria de Mauricio Leandro Rojas (*1965 †2016)

Dra Mirta González Suárez

Miembro del Comité Científico de la Revista Costarricense de Psicología

Llamamos docente a quien enseña, un paso más hace quien enseña y produce conocimientos, y una nueva dimensión se abre cuando, además de lo anterior, la labor produce cambios en la sociedad. Este es el caso de MAURICIO.

Mauricio, lo saben de primera mano sus admirados mamá y papá, doña Hilda y don Luis, nació el 5 de junio de 1965 y fue como una premonición: en 1972 las Naciones Unidas, decretan esa fecha como Día Mundial del Medio Ambiente. Siempre creí que en honor a Mau, quien desde siempre amó a la naturaleza, rodeado desde niño por la fortaleza y fogosidad del colosal Turrialba.

Rotundo y firme como este volcán lo conocemos, valiente para decir “Aquí estoy” cuando de defender la ecología se trata.

Tal vez por eso se sentía tan a gusto con las poblaciones indígenas, caminando por los bosques, escalando montañas y disfrutando de las aguas termales. Enfermo como estaba me sorprendía cuando al llamarlo por teléfono en el fondo sonaba el tumultuoso caudal del Pacuare o el coro de pájaros del Bajo de la Hondura. Allí se sentía también en casa; sin embargo, uno de los correos de internet se titula “Caminante urbano” y su reconocido símbolo es la bicicleta. De esta manera reconocía los espacios extendidos como un libro abierto que invita a una lectura serena pero también alerta para detectar faltas y desgarros.

Y ésta observación profunda del entorno es uno de los valores que nos deja el maestro Mauricio Leandro, su vida nos enseña que mirar desde otro ángulo, ese que nos aleja de la parálisis de la costumbre, es posible y deseable.

Precisamente, la búsqueda de alternativas novedosas es la que abre nuevos caminos al futuro. Es decir: Mau se atrevía a discutir lo indiscutible, a cuestionar lo que siempre “se ha hecho así”, a probar otras rutas que nos llevan a intentar responder lo que todavía no nos atrevemos a preguntar.

Tuve el placer de hacerle una carta de recomendación que requería para ingresar a Universidad de la Ciudad de Nueva York, donde, por supuesto, fue aceptado y ganó el doctorado con honores. A raíz de esto leí los documentos formales que la CUNY exigía, entre ellos uno en el que el candidato a doctor debía contar su experiencia previa. Lo usual en estos casos es un relato formal sobre los estudios e investigaciones realizadas y me sorprendió leer la forma en la que Mauricio iniciaba su presentación: “I am the proud father of two wonderful daughters: Carolina and Mónica…” (Soy el orgulloso padre de dos hijas maravillosas: Carolina y Mónica…) Nunca se lo comenté pero esta manera de reconocer sus prioridades independientemente de lo esperado en la academia, me emocionó profundamente.

Esas son las enseñanzas de Mauricio: no contentarse con lo que hace todo el mundo, lo que, aunque es cómodo, nos lleva al estancamiento. En estos días está en la palestra el tema del congestionamiento vial, pero Mauricio no se enfocó en la respuesta que se escucha con insistencia: ampliar las calles para que los autos puedan circular con facilidad; más bien su forma de ver el problema lo lleva a preguntar, tal como me dijo hace poco: “¿Cómo pueden hablar de una carretera del primer mundo cuando no tiene ciclovías, aceras ni cómodos pases peatonales?. Todo está al revés, insistió: primero tiene que ir el derecho de caminantes -que somos todas las personas-, después ciclistas, motos, buses, trenes, autos y camiones”.

Jamás pensar en Mauricio como alguien rezongón, de esos que hacen de la crítica una profesión, al contrario, primero percibía el problema e inmediatamente se dedicaba a investigar para proponer una alternativa de solución con compromiso, alegría y esperanza.

En el quehacer diario supo unirse a quienes luchaban por metas similares, así se logró declarar el 5 de junio como un día de salud en la UCR, con aire limpio, libre de la contaminación de los vehículos motorizados. “La Universidad necesita más áreas verdes y menos parqueos” afirmaba Mauricio. Muy recientemente alzó también su voz para mantener intacta la reserva de Finca 4.

¿Es una utopía defender los ecosistemas frente a la depredación presentada como “desarrollo”? Tal vez, pero Mauricio no puso solo un granito de arena sino su cuerpo entero para defender la naturaleza y, con ella, inseparable, la humanidad.

La violencia toma diversas formas, algunas evidentes otras encubiertas, muchas pasan desapercibidas para la mayoría, como oír el motor acelerado en la Calle de la Amargura; esta sutileza no es tal, más bien constituye otro de los problemas que tocan el corazón de Mauricio: la agresión en las calles, tema al que dedicó muchas horas, de manera que los mal llamados “accidentes de tránsito” son el centro de su tesis doctoral.

Desde joven Mauricio reconoce que las costumbres violentas -aun aquellas aceptadas como “normales” por la mayoría- dificultan la calidad de vida y se cambian por medio de la acción política. En las últimas elecciones municipales Mau llegó en su bici a la Escuela Roosevelt, donde ambos votamos. Estaba feliz viéndolo llegar cuando un señor se le atravesó al cruzar la calle y para evitar el atropello Mau frenó con tal fuerza que cayó sobre el pavimento de manera estruendosa. El señor ni siquiera se dio cuenta de lo que pasó y siguió su camino. Yo corrí al lugar acongojada, porque en su precario estado de salud, recibir semejante golpe en el pecho, rodillas y brazos, podía ser fatal. Él, como siempre, aspiró aire hasta que logró respirar mejor y en cuanto pudo me dijo con una sonrisa: “Peatón primero” y así, dolorido como estaba, se fue a la cleteada por todo el cantón.

“Paz en la calle y paz con la naturaleza” es una frase que resuena con amor, pero la paz, según Mauricio, no admite la carrera armamentista. Sus estudios sobre las nefastas consecuencias de la posesión de armas lo llevó a participar en muchos foros, de manera vehemente y con base en datos concretos.

En consecuencia se negó a ser parte del Colegio de Psicólogos puesto que al emitir los certificados de idoneidad para la portación de armas esta instancia estaba avalando el uso de las mismas.

Desde la súbita declaración de su enfermedad Mau nos permitió compartir el difícil proceso. No escondió su condición, no se lamentó de ella, no hizo una inmersión dejando todo en manos ajenas, sean “divinas” o terrenales.

Tampoco lo tomó como un reto sino una parte integral de la vida. Pero, eso sí, aprovechó el momento para sacar a la luz pública lo que muchos creemos es un derecho humano básico: la capacidad de decidir, en circunstancias similares, el momento de despedirnos de este mundo, con plena lucidez y responsabilidad.

Su voz por una muerte digna nos llena y llenará de orgullo por muchos años; la experiencia de Mau es la semilla que crecerá hasta que logremos tener la palabra en una circunstancia tan importante, pero tan importante, que solo cada quien puede decidir sobre ella.

En los últimos años nos dio el ejemplo de fortaleza y buen humor -hasta con un dolor máximo regalaba sonrisas inolvidables-; a pesar de las duras perspectivas continuó firme en sus creencias, compartiendo con su familia, amistades, su gata Mariquita, la bici, los árboles y la UCR. La enfermedad no era obstáculo para hacer planes a futuro, con mucho cariño tenía organizado un viaje para celebrar los 15 años de Mónica y al regreso pensaba iniciar un recorrido en bici alrededor del mundo. La idea era concientizar sobre los peligros de la posesión de armas e iba a hacer demostraciones frente a los cuarteles y ministerios de cada país.

Así lo veré cada día: recorriendo los pueblos en bicicleta con un gran afiche: “No a las armas. Sí a la vida”. Muchas gracias, Mau.

Profesora emérita y catedrática

Escuela de Psicología

Universidad de Costa Rica

1 Semblanza escrita y expuesta por la Dra. Mirta González Suárez en el acto conmemorativo al fallecimiento del Dr. Mauricio Leandro. Universidad de Costa Rica, 20 de junio de 2016.

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