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Revista Costarricense de Psicología

On-line version ISSN 1659-2913Print version ISSN 0257-1439

Rev. Costarric. Psic vol.34 n.1 San José Jan./Jun. 2015

 

Alexitimia como predictor directo y mediado por la depresión en la violencia de pareja

Alexitimia as a Direct and Depression-Mediated Predictor of Couple Violence

 

José Moral de la Rubia Sandra Ramos-Basurto


*Dirección para correspondencia:


Resumen

La investigación de la violencia de pareja se ha centrado tradicionalmente en la mujer como víctima y el hombre como agresor; no obstante, la violencia frecuentemente es recíproca. La alexitimia constituye un potencial factor de riesgo de violencia de pareja por sus características de un vínculo inseguro, un estilo pasivo de afrontamiento, un déficit de empatía y dificultades de control emocional. Además, la alexitimia se encuentra relacionada con la depresión. El artículo estudia la relación de la alexitimia con la violencia sufrida y la violencia ejercida (frecuen­cia y daño) en hombres y mujeres con una pareja heterosexual controlada por la variable depresión. Se aplicaron el Cuestionario de Violencia Sufrida y Ejercida de Pareja (CVSE, Moral de la Rubia & Ramos Basurto, 2015), la Escala de Alexitimia de Toronto de 20 ítems (EAT-20, Bagby, Parker & Taylor, 1994, en su versión mexicana de Moral de la Rubia, 2008a) y el Inventario de Depresión de Beck (2ª ed., IDB-2, Beck, Steer & Brown, 1996, en su Formato Simplificado de Aplicación, IDB-2-FSA; Moral de la Rubia, 2013) a una muestra no probabilística de 240 participantes (120 mujeres y 120 hombres) en Monterrey, México. La alexitimia correlacionó más con la violencia sufrida que con la violencia ejercida, más con el daño que con la frecuencia dentro de la violencia sufrida y más con la frecuencia que con el daño dentro de la violencia ejercida. La mayoría de estas correlaciones permanecie­ron significativas al parcializar la depresión. En un modelo con buen ajuste en la muestra conjunta (hombres y mujeres), la alexitimia mostró un efecto significativo tanto sobre la violencia sufrida como la ejercida y este efecto fue tanto directo como indirecto con la mediación de la depresión. Concluye que la alexitimia es principalmente un factor de riesgo para sufrir violencia y en menor medida para ejercerla.

Palabras clave: violencia, pareja, alexitimia, depresión, México

Abstract

Research on intra-couple violence has traditionally focused on women as victims and men as aggressors when violence is often reciprocal between both members of the couple. Alexithymia is a potential risk factor for intra-couple violence due to its usually associated characteristics of insecure attachment, passive coping style, empathy deficit and emotional control difficulties. Alexithymia has been found to be closely related to depression. Taking into account this background, the aim of this paper was to study the relationship between alexithymia and suffered and exerted violence among men and women with heterosexual partners, controlling for depression. The Spanish questionnaire on suffered and exerted couple violence (Cuestionario de Violencia Sufrida y Ejercida de Pareja, CVSE, Moral de la Rubia & Ramos Basurto, 2015), the 20-item Toronto Alexithymia Scale (TAS-20, Bagby, Par­ker & Taylor, 1994, in its Mexican version, Moral de la Rubia, 2008a) and the Beck Depression Inventory (2nd Ed., BDI-2, Beck, Steer & Brown, 1996, in its simplified Mexican application format, IDB-2-FSA; Moral de la Rubia, 2013) were administrated to a non-random sample of 240 participants (120 female and 120 male). Alexithymia correlated to violence, more to suffered violence than exerted violence, more to damage than frequency within su­ffered violence, and more to frequency than damage within exerted violence. Most of these correlations remained significant after controlling for depression. In a model with a close fit to the data in the total sample, alexithymia had a significant effect on suffered and exerted violence, and this effect was both directly and indirectly mediated by depression. It is concluded that alexithymia is primordially a risk factor for suffering violence from the partner and to a much lesser extent to perpetrating violence against the partner.

Keywords: Violence, Couple, Alexithymia, Depression, Mexico


La alexitimia constituye un tipo de personalidad definida por tres rasgos nucleares: (a) la dificul­tad para identificar y expresar sentimientos, (b) un pensamiento externamente orientado y (c) la pobreza de fantasía (Taylor & Bagby, 2012). Además, la alexitimia genera dificultades para regular las emocio­nes negativas, conlleva deficiencias en la empatía y se asocia con bajos niveles de afecto positivo (Taylor & Bagby, 2012; Velde et al., 2013).

Su relación es especialmente fuerte con la depresión, aun la alexitimia y la depresión constituyen dos constructos diferenciales. A raíz de esta diferenciación, Kooiman, Spinhoven & Trijsburg (2002) sugirieron el control de la depresión en el estudio de toda relación de la alexitimia con una tercera varia­ble asociada con la depresión. El problema de la regulación del afecto negativo en la alexitimia no solo aparece vinculado con la depresión y con la ansiedad, sino también ligada con la ira que es una emoción motivadora de agresión (Fossati et al., 2009; Rueda, Pérez, Sanjuán & Ruiz, 2006).

Dentro de los estudios de pareja, la alexitimia se ha relacionado con un patrón de vínculo evitativo al carecer la persona alexitímica de los recursos necesarios para entablar una relación íntima en la que se dé una apertura emocional, empatía e interdependencia con confianza para abrir un espacio para la autonomía (Fossati et al., 2009). También, se ha destacado el efecto deletéreo que la alexitimia ejerce sobre el ajuste diádico (Taylor, Bagby, Kushner, Benoit & Atkinson, 2014) y la satisfacción sexual (Mo­ral de la Rubia, 2011).

La deficiencia en la empatía, el estilo de vínculo inseguro, la tendencia a la evitación y las difi­cultades para expresar emociones en las personas alexitímicas generan un escollo importante para la cohesión y la resolución de problemas dentro de la convivencia de la pareja y crea condiciones favorables para la violencia (Espina Eizaguirre, 2002; Fossati et al., 2009). Yelsma y Marrow (2003) reportan que la alexitimia y la falta de expresividad afectiva se traducen en un incremento de conflictos e insatisfacción marital. Los problemas constantes que no se dialogan ni se resuelven generan enojo en la pareja y esta emoción se expresa en forma de agresión (Díaz-Loving & Sánchez-Aragón, 2005; Taylor et al., 2014).

Parker, Keefer, Taylor & Bagby (2008) mostraron la naturaleza dimensional de la alexitimia como constructo de personalidad y actualmente existen dos escalas de autorreporte con adecuadas propieda­des de confiabilidad y validez para su evaluación: la Escala de Alexitimia de Toronto de 20 ítems (EAT-20; Bagby, Parker & Taylor, 1994) y el Cuestionario de Alexitimia de Bermond-Vorst (CABV; Vorst & Bermond, 2001).

La depresión como mediador

La depresión se ha estudiado como una consecuencia de la violencia de pareja o como un ante­cedente; aquí, el mal humor, la desmotivación, la falta de comunicación, la desconexión y la frialdad de la pareja deprimida no solo deterioran el ajuste diádico, sino también pueden llevar a discusiones y peleas frecuentes (Dobson, 2005). La victimización en situaciones de violencia grave y de terrorismo íntimo puede conducir a la indefensión y la depresión (Lindhorst & Beadnell, 2011). La persona depri­mida puede tratar de forma poco afable o violenta a su pareja desde su humor irritable, la falta de deseo y la sensación de esfuerzo. La pareja puede interpretar estas situaciones como falta de amor, puede cansarse del maltrato y responder con violencia. Ante esta reacción, probablemente el balance entre perpetración/victimización vaya contra la persona deprimida quien podría reportar el hecho de sufrir más violencia que ejercerla, sobre todo desde una percepción sesgada por el humor depresivo (Craparo, Gori, Petruccelli, Cannella & Simonelli, 2014). Este balance de mayor victimización se evidencia con mayor probabilidad en las mujeres que en los hombres, en concordancia con la construcción social de género que liga la perpetración al género masculino y la victimización al género femenino (Ariza, 2013).

Al contemplar la depresión como antecedente, se asemeja a la alexitimia en su forma de actuar sobre la violencia de pareja (Craparo et al., 2014). Las investigaciones revelan que los problemas tempra­nos de vínculo, la incapacidad para la intimidad y mantener viva la relación, la soledad y el bajo apoyo familiar y social median la relación entre depresión y alexitimia (Foran & O´Leary, 2013; Taylor et al., 2014; Wearden, Lamberton, Crook, & Walsh, 2005). La relación de la alexitimia con la depresión se presenta esencialmente en la dimensión afectiva de dificultad para identificar y expresar sentimientos (Bonnet, Bréjard, Pasquier & Pedinielli, 2012). En una pareja con violencia, la alexitimia probablemente actúe como antecedente de violencia y depresión, dando un balance de mayor victimización que perpe­tración.

La violencia sufrida vs. ejercida y la alexitimia

Se puede definir la violencia de pareja como un ejercicio de poder, en el cual, a través de acciones u omisiones, se daña o vigila, contra su voluntad, a la persona con la que se mantiene un vínculo ínti­mo. Las estadísticas usualmente enfatizan sobre la violencia infringida por los hombres a sus parejas femeninas. Bajo este sesgo, las investigaciones hallaron niveles altos de alexitimia en hombres violentos (Dobson, 2005; Kniery, 2002) y en mujeres víctimas de violencia (Craparo et al., 2014; Roco, Baldi & Álvarez, 2013). Sin embargo, Straus (2007), Hattery (2009) y Fiebert (2014) mostraron la violencia no como un fenómeno unidireccional, sino como ejercida dentro de la pareja por ambos miembros, por lo que la violencia en parejas en situaciones de conflicto suele ser recíproca.

Matizar un modelo no recursivo o de violencia recíproca, en el cual la agresión recibida motiva e incrementa la violencia ejercida dentro de un círculo vicioso, resulta más adecuado en parejas que acu­den a terapia por peleas constantes e implica una escala de violencia (Johnson, 2008). En una población estadounidense, Allen, Swam y Raghavan (2009) hallaron un mejor ajuste de los modelos recursivos que del modelo no recursivo, que refleja la violencia reactiva en mujeres y la proactiva en hombres.

En el modelo de violencia reactiva, la violencia sufrida predice la violencia ejercida, pero no vi­ceversa, lo que evita la escala de la violencia dentro de un círculo vicioso. En el modelo de la violencia proactiva, la violencia ejercida predice la violencia sufrida; pero no viceversa, lo que evita la escala de la violencia. En una población general mexicana, Moral de la Rubia & López Rosales (2012) observaron que un modelo recursivo de reacción violenta presenta mejor ajuste a los datos y a la invarianza entre ambos sexos que un modelo recursivo de violencia proactiva y no recursivo de violencia.

Oxtoby (2012) halló la violencia sufrida y la ejercida independientes en mujeres mexicanas. Ante esta disparidad de resultados, aún persiste polémica sobre cuál es el modelo de relación entre la victimi­zación y la perpetración en la violencia de pareja.

Al considerar estos antecedentes, esta investigación tiene como objetivos estudiar la relación de la alexitimia con la violencia sufrida y ejercida tanto en hombres como en mujeres con una pareja he­terosexual, controlando el efecto de la depresión. Se espera que la alexitimia se asocie con la violencia sufrida y ejercida en ambos sexos (Taylor & Bagby, 2013); probablemente se asocie más con la violencia ejercida en hombres que en mujeres y más con la violencia sufrida en mujeres que en hombres, como consecuencia de la construcción social de género (Ariza, 2013).

Además, se tienen como expectativas que la relación entre la alexitimia y la violencia permanezca significativa aun al parcializar el efecto de la depresión (Kooiman et al., 2002), y que la alexitimia tenga un efecto significativo sobre la violencia tanto directo como indirecto mediado por la depresión, más sobre la violencia sufrida que sobre la ejercida y más sobre la depresión que sobre ambos tipos de vio­lencia en afinidad a las características usualmente asociadas a la alexitimia de estilo inseguro de apego (evitante), estilo pasivo de afrontamiento y problemas de regulación de las emociones negativas (Taylor & Bagby, 2013; Taylor et al., 2014). Se espera que la relación entre la victimización y la perpetración se ajuste a un modelo recursivo de violencia reactiva, esto es que la violencia sufrida prediga la violencia ejercida, pero no viceversa, como en el modelo para la población general mexicana de Moral de la Rubia y López Rosales (2012), aunque victimización y perpetración podrían ser independientes en mujeres (Oxtoby, 2012).

Método

Participantes

La muestra fue no probabilística de tipo incidental de 240 participantes voluntarios mexicanos (120 mujeres y 120 hombres). La recopilación de los datos se realizó entre enero y octubre del año 2013 en la ciudad de Monterrey, México. Los criterios de inclusión fueron los siguientes: saber leer y escribir, ser mayor de 18 años, tener una relación de pareja heterosexual y firmar el consentimiento informado. Los criterios de exclusión fueron los siguientes: entregar el cuestionario incompleto o la impresión de la encuestadora que la persona participante respondió de una forma inatenta o arbitraria. La aplicación de las pruebas alternó entre un hombre y una mujer para asegurar el mismo número de participantes de ambos sexos.

Instrumentos

En la primera página del instrumento -en forma de cuadernillo- apareció primero la solicitud del consentimiento informado, seguido por las preguntas sobre la información sociodemográfica (sexo, edad, escolaridad, estatus socioeconómico, ocupación, estado civil, número de hijos y afiliación religio­sa) y, por último, los siete instrumentos de autorreporte: (a) La Escala de Alexitimia de Toronto de 20 ítems (EAT-20; Bagby, Parker, & Taylor, 1994) en su versión mexicana de Moral de la Rubia, 2008a, (b) el Cuestionario de Violencia Sufrida y Ejercida de Pareja (CVSE; Moral de la Rubia & Ramos Basurto, 2015), (c) la Escala de Ajuste Diádico (EAD-32; Spanier, 1976), (d) la Escala de Expresión de Ira del Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo (IEIER-2-EI; Spielberger, 2001), (e) la Escala de Machismo del Cuestionario de Premisas Histórico-Socio-Culturales (CPHSC-Mach; Díaz-Guerrero, 2007), (f) la Escala de Estrategias de Manejo de Conflictos (EEMC; Moral de la Rubia & López Rosales, 2011) y (g) el Inventario de Depresión de Beck (2ª ed., Beck, Steer & Brown, 1996) en su Formato Simplificado de Aplicación (IDB-2-FSA; Moral de la Rubia, 2013). Sin embargo, el presente artículo solo presenta los datos de los siguientes tres instrumentos:

1. Escala de Alexitimia de Toronto de 20 ítems (versión mexicana)

La Escala de Alexitimia de Toronto de 20 ítems (EAT-20; Bagby et al., 1994) en su versión ori­ginal consta de 20 ítems con un rango de 6 puntos cada uno (de 0 = totalmente en desacuerdo a 5 = totalmente de acuerdo). El rango de la puntuación total oscila entre 0 y 100 puntos.

En la presente investigación se usó la adaptación a la población mexicana de Moral de la Rubia (2008a) con las siguientes características: Consistencia interna de los 20 ítems fue alta (α = .82) e indicó una estabilidad temporal alta a los seis meses de la puntuación total (r = .71). La escala presentó una estructura de tres factores correlacionados: (a) Dificultad para identificar sentimientos (DIS) con siete indicadores (ítems 1, 3, 6, 7, 9, 13 y 14) con una consistencia interna aceptable (α = .78), (b) Dificultad para expresar sentimientos (DES) con cinco indicadores (ítems 2, 4, 11, 12 y 17) con consistencia inter­na alta (α = .80) y (c) Pensamiento externamente orientado (PEO) con ocho indicadores (ítems 5, 8, 10, 15 16, 18, 19 y 20) con consistencia interna baja (α = .53) (Moral de la Rubia, 2008a).

2. El Cuestionario de Violencia Sufrida y Ejercida de Pareja

El Cuestionario de Violencia Sufrida y Ejercida de Pareja (CVSE; Moral de la Rubia & Ramos Basurto, 2015) procede del Cuestionario de Violencia de la Pareja (Cienfuegos y Díaz-Loving, 2010) y evalúa la violencia sufrida y ejercida en la situación de pareja en los aspectos de frecuencia y de daño. Está integrado por 39 ítems, cuatro escalas (frecuencia de la violencia sufrida, daño sufrido, frecuencia de la violencia ejercida y daño ocasionado) y dos índices (victimización o violencia sufrida y perpetra­ción o violencia ejercida).

Dos de las cuatro escalas del CVSE evalúan la violencia sufrida por medio de 27 ítems directos (en la medida que el valor discreto es más alto, mayor es la violencia reportada). Estos 27 ítems tienen un formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos cada uno. En una escala, los 27 ítems responden a términos de frecuencia (de 1 = nunca a 5 = siempre) y en la otra escala los mismos 27 ítems responden a términos de daño sufrido (de 1 = nada a 5 = mucho). Los 27 ítems de la frecuencia de la violencia sufrida tuvieron una consistencia interna muy alta (α = .95) y con ellos se definieron dos factores correlacio­nados: la violencia física/sexual con 10 ítems con una consistencia interna alta (α = .88) y la violencia psicológica/económica/social con 17 ítems con una consistencia interna muy alta (α = .94). Los 27 ítems de daño sufrido presentaron una consistencia interna muy alta (α = .95) y con ellos se definieron cuatro factores correlacionados: el daño sufrido por violencia económica/social con 11 ítems con una consisten­cia interna muy alta (α = .93), la violencia sexual/chantaje con ocho ítems con una consistencia interna alta (α = .88), la violencia física con cinco ítems con una consistencia interna alta (α = .86) y la violencia relacionada con celos con tres ítems con una consistencia interna alta (α = .83).

Las otras dos de las cuatro escalas del CVSE evaluaron la violencia ejercida contra la pareja por medio de 12 ítems directos. También, estos 12 ítems tienen un formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos cada uno. Los 12 ítems de una escala responden a los términos de la frecuencia (de 1 = nunca a 5 = siempre) y en la otra escala los mismos 12 ítems responden a términos del daño infringido (de 1 = nada a 5 = mucho). Los 12 ítems de la frecuencia de la violencia ejercida presentaron una consistencia interna alta (α = .84) y con ellos se definieron dos factores correlacionados: la violencia psicológica/agresión con siete ítems con una consistencia interna alta (α = .85) y otro tipo de violencia con cincoítems con consistencia interna aceptable (α = 66). Los 12 ítems de daño ocasionado tuvieron una consis­tencia interna alta (α = .89) y con ellos se definieron dos factores correlacionados: el daño por violencia psicológica con cinco ítems con una consistencia interna alta (α = .88) y la violencia con siete ítems con una consistencia interna alta (α = .81).

A partir de los 39 ítems del CVSE se calcularon dos índices de violencia, uno de victimización o violencia sufrida y otro de perpetración o violencia ejercida, al multiplicar las puntuaciones totales de la frecuencia (F) por las del daño (D). Antes de realizar este producto, estas puntuaciones totales fueron divididas por el número de ítems sumados para obtener un rango continuo y homogéneo de 1 a 5 (f = F/27 y ddaño = D/27 para la victimización y f = F/12 y ddaño = D/12 para la perpetración). Tras realizar este producto, para que el valor del índice tenga un rango de 0 a 100, se restó al producto su valor mínimo posible (Min = f × ddaño = 1 × 1 = 1). A continuación, se dividió por la diferencia entre su máximo (Max = f × ddaño = 5 × 5 = 25) y mínimo posibles: Max - Min = 25 – 1 = 24. Finalmente, se multiplicó por 100. Expresado como fórmula, resulta: Índice = 100 × ([(f × ddaño) - Min]/[Max - Min]) = 100 × ([(f × ddaño) - 1]/24). Las propiedades reportadas de la consistencia interna y la estructura factorial del CVSE (Moral de la Rubia & Ramos Basurto, 2015) corresponden a las de la presente muestra.

3. El Inventario de Depresión de Beck (formato simplificado)

El Inventario de Depresión de Beck (2ª ed., IDB-2, Beck, Steer & Brown, 1996) en su Formato Simplificado de Aplicación (IDB-2-FSA; Moral de la Rubia, 2013) consta de 21 ítems tipo Likert con un rango de respuestas de cuatro puntos cada uno (de 0 = nada a 3 = mucho) extraídos del IDB-2. Todos los ítems son directos. Una mayor puntuación refleja más síntomas depresivos.

En una muestra de 424 participantes, el IDB-2-FSA (Moral de la Rubia, 2013) presentó una con­sistencia interna alta (α = .91). Su estructura fue de dos factores correlacionados: síntomas cognitivo-afectivos (SCA) con 14 indicadores (ítems del 1 al 14) con una consistencia interna muy alta (α = .90) y síntomas somático-motivacionales (SSM) con siete indicadores (ítems del 15 al 21) con una consistencia interna alta (α = .83).

Procedimiento

El consentimiento para la participación en el estudio informaba de los objetivos de la investiga­ción, de realizar un estudio acerca de la relación de pareja y de la personalidad en mujeres y en hombres. Al respetar las normas éticas de la Sociedad Mexicana de Psicología (2007), garantizó el anonimato y la estricta confidencialidad de los datos proporcionados a través del cuestionario y su uso adecuado con fines de estudio con el objetivo de entender más profundamente las relaciones de pareja y, por lo tanto, la importancia de su participación en el estudio. Informó de los responsables y su adscripción institucio­nal y de que la participación fue voluntaria y no remunerada. En el caso de que la persona participara, señalaba la casilla correspondiente; en el caso de que no, aparte de señalar la casilla correspondiente, se le pedía expresar por escrito el motivo.

El cuadernillo con los instrumentos de la investigación fue administrado de forma individual por la encuestadora en casas, calles peatonales y parques públicos. Era contestado por escrito por los participantes sentados en bancas (calles y parques) o en sus salas o comedores (casas), en presencia de la encuestadora para aclarar dudas y al recogerlo, revisar de estar totalmente respondido; si había pregun­tas sin responder, pedía amablemente que se completasen.

Análisis de los datos

La Escala de Alexitimia de Toronto de 20 ítems en su adaptación para la población mexicana de Moral de la Rubia (2008a), los 20 ítems mostraron en la presente muestra una consistencia interna alta (α = .87), al igual la de los siete ítems de la DIS (Dificultad para identificar sentimientos; α = .89). La consistencia interna de los cinco ítems de la DES (Dificultad para expresar sentimientos) fue aceptable (α = .78), mientras la de los ocho ítems del PEO (Pensamiento externamente orientado) resultó inacep­table (α = .41).

El Inventario de Depresión de Beck en su Formato Simplificado de Aplicación (IDB-2-FSA; Mo­ral de la Rubia, 2013) tuvo en la presente muestra en los 21 ítems una consistencia interna muy alta (α = .91), al igual que en sus dos factores síntomas cognitivo-afectivos y síntomas somático-motivacionales (α = .89 para SCA y .88 para SSM).

La asociación lineal se calculó por medio de la correlación producto-momento de Pearson (r). Se parcializó el efecto de la depresión por el coeficiente de correlación parcial de Fisher (rp). Los va­lores de r o rp < .10 se consideraron magnitudes de asociación triviales, de .10 a .29 bajas, de .30 a .49 moderadas, de .50 a .69 altas, de .70 a .89 muy altas y ≥ .90 unitarias (Ellis, 2010). Se usó el análisis de senderos por el método de Máxima Verosimilitud (ML, Maximum Likelihood). Se consideraron nueve índices de ajuste: la prueba chi-cuadrado de Pearson (χ2), la probabilidad de Bollen y Stine (p de B-S), el residuo estandarizado cuadrático medio (SRMR, Standardised Root Mean Square Residual) de Jöreskog y Sörbom, el residuo cuadrático medio de aproximación (RMSEA, Root Mean Square Error of Approximation) de Steiger y Lind, el índice de bondad de ajuste (GFI, Goodness-Of-Fit Statistic) y su modalidad corregida (AGFI, Adjusted Goodness-Of-Fit Statistic) de Jöreskog y Sörbom, el índice normado de ajuste (NFI, Normed-Fit Index), el no normado de ajuste (NNFI, Non-Normed Fit Index) y el comparativo de ajuste (CFI, Comparative Fit Index) de Bentler y Bonett.

Se estipularon como valores de buen ajuste para los nueve índices: p de χ2 y p de B-S > .05, RM­SEA y SRMR ≤ .05 o p > .05 para H0: RMSEA ≤ .05, GFI y CFI ≥ .95 y AGFI, NFI y NNFI ≥ .90; y como valores adecuados: p de χ2 y p de B-S > .01, RMSEA y RMS SR ≤ .09, GFI y CFI ≥ .85 y AGFI, NFI y NNFI ≥ .80.

El cumplimiento del supuesto de normalidad multivariada se observó desde el valor estandari­zado de la curtosis multivariada de Mardia: Su valor fue mayor que 2 en los modelos especificados, lo que reflejó el incumplimiento del supuesto, por lo que se empleó el método de Percentiles Corregidos de Sesgo (PCS) para complementar el contraste de la significación de parámetros, y la prueba de Bollen-Stine para complementar el contraste de la bondad de ajuste del modelo. Se estimaron los tamaños estandarizados de efecto de las variables predictoras
sobre las variables predichas (β para predictores endógenos y γ para predictores exógenos), tanto efectos directos (γ y β) como indirectos (β’) y totales (suma de efectos directos e indirectos). Se interpretó que los valores de β, β’ o γ < .10 reflejan un tamaño de efecto trivial, entre .10 y .29 pequeño, entre .30 y .49 mediano, entre .50 y .69 grande, entre .70 y .89 muy grande y ≥ .90 unitario (Byrne, 2010). Se fijó el nivel de significación en p > .05. Los cálculos se hicieron con los programas SPSS (versión 16) y AMOS (versión 16).

Resultados

Datos sociodemográficos

El porcentaje de participantes que dieron el consentimiento y respondieron al cuestionario fue del 82% (240 de 293 personas). El motivo dado por las y los participantes de no prestar el consentimiento o de no desear participar fue la falta de tiempo.

La media de edad en la muestra fue de M=35.4 años (DE=9.63, con mínima de 18 y máxima de 57 años). Con respecto a la escolaridad, la tabla 1 muestra que 23 (9.6%) de los 240 participantes indicaron tener estudios de primaria, 58 (24.2%) participantes de secundaria, 47 (19.6%) de media superior general, 39 (16%) media superior técnica y 73 (30.4%) estudios superiores. Con respecto a la actividad laboral, 45 (18.8%) de los 240 participantes reportaron dedicarse a labores del hogar, 67 (27.9%) trabajar como empleados de oficina o ventas, 54 (22.5%) trabajar como empleados manuales, 45 (18.8%) desempeñarse como profesionales, 14 (5.8%) tener negocio propio, 8 (3.3%) estar desempleados y 7 (2.9%) dedicarse a estudiar.

Solo 118 de los 240 participantes (49.2%) reportaron su estatus socioeconómico autodefinido. De estos 118 participantes, 54 (22.5%) se definieron de estatus socioeconómico bajo, 62 (25.8%) medio-b aj o , 9 1 ( 37.9%) m edio , 30 (12 . 5%) m edio-alt o y 3 (1.3 %) alt o. Con respecto al estado c i vil, 118 (49.2 %) d e los 2 40 participantes reportaron estar casados, 22 (9.2%) solteros, 44 (18 .3%) divorciados o separados y 56 (2 3.3%) en unión libre. D e lo s 240 participantes, 191 ( 79.6%) dijeron tener hijos y 49 (20 .4%) no tenerlos. La media del número de hijos fue de M = 2. 3 (DE = 1.06, el número de hijos varió de 1 a 5 hijos entre los que tenían).

Correlaciones entre la alexitimia y la violencia

La tabla 2 muestra para la muestra conjunta que la puntuación total de la EAT-20-versión mexica­na y sus tres factores correlacionaron de forma significativa y directa con el índice de violencia sufrida, la frecuencia de violencia sufrida y sus dos factores, el daño sufrido por violencia de la pareja y sus cua­tro factores, el índice de violencia ejercida, la frecuencia de violencia ejercida contra la pareja y sus dos factores, así como el daño ocasionado por violencia ejercida contra la pareja y sus dos factores.

La tabla 3 muestra que las 48 correlaciones fueron significativas y sus magnitudes variaron de moderadas (r = .47, p < .01) a bajas (r = .16, p < .05) con una correlación media moderada (r = .30). Las correlaciones fueron más altas con la violencia sufrida (variando de r = .18 a r =.47 con una media de r = .33) que con la violencia ejercida (variando de r = .16 a r = .38 con una media de r = .27). En la violencia sufrida, las correlaciones fueron más altas con el daño (variando de r = .18 a r = .47 con una media de r = .34) que con la frecuencia (variando de r = .22 a r = .40 con una media de r = .31). A la inversa, en la violencia ejercida, las correlaciones fueron ligeramente más altas con la frecuencia (variando de r = .16 a r = .38 con una media de r = .27) que con el daño (variando de r = .19 a r = .32 con una media de r = .26). Dentro de los factores de la alexitimia, las correlaciones de la DIS (Dificultad para identificar sen­timientos) con la violencia fueron las más altas (variando de r = .25 a r = .47 con una media de r = .37), mientras las del PEO (Pensamiento externamente orientado) fueron las más bajas (variando de r = .16 a r = .29 con una media de r = .22). Con mayor alexitimia reportada, mayor resultó la violencia de pareja.

Estos mismos patrones correlacionales entre alexitimia y violencia de la muestra conjunta se observaron en mujeres (tabla 3) y hombres (tabla 4). Entre las diferencias entre ambos sexos, las correla­ciones fueron más altas en hombres (variando de r = .01 a .58 con media de r = .34), que en mujeres (va­riando de r = .12 a .42 con media de r = .29). En mujeres, la puntuación total de la EAT-20-MX mostró las correlaciones más altas (variando de r = .21 a r = .42 con una media de r = .34) cuando en hombres fueron las segundas más altas (variando de r = .27 a r = .50 con una media de r = .40). En hombres, DIS mostró las correlaciones más altas (variando de r = .36 a r = .58 con una media de r = .48) cuando en mujeres fueron las segundas más altas (variando de r = .22 a r = .37 con una media de r = .30). Otra diferencia entre ambos sexos fue que PEO tuvo correlaciones más altas en mujeres (variando de r = .14 a r = .33 con una media de r = .26) que en hombres (variando de r = .01 a r = .36 con una media de r = .19), aunque en ambos sexos fueron las más bajas. En ambos sexos las correlaciones de DES ocuparon el penúltimo orden en magnitud, variando de r = .16 a r = .42 con una media de r = .29 en hombres y de r = .12 a r = .35 con una media de r = .27 en mujeres.

Correlaciones entre la alexitimia y la violencia al parcializar la depresión

Con la parcialización de la depresión, descendieron las magnitudes de las correlaciones, más en hombres que en mujeres. En la muestra conjunta (tabla 5), la DES (Dificultad para expresar senti­mientos) pasó a ser independiente de la violencia ejercida (siete correlaciones no significativas) y la DIS (Dificultad para identificar sentimientos) pasó a ser independiente del índice de violencia ejercida y el daño ocasionado (cuatro correlaciones no significativas); solo una de las 16 correlaciones de la puntua­ción total de la EAT-20 versión mexicana dejó de ser significativa y tres de las 16 correlaciones del PEO (Pensamiento externamente orientado) dejaron de ser significativas.

En las mujeres (tabla 6), la puntuación total y los tres factores de la EAT-20 versión mexicana resultaron independientes del daño sufrido por celos (cuatro correlaciones no significativas); la DIS y el PEO resultaron independientes de la violencia física sufrida (dos correlaciones no significativas). La violencia ejercida, también, resultó independiente de la alexitimia, salvo cuatro correlaciones con el PEO y una correlación significativa entre la puntuación total y la frecuencia de otra violencia ejercida (16 correlaciones no significativas).

En los hombres (tabla 7), el PEO pasó a ser independiente de la violencia, salvo con daño sufrido por celos (15 correlaciones no significativas); la DES, también, resultó independiente de la violencia, salvo con daño sexual sufrido y daño sufrido por celos (14 correlaciones no significativas); todas las co­rrelaciones de la DIS se mantuvieron significativas y diez de las 16 correlaciones de la puntuación total de la EAT-20 versión mexicana se mantuvieron significativas.

Modelos predictivos: efectos directos e indirectos de la alexitimia sobre la violencia

Para la muestra conjunta, el modelo especificó la alexitimia (puntuación total de la EAT-20 ver­sión mexicana) como predictor directo de la violencia sufrida y de la violencia ejercida (índice de frecuencia por daño), así como predictor indirecto a través de la depresión (puntuación total del IDB-2-FSA), al estar especificada la alexitimia como un predictor directo de depresión. A su vez, la depresión fue predictor directo de la violencia recibida y de la ejercida (figura 1).

Inicialmente, se especificó un modelo recursivo de violencia reactiva, al tomar como hipótesis los resultados de Moral de la Rubia y López Rosales (2012) y al considerar que la correlación entre los dos índices de violencia (recibida y ejercida) fue significativa, positiva y baja en la muestra conjunta (r = .28, p < .01) y en la de mujeres (r = .24, p < .01), y fue muy alta en la de hombres (r = .73, p < .01). No obstante, al resultar la covarianza entre violencia recibida y ejercida no significativa en el modelo, finalmente ambos roles de violencia quedaron especificados como variables independientes (figura 1).

La correlación entre victimización y perpetración dejó de ser significativa en mujeres al parciali­zar la alexitimia (rp = .13, p = .17), la depresión (rp = .14, p = .13) o ambas variables (rp = .10, p = .29) y en la muestra conjunta, al parcializar la alexitimia y la depresión (rp = .10, p = .12); mientras en hombres, la correlación entre victimización y perpetración siguió significativa al parcializar la alexitimia (rp = .66, p < .01), la depresión (rp = .59, p < .01) o ambas variables (rp = .57, p < .01).

El ajuste del modelo resultó bueno: χ2[1, N = 240] = 2.57, p = .11, p de B-S = 241/2,000 = .12, GFI = .99, AGFI = .95, NFI = .99, NNFI = .95, CFI = .99, SRMR = .03 y RMSEA = .08 (p = .21 de H0: RMSEA ≤ .05). Todos los parámetros del modelo fueron significativos tanto por la estimación ML como por el método PCS. El tamaño del efecto directo de la alexitimia sobre la depresión fue grande (d = .51). El efecto directo de la alexitimia sobre la violencia sufrida fue significativo y pequeño (γ = .27 desde la estimación por ML; IC de 95% [.15, .39], p < .01 desde la estimación por PCS) así como su efecto indirecto a través de la depresión (β' = .13 desde la estimación por ML; IC de 95% [.06, .22], p < .01 desde la estimación por PCS), al resultar en un efecto total significativo y mediano (γ + β' = .40 desde la estimación por ML; IC de 95% [.29, .49], p < .01 desde la estimación por PCS). A su vez, el efecto directo de la alexitimia sobre la violencia ejercida fue significativo y pequeño (γ = .15 desde la estimación por ML; IC de 95% [.01, .28], p < .01 desde la estimación por PCS), igual que su efecto indirecto a través de la depresión (β' = .18 desde la estimación por ML; IC de 95% [.12, .27], p < .01 desde la estimación por PCS), resultando en un efecto total significativo y mediano (γ + β' = .33 desde la estimación por ML; IC de 95% [.20, .45], p < .01 desde la estimación por PCS). El modelo explicó el 20% de la varianza de la violencia sufrida, 20% de la varianza de la violencia ejercida y 26% de la varianza de depresión (figura 1).

Al realizar el contraste multigrupo entre los sexos, el modelo sin constricciones se rechazó por la prueba chi-cuadrado y la prueba de Bollen-Stine; los estadísticos RMSEA (.31) y NNFI (.60) refle­jaron mal ajuste. El ajuste empeoró significativamente al imponer constricciones acumulativas (pesos estructurales, varianzas-covarianzas estructurales y residuos estructurales); por lo tanto, se rechazó la hipótesis nula de invarianza entre ambos sexos. Además, la depresión no surtió efecto significativo sobre la violencia sufrida en las mujeres.

Consecuentemente, se definió un modelo para cada sexo. En las mujeres se especificó el mismo modelo que en la muestra conjunta, salvo que la depresión solo fue predictor de la violencia ejercida. Entonces, se observó que el efecto directo de la alexitimia sobre la violencia ejercida no era significativo desde la estimación PCS (p > .05), razón por la cual, también, se eliminó. Finalmente, en el modelo, la alexitimia quedó como determinante directo de la violencia ejercida y de la depresión, e indirecto (a través de la depresión) de la violencia ejercida. La depresión quedó como determinante directo de la violencia ejercida. El ajuste de este modelo fue desde bueno (χ2[3, N = 120] = 7.34, p =.06, p de B-S = 235/2,000 = .12, GFI = .97, AGFI = .91, NFI = .92, CFI = .95 y RMSEA = .11 [p = .13 de H0: RMSEA ≤ .05]) a aceptable (NNFI = .89 y SRMR = .08). Todos los parámetros del modelo fueron significativos, tanto por la estimación ML como por el método de PCS. El tamaño del efecto directo de la alexitimia fue grande sobre la depresión (γ = .54) y mediano sobre la violencia sufrida (γ = .38). El efecto indirecto de la alexitimia sobre la violencia ejercida fue significativo y pequeño (β’ = .21 desde la estimación por ML; IC de 95% [.09, .35], p < .01 desde la estimación por PCS). El modelo explicó el 15% de la varianza de la violencia sufrida, 15% de la varianza de la violencia ejercida y 30% de la varianza de la depresión (figura 2).

En el contraste multigrupo, un índice de modificación con un valor alto (IM = 22.19) sugirió la predicción de la violencia ejercida por la sufrida en hombres. Al introducir esta modificación, las dos vías de la predicción de la violencia ejercida por la depresión y por la alexitimia resultaron no significa­tivas, por lo que se eliminaron. El ajuste del modelo fue bueno: χ2[2, N = 120] = 4.39, p =.11, p de B-S = 383/2,000 = .19, GFI = .98, AGFI = .91, NFI = .97, NNFI = .96, CFI = .99, SRMR = .04 y RMSEA = .10 (p = .19 de H0: RMSEA ≤ .05). Todos los parámetros del modelo fueron significativos, tanto por la estimación ML como por el método de PCS. El tamaño del efecto directo de la alexitimia fue mediano sobre la depresión (d = .47). El efecto directo de la alexitimia sobre la violencia ejercida fue significativo y pequeño (γ = .20 desde la estimación por ML; IC de 95% [.06, .33], p < .01 desde la estimación por PCS), igual que su efecto indirecto a través de la depresión (β' = .25 desde la estimación por ML; IC de 95% [.17, .35], p < .01 desde la estimación por PCS), resultando en un tamaño de efecto total significativo y mediano (γ + β' = .45 desde la estimación por ML; IC de 95% [.31, .57], p < .01 desde la estimación por PCS). El efecto indirecto de la alexitimia sobre la violencia ejercida a través de la violencia sufrida y la depresión fue significativo y mediano (β' = .33 desde la estimación por ML; IC de 95% [.22, .45], p < .01 desde la estimación por PCS). El modelo explicó el 43% de la varianza de la violencia sufrida, 53% de la varianza de la violencia ejercida y 22% de la varianza de la depresión (figura 3). Si se hubiera especificado un modelo no recursivo de circularidad de la violencia, la predicción de la violencia sufrida por la ejercida no sería significativa (p = 12).

Discusión

Se estableció como objetivo estudiar la relación entre la alexitimia y la violencia de pareja. Se hipotetizó que la alexitimia está asociada con la violencia sufrida y ejercida y que esta relación perma­nece significativa al parcializar la depresión. En respuesta a este objetivo, la investigación muestra que existen correlaciones sustantivas entre la alexitimia y la violencia de pareja, más con la violencia sufrida que con la ejercida y que estas correlaciones permanecen significativas al parcializar la depresión en la muestra conjunta y en los hombres; no obstante, en las mujeres, la violencia ejercida fue independiente de la alexitimia una vez parcializada la depresión.

Las asociaciones entre la alexitimia y la violencia recibida probablemente se deban al hecho de que la persona con alexitimia genere frustración y enojo en la pareja ante situaciones de conflicto y las demandas de afecto por su dificultad para entender estas situaciones y dar respuestas efectivas (Espina Eizaguirre, 2002) y como consecuencia de esta frustración y enojo aparezcan actos violentos. Asi­mismo, al estilo evitador, propio del perfil alexitímico, el deterioro progresivo de la convivencia y el distanciamiento parecen facilitar la expresión de la hostilidad y del rechazo (Taylor & Bagby, 2013; Ta­ylor et al. 2014). Finalmente, la dificultad para regular el afecto negativo -y posiblemente experiencias traumáticas previas- podrían provocar que la persona alexitímica amplifique el daño sufrido (Frewen, Dozois, Neufeld & Lanius, 2008; Thorberg, Young, Sullivan & Lyvers, 2011). De ahí se señala la mayor asociación con el daño que con la frecuencia.

La alexitimia, también, estuvo asociada con la violencia ejercida contra la pareja. La correlación fue significativa, directa y moderada, al ser más alta en su frecuencia que en el daño. ¿Las menores asociaciones de la alexitimia con daño que con frecuencia y con violencia ejercida que sufrida, podrían indicar la presencia de un sesgo mediado por la deseabilidad social que distorsiona la realidad al favor del yo frente a una conducta socialmente reprobada o, por el contrario, podría reflejar la realidad de la dinámica de pareja?

Parece que la posición de la persona alexitímica es de baja agresión, incluso se han señalado ras­gos pasivo-masoquistas en estas personas (Taylor & Bagby, 2013). El apego evitativo, el estilo pasivo de afrontamiento y la mayor prevalencia de la depresión en las personas alexitímicas pueden explicar la mayor relación con ser víctima que victimario; no obstante, la respuesta a esta pregunta requeriría de estudios con escalas que evalúen la deseabilidad social en aspectos de autoengaño y manejo de la impresión.

En las tres muestras, las correlaciones más altas se dieron entre la alexitimia y el daño sufri­do. Dentro de los cuatro factores de daño, el factor de daño sufrido por la violencia sexual fue el más correlacionado con la alexitimia. La violencia que más daño causó entre las y los participantes fue la violencia sexual, la cual se refirió al rechazo sexual y no propiamente a la coerción sexual. Este dato sugiere que la persona, al ser rechazada sexualmente por su pareja, siente bastante daño. Probablemente, se sienta poco querida y rechazada e incluso estas críticas, interpretadas como rechazo, podrían estar repercutiendo en su autoestima.

Dentro del Cuestionario de Violencia Sufrida y Ejercida de Pareja, solo contempla un ítem de coerción que aparece dentro de la violencia sufrida (Mi pareja me ha forzado a tener relaciones sexuales cuando estoy enfermo/a o está en riesgo mi salud), el cual aparece con muy baja frecuencia dentro de la muestra. La mayoría de los ítems de violencia sexual fueron contenidos de rechazo (Mi pareja me rechaza cuando quiero tener relaciones sexuales con él/ella, Mi pareja no toma en cuenta mis necesi­dades sexuales, Mi pareja me critica como amante, Mi pareja se ha burlado de alguna parte de cuerpo, He dicho a mi pareja que es feo/a o poco atractivo/a, No tomo en cuenta las necesidades sexuales de mi pareja). Estos ítems aparecen con mucha más frecuencia que el ítem de coerción sexual entre los par­ticipantes del estudio, ya sean hombres o mujeres. Así, este cuestionario trae un sesgo hacia el rechazo sexual y subestima la coerción sexual.

El cuestionario parte de una selección empírica de ítems: al haberse inicialmente contemplado tanto ítems de rechazo como de coerción (Cienfuegos & Díaz-Loving, 2010), probablemente el hecho de retener esencialmente ítems de rechazo se deba a la propia naturaleza de la violencia sexual en el matri­monio. En la escena de la alcoba conyugal puede que el rechazar y burlarse sexualmente de la pareja sea una forma más común de expresar agresión que someter a la fuerza. La coerción sexual probablemente sea más común en encuentros casuales, en los cuales no existe una conexión íntima entre las personas, o los motivos de interacción son confusos u ocultos. La Organización Mundial de la Salud (World Health Organization, 2013) reportó la prevalencia de la violencia sexual (violación/coerción) en mujeres como más frecuente fuera de la pareja íntima, mientras la violencia de pareja se manifiesta más en aspectos psicológicos/verbales y económicos.

Desde la correlación bivariada, el patrón de relación entre la alexitimia y la violencia se manifies­ta semejante entre hombres y mujeres, al resaltar que las magnitudes de la asociación son más altas para los hombres; no obstante, se evidencian más diferencias al parcializar el efecto de la depresión.

Respecto a los hombres, una vez parcializado el efecto de la depresión, la relación entre la alexi­timia y la violencia se debe, sobre todo, al factor de la dificultad para identificar sentimientos (DIS), al ser el factor de pensamiento externamente orientado (PEO) independiente de la violencia. Los hombres ejercen más violencia de pareja cuando mayor es su dificultad para identificar los sentimientos y esta relación se presenta en todos los aspectos de la violencia. Este hecho parece reflejar o es concordante con que los hombres, que manifiestan dificultades para identificar sus sentimientos, se deprimen más, tienden a ser más pasivos y evitan más el conflicto, por lo que reportan recibir violencia de su pareja femenina (Moral de la Rubia, 2008b); a su vez, muestran más dificultades para controlar los afectos ne­gativos de angustia, depresión e ira, dentro de una relación con creciente mal ajuste, con lo que aparece más expresión de la ira y actos de violencia hacia la pareja femenina dentro de una dinámica de violencia reactiva (Rueda et al., 2006).

Respecto a las mujeres, una vez parcializado el efecto de la depresión, los tres factores de la ale­xitimia contribuyen a la relación con la violencia; y la relación de la alexitimia se da con la violencia sufrida, pero no con la violencia ejercida. Para que la relación entre alexitimia y violencia ejercida sea significativa en mujeres, debe estar presente la depresión, lo que probablemente esté motivado por un humor irritable e incluso por una baja autoestima, que permite reconocer un rasgo socialmente no de­seable en la mujer, como el ser violenta e irascible (Asgeirsdottir & Sigfusdottir, 2014). Las asociaciones de la alexitimia con la frecuencia y el daño sufridos fueron muy semejantes una vez parcializada la de­presión; cuando, sin tal parcialización, las correlaciones con daño eran mayores, lo que refleja el efecto sensibilizador de la depresión en el reporte del daño.

Se esperaba que la asociación de la alexitimia estuviera más definida con la violencia recibida en las mujeres en comparación con los hombres y con la violencia ejercida en los hombres en comparación con las mujeres. Esta expectativa se cumple al parcializar el efecto de la depresión en la relación entre la alexitimia y la violencia. Esta expectativa se derivó de un enfoque sociocultural. Díaz-Loving (2010) señala que existen premisas intrínsecas a la cultura mexicana, bajo las cuales la mujer se percibe como víctima, que privilegia esta postura y aleja de sí toda posibilidad de reconocerse como un agente de vio­lencia contra su pareja masculina.

Dentro de esta línea argumental, Torre, Ojeda y Maya (2004) remarcan que la violencia constituye un rasgo tolerado y en cierto modo reforzado en el hombre; por el contrario, se trata de un rasgo mal vis­to y de castigo en la mujer a lo largo de su proceso de socialización. De ahí que la mujer aparezca como víctima y el hombre como agresor en la representación social de la violencia en países latinos (Ariza, 2013) y en los estudios de violencia de pareja que toman la perspectiva de género, ya sean hechos o no en países latinos (Fiebert, 2014; Straus, 2007).

El modelo con buen ajuste en la muestra conjunta refleja que la alexitimia pronostica violencia sufrida y ejercida con más efecto sobre la sufrida que sobre la ejercida y la depresión predice violencia sufrida y ejercida con más efecto sobre la ejercida que sobre la sufrida, al ser la depresión predicha por la alexitimia y resultan ambos tipos de violencia independientes. Así, la depresión parece desinhibir la conducta violenta, sobre todo en mujeres, probablemente desde el humor irritable asociado a la depresión. Asimismo, la baja autoestima asociada a la depresión podría facilitar el reconocer un rasgo socialmente no deseable en la mujer como el ser violenta e irascible (Asgeirsdottir & Sigfusdottir, 2014). Aunque el modelo estructural muestra variación entre los sexos, los modelos por sexo coinciden en mos­trar el efecto directo de que la alexitimia sobre la violencia ejercida es espurio y está totalmente mediado por la depresión en mujeres y por la violencia recibida en hombres.

En mujeres hay dos cambios dentro del modelo. La depresión solo predice la violencia ejercida y el efecto de la alexitimia es indirecto sobre la violencia ejercida a través de la depresión. Así, el modelo muestra que la relación de la alexitimia con la violencia sufrida en mujeres es sustantiva, pero para la contribución de la alexitimia a la violencia ejercida se requiere la presencia de la depresión. La mujer alexitímica reporta sufrir más depresión y violencia de la pareja masculina, muy probablemente por un vínculo inseguro y evitativo, que puede despertar desconfianza y generar insatisfacción en la pareja (Taylor et al., 2014; Wearden et al., 2005). Cuando la mujer alexitímica se deprime, reporta ejercer más violencia contra su pareja masculina, probablemente por un humor irritable mal regulado (Asgeirsdottir & Sigfusdottir, 2014) y el mayor reconocimiento de una conducta socialmente no deseable en las mujeres ante una baja autoestima.

Además, los actos de violencia sufridos y los actos de violencia perpetrados contra la pareja masculina no están relacionados. Parece que sus actos de violencia son estallidos impulsivos ante los cuales probablemente la pareja rehúya y no responda. Esta independencia entre la victimización y la perpetración, también, fue hallada en mujeres mexicanas por Oxtoby (2009) y podría relacionarse con la dificultad de la mujer para reconocerse como agente de violencia desde su construcción de género (Díaz-Loving, 2010), lo que requiere más estudio.

En los hombres hay tres cambios dentro del modelo. La alexitimia predice la violencia sufrida, pero no la violencia ejercida. La pareja femenina agrede más al hombre alexitímico, probablemente evasivo, depresivo y pasivo. La depresión solo predice violencia sufrida y la alexitimia predice depre­sión. La violencia ejercida solo es explicada por la violencia sufrida. El hombre alexitímico deprimido responde con ira y agresión ante los ataques de su pareja femenina. Su violencia es reactiva y no es respondida de vuelta por la pareja femenina. Con ello, se evita un círculo de escala de la violencia, pero se genera desajuste e insatisfacción dentro de la relación marital.

Dicho en otras palabras, el hombre alexitímico tiende a deprimirse más, la unión entre alexitimia y depresión produce gran insatisfacción en su pareja femenina, que a veces se manifiesta en estallidos de violencia a los cuales el hombre responde con violencia y sin tener los recursos para resolver dicha insatisfacción que muy probablemente se enraíce en la falta de conexión, empatía y afecto (Moral de la Rubia, 2008b).

Debe señalarse que la correlación positiva entre victimización y perpetración es significativa tanto en la muestra conjunta como en mujeres y hombres, y que un modelo de violencia reactiva se ajusta bien a los datos, si se introduce como variable exógena el machismo (Moral de la Rubia & Ramos Basurto, en prensa). No obstante, al considerar la alexitimia y la depresión, se releva que la correlación entre victimización y perpetración es espuria en mujeres y en la muestra conjunta, lo cual resulta en ambos roles de violencia independientes, conforme con los resultados de Oxtoby (2012). Solo en hom­bres, la relación entre victimización y perpetración es sustantiva y se ajuste bien a un modelo recursivo de violencia reactiva, según los resultados de Moral de la Rubia y López Rosales (2012). Por lo tanto, la parcialización de la alexitimia y la depresión aclara la discrepancia entre estos estudios realizados con adultos mexicanos. El estudio de Oxtoby empleó una muestra integrada solo por mujeres y contempló como variable el desajuste psicológico, que incluye síntomas de depresión y ansiedad. El estudio de Mo­ral de la Rubia y López Rosales (2012) empleó una muestra integrada por ambos sexos, sin considerar el efecto de la alexitimia y la depresión, al igual que ocurrió en los análisis de Moral de la Rubia y Ramos Basurto (en prensa).

Una de las limitaciones del estudio que debe señalarse es el carácter no probabilístico de la mues­tra. Así, toda generalización debe manejarse como una hipótesis aplicable a una población semejante de mujeres mexicanas o latinas de la población general. El tamaño de la muestra no debe considerarse insuficiente. En el modelo para las mujeres y en el modelo para los hombres, la razón entre el tamaño de la muestra y los parámetros por estimar (N:q) fue 15:1; en el contraste unigrupo de la muestra conjunta fue 27:1 y en el contraste multigrupo fue 13:1. Por lo tanto, se superó la razón aceptable (≥ 10:1) y tam­bién la razón recomendable en la muestra conjunta (≥ 20:1) (Byrne, 2010).

Además, todos los datos son de autorreporte; así, los resultados podrían diferir si se emplearan escalas objetivas basadas en observadores. En relación con ello, cabe señalar que las personas con ale­xitimia tienen dificultades para la introspección y la comprensión emocional, por lo que la validez de la evaluación de la alexitimia por medio de escalas de autorreporte ha sido cuestionada (Berthoz, Perde­reau, Godart, Corcos & Haviland, 2007).

Finalmente, los datos en relación con el factor PEO (Pensamiento externamente orientado) pre­sentan problemas de confiabilidad por la consistencia interna inaceptable del factor dentro de la mues­tra, lo cual es un problema presente con la EAT-20 en los estudios de validación en diversos países y culturas (Kooiman et al., 2002).

En conclusión, existe una correlación entre la violencia y la alexitimia, más con la violencia su­frida que con la violencia ejercida; dentro de la violencia sufrida más con el daño que con la frecuencia y dentro de la violencia ejercida más con la frecuencia que con el daño. La dificultad para identificar sentimientos es el factor de la alexitimia que se correlaciona más con la violencia, sobre todo en los hombres. Este patrón correlacional se observa tanto en la muestra conjunta como en las muestras se­paradas de mujeres y hombres. Las magnitudes de estas asociaciones varían de pequeñas a moderadas en la muestra conjunta y en la de las mujeres y algunas alcanzan una magnitud de asociación alta en los hombres.

La mayoría de estas correlaciones permanecen significativas al parcializar la depresión, mientras las magnitudes de las asociaciones disminuyen. Con la parcialización de la depresión, la alexitimia pasa a ser independiente de la violencia ejercida en mujeres y el factor de pensamiento externamente orientado (PEO) queda independiente de la violencia en los hombres. En correspondencia con los datos correlacionales, se puede decir que la alexitimia constituye primariamente un factor de riesgo para sufrir violencia y en menor medida para ejercerla.

Desde los modelos estructurales, la alexitimia corresponde a un factor de riesgo de depresión con un tamaño de efecto grande en la muestra conjunta y en la de las mujeres y moderado en los hombres. En las mujeres, la alexitimia es un factor de riesgo de violencia sufrida con tamaño de efecto pequeño, donde surte un efecto indirecto pequeño mediado por la depresión sobre la violencia ejercida. La de­presión solo representa un factor de riesgo de la violencia ejercida con un tamaño de efecto pequeño al desinhibir su expresión y encontrarse los estallidos de violencia desconectados de la violencia recibida.

En los hombres, la alexitimia con un tamaño de efecto pequeño y la depresión con un tamaño de efecto grande son factores de riesgo de la violencia sufrida. La violencia ejercida solo es predicha por la violencia sufrida, lo que refleja un patrón de violencia reactiva. El hombre alexitímico y deprimido reporta recibir más violencia de su pareja femenina, probablemente por su vínculo desapegado, estilo evitativo, carencia de empatía y falta de expresión de afecto. Ante esta violencia, el hombre reacciona con ira y agresión, mientras la mujer no responde y evita así cerrar un círculo vicioso de violencia en una relación en la que muy probablemente persista el desajuste y la insatisfacción.

Los modelos estructurales por sexo claramente muestran que la relación de la alexitimia es sus­tantiva con la violencia sufrida, pero es espuria con la violencia ejercida al estar mediada por la depre­sión en mujeres y por la violencia recibida en hombres. La alexitimia solo surte efecto directo sobre la violencia ejercida en el modelo de la muestra conjunta, pero este modelo presenta variación significativa por sexos; por lo tanto, la alexitimia primariamente constituye un factor de riesgo para sufrir violencia.

Para futuras investigaciones, se recomienda evaluar la alexitimia tanto con una medida de au­torreporte como con una basada en la observación y una medida de la deseabilidad social. Se sugiere profundizar en el papel que la construcción de género juega en el reconocimiento de una mayor perpe­tración en la mujer una vez que esté deprimida. Se sugiere evaluar la depresión y la alexitimia al trabajar en la violencia de pareja, porque su tamaño de efecto es grande en hombres y mediano en mujeres. Si se detectan rasgos de alexitimia, se sugiere focalizar la intervención en su modificación al trabajar sobre la dificultad para identificar sentimientos; a tal fin, se ha mostrado fructífero el enfoque constructivista de Dimaggio, Semerari, Carcione, Nicolo y Procacci (2007).


Referencias

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*Correspondencia a:
Universidad Autónoma de Nuevo León, México

Universidad Autónoma de Zacatecas, México

José Moral de la Rubia, Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Nuevo León, México; Sandra Ramos-Basurto, Unidad Académica de Psicología, Universidad Autónoma de Zacatecas, México.

La correspondencia en relación con este artículo se dirige a José Moral de la Rubia, Facultad de Psicología, Univer­sidad Autónoma de Nuevo León, c/Dr. Carlos Canseco 110. Col. Mitras Centro. C.P. 64460. Monterrey, NL, México, Tel. 8183338233. Ext. 423. Fax. Ext. 103; dirección electrónica: jose.morald@uanl.edu.mx

Reseña del autor y de la autora

José Moral de la Rubia cuenta con un doctorado en Filosofía y Ciencias de la Educación con especialidad en Psicología por la Universidad de Alcalá de Henares, Madrid, España. Es psicólogo especialista en Psicología clínica por el Programa de tres años de Psicólogo Interno Residente. Se tituló como licenciado en Psicología por la Universidad Pontificia de Comillas, Ma­drid, España. Se desempeña como profesor-investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Forma parte como miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1 y miembro del cuerpo académico consolidado de Psicología Social y de la Salud, inscrito en la línea de variables psicosociales en salud y estudios de familia. Correo-e: jose.morald@uanl.edu.mx

Sandra Ramos-Basurto cuenta con un doctorado en Filosofía con especialidad en Psicología de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Labora como maestra en Psicoterapia Psicoanalítica y licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Se desempeña como docente-investigadora en la Universidad Autónoma de Zacatecas, en la unidad académica de Psicología, área clínica y desde 2008 como psicoterapeuta en el Centro de Investigación y Servicios Psicológicos de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Es miembro de la academia de Psicolo­gía clínica, de la unidad académica. Sus líneas de investigación son la Psicología de la pareja, violencia de pareja y familia. Correo-e: sandra.ramos@uaz.edu.mxPublicado en línea: 29 de junio de 2015


Recibido 04 de diciembre de 2014Revisión recibida 14 de enero de 2015Aceptado 18 de marzo de 2015

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