Introducción
El Trabajo Social, como categoría histórica que expresa la complejidad de la sociedad burguesa[1], circuló en torno a los debates acerca de las cuestiones metodológicas. No pocas veces la producción científica, a lo interno de la profesión, intentó resolver el debate de la relación teoría-práctica como un asunto referido a su naturaleza histórica expresada en el carácter interventivo en la vida de la clase trabajadora a la que el origen de la profesión estuvo vinculado. Con lo anterior, se extrapoló el debate de la relación teoría-práctica en un asunto que resolvería los dilemas enfrentados por las y los profesionales, esto al acercarse a la contradicción entre una teoría crítica de la realidad y una práctica limitada a las supuestas posibilidades transformadoras de la Política Social.
La permanencia de ese debate se observa incluso en la propia producción académica del siglo XXI, que da continuidad a lo que en América Latina es conocido como «los debates contemporáneos en Trabajo Social» y cuyo origen se encuentra en las últimas décadas del siglo XX. Autores como Iamamaoto (2003) y Netto, (1997) en el plano internacional, así como Esquivel (2003), Campos et al. (1977), Fallas (2010) y Villalobos (2014) en el nacional, muestran la vigencia del debate aun en nuestros días.
En este artículo se exponen las principales investigaciones producidas en Costa Rica (y las de otros países de América Latina que influenciaron la discusión sobre esta temática a nivel nacional) y que están vinculadas a las discusiones acerca de lo teórico-metodológico en el Trabajo Social. De manera general, se puede observar que la producción de conocimiento acerca de esta categoría tiene como elementos definitorios la materia sobre la cual se investiga (la reflexión teórica, la formación profesional o la intervención profesional propiamente dicha), el ámbito o espacio que demanda o requiere la producción de conocimiento (producción académica docentes o Trabajos Finales de Graduación de estudiantes), así como la base teórica que sustenta esa misma producción de conocimiento (concepciones positivistas que, en el acercamiento a la relación teoría práctica, reducen la teoría y, como consecuencia, rebajan lo teórico metodológico a una relación instrumental con la práctica o concepciones cuya orientación teórica intentan explicarla partir de la relación dialéctica entre ambos elementos).
Cabe señalar, acerca de la metodología de trabajo para la realización de este estado del arte, que se consultaron investigaciones a nivel nacional e internacional. Primeramente, se realizó una búsqueda en las bases de datos de trabajos finales de graduación de la Escuela de Trabajo Social y posteriormente en la base de datos del Sistema de bibliotecas, Documentación e Información de la Universidad de Costa Rica (SIBDI). Una vez identificadas las investigaciones (aproximadamente 100), se procedió a la lectura de las mismas con el fin de identificar, en primer lugar, la relevancia y la proximidad con el tema de investigación y, en segundo, tema, objeto, objetivos, metodología y orientación teórica de cada una de ellas. Del total de las investigaciones consultadas, el estado del arte se elaboró con aproximadamente 40 de ellas, ya que correspondían al objetivo planteado.
Con este material se elaboró una base de datos que permitió identificar y analizar categorías relevantes, las cuales brindaron los elementos para delimitar las tendencias investigativas que se exponen en este artículo.
El análisis de las tendencias de la investigación acerca de la categoría «fundamentos teórico-metodológicos» se sintetizó en dos vertientes: la primera localiza las contribuciones sobre lo teórico-metodológico y el mundo del trabajo profesional en Costa Rica. En esta observamos al menos cuatro subtendencias:
· El «método» y la metodología en el Trabajo Social.
· La «metodología del Trabajo Social» y los procesos de intervención profesional
· La intervención profesional, «los métodos de intervención y de evaluación».
· La construcción de propuestas metodológicas de intervención profesional
La segunda vertiente analiza las investigaciones que vinculan la categoría fundamentos teórico-metodológicos con la formación profesional y con la cuestión teórico-metodológica desde el debate teórico.
Por otro lado, si bien es cierto no podemos hablar de una tercera tendencia en la investigación, es importante anotar que existe una serie de investigaciones y publicaciones que introducen una perspectiva diversa en el análisis de esta categoría a lo interno de la profesión. Ella refiere a las discusiones que, desde el marxismo, se realizan desde la década de 1980 en el seno del Trabajo Social brasileño y de las investigaciones de la ALAETS[2], hoy ALAIETS.
La revisión documental permitió observar que, en tanto tema de investigación, la cuestión teórico-metodológica ha estado presente en el desarrollo de la profesión desde diversas comprensiones, y las reflexiones sobre dicha cuestión han dado respuestas a muchas interrogantes, predominantemente asociadas a dos ámbitos: los procesos de trabajo (llamados en algunos casos intervención profesional) y la formación profesional.
Las investigaciones sobre fundamentos teórico-metodológicos en el mundo del trabajo o «intervención» profesional
Las investigaciones realizadas sobre la teoría y la metodología del Trabajo Social se han caracterizado por el análisis de propuestas metodológicas para la intervención profesional. En algunos casos, estas proponen «modelos de intervención», entendidos estos como «propuestas metodológicas» para intervenir sujetos que se enfrentan a determinadas manifestaciones de la «cuestión social», (aprehendida esta última en términos de las condiciones de vida, incluso denominada como «problemática social»).
Las investigaciones que toman en cuenta la «metodología», tanto en su fundamentación teórica[3] como en su análisis, tienen como punto de partida una determinada definición del método (en la mayor parte de los casos, está relacionado con procedimientos y pasos para alcanzar un objetivo determinado). El fundamento que subyace en esa definición tiene una influencia epistemológica propia del momento histórico, con algunas discusiones sobre aspectos ontológicos que se limitan a la ubicación del ser en la realidad[4].
La revisión de las investigaciones realizadas sobre este tema (aproximadamente 25 para esta primera tendencia), permitió considerar cinco grandes líneas de análisis según las tendencias dominantes de los estudios. Cabe aclarar que se acude a las notas al pie de página con la finalidad de clarificar algunos aspectos relevantes para esta investigación, necesarios para configurar los límites del conocimiento acumulado sobre el tema.
Acerca del método y la metodología
Se observará en las siguientes investigaciones una preocupación por asuntos referidos al método y la metodología y en cada caso se expondrá lo que, a criterio de quien investiga, significan estos términos.[5]
Varias investigaciones situadas entre 1956 y 2002 se aproximan a una definición del concepto de metodología. No obstante, es posible observar algunas diferencias, entre ellas el hecho de que existe una comprensión del método como serie de pasos (una estrategia) posibles a seguir para llegar al conocimiento del objeto, o para realizar la intervención profesional.
Sáenz (1959), Alfaro et al. (1981) y Arias et al. (1994) asocian su comprensión de método a pasos o fases. La primera de los autores mencionados realiza una investigación acerca de la importancia del Trabajo Social, denominado en la época como Servicio Social[6], en la «rehabilitación de menores de conducta antisocial»*. Esta autora considera que, a partir de lo que ella denomina «métodos de reeducación»*, se puede lograr la «rehabilitación». de las personas menores de edad. Asimismo, considera que el papel de un profesional en Trabajo Social en la construcción de estos métodos es imprescindible. Dentro de la concepción metodológica planteada, ella coloca el trabajo con el grupo familiar y la comunidad como potenciadores de la «rehabilitación» de los niños y las niñas en las instituciones. Destaca la utilización del «método de grupo como un método eficaz para lograr la socialización de los menores» (Sáenz 1959, 111).
Arias et al. (1994, 10), a partir de los planteamientos de Herman Kruse, entienden la metodología como el «producto del conocimiento de la dinámica misma de la realidad y debe tener un marco de referencia que brinde los elementos necesarios para interpretar la realidad». Contemplan dos elementos en su proceso de investigación. En primer lugar, lo que denominan la «aplicación» del «método» de Caso social individual (MCSI), por medio del conocimiento de la experiencia de algunos profesores; en segundo lugar, «la aplicación» de ese denominado método en el periodo comprendido entre 1940 y 1993.
Según Pérez y Rodríguez (1993) y Odio (1968), el método es comprendido como el conjunto de procedimientos que ordenan y orientan la acción hacia determinados objetos de conocimiento e intervención.
Fernández, Garita y Muñoz (1988), basadas en Ander-Egg, proponen que la metodología puede ser comprendida partiendo de dos perspectivas. Por un lado, como supuestos epistemológicos que definen el concepto y, por otro, como un conjunto de operaciones o actividades que se realizan de forma sistemática dentro de un proceso para conocer la realidad y actuar en ella. Por otro lado, la comprensión de método en estas investigadoras refiere a la manera de alcanzar un objetivo mediante un procedimiento que permite ordenar la realidad, definiendo a partir de ello que en Trabajo Social hay método de caso, grupo, comunidad y trabajo en equipo. Esta misma definición (con los cuatro elementos mencionados anteriormente) la comparte Campos (1971), para quien el método en Servicio Social es la manera de acercarse al conocimiento de un problema y orientar el papel catalizador del profesional dentro de los procesos de interacción humana.
Gutiérrez y Rojas (1998) reconocen que el método se define como el conjunto de aspectos y procedimientos que reflejan las formas que el profesional ha construido para relacionarse con el objeto de intervención.
Desde otras perspectivas teóricas, Esquivel (2002), basado en los planteamientos de Iamamoto (2003) y en el debate contemporáneo de tradición marxista, comprende que la cuestión teórico metodológica hace referencia al modo de leer, interpretar y relacionarse con el ser social. Es una relación entre el sujeto cognoscente y el objeto investigado. Esta relación tiene su fundamento en la dialéctica marxista, profundizada por la corriente lukacsiana vinculada con las categorías mediación e instrumentalidad.
La «metodología» y los procesos de trabajo o la «intervención profesional»
Existe una serie de investigaciones, que datan desde 1969 al 2005, en las que se establecen «especializaciones» del trabajo profesional a partir del desarrollo de determinados procesos de trabajo, definidos por una teoría y método que les son propios; como consecuencia, las diferencian del trabajo establecido en otros ámbitos de intervención profesional, es decir: Trabajo Social psiquiátrico, Trabajo Social criminológico, el Trabajo Social gerontológico, Trabajo Social privado, Trabajo Social de familias, Trabajo Social terapéutico, Trabajo Social forense, entre otras.
En relación con el Trabajo Social psiquiátrico, la investigación de Benavides et al. (1979) ubica su génesis en el momento en que se hace necesario el contacto con las familias para controlar el desempeño de las personas con enfermedades mentales en el seno familiar. Por su parte Valverde (1986) plantea que, a partir de la inclusión del y la profesional en el ámbito terapéutico, se puede hacer un aporte al ámbito psiquiátrico por el vasto conocimiento en el tema de las relaciones interpersonales, especialmente familiares y sociales.
Por otro lado, Cerdas (2005) plantea la necesidad de ampliar el espacio de intervención profesional teniendo como base que, al igual que en el sector público, en el sector privado las personas no dejan de ser sujetos de carencia, situación que hace necesaria la intervención del Trabajo Social.
De ahí que su problema de investigación sea la intervención del Trabajo Social en una empresa privada tendiente a garantizar la calidad de vida laboral, mientras que el objetivo de su estudio sea la construcción de una estrategia de intervención que promueva la calidad de vida de los trabajadores y las trabajadoras en estrecha concordancia con los planteamientos de calidad establecido en la norma SA-800 (Social Accontabilty), cuyo objetivo es la «responsabilidad social empresarial»[7].
Acerca de los procesos de trabajo, «el método» y la evaluación
Existen algunas investigaciones, ubicadas entre 1988 y 2005, en las que se ha propuesto analizar las formulaciones realizadas en cuanto al método de los procesos de trabajo, a partir de los resultados y el impacto que produce. Muchas de ellas se han realizado desde una comprensión del método que se relaciona con una serie de pasos o estrategias seguidas para llevar a cabo la intervención profesional. En este sentido se enmarcan las investigaciones de Fernández, Garita y Muñoz al. (1988), Pérez y Rodríguez (1993) y Gutiérrez y Rojas (1998).
El primer grupo de investigadoras analizaron los alcances y limitaciones de la «metodología participativa» en la intervención con personas migrantes. Llama la atención en este trabajo el hecho de que estas profesionales no propongan una ruta metodológica para la intervención con migrantes, sino más bien que hagan un análisis de la forma en la que ellas trabajaron con un grupo de personas con características específicas. Así mismo, rescatan la particularidad de su proceso y concluyen que existe un potencial organizativo posible de explotar a través de una metodología participativa en la atención de personas refugiadas.
Por otro lado, Pérez y Rodríguez (1993) plantearon como problema para su investigación lo siguiente: ¿permite la metodología utilizada por el equipo técnico del Patronato Nacional de la Infancia -PANI- una atención integral a la problemática del maltrato físico del menor de edad? Contrario a lo que otras profesionales plantean, ellas comprenden que no existe un método único para el Trabajo Social, pues hay diferentes procedimientos tomados de las diversas Ciencias Sociales.
Desde la comprensión que tiene el equipo de esta investigación sobre el concepto de metodología, se llega a la conclusión de que el equipo técnico del PANI no cuenta con una para la intervención profesional. Dicha conclusión fundamenta la formulación de una propuesta metodológica de intervención para el equipo técnico del PANI, el cual se basa en la interrelación entre las instituciones, la familia de las personas menores de edad y la comunidad.
Gutiérrez y Rojas (1998) se plantearon como problema de investigación identificar de qué manera incide el sustento teórico metodológico de los procesos de intervención de la Unidad de Atención Inmediata (UAI) del PANI en la atención de problemáticas de niños, niñas y adolescentes en «riesgo social». Su análisis de los «métodos de intervención» fue realizado desde la teoría de sistemas y esto permitió valorar, desde la perspectiva de las investigadoras, varios elementos de la organización. Una de sus conclusiones es la necesidad de que exista «un manual de procedimientos que sustente el proceso metodológico y que contribuya a la homogenización de la diversidad de marcos teóricos desde los que se interviene» (Gutiérrez y Rojas 1998, 166).
En su análisis, las autoras proponen que, debido a que se trabaja con situaciones de riesgo, la teoría de la intervención en crisis y la teoría de terapia breve son las bases teóricas que deben sustentar la intervención en la UAI, pues sus características son las más apropiadas por la duración y las posibilidades para trabajar de forma rápida y efectiva.
Sobre la elaboración de propuestas metodológicas
En relación con este tema, existe en el Trabajo Social un grupo de investigaciones ubicadas entre 1973 y 2005 que se platearon la necesidad de construir una serie de propuestas metodológicas. Algunas de ellas concluyen con la construcción de modelos de intervención para guiar el trabajo profesional en los distintos ámbitos de intervención. En esta línea tenemos las investigaciones de Guzmán (1973), Gómez (1992), Chaves y Paniagua (1996), Amador (1998), Granados (1998), Jiménez y Zamora (2000), Montenegro, Ramírez y Ramírez (2001), Castro et al. (1991), Hernández, Murillo y Rivera (2005).
Sobre este tema, es posible identificar el trabajo de Guzmán (1973), quien se plantea la necesidad de crear una estrategia para transformar las estructuras ideológicas, filosóficas, teóricas y práctico-metodológicas, con el fin de que se constituya una carrera crítica de la realidad y con la capacidad de participar en la «liberación de la sociedad». En este sentido, una estrategia es comprendida como un trazado de tácticas metodológicas que se constituyen en la base estructural de la formación y del trabajo profesional en Trabajo Social. A partir del llamado método básico de Natalio Kisnerman, la investigadora se propone el desarrollo de una estrategia para implementar un proceso de trabajo comunal, así como valorar las posibilidades para implementar una metodología transformadora desde una perspectiva ideológica crítica y de ruptura con el Trabajo Social tradicional.
Siempre en la línea de la elaboración de propuestas metodológicas, Gutiérrez y Rojas (1998) construyen una propuesta metodológica de atención para la Unidad de Atención Inmediata del PANI partiendo de la teoría de intervención en crisis y de la teoría de terapia breve. Para ellas, una propuesta metodológica es aquella que contenga elementos teóricos y metodológicos; es decir, conocimientos, técnicas, instrumentos y procedimientos que se requieren para conocer y actuar sobre los objetos de intervención.
Por otro lado, Montenegro, Ramírez y Ramírez (2001) proponen un modelo para la intervención con personas adultas mayores que potencia el crecimiento personal y el mejoramiento de su calidad de vida. Las investigadoras establecen el procedimiento para la creación de un modelo y posteriormente plantean su propuesta. Así, las fases señaladas son: valoración, formulación del modelo, operacionalización del modelo, sistematización y evaluación del proceso. En esta investigación se identifica la fundamentación del método detrás de los planteamientos y las propuestas de las autoras, fundamentación que radica en la comprensión del método como una serie de pasos que se deben cumplir (casi de forma lineal) para alcanzar de objetivos.
En relación con esta perspectiva, Molina y Romero (2002) elaboran una serie de reflexiones que permiten identificar una tipología de los modelos de intervención basada en la finalidad de la intervención sujeto-objeto. Las autoras entienden por modelo «la integración en una unidad de los aspectos ontológicos, epistemológicos y metodológicos de una forma determinada de práctica social» (Molina y Romero 2002).
A diferencia de otros investigadores, autoras como Molina y Romero (2002) identifican el trabajo profesional en relación con el desarrollo del Estado y la política social, reconociendo que «la práctica profesional de Trabajo Social se inserta en la dinámica de las relaciones sociales reproduciéndolas en su carácter contradictorio» (Molina y Romero 2002,59). Así, su legitimidad social deriva de la función social que se le asigna en cuanto al conocimiento e intervención en un «campo de problemas», que refieren a las condiciones de vida de las y los sujetos.
Por otro lado, se tiene la creación de lo que se denomina como «estrategias metodológicas»[8] para la intervención. En esta línea se enmarcan las investigaciones de Guzmán (1973), Álvarez et al. (1979), Castro et al. (1991), Chen, Céspedes y Porras (1983), Con Víquez (1991), Alvarado y Navarro (1995), Gutiérrez y Rojas (1998), Méndez (s.f).
Acerca de los fundamentos teóricos metodológicos del Trabajo Social y la formación en Trabajo Social
Hasta el año 2010, los fundamentos teórico-metodológicos de la formación en Trabajo Social no habían sido abordados de manera sistemática en las investigaciones de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica (UCR), como sí lo han sido otros elementos como la intervención profesional, los ámbitos de interés y las manifestaciones de la cuestión social[9].
Algunas de las investigaciones realizadas en Costa Rica relacionadas con esta temática, son las de Campos (1971), Guzmán (1973), Valerín (1974), Campos et al. (1977), Mora (1968), Meoño y Ugalde (1990) y más recientemente Esquivel (2002) y Molina (2009b), Fallas (2010) y Villalobos (2014). Sin embargo, el debate sobre la fundamentación teórica en Trabajo Social es puesto en escena por Campos et al (1977), Molina y Romero (2002), Molina y Ruiz (2005), Esquivel (2002), Molina (2009b) y Fallas (2010). En estas investigaciones se advierte acerca de las comprensiones o conceptualizaciones sobre el método planteado en términos de lo «metodológico» y sus fundamentos epistemológicos; así como sobre las interpretaciones referidas al origen de la formación profesional y sus orientaciones o tendencias.
Ya desde las décadas de los setenta y ochenta, se plantearon algunos debates sobre el método en Trabajo Social. De este momento datan los trabajos de Campos (1971) y Mora (1968), quienes se plantean dicho elemento en estricta relación con el papel que la Escuela de Trabajo Social desarrolla en ese momento histórico.
Debido a que hasta hace algunos años[10] el debate en el Trabajo Social problematizó la comprensión del método[11], es importante iniciar con la discusión dada en Costa Rica por Campos (1971) acerca de la necesidad de romper con la intervención profesional basada en un solo método, esto para entrar en la construcción de un método único del Trabajo Social[12].
Si bien es cierto esta discusión se aleja en buena medida de los planteamientos realizados desde el debate marxista en la actualidad, representa un momento histórico importante sobre el debate del método propiamente dicho en el Trabajo Social costarricense. Campos señala que el objetivo en la formación profesional es lograr que el estudiante desenvuelva una visión integral de la realidad, sin pensarla a partir de las categorías caso, grupo o comunidad y pensando en función de las técnicas para el abordaje de la misma. (Campos 1971).
Por otro lado, Guzmán (1973) rescata la imposibilidad de afirmar que el Trabajo Social tiene su propia filosofía, pues más bien ha seguido la corriente filosófica imperante de cada momento histórico, sin cuestionarse su existencia. Para esta autora, el error no está en carecer de una filosofía propia, sino en adoptar otras sin cuestionarlas. En cuanto a lo ideológico, refiere que hay dos distinciones: una que se identifica con la liberación y otra con la dominación, históricamente identificándose el Trabajo Social con esta última. En cuanto al método, Guzmán (1973) señala la existencia de dos grandes tipos: los métodos básicos (caso, grupo y comunidad) y los métodos auxiliares (aquellos que están orientados a la consecución de mayor eficiencia).
Por otro lado, Valerín (1974) plantea que, como producto del movimiento de Reconceptualización del Trabajo Social, surgía la duda acerca de la «metodología» por utilizar en la atención de los problemas sociales en el ámbito hospitalario, pues en el marco de este movimiento, se expresó que el «método de caso» debía abolirse.
En su investigación, Valerín (1974) hace una reconstrucción histórica del Trabajo Social a nivel mundial, latinoamericano y costarricense. Coloca un acento importante en la definición de algunas corrientes teóricas que influenciaron los cambios curriculares de la formación de las escuelas de Trabajo Social en América Latina, mencionando la influencia de Marx, Engels, Marcuse y Freire.
Esta autora se preocupa por la dicotomía entre la teoría y la práctica, mencionando que en Trabajo Social existe una inclinación a superar la separación de ambas, así como de tener una teoría propia para superar el empirismo. Esto marca una tendencia conducente a dar un carácter científico al conocimiento de la realidad y a formular, a partir de ello, métodos y técnicas operacionales dentro de un marco conceptual. Esta tendencia ilustra la preocupación de los debates contemporáneos en relación con la denominada «búsqueda de la especificidad a lo interno de la profesión», lo que se expresa en la construcción de una teoría, un método y un objeto que sea propio del Trabajo Social.
En un acercamiento comparativo entre el Trabajo Social «tradicional» y latinoamericano (categorización realizada por Valerín), ella expone que, en relación con lo teórico, el denominado Trabajo Social clásico tiene sustento en las Ciencias Sociales, con grandes aportes desde el funcionalismo y el pragmatismo, así como de la teoría desarrollista; mientras que el latinoamericano pretende la elaboración de una teoría propia que se extrae de su práctica, al mismo tiempo que ha tomado como referencia la teoría de la Dependencia y la Marginalidad, manteniendo un carácter funcionalista y estructuralista.
En cuanto a la metodología, la autora identifica que en el Trabajo Social «tradicional» predominó la metodología de caso, grupo, comunidad, investigación, administración (estos dos últimos constituyen los denominados métodos auxiliares) y, en algunos casos, la supervisión. Por otro lado, en el Trabajo Social latinoamericano se distingue lo que ella denomina como las metodologías positivistas de investigación social (método básico de Kisnerman), la psicosocial y la de concientización (método psicosocial de Freire) y, finalmente, la metodología dialéctica.
Con respecto al proceso de formación profesional, Campos et al. (1977) hacen un recorrido histórico por las principales características del Estado costarricense, su relación con las inflexiones críticas del capital reproducidas en la estructura productiva y las respuestas que se gestan en el seno del Estado en el periodo posterior a 1949. La finalidad de su investigación consiste en identificar la forma en la que la formación en Trabajo Social, asumida desde las propuestas curriculares, se ha ido articulando al contexto social en el que se ve inmersa. Este puede considerarse el primer trabajo que intenta explicar el desarrollo de la formación profesional a partir de las mediciones que la articulan a las grandes tendencias de la sociedad costarricense en el momento histórico en que se desarrolló el estudio.
Las modificaciones y los cambios expresados en los planes de estudio de 1942, 1954, 1965, 1973 y 1976 se hacen bajo la consideración del objeto o razón de ser de la profesión, el propósito de la Escuela definido como demanda de la sociedad (o bien definido por la misma profesión) y la estructura académica propiamente dicha como bases para la realización del proceso formativo.
Las investigadoras concluyen que las transformaciones de la estructura curricular de la Escuela de Trabajo Social se explican dentro del proceso de desarrollo interno de la misma sociedad costarricense. Este trabajo marca una inflexión en la forma de asumir la comprensión de la formación profesional vinculándola a los requerimientos y las funciones sociales asumidas por el denominado Estado reformista y luego ampliadas por el Estado interventor.
Mora (1968), por su lado, señala que el carácter científico y profesional del Trabajo Social viene dado por la aplicación del método científico a las acciones de intervención social y en la fundamentación del Trabajo Social en las Ciencias Sociales, con especial énfasis en la Sociología, Psicología y Antropología. Estas se desarrollaron en el mismo contexto que el Trabajo Social en los Estados Unidos y en Europa.
Por otro lado, Meoño y Ugalde (1990), plantean desde la teoría social de sistemas, la existencia de una brecha entre las actividades organizacionales de la Escuela de Trabajo Social y las necesidades de la realidad nacional. Las autoras consideran que existe un distanciamiento entre el perfil profesional que la Escuela de Trabajo Social quiere formar[13] (según lo manifestado por las y los sujetos que participaron en la investigación), esto por cuanto la formación, según el estudiantado se caracteriza por la parcialidad en la obtención, la integración y la profundización de conocimiento «transmitidos» por la Escuela.
La cuestión teórico-metodológica desde el debate crítico contemporáneo de tradición marxista
Además de las grandes líneas observadas hasta ahora en este estado del arte, resalta lo que podrían llamarse las discusiones sobre la cuestión teórico-metodológica desde el debate crítico contemporáneo de base marxista en el Trabajo Social. No se considera, sin embargo, como una tendencia marcada en las investigaciones debido a que, en comparación con las anteriores, la intensidad de los esfuerzos dedicados a este tipo de estudio es menor. Sin embargo, dada la naturaleza de dichos estudios, es importante mencionar algunos elementos que los caracterizan.
El planteamiento sobre la fundamentación teórico-metodológica que se hace en el seno del debate contemporáneo en Trabajo Social, parte de un punto referido a las posibilidades de comprenderlo como una categoría histórica profesional. Para esta investigación, interesa destacar la síntesis de este debate en tanto se asume como la expresión más madura en lo que refiere a los fundamentos teórico-metodológicos. Este acercamiento a la dimensión reflexiva de la categoría, desde la configuración del estado del arte, da algunas «luces» para interpretar la génesis y el desarrollo de la formación profesional en un entramado sociohistórico de mayor complejidad.
En relación con el debate sobre este tema, se tiene la discusión planteada por Netto (1992; 2003), quien reconoce como las dos matrices teórico-metodológicas: la matriz positivista, base de las Ciencias Sociales y la matriz inspirada en Marx de donde se desprende la necesidad del abordaje ontológico de los objetos de investigación-intervención. A partir de esta diferenciación, el autor realiza una discusión acerca de las formas en las que estos dos grandes paradigmas interpretativos se sintetizan en los marcos teóricos que han acompañado el desarrollo de los fundamentos teóricos de la profesión en América Latina y más específicamente en la particularidad brasileña
En esta misma línea, Coutinho (1997), y profundizando en las determinaciones del paradigma marxista, menciona el hecho de que el marxismo, como teoría social, no se refiere únicamente al predominio de aspectos económicos en la explicación de la realidad, sino más bien contempla y defiende el principio de la totalidad. La defensa de ese principio es la esencia del marxismo; así la realidad se presenta compleja, articulada y formada por múltiples mediaciones.
Siguiendo a Lukács, este autor menciona que el conocimiento es una construcción, pues pensar lo contrario significaría que es un mero acto reflejo pasivo. Esta afirmación parte de que la fundamentación teórico-metodológica del Trabajo Social descansa sobre una base articulada en finalidades objetivas del colectivo profesional, esto en su afán por responder a las demandas sociales desde determinada postura[14] vinculada a un proyecto profesional determinado que se enmarca en la totalidad social.
Al mismo tiempo, esta base de fuerte acento filosófico no puede ser explicada, según el autor, como una construcción exclusiva de la categoría profesional, sino que se encuentra imbricada al desarrollo de las ideas filosóficas y políticas que se colocan como fundamento hegemónico para la comprensión de las relaciones sociales y se reproducen en el discurso político.
Para el caso de Costa Rica, esto adquiere una gran relevancia, pues el análisis de los fundamentos teóricos-metodológicos del Trabajo Social costarricense, no solamente han sido poco abordados, sino que hay un trabajo pendiente en cuanto a su comprensión desde su origen y reproducción en el país. Son pocos los avances que desde esta perspectiva se han realizado por el hecho de ser un debate relativamente reciente en el ámbito nacional y su abordaje exige la profundización de determinadas matrices comprensivas de la historia que no tienen un papel hegemónico en el seno de la reproducción socioprofesional.
No obstante, se deben mencionar los intentos plasmados en el Plan de estudios de la carrera de Trabajo Social de la sede Rodrigo Facio de la UCR por abordar este análisis en los procesos de formación profesional, colocando como elemento central de la formación las categorías de trabajo, cuestión social, político social; así como los debates sobre la cuestión teórico-metodológica.
En ese sentido, existen avances importantes en otros países de América Latina. Así, por ejemplo, tenemos las reflexiones de Netto (1992), Iamamoto (2003), Montaño (2000), Esquivel (2002), Molina y Romero (2002), Fallas (2010) y Villalobos (2014), por mencionar algunos casos.
Netto (2003) e Iamamoto (2003) abren un debate sobre las preocupaciones académicas por la búsqueda de una teoría propia del Trabajo Social, posteriores al movimiento de Reconceptualización entre algunos y algunas profesionales. Estas preocupaciones se desarrollaron en el marco de la búsqueda de la pretendida especificidad profesional y de un objeto propio de la profesión. Esta visión está profundamente marcada por las segmentaciones de la realidad social promovida y legitimada en el discurso de las llamadas Ciencias Sociales.
Iamamoto (1992) llama la atención sobre la diferencia, a su juicio vulgarizada, de la metodología del conocimiento y la metodología de la acción y sobre la distinción (misma que según la autora, lleva a la falsa creencia de que la teoría puede ser vertida en la realidad en un ejercicio de «aplicación», lo cual es denominado como dicotomía teoría-práctica) entre concepciones teórico-metodológicas y las estrategias técnicas y los procedimientos de la intervención profesional.
Así mismo señala el peligro de reducir las teorías sociales a mecanismos clasificatorios y mecanicistas que se vacían de naturaleza y potencial explicativo.
Por su parte, Netto (1992) caracteriza lo que él denomina la vía de ruptura[15] en Trabajo Social. Desde esta perspectiva, en el profesional debe existir una dimensión intelectual y técnica, es decir debe ser un profesional apto para responder a las demandas del mercado, pero al mismo tiempo con calificación para identificar las demandas virtuales de las clases en el movimiento social.
También Montaño (2000) aporta algunos elementos a la reflexión de las cuestiones teórico-metodológicas, evidenciando la tensión existente entre dos debates. En primer lugar, en el debate epistemológico que, según el autor, en muchas ocasiones es una reflexión que se procesa con independencia del objeto; es decir, anticipadamente al objeto. En segundo lugar, en el abordaje ontológico que, si bien es cierto aparecen preocupaciones metodológicas, estas son determinadas a partir del objeto y no antes de él, pues es finalmente el objeto y no la racionalidad y la lógica de la estructura metodológica lo que brinda el material para determinar fundamentos, categorías y el propio método de aproximación a la realidad. Así, este es visto como la relación sujeto-objeto en el proceso de conocimiento.
Ya en el campo nacional, vale la pena rescatar el trabajo de Esquivel (2002), el cual se plantea, como uno de los objetivos principales, el análisis crítico de los marcos teórico-metodológicos que sustenta la práctica de las y los profesionales en Trabajo Social vinculados con la gerencia social.
Así, en relación con la fundamentación teórico-metodológico de la gerencia social, Esquivel (2002) plantea en su análisis la existencia de comprensiones difusas, no solo en cuanto al concepto de teoría y metodología, sino a la combinación indiscriminada de teorías sociales para fundamentar el trabajo profesional en el ámbito de gerencia. Así, por ejemplo, a pesar de prevalecer una comprensión sistémica de la gerencia social, algunos expertos mencionan utilizar nociones conceptuales originadas en otras corrientes teóricas.
Esquivel (2003) realiza también una reconstrucción sobre el Trabajo Social costarricense y establece un análisis de su génesis y reproducción desde una fundamentación teórica marxista, haciendo un esfuerzo por romper las orientaciones eclécticas que caracterizan la investigación en la profesión.
Por otro lado, Molina y Ruiz (2005) en un recorrido histórico sobre la línea curricular de la teoría y metodología de la Escuela de Trabajo Social de la UCR, identifican los puntos críticos que dominaron el currículum a nivel teórico y metodológico, rescatando el predominio de una visión de método inspirada en elementos técnico-operativos que, en determinados momentos históricos, estuvieron orientados hacia la comprensión de un sujeto individualizado, valorado en términos de «normalidad o anormalidad».[16]
Destacan otros elementos críticos, como el dominio del denominado «desarrollo teórico de las ciencias administrativas» en la década del sesenta; la ruptura con el conservadurismo como consecuencia del proceso de Reconceptualización y que se materializa en las premisas epistemológicas, ontológicas, pedagógicas y metodológicas en el currículum de los años 1973, 1976, 1979 y 1981.
Según las autoras, antes de entrar al momento de ruptura actual, el Trabajo Social costarricense pasa por un momento que ellas han denominado «restauración modernizadora», en el cual la enseñanza de la teoría y la metodología se vincula a las tendencias en conflicto sobre la comprensión del Trabajo Social.
Sobre este mismo tema (nudos pedagógicos) escriben también Molina y Romero (2000) quienes colocan la reflexión hacia la preeminencia del método sobre la realidad, así como el señalamiento que la enseñanza de la teoría y la metodología deberían contemplar tres ejes a saber: lo ontológico, lo epistemológico y lo metodológico.
Aunando a esta investigación, Molina (2009b) realiza un estudio en el que plantea una reconstrucción y un análisis de los fundamentos de la formación profesional en América Latina. Los resultados de este trabajo exponen una aproximación general al debate teórico-metodológico a través del análisis de las continuidades, intenciones y rupturas en la formación de profesionales en Trabajo Social en América Latina. La autora realiza una reconstrucción crítica de los principales rasgos de los fundamentos teórico-metodológicos, desde la década de los sesenta, señalando las principales inflexiones y contradicciones que constituyen la reproducción de la profesión, específicamente en el ámbito de la formación.
Las investigaciones de Fallas (2010) y Villalobos (2014) son dos esfuerzos fundamentales en materia de discusión de la categoría «fundamentos teórico-metodológicos» pues, además de acercarse al debate de la misma desde las concepciones críticas de tradición marxista dentro del Trabajo Social, hacen un análisis de la forma en la que dichos fundamentos se configuran a partir de mediaciones de carácter histórico en la formación profesional impartida en la Escuela de Trabajo Social de la UCR. La primera de las investigaciones ubica su objeto de estudio en el periodo comprendido entre la creación de la primera Escuela de Trabajo Social y la década de 1970; mientras que la segunda centra su análisis en el denominado periodo de la Reconceptualización del Trabajo Social y su particularidad en Costa Rica.
Conclusiones
Tal y como se propuso al inicio, este artículo pretende exponer las principales tendencias investigativas que giran alrededor de la cuestión teórico-metodológica en el Trabajo Social. Así, pudimos observar la existencia de dos grandes tendencias a saber: las investigaciones sobre fundamentos teórico-metodológicos en el mundo del trabajo o «intervención» profesional y las investigaciones «acerca de los fundamentos teóricos metodológicos del Trabajo Social y la formación en Trabajo Social». También hay un tercer elemento que, aunque no es claramente una tendencia, sí se encuentra vinculado con este tema como una preocupación presente en las investigaciones del Trabajo Social que consiste en «la cuestión teórico-metodológica desde el debate crítico contemporáneo de tradición marxista».
El estado de la investigación sobre los fundamentos teórico-metodológicos en el Trabajo Social costarricense permite afirmar que el debate sobre este asunto ha acompañado a la profesión desde los primeros años de su formación universitaria. Dada la naturaleza de la profesión y su función social, asociada a la materialización de las políticas públicas y vinculadas a la atención de las llamadas manifestaciones de la cuestión social, no es extraño que la formación de profesionales esté marcada por el debate sobre las formas de intervención más pertinentes según las transformaciones, tanto de esas manifestaciones como de las políticas públicas para su atención.
Ese debate ha transitado por perspectivas en las que el acento de la intervención profesional es diseñado y decidido por las propias profesionales. Como consecuencia, se asume que una buena formación y un buen acervo teórico permitirían mejorar sustancialmente las formas de intervención. Estas perspectivas deshistorizan las formas en las que la profesión se reproduce socialmente y le asignan a las escogencias profesionales y los proyectos de formación profesional la direccionalidad de la intervención profesional.
En otras ocasiones, y sobre todo como resultado de perspectiva cuya matriz teórica se desprende de tradiciones críticas, se han generado análisis que historizan la profesión y sus fundamentos, generando comprensiones desde las cuales la construcción de determinados fundamentos teórico-metodológicos no derivan necesariamente en la mejora de las formas de intervención ni de las políticas públicas. Esto porque se entiende que dichas formad de intervención, son productos históricos cuyos contenidos sobrepasan las decisiones de las profesionales y las formas en las que ellas entienden el entramado de relaciones sociales que sustenta su intervención.
No quiere decir esto que estas perspectivas tengan una concepción «pesimista» de la profesión. Por el contrario, al historizar la profesión y su intervención, permiten entender de qué formas determinados fundamentos podrían contribuir dentro de los márgenes de lo posible en el mejoramiento de los procesos de trabajo, la planificación y la ejecución de las políticas públicas, guardando las distancias históricas y materiales respectivas e impidiendo caer en la trampa del mesianismo.
En este sentido, los debates contemporáneos de la profesión, su naturaleza y los fundamentos teóricos que la configuran contradictoriamente, desde su formación profesional hasta la realización de su intervención, son una contribución elemental para la comprensión del significado histórico de la profesión y la discusión acerca de las contradicciones que su naturaleza nos impone en términos de un determinado proyecto profesional y societario.