Introducción
El creciente envejecimiento poblacional plantea la necesidad de profundizar en diferentes aspectos que influyen en el bienestar de las personas adultas mayores, para así proporcionarles una vejez exitosa (Arias y Pavón, 2012; Ramos, Yordi y Miranda, 2016). Recientemente, se ha producido un nuevo fenómeno, que implica la actividad deportiva en etapas avanzadas de la vida y propone considerar un conjunto de variables personales, sociales y ambientales para que un programa de actividad física o deportiva tenga éxito y sea sostenible en el tiempo (Baert, Gorus, Mets, Greerts y Bautmans, 2011; Márquez, 2012; Márquez y Garatachea, 2013; Moreno, Martínez, González y Cervelló, 2008).
En los factores personales, los principales componentes que influyen en la participación al deporte son: la autoeficacia, la automotivación, los beneficios esperados, la actitud que la persona tiene hacia su salud, las características de la personalidad, el grado de compromiso con las actividades deportivas y la historia de vida previa, siendo este último factor, un buen predictor para el mantenimiento de un estilo de vida activo en la edad adulta (Bandura, 1986; Márquez, 2012; White, Wójcicki y McAuley, 2011). En el caso de los elementos conductuales, están determinados por dos constructos, el autocontrol, definido como la habilidad propia del comportamiento que permite alcanzar las metas y objetivos establecidos, y las habilidades físicas-motoras del individuo (Bandura, 1986; Márquez, 2012). Por último, los factores ambientales se establecen por aspectos propios de la práctica deportiva y del contexto en que se realizan las actividades; tales como: las relaciones del entorno social y el apoyo de los compañeros, los familiares o amigos (Young y Medic, 2011), y los aspectos relacionados con el espacio físico como el clima, los horarios y la distancia de las instalaciones donde se realizan los entrenamientos (Fisken, Keogh, Waters y Hing, 2015). Aunado a estos factores, Dunlop y Beauchamp (2013) y Hawley-Hague, et al. (2013), mencionan otros componentes inherentes a la participación deportiva que se relacionan con la pertenencia, en la práctica de cualquier deporte, como por ejemplo la dosificación de la intensidad del entrenamiento y la competencia.
Por otro lado, pese a que esta población es un grupo minoritario en la práctica deportiva (Biedenweg, et al., 2014; Kern, Reynolds, y Friedman, 2010), existe evidencia que indica que los adultos mayores son más propensos a mantener su participación en programas o equipos de actividades deportivas, si este les proporciona la oportunidad de ejercitarse acompañados a otras personas de su misma edad. Estos hallazgos han proporcionado reconocimiento, en el valor de ofrecer actividades propias para este grupo etario, tomando en cuenta sus gustos y preferencias (Dunlop y Beauchamp, 2011; Garmendia, et al., 2013; Moreno, Águila y Borges, 2011). En particular, se requiere de la comprensión de las percepciones de estas personas sobre la utilidad y atractivo de los programas que utilizan actividades físicas-deportivas que muestran gran éxito, como lo es el voliocho. Este es un predeportivo propuesto por el Área de Deporte y Recreación de la Caja Costarricense del Seguro Social, con el objetivo de promover los estilos de vida activos en las personas adultas mayores. Está compuesto por ocho jugadores y dentro de sus reglas de juego requiere que sea un equipo mixto, por lo que deben participar tanto hombres como mujeres. Sus normas son similares al voleibol; sin embargo, cuenta con ciertas modificaciones en el saque y el golpeo del balón (Suárez, 2015). Por lo que, se puede describir el voliocho como un deporte que genera actitud personal al aceptar un rol dentro del equipo, produce motivación y concentración, y al mismo tiempo, promueve la cohesión de equipo, que favorece significativamente la permanencia en la práctica de este predeportivo (Núñez, 2011).
Este estudio utilizó un diseño cualitativo, que como lo refuerzan Baert, Gorus, Mets, Greerts y Bautmans (2011), es el planteamiento reconocido para entender las percepciones de las personas adultas mayores, con respecto a los factores personales, conductuales y ambientales que afectan su participación en este deporte, lo que hace de esta investigación, la forma idónea para obtener los insumos requeridos para el desarrollo de intervenciones y estrategias destinadas a promover la práctica de estas actividades, guiados por el acercamiento teórico de la teoría social cognitiva.
Por otro lado, al relacionar las habilidades que este predeportivo les proporciona a los participantes, y ante la falta de información y antecedentes que respalden el tema por investigar, surge la necesidad de ahondar en el estudio de los diferentes factores que determinan la participación de las personas adultas mayores en la práctica deportiva, de forma tal que permita formular una teoría próxima a la realidad humana y social, que capture y preserve los significados que tiene la práctica del voliocho en los participantes, conceptualizados por medio de los constructos que constituyen los tres niveles de la teoría social cognitiva de Bandura.
Metodología
Diseño de la investigación
Este es un estudio cualitativo descriptivo de teoría fundamentada, según Strauss y Corbin (1998) y Páramo (2015), que propone construir conceptos que se deriven de la información emanada por las personas que viven las experiencias que se investigan.
Para poder alcanzar el objetivo propuesto se realizó la conceptualización de los factores de participación, por medio de categorías establecidas para dar soporte al estudio; dicha categorización se estableció a partir de los factores que señala Bandura (1986), en la teoría social cognitiva.
Participantes
La muestra corresponde al total de la población, como lo explica Pitney y Parker (2009). Participaron 20 personas adultas mayores, con edades entre los 65 y 81 años. De estas, 17 fueron mujeres y 3 hombres, que tienen 7 años o más de practicar el predeportivo llamado voliocho, en el cantón de Santo Domingo de Heredia, Costa Rica.
Instrumentos
La recolección de la información fue direccionada al uso de tres técnicas desde el enfoque cualitativo. Estas fueron:
Historia de vida, según Marshall y Rossman (1995), esta técnica se utilizó para la recolección de información, en esencia subjetiva, de la vida entera de la persona. Los participantes narraron, con sus propias palabras, sus experiencias de vida para hacer un recuento narrativo de las prácticas vividas, lo que permitió, por medio del relato, interpretar los contextos y las situaciones, que han generado durante tantos años la participación de estas personas adultas mayores en el voliocho.
Entrevista semiestructurada, según Valles (1997), es un instrumento de investigación cualitativa que ajusta las preguntas a los entrevistados. Previo a la entrevista se determinó, en razón de los constructos de la TSC, las preguntas abiertas a realizar, lo que permitió obtener más matices de la respuesta e ir entrelazando temas, y reflexionar así, en los factores que han motivado por tantos años la permanencia en este equipo.
Observación pasiva, según Marshall y Rossman (1995), la observación permitió describir situaciones existentes en las actividades que motivan el entrenamiento deportivo, proporcionó una revisión más amplia de las expresiones no verbales y las interacciones que existen entre los participantes del voliocho. Asimismo, permitió verificar las definiciones de los términos que los participantes describieron en su entrevista. Todos los datos fueron registrados por medio de un diario de campo durante los entrenamientos del equipo.
Procedimiento
Se realizó el contacto con la encargada del equipo de voliocho y se le explicó el objetivo del estudio, la metodología a utilizar y se le solicitó su autorización para llevar a cabo la investigación. Una vez dada la autorización, se efectuó una reunión informativa con los participantes donde se les explicó los objetivos, los beneficios, las alternativas, sus derechos, las responsabilidades y se les repartió un documento de consentimiento informado aprobado por el Comité Ético Científico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Posterior a ello, se escogió una muestra por conveniencia de tres mujeres y tres hombres miembros del equipo de voliocho, a los cuales se les aplicó la técnica de historia de vida, para esto se siguieron los lineamientos propuestos por García-Martínez (2012), dicha técnica se utilizó como base para el desarrollo de la entrevista semiestructurada, la cual fue aplicada al total de los participantes del estudio. Además, se realizó la observación pasiva de los entrenamientos a partir de la categorización de las conductas y hechos mencionados. Finalmente, se procedió a realizar el análisis de los datos obtenidos en las diferentes técnicas cualitativas utilizadas, por medio de la codificación de los datos por categorías, las cuales fueron establecidas por los constructos que aborda la TSC. Todos los datos se recolectaron en condición de anonimato y confidencialidad, durante las sesiones de entrenamiento semanales.
Análisis de la información
En una primera etapa, se hizo una transcripción de todo el material obtenido, para así tener una base documental completa y de fácil acceso. De seguido, para analizar la información, se utilizó el método de emparejamiento, mediante el cual se compararon dichas categorías con la teoría psicosocial previamente seleccionada, para así poner a prueba la elección de datos. Finalmente, se utilizó la triangulación múltiple, donde se compararon las tres técnicas de enfoque cualitativo utilizadas y se validó por medio del juicio de expertos (Martínez- Rodríguez, 2011), para fortalecer las diferentes técnicas y así evitar tanto los sesgos que pudieran dar las evidencias y valoraciones utilizadas como las fallas metodológicas inherentes en cada técnica (Denzin y Lincoln, 1998; Robles y del Carmen, 2015).
Resultados
A continuación, se presentan los resultados obtenidos del análisis cualitativo. Con el propósito de facilitar la exposición de los resultados, estos son presentados en dos partes. De forma previa, algunos datos relevantes obtenidos de la observación pasiva (ver Tabla 1), seguidos de tres apartados que contemplan los factores de tipo personal, ambiental y conductual, con sus correspondientes subcategorías que explican los elementos más relevantes de participación, siguiendo los constructos de la TSC.
1.1 Autoeficacia percibida
Este factor es el predictor más fuerte del cambio de conductas en una práctica deportiva (Gómez, 2016) y hace referencia al sentimiento de éxito que tiene la persona adulta mayor acerca de poseer la habilidad para realizar cualquier deporte (Gómez, 2016; Olivari y Medina, 2007). A modo de ejemplificar, se presenta el siguiente comentario:
“Claro que me siento exitosa, pese a los problemas que tuve de cáncer, soy una persona muy dinámica, desde el colegio practique voleibol, por eso yo se lanzar y sacar el balón muy bien, yo tengo esas habilidades…” (PAM 15).
Al analizar dicha expresión, se demuestra la convicción que tienen los participantes del éxito en sus habilidades para continuar con la práctica del voliocho. Según la teoría social cognitiva de Bandura (1986), la autoeficacia se define por varias fuentes de predicción, tales como la historia de vida previa, la activación física y psicológica, que hacen que la persona llegue entusiasmada a las prácticas, el modelaje y la persuasión social, como lo demuestran los siguientes comentarios:
1.1.1 Historia de vida previa
Como mencionan Park, Elavsky y Koo, (2014); White, Wójcicki y McAuley (2011) y Heo y Lee (2010), la historia de vida hace referencia a aquellas experiencias o sucesos que la persona vivió a lo largo de su niñez y su adolescencia.
“Yo soy peruana y cuando yo estaba pequeña me encantaba jugar voleibol, porque en Perú se juega mucho voleibol ya, todos los colegios tienen su equipo, por eso es que son mundialistas los bandidos peruanos…y en mi colegio había un equipo en el que participaba y yo era feliz…”. (PAM 12)
Esta expresión, afirma que la persona que desarrolla hábitos deportivos en la infancia o la juventud, adquiere actitudes positivas hacia la práctica de este tipo de dinámicas en la adultez, esto puede generar que el adulto mayor busque dedicar su tiempo libre, una vez llegada la jubilación, a la práctica de alguna actividad que le remonte a la sensación de bienestar pasada.
1.1.2 Modelaje
En cuanto al modelaje, este le aporta a la persona adulta mayor la motivación necesaria para ejecutar exitosamente actividades con la misma capacidad y deseo de superación que sus demás compañeros (Picorelli, Pereira, Pereira, Felício y Sherrington, 2014), como lo expresa esta participante:
“Diay sí, para mi todas mis compañeras (os) son modelos a seguir, porque uno las (os) ve en el voliocho, y por ejemplo Gladitas, que uno la ve con esa edad, a sus 81 años, que corre, atrapa la bola y hace todo eso, entonces me inspira, yo me digo si ella puede, por qué yo no voy a poder hacerlo”. (PAM 9)
Igualmente, la teoría menciona que la exposición a personas adultas que aportan un modelaje, genera una identificación con el equipo, que favorece la asistencia y la participación activa de la persona adulta mayor a los programas de actividad física o deportiva (Santi, Bruton, Pietrantoni, y Mellalieu, 2014), como se refuerza en este comentario:
“Ella como entrenadora es muy buena, tranquila, ella le exige a uno como jugadora, pero no es brava, ella me motiva siempre a salir adelante”. (PAM 14)
Esto demuestra, el papel trascendental que tiene el perfil del entrenador o instructor en la permanencia de este grupo etario en dichos programas.
1.1.3 Persuasión social
Por otro lado, Woolfolk (2010) y McAuley, et al., (2011), señalan que la persuasión social en el individuo genera un proceso de realimentación específica del desempeño en la práctica deportiva, lo que estimula la adherencia a la actividad. Ejemplo de esto, es el comentario que se muestra a continuación:
“A ser mejor persona lo que me motiva a mi es mi familia, porque yo tengo 7 nietos y a estas alturas ya tengo un bisnieto y yo me siento orgullosa de mí misma, porque inclusive a mí me lo dice la gente, usted con esa edad y como se ve y se siente, es de admirar…”. (PAM 11)
1.2 Beneficios de salud esperados
Otro de los factores personales más relevantes para los participantes fueron los resultados esperados. Este constructo hace referencia a todas aquellas creencias que tienen las personas adultas mayores acerca de lo que puede suceder, positiva o negativamente, si se involucran en una actividad física o deportiva (Aartolahti, Tolppanen, Lönnroos, Hartikainen, y Häkkinen, 2015; Morín, 2014), como lo menciona una de las personas participantes en este ejemplo:
“Mi interés con el voliocho es la salud, participar para tener una mejor calidad de vida”. (PAM 4)
Lo anterior afirma que las personas adultas mayores del equipo de voliocho tienen expectativas muy positivas sobre lo que implica practicar este predeportivo para la salud física, psicológica y social.
2.1 Autocontrol
El autocontrol en el deporte le proporciona positivamente al deportista, el deseo de trabajar hacia objetivos de largo plazo y lograr metas importantes, como en el caso de los participantes:
“Mi meta es tratar de ser cada vez mejor, aprender cada día más, esa es en cuanto a voliocho…el cuidar mi salud, para mí es muy importante, mantenerme activa, no darles mucho pie a las enfermedades, porque si uno se queda en la casa le empieza a doler una cosa y otra, mientras que, si uno hace algo, como este deporte es mejor”. (PAM 10)
En la medida que el adulto mayor considere tener control sobre los acontecimientos de su vida, es más probable que se involucre en actividades deportivas que le permitan mantener una adecuada capacidad funcional y les proporcione bienestar (Sniehotta, Scholz y Schwarzer, 2005).
2.2 Habilidades motoras y deportivas
Otro aspecto conductual es la habilidad motora y deportiva. En el caso de los participantes, se logra observar que todos cuentan con las destrezas necesarias para practicar voliocho. Además, antes de entrar al equipo, debieron participar activamente de los grupos de ejercicios que les ofrece el Área de Salud de la comunidad, con el objetivo de adquirir las habilidades básicas motoras que se requieren para practicar este predeportivo, como lo ilustra este comentario:
“Inicie en el grupo de ejercicios aeróbicos, desde ahí, la trabajadora social vio la habilidad mía al realizar los ejercicios, entonces ella me invitó al equipo y me dijo que si yo quería participar en el voliocho…”. (PAM 15)
3.1 Relaciones del entorno social
Las relaciones sociales son las interacciones personales dentro del entorno, las cuales se ven reflejadas por medio del apoyo instrumental, emocional, la vinculación social, entre otras, que operan sobre el bienestar de la persona (Nielsen, et al., 2014; Puga, Rosero-Bixby, Glaser y Castro, 2007), como se observa en las siguientes expresiones:
“Mi familia me apoya montones, mis nietos cuando han hecho cosas aquí ellos vienen a apoyarme y dicen ¡eso tita!, entonces uno se emociona, verdad y yo siempre he tenido mucho apoyo. A mi esposo le gusta que yo esté aquí…”. (PAM 2)
Por otra parte, el apoyo de sus compañeros también es importante para lograr adherencia, como lo expresa esta participante:
“El ambiente es muy saludable, digámoslo de esta manera, hay muy buena relación entre todos, digamos no hay diferencias de ningún tipo, porque el que tiene menos o el que tienen más, el que tiene menor edad o mayor edad, no importa, sino que somos compañeros, la relación es muy horizontal, es bastante afectiva, todos compartimos, si alguno se enferma todos estamos pendientes de llamar, nos solidarizamos, es un grupo muy muy lindo, un ambiente que invita siempre a venir y compartir, usted ve que cuando llegamos siempre todos nos abrazamos, el beso, el apretón, cómo siguió, si alguien siguió enferma la llamamos, estamos pendientes, entonces es un ambiente bastante positivo, bastante agradable, uno la pasa bien” (PAM 13).
Los compañeros de equipo son amigos que comparten la mayor parte del tiempo juntos. Su forma principal de apoyo implica el compartir tiempo, visitarse, llamarse, entre otras actividades, y es la red de apoyo que requieren, más cotidianamente y por mayores lapsos de tiempo, para lograr el mantenimiento en el deporte (Young y Medic, 2011). Otro aspecto importante de mencionar en el entorno social, es el valor que tiene la pareja sobre las personas mayores, ejemplo de esto es la respuesta dada por un participante:
“Yo empecé a venir por mi esposa, ella siempre me ha impulsado a ser más saludable…”. (PAM 18)
3.2 Ambientes físicos
Para los participantes, la ubicación del gimnasio municipal donde se realizan los entrenamientos y la mayoría de fogueos, permite que tengan fácil acceso a este predeportivo. Les gusta viajar en grupo, acompañándose en el recorrido, lo cual es un factor motivante para asistir semanalmente a los entrenamientos. Además, el gimnasio los protege del mal tiempo, un día muy soleado o muy lluvioso, así lo expresan:
“Aquí en el gimnasio es bonito porque estamos bajo techo y llueva o haga sol, aquí estamos, a mí me gusta, aunque no me importa llevar sol, pero a mí en lo personal no me afecta nada la ubicación…”. (PAM 3)
Discusión
El propósito de esta investigación fue conocer los factores que determinan la participación de las personas adultas mayores en el predeportivo voliocho del cantón de Santo Domingo de Heredia, para así proponer un posible modelo social para el desarrollo de programas deportivos o de actividad física para la persona adulta mayor.
Al analizar el primer constructo de autoeficacia percibida, Pavón (2015), afirma que cuando dicha población se aprecia eficaz, esto influye directamente en el compromiso con el deporte y funciona como un estimulante para lograr las metas que cada uno se plantea. Además, los problemas o desafíos se convierten en un elemento positivo y algo alentador, que eleva el nivel de compromiso hacia el deporte que practican (Baert, Gorus, Mets, Greerts y Bautmans, 2011; Pavón y Arias, 2013). Aunado a esto, es importante mencionar que este factor se ve influenciado por otros elementos, como: la historia de vida previa, el modelaje y la persuasión social, que son necesarios para aumentar la autoeficacia en cualquier actividad deportiva (Bandura, 1986).
Cuando una persona cuenta con experiencias previas de un estilo de vida activo o en la práctica deportiva, genera una conducta de mantenimiento en etapas más avanzadas de esta. Es por ese motivo, que el profesional en salud física, antes de planificar un programa deportivo para la persona adulta mayor, debe tomar en cuenta que esta pudo haber practicado diferentes deportes; y por tanto, recuerda muy bien los movimientos, los gestos técnicos, la emoción que sentía al competir y la satisfacción que le generaba ganar, sentimientos que motivan a los individuos a buscar actividades que le remonten a esa época de vida (Biedenweg, et al., 2014; White, Wójcicki y McAuley, 2011; Martínez, 2013).
Según Cano y Carpio (2012), la práctica de una actividad físico-deportiva contribuye a alcanzar y mantener los niveles de desarrollo físico, psicológico y social, además estimula el organismo, lo que permite elevar las expectativas de una vida activa y prevé la discapacidad propia del proceso de envejecimiento. Cuando hay un aumento de la funcionalidad física en los adultos mayores se genera un incremento en la autoeficacia y la autoestima, también disminuye la prevalencia de enfermedades mentales y se favorece su integración social (Fontana, Grasso y Pinto, 2014).
Cuando la persona adulta mayor tiene una elevada autoeficacia aumenta la confianza que tiene sobre sus capacidades, esto se asocia más con el sentimiento de poder participar en actividades deportivas, independientemente de su edad o de la pérdida de capacidades, facilita, por tanto, la conciencia de las habilidades propias, su motivación al participar y constituye un requisito fundamental para lograr el cumplimiento de metas y objetivos (Arias y Pavón, 2012; Enríquez, Cruz, Zamarripa, Ceballos y Guevara, 2016).
Igualmente, es importante tomar en cuenta las cualidades de la persona que entrena al equipo, un buen entrenador deportivo debe reunir una amplia gama de cualidades, entre ellas tener la capacidad para motivar. El deporte es un estado de ánimo continuo, por lo que el entrenador debe tener la destreza de velar por las emociones de su equipo y debe proporcionarles disciplina, pero sin autoritarismo. Conjuntamente, debe lograr el acatamiento de las normas de conducta y el adiestramiento, dominar la estrategia para anticipar los movimientos del equipo oponente y controlar, evaluar y mejorar continuamente el método de entrenamiento del equipo (Marqués, Nonohay, Koller, Gauer y Cruz, 2015). En el caso del adulto mayor, el entrenador debe aportar un feedback positivo y debe ser un apoyo social para el grupo (Marcos, Sánchez, Sánchez, Amado y García, 2011).
En el grupo de voliocho, la entrenadora es vista como la autoridad que corrige los errores del equipo y que, al mismo tiempo, les proporciona amistad y seguridad para seguir practicando el predeporte. Estos hallazgos coinciden con los encontrados por Pardo, Orquín, Belando y Moreno (2014), quienes mencionan que el profesional deportivo, puede influir en que los adultos mayores se sientan autónomos, competentes, involucrados en la toma de decisiones y responsables. También, debe ser un agente de socialización fundamental para alcanzar los objetivos, por lo que es necesario fomentar estrategias de apoyo que le proporcione al equipo las herramientas y recursos necesarios para integrar, dentro de los entrenamientos, las opiniones y las decisiones de los deportistas, lo que posibilita en el adulto mayor ser el protagonista de sus acciones.
Con respecto a los beneficios de salud esperados, Morín (2014), afirma que las personas que poseen conocimientos y creencias positivas acerca de las ventajas del deporte, tienden a promover un estilo de vida activo, lo cual repercute en la permanencia; en otras palabras, existe una relación directa entre la motivación y los beneficios percibidos. Además, cabe mencionar que las personas que practicaron deportes en la juventud distinguen mayores beneficios o tienen mayores expectativas de lo que van a obtener al participar de un equipo deportivo (Martínez, 2013).
En cuanto a los factores conductuales, el autocontrol hace referencia a la habilidad que tiene un individuo de manejar su propio comportamiento, al ajustar sus metas, monitorearlas y al recompensarse a sí mismo cuando las cumple (Hofmann, Luhmann, Fisher, Vohs y Baumeister, 2013). La capacidad de control en la persona adulta mayor es un aspecto muy importante para mantener un envejecimiento saludable, debido a que puede ayudar al autocuidado de la salud, para hacer frente a las situaciones estresantes y favorece el empoderamiento en estos temas (Noriega, Ángel, Domínguez, Laborín, Batista y Seabra, 2007). Otro elemento conductual, son las habilidades motoras y deportivas, como lo mencionan Díaz y Álvarez (2013), los aspectos motores en esta población es un tema poco investigado, debido a que muchas veces se considera que, en la etapa de la vejez la persona no necesita de movimientos como correr, saltar o atrapar; sin embargo, el movimiento es un soporte fundamental, inclusive para la comunicación de la persona. (Marcos, Sánchez, Sánchez, Amado y García, 2011; Pulido, Leo, Chamorro y García, 2015). Se ha comprobado que las destrezas físicas-motoras se van deteriorando conforme se avanza en el proceso de envejecimiento. No obstante, se ha observado que existen diferentes niveles de deterioro, fundamentalmente definidos por aspectos del estilo de vida, como la alimentación, el nivel de actividad física, ejercicio o deporte que se practique y las maneras de afrontamiento de los diferentes problemas que se les presentan. En otras palabras, el estado de funcionalidad y la durabilidad de las capacidades motoras en la persona adulta mayor están relacionados con el control, mediante el cual asume sus fracasos o aciertos de la vida cotidiana (Allen y Laborde, 2014; Vera, Laborín, Domínguez, Parra y Padilla, 2009).
En este contexto, resultan importantes las redes de apoyo social y las relaciones de las personas mayores, las cuales se derivan del último nivel de la teoría psicosocial; los factores ambientales. Hallazgos de diferentes estudios sugieren que la práctica regular de una actividad deportiva puede estar condicionada por características específicas del entorno que le rodea (Brennan, Brownson y Hovmand, 2012; Conesa-Ros, González, Valero-Valenzuela, García-Pallarés y De la Cruz-Sánchez, 2016).
Para Arias (2013), que la persona adulta mayor cuente con un adecuado apoyo social debe ser una prioridad en los objetivos de un programa deportivo para esta población. Es indispensable disponer de apoyos sociales variados, por parte de la familia, los amigos, las organizaciones, los programas comunitarios, entre otros, para crear un entorno favorable y propiciar ambientes más activos. Además, este factor es considerado uno de los componentes que tiene mayor impacto sobre la calidad de vida en la vejez. (Arias, 2013; Arias y Polizzi, 2012; Castellano, 2014; Ruiz, Piéron y Baena, 2012). Al sentirse integrante de un equipo hermanado aumenta el deseo de mantenerse en el grupo (Zapata, Delgado y Cardona, 2015).
En relación con la pareja, Arias y Polizzi (2011); Polizzi y Arias (2014); Polizzi, (2011); Ruiz, Piéron y Baena (2012), mencionan que es un elemento de gran apoyo para el sostenimiento de este tipo de actividades, estas le brindan apoyo emocional y orientación cognitiva al mostrar mucha intimidad y confidencialidad, lo que motiva a la persona adulta mayor a formar parte del equipo. El vínculo con la pareja es identificado como uno de los elementos que les brinda mayor satisfacción. Estudios realizados en el tema han mostrado que aquellos adultos mayores que viven rodeados de su familia, pareja e hijos, presentan mayor nivel de salud general, en comparación con aquellos que viven solos (Arias y Polizzi, 2012; Polizzi y Arias, 2014).
En el caso de los ambientes físicos, se definen como aquellas oportunidades que les brinda el espacio donde se realizan los entrenamientos, como por ejemplo, el acceso seguro, la ubicación, el clima, entre otros, los cuales favorecen que la persona sea físicamente activa y tenga motivación para practicar la actividad de manera constante (Conesa-Ros, González, Valero-Valenzuela, García-Pallarés y De la Cruz-Sánchez, 2016). Según Franco, et al., (2015) para el adulto mayor las dificultades de acceso pueden convertirse en barreras ambientales para la participación en cualquier actividad físico-deportiva. Por eso es necesario que el lugar de práctica esté ubicado en una zona donde el acceso, el transporte y la seguridad, sean adecuados, que los cubra de los cambios climáticos, les facilite el traslado, no tengan que tomar más de un autobús y les proporcione tranquilidad para caminar por el vecindario (Baert, Gorus, Mets, Greerts y Bautmans, 2011; Biedenweg, et al., 2014).
Finalmente, se considera que los hallazgos de esta investigación pueden contribuir a un mejor desarrollo profesional para el trabajo con la población adulta mayor. En la medida en que se les facilite este tipo de teorías a los profesionales del área en movimiento humano, podrán ellos, aportar mayormente en el bienestar integral de este grupo etario, que se encuentra en crecimiento. Asimismo, podrán motivar a las personas adultas mayores a adoptar comportamientos más saludables y activos, y colaborar en los cambios sociales que afectan su calidad de vida.
En resumen, se presenta el modelo generado por este estudio, basado en la teoría social cognitiva, para efectos de facilitar la construcción y reproducción de un programa físico o deportivo en la persona adulta mayor, sostenible en el tiempo (ver Figura 1).
Conclusiones
Se puede apreciar la importancia que tienen los factores personales, ambientales y conductuales para poder iniciar cualquier programa deportivo o de actividad física en las personas adultas mayores. Los resultados generados en este estudio son un importante argumento, que proporciona un apoyo para maximizar la participación de la actividad deportiva en esta población. Además, al haber una falta de antecedentes en este tema y al ser uno de los primeros estudios en analizar los factores de participación deportiva en las personas adultas mayores, con base en la teoría social cognitiva de Bandura (1986), proporciona hallazgos prometedores que sirven de realimentación en el diseño de programas o proyectos deportivos para este grupo etario. Asimismo, esta investigación es un punto de partida para comprender el alcance que tiene la práctica de actividades deportivas en personas adultas mayores, con el fin de promover un estilo de vida saludable.
Tal y como se deriva de los resultados del estudio, iniciar en un programa deportivo que contenga los principales motivos que la persona adulta mayor considera importantes garantiza la incorporación de este tipo de actividades como un hábito. Además, es trascendental desarrollar una mejor comprensión de estos factores e incorporarlos en el diseño de los programas deportivos para que puedan no solo adoptar la práctica deportiva, sino que también aumente su participación en el largo plazo.
La falta de investigaciones que analicen este conjunto de factores, genera la necesidad de estudiar la teoría social cognitiva con mayor profundidad, con el objeto de probar y refinar otras posiciones teóricas. También, se recomienda promover el diseño de estudios cualitativos para profundizar en la comprensión de los factores que motivan la participación deportiva en esta población.