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Odontología Vital

On-line version ISSN 1659-0775Print version ISSN 1659-0775

Odontología Vital  n.27 San Pedro, Lourdes de Montes de Oca Jul./Dec. 2017

 

Artículo

La sonrisa en la cerámica prehispánica

Smile on prehispanic pottery

Adriana Núñez A1 

Mayid Barzuna U2 

1Asamblea Legislativa de Costa Rica, Costa Rica, anunez@asamblea.go.cr

2Universidad Latina de Costa Rica, Costa Rica, endobarzuma@hotmail.com

Resumen

La cerámica precolombina es una de las expresiones artísticas que más evidencia el modo de ser y vida de los pueblos prehispánicos; en ella se vislumbran de modo especial algunos rasgos particulares del carácter de los indígenas. Entre ellos sobresale el de la placidez y alegría con que vivieron y se expresaron, lo cual quedó plasmado en las piezas multicolores de amplia sonrisa y dientes moldados, que han sobrevivido a través de los siglos.

Palabras clave: Arte precolombino; cerámica; sonrisa; dientes

Abstract

Pre Columbian art crafts and ceramics are one of the artistic expressions that contain more evidence of life and beings of the Pre-hispanic people; in these pieces one can see particular characteristics of the aborigine. Among them, the joy and pleasantness of their daily life, which is contained in the different objects that show wide smiles and molded teeth that survived through the centuries.

Key words: Pre Columbian art; ceramic; smile; teeth

La cerámica precolombina constituye uno de los puntos de partida más importantes y frecuentes para el estudio arqueológico y antropológico de las culturas que habitaron las naciones americanas durante siglos. Objetos de hermoso colorido, destinados a variados usos y representativos de sus preferencias religiosas, artísticas o de orden social, impactan aún no solo por sus formas, dibujos y texturas, sino también por la profundidad con que reflejan las costumbres de una época, en la cual hombre y naturaleza eran un estrecho binomio.

En Costa Rica, específicamente en la región de La Gran Nicoya -área que incluyó lo que en nuestros días se conoce como la provincia de Guanacaste- varias etnias, incluidos los chorotegas, de marcada influencia maya, introdujeron en lo que se denomina Período Policromo Medio -alrededor de 800 a 1200 d.C.- nuevos elementos en la elaboración de vasijas y otros utensilios, a los que agregaron imágenes de antropomorfismo y zoomorfismo de claro origen mesoamericano.

En diversas localidades costarricenses aparecen también en contextos funerarios, vasijas y demás artículos tales como la cerámica “Zoila” de Turrialba, algunas de cuyas piezas que datan de 700 a 1000 d. C. se exhiben en las salas del Museo de Jade del Instituto Nacional de Seguros (INS).

El mismo tipo de cerámica se encuentra tanto en el Valle Central como en el Caribe del país. Figura 1

Es en la etapa policroma cuando aparecen las vasijas trípodes semejando un animal, las jarras en forma de jícara que representan cabezas humanas y los dibujos de animales tales como conejos, monos, jaguares y lagartos, entre otros. Figuras 2 , 3 y 4.

Posteriormente, durante el Período Policromo Tardío -1200 a 1500 d. C.- tal y como lo reseña Botey Sobrado, se suceden grandes cambios en las figuras artísticas plasmadas en la cerámica, entre los cuales sobresalen la imagen de la Serpiente Emplumada y de varias deidades relacionadas con la guerra o el agua, y se introduce el uso de colores de tonalidades azul, grisáceo, negro y naranja rojizo sobre fondo crema. Figuras 5 y 6.

(Figura 1) Pieza de cerámica precolombina del tipo denominado “Zoila” descubierto en la zona de Turrialba. (Foto propiedad del INS) 

Figuras 2, 3 y 4 -Vasijas trípodes de la colección del Museo de Jade del INS, donde destaca la figura del jaguar (Foto: 2-Propiedad del INS, 3 y 4 Barzuna-Núñez) 

Figuras 5 y 6 - Piezas de cerámica con dibujo de Serpiente Emplumada, propiedad del INS (Fotos: Barzuna-Núñez) 

Todos los pigmentos eran naturales; se obtenían principalmente al moler piedras negras, rojas y blancas y mezclarlas posteriormente con agua y arcilla, aunque no se descarta el uso de pigmentos provenientes de ciertas plantas.

Según lo reseña el arqueólogo Sergio García Piedra, los estilos de engobe blanco que surgen durante el tiempo de mayor interacción entre las poblaciones mesoamericanas y que muestran muchas de las piezas que exhibe el Museo de Jade del Instituto Nacional de Seguros de Costa Rica, se asocian a culturas del Pacífico de Nicaragua -nicaraos, chorotegas- y constituyen un tipo de cerámica que se produjo antes de la llegada de los españoles.

Las piezas se conocen como Pataky-Policromo y pertenecen al período Sapoá-Ometepe (800 d.C. a 1.500 d.C.)

En muchas de ellas sobresale la imagen de ciertos animales. “A partir de datos específicos sobre estas poblaciones y sus rituales, sabemos que la transformación era muy importante para ellos”, destaca García Piedra en comunicación personal.

Por eso en las representaciones de cerámica, vemos incluso la transmutación de un hombre en jaguar. Figura 7

Figura 7 Nótese en la gráfica la representación de la transformación de la figura humana en la de un jaguar. La pieza posee rasgos humanos -orejas, cejas, pestañas, entre otros- combinados con los del animal (Foto propiedad del INS)  

En las figuras, los dientes contribuyen a mostrar ferocidad, complacencia, distintas actitudes y estados de ánimo, evidenciando además cuán importante era para esas etnias la estética. Incluso materiales valiosos como el jade, se utilizaban para adornar la sonrisa mediante la decoración de las piezas dentales.

De acuerdo con García Piedra, “ya desde alrededor de 500 años a.C. había comercio con los mayas para producir jade. Como en Costa Rica, eran frecuentes los anidamientos de quetzales, esas plumas de gran valor, se cambiaban por bloques de jadeíta”.

Mucho después, del 1000 al 1500 d.C. hubo un enorme choque cultural en la zona de Guanacaste, debido a una gran migración.

La región en esta época era, de acuerdo con algunos especialistas, “cosmopolita”, pues en ella surgieron numerosas aldeas donde vivían personas de diferente origen que enriquecían el quehacer cultural.

El sello de la sonrisa

Precisamente, al observar las vasijas, instrumentos musicales y objetos de múltiples usos hallados sobre todo en los sitios arqueológicos de La Gran Nicoya, podemos apreciar, por medio de las figuras, las formas y colores, las costumbres, creencias, hábitos y modo de ser de los pueblos ancestrales que dieron origen a nuestra sociedad actual.

Y en la mayoría de estos preciados artículos, sobresalen la sonrisa amplia y el sorprendente detalle de las dentaduras de aquellos pobladores, cuyas características físicas y espirituales, distan mucho de las adustas facciones de conglomerados humanos que marcaron la historia de otros continentes.

Una dieta a base de tubérculos y vegetales, carnes magras o pescado, sin grasas ni azúcares, permitió a los aborígenes tener dientes fuertes y más sanos, los cuales se preciaban de exhibir.

Ello se denota no solo en las representaciones de personas vivas sino incluso en las cabezas trofeo y máscaras funerarias, que mostraban rostros sonrientes frente a su viaje a otras dimensiones. Figuras 8 y 9.

Figuras 8 y 9 - Pieza de cerámica precolombina de la colección del Museo de Jade del INS, procedente de la zona de Guanacaste (Fotos: propiedad del INS y Barzuna- Núñez, respectivamente) 

Para las culturas precolombinas, los dientes eran -como lo son en nuestros días- motivo de orgullo y valioso tesoro. El contorno, apariencia y calidad de los dientes, marcaban en algunos casos la clase social, rango, condición económica, religiosidad o preferencia de su dueño.

Por ello los indígenas mesoamericanos los adornaban con incrustaciones o limados de las más diversas formas. Figura 10.

Figura 10 Las decoraciones dentales eran frecuentes entre los indígenas mesoamericanos y, entre otras cosas, indicativas de su clase social o rango. (Foto: Barzuna- Núñez, restos óseos propiedad del Museo Nacional de Costa Rica)  

Muchas de las culturas prehispánicas consideraban que la fuerza residía en su cabello, ojos o dientes.

Así lo advierte el Libro Sagrado de los Mayas, el Popol Vuh, donde aparece la leyenda de Vucub Caquix.

En el famoso texto él afirma:

…seré más grande que los demás seres, mi sabiduría profunda y mi poder no tienen límites porque mis ojos son como las esmeraldas y mis dientes brillan a la luz como piedras preciosas.

Y en otro párrafo declara:

…los dientes para nosotros son la vida misma.

Tan es así, que el Popol-Vuh refiere la leyenda de la muerte del dios Vucub-Caquix a quien dos jóvenes enemigos, enojados por su soberbia e intolerancia, lograron

mediante certero disparo con una cerbatana, dislocarle la quijada y aflojarle los dientes cuajados de piedras preciosas.

Poco después del suceso, tal y como lo narra el Libro Sagrado, creyendo que tenía mal de dientes causado por gusanos el dios se sometió, engañado, a la sustitución de sus piezas por granos de maíz blanco en vez de huesos puros y limpios y entonces murió…

Este relato nos transporta a un mundo en el que ya existían no solo las incrustaciones en los dientes sino también expertos que realizaban las extracciones de piezas en peligro a causa de los gusanos que causaban dicho mal de dientes.

Está claro que para poder solucionar algunas incógnitas dentro de la Antropología, los dientes pueden proporcionar elementos importantes al estudiar las variaciones de la dentadura humana, precisamente por la información que brindan.

La dureza del esmalte, dentina y cemento, hace que se preserven muy bien en los sitios arqueológicos y en ocasiones se presentan como la única fuente de información prácticamente intacta.

También ellos pueden ser observados directamente tanto en poblaciones extintas como en las actuales, cosa que no ocurre cuando se quieren estudiar otras variables morfológicas o fisiológicas, las cuales solo pueden ser observadas en poblaciones vivas.

Más allá de las condiciones físicas y estéticas, los dientes y la sonrisa, también hablan del carácter del individuo y de sus costumbres, pues son una muestra evidente de la manera de sentir, de actuar y por supuesto, de sus hábitos.

Para nuestros antepasados los dientes eran todavía mucho más imprescindibles pues constituían un instrumento vital para cortar -carne, corteza, cuerda.- algo que en la actualidad se resuelve com todo tipo de cuchillos. Pero sobre todo, tal y como lo muestran los vestigios arqueológicos en la cerámica precolombina, los dientes eran parte esencial de la identidad de los pueblos.

Y en el caso del pueblo Chorotega, uno de los que habitó la región de La Gran Nicoya, como en el de otros pobladores de la zona mesoamericana, ese carácter reflejado en sus bocas abiertas y sonrientes, de dientes parejos, de buen tamaño y curiosas formas, es el de seres humanos mayoritariamente plenos y felices. Figuras 11 y 12.

Figuras: 11 y 12 - Piezas de cerámica precolombina descubiertas en la zona de Guanacaste propiedad del INS. Cerámica que proviene del Pacífico Norte, de 500 a 800 d.C. (Foto: Barzuna- Núñez) 

El reflejo del alma

Una de las principales cualidades de nuestros pueblos indígenas ha sido y continúa siendo su espiritualidad.

Así lo advierte el profesor Alirio Pérez, de la Universidad de Los Andes, quien explica este concepto al puntualizar que “por espiritualidad se entiende el impulso a unirnos con lo que nos rodea, viéndolo como parte nuestra. Esta visión abarca al Padre Creador, a los otros seres humanos, a la Madre Tierra que la sabiduría indígena reconoce como un ser vivo y al Universo en general. La fuerza que fundamenta esta unión es el Amor, que se expresa en la relación que tenemos con Dios, con la Madre Tierra y con los demás”.

Esta relación pareciera llevar a los seres humanos y en especial a los indígenas a niveles de satisfacción y bienestar más altos, tanto en su comunicación con sí mismos como con los demás, algo que se manifiesta en su alegría de vivir, expresada en la tradición oral, en el arte, la música y, por supuesto, en la sonrisa.

Libertad, salud, armonía, paz, espiritualidad, orden, comunión con la naturaleza, en fin…felicidad. Una herencia que recorre la historia hasta nuestros días.

Tales aspectos los reafirma también un estudio elaborado por el profesor Jorge Guardiola, del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Granada, quien se basó en la investigación que realizó con los indígenas mayas de Yucatán (México) en el año 2008, la cual consistió en la resolución de un cuestionario al que respondieron en 373 hogares de la zona.

La Universidad de Alicante dio a conocer los resultados de dicho estudio y detalló algunos de los aspectos más importantes.

El trabajo en cuestión analiza las claves de la felicidad en esa cultura, legado ancestral que aún hoy arroja resultados sorprendentes.

Según concluye el resumen de la Universidad de Alicante, “frente a la identificación del bienestar con el ingreso y el consumo, este informe considera algo simplista la asociación entre el Producto Interno Bruto (PIB) y el bienestar de una comunidad”.

Y es que muchas personas y conglomerados humanos asocian la felicidad al nivel de ingresos económicos e incluso a la acumulación de riquezas materiales.

Pero de acuerdo con el profesor Guardiola “existen otras variables que influyen en el bienestar, pero son poco observables”. Por ello, su análisis de los mayas de Yucatán concluyó que las razones de su felicidad se encuentran en el establecimiento de relaciones personales y familiares, a las que se da mucho valor y que suponen un disfrute del tiempo libre sin ningún tipo de prisa ni contratiempo y establecidas sin intereses.

También son determinantes en su felicidad aspectos como la fe en Dios y el contacto con la naturaleza.

Esta manifestación física de la expresión de complacencia, apertura y alegría, se traduce generalmente en sonrisa. Muchos sicólogos y conocedores del ser humano, afirman que al sonreír los seres humanos proyectan una imagen de seguridad y de confianza; el gesto de sonreír, hace que el cerebro reconozca ese movimiento de los músculos de la cara y los asocie con emociones positivas, al tiempo que se estimula la producción de endorfinas en el cuerpo; estas a su vez contribuyen a mejorar la autoestima.

Generalmente cuando la dentadura tiene alguna imperfección las personas tienden a ocultarla, a esbozar una sonrisa a medias o sencillamente, no sonríen; por tanto, como el cerebro no produce endorfinas mediante ese simple procedimiento, tampoco se contribuye a fortalecer la autoestima.

¿Cuántos rostros serios, con la boca apretada e incluso con un rictus de amargura, adornan las pinturas de la Edad Media o del Renacimiento? Figuras 13 , 14 y 15.

Figuras 13, 14 y 15 - La mayoría de los rostros de las pinturas y obras de arte del Renacimiento e incluso de épocas anteriores, muestran rostros serios y en ocasiones adustos. (Fotos con fines ilustrativos) 

Ante la escasez de sonrisas en las expresiones pictóricas, cerámica y esculturas de la Antigüedad, en especial del Viejo Continente, algunos estudiosos presumen que ello se debió a que padecían de una mala higiene dental, por lo que se avergonzaban de mostrar su dentadura y, por ende, mantenían la boca cerrada.

Incluso en uno de los cuadros más famosos de la historia, el de la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, la enigmática sonrisa es apenas un esbozo, donde no existe más que una leve inclinación de las comisuras labiales. Figura 16

Figura 16 La enigmática sonrisa de la Mona Lisa. (Foto con fines ilustrativos) 

Rara excepción a la seriedad imperante fueron los retratos hechos por el pintor Franz Halls (1582-1666) cuyos modelos sonreían en muchos de sus cuadros e incluso, algunos mostraban unos pocos dientes, en ocasiones en mal estado, en aparente concordancia con la mala salud bucodental de la época, hipótesis que explicaría la razón por la cual, la mayoría de los artistas plásticos del Renacimiento, no captaban esas expresiones en sus obras. Figuras 17 y 18.

Estas apreciaciones las comparte en su ensayo “La boca, enlace de vida y comunicación”, la historiadora y odontóloga mexicana María Eugenia Reyes Aguilar, quien subraya la importancia de la sonrisa para la plástica y la literatura.

¿Cómo se diferencian esas expresiones de épocas y culturas que se conservan en museos y colecciones privadas de Europa, de las que se muestran en vasijas, dibujos y cabezas de piedra o arcilla de los aborígenes prehispánicos?

La respuesta está en los vestigios y yacimientos arqueológicos de las culturas que habitaron el área mesoamericana y en este caso, nos llevan a las salas de exhibición y a las bodegas tanto del Museo Nacional de Costa Rica como del Museo de Jade, del Instituto Nacional de Seguros.

Figuras 17 y 18 - El retratista Franz Halls es uno de los pocos pintores que durante el Renacimiento, captó a los modelos de sus cuadros sonriendo y mostrando sus dientes. 

Desde esos santuarios de la cultura y la historia, las sonrisas plasmadas por las etnias ancestrales en distintos artefactos, muestran los dientes, algunos emulando las piezas dentales con limados e incrustaciones, que los indígenas, en vida, enseñaban con sano orgullo y que incluso reproducían aún frente a la muerte, Figuras 19 y 20.

Figuras 19 y 20 - Piezas de cerámica consideradas como “objetos funerarios” en las cuales destaca el detalle de los ojos hundidos y el rictus de la boca, mostrando los dientes. (Colección del Museo de Jade del INS, foto: Barzuna y Nuñez). 

Legados comunes

Al apreciar las innumerables muestras del arte indígena, se piensa en el lazo común que unió a distintas civilizaciones prehispánicas y que se destaca de manera particular en el sitio de Las Remojadas, que es el nombre utilizado para designar una cultura, un yacimiento arqueológico y un estilo artístico que floreció en el estado mexicano de Veracruz, en el Golfo de México, en un período estimado entre el 100- 800 d. C. La cultura de Las Remojadas es como expresión de la cultura clásica mesoamericana.

Es especialmente conocida por su cerámica y sus figurillas huecas de las cuales se han encontrado miles.

En su libro de 1957 sobre arte mesoamericano, Miguel Covarrubias, en su referencia al yacimiento de Las Remojadas, habla de las magníficas imágenes de rostros expresivos y posturas majestuosas que llevaban unos ornamentos elaborados de arcilla.

Entre ellas destacan especialmente los Sonrientes, curiosas figurillas infantiles que exhiben, como su nombre lo expresa, una amplia sonrisa. Muchas funcionan como flautas, silbatos y ocarinas. Algunas han sido consideradas como juguetes, pero otras parecen haber tenido un significado ritual.

Varias piezas poseen ruedas, una de las pocas aplicaciones tecnológicas de este elemento en la América precolombina o tienen dientes afilados, una práctica común en la cultura de Las Remojadas. Las primeras fueron elaboradas a mano, pero las posteriores fueron creadas utilizando moldes. En estilo y otras características, esas figurillas tienen un estrecho parecido con las de la civilización maya, Figuras 21 y 22.

Figuras 21 y 22 - Figurillas sonrientes pertenecientes al sitio de Las Remojadas, encontradas en México 

Figura 23 Vasija sonriente de la región de Guanacaste, Costa Rica, propiedad del Museo de Jade del INS, semejante en su forma y expresión a las Sonrientes del sitio de Las Remojadas, México (Foto propiedad del Museo de Jade del Instituto Nacional de Seguros) 

Volviendo a Costa Rica, tal y como lo precisan Fernando Camacho Mora y Jeffry Peytrequín Gómez en un documento titulado: Acercamiento a la cerámica precolombina de Guanacaste, Costa Rica. Un recuento, “la secuencia cronológica precolombina para el actual Guanacaste se ha hecho realizando asociaciones tanto con datos cerámicos como con fechas calibradas de Carbono 14 (C14). Figura 23

De la misma manera, se consideran las características funerarias y domésticas de los sitios arqueológicos para la caracterización de los períodos de ocupación (Vázquez et ál., 1994: 246).

Con esto se asegura una visión más completa de la forma de vida de los habitantes precolombinos”.

Agregan los autores en su documento que durante el denominado período Sapoá-Ometepe (800-1500 d.C.) las poblaciones continuaron aumentando a lo largo de Guanacaste.

Ocuparon la Península de Nicoya, ciertas islas, así como el golfo del mismo nombre hasta aproximadamente el río Abangares y Chomes (Vázquez et ál., 1994: 265) A partir del 800 d.C. se da una serie de importantes cambios generados debido a la llegada, a Nicaragua y Costa Rica, de migrantes mexicanos.

Para Eugenia Ibarra (2001: 49), estos grupos mesoamericanos llegaron en torno a varias oleadas migratorias, siendo los chorotegas quienes se constituyeron en la pri mera de estas oleadas estableciéndose en la zona. Estos cambios se encuentran presentes, y son observables, de manera clara en la extensión de la policromía cerámica sobre engobes de color salmón y naranja en toda la provincia. Además, aparecen nuevos tipos cerámicos con superficies alisadas y pulidas por ambos lados (esto cuando tienen formas abiertas).

Se comienzan a presentar motivos altamente asociados a los períodos Clásico y Post-Clásico maya y mesoamericano.

Por ejemplo la cruz Kan, figuras con las cabezas levemente modificadas (probablemente siguiendo cuestiones de estética propias de Mesoamérica). Figuras 24 y 25.

Estética y costumbres formas de vida y de pensamiento. Ciencia, arte y cultura indisolublemente unidos. El legado precolombino nos sacude.

Figuras 24 y 25 - Vasijas propiedad del Museo de Jade del INS. (Fotos: Barzuna y Núñez) 

Sobre todo porque en nuestros días es frecuente escuchar que los costarricenses son habitantes “del país más feliz del mundo”.

Decía Buda Gautama que “no hay camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino”.

¿Será esta la herencia principal que dejaron los antepasados aborígenes?

¿Un camino de felicidad, documentado mediante sus creaciones artísticas, que hoy se analiza principalmente desde el punto de vista científico, dejando a un lado el filosófico? Y si es así ¿se tendrá la responsabilidad moral de profundizar con mayor ahínco en sus sistemas de vida e incluso, de tratar de retomar sus sanas costumbres, principios y valores, origen de esa felicidad que se refleja en las expresiones creativas?. Figuras 26 y 27 .

Posiblemente sea preciso seguir estudiando todas y cada una de las piezas desde una perspectiva más amplia, pero a la vez, más honda e integral, para entonces encontrar el sentido real de las bellas sonrisas, cuajadas de espléndidos dientes, que el arte prehispánico en cerámica, sobreviviente al deterioro de los siglos, aún hoy ofrece.

Figura 26 Pieza precolombina donde resalta el detalle de la boca y dentadura expuesta, perteneciente a la colección del Museo de Jade del INS. (Foto: Barzuna y Núñez) 

Figura 27 Vasija cerámica que muestra un personaje con modificación dental Tiene pintura roja en la boca y negra alrededor de los ojos El cabello se insinúa con una franja de pintura negra y lleva además tocado, decorado. Proviene de Santa Cruz, Guanacaste y pertenece al período de 500 d.C. a 800 d.C. (Foto: Barzuna y Núñez) 

Autores

Licda. Adriana Núñez Artiles, máster en Comunicación Social de la Universidad de Florida, Estados Unidos; ex presidenta del Colegio de Periodistas de Costa Rica.

Dr. Mayid Barzuna Ulloa, máster en Endodoncia de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México; coordinador del Posgrado de Endodoncia de la Universidad Latina de Costa Rica.

“Una visión general sobre la felicidad y la espiritualidad de los indígenas mesoamericanos reflejada en su cerámica”

“An overview of the happiness and spirituality of mesoamerican natives reflected in their pottery”

Bibliografía

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Recibido: 02 de Marzo de 2017; Aprobado: 16 de Mayo de 2017

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