La industria aeronáutica ha puesto de moda el uso de los simuladores de vuelo entrenando a pilotos y astronautas en el manejo operacional de aviones y cohetes espaciales.

La única manera que el piloto de una aerolínea pueda renovar sus licencias de vuelo, es superando las estrictas exigencias con las que le confronta un simulador, para demostrar sus competencias; de igual forma el astronauta debe demostrar sus capacidades para operar las naves espaciales antes de salir al espacio exterior.

En el área de ciencias de la salud y sus modernos procesos de enseñanza y aprendizaje la simulación es parte fundamental de la formación profesional. Los objetivos cognitivos se ven reflejados, en el desarrollo de habilidades y destrezas, con la ejecución clínica de procedimientos en un ambiente controlado, para proceder posteriormente, a efectuar tales labores en un ambiente con pacientes reales.

Por ejemplo, en Medicina, hay grandes novedades de entrenamiento, donde los futuros médicos, pueden desarrollar múltiples destrezas; desde procesos quirúrgicos complejos, como partos, neurocirugías y operaciones a corazón abierto, hasta la toma de vías y monitoreo de signos vitales; todo esto apoyándose en simuladores clínicos.

Incluso se puede medir el tiempo y calidad de reacción de los estudiantes y profesionales ante una emergencia como un paro cardíaco o un choque anafiláctico, quedando un registro digital en audio y video de las acciones tomadas, los medicamentos administrados y el tiempo de reacción ante una emergencia inesperada para el estudiante, pero programada por el docente; como insumo de aprendizaje, que se evalúa con posterioridad, por parte de estudiantes y profesores, para consolidar el aprendizaje de una manera analítica.

Mucho antes que la simulación fuera perfeccionada y extendida, como una excelente herramienta pedagógica; la Odontología ha sido la profesión que impulsó su gran desarrollo ya que desde hace muchos años, las prácticas de laboratorio denominadas como “preclínicas” han sido un mecanismo de desarrollo de habilidades manuales, para los futuros odontólogos.

Existen registros fotográficos, con imágenes de estudiantes de odontología de la Universidad de Costa Rica, en la década de los años cuarenta del siglo XX, donde se observan, procesos educativos, con modelos de rudimentarias cabezas de madera y arcadas de dientes naturales montadas en yeso; con el objetivo de simular un paciente, y poder “practicar”, efectuando cortes a las piezas dentales extraídas, con rústicos tornos y brocas, que giraban por medio de poleas y cuerdas, activadas por un pedal mecánico, que con cadencia al movimiento del pie del operador hacía rotar la fresa de corte. En estos aspectos la contribución de la Odontología ha permitido una evolución a pasos agigantados en múltiples áreas del saber.

El diseño de portada de esta revista: Año 15, Volumen 1, Número 26, de Enero-Junio 2017 de ODONTOLOGÍA VITAL, muestra la imagen de una estudiante de odontología, utilizando uno de los tres amplios laboratorios de simulación clínica, que posee la Universidad Latina de Costa Rica; que basada en aditamentos especializados y equipos de última tecnología, desarrollan habilidades y destrezas motoras en el estudiante, que le permitirán insertarse de la mejor manera, en el ambiente clínico, cuando le corresponda atender a pacientes reales.

De este modo, la aplicación clínica del concepto teórico, se ve fortalecida, con el apoyo del docente, que guía a sus estudiantes en su proceso de aprendizaje.

El instructor-docente-maestro-odontólogo a su vez participa en el desarrollo del tercer elemento formativo en pedagogía moderna, la cual es la esfera de actitudes y valores, que deben quedar profundamente cimentadas en el estudiante, para que se forme como un profesional completo y humanista.

El entender cómo conducirse y tratar de la mejor forma posible al paciente puede ser aprendido también en un ambiente simulado, para una mejor inserción en el futuro ambiente clínico real.

El consolidado de estas labores conduce al logro de formar profesionales, con grandes competencias, en la esfera del conocimiento, en la de las habilidades y destrezas, así como en las de actitudes y valores fundamentales en el desarrollo de profesionales completos, para la atención odontológica de la población y la solución de sus necesidades en salud oral.