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Actualidades Investigativas en Educación

On-line version ISSN 1409-4703Print version ISSN 1409-4703

Rev. Actual. Investig. Educ vol.13 n.3 San José Sep./Dec. 2013

 

Humanización del aprendizaje en la era de la información: una arista andragógica

Humanization of the learning at the information age: an edge from the andragogy

Jose Laurian Ramírez Díaz1*

*Dirección para correspondencia:

Resumen:

Actualmente la sociedad atraviesa una etapa muy interesante, incidida por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), nuevos descubrimientos de la neurociencia que proponen formas distintas de analizar los estilos de aprendizaje, además de las teorías tradicionales que han nutrido la profesión docente. Sumado a lo anterior, la población costarricense presenta un envejecimiento demográfico con tendencia al aumento, por tanto este ensayo propone considerar a las  TIC  como  herramientas  de  aprendizaje,  promovidas  desde  una  enfoque  andragógico  que coadyuve a la creación de propuestas de procesos de formación dirigidos a la población adulta que apuesten hacia la eficacia, de modo que se promueva una humanización del aprendizaje, tomando como  base dos fenómenos presentes en la naturaleza propia del ser humano: la vida cotidiana y la problematización como ámbitos de acción.

Palabras clave: TIC, Aprendizaje, Andragogía, Vida cotidiana.

Abstract:

Actually the society crosses an age very interesting, and it is affect by of the information and communication technologies (ICT), the new discoveries by neuroscience propose different ways to analysis the human learn systems, also traditional theories that have constructed the educational job. Also, the Costa Rican society presents a demographic aging with trend to the increase; therefore this test proposes to consider the ICT like knowledge tools from the andragogy theory to create educational proposes to adult persons, as propose to bring efficient process to adult population, by promotion of humanizing learning, based by daily events experiences of the person and the daily critic theory of Paulo Freire as action platforms.

Keywords: Technologies, Learning, Andragogy, Daily events.

Introducción

Una de las necesidades más sentidas a nivel de educación de adultos radica en que, ocasionalmente, el estudiante acepta que el tutor conoce mucho, pero no lo logra transmitir el conocimiento de la forma más adecuada. Es probable que muchas personas hayan tenido una experiencia similar: el inicio puede ser complejo, especialmente sin la comprensión de conceptos básicos, pero conforme se adquiere dominio de estos, se empieza a tomar cierto gusto por el aprendizaje, al punto de que la experiencia puede ser placentera. Sin embargo, hay personas, en este caso individuos adultos, que desertan o reprueban en los procesos de aprendizaje porque éstos se tornan frustrantes y, en este sentido, no basta que el tutor maneje basta información, sino que posea herramientas suficientes que coadyuven a un mejor aprender, tanto a nivel personal como técnico.

La andragogía propone algunos principios para aplicarse en los procesos de enseñanza, los cuales coadyuvan a una humanización del aprendizaje, especialmente en la era  actual, en la que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) se posicionan cada vez más en la sociedad.

Es necesario recordar que, para algunos autores, la humanidad atraviesa por la quinta revolución en su historia, la cual se enmarca a través de los avances tecnológicos, específicamente los referidos a la computadora (Brenes, 2011). Con esta invención, el ser humano ha logrado mejoras insospechadas siglos atrás, que han incidido en su estilo de vida, sus hábitos, sus costumbres y otros fenómenos que le atañen.

Además, parece que el desarrollo como sociedad se enmarca, de una u otra forma, hacia la apuesta por el acceso a los recursos tecnológicos como potenciadores de los procesos humanos y la calidad, un concepto que poco a poco gana lugar en los intereses comunes de las personas, así como la adquisición de competencias tanto a nivel social como ocupacional, como uno de los factores medulares de los procesos formativos en la actualidad.

La tecnología es producto de la inventiva humana, por tanto podría decirse que además de ofrecer un beneficio en pro del mejoramiento de la calidad de vida, ésta debe humanizar, de modo que no se trata de reemplazar la naturaleza del hombre por las herramientas tecnológicas, sino que debe utilizarse como una herramienta que promueva la integridad del ser humano en los procesos en los que se involucra, en este caso, el aprendizaje de adultos, lo cual se analizará a continuación.

Así las cosas, las temáticas que se tratarán giran en torno a las TIC y el aprendizaje, analizados desde algunos principios que propone la ciencia neurológica y una arista andragógica, que abarca las teorías de subjetividad y vida cotidiana, así como la teoría de la problematización, tres factores claves para la educación de adultos.

Las TIC y el aprendizaje

Sin duda alguna, vivimos en una era en donde la información es un recurso en permanente actualización, donde las TIC son protagonistas. Las facilidades para accesar a recursos de aprendizaje suman cada vez más en número. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) afirma que, para finales del 2010, alrededor del 90% de personas en el mundo tenían acceso a una red de telefonía móvil, lo cual equivale a un aproximado de 5.300 millones de personas. De estas, se estima que 940 millones está conectada a una red 3G (UIT, 2010). Esta situación ubicó a la telefonía celular como el medio de comunicación con menor brecha digital a nivel global, y uno de los recursos tecnológicos a través del cual un mayor número de personas acceden a las TIC. Además se cuenta con el acceso a los medios de comunicación masiva tradicionales como la televisión, la radio y otros similares.

Lo anterior puede incidir en un fenómeno muy particular de esta era: las personas se apropian de una excelente herramienta de aprendizaje a través de los nuevos medios de comunicación. Hace algunos años era necesario visitar la biblioteca para encontrar información específica. Actualmente existen bases de datos fidedignas que se encuentran disponibles en la Web, de modo que los hábitos para encontrar la información que se requiere pueden estar variando, así como lo han hecho algunas formas de comunicación humana incididas por las redes sociales en especial. Sin embargo, algunos sectores de la sociedad han considerado estas nuevas herramientas de comunicación como factores de riesgo, especialmente porque su desarrollo fue tan rápido que se descuidaron elementos clave como legislación atinente a delitos cometidos en estas plataformas, el aislamiento que produce en algunos sujetos, el engaño de algunas personas que parecen buscar afecto en estos medios con desconocidos, la vulnerabilidad de los menores de edad sin una adecuada supervisión de los adultos, entre otros más (Ross y Sigüenza, 2012).

Empero, el posicionamiento de las TIC en la sociedad actual es un fenómeno que difícilmente  puede detenerse, de modo que la mayoría de situaciones referidas al ser humano son incididas por éstas, incluido el aprendizaje de adultos. Por tanto, se analizará la relación entre las TIC, el aprendizaje y la andragogía, con el fin de proponer estrategias para humanizar los procesos que las integran.

Antes que todo, es necesario hacer hincapié en que la humanización es un concepto multifactorial que considera, por supuesto, al ser humano como centro, así como el uso que hace de su razón y el cuidado de su cuerpo, en tanto se interrelaciona con sus semejantes (Chirinos, 2007). De esta forma, no puede asumirse que el acceso a las TIC propone, per se, un ámbito de aprendizaje, ni que impliquen un fin dentro de los procesos de aprendizaje para incorporarlos sin  mayor preparación metodológica. Para esto se debe analizar, primeramente, cómo aprende el ser humano, tanto a nivel racional y colectivo, con el fin de determinar estrategias que promuevan un uso adecuado de los recursos tecnológicos como las TIC, de modo que el estudiante adulto encuentre placer en los procesos de aprendizaje, mediante su humanización.

El aprendizaje implica, en sí, una modificación de la conducta incidida por la cultura. Carslon (2007, p. 455) propone una arista neurológica del concepto que explica que “el término aprendizaje se refiere al proceso mediante el cual las experiencias modifican nuestro sistema nervioso y, por lo tanto, nuestra conducta. A estos cambios les llamamos recuerdos”. En ocasiones el aprendizaje se considera como un proceso interno, pero la conducta es una dimensión humana que se manifiesta externamente, por tanto constituye un parámetro bastante adecuado para evaluarlo.

Por su parte, los recuerdos implican los mecanismos a través de los cuales el cerebro almacena las vivencias y lo que se aprende de ellas. En este sentido se refiere a lo cotidiano como el ámbito en el que se da la mayor oportunidad de aprendizaje desde una arista andragógica. Es imperativo recordar que, en la mayoría de los casos, el adulto tiene un ámbito de socialización más amplio respecto a otras etapas de la vida, lo cual debe considerarse al momento de establecer los procesos andragógicos. Este ámbito de socialización está demarcado generalmente por la cotidianeidad, de lo cual se hablará más adelante.

Las formas en como el ser humano aprende son básicamente cuatro. Carslon (2007) las define de la siguiente manera:

Aprendizaje perceptivo, en el cual se reconocen estímulos mediante la identificación y clasificación de objetos y situaciones;
Aprendizaje estímulo-respuesta, donde se aprende una conducta mediante un estímulo definido;
Aprendizaje motor, considerado como una modalidad del aprendizaje estimulo- respuesta, que incorpora acciones psicomotoras, como por ejemplo manejar un automóvil y
Aprendizaje de relaciones entre estímulos aislados, el cual supone la asociación de diferentes  estímulos  para  interpretar  un  fenómeno, como escuchar un tren a la distancia e imaginar cómo es sin necesidad de verlo.

Si bien la propuesta de Carslon (2007) se basa sobre aristas notablemente conductuales para explicar el proceso de aprendizaje, cabe destacar que se sustenta a partir de los descubrimientos más recientes de la neurología y el comportamiento cerebral. Para otras disciplinas como las educativas, teorías como las Inteligencias Múltiples proponen aristas distintas, considerando diferentes habilidades de los individuos en su proceso de aprendizaje. Sin embargo, y considerando que uno de los principios de la humanización como  tal  reside  en  la  dimensión  cognitiva  del  ser  humano,  se  considera  acertada  la propuesta neurológica para enriquecer la visión concerniente al aprendizaje.

Así mismo, Bandura en Feist y Feist (2007) propuso que gran parte del aprendizaje del ser humano se debe a la observación (aprendizaje vicario), de forma que la conducta, tanto aquella que es observada en los demás, así como la propia del sujeto, tienen un rol importante para la adquisición de nuevos conocimientos.

Respecto a las TIC, éstas proponen una herramienta al ser humano que, entre otras incidencias, influyen en el estilo de vida de los individuos y, además, en los procesos de aprendizaje. La sociedad actual nos insiste en la necesidad de estar comunicados y accesar a la información con mayor rapidez, por tanto el aprendizaje, en este caso para poblaciones adultas, es influida por esta fenomenología social, en tanto se demanda que haya cierto nivel de competencia en el uso de TIC en la actualidad por parte de los individuos y, en este sentido, podría aplicarse el principio del aprendizaje vicario en la adquisición de destrezas en el uso de tecnologías ya que, en mayor o menor grado, el uso de las mismas es transmitido en sociedad.

Es posible que el concepto de estímulo sea dominado por la mayoría de lectores, sin embargo cabe rescatar que éste se describe como un componente endógeno que genera una respuesta en el organismo. En el caso del aprendizaje, la respuesta del estímulo se deriva en una. En la sicología, los estímulos son básicamente dos: por un lado el estímulo condicionado, el cual es neutral en términos de conducta, y por otro lado el estímulo incondicionado, el cual es significativo a nivel biológico y produce una respuesta conductual incondicionada. Según los criterios del Conductismo, teoría en la que nacen y se estudian ambos conceptos, el procedimiento mediante el cual se adquiere ambos se determina como entrenamiento (Díaz, Torres, Castillo, Cornejo y Vogel, 2009).

Al hablar de aprendizaje no se refiere a un proceso exclusivamente humano. Otras especies que cohabitan el planeta tienen la capacidad de adquirir conocimiento, incluso de establecerse en sistemas sociales complejos. Si se analiza a partir de un referente histórico, los grandes avances del ser humano como el lenguaje, quizás el mayor logro de la especie humana (Punset, 2009), así como la escritura, se han logrado en los últimos seis o siete milenios. La tecnología, tal cual la conocemos en la actualidad, ha sido un proceso que inició hace poco tiempo atrás.

Con la incorporación de las TIC a la sociedad, muchas personas aprenden sin necesidad de estar en el entorno donde se dan los acontecimientos ya que, como se puede suponer, el aprendizaje implica a la observación, es decir, a la información que recibe el sujeto. No hay duda de que las TIC estimulan los mecanismos de percepción de la realidad por parte de las personas. Por ejemplo, la tierra ha sido fotografiada desde el espacio y estas imágenes se han divulgado en medios de comunicación masiva; también se puede conocer sobre la Segunda Guerra Mundial a través de vídeos y fotografías; inclusive el baile de moda puede aprenderse a partir de vídeos o publicaciones similares, sin necesidad de estar en el contexto específico donde se origina y esto ha creado una idea generalizada de las personas al respecto, de modo que las TIC se han convertido en herramientas muy útiles para facilitar el aprendizaje, sin embargo se debe insistir en la dimensión humana que lo caracteriza, puesto que se trata de un proceso, precisamente, humano.

Empero lo anterior tiene una peculiaridad importante de rescatar: es posible que algunas personas se sientan atraídas en mirar una fotografía de la Tierra tomada desde el espacio, pero no así aprender el baile de moda; o que otra se interese por la Segunda Guerra Mundial y el baile, pero no en mirar fotografías de nuestro planeta. El adulto propone, para los procesos de aprendizaje, características particulares respecto a otras etapas del desarrollo, que deben ser consideradas por los facilitadores del aprendizaje, quienes proponen factores esenciales en estos procesos como lo son la metodología, el uso de recursos de diferente naturaleza entre los cuales pueden considerar a las TIC, entre otros, a través de la andragogía. A continuación se plantean algunas de ellas.

El aprendizaje y la andragogía

En consideración al proceso biológico de desarrollo del cerebro, el aprendizaje supone procesos biológicos centrados en este órgano, el cual concluye su proceso de madurez aproximadamente a los 25 años (Dobbs, 2011). Algunos autores del desarrollo, entre los cuales destacan Erik Erikson (en Feist y Feist, 2007), señalaban la conclusión de la adolescencia e inicio de la etapa adulta se da a los 19 años, y así ha prevalecido por varias décadas, pero parece que el ser humano es una especie que madura más lento respecto a otras, de modo que la adultez, como etapa, podría considerarse a partir de los 25 años. Así mismo, el cerebro se desarrolla de atrás hacia delante, es decir, primero lo hacen las estructuras como el encéfalo y por último la corteza cerebral, la cual se sabe que es la estructura más evolucionada, encargada de regular la mayoría del comportamiento social (Dobbs, 2011), incluidos los lóbulos prefontrales mediales, a los cuales se les atribuye la planificación de la conducta y la emoción (Pinel, 2010).

Lo anterior enmarca un aspecto esencial que debe considerarse en los procesos de aprendizaje con arista andragógica: las competencias sociales y la capacidad de planificar la conducta, los cuales son dimensiones aparentemente más desarrolladas en la etapa adulta que en las anteriores. Es decir, tanto el comportamiento del individuo adulto en un contexto de aprendizaje, así como la forma en cómo procesa la información que percibe a través de sus sentidos varía conforme a su edad. Incluso su autoestima se constituye de forma distinta a otras etapas de la vida y esto tiene un alto grado de incidencia para el aprendizaje andragógico.

Es una posición personalísima que considera que el uso que se da la tecnología es incidida, en muchas ocasiones, por la etapa del desarrollo de las personas, así como de las necesidades que se tenga de ésta. Sin embargo, en un contexto actual en el que las TIC se posicionan cada vez con mayor protagonismo en las actividades cotidianas de los individuos, su uso se torna cada vez más necesario. Anteriormente se ha indicado que, a nivel social, el dominio de las herramientas tecnológicas es una habilidad que se torna cada vez más importante.

Es importante rescatar que el uso de las TIC en los procesos de aprendizaje en poblaciones adultas no solo se resume en el uso de la tecnología, sino que debe procurarse la adquisición de las competencias por parte de los individuos para hacer un uso pertinente de la misma según los objetivos que se procuren alcanzar. Este proceso se denomina alfabetización tecnológica, el cual incluye tres racionalidades: (1) la racionalidad técnica, (2) la racionalidad práctica y (3) la racionalidad crítica (Bueno y Araujo, 2010). Respecto al aspecto técnico, estos autores refieren que concierne a la adquisición de conocimiento básico o avanzado en el uso de los recursos tecnológicos; la racionalidad práctica se refiere al uso de la tecnología para responden a demandas productivas y la racionalidad crítica se basa en la pretensión de que las personas, en este caso estudiantes, asuman una actitud reflexiva sobre las TIC y su uso.

Uno de los principales argumentos retractores sobre el uso de TIC no solo en procesos educativos, sino a nivel social en general, se debe a las repercusiones que éstas tienen en los procesos de comunicación, donde parece ser que éstos propician una individualidad y detrimento de las relaciones interpersonales, entendidas como dos o más sujetos frente a frente.

En los procesos de aprendizaje en adultos, la andragogía constituye un paradigma basado sobre cinco presupuestos básicos: Autoconcepto, Experiencia, Preparación del aprendizaje, Orientación al aprendizaje y Motivación para aprender (Mota, 2008, pp.38-39). En el contexto de la sociedad de la información, las TIC fomentan estos cinco pilares de forma interesante. A continuación se analizará cómo.

En el caso del Autoconcepto, este factor constituye uno de los componentes de la autoestima, y su relevancia en los procesos de aprendizaje es clave porque distingue a la persona de entre las demás, es decir, a través de la forma en cómo ésta se autopercibe en el entorno en el que se desenvuelve. Cabe destacar que el autoconcepto constituye un componente externo de la autoestima y a través de este el individuo forja su dimensión individual y su personalidad (de Mézerville, 2004).

En algunas teorías relacionadas al aprendizaje, se determina al autoconcepto de diversas formas. Uno de los autores más relevantes es Albert Bandura (en Feist y Feist,2007, p. 473), quien lo sugiere como la autoeficacia, la cual define como “la confianza de las personas en su capacidad para ejercer un cierto control sobre su propio funcionamiento y sobre lo que sucede en el entorno”. Sin lugar a dudas, el autoconcepto del adulto implica que valore sus propias capacidades para aprender y confíe en sí mismo para lograrlo.

La sociedad de la información dota de una especial importancia a las destrezas de los sujetos, reconocidas como competencias blandas o de la personalidad, sea a través de modelos sociales, con base a la teoría existente o a través de demandas específicas de diferentes contextos como el mercado laboral, las modas u otros similares, ya que las conductas  son  aprendidas e incididas a partir de estímulos, tal como se analizó anteriormente. No es de extrañar que algunas competencias como el trabajo en equipo, la presentación personal y el trabajo bajo presión entre otras, sean altamente valoradas en la actualidad. Algunos autores han trascendido el concepto de competencias blandas y las han redefinido como habilidades sociales, las cuales constituyen la capacidad de una persona en comportarse adecuadamente ante una situación determinada, y apelan directamente a factores de la  humanidad  más  que  técnicos,  aun  cuando  pueden  ser  aprendidos  o entrenados (Caballo, 2002).

Otro componente externo de la autoestima aunado al autoconcepto lo constituye el Autocontrol, el cual está implicado directamente en la conducta y la relación que tiene ésta con los estímulos del entorno (de Mézerville, 2004). El aprendizaje conlleva a cambios en el comportamiento (Carslon, 2007), por lo que se puede deducir que la autoestima es un aspecto de suma relevancia que debe ser involucrado en la andragogía, ya que constituye un eje fundamental para cualquier esfuerzo en humanizar los procesos de aprendizaje.

Por otro lado, los modelos sociales que se involucran en las TIC, especialmente en los medios de comunicación masiva, implican un factor de relevancia que debe considerarse en los procesos de aprendizaje andragógicos porque, sin lugar a dudas, el ser humano es social y, por tanto, su percepción de la realidad también lo es. Respecto a lo que sucedía en épocas anteriores, en la actualidad se han variado concepciones básicas como la belleza o la moral, y estos cambios deben ser considerados en los procesos de aprendizaje entre adultos.

Existe un gran consenso entre algunas disciplinas referidas al estudio del sujeto, especialmente las socioeducativas, en que los adultos construyen la realidad a partir de la propia experiencia, es decir, de sus vivencias cotidianas como base para adquirir nuevo conocimiento. Esto implica otro de los ejes que fundamentan a la andragogía y, además, uno de los contextos de aprendizaje más comunes y eficaces que existen, lo cual vale la pena analizar.

La percepción de la realidad es un proceso natural, propio de la naturaleza humana y, la percepción es un proceso que se da, precisamente, en las experiencias cotidianas, en el día a día de los sujetos. En el proceso de evolución de las especies la naturaleza no se ha valido de la perfección para definir la selección natural. En el caso de los seres humanos, la realidad es construida por el cerebro, ya que “el cerebro no está hecho para buscar la verdad, sino para rellenar, para sobrevivir” (Punset, 2009, p.131). Ante un acontecimiento que genera emociones fuertes, como puede ser un accidente de tránsito, si se pregunta a los testigos sobre lo ocurrido, quizás se encuentren versiones similares entre la mayoría, en especial sobre la secuencia de los hechos, pero la totalidad de detalles no necesariamente coincidirán, por lo que en la mayoría de las ocasiones los peritos y forenses se valen de la versión de varios sujetos para recrear los acontecimientos.

En la era de la información los sujetos están expuestos a conocer sobre todo tipo de acontecimientos, sea a partir de recuerdos de experiencias propias o por conocimiento adquirido a través de imágenes o vídeos, entre otras fuentes. Sin lugar a dudas, la percepción de la realidad y los recuerdos son producto del aprendizaje, lo cual debe considerarse en procesos andragógicos ya que constituyen la humanidad de cada sujeto, es decir, todos los factores que suman su personalidad, identidad del yo (quien es), entre otros.

A este proceso –de aprender mediante la propia experiencia– algunos autores lo han denominado construcción de la subjetividad, e implica un análisis de la cotidianeidad, en la cual “se manifiestan, de forma inmediata, las relaciones que los hombres establecen entre sí y con la naturaleza en función de sus necesidades” (Riviére y Pampliega, 2007, p. 12).  Es decir, el ser humano requiere de los elementos de su entorno para construir su realidad, y entre estos se incluyen a otras personas, la naturaleza y el resto de fenómenos en los que vive su día a día.

Parece ser que la construcción de la subjetividad implica a las emociones, ya que las personas prestan atención a aquello que signifique algo importante, y en ocasiones se tiende a ignorar aquello que no lo es. Este es un proceso muy común y se da en básicamente todas las situaciones en las que media una elección o toma de decisiones. En este sentido, el facilitador que logra hacer del proceso de aprendizaje un ámbito donde las emociones se involucran como un componente más, tiene probabilidades más elevadas de alcanzar el éxito respecto a quien no lo hace, porque la inclusión de emociones implica otra estrategia de humanización de los procesos. Considerando esto, la humanización del aprendizaje es, por tanto, considerar aspectos relevantes de los sujetos en procura de una mayor eficacia para lograr los objetivos planteados, es decir, que se considere los aspectos más relevantes de la personalidad de cada sujeto, esos rasgos que lo identifican como persona, así mismo las habilidades más destacadas de cada participante del proceso de aprendizaje, como podría ser su nivel de manejo de las herramientas tecnológicas (si requiere mayor acompañamiento o no en este sentido), su forma de interactuar con los demás mediante las TIC, entre otras. En síntesis: considerar al ser humano como prioridad, o dicho de otra forma, humanizar.

No es extraño que una persona que recuerde con afecto a un docente, relacione un mayor número de aprendizajes respecto a otro que, en igualdad de condiciones, no incorporó a la dimensión emocional durante el proceso. Sucede  igual en ámbitos pedagógicos: la incorporación de las emociones al proceso de aprendizaje coadyuvan en la credibilidad, el interés y la consecución del éxito que el tutor puede tener al final con sus estudiantes. En otras palabras, humanizar las experiencias y los procesos establecidos incide en un mayor aprendizaje por parte de los estudiantes y el facilitador del aprendizaje mismo.

En el contexto actual, las TIC muestran diferentes realidades valiéndose, en muchas ocasiones, de elementos agradables a la percepción humana, es decir, elementos que buscan ser agradables para el sujeto de modo que llamen su atención y así despierten su interés. No cabe duda de que los tutores en contextos andragógicos encuentran un excelente recurso en este tipo de tecnologías, pero esto propone el desafío de dignificar al estudiante en todo momento, partiendo del respeto hacia su conocimiento previo –sea empírico o técnico–, el cual podría ser producto de documentales, vídeos aficionados colgados en Internet, blogs, información obtenida a través del correo electrónico, entre otros medios modernos que, en muchas ocasiones constituyen fuentes informales de información. Este conocimiento no debe ser causa de menosprecio, sino que debe ser valorado y ampliarse si es veraz, o para corregir en caso de que se sustente sobre datos erróneos, siempre en procura de la humanización del proceso.

Otro aspecto que humaniza y que incorpora la andragogía tiene que ver con la preparación para el aprendizaje. En la etapa de la niñez, las personas no tienen mayores posibilidades de decisión sobre si irá a la escuela o no. La educación es considerada como un derecho universal y la mayoría de familias asumen el compromiso de educar a los niños (CLADE, 2011). Sin embargo, el adulto tiene mayor consciencia de sus posibilidades, por lo que en la mayoría de las ocasiones, su preparación para el aprendizaje, entendida como el incentivo que tiene para emprender un proceso formativo o de adquisición de nuevos conocimientos por parte de sí mismo y del facilitador, se define con base a sus intereses, competencias e incluso sus emociones. Cabe mencionar que la dimensión emocional incide en la toma de decisiones, por tanto es necesario considerarlas como referente en todos los aspectos de la vida, incluidos los procesos de aprendizaje.

Existe una práctica muy dada al inicio de los cursos universitarios: el tutor pregunta a los estudiantes sobre sus expectativas del curso. Esta situación propone una estrategia sana ya que promueve la preparación para el aprendizaje de los sujetos adultos, pero en algunas ocasiones desemboca en un error, ya que se emplea como una técnica rompehielos y generalmente el curso se desarrolla sin considerar de nuevo las expectativas que los estudiantes indicaron al inicio. Dentro del proceso de humanización de las personas, el paradigma andragógico propone que se consulte al estudiante sobre su satisfacción con el curso a lo largo de todo el proceso, no solo al inicio, de modo que éste sea un autopromotor de cambio e incentive el interés por aprender, lo cual coincide con teorías como las de aprendizaje significativo, constructivismo, sociocognición, entre otras.

La preparación para el aprendizaje se fortalece a partir del momento en el que el tutor brinda el espacio para que el estudiante involucre sus conocimientos. Generalmente los sujetos juzgan su entorno con base a lo que conocen de previo. Preguntar por las expectativas de un proceso de aprendizaje puede constituir una estrategia inmejorable de automotivación, y mantenerse pendiente en su consideración a lo largo del mismo puede favorecer un mayor compromiso por parte de los sujetos.

Otro elemento básico de la andragogía es la Orientación al aprendizaje, la cual consiste en la premisa andragógica de que el adulto vive un proceso de aprendizaje constante, cotidiano. Si bien es un concepto que no es único del enfoque andragógico, presupone una necesidad del adulto en ser competitivo con base a sus necesidades, es decir, en encontrar formas cada vez más eficaces para alcanzar el éxito en sus actividades. Esto podría considerarse como la adquisición de experiencia o, tal y como lo conciben algunos autores, sabiduría, una actividad que no es exclusiva de la etapa adulta, pero que sí parece tener más importancia  Sin duda alguna, el adulto tiene mayor experiencia respecto a su niñez o adolescencia, sin por esto indicar que es exclusiva de esta etapa, porque es una dimensión humana que se construye a lo largo de la vida.

Algunas teorías del desarrollo –en especial Erikson y su modelo egosocial–, considera a la Sabiduría como la fuerza básica de la vejez, constituida por la crisis integridad versus desesperación. Esta es definida como “un interés sólido y objetivo por la vida frente a la muerte” (Erikson en Feist y Feist, 2007, p. 259). En lo particular se considera que la muerte representa la misma amenaza frente a la vida en todo momento del desarrollo; lo que tiende al cambio es la percepción que se tiene de ella. La sabiduría no implica, necesariamente, la fuerza básica que se desarrolla en el ocaso de la existencia, sino que se construye desde el nacimiento. Al respecto Izquierdo (2005) reconsidera este concepto y lo plantea como la capacidad que tiene una persona para resolver los problemas que se presentan a lo largo del ciclo vital, entendiéndose a este como el conjunto de experiencias y tareas del desarrollo que se dan desde la niñez hasta la vejez, siendo esta segunda etapa un estadio más de la vida mas no el único en donde se plantea la necesidad de resolver problemas vitales. El ser humano envejece a partir del momento en que nace, aun cuando esto se olvide durante algunas etapas de la vida, es una situación natural del desarrollo.

Según algunos autores (Mota, 2008; Alonso, 2012), la Orientación al aprendizaje se basa en una ecuación sencilla: entre más experiencia cotidiana, mayor conocimiento, lo que conduce a la madurez del sujeto, la cual es, a su vez, una competencia que dota al individuo de la capacidad de aprender de forma más abstracta. Precisamente, esto tiene una gran relación con la sabiduría explicada por Izquierdo (2005), puesto que el aprendizaje implica, de una u otra forma, una necesidad vital del ser humano. Es decir, el sujeto no puede vivir sin aprender, ya que al ser de naturaleza social, requiere el aprendizaje para convivir en sociedad y construir su subjetividad.

En la era de la información las TIC proponen una facilidad inmejorable de recursos para acceder al conocimiento, pero no todos se caracterizan por la calidad, es decir, no toda la información a la que puede accesar una persona necesariamente es veraz y, por tanto, completamente creíble. Esto demanda el desarrollo y el fortalecimiento de la crítica, de modo que pueda identificarse la información útil, de la que no lo es. A final de cuentas, al fomentar la criticidad, como también se le conoce, se promueve la humanización de los procesos de aprendizaje, ya que el sujeto adquiere un papel protagónico en éste, el cual inicia por la autoorientación.

Respecto a lo anterior Paulo Freire propuso un concepto esencial para los procesos de aprendizaje: la problematización, la cual define como “la generación de la conciencia de la conciencia” (Freire en Montero, 2008, p. 218). Problematizar incide en la capacidad de ser crítico frente a los fenómenos cotidianos, lo cual se logra a partir de  la  capacidad  de aprender a partir de lo abstracto, una competencia que, como se mencionó antes, predomina en la adultez.

Es imperante recordar que gran parte de lo que el ser humano aprende lo hace mediante la observación, retomando el concepto de aprendizaje vicario de Bandura. En la actualidad, las TIC proporcionan espacios en donde el modelado (la capacidad de observar la conducta de otras personas como fuente de aprendizaje) parece no tener fronteras, de modo que se tiene acceso a diferentes culturas y tendencias sociales. La andragogía debe coadyuvar en la capacidad de problematizar, como una forma no solo de incentivar el aprendizaje, sino de adquirir  sabiduría. En otras palabras, se trata de promover la autoeficacia en los sujetos, de modo que sean activos en la toma de decisiones y sus propios procesos.

En la actualidad la problematización de algunos fenómenos sociales se ha visto favorecida por la sociedad de la información y algunos recursos de comunicación. Un ejemplo sencillo de esto, es la llamada primavera árabe, en donde algunos sectores utilizaron a las redes sociales como medio de comunicación, de modo que muchos identificaron causas comunes de inconformidad y gestionaron la organización social para un cambio Organizaron movimientos sociales, agrupaciones con ideologías similares y fechas precisas de manifestaciones a través de esta herramienta tecnológica.

El último factor constituyente de la andragogía es la motivación para aprender. En lo particular, se ha encontrado que la mayoría de personas adultas indican su deseo en mejorar la  calidad de vida como primera razón para iniciar procesos que certifiquen sus conocimientos. Mejorar la remuneración económica, implica un factor importante en la motivación para aprender, pero no es el único factor que considera la Orientación al aprendizaje del adulto. Aristóles dijo que “el fin de la existencia es la felicidad” (Alonso, 2012, p.17). Este debe ser un principio rector en todo proceso andragógico, porque antes que mejorar la calidad de vida, el adulto toma decisiones a partir de su estado emocional, de modo que nunca renuncia a su naturaleza como ser humano. Esto constituye una de las críticas más sentidas en contra de los modelos de producción mercantilistas, en los cuales el ser humano es visto como un recurso de producción más que como un sujeto, por tanto se hace necesaria la humanización en los procesos de aprendizaje del adulto, de modo que no solo se enseñen conocimientos técnicos, sino que se procure una formación integral del individuo que involucre todos los factores concernientes al ser humano, como el pensamiento, los valores, el cuidado del cuerpo, la dimensión emocional, entre otras.

Acerca de la felicidad como fin de la existencia humana, en la actualidad los mensajes publicitarios generalmente apelan a ésta como status quo de aquellos sujetos que tienen mayor poder adquisitivo. No es complejo hacer un consenso entre expertos para constatar que la publicidad apela a las emociones para vender, y parece que una de las corrientes de mercadeo más difundida es hacer creer que esta emoción estriba en la adquisición de bienes materiales. Incluso parece que el éxito se valora a partir de la acumulación de riqueza, y al vivir en la era de la información, estas estereotipias alcanzan cada vez más a un mayor número de personas a las cuales buscan condicionar (recuérdese los estímulos que promueven el aprendizaje).

Por tanto la andragogía debe apelar a la dimensión emocional en todo momento, desde una arista crítica, que pase por los filtros de la problematización a los mensajes del entorno, ya que en el trabajo con adultos esta habilidad es preponderante, porque la crítica, como factor racional, es la que dota al ser humano de la capacidad de considerar lo mejor para sí mismo y para su entorno, en el que se incluyen las demás personas. Punset (2011, p.192) explica que “hemos construido un mundo que favorece la ausencia de emociones en la toma de decisiones”. El ser críticos implica interesarse de nuevo por la dimensión emocional. Sin embargo, la idea de prescindir de la dimensión emocional en la toma de decisiones es irreal. Darwin afirmó que la expresión de emociones involucran expresiones faciales similares en personas de todo el mundo, por lo que estas son aprendidas y variaban de acuerdo a cada cultura (Pinel, 2010).

Somos constructo de la cultura, de modo que aprendemos a valorar la realidad a partir de ella (Punset, 2011). El aprendizaje es, por tanto, producto de la sociedad y ésta se construye a partir de la misma humanidad del hombre, de modo que se requiere de procesos que, en respuesta a ello, humanicen en las diferentes dimensiones que constituyen al sujeto: la cultura considerándola, tal como se indicó anteriormente, como aquella que articula en gran medida qué aprende el individuo; también debe considerarse qué le interesa aprender a las personas, lo que puede variar de un contexto a otro; además, los recursos con los que cuenta, en donde se considera a las TIC, puesto que si bien inciden de una u otra forma en los estilos de vida actuales, el acceso y disponibilidad de tecnologías pueden variar en diferentes contextos; en este sentido el facilitador del aprendizaje debe considerar estos factores en procura de una mayor eficacia de los procesos de aprendizaje que promueve con los adultos y, considerando a la felicidad como fin de la existencia humana, que disfrute de hacerlo.

Conclusiones

El tutor de procesos andragógicos tiene, por deber moral, que rescatar y fortalecer el valor humano de sus estudiantes. Particularmente se cree que las personas con un mejor rendimiento tienen un tutor que humaniza el aprendizaje, y es posible que esta idea no esté tan ajena a la realidad. Ahora bien, es preciso aclarar que humanizar no es sinónimo de paternalismo. Humanizar implica un proceso en el que cada persona se responsabiliza para con su propio aprendizaje y sus propias decisiones.

Cada momento de la vida está regido, de una u otra forma, por la dimensión conductual y cognitiva,  pero así también la dimensión emocional, reconociendo la integralidad del sujeto. En los procesos de educación para adultos la andragogía debe rescatar  esta  dimensión  humana  como  factor  constante  de  todos  los  procesos  de aprendizaje.

Como se ha visto, la toma de decisiones se define a partir de la dimensión emocional. Por tanto, la motivación para el aprendizaje, el autoconcepto, el conocimiento previo a partir de la experiencia cotidiana, así como la preparación y la orientación para aprender son, además de principios constituyentes de la andragogía, productos de la dimensión emocional del ser humano.

Las emociones inciden también en la problematización. Al evaluar se hacen juicios, los que a su vez son producto la propia experiencia. La construcción de la subjetividad también tiene un alto grado de emoción intrínseca, ya que ningún sujeto puede dejar de ser él mismo, es decir, no puede dejar de sentir.

Además de lo anterior, se debe reconocer que el aprendizaje es colectivo y heredado, es decir, que pasa de generación en generación. El ser humano no puede aprender sin las emociones y la sociedad.

Podría decirse que el aprendizaje debe atender a la humanización en contextos andragógicos, no por moda, sino porque es necesario. Para indicar lo anterior hay razones suficientes:

3.Los procesos de aprendizaje requieren ser placenteros para ser significativos, de lo contrario podrían ser frustrantes y hacer que la persona deserte en cualquier momento.

4.En una era en la que el acceso a la información presenta estadísticas impensables décadas atrás, los conceptos por sí solos no implican aprendizaje, sino que se requieren estrategias los doten de utilidad a partir de la propia experiencia, es decir, desde la humanidad del sujeto.

5.El aprendizaje implica cambios de conducta que se producen por recuerdos. Si la experiencia previa es tan importante, el tutor andragógico debe procurar que estos sean gratos. De este modo las personas tendrán mayor disposición para nuevos aprendizajes.

6.Los factores que componen a la andragogía tienen un fin común: humanizar tanto al tutor o facilitador, así como al estudiante, considerando las diferentes dimensiones que componen al ser humano. Sin la humanización, la andragogía no logra los objetivos de aprendizaje, por tanto su eficacia puede verse reducida, más si se considera al ser humano como eje del proceso de aprendizaje, se procura que tanto el estudiante como el  facilitar  se  sientan  a  gusto  y  en  un  ambiente  de  confianza  en  el  que  ambos aprenden.

7.En el proceso de humanización la capacidad de problematizar es sumamente relevante, especialmente en la época actual donde las fuentes de información son numerosas, pero no así la calidad de todas ellas. La crítica constante promueve el aprendizaje significativo mediante la discriminación de la información útil de la que no.

8.Finalmente el aprendizaje implica, de una u otra forma, una toma de decisiones que depende, en gran medida, de las emociones. Favorecer espacios de humanización a través de la andragogía es, precisamente, lograr que las personas se autoreconozcan, de modo que puedan tomar las decisiones más adecuadas para su realidad.

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*Correspondencia a:
Jose Laurian Ramírez Díaz: Labora como profesor de la escuela de Orientación de la Universidad Católica de Costa Rica y Orientador en CTP Mario Quirós Sasso, Sección Nocturna. Licenciado en Orientación por la Universidad Católica de Costa Rica. Dirección electrónica: joselaurian@gmail.com
1Labora como profesor de la escuela de Orientación de la Universidad Católica de Costa Rica y Orientador en CTP Mario Quirós Sasso, Sección Nocturna. Licenciado en Orientación por la Universidad Católica de Costa Rica. Dirección electrónica: joselaurian@gmail.com

Ensayo recibido: 20 de noviembre, 2012  Aprobado: 26 de agosto, 2013

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