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Actualidades Investigativas en Educación

On-line version ISSN 1409-4703Print version ISSN 1409-4703

Rev. Actual. Investig. Educ vol.13 n.1 San José Jan./Apr. 2013

 

Manifestaciones ocultas de violencia, durante el desarrollo del recreo escolar


Hidden manifestations of violence during the development of school recess


Jenny María Artavia Granados1*


*Dirección para correspondencia:


Resumen

El presente artículo es producto de un proceso de investigación realizado en una escuela de la Dirección Regional de Educación de Occidente, en Costa Rica. Este tiene como fin determinar si durante el desarrollo de los recreos se suscitan manifestaciones de violencia implícitas u ocultas entre las y los estudiantes II Ciclo de la Educación General Básica. En el proceso del estudio se tomaron en cuenta aspectos relacionados con las actividades lúdicas y las interacciones personales desarrolladas durante los recreos escolares y que podrían propiciar violencia escolar implícita u oculta. Se procuró identificar la existencia de enfrentamientos y conflictos entre estudiantes, que conllevan amenazas, manifestaciones de exclusión, persecuciones e intimidaciones entre las y los niños. Se plantearon algunas conclusiones entre las que destacan que un alto porcentaje de la población estudiantil investigada manifiesta recibir amenazas, y que estas, en mayor número, se producen entre las niñas. Asimismo, un alto porcentaje de esta población estudiada indica que ha sido excluida en la dinámica del recreo por diferentes motivos, entre los que destacan: características físicas, género, condición social y situaciones particulares educativas que presentan algunos niños o niñas en edad escolar.

Palabras clave: recreo escolar, violencia escolar durante los recreos, manifestaciones ocultas de violencia en el recreo escolar, educación primaria, Costa Rica

Abstract

This article is the product of a research process carried out in a school at Dirección Regional de Occidente (Western Regional Bureau of Education), in Costa Rica. This is intended to determine if during the development of school recesses manifestations of violence, implied or hidden, arise among the students of II Cycle of the General Basic Education. The process of the study took into account aspects related to recreational activities and personal interactions developed in school recess and that could lead to implied or hidden school violence or bullying. It was aimed to identify the existence of confrontations and conflicts between students, involving threats, manifestations of exclusion, persecution and intimidation among children. Some findings were obtained, among the most relevant that a high percentage of the student population under study manifests receiving threats, and that them, in greater numbers, occur among girls. Also, a high percentage of this studied population states that they have been excluded in the dynamic of the recess for various motives, among them: physical characteristics, gender, social status and particular educational situations that present some children.

Key words: school playtime (break or recess), school violence or bullying during recess, hidden manifestations of bullying during recess, primary education, Costa Rica.


Introducción

El fenómeno de la violencia que se desarrolla en las instituciones educativas

La escuela es una institución social que no puede permanecer ajena a los acontecimientos que suceden tanto dentro como fuera de sus instalaciones. La escuela tiene como meta educar, de manera integral, a todas y todos los ciudadanos de un país. Su finalidad es lograr un desarrollo humano armónico y socialmente justo, que permita a cada persona su incorporación al sector productivo, así como su realización personal y la socialización pertinente. Sin embargo, tal y como lo señala Mora (2005), la educación se desarrolla en un contexto social, económico, político y cultural que puede o no ver favorecida su función social.

En los últimos años, la sociedad se ha caracterizado por la propagación de cambios en las dimensiones económicas, políticas, sociales y culturales, los cuales han impactado de diferentes formas en las sociedades. Estos cambios han acelerado la situación de pobreza y desigualdad en la mayoría de la población, que podría provocar el desarrollo de procesos de violencia estructural que han permeado las instituciones educativas. Este tipo de violencia se expresa mediante la discriminación de sectores de la población según edad, género, nivel social, económico y étnico, entre otros. Al respecto, tal y como lo señala Brawer (2006):

No es de extrañar entonces, que el incremento de la violencia estructural, relacionada con las condiciones económicas y sociales que responden al modelo económico-social actual, se manifieste en un incremento de la violencia personal en todos los ámbitos e instituciones de nuestra sociedad, entre ellas la escuela. (p.12)

Según Capriles (2008), la escuela es un órgano que produce y reproduce violencia. La escuela se sitúa como generadora de violencia escolar. Varios factores podrían hacer posible el incremento de las manifestaciones de violencia. En el plano interno del ámbito escolar, Martínez-Otero (2006) indica que son fuentes de violencia:

Pérdida de armonía en el claustro por: sobrecarga de tareas, abuso de poder, desacuerdos sobre estilos de enseñanza, incapacidad para el trabajo en equipo, etc.

Desmotivación del alumno, metodologías docentes poco atractivas, fracaso escolar, insuficiente sensibilidad hacia las necesidades de los alumnos, etc. 

El individualismo rampante y la debilitación del sentido de comunidad. 

Las múltiples exigencias de adaptación provenientes de un entorno escolar altamente jerarquizado, burocratizado y tecnificado. 

Las desigualdades y discrepancias respecto a la asignación de espacios y material, horarios, funciones, etc. 

La excesiva vigilancia institucional y los métodos pedagógicos basados en las comparaciones odiosas y en los castigos. 

La exclusiva preocupación por los resultados de los alumnos y su comparación con la norma, en detrimento de las personas y de los procesos educativos. 

La asimetría relacional y comunicativa entre educadores y educandos. 

El elevado número de alumnos que impide o dificulta la atención personalizada (p.141).


Todos estos aspectos alteran la vida cotidiana de la institución escolar e influyen en el ambiente escolar y convierten este espacio en un sitio hostil que perjudica las interacciones personales entre los miembros que conforman el ámbito escolar: estudiantes, personal docente y administrativo.

La sociedad tiene la idea de que la escuela es un sitio seguro, donde niñas y niños conviven de forma armoniosa, donde se respetan los derechos de los demás y donde la población estudiantil desarrolla competencias que le permitan solucionar sus problemas o conflictos de una forma pacífica. Sin embargo, en los últimos años los medios de comunicación han ido informando que tanto a nivel internacional como nacional, la escuela se ha transformado en un sitio hostil y peligroso, donde ha aumentado el número de casos de violencia, así como la intensidad de los hechos violentos.


Violencia implícita u oculta

Cuando se hace referencia al concepto de violencia, se visualiza este fenómeno como una situación en la que dos o más personas se encuentran en confrontación, y en la cual una o más de las personas resultan perjudicadas. En este tipo de acto de violencia una persona impone su fuerza y su poder contra otra u otras, y les causa daño físico o psicológico.

La violencia escolar es un fenómeno que tal y como lo indica Arias (2009, p.42), “es aquel que provoca algún tipo de maltrato en las personas, y que se enmarca en un contexto social que ha legitimado una cultura de violencia entre iguales”. Asimismo, señala que este tipo de maltrato se torna en un fenómeno constante y cotidiano, que desemboca en violencia escolar y, da lugar a manifestaciones violentas como el hostigamiento, amenaza, intimidación, robo, agresión física y psicológica.

Existen expresiones de violencia escolar que se producen en las instituciones educativas y que por su naturaleza son fáciles de observar. Entre ellas se pueden citar: la indisciplina, la disrupción, la violencia física y verbal, producida en contra de personas, o el vandalismo que atenta contra las propiedades o pertenencias. Sin embargo, existen otras que ocurren de forma solapada y oculta, que desvalorizan y maltratan emocionalmente a la o las víctimas.

Desde esta perspectiva, algunas de las manifestaciones ocultas que se presentan en la escuela, se encuentran: el acoso sexual, la intimidación o bullying, la discriminación, entre otras. Arias (2009, p. 45), expresa que, “la violencia psicológica se manifiesta por medio de agresiones verbales, gestos, intimidaciones, maltrato, amenazas, marginaciones, u otras”.

En el estudio que dio lugar a este artículo, se asumió el concepto de violencia implícita u oculta, como aquel o aquellos comportamientos que se pueden suscitar de forma que una o un estudiante, o grupo de estudiantes ejercen de forma solapada coacción sobre otro u otros estudiantes, con la finalidad de intimidarlos o causarles daño emocional o moral.

Durante la niñez existe una mayor predisposición a la violencia, pues en el medio social, donde se desarrolla el niño y la niña, es frecuente el fomento cotidiano de diversas manifestaciones de violencia. Las formas violentas empleadas para relacionarse entre las personas, son conductas adquiridas socialmente, a través de las experiencias de vida de cada quien. Los niños y niñas se ven sometidos a observar agresiones verbales en su familia, en el partido de fútbol, en la calle, entre otros, al observar la televisión o en los juegos de vídeo. Asimismo, son víctimas del autoritarismo de adultos (padres de familia, docentes, etc.), sufren de castigos corporales, presencian situaciones de desigualdad por género, etnia, entre otros. Ante todo, este ambiente de violencia, que rodea a niños y niñas, podrían de igual manera concebir este tipo de trato como normal y asumirlo en sus relaciones interpersonales.

Para Delgado, Ortiz, Solís y Umanzor (2004, p.12), la violencia o abuso emocional o psicológico es "toda acción u omisión en la que una persona en una relación de poder produce daño a la integridad, autoestima o desarrollo potencial del niño, niña u adolescente".

De la misma forma, expresan que este tipo de violencia se presenta bajo la forma de hostilidad verbal crónica (insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas), falta de respuesta a las necesidades afectivas, ausencia de caricias e indiferencia frente a los estados de ánimo del niño o niña. Por último, indican que en el contexto escolar, este tipo de abuso o violencia se percibe como falta de interés y atención por parte del docente, el rechazo, la ridiculización, discriminación por discapacidad, género, etnia, dificultades de aprendizaje, entre otros.

La violencia psicológica fomenta comportamientos que llevan a una persona o grupo de personas, a ignorar, no dejar participar, rechazar o amenazar a otro u otros. A través de este tipo de maltrato se procura infundir temor en la víctima.

Martínez-Otero (2005) aduce que con el maltrato social se procura debilitar o romper el soporte social del sujeto, para dejarlo en total indefensión. Al lograr este cometido, el agresor busca aislar o desprestigiar a la víctima.

En las escuelas es frecuente que se desarrollen procesos de intimidación y victimización entre iguales. A este tipo de violencia también se le denomina como "bullying". Para Nogueira (2005), el "bullying" escolar es un término que se emplea para designar el maltrato y la intimidación entre los pares. Este fenómeno se presenta como un malestar que se observa de manera oculta.

A través de la intimidación, uno o más estudiantes acosan a otro (víctima) a través de insultos, rumores, apodos, aislamiento social, etc. Este tipo de situaciones puede provocar en la víctima bajo rendimiento académico, fobia de asistir al centro educativo, tristeza o depresión y pérdida de autoestima. Al respecto, Nogueira (2005) indica que las víctimas de la violencia entre pares, son frágiles, se sienten desiguales, perjudicados y, generalmente, no piden ayudan. De igual modo, tienen miedo de ir a la escuela, pueden presentar síntomas depresivos, pierden el sueño y se muestran dispersos en clase.

El acoso sexual es otro tipo de manifestación de violencia, caracterizado por ser un fenómeno o manifestación oculta de comportamiento antisocial. Este tipo de violencia se da cuando la persona asume el poder con que cuenta como un instrumento para el control y la dominación de otro, hostigándolo mediante actos con contenido sexual. Tal como lo indica Martínez-Otero (2005, p. 98): "la agresión sexual es un tipo de violencia invisible, que sufre más la población femenina que la masculina, y que, por lo común, se concreta en hostigamientos, en tocamientos, y, en menor medida, en violaciones".

Metodología

Este artículo surge a partir de un proceso de investigación cuantitativa, de tipo descriptivo. En este estudio se analizó la violencia escolar explícita e implícita en las interacciones personales que se suscitan en las actividades lúdicas que comparten las y los estudiantes de II Ciclo de la Enseñanza General Básica de una escuela del circuito 01 de la Dirección Regional de Educación de Occidente, durante el desarrollo del recreo. De este objetivo general se generaron, entre otros, los siguientes objetivos específicos:

 - Identificar si las interacciones personales que se suscitan en las actividades lúdicas que comparten los estudiantes de II Ciclo de Enseñanza General Básica de la escuela en estudio durante los recreos propician violencia escolar.

- Reconocer los tipos de violencia explícita e implícita que se propician en las actividades lúdicas y en las interacciones personales de las y los estudiantes de II Ciclo de Enseñanza General Básica, en los recreos de la escuela.

Para recolectar los datos se realizaron veinte observaciones durante el desarrollo de los recreos en la escuela en estudio. Se empleó una guía estructurada de observación basada en las variables propuestas. Esto permitió un registro sistemático, válido y confiable de los comportamientos de violencia desarrollados por parte de la población estudiantil en estudio, durante el desarrollo de los recreos. Cada recreo fue observado por la investigadora y un asistente. Esto permitió confrontar la información del comportamiento de las y los estudiantes durante los recreos observados. También, se empleó una guía estructurada de preguntas, para entrevistar a catorce docentes y a la Directora de la escuela en estudio. A las y los estudiantes sujetos del estudio se les pasó cuestionarios. Para cumplir con los requisitos de validez y confiabilidad, que deben poseer los cuestionarios, se procedió a validarlos a través de la aplicación previa a una muestra de estudiantes de la escuela en estudio.

En total, la población de niños y niñas de estos niveles escolares está constituida por trescientos cuarenta y cinco estudiantes, distribuidos en cinco secciones de IV año, cuatro secciones de V año y cinco secciones de VI año. El cuestionario se les pasó a ciento ochenta estudiantes elegidos del segundo ciclo. Fue contestado por sesenta niños y niñas de cada nivel. De la población estudiantil elegida, únicamente ciento cincuenta estudiantes, que constituyen el 52% de la población total, devolvieron el cuestionario. Esta población estuvo compuesta por 86 niñas y 64 niños, cuyas edades oscilan entre los diez años y lo trece años. Por lo tanto, es un grupo que se ubica en la etapa de desarrollo denominada, preadolescente. Fue seleccionada de forma intencional, porque precisamente se encuentran en una etapa del desarrollo de sus vidas con características físicas, emocionales y sociales muy cambiantes.

Las técnicas de recolección de datos se emplearon con la finalidad de recoger información sobre las posibles conductas violentas que desarrollan los y las niñas durante el desarrollo de los recreos. Para garantizar la confidencialidad y anonimato de los datos se procedió a identificar a los sujetos del estudio con diferentes letras del abecedario.

Análisis de los datos

Manifestaciones ocultas de violencia, durante el desarrollo del recreo escolar

El recreo resulta ser un espacio lúdico que aporta grandes beneficios al desarrollo integral de los escolares. Durante el mismo, chicos y chicas socializan con los otros. Se divierten a través de una serie de juegos en los cuales participan, pero también es un tiempo para satisfacer necesidades básicas como: poder ir al baño y alimentarse. Para las y los docentes, el recreo también resulta ser un espacio importante que les podría permitir tener una visión más integral del desarrollo de sus estudiantes, acceder al conocimiento de cómo se desenvuelven y socializan las y los estudiantes en un ambiente diferente al salón de clases.

Interacciones personales que se suscitan en las actividades lúdicas que comparten los y las estudiantes

Durante el desarrollo de los recreos se suscitan relaciones interpersonales, que resultan ser sumamente valiosas en el desarrollo social y emocional de las y los niños. Durante el desarrollo del recreo las y los estudiantes comparten sus meriendas y conversaciones. También, aprenden a convivir, resolver problemas y a seguir las reglas que ellos mismos crean. En el patio escolar los estudiantes tienen la oportunidad de aprender y practicar habilidades sociales, que van a favorecer su capacidad socializadora y autónoma. Tal y como lo señala Brown (1992, p. 15), "el juego siempre y cuando no pierda su profundo sentido de recreación, puede ser un espacio importante para vivir alternativas nuevas, un aporte hacia la construcción de una nueva sociedad basada en la solidaridad y la justicia".

A continuación, se ofrece una serie de gráficos que exponen las manifestaciones de violencia implícita u oculta presente en las actividades lúdicas y en las interacciones personales durante los recreos de la escuela en estudio.

El gráfico número uno presenta la frecuencia del empleo de insultos y apodos por parte de las y los estudiantes del segundo ciclo, durante el desarrollo de los recreos. En él se puede observar: 60 niñas (69,76 por ciento) y 52 (81 por ciento) de los varones opina que nunca se insultan o expresan apodos a sus pares. Mientras que 15 (17,44 por ciento) de las mujeres y ocho (12,5 por ciento) de los varones expresa que a veces insultan o dicen apodos. Por su parte, ocho (9 por ciento) de las niñas y dos (3 por ciento) de los niños aduce que casi siempre lo hacen.

Durante el proceso de observación de los recreos se pudo constatar que tanto niños como niñas, sí emplean insultos y apodos para sus compañeros durante el desarrollo de los recreos. Camargo (2003, p.11) considera que la violencia de los estudiantes entre sí, se expresa "a partir de apodos, sobrenombres y motes, muchos de los cuales tienen que ver con rasgos físicos sobresalientes de la persona, o con herencias familiares, o con características psicológicas, o con el color de la piel o con la clase social". Este tipo de violencia tiene la característica que puede llevar a la víctima a responder de forma agresiva, o bien, sentirse insegura, temerosa y humillada.

Se citan, a continuación, algunos de los ejemplos de insultos y apodos entre estudiantes en el patio de la escuela durante el desarrollo del recreo.

Dos niños le dicen a tres niñas que pasaban caminando por un pasillo: -"huele a zorrillo"-. Una de las niñas se vuelve y le contesta: -"los odio". (Observación día 26-9-08)

Un niño que se ubica en un pasillo cercano al aula, le grita en tono irónico a una compañera que ingresa al salón de clases: -"Nicaragüense", "nica". Ella molesta le da la espalda e ingresa al aula. (Observación día 29-9-08)

Una niña de V año sigue furiosa a un varón y de pronto le dice: -"Lo voy a acusar con la niña"-. Al cuestionársele por qué estaba tan molesta, ella contesta: -"Ese carajillo solo decirme jupa de ayote"-. (Observación día 10-10-08)

En un pasillo, un niño le grita a su compañera: -"Quite chancha, por eso está así"-. La niña visiblemente molesta, sigue caminando y trata de ignorar a su compañero. (Observación día 6-10-08)

Un niño muy molesto le grita a otro: -"Pelos de chiza"-. El otro visiblemente molesto le responde: -"Homosexual, playito"-. Luego, se hacen una serie de señales obscenas con los dedos. (Observación día 9-10-08)

Un niño que está sentado jugando con unas niñas, es insultado por otro cuando este le grita: -"Maje no sea maricón, jale a jugar con hombres"-. (Observación día 25-10-08)


Las docentes expresan que sí existe en la escuela violencia verbal, y que esta se incrementa durante los recreos. La función que cumple el apodo y las palabras soeces es justamente hacer enojar al otro, también pretende humillar y ofender. Al respecto, las docentes señalan que,

"Sí, hay violencia de diferentes tipos. La verbal se escucha en niños que agreden verbalmente a otros, con sobrenombres que le pusieron y se sienten muy ofendidos". (Docente E de VI año, 22 de setiembre 2009)

"Los niños a veces se dicen malas palabras y apodos que son bien feos y logran humillar y hacer sentir mal a sus compañeros". (Docente A de IV, 23 de setiembre 2009)


El gráfico número dos presenta información relacionada con la pregunta formulada a las y los estudiantes, con respecto a si han sido amenazados en el recreo por algún compañero o compañera o grupo de ellos.

El gráfico permite visualizar las respuestas de las y los estudiantes. Indican que un alto número de niños ha sido amenazado en algún momento por sus pares, durante el desarrollo del recreo. Obsérvese que 60 niñas (70 por ciento) y 48 niños (75 por ciento) manifiestan haber sido amenazados por otros, y únicamente 26 mujeres (30 por ciento) y 16 varones (25 por ciento) no han recibido amenazas. Este tipo de violencia no se visibiliza fácilmente a los ojos de los espectadores. Únicamente la viven las víctimas y los victimarios. Sin embargo, en la entrevista realizada tanto a la Directora como a las docentes, se pudo comprobar que ellas manifiestan que sí se presentan en la institución amenazas entre estudiantes durante el desarrollo del recreo. Al respecto, la Directora manifiesta que:

"Sí, hay niños que ya traen esa formación desde el hogar, entonces amenazan al más pequeño o al que ellos consideran que es más débil. Entonces te voy a traer a otro para que te golpee, si no me das esa plata. Te esperamos a la salida. Este año se nos dio un caso de que un niño fue y buscó a colegiales amigos de él, entre comillas, y amenazaron y golpearon a un niño". (26 de noviembre 2009)


Las docentes entrevistadas agregan que,

"Sí, se ha dado el caso de niños que tienen problemas dentro de la institución o rivalidades con algunos compañeros y después a la salida buscan cómo solucionarlos, entre comillas. Lo que hacen es retarse para pelear en la plaza, en el camino durante el recorrido a la casa". (Docente C de VI año, 22 de setiembre 2009)

"He escuchado, pero nunca lo he observado. "Profe me dijeron que a la salida me iban a pegar, si yo seguía jugando con Daniel, o con Joaquín". Sucede cuando se da la rivalidad de niños por el sexo contrario. Increíble, pero ya las mujeres se amenazan de "si usted anda con Pedro en el recreo, nos vemos y la agarro de las mechas". (Docente E de VI año, 22 de setiembre 2009)


El sentirse amenazado es un fenómeno que incide directamente en la persona y puede hacer que esta reaccione y contraataque a quien lo amenaza a través de manifestaciones de violencia verbal o física. Pero, también, se podría suscitar que la persona que es amenazada sea más vulnerable ante este tipo de ataques y se torne en una chica o chico inseguro, temeroso y un blanco fácil de agresiones físicas, verbales y psicológicas. De Vila y Müller (s.f., p. 57) enuncian que, los niños víctimas de este tipo de violencia "suelen presentar trastornos de aprendizaje, excesiva timidez, desvalorización, ansiedad, pérdida de confianza en sí mismos". Este tipo de situaciones genera un deterioro de la convivencia y de las relaciones interpersonales en el centro educativo. Al respecto, Carbonell y Peña (2001) manifiestan que, "tanto las víctimas como los agresores producen un clima de deterioro de las relaciones interpersonales, dificultan la labor docente y la convivencia pacífica en el centro educativo" (p. 14).


Por lo tanto, es necesario que el centro educativo se avoque al fomento de ambientes de convivencia saludable, porque sólo así se podrán prevenir hechos violentos entre estudiantes.

El siguiente gráfico permite al lector observar la frecuencia con que los estudiantes reciben amenazas durante el desarrollo de los recreos.

Este gráfico permite observar los resultados de las respuestas a la pregunta si existen compañeros o compañeras que amenazan a otros en los recreos, permite identificar que un alto número de niños y niñas, a veces reciben algún tipo de amenaza. De las niñas 50 (58 por ciento) y 44 (68,75 por ciento) de los varones expresan que a veces reciben amenazas por parte de sus pares. Asimismo, 15 mujeres (17,44 por ciento) y seis (7 por ciento) de los varones manifiestan que casi siempre son amenazados. Por su parte, el gráfico muestra que 19 niñas (22 por ciento) y 13 niños (20 por ciento) nunca han sido amenazados durante el recreo.

Ante la pregunta, por qué motivo o motivos ha sido usted amenazado en el recreo por algún compañero o compañera o varios de ellos, las respuestas fueron muy variadas. A continuación, se citan algunos de los motivos dados por los sujetos del estudio.

Respuestas estudiantes IV Año

"No sé, pero me amenaza de que me va a pegar".

"Por bromas que se convierten en problemas. En realidad no me importa, si quiere pleito, pleito tiene".

"Porque son unos mandones".


Respuestas estudiantes V Año

"Me caen mal y a veces nos insultamos".

"No sé, solo me dicen mentiras y luego me amenazan".

"No sé, seguro porque él no traía comida".

"Por chismes que le llegaron a decir, que no son verdad".

"Porque la novia le dio vuelta con otro, entonces los dos muchachos se amenazan".


Respuestas estudiantes VI Año

"J me decía, si no me da una galleta, no lo suelto".

"Nos amenazan de que nos van a pegar a la salida y a veces no se cumple, pero a veces sí y nos agarramos detrás del estadio".

"Por los novios".

"No sé, tal vez por plata".

"Porque les da la gana y por matones"


Estas respuestas nos permiten identificar que los motivos por los cuales se producen las amenazas entre los pares varía de un nivel escolar a otro. Por ejemplo, las y los estudiantes de IV año manifiestan que son amenazados por situaciones ligadas a problemas relacionados con apodos, bromas, quejas, entre otros motivos.

Respecto a los motivos por los cuales niños y niñas de V y VI año reciben amenazas, resulta que, además de tener algunas razones en común con las y los estudiantes de IV año (chismes, bromas, mentiras, entre otras), existen otro tipo de causas por las cuales se produce la amenaza. Obsérvese que chicos y chicas se quejan de que son amenazados por dinero, relaciones amorosas y matonismo.

Un ejemplo de amenaza que se suscitó en la escuela en estudio fue el caso de un estudiante de VI año que tuvo un problema con un compañero, quien lo amenazó con pegarle. Otro día, a la salida de la escuela la amenaza se cumplió. El niño fue golpeado por tres compañeros del agresor y dos estudiantes de colegio. Estos fueron contratados por el agresor para cumplir su amenaza.

La amenaza se constituye en un instrumento que hace posible que se ostente la superioridad de un estudiante sobre otro u otra. Al respecto, De Felippis (2004) aduce que este tipo de violencia no es visibilizada en la escuela, porque los adultos se preocupan más por la violencia física o el vandalismo. Pero son las y los jóvenes quienes realmente sienten la amenaza, la discriminación y la extorsión.

El gráfico número cuatro ilustra la frecuencia con la que se presentan persecuciones e intimidaciones entre estudiantes durante los recreos.

Como bien puede observarse, un alto número de 44 niños (29 por ciento) y 55 niñas (36.5 por ciento) indican que nunca han recibido persecuciones o intimidaciones; mientras que 25 niñas (29 por ciento) y 17 niños (26,5 por ciento) expresan que a veces han sido perseguidos e intimidados. Cinco niñas (6 por ciento) indican que casi siempre han sido víctimas de este tipo de manifestaciones de violencia durante los recreos. Respecto a los procesos de intimidación, si se toma en cuenta el género, Krauskopf (2001, p. 39) aduce que

"los hombres y las mujeres utilizan y experimentan diferentes tipos de intimidación: los varones tienden a utilizar ataques físicos más que las mujeres. La intimidación en las mujeres es más indirecta o relacional y puede incluir la exclusión o aislamiento social". Obsérvese que el gráfico que se analiza permite visualizar que treinta niñas, o sea, el 35 por ciento de la población total de las niñas, se queja de haber sido perseguida e intimidada.

Chaux (2003) considera que este tipo de agresión es empleada como un instrumento para conseguir un objetivo. Este puede ser la obtención de un objeto, dominación o por estatus social. Desde esta perspectiva, el niño puede intimidar a otro más pequeño o indefenso por simple diversión o porque consigue sus objetivos. Para Chaux, esa manifestación de violencia, "ha sido asociada con un comportamiento premeditado, calculado y muchas veces carente de emociones" (2003, p. 49).

En el siguiente gráfico se presenta información relacionada con las manifestaciones de exclusión que los niños y niñas experimentan durante el recreo, cuando son apartados de los juegos o conversaciones que sus compañeros disfrutan.

En el gráfico número cinco se presentan los resultados producto de la opinión de las y los estudiantes acerca de las manifestaciones de exclusión de niños y niñas durante el desarrollo de los recreos. Se puede observar que la mayoría de los sujetos del estudio indica que no se produce exclusión. Del total de la población sujeto del estudio, 58 niñas (67,4 por ciento) y 27 niños (42 por ciento) opinan que sí hay presencia de exclusión de compañeros y compañeras en el recreo. Al observar estos porcentajes, cualquier persona podría sentirse aliviada y pensar que en esta institución no se produce la exclusión de unos estudiantes contra otros. Sin embargo, el cuestionario formula otras preguntas que sí permiten reconocer que existe exclusión en la escuela en estudio.

En una de las preguntas que se les formuló a las y los estudiantes, se les cuestionó acerca de los motivos por los cuales son excluidos en alguna de las actividades que se desarrollan en los recreos. A continuación, se presentan sus respuestas:

Respuestas estudiantes de IV Año

"Por ser gordo, no puedo correr como ellos".

"Por mi alergia, no se quieren acercar".

"Porque estamos enojados".

"Por la plata, porque soy pobre".


Respuestas estudiantes de V Año

"Porque dicen que ellos mandan".

"Porque piensan que yo no soy mejor o igual que ellos".

"Porque soy lento".

"Porque ellos son hombres".


Respuesta estudiantes de VI Año

"Porque no tengo plata para invitarlos".

"Por ser negro".

"Entre mujeres se rechazan por repugnantes".

"Rechazan a un compañero especial, con síndrome de asperger".


Al analizar las respuestas de las chicas y los chicos es posible entrever que existe un proceso latente de exclusión del otro. Este podría llevar a las víctimas a experimentar sentimientos de frustración e impotencia. Al respecto, Abad (2002, p. 38) manifiesta:Los alumnos desfavorecidos son acompañados por otros, portadores de marcas estigmatizantes y vergonzantes por las que son considerados inferiores: los que pertenecen a una determinada nacionalidad o grupo cultural, religioso o étnico, los que poseen alguna discapacidad, rasgos físicos, características corporales o enfermedades.

En las respuestas dadas por niños y niñas de los diferentes niveles se puede inferir que existe un rechazo hacia características físicas, de género, de condición social y de raza de las y los compañeros. En su opinión Ortega (2004, p. 6) expresa:
A veces sólo ser poseedor de una característica especial (usar gafas, tener orejas grandes, pequeñas o despegadas, una nariz demasiado grande, ser algo obeso o muy delgado, pequeño o grande para su edad, etc.) puede ser una excusa para convertirse en objeto de burlas, desprecio, chistes, motes o agresión física.

Asimismo, las respuestas dadas por las y los estudiantes permiten identificar que existen niños y niñas que son excluidos por sus pares, por aspectos relacionados con situaciones educativas particulares, como es el caso de un niño con síndrome de asperger, o un niño considerado lento, entre otros. En ese caso, Ortega (2004) señala
muchas víctimas son simplemente chicos/as diferentes por tener una deficiencia física o psíquica. chicos/as con dificultades de desarrollo, trastornos en su mayoría de aprendizaje y que son objeto de programas especiales dada su situación, son, con más frecuencia que otros, víctimas de sus iguales. (p.7)

El gráfico, que a continuación se presenta, procura mostrar al lector la existencia de niños y niñas que durante el recreo, les ha correspondido defender a otros compañeros del abuso de otros.

Este gráfico permite observar los resultados obtenidos producto de la pregunta de si existen o no compañeros o compañeras que defienden a otros de los abusos de los demás. Se encuentra que 52 niñas (60 por ciento) y 46 niños (72 por ciento) expresan que sí hay compañeros y compañeras que están atentos a defender a otros de abusos. Por su parte, 29 mujeres (34 por ciento) y 15 varones (23 por ciento) aducen que no existen compañeros que defiendan a otros.

Asimismo, en el cuestionario se les preguntó a las y los estudiantes el motivo por el cual compañeros y compañeras deben defender a otros durante el recreo. Sus respuestas fueron las siguientes:

Respuestas de las y los estudiantes de IV Año

"Porque no se pueden defender por sí solos".

"Porque los amenazan".

"Porque los podrían golpear muy duro".

"Para que no nos excluyan del juego".

"Porque son más pequeños o se están peleando con una mujer".


Respuestas de las y los estudiantes de V Año

"Porque son buenos amigos y se quieren mucho".

"Porque los golpean".

"Porque juegan muy brusco".

"Porque los de sexto los golpean y empujan".

"Porque los otros los amenazan".


Respuestas de las y los estudiantes de VI Año

"Porque son amigos y los amigos siempre se ayudan y nunca se dejan atrás".

"Porque son unos debiluchos y hay que defenderlos".

"Para que no los insulten y ni los hagan sentir mal".

"Para que no los traten mal".

"Para que no les peguen a los más pequeños".


Las y los estudiantes, que son espectadores de los problemas de violencia vivida por muchos de sus compañeros y compañeras, asumen este fenómeno desde dos perspectivas: se tornan espectadores silenciosos del abuso o agresión o, por el contrario, deciden no guardar más silencio ante las agresiones y los abusos hacia otros, especialmente, sobre aquellos considerados más débiles o que por su género se les dificulta la defensa.

Cuando el espectador se mantiene en silencio y se torna cómplice del agresor, podría verse afectado en su sistema de creencias. Por eso, Ortega (2004) manifiesta que:
Cuando un chico/a insulta, humilla, intimida agrede a otro/a en presencia de terceros, sin ahorrar el espectáculo a los que pueden estar mirando e incluso piden su complaciente asentimiento, está provocando en la mente del espectador un problema de disonancia moral y de culpabilidad, porque le está pidiendo que aplauda, o al menos ignore, una crueldad de la que el espectador no es responsable, pero sí como consentidor. (p.8)

Cuando esto sucede, la víctima siente agresión tanto de su agresor como del cómplice que guarda silencio. Por su parte, se encuentra aquel compañero o compañera que asume una posición de denuncia o defensa ante una situación de agresión que sufre la víctima. El gráfico número seis muestra que en la escuela en estudio existen estudiantes que defienden a otros compañeros de los abusos de los que pueden ser víctimas. Un alto porcentaje de las y los estudiantes encuestados considera que le ha correspondido defender durante el desarrollo de los recreos, a sus compañeros y compañeras de los abusos de otros.

Asimismo, las respuestas dadas por las y los estudiantes permiten identificar los motivos por los cuales han tenido que convertirse en defensores de otros. Obsérvese que las causas son muy variadas: género, tamaño y edad de los compañeros, nexos de amistad, debilidad, por problemas de diferentes tipos de violencia entre otras.

Reflexiones finales

Respecto a las manifestaciones de violencia implícita u oculta, que se suscitan en las actividades lúdicas y las interacciones personales en los recreos escolares de la escuela en estudio, esta investigación permitió llegar a las siguientes conclusiones:

Se pudo comprobar el empleo de insultos y apodos provocantes de enojo, humillación y ofensa entre las y los niños a través de las observaciones, cuestionarios y entrevistas, como manifestaciones de violencia implícita u oculta.

Un alto porcentaje de la comunidad estudiantil encuestada (70 por ciento de niñas y 75 por ciento de niños) enuncia que sí recibe amenazas, y el mayor número de amenazas se produce entre las niñas.

Los motivos por los cuales niños y niñas son amenazadas varían según el nivel. En el caso de estudiantes de IV año las situaciones están ligadas a aspectos como las quejas, apodos y bromas. La población estudiantil de V y VI año reciben amenazas por aspectos relacionados con matonismo, dinero o relaciones amorosas.

Un alto porcentaje de las y los niños del estudio (58 por ciento de las niñas y 68,75 por ciento de los niños), manifiesta que han sido víctimas de persecuciones e intimidaciones por parte de otros compañeros, durante el desarrollo de los recreos.

Las manifestaciones de exclusión están presentes durante el desarrollo de los recreos. Estas se producen a partir de las características físicas, de género, condición social y las situaciones particulares educativas que presentan algunos niños o niñas.

Un alto porcentaje de niños y niñas (60 por ciento de niñas y 72 por ciento de niños) no guarda silencio, ni se queda sin hacer nada ante los abusos que reciben sus compañeros y compañeras de los agresores, y deciden salir en su defensa. Los motivos que marcan la decisión de la defensa se rigen por aspectos como la amistad, el considerar que las víctimas son más débiles, tener menor edad, tipo de género, entre otros.


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*Correspondencia: Jenny María Artavia Granados: Docente del Departamento Ciencias de la Educación en la Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica. Doctora en Educación de la Universidad Estatal a Distancia, Máster en Psicopedagogía de la Universidad Estatal a Distancia, Licenciada en Educación Primaria y en Administración Educativa de la Universidad de Costa Rica.  jargra@gmail.com
1. Docente del Departamento Ciencias de la Educación en la Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica. Doctora en Educación de la Universidad Estatal a Distancia, Máster en Psicopedagogía de la Universidad Estatal a Distancia, Licenciada en Educación Primaria y en Administración Educativa de la Universidad de Costa Rica.  jargra@gmail.com


Artículo recibido: 2 de octubre, 2012 Aprobado: 10 de diciembre, 2012

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