SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.23 número1Mega-Niño de 1925-1926 y sus repercusiones en la sociedad costarricense durante la segunda administración de Ricardo Jiménez Oreamuno (1924-1928)Matías Romero Avendaño y la producción de café en Oaxaca, México a finales del siglo XIX índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Diálogos Revista Electrónica de Historia

versión On-line ISSN 1409-469X

Diálogos rev. electr. hist vol.23 no.1 San Pedro ene./jun. 2022

http://dx.doi.org/10.15517/dre.v23i1.49100 

Historia de Costa Rica

De pandillas a mini-cárteles criollos: narcomenudeoy evolución de los grupos criminales de Pavas

From gangs to “mini-cárteles criollos”: drug dealing and evolution of criminal’s groups of Pavas

Sebastián Saborío1 
http://orcid.org/0000-0002-3061-7787

Leonardo Astorga Sánchez2 
http://orcid.org/0000-0001-9753-2158

1Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales y profesor de la Escuela de Sociología, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica.

2Escuela de Estudios Generales, Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica

Resumen

Mediante sesenta y siete entrevistas a residentes de Pavas, privados de libertad y autoridades policiales, y la consulta de material periodístico y estadísticas oficiales, los investigadores demuestran que la vinculación al narcomenudeo, por parte de los grupos criminales locales, provocó la transformación de sus prácticas. De tal manera, los autores plantean que la llegada masiva de droga a la localidad de Pavas llevó a estas agrupaciones a un mayor uso de la violencia para resolver conflictos y a estructurarse más, pasando de ser pandillas a lo que hoy en día las autoridades denominan “mini-cárteles criollos”. El artículo plantea un análisis de las etapas del conflicto entre los grupos criminales y relaciona diferentes aspectos tales como las características socioeconómicas del contexto analizado y los distintos actores involucrados en las luchas por controlar los puntos de venta y compra de estupefacientes.

Palabras clave drogas; narcomenudeo; pandillas; Pavas; prensa; violencia

Abstract

Through sixty-seven interviews to residents of Pavas, men deprived of liberty and police authorities, and after consulting journalistic material and official statistics, the researchers demonstrate that the practices of local criminal groups are transformed when they undertake drug-dealing activities. The authors state that the massive arrival of drugs to Pavas caused a raise in the use of violence for conflict resolution and increased the structuring of the criminal groups which transformed them from gangs to “criollo mini-cartels”, as defined by the authorities. The article analyzes the stages of the conflict among criminal groups and establishes relations among different aspects such as the socioeconomic characteristics of the context and the variety of actors involved in the struggles to control drug-selling and buying points.

Keywords drugs; Drug Dealing; Gangs; Pavas; press; violence

Introducción

Mediante el análisis del caso de Pavas1, el presente artículo demuestra que, desde la década de 1980, el aumento de drogas y armas en circulación en Costa Rica, aunado a la exclusión socioeconómica, generaron una gradual transformación de la criminalidad local vinculada con su comercialización, la cual pasó a hacer un uso siempre mayor de la violencia y, también, a tener estructuras organizacionales más complejas.

Como fuentes principales del estudio, los investigadores realizaron sesenta y siete entrevistas a residentes de la localidad, a antiguos miembros de grupos criminales, así como autoridades policiales; asimismo, consultaron 898 noticias publicadas en el diario La Nación entre el 2008 y el 2017 con el fin obtener ulteriores insumos sobre los enfrentamientos entre grupos criminales y otros hechos relacionados con las luchas por el territorio. La decisión de utilizar este periódico responde al hecho de que es uno de los más importantes en Costa Rica, manteniéndose en circulación desde 1945. Finalmente, se usaron, también, estadísticas oficiales publicadas por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Este artículo se encuentra divido en varios apartados que, partiendo de lo general a lo más específico, buscan brindar un análisis integral respecto a cómo evolucionan los grupos que se dedican a la venta de drogas y los conflictos relacionados a esta. En el primer apartado, se hará un recorrido general del contexto costarricense en materia de violencia y comercialización de drogas, lo que permite poner las bases para demostrar que la raíz de los conflictos actuales se puede ubicar en el aumento de drogas en circulación en el país.

El segundo apartado corresponde a una discusión conceptual sobre las diferencias entre barra, pandilla, banda y mini-cárteles, con el fin de poder comprender mejor el tipo de organización a la que nos referimos. Finalmente, en los siguientes apartados, se hará un recorrido de cómo lo mencionado anteriormente toma forma en la localidad de Pavas, identificando a los principales actores involucrados, los cambios que vivieron los grupos criminales, la manera en cómo se enfrentan con el objetivo, en algunos casos, de controlar el mercado local de drogas, en estos últimos apartados se buscará caracterizar los tipos de armas utilizadas y la forma que toman los ataques entre grupos criminales.

1. La antesala del conflicto

La literatura especializada en el tema de la violencia que se vive en las ciudades, principalmente en las latinoamericanas, reconoce su complejidad y su multi causalidad (Agostini, Chianese, French, y Sandhu, 2010) (Muggah, 2012) (Briceño-León, 2005). Por esta razón, al momento de analizar el fenómeno, es necesario tomar en consideración el entrecruzamiento de elementos tales como la deprivación y exclusión social, y el papel que juegan las diferentes formas de disputas por el poder en los contextos locales (Koonings y Kruijt, 2009)

Asimismo, para tener una mejor comprensión de lo sucedido, no puede dejarse de lado el tipo de violencia que se experimenta en tales conflictos, la cual puede ser definida, apoyándose en los trabajos de Rodolfo Calderón, como violencia urbana, directa, que se caracteriza por “la amenaza o uso de la fuerza para alcanzar un determinado propósito u objetivo” (Calderón, 2018, p. 101)

En Pavas, desde la década de 1960, junto con el desarrollo de urbanizaciones de clase media, poblaciones de bajos recursos establecieron los primeros precarios de la zona, tal fue el caso de lugares como Pueblo Nuevo en 1969 y, entre 1979 y 1980, sucedieron las ocupaciones de terrenos municipales que dieron origen a lo que hoy es Libertad 1. Para la década de 1980, el proceso de ocupación de terrenos en Pavas continuó: en 1982, se creó Libertad 2, mientras que para 1984, las ocupaciones continuaron, dando origen a los asentamientos Metrópolis 1 y 2, y paralelamente, se formó Rincón Grande (Chacón y Freer, 1999). El aumento de áreas urbanas no planificadas, informales y precarias, influencia la evolución de la violencia (UN-Habitat, 2010); es necesario, entonces, analizar las tensiones sociales que surgen de la ausencia de planificación y la exclusión social que provoca, y, sucesivamente, emplear la evidencia empírica para comprender las especificidades locales, con el fin de resolver el problema de la segregación espacial de los grupos marginalizados que actualmente residen en áreas urbanas carentes de servicios e infraestructuras.

Sin embargo, Pavas no está compuesto únicamente por áreas urbanas de escasos recursos. Esto merece ser mencionado, porque Briceño-León (2002) y Moser y McIlwaine (2004) sostienen que la desigualdad social tiene un impacto mayor que la pobreza sobre la evolución de la violencia y la criminalidad. En el caso de Pavas, la desigualdad se ve reflejada en el hecho de que, si tomamos en consideración su división territorial, podemos observar que el distrito comprende zonas con habitantes de ingresos altos como Rohrmoser, y al noroeste se encuentran barriadas caracterizadas por contar con una alta densidad poblacional, mucha de la cual está en condiciones de hacinamiento y precariedad en cuanto a la infraestructura de las habitaciones.

Como lo señala Roberto Blanco (2015), la aparición de los asentamientos informales en la capital de Costa Rica se vinculó directamente al acceso desigual a servicios básicos, generando conflictos entre las nuevas comunidades y el Estado, a quien la población local exigía el acceso a estos y la resolución de aquellos problemas relacionados con la falta de agua, servicio eléctrico u opciones para la educación de los menores de edad (Alvarenga, 2009). Paralela a la situación de exclusión socio económica que vive parte de la población de Pavas, esta, como demostraremos más adelante, se vuelve víctima de la violencia y delincuencia. Fuera de nuestro país, existe un debate vivaz sobre las causas sociales que facilitan la formación de grupos armados que ejercen violencia en zonas urbano-marginalizadas. Aunque no hay un acuerdo unánime entre las diferentes publicaciones sobre este punto, la mayoría de los trabajos que se han producido concuerdan sobre el hecho de que el abandono del Estado en estas áreas juega un papel fundamental (Koonings y Kruijt, 2004). De hecho, la ausencia de estas instituciones “crea un vacío de poder que es aprovechado por otros actores, en este caso las pandillas juveniles” (Pérez, Calderón y Brenes, 2016, p. 10).

Elaborado por: Geóg. Irene Cordero Camacho, 2021.

Es preciso señalar que, a nivel cantonal, Pavas es el distrito que se encuentra más densamente poblado, con 12.000 ha/km2 (MSJ, 2011); además, mientras dicho territorio concentra el 71,3 % del total de edificaciones en mal y muy mal estado (MSJ, 2016), para el periodo 2011-2013, se identificaron en él un total de 6 asentamientos en condición de precario (MIVAH, 2013), datos que evidencian que el territorio posee grandes carencias en cuanto al acceso a la vivienda y la calidad constructiva de las mismas. Además, “posee uno de los más bajos porcentajes de metros cuadrados de áreas verdes y recreativas por habitante” (Sasa, 2017, p. 140), aspecto que, al tiempo que señala la escasez de espacios para el encuentro y el fortalecimiento de la vida comunitaria, compromete la calidad de vida de la población, en tanto esta se encuentra “condicionada por la calidad del espacio público urbano donde habitualmente desarrollan sus actividades” (Castillo García, 2018, p. 52).

Un elemento a considerar, y que puede señalarse como fundamental en facilitar las condiciones para el surgimiento y consolidación de actividades ilícitas y de grupos criminales vinculados a ellas, es la nueva orientación tomada por el Estado. Como lo mencionan autores como Torres-Rivas (1988), desde la década de 1980, pero con mayor fuerza en la década de 1990, en América Latina se ha experimentado el surgimiento de democracias de baja intensidad, las cuales llevaron a cabo una serie de reformas que, lejos de asegurar el bienestar económico y social, se encargaron de favorecer la vulnerabilidad y la pobreza.

La eficacia y la eficiencia que se buscaba alcanzar mediante las privatizaciones, la apertura comercial, el recorte del gasto público y social, la flexibilización en materia laboral aumentó los índices de crecimiento, pero eso no se tradujo en una democratización de la riqueza y una correcta distribución del ingreso, sino en una concentración del mismo y ampliación de la brecha entre ricos y pobres.

Ante la incapacidad del Estado de proveer seguridad y bienestar económico, se producen las condiciones materiales que favorecen la industria criminal. Sin la desigualdad, la pobreza y la falta de oportunidades laborales, las actividades que producen y reproducen la industria criminal serían imposibles.

De tal manera, se puede plantear que ese cambio en la orientación del Estado provoca una debilidad importante en la institucionalidad democrática, que se traduce en una pérdida, por parte de la ciudadanía, de la confianza en el sistema, y la incapacidad de crear proyectos y sociedades incluyentes e igualitarias, afectando y excluyendo a los sectores más vulnerables. Es en ese contexto de exclusión y poca credibilidad por parte del aparato estatal que la venta y comercialización de drogas va ganando terreno.

Lo anterior se ve reflejado en el hecho de que, en las entrevistas a personas residentes de los barrios vulnerables de Pavas, estos señalan que, desde la década de 1980, empezaron a percibir una transformación a nivel local en la criminalidad y las formas de resolución de disputas interpersonales. En esos años las pistolas se sumaron al uso de armas blancas en los conflictos, agudizando la violencia en dicha localidad. La situación en Pavas se complicaría más a partir de la década de 1990, cuando el elemento que más influyó al aumento de la violencia, según un exlíder de una banda, fue la llegada masiva de droga al país entre los años 1994 y 1997.

Lo mencionado anteriormente por el entrevistado coincide con los estudios y reportes de situación hechos por el OIJ (Corrales, Vargas, y Zúñiga, 2019). Para ese organismo, a partir de la década de 1980, Costa Rica pasaría a ser parte de la ruta transitada por los cargamentos de drogas, principalmente cocaína, que se traficaban desde el sur hacia el norte del continente americano; como lo señala Paul Gootenberg (2017), durante esa década, la producción estimada de cocaína alcanzaba la cifra de 1000 toneladas métricas, produciendo ganancias que se calculaban entre los 50000 y 100000 millones de dólares al año, debido a un mercado creciente como el estadounidense, en donde se consumían entre 250 y 300 toneladas de cocaína al año.

La posición geográfica de Costa Rica haría posible que se desempeñara como bodega. A partir de ese momento, el mercado nacional, que si bien es cierto se encontraba más orientado hacia el consumo de marihuana, tendría a su disposición (aunque de manera residual) parte del cargamento que se almacenaba, y quienes se encargaban de resguardarlo eran aquellos que tenían acceso a las drogas para abastecer el mercado local (Corrales, Vargas, y Zúñiga, 2019).

Sin embargo, con el cambio de siglo, también cambiaría la dinámica costarricense; la información brindada por el OIJ nos ayuda a comprender mejor cuáles fueron los cambios que se dieron. En primer lugar, se menciona el aumento en las cantidades de drogas enviadas al mercado estadounidense desde Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú (Organismo de Investigación Judicial, 2013), lo cual significaría, para el caso costarricense, que la droga que se almacenaba aumentaba.

En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, ante mayor cantidad de droga, quienes se encargaban del almacenaje y distribución en territorio costarricense empezaron a recibir droga como forma de pago (Corrales, Vargas, y Zúñiga, 2019). De tal manera, el hecho de que los cárteles internacionales no se interesaran por establecerse en el país, terminó favoreciendo a aquellos que funcionaban como intermediarios de tales organizaciones colaborando en tareas de logística, transporte y distribución. De hecho, recibir droga a cambio de sus servicios facilitó que individuos, y luego grupos, empezaran a controlar el mercado nacional de la venta de estupefacientes, logrando establecer áreas de influencia para la comercialización del producto.

El mercado de las drogas suele ser muy fragmentado, por lo que es normal que cuando este empieza a tomar fuerza en una localidad, los conflictos entre organizaciones son muy comunes (Durán Martínez, 2015). Así, para el caso costarricense, según lo propuesto por el OIJ (Chacón y Zúñiga, 2016), en sus inicios, tenemos una pequeña cantidad de organizaciones distribuidas a lo largo del territorio nacional que no logran obtener un control extenso. Cada uno de estos grupos lo que buscaban, en un primer momento, era controlar una plaza, es decir, un territorio en el cual poder realizar la venta de drogas.

Es así como, según un privado de libertad entrevistado, antes de la llegada de grandes cantidades de droga en los noventa, había la menor cantidad de armas en circulación en Pavas en comparación con el presente, así como existía la mayor capacidad de los grupos de llegar a acuerdos sobre la división del territorio, lo cual garantizó, por varios años, una forma de “paz relativa” en Rincón Grande. En efecto, los conflictos solían suceder de manera mucho más esporádica, haciendo un uso limitado de armas de fuego y, en consecuencia, producían un menor nivel de violencia y tenían un impacto menor en la vida cotidiana de las comunidades. Además, la menor conflictividad entre las bandas se reflejaba en aspectos concretos del narcomenudeo de ese entonces. Por ejemplo, un privado de libertad afirmó que lo normal era que cada grupo vendiera en su esquina, sin intentar tomar control del espacio de los demás. Incluso, como narra otro exmiembro de una banda, cuando un grupo no tenía “material”, es decir, droga para vender, era común que otro grupo le facilitara el acceso a esta, lo que nos demuestra que, incluso, se daban formas de colaboración entre las diferentes agrupaciones.

2. De pandillas a mini-cárteles criollos

Según las personas entrevistadas, la mayoría de los grupos criminales que hoy en día se sitúan en las calles de Pavas, tienen pocos años de existir. Estas afirman que, hasta hace poco más de dos décadas, se contaba principalmente con la presencia de cuadrillas, o barras, como prefieren llamarlas los residentes locales. Un privado de libertad proveniente de Pavas relata que estas agrupaciones estaban compuestas, sobre todo, por jóvenes de sexo masculino, y que tenían como objetivo principal el de ganarse el respeto de las personas mostrando su “hombría” a través de peleas contra otros grupos de la zona. Estos conflictos se llevaban a cabo sin armas y se daban por motivos fútiles, como, por ejemplo, decidir quién podía usar el campo de fútbol de un barrio.

Los conceptos de pandilla, banda y organización criminal muchas veces suelen ser usados como sinónimos, dificultando el análisis de estos grupos. Por esta razón, es necesario intentar solventar la ambigüedad de estos conceptos. El sociólogo de la Escuela de Chicago, y precursor de los estudios sobre las pandillas, Frederic Trasher, en 1927, llevó a cabo un estudio en el que analizó las pandillas existentes en su ciudad y las definió como:

Un grupo intersticial formado de manera espontánea y que, en un segundo momento, se integra a través del conflicto. Se caracteriza, además, por poner en práctica los siguientes comportamientos: encuentros cara a cara, desempeñarse en peleas, moverse en el espacio como un grupo, conflicto y planificación. 2 (Trasher, 2017, p. 128)

Aunque la violencia es uno de los elementos distintivos de las pandillas, estas no necesariamente la ponen en práctica con el objetivo de cumplir acciones criminales que produzcan beneficios económicos para sus miembros. El debate académico sobre cuáles son los elementos distintivos de las pandillas y las bandas es amplio (Ordóñez Valverde, 2017) y, por cuestiones de espacio, no puede ser abarcado en su totalidad en este artículo. Sin embargo, existe un cierto nivel de concordancia sobre el hecho de que las bandas son más violentas y organizadas que las pandillas.

Con el fin de distinguir estas dos modalidades de agrupación, se propone identificar la banda como un grupo de sujetos que tiene, como finalidad, la de usar la violencia con un cierto nivel de organización para cometer acciones criminales orientadas a la obtención de beneficios económicos y simbólicos para los sujetos que se unen a estas. En cambio, siguiendo la clásica definición de Trasher (2017), se pueden identificar las pandillas como grupos de jóvenes que socializan gracias y a través de la violencia, y que forman su propia identidad mediante la contraposición a otros grupos similares con los cuales entran en conflicto.

Las pandillas de Pavas, antes de hacer del narco menudeo su principal actividad comercial, experimentaban una situación similar a la sucedida en la ciudad de Tegucigalpa, Honduras, durante la década de 1990. En esa ciudad, como lo explica Horne (2021), las pandillas no iniciaron como las organizaciones criminales de la actualidad, sino que eran agrupaciones de jóvenes inadaptados y rebeldes que se unían luego de ser deportados desde los Estados Unidos, o que pertenecían a estratos pobres de la sociedad.

De esta manera, en relación con el tema central de este artículo, el hecho de unirse para llevar a cabo una actividad que genere ganancias, como lo es el narcomenudeo, identifica a tales grupos como bandas. Mientras que pandillas pasan a ser aquellas agrupaciones que se socializan a través de la violencia, pero no se organizan con el objetivo principal de delinquir, como pueden ser algunos de los grupos de amigos que suelen reunirse en las esquinas de los barrios vulnerables 3.

Separar las pandillas de las bandas no significa que las primeras no puedan cometer crímenes, sino que estos no son la razón por la cual se unen sus miembros. Más allá de las peleas entre pandillas, que jurídicamente son delitos, sus miembros pueden violar la ley sin que, por esta razón, deban ser consideradas bandas. La delimitación está en la motivación última que une estos grupos. Si esta es la de organizarse para cometer crímenes, se trata de bandas, pero si los crímenes son cometidos esporádicamente, de manera poco, o para nada, organizada y no representan el objetivo de la acción grupal, entonces sus miembros pueden ser considerados como pandilleros.

La investigación de Rodríguez Aguilar (2017), sobre el caso de Guararí, en la provincia costarricense de Heredia, agrega elementos interesantes a la clasificación aquí discutida. Para el investigador, si bien es cierto que las pandillas pueden cometer asaltos e incluso vender drogas de manera ocasional, estas acciones carecen de estructura y organización, además de suceder de manera espontánea. Asimismo, otras publicaciones e investigaciones hacen una distinción ulterior e identifican como “barras” las pandillas que pasan a cometer delitos menores (Cruz y Carranza, 2006) (Rodríguez y Solano, 2011) (Solís, 2008). Las barras, para estos autores, se sitúan en una posición intermedia entre las pandillas y las bandas.

El hecho de que una pandilla pase a ser una banda nos permite comprender que existe la posibilidad de que las agrupaciones juveniles evolucionen hacia mayores niveles de organización y violencia orientada a la comisión de delitos. Rodríguez Aguilar (2017) menciona, apoyándose en los estudios de Cruz y Carranza (2006), que dicha evolución no es inevitable; sin embargo, también menciona que el nivel de violencia y criminalidad de estos grupos puede involucionar y que, por ejemplo, bandas se transformen en barras o en pandillas.

Describiendo la transformación de las pandillas a bandas en Colombia, Ordóñez Valverde (2017) señala que esta tiene motivos utilitarios y que muchas veces es favorecida por la influencia que los grupos de la criminalidad organizada tienen sobre los jóvenes de las pandillas. La evolución se da, entonces, cuando la motivación principal cesa de ser la construcción identitaria y la socialización alrededor de la violencia y se vuelve la ganancia económica.

Por lo dicho hasta el momento, se puede deducir que algunos elementos que se verifican en las pandillas de los barrios vulnerables de Costa Rica, como, por ejemplo, la participación esporádica a actividades de narcomenudeo en pequeña escala y la posesión de armas de fuego (Rodríguez Aguilar y Solano Acuña, 2011), facilitan y aceleran la conversión de pandillas en bandas. De la mano con lo anterior, se puede agregar lo propuesto por el OIJ (2013) sobre como grupos de pares conformados por jóvenes en condiciones socioeconómicas vulnerables pueden involucrarse en la venta de drogas y, gradualmente, hacer de la violencia un recurso para lograr el control de las ventas en un determinado territorio, provocando así una transformación hacia estructuras más organizadas con intereses económicos (Organismo de Investigación Judicial, 2013).

2.1 La estructura de los grupos criminales de Pavas

Un privado de libertad comentó que muchos de los grupos criminales de Pavas cuentan con una estructura muy completa, en la que se encuentran cabecillas, sicarios, personas que se encargan de trasladar la mercancía e, incluso, de cobrarla. Por su parte, Fuerza Pública indicó que estos grupos cuentan con una estructura similar a la de una empresa, en la que existen puestos de gerencia y subgerencia, así como personas que se encargan de reclutar y otras que laboran en el área logística.

Como lo explica Brotherton (2015), es normal que la venta de drogas y la vinculación con las redes internacionales de tráfico provoquen cambios importantes en las actividades, las identidades, la cultura y estructuración de las pandillas locales. De tal manera, estos grupos pueden llegar a adquirir un carácter más corporativo conforme la comercialización de estupefacientes se convierte en la razón de ser de la organización, más aún en aquellos ambientes caracterizados por la pobreza y altos niveles de exclusión social.

Según el OIJ (Saborío y Astorga, entrevista 32 grabada a jefe de la unidad de análisis criminal del OIJ, 22 de agosto de 2019), las bandas criminales más estructuradas cuentan con personas armadas que se encargan de garantizar la seguridad del grupo en general y, en particular, de las cabecillas. Estas tienen también el papel de sicarios cuando cometen dichos homicidios por encargo. Sin embargo, no todos los grupos que se dedican al narcomenudeo en Costa Rica cuentan con estas figuras y, en muchos casos, contratan sicarios externos que pueden ser criminales nacionales o extranjeros.

Para algunos residentes la división de funciones es menos clara y, según estos, suele suceder que los individuos que se dedican a la venta callejera de drogas pueden ser los mismos que se encargan de efectuar actos de sicariato. El testimonio de una ex privada de libertad y ex integrante de un grupo de narcomenudeo de Rincón Grande de Pavas menciona como los sicarios llegan a ser, incluso, jóvenes menores de edad: “yo conozco un chiquillo que ya ahorita tiene ¿qué? como 16 años, y ese chiquillo tiene como cuatro o cinco palmos [homicidios]” (Saborío y Astorga, entrevista 11 grabada a mujer residente, 15 de mayo de 2019).

El OIJ (Saborío y Astorga, entrevista 32 grabada a jefe de la unidad de análisis criminal del OIJ, 22 de agosto de 2019) clasifica a los grupos criminales que existen en Rincón Grande como “mini-cárteles criollos”, debido a su similitud con los carteles colombianos y mexicanos, pero a una escala muy reducida y con características adaptadas al contexto nacional. Para el organismo, estos grupos tienen un comportamiento y una estructura piramidal semejante a la de los que operan en el resto del país, la cual está compuesta por cuatro elementos principales: el primero de ellos es una persona que actúa como líder o cabecilla, y cuenta con contactos internacionales que le facilitan la mercadería.

El cabecilla lidera, a su vez, al segundo elemento: un grupo de protección integrado por sicarios y personas que extorsionan, amenazan e incluso secuestran a quienes tienen deudas por no pagar la droga adquirida. El tercer elemento es el área de contabilidad, en donde se encuentran tanto las personas que contabilizan las ganancias generadas por la venta de droga, como también las que las esconden, como es el caso de los testaferros. Por último, el cuarto elemento se trata de las personas que se encargan de realizar asaltos, robos, buscar carros y armas, así como dinero para la compra de más drogas y “tumbonazos”, es decir, robo de drogas a grupos rivales.

Algunos privados de libertad se refirieron al cabecilla o líder como la persona que conoce de una mejor manera el territorio y que de paso cuenta con la mayor cantidad de contactos dentro del ámbito criminal. De igual forma, el líder debe ser una persona que impone respecto dentro y fuera del grupo al que pertenece. Aquellos que se encargan de vender droga en las calles son los que, en la agrupación, se ven más expuestos a ataques de bandas rivales y a la represión policial.

Contrario a lo que afirma el OIJ, las personas que viven en Rincón Grande de Pavas afirman que no todas las bandas cuentan con una estructura compleja como la de los anteriormente mencionados “mini-cárteles criollos”. De hecho, la cantidad limitada de personas que conforman algunos grupos no permite siempre una división tan compleja de las labores y actividades como la que describe el OIJ. Además, para alcanzar dicho nivel de estructuración, se requiere un capital económico que permita pagar, de forma estable y continuativa, a un elevado número de personas y, al parecer, no todos los grupos criminales de Pavas cuentan con dicha capacidad económica y organizativa.

En algunos casos los grupos criminales están conformados por miembros de una misma familia, las llamadas “narcofamilias”, las cuales combinan el lazo de parentesco con la actividad de la venta de droga. Para algunos residentes, este tipo de agrupaciones se caracterizan por ser muy numerosas lo cual facilita que, generalmente, los miembros más jóvenes mantengan el negocio mientras otros se encuentran en prisión o mueren.

Además de las bandas “tradicionales” y de las “narcofamilias”, algunos residentes comentaron que también hay personas que realizan ventas de droga de forma individual en el espacio público o desde sus hogares. En algunos casos, estos vendedores sufren ataques armados por parte de los grupos criminales que están posicionados en los barrios en los que intentan llevar a cabo la venta de drogas.

3. Narcofamilias

La situación que caracterizó a Rincón Grande entre los años que van del 2000 al 2010, siguiendo las publicaciones hechas por el periódico La Nación y apoyándose en entrevistas, fue la de un enfrentamiento entre “narcofamilias,” destacando dos principales organizaciones criminales: Los Diablos y Los Polacos.

Ambas surgen de familias que, antes del narcomenudeo, se dedicaban a otras actividades ilícitas, las cuales no abandonan, sino que lograron combinar con la venta de drogas. Es así como, durante los años que van del 2000 al 2010, son las “narcofamilias” las principales organizaciones que comparten y compiten por el espacio con pequeños grupos que aparecen y desaparecen dando vida a un complejo entramado de relaciones conflictuales entre bandas que no consiguieron monopolizar el narcomenudeo en sus barrios.

Un ejemplo de lo anteriormente expuesto se puede observar con el ascenso y la caída de un joven de apellido Calderón Sáenz, alias “Colas”, quien empezó su carrera delictiva inicialmente como asaltante y, sucesivamente, consiguió formar un grupo de “tachadores” de casas. Después, consiguió controlar el mercado de las drogas, así como las demás actividades ilícitas de Finca San Juan, sector posicionado en Rincón Grande de Pavas. El breve periodo de dominio de “Colas” concluye en el 2010 cuando este muere asesinado, lo que lleva a la disolución de su banda, la cual no sobrevivió al intento llevado a cabo por su hermano de preservar su feudo criminal. Son varios los grupos como el de Colas que, a diferencia de los Polacos y los Diablos, a lo largo de esos años aparecieron y desaparecieron en Pavas, dando vida a un complejo entramado de relaciones conflictuales entre bandas que no consiguieron estabilizarse por un periodo de tiempo prolongado en el narcomenudeo de sus barrios.

Una buena caracterización sobre el nivel de organización y poder que llegaron a alcanzar las dos principales narco-familias de Pavas aparece en una nota de prensa publicada en el diario La Nación el 10 de noviembre de 2008:

Son conocidas como Los Polacos y Los Diablos. La primera lleva ese nombre porque uno de los miembros de la familia vendía artículos de casa en casa. En el 2003 fue asesinado a balazos uno de los hermanos y en el 2005, otro. De esta pandilla hay antecedentes desde hace una década. [...] se trata de las pandillas mejor organizadas, numerosas y violentas del país.

Cada grupo tiene de 40 a 50 miembros y usualmente portan chalecos antibalas, pistolas, escopetas y ametralladoras.

Controlan más de cuarenta ventas de drogas en Pavas.

[…] las disputas son usualmente provocadas por el control de puntos estratégicos para la comercialización de crack, marihuana y cocaína. También luchan a balazos por el robo o la pérdida de droga, o bien, por sectores ideales para asaltar agentes vendedores, locales comerciales y a peatones.

[…] reclutan a muchachos para toda clase de fechorías. Antes no asaltaban a sus vecinos, pero ahora lo hacen cada vez con más frecuencia. (Aguilar, noviembre 10 de 2008)

Como se puede leer en el fragmento anterior, estos grupos combinan el narcomenudeo con otras actividades ilícitas. Los vínculos familiares son elementos importantes en estas organizaciones, de hecho, que sean numerosas permite una compartimentalización de las labores, así lo menciona otra nota periodística, esta vez del 26 de agosto del 2009:

Una banda del narcotráfico local integrada por siete mujeres -una de las cuales lideraba la venta de estupefacientes- fue desarticulada ayer por la Policía de Control de Drogas.

Todas son integrantes de una pandilla conocida como “Los Diablos”, la cual opera desde hace varios años en Pavas.

Las mujeres detenidas son de apellidos, Barquero (dos hermanas), Mendoza, Luna, Soto, Alvarado y Núñez. (Aguilar, agosto 26 de 2009)

Otra noticia, esta vez del 24 de noviembre del 2010, da cuenta también de los lazos familiares:

Siete miembros de una presunta banda narco, entre quienes figuran un matrimonio, su hija y un tío fueron detenidos ayer por la Policía de Control de Drogas (PCD), en Rincón Grande de Pavas.

La organización está ligada a la banda “Los Diablos”, y operaba en las cercanías de la Escuela de Rincón Grande de Pavas. (Delgado, noviembre 24 de 2010)

Junto con los lazos familiares, como se puede leer en ambas notas antes citadas, otro elemento que destaca y llama la atención es la figura del líder. La importancia de esta figura surge de la posibilidad de establecer contactos y acceso a elevadas cantidades de droga, lo que puede llegar a significar un mayor grado de poder y organización. En efecto, según un exlíder de una de las actuales bandas criminales de Rincón Grande, que al momento se encuentra privado de la libertad en uno de los centros penitenciarios del país, las cabecillas de estos grupos fueron, al principio, personas que tenían una “línea”, es decir, un contacto capaz de garantizar el acceso a grandes cantidades de drogas y armas, lo que confirmaría el hecho de que el aumento de circulación de sustancias ilícitas, y la necesidad de defender su comercialización a través de armas de fuego, fue uno de los elementos principales que provocaron la formación de los grupos criminales en Pavas.

Por ejemplo, el entrevistado afirma que la banda de “los Polacos”, una de las primeras que se especializaron en la venta de sustancias ilícitas en esta localidad, tuvo inicio entre el año 1991 y 1992 cuando un grupo de hermanos comenzó a transportar drogas en los buses de la compañía Tracopa a través de la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, recibiendo pagos en drogas y no en dinero, lo que los llevó a venderlas al detalle en los barrios de Pavas, donde estos vivían.

En cambio, “los Diablos,” no surgieron como resultado del narcomenudeo. De hecho, esta agrupación existía desde la década de 1970 y se dedicaba a otros negocios ilícitos, como, por ejemplo, el contrabando de licor. Sin embargo, durante los años noventa, este grupo, que originalmente estaba compuesto por los miembros de una familia, aprovechó del capital económico y social derivado de la participación a actividades criminales para aumentar sus ganancias ingresando en el mercado de las drogas, compitiendo así con “los Polacos” por el control de este a nivel local.

La situación en Pavas empeoró cuando algunas pandillas comenzaron a comprar drogas a “los Polacos” y a “los Diablos.” De esta manera, se multiplicó la cantidad de pequeñas agrupaciones criminales que poseían cantidades menores de drogas y que pasaron a posicionarse en las esquinas para llevar a cabo la venta al detalle de dicho producto, resignificando así lugares de los barrios que precedentemente tenían nada más una función de socialización, principalmente entre jóvenes pertenecientes a las barras. La voluntad de controlar dichos puntos de venta conllevó los primeros conflictos entre pequeñas bandas.

La lucha entre las dos principales “narcofamilias” y los conflictos entre las pequeñas agrupaciones hizo que entre los años que van del 2010 al 2012, la tasa de homicidios y hechos violentos fuera en aumento (Tabla 1).

Tabla 1 Distritos con mayor cantidad de homicidios dolosos por año en el cantón de San José (2010-2013) 

2010 2011 2012
1 Pavas 22 incidentes Hospital 15 incidentes Pavas 16 incidentes
2 San Sebastián 12 incidentes Pavas 10 incidentes Uruca 12 incidentes
3 Uruca 9 incidentes Merced 9 incidentes Hospital 8 incidentes
4 Hatillo 9 incidentes San Sebastián 8 incidentes Hatillo 7 incidentes
5 Hospital 7 incidentes Hatillo 8 incidentes Merced 6 incidentes

Fuente: Elaboración propia con datos del Organismo de Investigación Judicial (2019)

Resultado de esa conflictividad, los grupos involucrados terminaron diezmados o, inclusive, desaparecieron, siendo esto señalado por el diario La Nación, el 29 de abril del 2012:

Resultado de esa conflictividad, los grupos involucrados terminaron diezmados o, inclusive, desaparecieron, siendo esto señalado por el diario La Nación, el 29 de abril del 2012:

El asesinato de sus líderes, así como la captura de quienes asumieron el mando y la falta de liderazgo de los que quedaron, son señaladas por las autoridades como las principales causas por las que ‘casi desaparecieron’ las principales pandillas de Pavas.

Ese populoso distrito josefino […] estuvo marcado por la violencia que desencadenó […] la pandilla de Los Polacos.

Ese grupo, cuyos líderes de apellido Torres fallecieron, rivalizó con otro en los últimos diez años con otro clan llamado Los Diablos, descendientes de dos familias de apellido Luna y Segura.

Entre el 2000 y el 2010, varios de los miembros de las familias citadas fueron asesinados, al igual que los colaboradores cercanos. Otros fueron detenidos y están en prisión descontando penas altas.

[…] en medio de esa pugna surgió otro individuo conocido como Colas, de apellido Calderón, quien también llegó, presuntamente, a tener gran poder en la distribución de estupefacientes.

Calderón fue asesinado el 27 de febrero de 2010 en Villa Esperanza de Pavas.

Marco Barrantes, jefe de la Fuerza Pública de Pavas, dijo que tras ese homicidio nadie asumió el liderazgo de esa organización. (Arguedas, abril 29 de 2012)

4. Mini-cárteles criollos

El vacío dejado en Rincón Grande de Pavas abrió una nueva dinámica en el conflicto y, con ello, un cambio en los actores involucrados. A partir del 2012, el escenario pasó a ser ocupado por grupos criminales que el OIJ denomina “mini-cárteles criollos” y que están mejor organizados respecto a las pandillas e, incluso, a las “narcofamilias” en sus primeras etapas.

El control de los puntos de venta y las ganancias que generan son claves para comprender el alto grado de conflictividad que surgió entre el 2014 y el 2018. Hay que entender que, ante la ausencia de grupos y organizaciones internacionales en la localidad analizada, las organizaciones locales se han colocado como los principales competidores en un mercado en donde, como lo menciona Pontón (2013), el narcomenudeo es una actividad sumamente lucrativa.

En Costa Rica, el precio al detalle del gramo de cocaína para los años del 2017 al 2018 es de 6000 colones, mientras que el crack, droga altamente adictiva, tiene un costo por dosis que va de los 500 a los 1000 colones, siendo posible obtener 1200 piedras de crack de un kilogramo de cocaína, llegando a tener una ganancia de 24000 dólares de los 6000 que vale el kilogramo (Organismo de Investigación Judicial, 2019). La rentabilidad del negocio es algo que La Nación no dejó pasar para explicar las razones no solo del conflicto, sino también de como estas organizaciones se estructuraron:

La venta al menudeo de crack y marihuana se convirtió en un negocio tan lucrativo, que controlar esos puntos de venta es la causa de buena parte de los asesinatos del país.

[…] un puesto de venta o búnker, puede generar ingresos entre setecientos mil y un millón al día, y a veces hasta más […] el control de 10 búnkeres puede sacar entre 8 y 9 millones. (Arguedas, mayo 22 de 2017)

Es esa particularidad de rápido enriquecimiento y de altas ganancias, uno de los elementos que permitieron la evolución de los grupos que se dedican a la venta de drogas. “La Banda del Indio” es la que en mejor ejemplificó el nuevo tipo de organización en Pavas. Esta fue liderada por Marco Antonio Zamora Solórzano, quien “[desde] octubre de 2010 se asoció, de manera ilícita, con otras personas para traficar drogas a nivel local y, luego, hacia Centroamérica” (Delgado, febrero 4 de 2015); además, supo aprovechar el momento para dominar el mercado en diferentes puntos de la capital, y así lo reconocía La Nación:

El grupo tenía dominio de diversos puntos: Dos Cercas y Calle Fallas en Desamparados, Paso Ancho y Villa Esperanza de Pavas, barrio Cristo Rey, después se extendió a San Juan de Dios, Alajuelita, Los Guido y Hatillo. (Delgado, febrero 4 de 2015)

Es gracias a la figura del líder, o cabecilla, como se les llama en Pavas, que las bandas consiguen estructurarse hasta el punto de volverse “mini-cárteles.” Con el Indio, se pueden identificar las tres fuentes de poder/recursos que le permiten a un líder narco consolidarse y acrecentar su capital simbólico y de respeto: la personalidad, la organización y la riqueza (Ovalle, 2010):

Zamora tenía un estilo a lo interno como a lo externo del clan. Su estrategia fue la violencia para mantener el control sobre los territorios de venta, adquirir nuevas plazas y afianzar la lealtad de sus colaboradores.

De hecho, él ordenaba a quién matar y en qué momento, para lo cual facilitaba vehículos, armas y municiones a los ejecutores, quienes le rendían cuentas por teléfono con lenguaje cifrado. (Delgado, febrero 4 de 2015)

4.1. Ataques

Un punto importante de estas organizaciones es la instrumentalización de la violencia, lo cual marca una diferencia entre estas bandas y las pandillas que las antecedieron. Las acciones llevadas a cabo se caracterizan por ser planificadas, estratégicas y sistematizadas, y es en relación con ese punto que cobra relevancia el tema del sicariato, como se le conoce al homicidio que se realiza “por encargo, a cambio de una compensación económica” (Carrión, 2008, p. 1), así lo hacía ver el diario La Nación:

Un poderoso clan narcotraficante adiestraba sicarios aquí para matar vendedores de droga de otros grupos rivales que se negaban a abandonar puntos estratégicos que les quitaban por la fuerza para establecer su venta.

[…] los sicarios pertenecen a un grupo denominado ‘Los Perros’, que funcionaban en conjunto con la banda de Zamora.

Sus integrantes realizaban entrenamientos con disparos, vigilancia de objetivos, acondicionamiento físico y detección de sujetos vinculados con los intereses propios de la organización. Incluso […] en la banda de ‘Los Perros’ se valoraba si sus sicarios eran premiados con viajes al exterior (incluido México) para recibir asesoramiento o adiestramiento como estímulo por su trabajo. (Delgado, marzo 21 de 2012)

A diferencia de lo que sucede en otros contextos criminales, como, por ejemplo, el de Río de Janeiro en Brasil, donde el control territorial ejercido por parte de las bandas obliga a adversarios y fuerzas de policía a llevar a cabo “enfrentamientos abiertos” con el objetivo de capturar a sujetos o de tomar el control de una localidad (Lessing, 2011); la modalidad con la cual se dan los conflictos armados en Rincón Grande de Pavas es la que la literatura especializada (Fernández y Ronquillo, 2006, p. 173) llama de “emboscadas callejeras”, es decir, ataques veloces que se dan en la vía pública en las cuales el agresor intenta eliminar la o las víctimas mediante disparos. En el caso de Pavas dichos ataques se llevan a cabo desde de automóviles o motocicletas. Según los residentes, normalmente los conflictos pueden durar pocos segundos o, en el caso que la persona o el grupo de personas que son objetivo del ataque respondan con más disparos, entonces puede prolongarse algunos minutos.

Antes de este tipo de acciones, las bandas le “ponen un fijo” a la o las víctimas que puede durar días o, incluso meses. Es decir, las vigilan para encontrar el momento adecuado para eliminar al o los objetivos.

Según un privado de libertad, las bandas no siempre usan el ajusticiamiento como primer y único instrumento de ataque. En algunos casos primero se amenaza la o las personas interesadas, por ejemplo, baleando sus casas como advertencia. Para los residentes, no siempre es posible distinguir cuando los disparos que escuchan en sus comunidades sean el resultado de emboscadas, amenazas o sean, simplemente, balas al aire que los criminales lazan para asustar e intimidar a los residentes:

No necesariamente que vayan a matar a alguien, “ya mataron a Fulano de tal”, eso se oye verdad aquí y sí, sí han matado personas, pero más que todo las balaceras son una manera de intimidar. Yo digo que a la misma gente, tenerla como con miedo o no sé, como mantenerla en raya como que la gente diga “uy es que hay balaceras” y entonces ya uno vive como más encerrado y eso a ellos les sirve. (Saborío y Astorga, entrevista 58 grabada a mujer residente, 10 de marzo de 2020)

4.2. Armas

En una entrevista grupal que se llevó a cabo con los altos mandos de la Fuerza Pública, es decir el Comisario Daniel Calderón (Director de Fuerza Pública), el Comisionado Enrique Arguedas (Subdirector de Fuerza Pública), el Comisionado Milton Alvarado (Director de Operaciones), la Comisionada Ericka Madriz (al momento de la entrevista Jefa de la Oficina de Planes y Operaciones, hoy en día Directora Regional de Cartago) y Cinthya Quirós (Jefa de Departamento de Inteligencia Policial), estos afirmaron que en Costa Rica los “mini-cárteles” poseen armas “de guerra” como, por ejemplo, fusiles de asalto ak-47, lo que les da la capacidad de producir un elevado número de muertes durante las emboscadas anteriormente mencionadas. Sin embargo, según los participantes a dicha actividad, normalmente cada banda posee un número muy reducido de este tipo de armas, por lo que no consiguen enfrentarse a la policía de manera eficaz y, al máximo, consiguen usarlas para defenderse y escapar ante la presencia de esta.

El poseer este tipo de armas permite que las emboscadas se lleven a cabo de manera veloz, generando una ventaja para los que las usan y, al mismo tiempo, ponen en riesgo a la población local, que puede verse victimizada:

[…] ahora les llaman las escobas, las que barren. Así las bautizaron, las escobas. Porque les dicen ‘vayan barran a estos hijueputas’, entonces barren y pasan en una moto y tome, un chorizo de treinta […] de ciento y resto de tiros. Tiran ahí y no saben a quién pegaron, pero la cuestión era que la misión era barrer. Limpiar el territorio, cosas así. Pero ahora es que usted sale y las armas se consiguen en cualquier lado, baratísimas, otras caras, depende. (Saborío y Astorga, entrevista 16 grabada a hombre privado de libertad, 24 de mayo de 2019)

Lo dicho en la entrevista se complementa con lo publicado por el diario La Nación en varias publicaciones:

Un joven de 23 años falleció acribillado a balazos la tarde de este lunes, por al menos cuatro pistoleros cuando transitaba en un vehículo deportivo por Lomas del Río de Pavas.

El móvil del homicidio está en investigación, pero las autoridades presumen que se trata de una disputa por territorios para la venta de drogas. (Jiménez, mayo 30 de 2017)

Un taxista pirata murió, ayer martes, luego de ser atacado a balazos cuando se encontraba en su vehículo […] los hechos ocurrieron a la 1 a.m. en el precario Cristal, en Lomas del Río de Pavas, san José.

La víctima recibió al menos 11 impactos de bala en el tórax, abdomen y la cabeza […] en el lugar [encontraron] al menos 51 casquillos: 30 de un arma AK-47 y 21 de 9 milímetros. (Jiménez, mayo 31 de 2017)

Según los privados de libertad entrevistados, los cuales antes de ingresar a la cárcel pertenecían a grupos que se dedicaban al narcomenudeo, la cantidad de armas en mano de los criminales que se sitúan en Pavas ha ido aumentando exponencialmente en las últimas dos décadas. Esto ha transformado la modalidad a través de la cual se resuelven las disputas entre grupos rivales:

Cualquiera se pone un búnker, pero tenía que tener jacha, ser bueno para los pichazos, ahora tiene que tener armas. (Saborío y Astorga, entrevista 25 no grabada a hombre privado de libertad, 2 de julio de 2019)

Ajá, antes eran cuadrillillas, cinco o seis pintas con un mae, entonces a ese mae luego se le ocurrió que mejor andaba un arma que andar solo, entonces luego esos maes salían corriendo, ganaba el que tenía el arma, ahora el que tiene arma y es más pesada, ese gana. Si yo tengo una 9, un 38, un 22 y la contraparte tiene una AK, no me le voy a meter, el otro me descuartiza en el acto. (Saborío y Astorga, entrevista 27 grabada a hombre privado de libertad, 2 de julio de 2019)

Los residentes afirman que los miembros de las bandas del narcomenudeo no suelen caminar con las armas a la vista, pero ha pasado que las muestran mientras se pasan pistolas entre ellos o mientras las guardan o que pueden ver que las tienen guardadas en la cintura de los pantalones. Residentes y policía concuerdan sobre el hecho de que no es común que los criminales circulen con armas de grueso calibre dado que, según las personas entrevistadas, están guardadas en las casas de las cabecillas de las bandas y son estas personas y los sicarios que las usan. Al parecer, en la mayoría de los casos por la escasez de armas de fuego en los grupos del narcomenudeoy por miedo de los controles rutinarios de la policía, las personas encargadas de vender pequeñas cantidades de drogas en las calles del todo no andan armadas o andan con armas punzocortantes que pueden desechar en cualquier momento.

Conflictos

Si bien es cierto, fue la banda de “el Indio” la que logró cambiar las reglas del juego, su permanencia como organización dominante fue pasajera. Y eso es una constante en el funcionamiento y permanencia de estos “mini-cárteles”; ya sea la captura o muerte del líder y la posterior desarticulación de la organización como consecuencia de acciones llevadas a cabo por las fuerzas policiales o por las luchas con otros grupos, ponen en evidencia la transitoriedad y la rapidez con que una organización gana poder y lo pierde, por lo que se puede alegar que, en el caso de la venta de drogas, existe un constante cambio en el equilibrio de fuerzas.

La captura del Indio, en marzo de 2012, marcó un punto de partida importante en la nueva conflictividad. La acción de las autoridades al detener a Zamora y a sus principales colaboradores le dio forma a una nueva dinámica del mercado y la violencia, creando un vacío de poder e incentivando a los rivales y a los miembros restantes de la banda a luchar por ocupar el lugar vacante.

Para la Policía, él era algo así como el patrón de la zona de Desamparados y otros sectores como Cristo Rey y Pavas.

En marzo de 2012, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) dio un golpe fuerte y logró la captura del supuesto líder del narcomenudeo, de apellido Zamora.

Esta detención […] causó una lucha entre grupos que trabajaban con él y que quisieron apropiarse de territorios.

[…] él cae, los primeros meses hay como un tanteo; él puso ‘terratenientes’ en esos sectores, los socios seguían y puso a un familiar.

[…] en el 2013, estos grupos se dieron cuenta de que el Indio no se libraría fácilmente de la cárcel, y quienes trabajaban para él empezaron a quitarle dinero.

La gente se fue apoderando en la zona y se empiezan a dividir […] esa separación ocurrió en sectores como Pavas, Paso Ancho y Desamparados.

A la vez que, algunos socios dejan de hacer negocios con quienes se mantenían fieles al Indio.

Ese mismo año comienzan a aparecer otras personas que quieren ser líderes de las áreas. (Miranda, enero 6 de 2015)

Como lo menciona La Nación en el 2013, conforme se vislumbraba un proceso legal en contra del Indio, sus competidores vieron la oportunidad e hicieron de la violencia la herramienta para ganar poder, esto, debido a que el mercado otrora monopolizado pasó a una lógica de competencia. De tal manera, así como sucede en otros países (Durán-Martínez, 2015), la frecuencia de los actos violentos fue en aumento en tanto el mercado se fragmentó:

Estos grupos copian la forma de actuar de los carteles mexicanos para pelear por territorios, cobrar deudas por drogas o dinero, e incluso, dirimir diferencias por rencillas personales entre sus líderes.

El 30 de julio de 2013, en La Aurora de Alajuelita, fue asesinado de ocho balazos Bryan Alvarado Castillo.

Ese homicidio marcó el inicio de las muertes atribuidas a bandas en el sur de San José.

Semanas después de la muerte de Alvarado, la policía registró peleas por el dominio de los búnkeres donde se venden drogas […] se inició otra racha de asesinatos entre los que está el del mecánico Eddy Postome Pavón, de cuarenta años cuya muerte se produjo el 5 de octubre del 2013 en Lomas del Río, Pavas; también, el caso de Víctor Alexander Corrales Espinoza […] a quien mataron el 9 de marzo de 2014 en Villa Esperanza de Pavas.

También se atribuyen a riñas internas el doble crimen de tía y sobrina, de 15 y de 16 años. Ambas fueron halladas muertas en un predio de San Sebastián, el 31 de mayo de 2014.

Ellas eran de Pavas y aparecieron con la boca tapada con cinta y bolsas en sus cabezas. (Miranda, enero 1 de 2015)

La extensa cita anterior es clara en varios elementos claves, entre los que destacan, en primer lugar, el modo de organizarse y actuar de las nuevas organizaciones que surgieron luego de la captura del Indio y, en segundo lugar, que el conflicto adquiere una extensión territorial que vincula a diferentes zonas vulnerables, dentro de las que destaca Pavas, distrito que llega a alcanzar altas cifras de homicidios (Tabla 2).

La caída del Indio y su captura prepararon el escenario para una serie de enfrentamientos, entre el 2012 y el 2018, protagonizados por Luis Ángel Martínez Fajardo (alias Pollo) y Erwin Guido Toruño (alias Gringo). Esos dos personajes pasarían a ser, junto con el Indio, las principales figuras que, según la prensa, se podían catalogar como los líderes del comercio de drogas, y que sus organizaciones seguían una lógica que trataba de asemejar a los cárteles mexicanos de la droga.

Se puede llegar a plantear que, a partir de la rivalidad entre los grupos de Martínez, Guido y los remanentes de la banda de Zamora, el conflicto se caracterizó por la presencia cada vez más de sicarios, el ajuste de cuentas como móvil de los asesinatos, el uso de armas de fuego de alto calibre y que cuando se hallaba un cuerpo este presentaba signos de tortura y varios impactos de bala. Ese tipo de acciones y la manera en cómo se ejecutan siguen un modelo predatorio, que, en una coyuntura de competencia, busca la eliminación de un rival o, en su defecto, infringir un daño a las personas cercanas a este:

El hermano de Marco Antonio Zamora Solórzano, conocido como el Indio y que descuenta 70 años de prisión por narcotráfico y homicidios, fue asesinado por orden de su rival, Luis Ángel Martínez Fajardo, alias Pollo.

[…] dos jóvenes [fueron] acusados de formar parte de la banda del Pollo y matar a Juan Carlos Zamora de múltiples balazos [9 de marzo de 2015, Desamparados].

[…] los acusados por orden de Martínez Fajardo y motivados por el pago de una remuneración económica, planearon la ejecución de la muerte de Juan Carlos Zamora. (Fallas, octubre 4 de 2016)

Tabla 1 Cantidad acumulada de homicidios dolosos por distrito en el cantón de San José (2010-2018) 

Distrito Cantidad Porcentaje
Pavas 147 22
Hospital 105 16
La Uruca 86 13
Hatillo 85 13
San Sebastián 76 11
Merced 64 10
Catedral 39 6
San Francisco 19 3
Zapote 18 3
Mata Redonda 15 2
Carmen 14 2
Total 668 100

Fuente: Organismo de Investigación Judicial. 2019. Comunicación personal. Solicitud de información 571-OPO/UAC/S-2019. Homicidios dolosos en Pavas.

Similar situación sucedió con uno de los socios de “el Indio”, quien también fue asesinado por orden de Martínez, el 7 de mayo de 2015, en Desamparados:

El asesinato de otro socio de Marcos Zamora Solórzano, alias Indio, ocurrido el jueves en la noche, revivió la guerra entre grupos narco por ocupar territorios del sur de la capital.

Los hombres fueron alcanzados por dos sujetos, que iban en motocicleta desde la cual dispararon en modo ráfaga, con una subametralladora ak-47 y una pistola calibre 9 mm.

El vehículo recibió, al menos, 30 impactos. (Delgado, mayo 9 de 2015)

Durante este periodo, que va del 2014 al 2018, el alto grado de violencia fue acompañada por el uso incluso de la tortura:

Cinco individuos vinculados a una organización narcotraficante torturaron, durante poco más de cuatro horas, a un taxista pirata para que les diera información sobre el sitio donde un grupo rival mantenía sus bodegas de cocaína y dinero.

El caso de tortura […] se produjo [en] Rincón Grande de Pavas [en] un búnker […] donde ataron de manos y pies; luego lo golpearon con la cacha de un fusil AK-47. Luego le introdujeron el cañón de esa arma en la boca con la intención de quebrarle los dientes. También lo golpearon.

Asimismo, de acuerdo con la acusación, al taxista le amarraron una manguera al cuello y comenzaron a asfixiarlo. (Miranda, diciembre 9 de 2015)

De hecho, la muerte de “el Gringo,” en el 2017, suceso que pone fin a los enfrentamientos, se caracterizó por el suplicio al que fue sometido por quienes lo asesinaron:

Con signos de tortura, marcas de defensa en brazos, múltiples puñaladas y golpes en todo el cuerpo, fue hallado Erwin Guido Toruño, de 28 años, conocido como El Gringo.

Su cuerpo fue encontrado este sábado en la madrugada, sobre el puente del río Torres, en el bajo de los Ledezma, en La Uruca, San José […] El cuerpo tiene lesiones que sugieren que Guido habría sido lanzado desde un vehículo. (Solano, diciembre 17 de 2017)

Con Zamora y sus principales asociados en la cárcel, lo mismo que Martínez (aunque en Nicaragua), y la muerte de Guido, y la desarticulación de su grupo en el 2018 por parte de las autoridades costarricenses, se regresa al escenario de un mercado fragmentado, copado por una serie de pequeñas organizaciones que compiten por el territorio. Por ejemplo, según los relatos de algunas personas entrevistadas durante el 2019, algunos de los conflictos actuales se dan en Finca San Juan, donde la pandilla de los Negros estaba en conflicto con los Coqueros; mientras que en Óscar Felipe también eran dos los grupos, de los cuales los residentes no dijeron los nombres, que se enfrentaban.

Conclusiones

Como se mencionó al inicio del presente artículo, los cambios en las diferentes organizaciones dedicadas al narcomenudeo en Pavas están relacionados con la situación de exclusión social y el deseo de hacer de tal actividad ilícita la principal fuente de ingresos de dichos grupos. Así, la entrada de grandes cantidades de droga, a partir de la década de 1980, pero con mayor fuerza durante las décadas posteriores, hizo que pandillas que antes no se agrupaban con el fin explícito de delinquir cambiaran su razón de ser.

Teniendo presente tal situación y partiendo de la literatura especializada consultada, se puede llegar a afirmar que, para el caso de Pavas, aquellas pandillas que participaban de manera esporádica en la venta de drogas a pequeña escala y poseían armas de fuego, ya sea para la defensa o el ataque, llegaron a convertirse en bandas. Asimismo, hay que mencionar que bandas que con una mayor estructuración pasaron sucesivamente a ser denominadas por parte de las autoridades como “mini-cárteles criollos”. Otro elemento a ser considerado es el papel desempeñado por las llamadas “narcofamilias,” destacando en Pavas el caso de “Los Polacos” y “Los Diablos”. Ambos grupos no iniciaron su carrera como narcomenudeantes, sin embargo, gradualmente la venta de drogas se volvió su principal actividad. Los conflictos entre ambas organizaciones, junto con otros grupos criminales de menor tamaño, marcarían la pauta entre los años 2000 y 2010 en la lucha por el control de los puntos de venta.

De tal manera, la dinámica experimentada en Pavas se caracterizó por un mercado fragmentado y una competencia inestable, lo cual se traducía en un alto grado de violencia. Ese panorama cambiaría con la consolidación de Marco Antonio Zamora Solórzano (alias “el Indio”), siguiendo su organización el modelo de “mini-cártel criollo.”

La caída de “el Indio” abriría un nuevo espacio de conflicto, pero esta vez no entre pandillas, sino entre grupos mejor organizados y estructurados. Como parte de esa conflictividad, las tácticas y estrategias cambiaron: el uso de armas pesadas fue más común, así como el sicariato y la tortura.

Finalmente, se puede afirmar que la evolución del conflicto en Pavas, la manera de organizarse, los recursos y tácticas utilizadas y el aumento en los niveles de violencia guardan una clara relación con el posicionamiento del narcomenudeo como la principal actividad ilícita en el área, que fue el resultado del aumento de la cantidad de drogas y armas.

Para futuros estudios e investigaciones es pertinente analizar cómo las condiciones sociales y económicas experimentadas en Costa Rica en los últimos años pueden llegar a favorecer un incremento de los factores de vulneración juvenil, haciendo más propenso el desarrollo de grupos con una clara orientación criminal. Esas investigaciones deberán partir de una perspectiva comparativa, tomando en consideración los contextos experimentados por países como Guatemala, Honduras y El Salvador, estableciendo las similitudes y diferencias de la violencia en distintos contextos de exclusión social.

Referencias

Agostini, G., Chianese, F., French, W. y Sandhu, A. (2010). Understanding the processes of urban violence. An analytical framework. Crisis States Centre, Development Studies Institute, London School of Economics. [ Links ]

Aguilar, N. (noviembre 10 de 2008). Guerra entre dos pandillas de Pavas deja 15 muertes este año. La Nación, p. 14A. [ Links ]

Aguilar, N. (agosto 26 de 2009). Siete mujeres detenidas por dirigir banda narco. La Nación, p. 14A. [ Links ]

Alvarenga, P. (2009). Protestamos como costarricenses y consumidores. La ciudadanía se enfrenta al Estado. En P. Alvarenga, De vecinos a ciudadanos. Movimientos comunales y luchas cívicas en la historia contemporánea de Costa Rica (pp. 117-166). Editorial de la UCR. [ Links ]

Arguedas, C. (abril 29 de 2012). Muertes y capturas minaron a 4 pandillas. La Nación, p. 17A. [ Links ]

Arguedas, C. (mayo 22 de 2017). Dominio sobre lucrativos búnkeres acelera guerra narco. La Nación, p. 10A. [ Links ]

Blanco, R. (2015). “Los del sur de la ciudad capital”: control social y estigmatización en los barrios del sur de san josé, 1950-1980. Diálogos. Revista electrónica de historia, 59-82. [ Links ]

Briceño-León, R. (2002). La nueva violencia urbana en América Latina. Sociologías, 34-51. [ Links ]

Briceño-León, R. (2005). Violencia, sociedad y justicia en América Latina. CLACSO. [ Links ]

Brotherton, D. C. (2015). Youth street gangs. A critical appraisal. Routledge. [ Links ]

Calderón, R. (2018). Violence and social exclusion in urban context in Central America. En J. Salahub, M. Gottsbacher y J. de Boer, Social theories of urban violence in the Global South. Toward safe and inclusive cities (p. 99-120). Routledge. [ Links ]

Castillo García, M. (2018). El rol “accesible” del espacio público. Revistarquis, 7(2), 52–60. https://doi.org/10.15517/ra.v8i1.35797Links ]

Carrión, F. (2008). Violencia urbana: un asunto de ciudad. Eure, 34(103), 111-130. [ Links ]

Chacón , L., y Freer, E. (1999). El precarismo: análisis histórico y su desarrollo en el distrito de Pavas, San José, Costa Rica. Revista costarricense de ciencias médicas, 20(3-4), 195-213. [ Links ]

Chacón, L., & Zúñiga, J. (2016). Prácticas espaciales y tráfico de drogas en Pueblo Nuevo de Pavas: reterritorializar la línea. Revista de Ciencias Sociales, 152: 69-88. [ Links ]

Corrales, O., Vargas, M., & Zúñiga, R. (2019). Reporte de situación Costa Rica 2018. Poder Judicial. Departamento de artes gráficas. [ Links ]

Cruz, J., & Carranza, M. (2006). Pandillas y políticas públicas: el caso de El Salvador. Juventudes, violencia y exclusión. Desafíos para las políticas públicas, 133-176. [ Links ]

Delgado, D. (noviembre 24 de 2010). Policía detiene a esposos, hija y tío por venta de drogas. La Nación, p. 18A. [ Links ]

Delgado, D. (marzo 21 de 2012). Poderoso clan narco adiestraba sicarios para matar rivales. La Nación, p. 16A. [ Links ]

Delgado, D. (mayo 9 de 2015). Asesinato de socio del Indio atiza guerra narco por territorio. La Nación, p. 12A. [ Links ]

Delgado, D. (febrero 4 de 2015). Banda operó como una empresa con planilla propia. La Nación, p. 11A. [ Links ]

Departamento de Observatorio Municipal de la Municipalidad de San José. (2011). Diagnóstico Cantonal. https://www.msj.go.cr/MSJ/Municipalidad/Observatorio_SanJoseenCifras/Diagnostico Cantonal/DIAGNÓSTICO CANTONAL 2011.pdf [ Links ]

Durán-Martínez, A. (2015). To kill to tell? Sate power, criminal competition and drug violence. Journal of conflict resolution, 59(8):1377-1402. [ Links ]

Fallas, G. (octubre 4 de 2016). Fiscal: narco ordenó matar a hermano del Indio. La Nación, p. 12A. [ Links ]

Fernández, J. y Ronquillo, V. (2006). De los Maras a los Zetas: los secretos del narcotráfico, de Colombia a Chicago. Grijalbo. [ Links ]

Gootenberg, P. (2017). La cocaína en cadenas: auge y caída de una cadena mundial de mercancías, de 1860 a 1950. En Z. Frank, C. Marichal y S. Topik, De la plata a la cocaína. Cinco siglos de historia económica de América Latina (p. 455-498). México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Horne, J. C. (2021). States of emergency. Gangs, Benjamim, and the challenge to modern sovereignty. En D. C. Brotherton y R. J. Gude, Routledge International Handbook of Critical Gang Studies (p. 16-28). Nueva York: Routledge. [ Links ]

Jiménez, E. (mayo 30 de 2017). Joven de 23 años acribillado en Pavas. La Nación , p. 10A. [ Links ]

Jiménez, E. (mayo 31 de 2017). Taxista pirata muere acribilliado a balazos frente de su casa. La Nación, p. 14A. [ Links ]

Koonings, K. y Kruijt, D. (2004). Armed actors. Organized violence and state failure in Latin America. Z Books. [ Links ]

Koonings, K. y Kruijt, D. (2009). Megacities. The politics of urban exclusion and violence in the Global South. Z Books. [ Links ]

Lessing, B. (2011). Tres mitos sobre la “guerra contra el narcotráfico”. Perspectivas sobre El Desarrollo: seguridad ciudadana y bienestar, 9, 74-109. [ Links ]

Miranda, H. (enero 1 de 2015). Disputa de narcos en sur de san José provocó 55 muertes. La Nación, p. 12A. [ Links ]

Miranda, H. (enero 6 de 2015). La caída del líder que desató ola de crímenes. La Nación, p. 13A. [ Links ]

Miranda, H. (diciembre 9 de 2015). Narcos torturaron a taxista para sacarle datos de rival.La Nación, p. 15A. [ Links ]

MIVAH. (2013). Precarios dentro de la GAM 2011-2013. Dirección de Vivienda y Asentamientos Humanos. https://www.mivah.go.cr/Documentos/precarios/Asentamientos_en_Precario_Dentro_GAM_2011-2013.pdfLinks ]

Moser, C. y Mcllwaine, C. (2004). Encounters with violence in Latin America. Urban poor perceptions from Colombia and Guatemala. Psychology Press. [ Links ]

Muggah, R. (2012). Researching the urban dilemma: Urbanization, Poverty and Violence. International Development Research Cebtre. [ Links ]

Municipalidad de San José. (2011). Departamento de Observatorio Municipal de la Municipalidad de San José. (2011). Diagnóstico Cantonal. https://www.msj.go.cr/MSJ/Municipalidad/Observatorio_SanJoseenCifras/Diagnostico Cantonal/DIAGNÓSTICO CANTONAL 2011.pdf [ Links ]

Municipalidad de San José. (2016). Diagnóstico cantonal 2016. Dirección de Planificación y Evaluación, 236. https://www.msj.go.cr/MSJ/Municipalidad/Lists/Diagnstico Cantonal/DispForm.aspx?ID=2&Source=https%3A%2F%2Fwww.msj.go.cr%2FMSJ%2FMunicipalidad%2FSitePages%2FSJC_diagnostico_cantonal.ASPX&ContentTypeId=0x0100455673D594F2D14DADEBA26DA2A907DA [ Links ]

Ordóñez Valverde, J. (2017). De la pandilla a la banda. Transformaciones de la violencia pandillera en barrios marginales en Cali. Sociedad y Economía, (32), 107-126. [ Links ]

Organismo de Investigación Judicial. (2013). Reporte de Situación. Costa Rica, 2013. Poder Judicial. Departamenteo de artes gráficas. [ Links ]

Organismo de Investigación Judicial. (2019). Reporte de situación Costa Rica 2018. Poder Judicial. Departamento de artes gráficas. [ Links ]

Ovalle, L. (2010). Narcotráfico y poder. Campo de lucha por la legitimidad. Athenea Digital: revista de pensamiento e investigación social, (17), 77-94. [ Links ]

Pérez , J., Calderón Umaña, R. y Brenes Camacho, G. (2016). Exclusión social, violencia y ámbito doméstico. Evidencia y reflexiones desde Centroamérica. Papeles de población, 22(87), 9-41. [ Links ]

Pontón, D. (2013). La economía del narcotráfico y su dinámica en América Latina. Íconos-Revista de Ciencias Sociales, (47), 135-153. [ Links ]

Rodríguez, O. (2017). Aquí está todo: ratas, evolución y honor. Cuadrillas y barrio en Costa Rica. Editorial Arlequín. [ Links ]

Rodríguez, O. y Solano, S. (2011). Pandillas, violencia y dinámicas socioculturales en la Costa Rica urbana. Intersticios Sociales, (1), 1-42. [ Links ]

Sasa Marín, Z. (2017). 3. Espacio público en el territorio fragmentado. En De la segregación territorial a la cohesión urbana. San José, Costa Rica (pp. 139–190). Universitat de Barcelona. http://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/115806Links ]

Solano, H. ( diciembre 17 de 2017). Homicidas se ensañan con el líder narco más buscado del país. La Nación, p. 10A. [ Links ]

Solís, L. (2008). Pandillas juveniles y gobernabildiad democrática en América Latina y el Caribe. En L. Solís y F. Aravena, Crimer organizado en América Latina y el Carible (pp. 139-174). [ Links ]

Torres-Rivas, E. (1988). Centroamérica: democracias de baja intensidad. Estudios latinoamericanos, 3(5), 30-37. [ Links ]

Trasher, F. (2017). Gangland. En C. Rinaldi y P. Saitta (Eds.), Devianze e crimine: antologia ragionata di teori classiche e contemporanee . PM edizioni. [ Links ]

UN-Habitat. (2010). Sate of the world’s cities 2010/2011: bridging the urban divide. Gutenberg Press Ltd. [ Links ]

1El distrito de Pavas está ubicado en el cantón de San José, capital de Costa Rica.

2Traducido al español por parte de los autores.

3Para describir este tipo de agrupaciones, Rodríguez Aguilar (2017) introduce también el término de “cuadrilla”, con el cual se autoidentifican los grupos de jóvenes estudiados por el autor en el barrio de Guararí de la provincia de Heredia en Costa Rica.

Recibido: 15 de Noviembre de 2021; Aprobado: 15 de Diciembre de 2021

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons